Traducción autorizada por Cheryl Dyson
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. La historia pertenece a Cheryl Dyson, yo traduzco por mero entretenimiento.
Resumen: Harry pensaba que era perfectamente feliz hasta que Hermione le organizó una cita a ciegas.
Traductor: DarkPotterMalfoy
Beta: FanFiker-FanFinal (querida amiga, esto sin ti no hubiese sido lo mismo, un beso inmenso.)
Gracias por esos 33 comentarios, ¡de verdad!
Todos ellos han sido contestados mediante PM, los que no tenían cuenta están respondidos al final del capítulo.
Capítulo 3
La cena era un infierno. Marietta Edgecombe llevaba el pelo recogido en un atractivo flequillo. ¿Para cubrir las cicatrices restantes, quizá?, se preguntó Harry, sintiendo una culpabilidad conocida mientras se frotaba la nuca —realmente había tenido suficiente sufrimiento como para deseárselo a cualquiera—. Ella lo miró como si lo detestara.
Volvió la mirada hacia Draco.
—Pensaba que estabais bromeando —dijo.
—Nuestra relación ha salido en los periódicos durante semanas, Marietta. Ponte al día —dijo Draco y fue rápidamente hacia la mesa para reclamar su lugar en ella.
La cena se componía de pollo demasiado cocinado, puré de guisantes, coles de Bruselas cocidas en una salsa horrible y patatas, por suerte, comestibles. Harry mordisqueó la mayor parte de la comida y se comió todas sus patatas. El almidón no sirvió para absorber el vino.
—Para ya —siseó Draco—, ¿cuántos vasos te has bebido?
—Muchos —dijo Harry con decisión y levantó su copa para dale énfasis antes derribarla.
—Que Salazar nos ayude—murmuró Draco.
—No lo creo —dijo Harry—, ¡porque está muerto!
La gente se giró al escuchar la última palabra de Harry: al parecer, era un "faux-pax" (1) hablar de muertos en la mesa, incluso cuando el almuerzo había finalizado pero algunos aún comían el mejunje con sabor a café que habían servido en los postres.
—Vamos a retirarnos al salón de baile para un poco de entretenimiento musical —dijo la madre de Marietta, en voz alta.
Draco se acercó a Harry y le gruñó en el oído a través la cubierta de sillas que eran arrastradas por el suelo de piedra. A Harry le gustó bastante cuando él se acercó y gruñó; y si Draco esperaba reducir el mal comportamiento de Harry, recompensándole, se estaba equivocando.
—Te lanzaré un desagradable hechizo de sobriedad si no te comportas y te adhieres a nuestro guion acordado. ¿Qué diablos te pasa?
Draco se puso de pie y siguió a los demás, al parecer, sin buscar respuesta alguna. Harry la podría haber soltado de haberse quedado. Sentía sus pies pensados y chocó dolorosamente contra el marco de la puerta al salir. Tal vez un hechizo de sobriedad no fuese una mala idea.
El salón de baile no era nada más que una habitación de techo alto, cubierta con telas de un tono horrible, no lo suficientemente rosa. Dos candelabros de colores chillones iluminaban la brillante habitación y un gran clavicémbalo se tocaba a sí mismo en una esquina, y en un abrir y cerrar de ojos dos corpulentas parejas giraban sobre el suelo pulido en un vals.
—¿Quieres bailar?—preguntó Harry alegremente, alcanzando a Draco.
—No, no lo creo—dijo Draco. Una mesa, al lado de una de las paredes, estaba repleta con copas de champán y un Cupido desnudo meaba un líquido burbujeante que iba a parar a un cuenco.
Asqueroso, pensó Harry, y se rebeló ante la idea de beber más, por primera vez esa noche. Draco no tenía tales escrúpulos, y levantó el vaso para llenárselo con el líquido que salía por el pene del tamaño de un pulgar.
Harry se presionó contra la espalda de Draco, atrapándolo contra la mesa.
—¿Sabías que aún puedo hablar pársel?—preguntó Harry. Draco se tensó al escuchar a Harry sisearle en el oído. No lo sabía, en realidad, pero ¿quién iba a saberlo?
Draco se dio la vuelta, intentando no derramar el champán, y luego cogió a Harry de la manga y se lo llevó a un rincón de la habitación.
—Oye, tú. El plan era que te comieses con los ojos a algún tío y yo actuar como el novio celoso al que has plantado. ¿Te acuerdas? Ahora, deja de mirarme como un perrito enfermo de amor, no me tientes con la mierda del pársel, y encuentra a alguien adecuado al que quieras mirar. Por supuesto, no hay mucho donde elegir, pero el tipo alto que habla con Domino Netherwalk es un candidato potencial.
Harry sonrió.
—¿Realmente estabas tentado con el pársel?
—El tío—dijo Draco como advertencia.
—Oh, de acuerdo—Harry hizo un puchero, pero volvió a mirar al compañero indicado—. Merlín, no. Es demasiado alto… y ese… aspecto…
—No es necesario que salgas con él, Potter, sólo actúa como si lo encontrases atractivo.
—Bueno, no lo encuentro atractivo—dijo Harry beligerante. Para complacer a Draco, sin embargo, se giró y examinó la habitacion—. ¿Y ese de allá? No está mal.
—¿Morgan Blythe-Blakely?
—Un nombre impresionante.
—Está felizmente casado. Esa mujer que está aferrada a su brazo es su esposa.
—No lo hace menos conveniente. ¿De qué trabaja?
—Trata con importaciones, creo. No creo que sea conveniente en absoluto.
—Por supuesto que lo es. De acuerdo, parece un poco estirado y no me gusta la forma en que todo su agraciado cabello rubio está peinado hacia abajo. Gracias por no peinártelo así, por cierto.
Un codo se clavó en sus costillas.
—¡Ay! ¿Qué ha sido eso?
—Nada. Me voy a socializar. Quédate aquí y comete con los ojos a Blythe-Blakely, si es necesario. Y no bebas más —dicho esto, Draco se alejó y se puso a conversar con un hombre que Harry reconoció vagamente del Ministerio.
Harry, de nuevo, puso toda su atención en Blythe-Blakely, que daba vueltas en la pista de baile con su esposa. Era algo atractivo, aunque aburrido en comparación con Draco. También era demasiado musculoso y muy bronceado. Sin embargo, en un mundo sin Draco Malfoy, Harry supuso que sería suficiente. Se dispuso a comérselo con los ojos. Frunció el ceño, sin saber cómo hacer para comerse con los ojos a alguien a quien no deseaba.
Miró hacia donde estaba Draco y sonrió. Ahora, definitivamente valía la pena comérselo con los ojos. Harry debería de haber sabido que estaba condenado al fracaso desde el momento en que Malfoy se reveló en el pub usando el Galeón Glamour. Draco era esbelto, elegante, ingenioso, divertido… y era intensamente odiado por el.él lo odiaba intensamente.
Harry suspiró profundamente.
—Hola, señor Potter.
Harry apartó la mirada de Draco para concentrarse en el objetivo previsto que se lo comía con los ojos y le sonreía.
—Soy Morgan Blakely-Blythe. Siempre he querido conocerle y estrecharle la mano al hombre que terminó con ese molesto Ya-Sabes-Quién. Tiempos difíciles, aquellos—extendió la mano y Harry la estrechó distraídamente. Blakely-Blythe tenía unos dientes perfectos y le recordaba vagamente a Gilderoy Lockhart.
—Hola —dijo Harry—. Encantado de conocerte. Veo que estás aquí con… ¿tu encantadora esposa? —el moreno miró a su alrededor en busca de ella y la encontró en el servició de té.
—Así es. Puede parecer presuntuoso por mi parte y espero que no te ofendas, pero la verdad es que me ahorra tiempo, me he dado cuenta. De todos modos, mi esposa y yo estamos experimentando cosas, después de estar casados durante tantos años, muchos años, hemos descubierto que nos gusta animar las cosas, por así decirlo, en la cama.
Los ojos de Harry se abrieron cuando la voz de Blythe-Blakely bajó a un tono complice y se inclinó hacia Harry, que estaba casi mareado por su colonia. Posiblemente, envalentonado por el silencio de Harry, Blythe-Blakely continuó:
—Dicho esto, nos preguntábamos si podrías acompañarnos en un ménage a trois(2). Cuando lo consideres oportuno —se echó hacia atrás y sonrió triunfador.
Harry, con un poco de pánico, miró a Draco.
—Oh, el señor Malfoy también es bienvenido —dijo él sin problemas—. Cuantos más seamos, mejor, digo yo. Él está bastante en forma.
Las mejillas de Harry ardían y abrió la boca varias veces, pero no emitió sonido alguno. Sentía como si un trozo de tiza se hubiese alojado en su garganta.
—No hay necesidad de que respondas de inmediato, por supuesto. Tómate todo el tiempo que necesites para pensar en ello. Ten, mi tarjeta, por si aceptas. Una lechuza con un simple "sí" será suficiente —Blythe-Blakely metió una pequeña tarjeta blanca en el bolsillo de la solapa de Harry y le dio unas suaves palmaditas. Por el rabillo del ojo, Harry vio cómo Malfoy se acercaba a él.
—Hm. Gracias—dijo finalmente Harry—. Yo. Hm. Pensaré en ello.
Blythe-Blakely sonrió de nuevo, hizo una reverencia, y asintió con la cabeza a Draco antes de encaminarse en dirección a su esposa.
—Parecías hacer algo más que comértelo con los ojos—dijo Draco en un tono extraño en su voz que Harry no había escuchado antes—. ¿Qué quería?
Harry tosió y tiró de su cuello. Tal vez había bebido demasiado. Parecía que hacía demasiado calor en la habitación.
—Eh… Un trío —bueno, un cuarteto, en realidad. Harry abrió la boca para añadir algo, pero el rostro de Draco se ensombreció como una nube de tormenta.
—¿Qué?—siseó—. ¿Y qué le has dicho?
Harry se sorprendió ante el venenoso tono.
—Le dije que lo pensaría.
—¿En serio? —Draco cogió de la mano a Harry y prácticamente lo sacó de la sala—. He tenido suficiente. Nos vamos.
—Vale —dijo Harry, tratando de no tropezar. Alzó la mano que no estaba siendo agarrado por Draco y saludó—. ¡Adiós, Marietta! ¡Hermosa fiesta! ¡Gracias por invitarnos! —la llamó.
Ella le dedicó una mirada y un gesto desganado con la mano. Draco gruñó. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Draco se volvió hacia él.
—Voy a aparecernos, borracho idiota.
Harry asintió con la cabeza y luego tuvo que librar una batalla con su estómago, ya que se tambaleó lejos y aparecieron en la cocina de Harry. Draco lo soltó y se tambaleó hacia el fregadero, temiendo lo peor.
—¿Quieres un hechizo de sobriedad?—preguntó Draco, sonando casi diligente.
Harry negó con la cabeza.
—Creo que estoy bien —dijo, mientras las náuseas menguaban. Abrió el grifo del agua y se echó en la cara.
—Bueno. Esto va muy bien para nuestros planes —a pesar de las palabras, Draco no parecía muy contento. Harry se volvió hacia él, parpadeando ante las gotas de agua que se aferraban a sus pestañas. Con un Accio atrajo una toalla y se secó la cara con ella.
—Supongo —dijo, dubitativo.
Draco suspiró y pareció dudar antes de sacudir la cabeza.
—Te veré mañana, entonces. No llegues tarde—se volvió hacia la chimenea.
—¿Por qué no te gustan las verduras?—preguntó Harry.
Draco lo miró por encima del hombro y sus labios se curvaron de manera perpleja.
—¿Qué?
—Te vi esconder los guisantes en la cena. Y antes, no quisiste comer judías verdes. ¿Qué tienes en contra de los vegetales?
—¿Te has dado cuenta de eso?
—Me he dado cuenta… de un montón de cosas—admitió Harry.
Draco arrugó la nariz.
—Las verduras son horribles. Puedo tolerar los brotes de soja cuando están debidamente preparados, pero el resto de verduras son repugnantes.
—¿Espinacas?
—No, gracias
—¿Okra(3)?
—Ni siquiera sé que es eso, pero suena desagradable. ¿Por qué estamos hablando de esto? Es extremadamente raro cuando estás borracho.
Harry estaba balbuceando porque no quería que Draco se fuese, pero no podía pensar en una forma adecuada para poder detenerlo.
—¿Café?—preguntó Harry.
—No, no me importa tomar café.
—Quiero decir, ¿quieres un poco? ¿O té? Tengo cerveza de mantequilla. Y un poco de zumo muggle que a Hermione le gusta.
Draco le dirigió una mirada de desconcierto.
—No, gracias. Tengo turno mañana temprano y luego tenemos nuestra escena en marcha —se acercó a la chimenea y metió la mano en el recipiente que contenía polvos flu. Miró a Harry una vez más—. ¿Vas a aceptar la oferta de Blythe-Blakely?
La mirada de horror de Harry debió de ser muy clara, porque Draco se echó a reír.
—Ya veo. Bueno, entonces —dijo Draco y su voz fue suave y silenciosa—, buenas noches, Harry.
—Buenas noches, Draco.
A Harry le costó dormirse esa noche. Finalmente lo hizo sobre las primeras horas de la mañana y se despertó tarde; sintiéndose cansado y de mal humor. Tres tazas de té y una tostada de mermelada, no habían ayudado a calmar para nada su estómago a causa de su próxima "espectacular ruptura" con Draco.
Su plan había funcionado sorprendentemente bien. La prensa había dejado apartada casi su relación. Eran vistos tan a menudo que incluso las columnas de cotilleo se aburrían con ellos y eran noticia pasada para las mordaces editoriales como El Profeta, y habían sido relegados por noticias más interesantes como el triángulo amoroso entre Kirley Duke, guitarrista para las Brujas de MacBeth, Emily Taylor, jefe casado del Departamento de Juegos y Deportes Mágicos, y Lorcan d'Eath, el famoso cantante vampiro.
Harry no estaba seguro de por qué él y Draco necesitaban una ruptura pública. Seguramente podría alejarse en silencio y nadie se daría cuenta. Harry había tratado de convencer a Draco muchas veces, pero el muy imbécil cambiaba siempre de tema e insistía a Harry a seguir el guion. El moreno había intentado incluso mencionar el fallido beso, pero los ojos grises de Draco brillaban con tanto fuego que Harry se había reafirmado en el hecho de que Draco se lamentaba intensamente de aquel intento y habría deseado no volver a hablar de ese error cuando estuvo borracho.
Harry suspiró, se duchó y luego se vistió. Cuando bajó las escaleras, vio que una lechuza lo esperaba. Se quedó sin aliento hasta que se dio cuenta de que no era la lechuza de Draco, sino una lechuza ordinaria. El mensaje era de Hermione, pidiéndole que se conectara a la red flu en cuanto se despertase. Pasado un momento, una voz lo llamó desde la chimenea.
—¡Harry! ¡¿Estás despierto?! ¡Quiero hablar contigo!
Frunció el ceño, no muy seguro de estar de humor para una bronca esa mañana. Se sentía un poco molesto con ella por compincharse con Pansy para tenderle una trampa con Draco, y para empezar, ahora estaba llegando a su fin de una manera muy poco satisfactoria. Él sabía que no tenía la intención de romperle el corazón, pero eso no cambiaba el hecho de que Harry se sintiera miserable.
Era irracional la culpa, sin embargo, él no quería molestarla como un imbécil, así que se quedó fuera de la cocina e ignorando su llamada, se apareció y visitó una panadería muggle que hacía una tarta de melaza exquisita. Harry quería un poco de comida reconfortante. Después de la tarta de melaza, varias tazas de té y un poco de lectura a través del Times, vio que era casi la hora para irse a preparar su ruptura con Draco. Se dio cuenta de que preferiría apuñalarse la parte posterior de su mano, pasando por las palabras que rezaban: No voy a decir mentiras.
Cuando salió de la tienda, se dirigió a un lugar para poder desaparecerse, pero una lechuza se abalanzó sobre él y se posó en su hombro. El mensaje decía:
¡HARRY JAMES POTTER DÓNDE ESTÁS? ¡REALMENTE QUIERO HABLAR CONTIGO!
Harry se maravilló ante la capacidad de Hermione para poder gritar en un pergamino. Otra lechuza, la de Draco, aterrizó en su otro hombro y le mordisqueó la oreja.
—¡Deja de hacer eso!—gruñó y cogió el mensaje. Espantó la lechuza que llevaba el correo de Hermioney abrió la nota de Draco.
Cambio de turno inesperado en el trabajo. Quedamos a la 13.00, no a las 15.00. No llegues tarde.
Harry se apresuró hasta la zona de aparición, maldiciendo. Ya eran las 12.35. Sujetó con fuerza la lechuza de Draco y se apareció en casa. El ave graznó y salió de su hombro en un torbellino de alas para posarse sobre la cama.
—Oh, cállate —dijo Harry—. Sabes que no te haré daño. Y ahora no tienes que volar tan lejos. Anotó un "Allí estaré" en un pedazo de pergamino y la ató a la lechuza irritada, ganándose dos mordiscos en los dedos antes de que el animal saliese volando por la ventana.
Envió un Patronus a Hermione y le dijo:
—Yo estoy en casa, pero voy a salir. ¿Qué es tan urgente?—se quitó la ropa a una velocidad récord y se puso la camisa, el pantalón y la túnica que Draco le había sugerido que usase, deseando haber tenido tiempo para ducharse.
El Patronus de Hermione irrumpió y la nutria le preguntó:
—¿Dónde has estado? ¡He tratado de comunicarme contigo durante todo el día! ¿Y dónde vas?
Harry se lavó los dientes y se mojó un poco el pelo con agua antes de tratar de peinarlo de forma que hiciese que Draco no lo mirase como si fuera patético. Se rindió y lo revolvió con los dedos. Estaba desesperado.
Harry envió otro Patronus.
—Estaré en casa alrededor de las 13.30 —esperaba poder aplacar a Hermione. Ella no había dicho lo que quería, así que no podía ser una emergencia. Su encuentro con Draco sin duda habría finalizado para entonces; Harry quería que se hiciese con la mayor brevedad posible para poder sumirse en una depresión, posiblemente con una botella de algo fuerte y alcohólico.
Cuando decidió que estaba vestido de la mejor manera posible, Harry se apareció en el Callejón Diagon. Se dirigió a Artículos de Calidad para el Quidditch y se quedó mirando a través de la ventana la última escoba de carreras. Un anhelo nostálgico al pensar en el quidditch le hizo suspirar pesadamente.
—¿Lamentas no haber sido un jugador de quidditch profesional?—preguntó una voz familiar justo antes de que el olor de Draco inundase los sentidos de Harry.
—A veces —admitió Harry y se giró para mirarlo. Draco parecía sorprendentemente despeinado. El pelo estaba fuera de lugar en una oreja, saliendo de una manera que lo mortificaría si lo supiera. Tenía manchas oscuras bajo los ojos y había una mancha color púrpura en la esquina de su mandíbula, justo debajo de su oreja—. ¿Una mañana dura?
Malfoy asintió.
—Me llamaron temprano y les he dicho claramente que iba a hacer un descanso.
Harry dio un paso al frente y colocó su pelo, viendo cómo Draco se quedaba sin aliento.
—Estás hecho un desastre—dijo Harry y añadió—: Me gusta.
Las mejillas de Draco se tornaron de color rosa.
—No he tenido tiempo para acicalarme —tosió y se apartó—. Y tengo que volver, a pesar de mi escapada. Hoy ha sido una locura.
—Sí. Acabemos con esto, supongo—dijo Harry, sin molestarse en mantener el pesar en su voz.
Caminaron a lo largo del conjunto de tiendas y Draco asintió con la cabeza hacia Gringotts. Varias personas se arremolinaban frente al banco, el mejor sitio para una escena pública a gritos.
—Bueno, entonces—dijo Draco al detenerse—, ha sido un placer conocerte, Potter —alzó la voz, dándolo todo para la escena de la ruptura—. Mira, ¡sé que estabas…
Harry lo besó. No sólo lo besó, sino que cogió a Draco de sus ropas y lo atrajo hacia delante en un beso agresivo y los dientes de Draco golpearon el labio superior de Harry, pero no le importó. El grito de sorpresa de Draco fue amortiguado por la lengua de Harry y no cedió por un momento. Lo besó con todas sus fuerzas, vertiendo semanas de frustración y deseo en cada movimiento de su lengua y en cada determinado vaivén de sus labios. Por suerte, Draco no lo apartó. Él no se movió en absoluto, salvo para devolverle los besos a Harry que, con suerte, parecían entusiasmados. Finalmente, Harry tuvo que parar para coger aire.
—¿Qué… qué estás haciendo?—preguntó Draco, sin aliento y aturdido. Tenía los ojos entrecerrados y los labios rojos. Estaba increíblemente caliente y Harry no quería hacer otra cosa que seguir besándolo. Quería ver a Draco deshecho ante sus caricias.
—Yo no quiero romper —contestó Harry—. Y no quiero fingir más, no he fingido desde hace mucho tiempo. Quiero esto de verdad. Quiero un nosotros. Te quiero a ti.
Draco sólo parpadeó por un rato, hasta que Harry empezó a pensar que quizá se había equivocado y Draco no lo quería en absoluto. Al menos hasta que Draco dijo:
—Esto es…una sorpresa.
Harry resopló.
—¿En serio? Y Hermione me dice que soy distraído.
—Pero no me querías. Antes.
—Sí, lo hacía. Realmente lo hacía. Pero estabas borracho y no podía aprovecharme, además pensé que sólo estabas interesado en una sola vez… no lo estás, ¿verdad? Porque quiero…
—Una relación, sí, creo que hemos dejado eso en claro. Debería haber sabido que ibas a ser un Gryffindor. Maldita sea, ¿estás diciendo que podríamos haber estado follando todo este tiempo?
La lujuria de Harry se puso en marcha al escuchar salir esas palabras de los labios de Draco. Sin pensárselo dos veces, se aparecieron en el estudio de Grimmauld Place.
Draco hizo ruido al sobresaltarse y sus dedos se clavaron en la cintura de Harry, justo por encima de las caderas. Era increíblemente erótico para los sentidos intensificados de Harry y Draco caminó hacia atrás con un sonido que era casi un gruñido.
—Harry —dijo Draco, sonando más a permiso que a protesta, así que Harry presionó de nuevo, a sabiendas que los muslos de Draco se apretaban contra el brazo del sofá. Cuando él cayó, Harry también, y entonces estaban en horizontal, acostados sobre el sofá que había sido el escenario de muchas fantasías, sueños en los que Harry se abalanzaba sobre Draco y no le dejaba escapar.
Draco era, sin duda, el mejor colchón que Harry había encontrado nunca, salvo por sus ángulos masculinos y una deliciosa dureza que presionaba en el muslo del moreno. Harry se restregó, justo allí, y un gemido, el cual hizo eco, retumbó entre los labios de Draco.
—Dios. Draco —Harry se estremeció ante él, pensando que podría quedarse ciego de placer. Draco estaba debajo de él, atrapado, esencialmente, y Harry quería tocar cada parte que estaba a su alcance.
—Harry, no podemos…—la voz de Draco jadeaba sin aliento—. Tengo que volver al trabajo.
—Pero tú no quieres irte —respondió Harry y repartió besos por la mandíbula de Draco. Sabía maravilloso; a sal, sudor y a algo con sabor a menta que probablemente era poción para hidratar la piel.
Las manos de Draco estaban encima de él, también; no lo apartaba, sino que lo cogía, apretando con sus manos antes de tocar otra parte.
—No, no quiero —respondió Draco—. Pero estamos terriblemente ocupados y tengo una gran responsabilidad.
Harry le hizo callar con un beso, maravillándose de que la palabra "responsabilidad" pudiese provocarle una oleada de lujuria aún mayor, porque la idea de Malfoy como sanador haciéndole un examen era ridículamente caliente. Harry ni siquiera sabía que pudiera ser tan pervertido.
—Seremos rápidos—prometió Harry—. Sólo lo justo. Un aperitivo de lujo como el que nos trajeron antes de la comida de la semana pasada.
—Amuse-bouche.
—Sí, eso. Ese. Un Amuse-bouche por ahora, y más tarde, cuando hayas acabado de trabajar tendremos el plato principal. Y entrantes. Y guarnición aparte. Y postre. Y maldita sea, eres tan sexy cuando hablas francés. No estoy seguro de habértelo dicho —mientras Harry hablaba, sus manos agarraron la camisa y la sacaron de los pantalones de Draco, liberándose también de ellos, incluso de los calzones, hasta que sus dedos encontraron una dura longuitud de carne y, oh, era preciosa. Y los sonidos que emitía Draco cuando fue liberada aún lo eran más.
—Oh. Oh, Salazar, Harry, joder —sus manos abrieron los pantalones de Harry, el cual tenía demasiados botones, pero Harry no podía disponer de un rato para ayudarle. Estaba demasiado ocupado viendo como su mano subía y bajaba por la polla de Draco—. Yo siento lo mismo por… Merlín…por tu maldito pársel.
Harry miró fijamente a los ojos de Draco.
—¿Pársel? ¿El pársel te excita? ¿Te gusta? —siseó con unos interminables sonidos, cosas vagas que recordaba de su época en la que podía hablar con la serpientes. Fingió que eran palabras sexys, siseó venerar el cuerpo de Draco. Tal vez lo hacían.
Draco se arqueó debajo de él y respondió:
—Vous êtes difficile à comprendre et complètement irrationnel, mais vous êtes si séduisante que je trouve me impuissant atuendos vers vous(4)—mientras hablaba los nudillos de Draco rozaron la polla de Harry a través de sus vaqueros y sus caderas se sacudieron hacia delante involuntariamente.
Harry emitió un sonido ronco ininteligible y luego dijo:
—Maldita sea, creo que podría correrme si me hablas así.
—Interesante idea; creo que podría ser lo mejor en este momento—dijo Draco y palmeó la polla de Harry. Presionó con fuerza una vez y finalmente, luego, consiguió abrir los pantalones de Harry con la otra mano. Al momento, la mano libre de Draco estaba sobre él, mandando a Harry a otro mundo.
—Oh, sí, tienes toda la razón, esto es mucho mejor—dijo Harry balbuciendo, y gimió mientras ponía los ojos en blanco. Era poco menos que creíble. No sabía que a medio vestir, sudoroso, apresurado, una masturbación mutua podía ser tan satisfactoria.
No les llevó mucho tiempo. Después de un par veces en los que sus nudillos chocaron, acompasaron el ritmo masturbándose de manera frenética. La mano libre de Draco cogió su camiseta para subirla hasta dejar gran parte de su pálido abdomen al descubierto —Harry vio una tenue línea blanca con la que se comprometió a pedirle perdón más adelante, con suerte con los labios y las manos— y el moreno admiró la plana extensión de piel, incluso con la corrida de la pálida y palpitante polla de Draco.
Los dedos de Harry se cerraron, clavándose en los zapatos que aún llevaba, y una sensación de placer atravesó sus huevos y estalló en todo su cuerpo, dejándolo temblando. A través del aleteo de los párpados, vio cómo su propia liberación había ido a parar sobre Draco. Estaba concentrada en su ombligo y poco a poco se deslizaba por el lateral goteando finalmente sobre el cojín del sofá. Harry sabía que debía hacer algo al respecto, pero se sentía demasiado débil y saciado como para moverse. Su mano libre se aferró al respaldo del sofá para poder levantarse.
—Estoy hecho un desastre —dijo Draco—. Y también llego tarde.
—No llegas tarde —se burló Harry— Apenas nos ha llevado diez minutos —las piernas de Harry, sin embargo, estaban entumecidas por el trozo de tela alrededor de sus rodillas que las constreñía y uno de sus pies estaba empezando a desarrollar un calambre debido a la posición en la que se encontraba, entre los cojines del sofá. Harry se apartó de Draco y se puso de pie sin apartar los ojos de la polla de Draco, aún atractiva incluso cuando estaba flácida. A pesar del brillante orgasmo, Harry quería seguir, quería quitarle el resto de la ropa y sellar sus labios alrededor de su preciosa polla para sentir de nuevo su rigidez.
—Mi cara está aquí, Potter —dijo Draco, en tono burlón.
Harry se sonrojó y le miró a los ojos.
—Lo siento, eres tan…—Harry se puso torpemente los pantalones y buscó su varita. Draco le echó una mano.
—¡Espera! ¿Cómo se te dan los hechizos de limpieza? ¡Me gustaría mantener mi piel intacta!
—Relájate —dijo Harry y lo lanzó. Si había algo en lo que tuviese mucha práctica, era ese hechizo en particular. Harry y su propia mano derecha estaban muy bien instruidos. Un resplandor pálido flotó sobre la piel de Draco y eliminó todo rastro de su actividad antes de desaparecer.
Draco levantó una ceja cuando se puso de pie.
—Impresionante, debo admitirlo—metió el borde de la camisa dentro de sus pantalones, pero Harry se acercó y lo atrajo hacia él, doblando los dedos ante la bragueta abierta de los pantalones del otro, sus pollas aún rozándose cuando Harry lo besó.
Un silbido llegó a los oídos de Harry y por un momento pensó que había sido a causa del beso, pero entonces escuchó la voz de Hermione.
—Harry, yo…oh.
Volvió a repetir el silbido y Pansy Parkinson espetó:
—Maldita sea, Granger, es costumbre alejarse de la maldita chimenea después de… Hola, chicos.
Harry parpadeó ante ellas mientras Draco gimió y tiró de sus pantalones con fuerza. Harry tosió y se unió a él, alejándose de las chicas para colocarse la ropa. Le echó un vistazo a Draco, cuyas mejillas estaban teñidas de un delicioso color rosa.
—Yo venía a… bueno. Me refiero —la voz de Hermione sonaba tensa y Harry casi se rió ante su falta de verborrea. Era raro verla ante tanta falta de coherencia.
—Íbamos a convenceros, par de idiotas, de que no rompierais, pero al parecer tú has hecho el trabajo por tu cuenta —dijo Pansy—. Increíble, considerando los épicos niveles de suspiros de enamorado sin esperanza que he presenciado el último par de semanas.
—Oh, cállate, Pansy —dijo Draco—. Más tarde tendré unas palabras contigo, no te preocupes. Ahora, llego tarde —miró a Harry, quien lo contempló de arriba abajo y decidió que Draco no se veía tan mal para la mutua experiencia. La única señal restante de la actividad post-coital era un precioso rubor que podía confundirse con vergüenza. Harry asintió con la cabeza y sonrió.
Draco levantó su varita y luego se detuvo. Se inclinó hacia Harry y le dio un suave beso en los labios, para sorpresa del otro.
—Guardaré el plato principal para esta noche—murmuró.
—Estaré aquí —contestó sin aliento Harry.
Draco se desapareció, dejando a Harry enfrentándose con dos engreídas con aspecto de mujer.
—Entonces, ¿no habéis roto? —preguntó Hermione. Sus mejillas aún estaban rojas, pero su sonrisa era enorme.
—No hay ruptura —respondió Harry y sonrió.
Pansy suspiró profundamente y luego hizo un mohín.
—Pero yo tenía un buen plan preparado.
—Diabólico, querrás decir —la corrigió Hermione.
—Todos los buenos planes son diabólicos.
Hermione negó con la cabeza y Harry se preguntó si estaban a punto de entrar en otra discusión sin sentido. Se criticaban insidiosamente la una a la otra.
—¿Queríais algo más? Porque me gustaría darme una ducha —y tenía que prepararse para cuando Draco llegase. Poner sábanas limpias era una buena idea. Posiblemente nuevas. Y caras.
Harry lo miró y negó con la cabeza.
—No, eso era todo. Sólo quería decirte que te gustaba Draco y que dejases de hacer el tonto y que le dijeses que estabas enamorado de él.
—Y pensamos que mi diabólico plan podría ponerse en marcha—dijo Pansy y luego se puso un dedo en los labios—. Creo que debería llamar a Theo y decirle que no lo lleve a cabo. Lástima.
—No quiero ni saberlo—dijo Hermione—, pero sí, ¡llámalo ahora!
—Los Gryffindors no sois divertidos en absoluto—se quejó Pansy, pero se dio media vuelta y siguió a Hermione mientras cogía un puñado de polvos flu.
—Adiós, Harry. ¡Buena suerte!—dijo Hermione y luego desapareció entre las llamas.
—Sí, buena suerte—se detuvo Pansy y le dirigió a Harry una mirada mordaz—. Oh, y una cosa más. Si alguna vez le haces daño tus huevos servirán de alimento para los thestrals de Hogwarts. Que lo sepas.
Harry tosió y asintió.
—Yo… no pensaba.
Ella le dedicó una de sus sonrisas viperinas.
—Bueno—se acercó al fuego y se fue.
"Slytherin, reflexionó Harry, podían ser malditamente temerosos."
A las nueve de la noche, Harry era un manojo de nervios. Había pedido comida para llevar, ya que no confiaba en sí mismo para cocinar, pero hacía rato que ya se había enfriado. Harry había picado un poco cuando su estómago le recordó que no había comido desde la mañana, y la tarta de melaza no estaba destinada a sostenerle de por vida.
Se paseó, medio convencido de que Draco estaba en su casa, sentado con los pies en alto y riéndose de lo idiota que Harry había sido, insinuándose en realidad el querer tener una relación. Seguramente no podría estar en San Mungo a esta hora. Harry, preocupado, se mordió la uña del dedo pulgar con angustia, y todavía se debatía en ir al hospital y exigir el paradero de Draco.
En cambio, se puso a ordenar alfabéticamente los libros del estudio, sólo para tener las manos ocupadas. Una biblioteca bastante amplia llenaba la casa cuando él se había mudado, parte del legado de los Black. Harry frunció el ceño ante la cubierta encuadernada de piel de La prímula perfecta – Los mayores secretos de una excelente especie y se preguntó por qué había tantos tomos que empezaban con "La". ¿Y por qué alguien iba a escribir tantos volúmenes sobre prímulas?
La red flu sonó desde el otro cuarto y Harry dejó caer el libro y como un buscador salió a toda velocidad. Ciertamente, ¿no sería…
—¿Harry? —la voz de Draco le hizo correr, sin importarle cómo podría verse.
Se puso de rodillas delante de la chimenea.
—¿Draco?
—Merlín, lo siento, llego tarde—su voz sonaba entrecortada y cansada—. Ha sido difícil… Bueno. ¿Te importaría mucho si cancelamos lo de esta noche y me voy a casa?
—Pasa —respondió Harry, sabiendo que sonaba desesperado, pero estaba aterrado de que Draco, con tiempo, llegase a la conclusión de que Harry no valía la pena el esfuerzo—. Aunque sólo sea por un momento.
Draco cerró los ojos y suspiró, pero pasado un instante, asintió con la cabeza y desapareció. Harry se puso de pie y dio un paso atrás, sólo para sostener a Draco mientras salía del fuego.
—¡Tranquilo!—dijo suavemente Harry mientras colocaba a Draco en posición vertical—. Te tengo.
—Lo siento, yo…—Draco se irguió, pero no se apartó. Parecía cansado—. Estoy bien.
—Podrás estar bien, pero también estás exhausto. ¿Desde cuándo no has comido?
Draco negó con la cabeza.
—No me acuerdo, pero no tengo hambre, estoy cansado. Realmente, necesito dormir.
—Vale, pero tienes que comer algo o te despertarás en mitad de la noche con el estómago rugiendo. Vamos, te prometo que no tienes que hacer más esfuerzo que mover una sola mano y no te llevará mucho tiempo.
Sorprendentemente, Draco permitió que Harry lo llevase a la sala de estar.
—Eso fue lo que él dijo, Potter—emitió, él, una suave risa.
Harry bufó y se dejó caer a Draco en el sofá. Gimió y estiró sus largas piernas, los brazos cayendo a sus costados y la cabeza sobre el cojín.
—Espera aquí. Tengo rollitos de primavera bajo un encantamiento Stasis.
Harry se apresuró en ir a la cocina y cogió el plato, canceló el hechizo de Stasis y recalentó los rollos con un movimiento rápido de varita.
Los ojos de Draco estaban cerrados cuando Harry volvió y pensó que podría ser demasiado tarde, pero un ojo gris estaba abierto al ver a Harry sentarse.
—Debo irme a casa antes de que no pueda moverme.
—Primero, come—dijo Harry severamente y le mojó el rollo en la salsa antes de ponérselo en la boca a Draco—. Abre —Draco suspiró, pero, obediente, la abrió y dejó que Harry le diese de comer. Sus ojos se cerraron de nuevo e hizo un sonido que hizo que la boca de Harry se secase.
—Está muy bueno—masculló mientras masticaba.
—Probablemente es debido a que estás muerto de hambre—respondió Harry y le dio otro bocado. Sus dedos rozaron los labios de Draco y su corazón palpitaba. Se alegraba de que los ojos de Draco se cerrasen, lo que le permitía a Harry por un momento mirarle sin reserva. El agotamiento se podía ver en cada parte de su cuerpo. Su pelo era aún más desastroso de lo que era antes, como si Draco se hubiese peinado a tientas varias veces. Estaba húmedo; probablemente se había lavado la cara antes de salir del hospital —la mancha había desaparecido—. Su rostro era hermoso y Harry lo admiró descaradamente.
Las cejas de Draco eran casi tan pálidas como su pelo, parecían casi invisibles ante la curva alrededor del borde de su frente. Sus pestañas eran oscuras, fáciles de ver con los ojos de Draco cerrados. Eran largas y gruesas, ocultando unos ojos que Harry sabía que eran del color de un cielo tormentoso, y tan cambiantes. Tenía la nariz recta y fina y sus labios… Draco se lamió el labio superior que estaba cubierto de salsa y Harry tragó saliva. La mandíbula de Draco trabajaba mientras masticaba y Harry recordó el gusto y el tacto de la misma. Quería acariciar su mejilla y pasar sus labios sobre la expuesta garganta. Quería… quería mucho más de lo que jamás había esperado de Draco y le dolía reconocérselo, más allá de la mera lujuria.
Dile que estás enamorado de él, le había dicho Hermione. Sólo entonces, Harry permitiría que la verdad echase raíces.
Con un sobresalto, se dio cuenta de que los ojos de Draco estaban abiertos y lo miraba. Harry se centró en el plato y cogió otro rollito de primavera para cubrir el repentino rubor de sus mejillas.
—Soy inútil para ti, esta noche—dijo Draco.
—No importa —respondió Harry y mojó el rollo en la salsa—. Me alegro que estés aquí —puso la comida en los labios de Draco y vio que lo aceptaba y lo masticaba lentamente. Era curiosamente íntimo, el alimentar a alguien.
—Ahora que he dejado de moverme, no estoy seguro de poder hacerlo de nuevo.
—Entonces, no lo hagas—dijo Harry—. Me he quedado dormido en el sofá muchas veces. Es bastante cómodo. Te traeré un par de mantas.
Draco suspiró y abrió la boca para comerse el último trozo.
—Podría dormir, en este momento, sobre un suelo de piedra, así que creo que te voy a tomar la palabra. Gracias.
Harry conjuró un pañuelo y limpió los labios de Draco, resistiendo el impulso de lamerlos hasta dejarlos limpios, y luego se arrodilló para quitarle los zapatos y calcetines. Draco gimió.
—No tienes que hacer eso.
—Ni siquiera puedes alimentarte a ti mismo —respondió Harry con una risita—. ¿Estás lo suficientemente cómodo o quieres que también te quite la ropa?—le dijo esto último con una mirada lasciva exagerada y Draco resopló.
—Te he dicho que es inútil, Potter. Desnudarme sólo va a deprimir mi falta de compromiso para poder mantener una promesa.
—Lo aceptaré como un vale —dijo Harry y envolvió la mano alrededor del tobillo de Draco. Apretó y luego deslizó su mano hacia arriba del pantalón para acariciarle la pantorrilla. Draco suspiró, y era un sonido de satisfacción, pero cansado. Harry sonrió y se movió hacia atrás, bajando su mano hasta el tobillo de Draco y luego poniéndole los pies encima del sofá. Le puso unas almohadas debajo de la cabeza de Draco y le ayudó a colocarlo en una posición más cómoda.
—Vuelvo enseguida—dijo. Para cuando volvió con una manta gruesa, la respiración de Draco era profunda y regular, y estaba profundamente dormido. Harry sonrió y la colocó por encima de él, con suavidad y pasando una mano por el fino pelo sobre la frente de Draco. Le dio un beso instintivo ahí—. Buenas noches, Draco.
Harry apagó las luces y se fue a la cama, aunque la noche no era como hubo planeado, había sido bastante satisfactoria.
Harry tenía un sueño la mar de delicioso. Unos labios le besaban justo detrás de su oreja y un cuerpo sólido y cálido se presionaba contra su espalda, en forma de cuchara a su alrededor como un capullo protector. Suaves dedos dibujaban círculos en su pecho y un aliento caliente le hacía cosquillas en la piel tras los besos. Algo maravillosamente duro se apretaba contra sus nalgas, y eso propició una respuesta automática en la parte baja de Harry haciendo que su polla se despertase y se enfureciese. Gimió y sacudió sus caderas, deseando la dureza.
—Mmmm —murmuró alguien—. Pensé que nunca despertarías.
Harry, con una sonrisa, suspiró.
—Draco —dijo, adormilado y se hundió más profundamente en la alegría inducida por el sueño. No tenía ninguna intención de despertar de aquello.
Los labios de Draco se movieron hacia abajo del cuello de Harry hasta la curva donde encontró su hombro. Al mismo tiempo, su mano bajó desde el pecho de Harry, pasando por las costillas y ombligo, con optimismo buscando el lugar donde Harry desesperadamente quería sentir alguna parte de Draco.
—Lo tengo todo en uno, por suerte para ti—dijo Draco. Sus dedos burlaron el vello de Harry, dejando un feliz sendero, pero todavía muy lejos de la polla endurecida de Harry—. Si dices el nombre de otra persona en este momento, sería algo grave.
Los ojos de Harry se abrieron de golpe ante el recuerdo de que el verdadero Draco Malfoy estaba durmiendo en el sofá de abajo. Habría saltado de la cama si un brazo a su alrededor no lo hubiese mantenido en su lugar. La brusca inhalación de Harry fue bastante cómica.
—¿Draco? —se preguntó.
—Creo que ya discutimos eso. ¿Vas a alguna parte?
Harry se relajó.
—Eh, no, pensaba que estaba soñando—extendió una mano para pellizcar el brazo de Draco.
—¡Ay!
Harry se rió.
—Sólo me aseguraba de que eres real.
—Se supone que debes pellizcarte tú, idiota.
—Bueno, yo sé que soy real. Sólo estoy… tú estás aquí—Harry movió una mano para indicar la cama, y luego se ruborizó cuando la implicación falló.
—Estaba abajo y tenía la impresión de que me querías aquí—para sorpresa de Harry, la cara de Draco comenzó a aproximarse, era maravilloso, despreocupado, la familiar expresión burlona había desaparecido y las líneas de expresión parecían más cautelosas.
La mano de Harry sujetó el brazo de Draco.
—¡No te atrevas a moverte! Utilizaré cuerdas mágicas para que te quedes aquí, si es necesario.
Una sonrisa curvó los labios de Draco y se relajó visiblemente.
—Pervertido. Esto es inesperado.
—¿En serio?—preguntó Harry en un suspiro lleno de alivio—. Bueno, entonces tendrás que quedarte y ver con que más te puedo sorprender.
—Estoy deseando verlo—Draco se inclinó y Harry cerró los ojos, preparándose para el beso. Gritó cuando Draco lo empujó al otro lado de la cama. Él lo miró confundido—. Ahora, vete a la ducha para que podamos seguir adelante. Me he bañado antes, mientras dormías profundamente.
—¿Me estás echando de mi cama?—preguntó Harry, malhumorado, mientras Draco se colocó las almohadas, como si se fuese a dormir.
—Cuanto más pronto estés guapo y limpio, más pronto podrás tener esto —respondió Draco y retiró la manta para revelar que no llevaba nada más que unos calzoncillos interesantemente negros. Harry lo miró boquiabierto por un momento, y luego toda la cremosa piel fue revelada.
—Volveré tan rápido como un buscador de quidditch—dijo Harry y se fue hacia el baño. En Inglaterra nunca una ducha fue tan rápida, aunque tuvo cuidado de prestar atención a ciertas partes. Cuando acabó, Harry se puso una toalla alrededor de las caderas y se apresuró a volver a la habitación. Para su alivio, Draco todavía estaba despierto; al parecer estaba hojeando un libro de consultas con el que Harry había estado trabajando varias semanas. Draco se echó a un lado y sonrió. En respuesta, el miembro de Harry, que había estado a media asta durante la ducha, se alzó del todo. La toalla ahora parecía una tienda de campaña y Harry se sonrojó.
Draco le tendió una mano y la vergüenza de Harry se desvaneció mientras caminaba hacia delante y dejaba caer la toalla. La lenta caricia casi física de Draco le otorgó más calor a la superficie de la piel de Harry, pero no había ninguna mortificación esta vez.
—Ven aquí —dijo Draco bruscamente y apartó las sábanas a un lado con un rápido movimiento.
Harry se le unió, subiendo a la cama y cayendo sobre Draco como una bestia hambrienta. Las emociones que había mantenido a raya durante semanas amenazaban con desbordarse. Besó a Draco para que no hablase. Los brazos de Draco se envolvieron a su alrededor y lo abrazó con fuerza, sus dedos hacían círculos suaves en la piel de Harry.
Harry besó con todas sus fuerzas, lamiendo la calidez de la boca de Draco y buscando lugares que lo dejaban sin aliento, lo apretaba con fuerza suficiente como para que Harry pudiese sentir cada movimiento. Así, embelesado como estaba le tomó completamente por sorpresa cuando Draco le dio la vuelta y lo inmovilizó en la cama, colocando los brazos de Harry sobre su cabeza con una mano.
—Tranquilo —dijo con una sonrisa Draco—. Nosotros, de hecho, tenemos varias horas y yo, por mi parte, pienso utilizarlas bien. Despacio. Mantén tus brazos justo ahí y no los muevas hasta que yo te lo diga, ¿de acuerdo?
Harry tragó, más por la intensa mirada en los ojos de Draco que por sus palabras, y él asintió con la cabeza, incapaz de hablar a través de una garganta repentinamente seca. Sorprendentemente, su polla se endureció más. No sabía que ser dominado sería excitante, pero lo sentía.
Draco le soltó las manos y Harry obedientemente las mantuvo allí. Se sintió muy expuesto cuando Draco se alejó para echarle un vistazo a lo largo de su cuerpo, como si hubiese sido un buffet diseñado para el placer de él.
—Salazar —dijo Draco mientras levantaba una mano y pasaba los dedos sobre la piel de Harry, trazando un sendero desde la clavícula de Harry hacía abajo, hacia su ombligo, poniéndole la piel de gallina—, ¿sabes cuánto tiempo he querido…
—No puede…—Harry se quedó sin aliento y se estremeció ante el roce y su polla endurecida como una roca empezó a gotear—, no puede ser tanto tiempo como yo.
—¿En serio? —preguntó Draco. Sus dedos se mantenían en movimiento, acercándose a la polla de Harry sin apenas rozarla, y haciendo una pausa para peinar los mechones de su vello púbico, provocándole suavemente y rozando la sensible ingle de Harry.
—Sí. Dios, sí —dijo Harry y arqueó su espalda, desesperado por un toque más sólido.
—Abre las piernas —murmuró Draco. Harry lo hizo, obedeciendo con una presteza que le habría alarmado si no hubiera estado tan ansioso por lo que Draco pensaba hacer con él—. Bien —dijo con aprobación y luego pasó suavemente sus dedos sobre los testículos de Harry. Un grito gutural clamó desde la garganta del moreno, reteniendo la respiración. El tacto era aún más ligero que una pluma, deslizándose hacia abajo sobre el perineo de Harry antes de volver de nuevo a sus testículos. Harry pensó que iba a volverse loco de tormento y tenía que apretar sus dientes para evitar pedir más.
Draco se acercó e inclinó la cabeza para capturar uno de sus pezones, jugaba con su lengua y luego con los dientes mientras su mano apretaba y acariciaba los testículos de su compañero. Era la tortura más deliciosa que Harry jamás había experimentado. Draco estuvo un tiempo exasperadamente largo haciendo eso, alternando entre los pezones hasta que Harry se retorcía de necesidad. Su polla palpitaba con cada caricia y se esforzaba por no correrse.
—¿Te gusta esto, Harry?
—Sí, sí, sí Dios—balbuceó Harry.
—¿Quieres más?
—Sí —susurró, preguntándose cómo Draco podía parecer tan tranquilo cuando Harry estaba casi completamente deshecho.
—¿Qué te gustaría?
Harry se sonrojó, él no estaba por encima de la mendicidad en ese momento y Draco tenía que saberlo.
—Tócame. Toca mi polla, por favor.
—¿Te gusta?—preguntó Draco y sus dedos rozaron la longitud de la polla de Harry.
—Más —se atragantó Harry desesperadamente—.Más, más, más.
Los dedos de Draco se envolvieron a su alrededor y Harry casi sollozó ante la sensación. Draco le acarició una vez, dos veces… y se detuvo.
—¿Tal vez debería probarlo?—preguntó Draco.
Harry sólo pudo gemir y asentir.
—Lo que sea. Cualquier cosa—jadeó.
—No te corras —advirtió Draco y luego envolvió la caliente y húmeda polla de Harry. Su mundo se redujo a ese momento, y se mordió los labios lo suficientemente fuerte como para hacerlos sangrar. Sus dedos cogieron el cabezal de la cama mientras luchaba por no correrse. Su respiración era irregular, dura y fuerte en la habitación.
La lengua de Draco bailó sobre su polla, lamiendo y provocando hasta que Harry fue reducido a la mendicidad de los sollozos.
La malvada boca de la Draco lo soltó.
—¿Quieres que te folle?—preguntó en el mismo tono tranquilo.
—Sí —respondió Harry, sabiendo que si Draco le hubiese ofrecido un Crucio la respuesta hubiese sido la misma. Gracias a Merlín que Voldemort no sabía que Draco tenía esos poderes de persuasión durante la guerra o todo se habría perdido.
Draco se movió entre las piernas abiertas de Harry y murmuró un hechizo. Algo caliente y resbaladizo tocó la sensibilizada piel del moreno y un dedo de Draco rodeó su ano, por primera vez, enviando un nuevo estremecimiento a través de Harry. Se metió en su interior, sin detenerse hasta que fue enterrado.
No te corras, se recordó a sí mismo, Harry, desesperadamente, no te corras.
—Estás tan listo para mí —la voz de Draco parecía sorprendida.
—Es curioso cuando te masturbas tres veces al día, y con varios dedos metiéndose hasta ahí deseando que fueran los tuyos —contestó Harry.
Draco gimió y era un sonido delicioso.
—¿Varios?—preguntó, y añadió un segundo dedo.
—Todos lo que yo podía meterme—dijo Harry,
—Salazar—dijo Draco en un susurró y retiró los dedos.
Harry gimió, pero sólo por un momento. Draco se levantó y maniobró los muslos de Harry, levantando sus piernas y doblándole las rodillas. Una mano agarró la cadera de Harry y con la otra, Draco, guió su polla hasta el lugar indicado. Harry ni siquiera había visto a Draco quitarse los calzoncillos negros.
Harry apretó sus abdominales mientras se alzaba a sí mismo, con ganas de observar —se sentía un poco defraudado por no haber podido ver la polla de Draco durante el proceso—, pero Draco dijo:
—Las manos.
Harry tragó saliva y se tumbó de nuevo, cediendo a la sensación en lugar de preocuparse por las imágenes. Bastaba con ver a Draco, con una cara magníficamente intensa, el pelo rubio colgando sobre su frente, los labios rojos y brillantes por la anterior atención a su polla. Harry mantuvo los ojos abiertos incluso cuando Draco empujó contra él, lenta y completamente.
—¿Estás bien, Harry?—murmuró Draco. Los dedos de ambas manos, situados en las caderas de Harry, ahora le acariciaban suavemente, como si quisiera calmar cualquier daño que podría haberle causado indebidamente. Sanador Malfoy, pensó Harry, y se preguntó cuántas pacientes de Draco estaban completamente enamoradas de él. Muchas, lo más probable. Y sin embargo, allí estaba, con Harry.
—Genial —dijo Harry y sonrió.
Una radiante sonrisa por parte de Draco fue la respuesta, pero casi de inmediato desapareció cuando Draco comenzó a moverse. Los ojos de Harry se cerraron y se entregó a la sensación, meciéndose en cada embestida y tratando de mantener sus manos arriba y no tocar la suave piel de Draco. Se preguntó cómo sería hacerlo con las manos atadas. El resultado fue una oleada de calor que le hizo quedarse sin aliento y abrió los ojos para mirar de nuevo a Draco.
—Pareces tan…—Draco pareció incapaz de finalizar la frase y se inclinó para besar a Harry, moviéndose más lentamente a medida que lo besaba. Se dio cuenta de que Hermione tal vez estaba en lo cierto con su deducción.
—¿Sudoroso?—dijo Harry contra los labios de Draco y fue recompensado con una cálida sonrisa.
—Eso también. ¿Voy demasiado rápido?
—Creo que no lo suficiente —respondió Harry y alzó sus caderas, ganándose un grito de Draco.
—Oh, tú lo has pedido, Potter —advirtió Draco y apretó sus manos deliciosamente sobre las caderas de Harry. Se dirigió a continuación hacia Harry, moviéndose a un ritmo frenético y enviando oleadas de placer a Harry cuando su polla golpeaba contra el abdomen, cada estocada le hacía estar más cerca del borde. Tenía los puños apretados, desesperado por bajarlos y conseguir tocarlo.
Los entrecerrados ojos de Harry se abrieron de golpe cuando una pulsera de plata en la muñeca de Draco brilló.
—Oh, Dios, ahora no —dijo Harry desesperadamente. Estaba tan cerca, tan cerca que sólo duraría…
Draco envolvió su mano alrededor de su polla y luego Harry se corrió de forma explosiva, restregándose en la cama con fuerza y gritando con voz ronca. Draco siguió moviéndose, prolongando el orgasmo de Harry hasta que sólo pudo quedarse tumbado observando, saciado al ver cómo Draco culminaba su propio orgasmo. El rubio fue muy silencioso al venirse, jadeando deprisa y arqueando la espalda. Era increíble.
Draco cayó sobre el pecho de Harry, no parecía molesto por el desastre, y Harry se agachó y paso una mano por el húmedo pelo de Draco.
—¿Tienes que irte?—preguntó Harry.
—¿Hm? —la respuesta de Draco era que estaba adormilado que provocó en Harry una oleada emotiva tontamente sentimental.
—Tu brazalete. Ha brillado.
—Oh, eso. No es una emergencia. Le pedí a Helen que me diese un informe sobre la situación de uno de mis pacientes. Una vibración significa que todo está bien—la voz de Draco retumbó en el pecho de Harry.
Harry dejó escapar un suspiro de alivio. No estaba preparado para dejarle marchar.
—Bueno —cerró los ojos casi quedándose dormido. Se sentía pegajoso y sabía que tenía que levantarse y ducharse, pero estaba demasiado cómodo como para moverse. Un vago pensamiento le hizo abrir los ojos—. ¿Draco?
Un rumor soñoliento le respondió.
—Tengo que confesarte algo.
—¿No eres gay?
Una risa nerviosa se le escapó a Harry.
—No, no es eso, definitivamente. Gracias por demostrar mi preferencia por las pollas, por cierto.
—Ha sido un placer.
—Sólo quería que supieras que nunca me ha preocupado la publicidad. Sólo… quería verte de nuevo después de nuestro primer encuentro en el pub.
Draco alzó la cabeza para mirar a Harry; le dedicó una sonrisa satisfecha.
—¿Por qué, crup astuto?
—No voy a negar que era más fácil salir con alguien que fuese de mi equipo. Así que gracias, también, por eso.
—Te perdonaré el engaño, ya que al parecer estás enamorado de mí.
—Sí, lo estaba. Lo estoy—sonrió Harry.
—Maldito imbécil —dijo Draco y lo besó.
Se había colocado de nuevo sobre Harry y al parecer se estaba durmiendo una vez más cuando una idea pasó por la mente de Harry.
—¿Draco?
Recibió un suspiró como respuesta.
—¿Recuerdas que la primera vez que accediste a salir conmigo me dijiste que había un precio a pagar? ¿Cuál era? El precio, quiero decir.
Draco se quedó en silencio por un momento y luego apretó su brazo alrededor de la cintura de Harry.
—Éste —admitió finalmente—. Éste, Harry.
Yo no soy el único idiota, pensó Harry para sí mismo, pero no se atrevió a pronunciar las palabras a través de su sonrisa. En cambio, acarició el cabello de Draco, le dio un suave beso en la parte superior de su cabeza, y ambos permitieron dejarse llevar por el sueño.
FIN
Gracias por leer y comentar.
Notas del traductor:
(1) Faux pas: es una violación de las normas sociales o reglas de etiqueta. Comunmente conocido como "desliz" o "metedura de pata"
(2) Ménage à trois: Actualmente, pero en un sentido más coloquial, el término designa con frecuencia a un trío sexual cuyos miembros pueden formar o no un hogar. Sin embargo, su significado se ha extendido tanto que incluso puede ser entendido como cualquier relación de convivencia entre tres personas, ya sea que el sexo esté involucrado o que no lo esté.
(3) Okra: Su fruto, una cápsula de forma piramidal, parecida a un pimiento alargado y denominada "espárrago del pobre" por los habitantes de las Antillas, se cosecha antes de su plena maduración y se emplea como verdura y como condimento
(4)Vous êtes difficile à comprendre et complètement irrationnel, mais vous êtes si séduisante que je trouve me impuissant atuendos vers vous: Resultas difícil de comprender y eres completamente irracional, pero eres tan atractivo que me encuentro impotente ante ti.
Respuesta a los comentarios:
-Heva: Me alegra que te haya gustado, un abrazo fortísimo.
-Linne' Malfoy: Sí, soy un chico. Me alegra que hayas regresado y te hayas topado con esto. Oh, me abrumas con tus halagos (carita sonrojada). Un abrazo.
-raven black: No pasa nada, no tiene importancia. Un abrazo.