La sociedad ha cambiado mucho a partir de los finales de la Gran Guerra que destrozó a casi toda la humanidad. La tierra fue unificada gracias al gobierno científico e iluminado que planeó con perfección como el nuevo mundo sería desarrollado para que no hubiera más desastres, vivir en un mundo completamente equilibrado. Así pues, dejaron de existir los países propiamente dichos y se convirtieron en distritos y sectores. Había en la sociedad ahora 7 Distritos principales donde se destinaron a todas las personas a vivir ahí, los demás tenían el uso de ser lugares sin población alguna más que la necesaria para cuidar los sectores destinados al cuidado de animales para el consumo humano, la agricultura, animales salvajes, lugares turísticos y campos de naturaleza pura sustentable usada para dar sus recursos a las personas en los distritos grandes.
Cada nacimiento ha sido controlado para otorgar un nivel de clasificación que le destinará el nivel de educación, sector de vivienda en edad productiva y los posibles trabajos a los que tendrá acceso. Los niveles de clasificación son Alfa, Beta, Gamma y Delta, dentro de ellos también hay sub divisiones de más y menos, solo pocos Alfa llegan a ser destinados ha convertirse en Alfas doble más. Se ha agregado una nueva clasificación durante los últimos años llamada Stigma.
Los individuos deben seguir la Leyes Principales de la Sociedad agregando las leyes instaladas en su mente al momento del nacimiento y las primeras etapas de vida. Las generales son:
1.- Vivir bajo las circunstancias que su clasificación social les ha otorgado.
2.- La violencia no es necesaria en ningún momento. Aquellos que muestren grandes faltas serán trasladados a las islas de contención.
3.- Cada persona debe tener una pareja desde un periodo designado a su clasificación social hasta la edad límite, de lo contrario se le será designada una elegida por el gobierno.
4.- La obligación de cada individuo es representar una persona funcional dentro de su clasificación.
5.- Los individuos deben presentar uno o dos hijos antes de la edad de infertilidad programada dentro de su clasificación.
6.- Representa un peligro para si mismo y la sociedad aquel individuo que luche en contra del sistema actual que mantiene a toda la población feliz y segura.
Ahora mismo, soy un Beta (+). Vivo dentro del sector 10 en un departamento designado previamente desde mi nacimiento al igual que muchos de los ideales que los demás Betas poseen pero extrañamente parece no querer funcionar en mí. Estoy en mis primeros años de trabajo dentro del área de acondicionamiento social donde se desarrollan los planes de vida y nuevas estrategias para mantener al mundo "feliz". Por poco lo olvido, estoy a pocos meses de llegar a mi edad límite legal para adquirir una pareja por mi propia cuenta o se me será designada una por el sistema.
Soy Alfred F. Jones. Beta (+) trabajando en el área de acondicionamiento social. Tengo 20 años, a nada de llegar al límite de mi propia libertad para escoger una pareja y por supuesto, estoy a poco de romper seis de las siete reglas generales si me presentan una pareja seleccionada.
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Una jornada completa de trabajo había terminado de nuevo, con el orden y pulcritud de siempre los Betas se retiraron diez minutos después de las nueve la cual era la hora de salida de los Alfas. Los gammas aun permanecen en el edificio hasta las diez de la noche junto a los Deltas que trabajan en los centros de químicos y fabricas.
Se podía ver como la ciudad se extendía de punta a punta, todo perfectamente iluminado y de un color mayoritariamente blanco. Las capsulas de transporte para los Betas que no poseían un móvil propio llegaron a los rieles de la plataforma para descansar mientras cada uno se subía al que iba a cierta ruta. Cada capsula iba a una ruta determinada donde se encontraban los edificios de departamentos, las puertas se abrieron y cada que uno pasaba deslizaba una pequeña tarjeta de identificación que señalaría la parada correcta de cada uno dentro de esa ruta.
Y al día siguiente fue lo mismo a la hora de salida como en la hora de entrada. Todos los días su vida se repetía de la forma más tortuosamente aburrida, como estar atrapado en el mismo día todos los días de todos los años con la diferencia de que podía notar como su edad se escapaba. Sin contar que ya se acercaba una terrible fecha para él.
Alfred era un Beta, un Beta (+) para ser exactos. El cumpleaños número 21 de un Beta (+) (20 para los Beta (-) ) significaba que debía estar emparejado legalmente a esa fecha o se le asignaría una pareja. No deseaba que el sistema le asignara una pareja, no estaba preparado para tener una por que no estaba ni siquiera consiente de poder cuidarse a si mismo pero al parecer no tenía mucha opción, no podía ir en contra del sistema o sería enviado a las Islas de Rehabilitación Social de la cual había estado oyendo demasiadas historias terribles y los huecos en el papeleo de aquellos que supuestamente volvieron de la RS eran demasiados. Simplemente no había pruebas de que volvieran a ser parte de la sociedad a la que habían retado.
Suspiró visiblemente cansado mirando por la ventana de la capsula hacia la ciudad que encendía sus luces ante la caída del sol. Apenas el último de los pasajeros subió a la capsula esta se cerro dando sus indicaciones de siempre y salió disparada del riel donde estaba detenida. Gruñó un poco por que aun no se acostumbraba completamente a esos arranques tan repentinos del maldito transporte, hace años que siempre ha deseado tener su propio móvil pero nunca ha sido bueno para ahorrar.
Miró enseguida de él, a otros Betas que trabajaban con él y a su hermano mellizo sumergiendo la nariz en el libro más reciente que se ha comprado. Todos de ellos eran Betas, todos ellos ya tenían una pareja de igual, menor e incluso mayor clasificación. Matthew, su hermano, se había hecho la pareja legal de una chica Alfa (-) del Distrito 11 que había venido junto a varios otros Alfas para aprender de la forma de organización del Distrito 7, se llamaba Katyusha o algo por el estilo. Los italianos Beta (-) tenían sus respectivas parejas, Feliciano se había emparejado increíblemente con una Alfa (++) del Distrito 1, en poco sería trasladado ahí. Lovino se había emparejado secretamente hace tres años con una Beta (+) muy parecida a él llamada Emilly y ya tendrían el primero de sus hijos razón por la que ella no había estado asistiendo hace dos meses. Tino tenía una relación desde hace bastante tiempo con el Alfa (+) Berwald, Taurys había salido con una fría Alfa (+) llamada Natalya pero esta le dejó por otro Alfa (+) llamado Erik. Como sea, ahora mismo estaba saliendo con un Beta (+) llamado Feliks y la primera vez que lo vio le confundió con una mujer.
Todos ellos tenían una pareja, todos.
Los nombres de conocidos que circulaba por su cabeza llegaron rápidamente. Todos ellos tenían una pareja legal ya. Alberto era un Gamma (+) y estaba saliendo con Catherine una Alfa (+). Sakura y Kiku eran Alfas (-) que salían con Ludwig (Alfa (++)) y Yao (Alfa (+)) respectivamente. Thomas (Delta (-)) estaba saliendo con Darla (Gamma(+)). Era casi increíble que él no la tuviera pero nunca se sintió cómodo con los demás, se comportaba bien con todos pero en el fondo no llegaba a confiar en nadie por las horrorosas dudas que asaltaban su desprevenida mentalidad haciéndole creer que nadie hacía nada más que soportarlo. A veces se preguntaba porque él, ¿porqué tuvo que haber tenido un error al momento de programarlo para el resto de su vida? Estaba consciente de aquello, parecía ver ciertas cosas diferentes a los que eran de su otra clasificación social. Se había resignado a eso, aunque existía la pequeña resistencia aun dentro de él.
La capsula se detuvo en la plataforma 1 del nivel 34 de la torre departamental. No se dio cuenta de ello por estar pensando en todos los problemas causados por él mismo, todas sus inseguridades, vivir callado de algo que no estaba conforme y para colocar agraciadamente en el pico de ese helado de mal sabor la cereza repugnante de la fecha próxima a su cumpleaños número 21, el día en que le asignarían una pareja legal a menos de que encontrara una antes de ese tiempo. ¿Encontrar una? ¡Solo faltaban dos meses para su cumpleaños! Tendría que poner más de lo que pudo haber dado en 8 años desde que fue hábil para conseguir una pareja.
Salió de sus cavilaciones gracias a su hermano que le agitaba – Alfred, ya llegamos a nuestro piso – asintió bajando de la capsula que apenas cerrada volvió a salir rápidamente entre los edificios. Se quedó mirando este un largo rato, lo que ha preocupado a su hermano ya que Alfred nunca fue de quedarse tan callado y pensativo tanto tiempo. Y aunque sabía que era lo que afectaba a su hermano no terminaba de querer ser consciente de que alguien en un mundo perfecto como en el que habitaban se sentía triste y enfermo con las decisiones de las leyes, un mecanismo rápido de defensa instalado en cualquier humano con clasificación – Alfred, ¿Qué es lo que pasa contigo? – el contrario solo le brindo una vaga señal de poco importarle el asunto haciendo que Matthew sintiera el frustrante sentimiento amargo. Necesitaría un poco de soma.
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Alfred se adentró en su departamento lanzando sus cosas sobre el sillón lleno de historietas viejas y libros prohibidos por el sistema que por sus propios medios había encontrado en bodegas clausuradas hace años re-abiertas para hacer espacio en las viviendas de los Deltas y Gammas de menor calibre. Disfrutaba leerla, esos ideales de antes que se habían perdido ante el sistema autoritario empleado en su presente que hacía lo posible por alejar a los demás de sentamientos negativos en contra de la comuna. Pero ahora no deseaba hojear esas amarillentas páginas llenas de ideas diversas, no, estaba demasiado cansado y hastiado para poder disfrutado de aquellos magníficos libros incomprendidos.
Necesitaba pensar rápido en lo que podría hacer con su situación actual. No quería que se le impusiera una pareja seleccionada por el sistema, no confiaba en cualquier persona dentro de este aunque él mismo trabajara en uno de los principales pilares de la sociedad que le disgustaba, tenía por ello, razones de sobra para no confiar en nadie.
Y definitivamente no sería una buena opción el buscar alguien por si mismo en los pocos dos meses que le quedaban de libertad. Para encontrar a alguien en dos meses sería poner demasiado en socializar con alguien que no compartía sus ideales. Simplemente le daba un poco de nausea el pesar estar unido a un frío y calculador alfa, a un beta aburrido, un gamma conformista o un delta tonto. ¿Qué haría él? No tenía ninguna solución aparente además de dejar que el sistema le diera una pareja o tener que aceptar por primera vez que Yong Soo, un simpático gamma (+), le llevase a una de esas tediosas casas de posibles citas. Dos elecciones para un mismo futuro, una vida frustrante con alguien a quien estaba seguro no iba a llegar a querer en ningún sentido y le delataría con el gobierno si le decía todo lo que pensaba sobre la actualidad de la sociedad.
Debía haber un tercer camino, una opción extra.
Tomó una hamburguesa del refrigerador, la puso sobre el plato del microondas y bajó la tapa marcando cuanto tiempo y a que intensidad debía calentarla. Cuan pronto comenzó a girar se dirigió a su cuarto que no se había librado ni un poco del desorden que se apoderaba de todo espacio disponible dentro de esa casa. Dejó el computador en la mesa individual originalmente para dos personas y recogió su comida que ya se había calentado lo suficiente. Haría lo mismo que todos los días, lo único además de leer los hermosos libros de ciencia y sociología de hace muchos años podría hacer que su vida saliera de la desagradable monotonía programada. Navegó por el nexo, buscando información desesperadamente de una opción diferente a la de tener que esperar o ser forzado a ir a esas casas de citas. Buscó, buscó, buscó y buscó por horas sin dar a nada más que los mismos resultados de siempre. Absolutamente ningún otro camino a elegir.
Alfred se recargó en la silla haciendo a un lado sus lentes para tallar sus ojos irritados por pasar tanto tiempo enfrente de la pantalla luminosa. Suspiró cansado pensando en que esa sería de nuevo una noche sin encontrar absolutamente nada que pudiera sacarlo de su desolador estado. Pero algo escuchó.
El sonido se repitió de nuevo como confirmación de que no estaba metido en un narcótico sueño provocado por alguna ingesta inmensa del tiránico soma.
Se inclinó de nuevo hacia la pantalla ajustando sus lentes para poder enfocar bien el mensaje claro de que uno de sus mensajes de búsqueda en ciertos foros bajos del nexo había sido contestado. Activó el programa para decodificación y mimetismo para acceder a ellos, abriendo la ventana y leyendo el mensaje recién ingresado o más bien los casi masivos mensajes que había recibido. Hace mucho tiempo que no abría ese nexo bajo. Todos con la misma sugerencia y la ultima recién enviada le decía concretamente lo que podía hacer para salir de ese problema en menos d semanas cuando mucho.
Un stigma.
No sabía de ellos, se habían hecho rumores de ellos especialmente en los distritos 1, 4 y 11. Ingresó a la dirección de nexo que le había dejado entrando a una zona especial con el símbolo del Stigma en el centro y debajo una pequeña inscripción que no se tomó tiempo en leer. Entró de manera fácil. Era un centro de pedidos, como aquellos a los que ingresaba para ordenar alimentos o cualquier cosa de una tienda de necesidades básicas. Solo que este centro de pedidos era muy diferente a los convencionales, vendía stigmas.
No evitó la curiosidad y navegó por todo el lugar, leyendo las bases de los stigmas y el porqué estos eran clasificados de esta manera. Ellos no nacían, eran creados a partir de cero sobre una célula neutralizada para hacer a un lado cualquier influencia de código genético que pudiera contener modificando el resultado del nuevo individuo. Al no tener carga genética en ellos que fuera influenciable, no había indicios de algo que los marcara como Alfas, Betas, Gammas o Deltas. Eran Stigmas y nada más. Cada uno cumplía con ciertas características y se aseguraba su envió en menos de una semana si se elegía un modelo ya hecho.
Continuó leyendo todo lo que era necesario hasta llegar a la lista de modelos ya creados. Algunas de las imágenes no se cargaban y no le permitían ver como era físicamente el stigma, aunque no los buscaba por el físico realmente, buscaba más bien el perfil de características. Llegó a uno que parecía llamarle mucho la atención, sin la necesidad de recargar el nexo para descubrir la imagen del stigma envió el código. Solo después pensó en lo que había echo…
Había comprado a un humano…
Lo más angustioso no era lo que había echo si no que no parecía sentirse absolutamente culpable. Socializar con aquellos que parecían no desearlo y esperar hasta que le otorgaran a un posible espía del sistema eran ideas obsoletas. Comprar a un nuevo ser al que pudiera en cierto punto el manipular sería bastante conveniente, especialmente por que este o sabría nada acerca del sistema opresor, no sabría sobre esas leyes horripilantes que le disgustaban y por lo tanto le hacían tener sentimientos de disgusto. Simplemente perfecto.
Hasta ahora sabía que su nueva "pareja" era un modelo único al cual no habían intentado reproducir y tenía el sentimiento de que deseaban que se vendiera pronto por que este no poseía tantas trabas como las que tenían otros sujetos en venta. Respondía al nombre de Vanya, un nombre hasta donde sabía era proveniente de las frías tierras del distrito 11. Pensaba en una mujer alta, un poco regordeta con facciones dulces pero una mirada un tanto fría característica de cualquier mujer proveniente de ese distrito y sus cabellos como oro blanco.
Con ese dulce pensamiento se fue directo a dormir sin importarle si mañana tendría que repetir la rutina cansina de todos los días de su vida.
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Contuvo la respiración admirando el mensaje en la pantalla de su comunicador. Detuvo todo trabajo que estuviera haciendo por que la noticia era demasiado fuerte aun cuando se había estado haciendo a la idea de que sucedería. Su nueva pareja había arribado al distrito y ahora estaba en camino a su casa donde debería dar constancia de recibirlo o tendría que dejar que todos sus vecinos vieran la caja hasta que él llegara, tendría que soportar los chismes que corrían entre ellos, hasta ahora siempre habían estado tan presentes desde que había cumplido los 15 y no presentaba indicios de poseer una pareja.
Se levantó en un brinco impetuoso corriendo hacia las oficinas de su jefe, un Alfa (+) originario del Distrito 1. Arthur Kirkland, lo consideraba a él un clásico caballero de la antigua Inglaterra. Pulcro, con una extraordinaria capacidad de llegar puntual y exigir la misma puntualidad a cualquier evento por mínimo que fuera. Con una personalidad sobria pero a la vez bastante arrogante lo que lo alejaba de muchos prospectos de conquista. No lo necesitaba de cualquier forma, se había emparejado hace dos años con Francis Bonnefoy y aunque ambos fueran bastante diferentes en cuanto a su personalidad se podía sentir que ninguno de los dos estaba completo sin el otro. A ambos los conocía bien, era a quienes podía clasificar como algo cercano a amigos pero Arthur insistía en tratarlo como a los demás cuando se encontraban dentro de los horarios de trabajo.
Pasó sin pena ni gloría por el aburrido pasillo de escritorios de los Betas hasta llegar a la puerta al final del corredor tocando sonoramente esperando escuchar la aprobación de entrada.
– Pase –
Tomó algo de aire para inflar sus pulmones entrando a la oficina grande y bien cuidada del Alfa. El olor a menta le invadió de inmediato, el aroma preferido del Alfa de grandes cejas tan presente como lo había estado por primera vez que había entrado a esta para la asignación de su área de trabajo dentro de los pilares del edificio. Cerró la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido.
Arthur parecía enfocado firmando y leyendo proyectos nuevos de los que nadie sabía hasta que salían aprobados de cinco juntas depurativas de los Alfas principales – Alfred F. Jones del sector 4J, ¿Puedo saber que es lo que te ha traído hasta a mi oficina? – No necesitó levantar su vista para cuestionar al otro, dejando que entre ambos solo estuviera el silencio interrumpido por el único sonido de su plumón escribiendo – ¿Y bien? – Alfred se aclaró la voz.
Tomó algo más de cercanía, la necesaria siguiendo "los códigos de etiqueta" – Quisiera obtener el permiso para dejar mi puesto antes del horario.
Arthur dejó de escribir y fijó su mirada en el Beta examinando un poco su perfil – ¿Puedo saber el motivo? – Alfred odiaba cuando lo miraban de aquella forma, sentía como escrudiñaban dentro de él hasta ponerlo horriblemente paranoico.
Lamió sus labios resecos. ¿Cuál era la mejor forma para explicar que iba a recibir al paquete que contenía un Humano de clasificación Stigma por que quería evitar relacionarse con los mentes emblandecidas y huir de las reprimendas del gobierno? No de forma directa, claro estaba.
Debía contestar rápido, estaba tomando demasiado tiempo. – Voy a recibir a mi… pareja. Viene del Distrito 11. Llegó antes de lo esperado.
Una risa proveniente del Alfa sorprendió a Alfred causando que de inmediato hiciera una mueca por lo confuso, no era de oír al otro reír y mucho menos cuando se encontraba en los territorios del trabajo. Arthur tomó cercanía y palmó su hombro con fuerza solo logrando que el sentimiento de confusión creciera más en el beta – ¿De qué te estás riendo? –
Él siguió riendo. – Me parece increíble que consiguieras una pareja, tonto. ¿Seguro que no me mientes? Creí que esperarías a que el sistema te designara una – se burló, aunque no parecía que aquello le agradara al otro.
– Sí, sí como digas. En serio, necesito salir no quiero que se pierda –
Él Alfa se alejó de este negando con la cabeza – No le pasará nada Alfred, aquí no hay nada de que preocuparse – bebió algo del vaso sobre su escritorio, soma para mantenerse relajado ofreciendo al otro que rápidamente negó. El soma no era algo que le gustara, era como taparte aun más los ojos para no ver ningún problema. – ¿Cómo se llama? ¿Dónde le conociste? Que recuerde tú nunca has salido del Distrito – cuestionó ya que seguía sin creerle.
Infló las mejillas – ¿Porqué tienes que hacer tantas preguntas, viejo? – se cruzó de brazos – Se llama Vanya, le conocí por medio de Katy, la pareja de mi hermano – Al fin le encontró utilidad a que la pareja de su hermano hubiera venido desde tan lejos.
Arthur levantó una ceja aun dudoso de las palabras del otro antes de relajar su rostro de nuevo. Podría descubrir al otro bastante fácil si es que mentía acerca de su supuesta pareja, le agradaba y todo pero hasta cierto punto llegaba a ser irritante, además de que nunca fue alguien a quien le agradara esa sociedad en la que vivía y para quien trabajaba lo que hacía más sorprendente para el Alfa que el Beta encontrara a alguien de pareja. Alfred por su parte deseaba que creyera cada una de sus palabras aunque en el fondo sabía que el Alfa no era quien confiara a las primeras de los demás, mucho menos de él aunque lo conociera desde que ellos estaban en el centro de educación de menores.
Dejó el vaso de nuevo en el escritorio sintiéndose mucho más relajado, delicioso soma – De acuerdo, sal pero que no se haga costumbre. La próxima semana no quiero más de estas "urgencias" de último momento. ¿Vale? –
Asintió de manera energética abrazando al otro en su sorpresa – ¡Gracias viejo! ¿Por qué no puedes ser así más tiempo? Te iría mejor con Francis – corrió fuera rápido antes de que el otro rubio cambiara de idea.
– ¡Idiota! – Él no tenía ningún problema, él estaba bien y era una buena representación de lo que un Alfa debía ser. Eran los demás quienes le juzgaban que hasta para un Alfa (++) se exigía demasiado. Y él tenía las cosas bien con Francis… suponía.
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A veces podía blasfemar mentalmente a todo lo que le rodeaba –Mentalmente, claro, de cualquier otro forma estaría ya desaparecido supuestamente en una de las islas de Rehabilitación Social-, pero hoy no podía estar más que feliz. No era por el hecho de que llegaba a quien creía sería su pareja ideal –Sinceramente no esperaba nada más que una chica que siguiera sus ordenes y no se entrometiera tanto en sus ideales-, si no por que con la llegada de esa pareja sería completamente libre de esa constante vigilancia de los demás por aun no tener pareja y hacerse a un lado de la presión del sistema de encontrar una o le darían una a la fuerza. Ya no más presión, se podía quitar un peso de encima de tantos reproches que le hacían los demás.
Tomó una de las capsulas detenidas en la plataforma. Una de esas condenadas capsulas de viaje a las que tanto detestaba por sus paradas repentinas y que ahora no podía ver con mejores ojos. Iba tan entusiasmado que incluso olvido distraerse con la ventana por solo mirar la pantalla de su comunicador que le contaba el tiempo para que su "pareja" llegara hasta la puerta de su casa. Solo cinco minutos, él llegaría en tres por lo que le daba tiempo para esperar afuera. ¿Qué haría en esos infernales dos minutos? No habría casi nadie, todos afuera con las excepciones de Deltas niñeras, Niños o Betas/Parejas de Betas sin trabajo debido a su embarazo lo que lo hacía perfecto para que nadie le viera llegar. Un momento ¿No había dicho su hermano que Katyusha estaba embarazada hace dos semanas? Demonios, y a esa mujer le gustaba salir a pasear de vez en cuando para no quedarse siempre en casa.
Apenas la capsula se detuvo y abrió su puerta salió disparado a los pasillos hasta dar con la puerta de su departamento. No había nadie por ahí. Solo unos minutos, solo unos cuantos minutos para que llegara. Todo el mundo podía detenerse en sus lugares por unos cuantos y malditos minutos hasta que llegara su paquete, le metiera y después todos pasearan cuanto desearan esa tarde de viernes.
Al llegar a la puerta se encontró con lo que parecía ser una capsula como cofre. Totalmente blanco, en el frente estaban las señales de la temperatura del Stigma, su pulso y cada respiro que daba. Se sintió vibrar de éxtasis. Introdujo la clave para abrir la puerta y empujar dentro la caja. Hasta ahora todo había ido muy bien y nadie había visto nada.
– Pryvit Alfred – Una voz suave, dulce y la peor que podía haber escuchado en ese momento apareció detrás de su nuca sintiendo el terror recorriendo su cuerpo, girando violentamente para ver a una mujer de estatura promedio para un Alfa, de ojos azules más calmados que los suyos, cabellos cortos y rubios como miel. Katyusha, la pareja legal de su hermano mellizo se presentaba enfrente de él junto a su vientre ya abultado mirando con irritante curiosidad a la gran capsula detrás de él.
– Hola Katy, ¿Cómo estás? – Habló intentando borrar el nerviosismo que sentía por tenerla enfrente observando con todo detalle a la capsula blanca.
Ella sonrió tranquila y algo torpe – Bien, gracias. Es raro que estés aquí, es muy temprano. ¿Acaso hubo algún accidente en tu sección? –
Le irritaban tantas preguntas pero se mantenía tan relajado como podía hacerlo enfrente de la mujer, apretando el puño suavemente – No, no, claro que no. Todo va de maravilla. Solo pedí salir un poco más temprano para recibir esto – señaló la capsula, intentando cubrir lo más que podía con su cuerpo.
– Eso es maravilloso entonces – respondió automática, mirando ahora con más intriga a la capsula – ¿Y qué es lo que recibiste? Parece grande. ¿Es un nuevo almacenador de alimentos? – A pesar de ser un Alfa la chica era bastante ingenua, lo que le daba algo a su favor.
– Sí, sí, algo así – respondió rápido asustando a la otra levemente – No quiero quitarte más tiempo, nos vemos luego, ¿sí? Saluda a mi hermano y eso – habló rápido empujando la capsula dentro y cerrando la puerta tan rápido como pudo. Un minuto más y explotaría seguramente.
Katyusha se quedó observando la puerta del departamento de su cuñado con una expresión un tanto dolida por haber notado –Era bastante obvio– como Alfred le evitaba como una plaga de las peores garrapatas. Acarició su vientre y suspiró girando sobre sus talones para caminar de nuevo a casa, seguramente el otro estaba tan estresado con el asunto de que se acercaba su cumpleaños número veinte y no poseía pareja aun, o por su parte era lo que ella creía. Sumando todas esas posibilidades también estaba el conocimiento de que Alfred no consumía más allá de un gramo de soma por mes, ¡Por Mes! Hasta un niño consumía más del preciado soma que el Beta (+), como si quisiera que todos los males de sus problemas lo afectaran hasta acabar con él.
Temblando de puro entusiasmo no podía ni contener a su propia alma en su cuerpo. Sentía como se le escapaba con cada jadeo de entusiasmo apenas y acercaba un poco su mano para tocar la fría superficie de la capsula que contenía a su pareja. SU Pareja, por que era suya en cualquier forma, él le había comprado, le había elegido y por lo tanto todo le pertenecía a él.
Deslizó de nuevo sus manos de manera dulce por toda la superficie de la capsula, que aunque fría podía sentir un débil calor corporal presente. Relamía sus labios una y otra vez, saboreando ya su libertad, su libertad que existía en una caja fría y blanca. Aquella compañía ya se había arreglado del problema de rellenar los papeles ficticios del Stigma y registrarlo como la pareja legitima de Alfred, ¿Qué ás podía desear?
Decidió entonces abrir la capsula para admirar a su nueva pareja, a la mente blanda a la que podría moldear a su gusto para que llegue a tener unos ideales más o menos iguales a los suyos. Introdujo la clave dando un paso hacia atrás dejando que esta se abriera deslizando la parte frontal de la capsula dejando el gas de invernación periódica diluirse en el aire. Piernas largas, piel blanca como la leche, cabello rubio cenizo y una gran altura. Abrió su boca en una sorpresa cada vez menos agradable para él.
Vanya no era una Stigma. Era UN Stigma, no una, UN.
Debía ser un error.
[ LINE BREAK ]
Soma: Sustancia liquida o solida en forma de píldoras que producen un estado cercano al narcotico utilizado en la nueva sociedad para distraer a los ciudadanos del estrés de los posibles problemas logrando tener una sociedad mucho más relajada.
Nexo: Vía de comunicación parecida al internet interconectada por muchos foros, todos ellos vigilados por un filtro del sistema. Solo hay pocos programas que son indetectables y conectan a los foros del Bajo Nexo.
Bajo Nexo: Parte escondida bajo muchos programas de seguridad alternos a cualquiera del gobierno mundial. Se discuten temas que son considerados tabú como el funcionamiento del antiguo mundo, el descontento, archivos secretos de las islas de Rehabilitación Social y la compra de Stigmas.