Disclaimer: Los personajes NO me pertenecen son de Masashi Kishimoto, sólo los he tomado prestados para crear esta historia sin ningún fin de lucro :A
Bien, emm... hace ¡Mucho! tiempo que no subía una historia en una página pero después de toda esa ausencia he decidido volver a las pistas con... umh... esto xD
Debo aclarar, que la historia me pertenece en parte y en parte no, ya que me he inspirado en el libro Hush-Hush para escribirla (un excelente libro por lo demás, ¡lo recomiendo! *-*) En sí, las acciones de los personajes son completamente mías, lo único tal vez que pueda ser similar, es la descripción de los Caídos y sus "poderes" que se verán más adelante xD pero prefiero dejarlo claro ahora mismo para evitar cualquier problema
¿Qué más? ¡Espero que disfruten leyendo, tanto como yo disfruté escribiendo este primer capítulo! Sin más
¡A leer!
I
Miró el filo de la espada que se removía bruscamente bajo su agarre, no era la espada lo que temblaba, sino su propia mano la que vibraba frenética.
La dejó caer y el filo de la hoja reflejó un par de centelleantes ojos rojos, sus propios ojos de un color rojo oscuro como la sangre. El cuerpo inerte que yacía a su lado parecía reprocharle con aquella mirada de ojos vacíos el haberle quitado la vida, pero ya no había vuelta atrás, estaba hecho.
Se limpió la barbilla, de donde manaba una considerable cantidad que siquiera era suya; torció una mueca y esperó... ¿Por qué tardaba tanto? Aquella transformación para obtener su anhelada humanidad no debía tardar tanto, ¿o si?
Miró al muchacho a su lado con una ceja alzada, exigiendo una respuesta.
El chico rubio, entre asustado y nervioso se encogió de hombros.
— No debiste hacer esto, Sasuke— murmuró el chico del cabello color oro, sus ojos azules tenían la pupila dilatada y respiraba agitadamente.
El otro, de cabello negro azabache y ojos igual de negros, incluso tal vez aún más oscuros que su mismo cabello, por toda respuesta esbozó una arrogante sonrisa.
Los músculos de su espalda se tensaron cuando oyó el sonido de un centenar de aleteos, elevó la vista al cielo y de allí, del el agujero que se había abierto en mitad del firmamento, descendía una mancha borrosa de figuras aleteantes.
— ¡Diablos, Sasuke!— gruñó el otro con tono exasperado, sostuvo en riste su espada que, a diferencia de la de Sasuke, continuaba intacta y sin una sola mancha de sangre. — ¿Qué vamos a hacer ahora?— urgió mirando de reojo al dueño de aquel extraño nombre.
El aletear se había transformado en un zumbido que penetraba los oídos de forma avasalladora, y la mancha borrosa que descendía con extrema lentitud, fue tomando forma poco a poco.
Eran un grupo de encapuchados, cuyas alas les ayudaban a descender de aquella forma tan "enigmática".
Las alas de los otros dos, cuyos pies permanecían adheridos a la rojiza arena que los rodeaba, se removieron con brusquedad, como presintiendo que aquella visita de los otros, era una amenaza.
— Uchiha… Sasuke— murmuró la voz del encapuchado que encabezaba el grupo, su tono era calmo, pero no por eso menos amenazante— ¿Qué es lo que acabas de hacer?— marcó una pausa tras cada palabra; elevó la cabeza, pero lo único visible de su rostro bajo la capucha era su boca. Torció una mueca que parecía simular una sonrisa.
Los otros cuatro que lo acompañaban, se habían quedado un poco más atrás, a la defensiva y, al igual que Naruto, sostenían su espada en riste, dispuestos a atacar en cuanto el otro encapuchado, el que parecía ser el "manda más" diera la orden.
La sonrisa desapareció en cuanto pareció notar aquella tercera presencia, se puso en cuclillas junto al cuerpo inerte de la chica, cuyo lacio y largo cabello castaño oscuro se removía al compás del viento que soplaba sin dar tregua.
Recorrió con la vista las suaves facciones de su rostro, y sus ojos, todavía abiertos de par en par, junto a la mueca de horror que le tensaban las comisuras de los labios, hicieron que la expresión del encapuchado se volviera todavía más severa.
El rubio tragó en seco, mientras sus ojos volaban desde Sasuke, al encapuchado, al cuerpo de la chica, al grupo de encapuchados y a Sasuke de nuevo.
— ¿Es esto lo que buscabas, Sasuke?— a pesar de la expresión dura que se lograba identificar con sólo ver el gesto de sus labios, la voz continuaba siendo calma, no perdía los estribos.
El aludido se mantuvo en silencio, con las manos hechas un par de apretados puños a los costados y la sonrisa se había borrado por completo de su boca.
No, lo que él buscaba era un cuerpo humano, él quería ser un humano; a través de ese sacrificio esperaba conseguirlo, ¿Pero por qué todavía no notaba el cambio?
— ¿Ya estás feliz?— prosiguió el otro, sus alas blancas como la nieve pura, se movieron quedamente, acarició con delicadeza el rostro sin vida de la chica castaña y con sumo cuidado cerró sus ojos sin brillo.
La posición de defensa del chico del cabello rubio se acentuó, miró con horror como los otros cuatro de su especie, avanzaban con aire amenazante hasta donde se encontraban ellos y volvió a sentir su saliva dura pasar con dificultad en su garganta.
Lo sentía venir, se avecinaba el fin y por más que Sasuke y él dieran la lucha, era una lucha que estaba perdida incluso antes de empezarla.
— Lamento que traicionaras así a los tuyos— pausa.
Los ojos azabache de Sasuke se centraron enteramente en el encapuchado junto a la chica.
— ¿Te arrepientes?— preguntó.
Los ojos azules del rubio volaron con avidez hasta el pelinegro, aquella era la última oportunidad, una sola respuesta era la que definiría su futuro; la supervivencia del chico de los ojos negros pendía de un débil hilo llamado "si o no".
— No— respondió sin más. No lo hacía, no se arrepentía, aún cuando le había quitado la vida a una chica inocente, aún cuando había interrumpido la vida de aquella muchacha por su propia voluntad, por su egoísmo.
El encapuchado asintió lentamente, giró su cabeza con la misma peripecia y centró su atención en el chico rubio quien, con la espada empuñada con ambas manos, intentaba hallar la forma de defenderse del inminente ataque.
— Y tú, Naruto ...— murmuró el otro con voz queda, se levantó del piso cogiendo a la chica entre sus brazos y el brazo de ella colgó de un lado, balanceándose en un rítmico vaivén.
Los ojos de Naruto volaron desde el medio rostro descubierto del encapuchado, hasta el rostro inexpresivo de Sasuke, volvió a tragar saliva en seco y frunció el cejo. Él sabía que lo que Sasuke acababa de hacer estaba mal, y él en todo momento había intentado detenerlo; el brazo de la chica moviéndose lentamente volvió a llamar su atención y sintió como se le oprimía algo en el pecho.
— Tú no hiciste esto.
Sus ojos volaron con avidez al grupo de los cuatro encapuchados, uno de ellos se adelantó un paso y se quitó la capucha negra. Sus ojos color perla tenían una expresión de profunda tristeza.
— ¡Él no ha hecho esto!— exclamó y se quitó por completo la capucha negra, su vestido blanco quedó al descubierto y su cabello azul cayó con gracia sobre su espalda, sus alas contrastaron maravillosamente con su cabello.
— ¡Naruto— gimió, adelantándose otro par de pasos— diles que tú no lo has hecho!— suplicó.
Uno de los otros tres, estiró un brazo y detuvo su avance, la chica con la respiración entrecortada forcejeó para pasar, pero la mano se mantuvo inmóvil.
— Gracias— murmuró el encapuchado que tenía a la chica entre sus brazos.
El que mantenía el brazo extendido, deteniendo el paso de la chica con un impenetrable campo de fuerza, asintió.
— ¿Naruto?— volvió a preguntar el encapuchado "líder" del grupo.
— Si— murmuró y el encapuchado esbozó una sonrisa.
— Ya lo sabía ... — hubo otra pausa en donde el único sonido audible era el de las alas de los siete, que el viento se encargaba de remover.
La chica del cabello azul dejó de forcejear y el alivio en su rostro fue evidente.
— Sasuke— dijo el líder con voz firme, los ojos del pelinegro volaron nuevamente a la figura encapuchada y lo miró fijo— esta es tu condena— volvió a marcar las pausas tras cada palabra y se apartó del camino que separaba a Sasuke de los otros tres encapuchados restantes.
Los tres encapuchados acortaron la distancia como un rayo y se lanzaron encima del pelinegro.
El encapuchado "manda más" se quitó la capucha de la cabeza, dejando a la vista un espeso y lacio cabello canoso y sus ojos se habían vuelto de un refulgente rojo fuego.
La chica del cabello azul apartó la vista y se abrazó a sí misma, Naruto miró horrorizado la escena y una desagradable sensación que jamás había sentido le removió las entrañas; Sasuke forcejeaba bajo el agarre de los otros tres, lo pusieron de rodillas sobre la rojiza arena de desierto que parecía haberse vuelto más inquieta, y sin preámbulos, las alas que adornaban la fuerte y musculosa espalda del chico, fueron arrancadas de cuajo.
Aulló de dolor, una sensación que jamás había experimentado, y sus tripas por primera vez, se retorcieron con rudeza dentro de su estómago, sintió un líquido tibio recorrer su espalda en gradiente y como sus manos se volvían temblorosas.
Naruto apartó la vista y cerró los ojos con pesar, ¡Dios, cómo lamentaba que todo hubiera acabado así! sólo había sido una respuesta, un "sí" y el destino de su mejor amigo habría sido diferente.
— Vuelvan— ordenó el otro con voz impasible, se acercó a la chica de los ojos perla y le tendió el cuerpo de la recién fallecida Millicent Bott— llévala al consenso, ellos decidirán a qué lugar pertenece ahora.
La chica asintió y aferrando el cuerpo contra pecho, se elevó en el aire hasta desaparecer por la brecha que se había abierto para hacer aquel puente con la tierra.
Los otros tres se habían levantado ya, y caminaban en la dirección del otro.
— Es tiempo de volver— dijo, y los tres ascendieron para desaparecer por la misma brecha. — tú también, Naruto— ordenó con aquella voz impasible.
El chico de los ojos azulados dirigió una última mirada lastimera al otro pelinegro que continuaba sobre el suelo, con la respiración jadeante y en cuclillas; quiso volver, quiso arrepentirse de haber dejado a su mejor amigo solo en esa situación, pero la tierra no era su lugar, y se lo repitió a Sasuke hasta el cansancio.
Emprendió el vuelo y desapareció lo más rápido de pudo.
Se quedaron solos, Sasuke en cuclillas con el rostro apoyado contra la fría arena rojiza y el otro de pie, con la capucha echada atrás y por fin se podían distinguir sus facciones, su nariz dura, sus pómulos prominentes, sus labios finos y su cabello canoso.
— No eres humano, Sasuke— respondió a la muda interrogante que planteaba el chico dentro de su cabeza— pero tampoco eres un ángel ahora... Eres un caído.
Se giró sobre sus talones y sus alas batieron a favor del viento, emprendió el vuelo y desapareció, tal como los otros, por aquel puente que se había abierto para unir al cielo y la tierra.
La brecha se cerró y con ello, aquel desierto rojizo que había presenciado toda la escena, volvió a transformarse en el cementerio en el que él, Uchiha Sasuke, un caído, le había quitado la vida a la inocente chica Bott.
En el periódico matutino no se hablaba de nada más que no fuera la misteriosa desaparición de la chica norteamericana Millicent Bott; la noticia había causado tanto revuelo que había dado, incluso, la vuelta al mundo, y continuaba siendo noticia todavía cuando ya se cumplía el segundo aniversario desde que desapareciera sin dejar rastro.
Aferró mejor su mochila a la espalda y emprendió nuevamente la caminata hasta el instituto, dejando atrás aquel pequeño puesto de diarios.
Su cabello color rosa se removía con gracia sobre su espalda mientras caminaba, y la falda escocesa que había decidido ponerse ese día, también se movía a compás del andar de sus piernas.
Suspiró.
La noche anterior había sido otra agotadora noche llena de deberes, y cuando pudo por fin echarse a la cama para dormir, las pesadillas le hicieron imposible la tarea de descansar, así era desde un tiempo a esta parte, sueños extraños, arena rojiza, un pelinegro de ojos rojos, una espada manchada de una sustancia viscosa, y ella gimiendo de dolor...
Negó con la cabeza y trató de apartar aquellas molestas imágenes de su cabeza, estrechó la carpeta de deberes contra su pecho y continuó con el camino hasta su instituto.
— Formen parejas— exclamó con tono aburrido el profesor de la primera clase del día, la clase de química.
Buscó en el laboratorio de ciencias a su mejor amiga, Ino, pero su extravagante coleta rubia brillaba por su ausencia en aquel salón.
La puerta se abrió de golpe y por ella, su mejor amiga Ino Yamanaka, entró jadeante y secándose el sudor de la frente con la manga de su suéter.
— Ahh, señorita Yamanaka— su voz continuaba con aquella inflexión de aburrimiento que era pan de cada día— ¿cuál será la excusa esta vez?— preguntó.
La chica frunció el cejo y frunció los labios, con aire indignado.
— ¿Excusa?— preguntó con aquel tono que parecía decir "¿disculpa, me hablas a mí?"— he llegado tarde porque mi gato se había escapado, ¿cree usted que eso es una excusa?— devolvió la pregunta alzando una ceja.
El profesor del cabello platinado alzó los hombros y dejó de centrar su atención en la chica, quien soltó un suspiro de alivio y atravesó casi a la carrera los bancos cuando distinguió aquella particular cabellera rosa.
— Sakura— saludó todavía con la respiración algo irregular, dejó su bolso sobre el banco y dejó caer la cabeza encima de él— ¿qué hay que hacer?
Sakura contuvo una risita y la miró con resignación.
— La verdad me he quedado dormida— confesó la rubia y una pequeña sonrisa elevó las comisuras de sus labios.
— Sólo ha dicho que formemos parejas.
— Y ustedes no formarán pareja esta vez— el maestro apareció tras la espalda de Ino, mirando de frente a Sakura— su castigo por llegar tarde, Yamanaka— se adelantó a responder la protesta que los labios de Ino siquiera habían formulado.
La chica rubia soltó un lastimero suspiro, la clase de química era el fuerte de su mejor amiga, no el suyo, sólo gracias a esas clases de química en pareja había elevado el promedio de notas de la asignatura, sola era un desastre.
— Siéntese con Nara— ordenó.
La chica levantó el bolso con brusquedad y se cambió de banco junto al chico, cuyo rostro competía con el del maestro al momento de comparar cuál de los dos parecía más aburrido.
— Uchiha— llamó alzando la voz, Sakura frunció el cejo y miró al profesor con incredulidad. ¡¿Qué?!— Acá— indicó.
La silla a su lado hizo un ruido metálico al rozar con el piso y el extraño chico que se había unido al curso aquel semestre, ocupó la silla que minutos antes pertenecía a Ino.
— Bien— exclamó el maestro Kakashi con voz monocorde— ya que están todos en pareja, empezaremos.
El latir de su corazón retumbaba en sus oídos, por alguna extraña razón, la presencia de aquel chico la hacía sentir... extraña.
Lo miró de reojo, con el mayor disimulo posible, y su corazón saltó dentro de su pecho al comprobar que él, sin siquiera preocuparse por disimular, la miraba de frente, con el cejo fruncido y una mueca de molestia en los labios.
Tragó saliva en seco y centró toda su atención en el lápiz entre sus dedos, jugueteó con él un momento e hizo como que prestaba atención al maestro Kakashi mientras escribía indicaciones en el pizarrón.
Volvió a mirar de reojo al chico pelinegro, y comprobó, confundida entre si el sentimiento era de alegría o decepción, que ya no era el centro de su atención.
Las indicaciones eran claras, hacer una mezcla de sustancias y quien no hiciera explotar parte del laboratorio obtendría la nota máxima.
Se subió las mangas hasta los codos y con una sonrisa algo trastabillante, se estiró sobre la mesa, hacia el lado del chico Uchiha, para coger la probeta con un líquido verdoso de cuyo nombre no se acordaba, él le cogió la mano al vuelo, antes de que pudiera sostener la probeta, giró la mano y la dejó hacia arriba, con las venas y arterias mirando al cielo.
— ¿Qué es esto?— preguntó indicándole una extraña cicatriz en forma de "C" que en los bordes tenía una oscura sombra.
Sakura frunció el cejo y luego alzó una de sus cejas con incredulidad, siquiera lo conocía y él ya había invadido completamente su espacio personal, ¿Qué le importaba a él aquella molesta cicatriz? y le pareció interesante que su atención se centrara específicamente en eso, en aquella forma de "C" que ardía de forma condenada cada vez que tenía una pesadilla, no... no una pesadilla, sino la pesadilla.
De repente, le pareció que la contextura del pelinegro asimilaba completamente la contextura de aquel otro... chico, si es que podía llamarse así, a ese ser alado de sus sueños.
Tragó saliva en seco y giró la vista otra vez, para centrarla en el pizarrón, pero su mano continuaba siendo sostenida por el extraño muchacho. Quiso quitarla, pero no lo hizo, mientras el otro continuaba examinándole la cicatriz, con el cejo fruncido, parecía concentrado.
Entonces, soltó su mano de repente y se levantó del banco produciendo aquel molesto ruido metálico que hacían las sillas al rozar con la superficie.
Lo vio salir con rudeza del salón y ni siquiera le pidió permiso Kakashi para abandonar el aula.
Se examinó la cicatriz y la rozó con la yema de los dedos, él le había preguntado qué era, y ella sabía lo que era, una cicatriz... pero al momento de preguntarse "¿Cómo ocurrió eso?" no tenía una respuesta clara, según sabía, había nacido con ella.
— ¡Cómo te envidio!— chilló Ino cuando el timbre indicó el final de la clase, por suerte todo el alumnado se había dado por vencido respecto a la mezcla y no había explosión que lamentar.
— ¿Por qué?— la chica del cabello rosa alzó una ceja y la miró fijo.
Ino soltó un bufido.
— ¡Por Dios, Sakura! ¡¿Me dirás que no has notado lo guapo que es ese chico?!— exclamó, alzó las manos como diciendo "esta chica en verdad es algo lenta"— ¿Hablaron? ¿Te dijo algo?
La aludida negó con la cabeza pero su vista se posó otra vez en la cicatriz, aquella pregunta de la marca no suponía una conversación, ¿o si?
— Uff... Saku, eres mi mejor amiga pero... aveces me sorprende tu mala táctica para conocer chicos.
La rubia se quitó unos mechones de cabello que le cubrían el hombro y la apuntó con el dedo.
— Tú, chica, necesitas un novio— informó.
Sakura negó con la cabeza y se calzó el bolso en el hombro, siempre era la misma cantaleta, "Necesitas un novio" "¿No te interesa nadie del instituto?" "Hay un chico que está loco por ti, ¿por qué no lo conoces?"
Las nubes que habían presagiado tormenta toda la mañana dejaron caer uno a uno los goterones de lluvia que habían anunciado en el tiempo la noche anterior.
— ¿viniste en tu auto?— preguntó Sakura mirando esperanzada a su mejor amiga, había olvidado por completo el paraguas en su casa y no tenía ganas de mojarse bajo la lluvia, al menos no ese día.
La chica negó con la cabeza, con aire apenado.
— Sai me ha traído— dijo y se mordió el labio, Sakura rodó los ojos.
— Ya— la cortó— y van a salir esta tarde ¿verdad? Osea que me he quedado sin transporte...
La chica rubia volvió a morderse el labio y desvió la mirada.
— Está bien— bufó Sakura y se encogió de hombros, qué remedio... tendría que caminar— ¿Tienes dinero?— se había dejado la billetera en casa, pero si ella tenía, podría perfectamente tomar un autobús.
— Sólo tarjetas de crédito, nena.
Contó hasta cinco para tratar de calmarse, ¡Claro! ahora que ella tenía novio, se olvidaba completamente de ella, su mejor amiga.
— ¡Lo siento, Lo ...!— su disculpa quedó a medias, pues su móvil empezó a vibrar— ¿Sai? Si, si... voy saliendo— cortó el aparato y la miró con aflicción.
— Te lo recompensaré— aseguró, la estrechó en un abrazo y le besó sonoramente la mejilla— ¡Lo prometo!— gritó antes de desaparecer por el umbral de la puerta.
Soltó un suspiro y salió del aula arrastrando los pies, aferró su carpeta al pecho y antes de salir del techado de la institución, dio una última profunda inspiración para infundirse ánimos.
El campus del instituto estaba vacío, era ella la única ridícula empapándose bajo la lluvia, salvo por el chico pelinegro de la clase de química, estacionado en lo más apartado de los estacionamientos, que estaba parado junto a su motocicleta.
El otro pareció sentir su presencia, elevó la mirada y centró sus orbes negros completamente en ella. Sakura desvió la vista y se subió el cierre de la chaqueta hasta el cuello, se cubrió la cabeza con la carpeta y emprendió la caminata hacia su casa.
Llevaba menos de un cuarto de trayecto, caminando por la vereda empapada, igual como estaba ella de pies a cabeza, y la lluvia parecía que no daría tregua.
Se detuvo frente a un cruce, con el semáforo en rojo; movió las piernas para poder entrar en calor y esperó a que diera el condenado verde para poder cruzar. Por fin dio el tan anhelado color verde y no había puesto ni un pie sobre el asfalto de la calle, cuando una motocicleta pasó frente a ella como un bólido.
Perdió el equilibrio y trastabillante cayó de espaldas sobre la vereda; con el corazón en la boca, miró en la dirección donde había desaparecido la motocicleta, pero allí no había nada y el semáforo continuaba dando rojo.
Frunció el cejo.
El sonido de un motor a su lado la sobresaltó, giró la cabeza y allí le vio, encaramado sobre el aparato estaba el chico "Uchiha". Se levantó la visera del casco y la miró alzando una ceja.
— ¿Se está cómodo ahí?— preguntó el pelinegro con tono burlesco.
Se levantó de la vereda a duras penas y trató, penosamente, de quitarse el barro de los tejanos.
— ¿Tengo cara de disfrutarlo?— cuestionó ella torciendo una mueca, no, su humor no estaba para soportar preguntas estúpidas.
Demonios, su jersey estaba todavía más mojado que antes y sus pantalones hacían agua; si no pescaba un resfriado que la tuviera en cama por cinco días, sería tener mucha suerte.
— Súbete— ordenó el chico y se inclinó un poco más adelante— saca el casco que está debajo de esa especie de cajuela, póntelo y sube.
Sakura entrecerró los ojos y lo miró fijo, ¿Qué? ¿De verdad? ¿En la moto de un tipo del cual siquiera conocía su nombre? Sopesó sus opciones, o era seguir mojándose bajo la lluvia y llegar hecha una sopa a casa, o subirse a la moto con él y llegar a su casa en un santiamén para darse una buena ducha de agua caliente y acostarse en su cálida cama.
Se acercó, resignada, y cogió el casco dónde él le había indicado. Se lo puso.
— Sujétate— le dijo, se deslizó otro poco más adelante y se subió las solapas de la chaqueta para que la chica pasara las manos por debajo.
Ella tragó en seco y lo miró dubitativa.
— Si quieres caerte, allá tú— dijo él, hizo sonar el motor y empezó a avanzar.
— ¡Espera!— suplicó.
Deslizó las manos por debajo de la chaqueta y se apretó a su espalda, con las manos temblorosas se aferró a la apretada sudadera del chico y bajo el agarre sintió sus definidos abdominales.
Se sonrojó sin poder evitarlo.
Trató de tocar sólo lo justo y necesario para mantenerse adherida a la moto, el chico emprendió el camino por la carretera y ella le indicó en las partes justas en dónde debía doblar para llegar más rápido.
Dieron una vuelta en U y terminaron por entrar en la caletera.
La moto se detuvo frente a la última casa del camino que seguían, cuya esquina derecha "topaba" con el bosque de las "ciénagas", llamado así por la cantidad de pequeñas lagunas que había en su interior.
— Vives aquí— murmuró él, y parecía más una afirmación que una pregunta.
Sakura lo miró frunciendo el cejo y asintió.
— Digamos que... me debes una, ¿no?— fue su turno de alzar una ceja y mirar a Sakura de aquella forma tan... atrayente.
— no traigo dinero encima— respondió, encogiéndose de hombros— pero si quieres voy por mi billetera y te pago lo que debo— agregó.
El pelinegro negó con la cabeza y esbozó una sonrisa que se elevó en la comisura de sus labios.
— Que inocente, chica— apuntó él y se calzó el casco, Sakura le tendió el otro.
Encendió el motor y se elevó la visera.
Sakura empuñó las manos y lo fulminó con la mirada.
— Gracias por traerme— masculló entre dientes— eh...— dudó un segundo, todavía no sabía su nombre.
— Sasuke— respondió secamente, la sonrisa se borró de sus labios— Uchiha Sasuke.
Se bajó la visera del casco, hizo rugir el motor y en menos de un segundo ya desaparecía calle arriba y torcía la esquina que cruzaba con la calle principal.
Alzó una ceja y tragó saliva, eso sí que había sido en una sola palabra: Extraño.
¿Y bien? ¿Qué opinan? Bueno, malo, excelente... le falta algo... No sé, cualquier sugerencia, recomendación o felicitación por este escrito, espero que me lo hagan saber con un hermoso Review *-* Tengo muchas ideas para esta historia, pero aún estoy pensando en si vale la pena continuarla o no todo depende :D !
¡Espero que les haya gustado! Así el trabajo completo de un día habrá valido la pena.
Saludos a todos los lectores y lectoras que vistan esta página y sin más se despide:
ElliNovFoster.