Kate se acercó la humeante taza de café a la boca y aspiró profundamente, dejando que el dulce aroma del café recién hecho inundase sus pulmones. En cierto modo, eso le hacía acordarse de Castle y, aunque se negaba a admitirlo, le calmaba pensar en él. Le hacía sentir segura. En su mente, Castle se asemejaba a un lugar seguro al que Kate podía evadirse cuando no aguantaba más. Era su espacio personal, su lugar especial al que nadie más podía acceder. Le gustaba refugiarse en ese lugar, era su guarida, y Castle había contribuido a construirlo.

Desde el disparo, sus sentimientos hacia Castle se habían hecho más y más confusos. Tal vez se debiese a que conocía su secreto, a que sabía que él la amaba. Lo cierto era que en los últimos meses, los sentimientos de Kate había madurado. Desde siempre había existido esa química tan especial con Castle, una química que no había pasado desapercibida para muchos, inclusive para Castle, quien aprovechaba cualquier momento de debilidad de ella para hacerla sonrojar o simplemente para acercarse más a ella y comprobar el estado de su muro emocional.

Los sentimientos de Kate eran un completo lío y no sabía cómo manejarlos. En primer lugar, no sabía si lo que sentía por Castle se debía en parte a que ahora sabía con seguridad que estuviese enamorado de ella. También le preocupaba que, al no hacer nada al especto, Castle se hartase de esperarla y la abandonase en las ruinas que era su vida. Tampoco sabía si de verdad quería que Castle la esperase, no le parecía justo para él y tampoco sabía si estaba preparada para soportar la presión de saber que alguien estaba esperando un movimiento suyo, una respuesta, cualquier cosa.

Kate sacudió la cabeza, intentando despejarse. Odiaba caer siempre en aquel círculo vicioso que tan solo hacía que sintiese un cierto pesar y nostalgia. Acabó por beberse la taza de café, que se había quedado frío y comprobó, alarmada, que llegaba tarde al trabajo.

Media hora más tarde Beckett se encontraba en la puerta de la comisaría. Ryan y Esposito se encontraban en sus respectivos escritorios trabajando sobre unos papeles. Se acercó a ellos con un interrogante dibujado en la cara. Se suponía que no habían recibido ninguna llamada...

-¿Qué pasa chicos?-preguntó.

Ryan se sorprendió y escondió rápidamente los papeles con los que hacía un segundo estaba trabajando. Esposito hizo lo mismo pero con mayor sutileza que su compañero. Ambos sonrieron a Beckett, quien los miró intrigada.

-¿Qué tramáis?

-Nada.- se apresuró a contestar Ryan, que se puso colorado. -¿Qué íbamos a estar tramando?

Esposito se le quedó mirando con cara de incrédulo, seguramente pensando como un detective de homicidios podía mentir tan mal.

-Vale...-comenzó Beckett, desconfiada.-Entonces os dejo a lo vuestro.

No tenía ganas de ir tras ellos intentando averiguar qué se traían entre manos, así que decidió dejarlo correr. Se acercó a su escritorio repleto de papeles y se dejó caer sobre la silla. Sentía cierta tirantez en el cuello y adivinó que debía de haber dormido en una mala postura. Mientras se masajeaba la dolorida zona, el teléfono sonó. Rápidamente descolgó el auricular y con tono profesional constestó:

-Kate Beckett, Homicidios.

Escuchó atentamente las instrucciones que le fue dando un jovencito acerca de un cuerpo que había sido encontrado al lado del río Hudson. Anotó con rapidez los detalles más importantes en su bloc de notas y colgó.

-¡Ey, chicos! Tenemos trabajo que hacer.

Ryan y Esposito salieron escopetados tras ella mientras esta marcaba la tecla 1 de su móvil. Al segundo tono, la voz somnolienta de Castle respondió al otro lado de la línea. Una diminuta sonrisa se dibujó en la cara de Beckett mientras decía.

-Buenos días, Castle. ¿Te hace un chapuzón en el Hudson?

Cuando llegaron, la zona estaba siendo inspeccionada por la policía científica. A lo lejos, Kate vio a Lanie, que estaba agachada observando algo que parecía un bulto en el suelo. Debía de ser el cádaver y Kate inspiró profundamente. A pesar del tiempo que llevaba siendo detective de homicidios, aun no se había acostumbrado del todo a los cadáveres y todavía le afectaban las víctimas. Según había oído a veteranos del oficio, con el tiempo se pasaba, aunque Beckett esperaba que eso no le sucediese a ella, ya que le permitía tomarse más en serio cada caso. Porque cada caso la marcaba, era especial en algún sentido. No quería olvidarse de ninguna víctima en cuyo asesinato había tenido que trabajar. No quería volverse "menos humana". Espiró con fuerza y se acercó hacia donde había más concurrencia de policías.

Lanie alzó la cabeza cuando oyó que se aproximaba.

-Buenos días, detective.

-Buenos días, Lanie.-respondió cordialmente.-¿Qué tenemos?

Lanie depositó con mano experta el brazo de la víctima que estaba sosteniendo.

-Joven caucásico de veintipocos. Presenta contusiones varias en la cabeza y en el torso. Parece que le dieron una buena paliza antes de tirarlo al río.

-¿Causa de la muerte?-preguntó Beckett.

-Ahogamiento. Debía de estar inconsciente cuando se ahogó.

-Al menos no sufrió.-dijo una voz detrás de la detective.

-¡Castle! ¿Cuándo has llegado?-preguntó Kate mientras tomaba el café que este le ofreció.

Sus manos se rozaron durante una fracción de segundo y el corazó de Beckett se aceleró ligeramente. Pequeños detalles como aquel podían mantenerla en vilo durante toda la noche. Por eso debía ser más cuidadosa y evitar el contacto físico con Castle a toda costa. Por su parte, Castle, que seguía absorto observando el cadáver por encima de su hombro, pareció no darse cuenta.

-Acabo de llegar ahora mismo.

-Como iba diciendo,-prosiguió Lanie.- la causa aparente de la muerte es ahogamiento y me arriesgaría a afirmar que murió entre las 12 y las 3 de la mañana, pero todo esto son especulaciones. Sabré más una vez lo lleven a la morgue y pueda estudiarlo de cerca.

Antes de alejarse del lívido cuerpo, Beckett volvió a inspirar profundamente y a espirar despacio, intentando aclararse la mente.

-¿Estás bien?-preguntó Castle, que la había estado observando.

-Sí, estoy perfectamente.-dijo friamente Kate, intentando dibujar una líne de separación entre ellos. No se podía permitir más signos de debilidad cuando estaba cerca de él ya que entorpecería su trabajo.

Se alejó sin siquiera esperarle, dando grandes zancadas hacia donde estaban Ryan y Esposito, pero antes de llegar, Castle la alcanzó y la tomó por el brazo.

-¡Ey! ¿Qué pasa, Kate?-su tono inocente hizo que su semblante se relajara. No tenía derecho a tratarle mal. Tendría que lidiar con su presencia y ser amable con él, aunque le costase concentrarse cuando estaba a su alrededor.

-Nada, de verdad. Estoy bien.-le aseguró con una sonrisa. -Es tan solo que...es tan joven...-Agregó mirando hacia atrás, donde unos médicos forense estaban colocando el cuerpo en una bolsa negra.

-Ya... Es una verdadera pena.

Reanudaron el camino, esta vez juntos y sus manos se rozaron varias veces al andar tan cerca el uno del otro. Y cada vez que sus manos se encontraban, el corazón de Kate se aceleraba de manera que le hacía sonrojarse levemente. Y a cada roce involuntario, Kate deseaba con todo su corazón que su nerviosismo le pasase desapercibido a Castle, no quería confundirle más...