Warriors In Love

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Introduccion

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Escuchaba como mi espada golpeaba contra las otras de metal, me habían tumbado de mi caballo y peleaba ardientemente por mi vida, por mi pueblo y por mi reino, esta batalla mortal había estado prevista por semanas, no nos quedó de otra que defendernos al vernos acorralados.

Luchaba con valor y garra como se nos habían sido enseñados desde la infancia, no tenía temor de perder la vida y si de ver a mi pueblo esclavizado por tal desagradable reino al cual nos enfrentábamos.

Mi armadura estaba cubierta de sangre, mi rostro totalmente irreconocible, levante la mirada por algunos instantes y me di cuenta que mi ejercito estaba prácticamente destruido, no pude evitar gruñir aun así no me rendí, seguí peleando por ellos. Pensaba en aquellos que eran padres de familia, hermanos, incluso hijos, el gusto amargo de nuestra destrucción se hacia cada ves mas presente en mi mente aun así no vacile en ningún instante.

Sentí un fuerte golpe en la cabeza, incluso llegue a ponerme la mano en la herida verificando que sangraba, caí al suelo de rodillas sintiendo que todo daba vueltas y nuevamente sentí un segundo golpe sacándome totalmente de mis sentidos.

Gemí de dolor en la cabeza, estaba en un suelo húmedo y duro, alrededor estaba muy escuro pero aun así podía sentir el murmullo de los demás prisioneros de guerra, mi ejército que había caído, no éramos muchos pero aun así a duras penas conseguí sentarme y revisar si no tenía sangrados.

Algunos me rodearon mirándome con temor en la mirada, mire a cada de uno ellos buscando las palabras exactas para tranquilizarlos pero antes de que pudiera abrir la boca escuchamos rugir las rejas del calabozo incentivando que mis mejores hombres se levantaran encarándolos como un acto de protección.

-salgan todos de forma ordenada, el que intente alguna estupidez…denlo por muerto…-escuchamos de un enorme hombre pardo en la puerta junto con otro par

Conté mentalmente a mis hombres mientras salíamos en filas no llegábamos ni a cincuenta, sabía que todos ellos estaban dispuestos a morir por mí, seguimos hasta las afueras de los calabozos un enorme patio del cuartel de los enemigos, nos paramos en una fila india esperando a que el capitán se presentara frente a nosotros.

Mis deseos no se hicieron esperar, en un enorme caballo negro se paseó frente a nosotros con tal imponencia que podría jurar haber escuchado algunas gargantas tragar saliva, sobre el un hombre de no más de 25 años, se bajó de su caballo con tal arrogancia que no pude evitar fruncir el ceño, recién pude sentir la sangre seca sobre mi rostro, intente fijarme en el, cabello azabache, la piel blanca y unos afilados ojos ónix que parecían atravesar mi alma.

-¿así que estos son?-pregunto a uno de su ejército justamente el que nos había llevado hasta aquel patio, antes de volver a abrir la boca nos miro de pies a cabeza-¿esta basura?-dijo en un tono de burla y arrogancia al vernos tan destruidos y claro desarmados

Aquello me había llegado al orgullo, tanto mis hombre como yo sentimos el dolor de aquellas palabras, hombres que como yo desde nuestro nacimiento habíamos entrenado para ser los mejores, aquellas palabras no se las llevaría el viento, ni para mi ni para aquellos hombres que acababan de humillar su sacrificio de años.

-bien… solo uno de ustedes llevara el mensaje a su rey los demás…-dijo para mostrarnos sus blancos y perfectos dientes transformarse en una diabólica sonrisa-prepárense para perder la cabeza…

Nos miró uno por uno, algunos de mis hombres miraban el suelo con temor por sus vidas y por las familias que dejaban, otros simplemente tenían los ojos cerrados, pero yo lo encare en todo momento, motivo por el cual supongo que se acercó a mí y me tomo por el cuello aun así, teniéndome tan de cerca intentando intimidarme no deje de encararlo ni un solo segundo.

-esta molestia será el primero-al terminar de decir esto todos mis hombres saltaron como leones algunos fueron sujetados, otros apuntados con armas pero la mayoría habían sido golpeados hasta quedar en el suelo por ser los mas audaces

-mi lord… por favor, deje al muchacho ir…-dijo uno de mis hombres arrodillado en frente del aquel hombre que me sostenía por el cuello

Aquel hombre era la mano derecha de mi padre, un hombre de tanto honor que había sido compañero de peleas y batallas junto a mi padre y ahora a mi lado intentando salvarme la vida.

Aquel hombre que mostraba tal frialdad, soltó mi cuello, pude sentir el suelo bajo mis pies, lo vi tomar su espada y enterrársela en el pecho al hombre que prácticamente me había enseñado todo que se refería a batallas, era como un padre para mí y como hermano para mi padre.

En la parte trasera de su armadura tenia escondida un daga, con una rapidez que me caracterizaba tome la daga y la puse sobre su cuello tomando a todos por sorpresa.

-suelta tu espada maldito…-dije con la voz ronca, aun así lo sentí tensarse al escuchar mi suave voz y como se lo pedí lo hizo-¡denle caballos a mis hombres o degollare a este maldito y verán cómo se desangra en este endemoniado patio!-grite presionando aún más el daga sobre su cuello causándole una cortada superficial

-hagan lo que…la señorita pide…-dijo con una voz seria sin poder moverse

Vi como a cada uno de ellos les entregaban un caballo, los montaron aun así estos no se movían, esperaban un movimiento de mi parte, pero si eso sucedía ellos nunca volverían a casa, al igual que yo.

-¡abran los portones!-volví a gritar y solo se hizo lo que pedí al sentir como mi rehén asentía con la cabeza-¿! Qué esperan tropa de idiotas!? ¡Lárguense de aquí!-volví a gritar enojada al ver que ellos no entendían lo que les pedía

-señora…

-¡ahora!-grite interrumpiéndolo viendo como arrancaban con los caballos

Una vez desaparecieron de mi vista quite con lentitud la daga del cuello, lo vi darse la vuelta lentamente una vez estuvo en mi delante me miro de pies a cabeza muy serio, ya no tenía aquellos aires de arrogancia, simplemente me observaba solía ser muy observadora y con eso saber que pensaban las personas, pero él era un misterio, tan frio como un tempano de hielo me observaba como si no hubiera otra cosa en el mundo a parte de mi.

-¿Cómo te llamas?-pregunto con su voz gruesa mirándome fijamente se acercó lentamente y estiro su mano en mi delante

-no necesitas saber el nombre de un prisionero-dije para devolverle la daga, lo vi hacer un señal con la mano para que volvieran a llevarme a los calabozos

-pues alégrate de ser una prisionera y no un prisionero…créeme que estarías muerto-lo escuche decir mientras me llevaban a los calabozos nuevamente

Me dejaron en la celda y sentí la mirada de aquel par de guardias con cierta incredibilidad por algunos segundos, no me importaba ya me habían pasado otras veces, mi padre hubiera querido un hijo hombre siempre lo quiso pero nunca le deje que desear conmigo, había sido entrenada desde la más tenue edad, en el reino de mi padre no existía guerrero mejor que yo.

Estaba orgullosa de lo que había hecho, aquellos hombres regresaron a sus familias y esperaba que mi padre entendiera mi decisión, lo único que rogaba era pillar lo antes posible una manera de escapar de aquel lugar aquel sombrío hombre no me había dado buena espina, aun así, haría lo fuera por conseguir volver con los míos.


Hola! espero que les haiga gustado es una pequeña inspiracion que tuve, me encantarian comentarios! acepto de todo tipo! depende de ustedes si subo el primer capitulo este fin de semana!

xoxo

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