CAGE
by: Harlett
# 32
No todo puede ser miel sobre hojuelas con un 27K. Y aún así siento que me he quedado corta con la situaciones e ideas.
Algunos fragmentos de lo que sería soportar a un cariñoso, consentidor y dependiente Tsuna.
¿No lo han pesando ustedes también?
Y fragmentos, por que cuando me di cuenta esto termino en algo enfadosamente largo como pa' publicarlo todo.
Y también sé que debería actualizar otras cosas. Pero entre mi congestión emocional, la crisis existencial, visitas médicas y el trabajo (Overtime, lo amas o lo odias y no sé que hacer) me han dejado KO pero aún así termine tecleando esto.
Pd. Veo a Ogami Rei en el Anime y me recuerda a Hibari, ahora veo a Hibari y me recuerda a Ogami Rei. Incluyendo la sonrisa que promete dolor y más dolor y un pase directo al averno.
Pd. 2. El Epilogo de Correspondencias esta en camino. Emiko conocerá a los Vongola de primera mano ¿Le irá bien? ¿Mal? En fin.
Jitomatazos, abucheos, intento de linchamiento y amenazas con armas punzo cortantes. Al final del capítulo, por favor.
Nota/Disclaimer/Negación/Aviso/etc…: Katekyo Hitman REBORN y Cía. no me pertenecen, son propiedad de Amano Akira. Esto es por mero entretenimiento sin fines de lucro.
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Te necesito porque te amo… ¿O te amo por qué te necesito?
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Paranoia
Bebió un delicado sorbo de su delicioso té con gran cuidado, tal y como indicaba la etiqueta a la que la habían acostumbrado esos años. Sin embargo, ella pudo ver que su acompañante olvidaba de lado cualquier conducta o estaba a punto de y se limitaba a apretar los labios y mirar desdeñosamente a su alrededor. Ni siquiera prestaba atención al té, al adorable y agradable Tiramisu frente a ella o a la lujosa vajilla en las que estaba servido todo.
— Hana-chan — hablo la chica de cabello almendrado mientras se limpiaba con cuidado los labios con el pañuelo. — ¿Ocurre algo malo? — pregunto de buena gana y amabilidad.
Su amiga dejo de torcer la boca y volteo a verla con una ceja arqueada y una expresión que podía leerse '¿Y todavía lo preguntas?' ladeando la cabeza y señalando el estrafalario lugar.
Kyoko sonrió un poco, no podía culpar a su joven amiga ante su inquietud y poco acomodo del ambiente. Ella entonces apoyo su mentón en sus manos entrelazadas con sus brazos sobre la mesa para ver alrededor.
Un majestuoso restaurante con magníficos adornos que satisfacían el buen gusto de los comensales, comensales que eran capaces de darse el lujo de reservar un lugar en el suntuoso recinto. Ostentosas y enormes lámparas de cristal colgadas, un estilo europeo muy antiguo pero con una perfecta iluminación que no te hacía perder el más mínimo detalle de los diversos y coloridos murales en las paredes, el exquisito aroma de las flores naturales recién cortadas que adornaban algunos centros de mesa y, música de orquesta en vivo con suaves tonadas para amenizar el ambiente.
Demasiado rimbombante en pocas palabras.
Demasiado todo.
Hana no soportaba esa clase de sitios desde lo más profundo de su ser, le crispaba en exceso tanta parafernalia por más linda que fuera. A decir verdad, Kyoko también encontraba chocante a la vista tanto ornamento después de un rato. Ella, acostumbrada a cosas sencillas desde su niñez, todo esto era una exageración a la cual se había acostumbrado hace tiempo por simple protocolo que por gusto.
— Cada vez que vengo a este lugar me causa más y más aversión. Y no me importa que tenga el mejor té de toda la bendita Italia pero no lo compensa. — hablo Hana sacudiendo la cabeza.
— Lo siento —
La morena vio el gesto alicaído de su amiga y no tardo en enmendarse y sonrió — Pero tu bien vales la pena — aclaro. — Solo que… ya sabes… — volvió a lanzar una ojeada desdeñosa al lugar y suspiro.
— Si, lo sé. Disculpa. Pero sabes que por ahora es el único lugar al que puedo salir fuera de la mansión — se disculpó nuevamente Kyoko mientras volvía a beber té. Sí, era el mejor té de toda la Italia y quizá media Europa y tenía que aprovechar.
Hana nuevamente torció la boca y frunció el ceño, como pensando con cuidado las palabras que estaba a punto de escupir y fueran lo menos groseras posibles.
— Admítelo Kyoko, este es el único lugar al que puedes ir. Siempre ha sido así desde hace un tiempo a la fecha — recriminó molesta.
— Tú sabes por qué — expresó la aludida mientras probaba un poco de su Panacota — no puedo darme el lujo de andar por allí mientras la Familia está pasando una situación tan delicada. Me alegro haber sido capaz de tomar un poco de aire fresco fuera de casa a pesar de todo este asunto — explicó apaciblemente.
Hana se paso una mano por el cabello azabache de forma frustrada antes de increpar — Por Dios, Kyoko. Lo haces ver como si salir de esa jaula que haces llamar casa fuera un lujo que apenas si te puedas dar. ¡Es tu derecho poder salir de esa mansión! ¿Qué eres? ¿Una reclusa? —
— No. — Negó muy segura — Soy la esposa de Vongola Decimo — expresaba ella con una de esas radiantes sonrisas por las que era muy conocida, aunque su mirada clara se opacaba con un poquito de suficiencia y a la vez amargo sarcasmo, una sutil advertencia.
La pelinegra omitió ese pequeño e incomodo detalle y continuó — Exacto. Su esposa; no un trofeo, no un objeto ni solo una cara bonita o propiedad que él pueda manipular de tal modo que decida cuando, donde y con quién puedas salir. ¡No es dueño de tu tiempo y de tu vida, Kyoko! Te casaste con él, no es como si le hubieras vendido tu alma y tu vida. —
— Hana-chan, ya hemos hablado de esto antes… —
— Si y te lo repito — la interrumpió — Sawada es un maldito paranoico. — sentenció ella con seriedad.
La joven doña dejo su tenedor al lado de su plato mientras se limpiaba la boca antes de dirigirse a su amiga nuevamente con esa aterciopelada y a la vez severa mirada.
— Hana — llamo sin honoríficos decorativos ahora — te recuerdo que él es mi marido —
— Y te recuerdo que el mío, es tu hermano — contrapunteo con valor Hana y aguantándose las ganas de tragar saliva. Kyoko era un algodoncito suave de azúcar casi todo el tiempo, pero cada vez que se enojaba podía ser más sagaz e intuitiva para dar donde más dolía, y todo con una tierna sonrisa en su rostro que causaba escalofríos. Algunas veces la señora Sasagawa olvidaba que cuando quería, su mejor amiga podía ser una mente fría y calculadora a pesar de la dulce apariencia y manejar las cosas a su gusto, una mala maña que aprendió a desarrollar para sobrevivir como una esposa mafiosa. Hana decidió proseguir antes de acobardarse más — Incluso Ryohei encuentra excesiva tanta sobreprotección. — tomo la mano de su amiga entre las suyas. — ¿Qué no lo ves? — rogó.
Kyoko acarició la mano de su amiga con su pulgar ya un poco más compuesta y dejando pasar su desliz de poca paciencia — Es por mi bien. — respondió reservadamente.
Hana aparto la mano rápidamente tratando de ser lo menos molesta y ruda posible — ¡Mira! ¡Y ahora incluso tú le das la razón a su trastornada forma de protegerte! — se quejo sin saberse sentir molesta o indignada con la mediocre respuesta. — Kyoko, esto está mal. No puede seguir así por siempre. Tienes que ponerle un límite. Él está controlando cada maldito aspecto de tu vida y tú no haces nada por proteger esa libertad que tienes. Te casaste con él, no a pasar ser algún objeto de su propiedad el cual él decidirá cuando le dé el aire o no — seguía insistiendo — Mira este lugar — señalo sin miramientos y poca importancia a las miradas ajenas que se clavaban en ellas por su discusión — Este lugar es donde siempre nos vemos cada vez que no sea en tu casa. Pasar un rato a solas, una charla entre amigas, ¿un rato privado? — Pregunto con ironía en su voz — ¿Cuándo fue la última vez de algo remotamente similar a eso? Y sin tener que estar custodiada por tanta seguridad — cuestiono mordaz.
Kyoko sabía a qué se refería ella. Por más que trataran de ocultar las apariencias ella ya había aprendido a ver a través de las cosas, más por necesidad y seguridad que por gusto también. Ella no era ninguna tonta e ingenua despistada, aunque era más fácil así para todos seguir creyéndolo.
El Restaurante estaba casi vacío a excepción de algunos comensales sentados curiosamente alejadamente de ellas por varias mesas. Kyoko y Hana parecían ser el epicentro de una plaga que espantaba a todos y preferían mantener distancia. Incluso al camarero que estaba exclusivamente esperando a sus órdenes, se hallaba casi hasta el otro extremo del recinto, mirándolas con precaución pero siempre pendiente de cuando ellas lo solicitarán.
A parte de eso, había hombres de negro con gafas apostados por varios lados del lugar e incluso en la entrada. Quizás no fuera novedad para un sitio de esta categoría contar con tanta seguridad pero la cantidad de ellos este día era mayor a una recepción normal.
Ellos serían subordinados de Dino de seguro, pensó Kyoko, es decir, después de todo este Restaurante pertenecía a su Familia.
Solo allí podía confiar Tsuna en dejarla ir sin preocuparse por su seguridad. Y estaba más que segura que entre esos pocos comensales deberían de ir agentes encubiertos de Vongola. Típico. Ella suprimía las fuertes ganas de rodar los ojos y suspirar.
Así era Tsuna.
— Es por mi bien — insistió cansinamente.
Su amiga pelinegra veía desconcertada la alicaída actitud de la chica de cabello dorado. — Esto está mal, muy mal Kyoko. No puede seguir así. Al paso que vas, terminaras siendo una esposa de vitrina a la cual el polvo será tú única compañía estando encerrada en esa casona. Estas quedando enterrada en vida poco a poco… Esta… — acarició la mejilla de Kyoko con cuidado — Esta no eres tú. ¿Dónde está la jovial y alegre chica que eras? —
La señora Vongola tomo con cariño la mano de su amiga entre las suyas — Ha madurado, no he de mentirte. Era imposible no hacerlo — confeso.
— Ahora así suenas como una mujer acabada, contando y añorando sus mejores días y estuviera a punto de perderse en la oscuridad — susurro Hana sin perder detalle de la ternura y calidez de las manos de Kyoko. Sin embargo, la chica de cabello ámbar rió desenvueltamente como hacía tiempo no la oía.
— ¿Tan mal me ves? — Hana no fue capaz de distinguir algún tinte de sarcasmo, dolor o verdadero júbilo en esa frase y esa risa, quizás era un poco de todo. Kyoko había aprendido tan bien a ocultar ciertas cosas.
— Lo siento, ha sido una semana terrible en casa y estoy algo agotada, eso es todo. No hay nada más de que preocuparse — se justifico.
— Tenía entendido que Sawada ya había aprendido a no tenerte aislada de las cosas de la Familia ¿Te está ocultando cosas otra vez? — pregunto amenazante.
Kyoko rió ahora si con gran sinceridad ante la idea — No, claro que no. — se enjugo una traviesa lágrima pero pronto ella se torno apenada — Solo que... solo que he visto a Tsuna tan estresado últimamente con todo este asunto del FBI y la CIA tras la pista de Vongola y CEDEF. Y ahora yo realmente no tengo mucha idea de cómo apoyarlo de una forma más útil que sea más que simplemente tenerlo en mi regazo y escuchar sus preocupaciones. Ahora se trata de cosas mucho más específicas y entramadas en cuanto a los negocios y contactos de Vongola a la que estoy acostumbrada a estar infiltrada o a tratar de desmarañar. Ahora si esta fuera de mis manos el ser de más ayuda para él y la Familia, no tengo planes de emergencia, sutiles consejos, opiniones útiles o alguna información de interés obtenida tras una tarde de pasteles y conversaciones con las otras Doñas… — se explicaba acongojadamente.
Y era cierto. Siempre se había hablado de tantas Familias Mafiosas por el mundo: La rusa, la albanesa, la japonesa y china, y obviamente la italiana. La policía internacional buscaba formas de retener esos poderíos y habían tenido sus buenas conquistas a pesar de tener a veces muchas pérdidas en su bando por sacrificarse a obtener información. Sin embargo, se sentían lo suficientemente seguros y capaces ahora de lidiar con el poderoso y multifacético Vongola, aquella familia antigua y poderosa que incluso era peculiar pero muy temida entre los de su clase: sus formas de proceder, sus propias leyes, sus códigos de honor e incluso la sangre y origen de sus miembros más distinguidos iniciando desde su Jefe, un japones salido de quién sabe donde. Su forma de hacer las cosas que algunas veces iban en contra de lo que eran las organizaciones criminales actuales y se centraban más en sus verdaderos orígenes de vigilantes de los débiles. Pero Vongola seguía siendo mafia, veneno sigue siendo veneno y esta Familia seguía teniendo negocios turbios de los cuales sustentarse, contactos de mala reputación y aliados de mala semilla algunas veces; sin olvidar, claro, hombres entre sus filas de considerable peligrosidad, poder y armas que iban más allá de su comprensión. Y considerando el alto rango de la Familia, la idea de derrumbar o desentrañar Vongola aunque sea un poco, podría llevarles a un efecto domino a todo el bajo mundo.
Tsuna y su familia estaban al tanto de esto y, a pesar de tener en mente que esto ocurriría tarde o temprano, tratar de actuar de la mejor forma posible para enfrentarse a su peor enemigo hasta ahora: la justicia, era complicado y extenuante. No solo por ellos si no porque también afectaría a sus aliados y Decimo tenía que dar la cara por todos. La idea de Tsuna de cambiar al mundo de la mafia era un reto mayor y muy largo, pero con la intervención de la justicia Internacional tras sus talones solo alargaba y ponía en riesgo todo lo que había conseguido hasta ahora.
No estaban acostumbrados o no sabían a ciencia cierta cómo tener que tratar contra la justicia internacional sin realmente causar un caos. Es decir, eran la ley. Ellos eran los buenos y ellos los malos. Y los buenos siempre ganaban ¿verdad?
Hana estaba al tanto, ella si apenas había visto a Ryohei de lo ocupado que andaba de un lado para otro: contactando gente, cubriendo algunas pistas, enmascarando algunas identidades y asegurándose de que otros no tuvieran ánimos de abrir la boca y traicionar a Vongola. Si incluso Ryohei se encargaba de esos mandados, no querían imaginarse que harían alguien como Mukuro o Hibari por su parte.
— Sé que es una situación más delicada de las que hemos enfrentado hasta ahora, pues es una lucha contra el mundo y la opinión pública pero… eso no justifica que te tenga que mantener aislada así. Debes de admitir que incluso antes de todo este teatrito odioso Sawada ya te tenía en ese encierro, con o sin disputas familiares de por medio. —
— Él se siente bien así y si así puedo causarle menos preocupaciones y cosas que pensar a parte de sus cosas diarias, me doy por satisfecha, es mi forma de ayudarle también. Me temo que por ahora es lo único que puedo hacer… —
Hana apretó los puños de pura impotencia. Era caso perdido hacerla entrar en razón.
— Cuando menos dile a ese cabeza hueca que te deje asomarte al balcón y tomar el Sol, mírate, estás pálida —
Kyoko sonrió tiernamente ante la ocurrencia.
— Lo haré —
— ¿Entonces…? —
— Estoy bien, Hana-chan. No te preocupes. —
— Cada vez me creeré menos ese cuento ¿Lo sabes? —
— Procuraré encontrar una mejor línea la próxima vez, entonces —
— Solo espero que no pasen otros tres meses antes de nuestra próxima reunión o que no sea en este horrendo lugar. No pensé que hubiera un lugar más asfixiante que tu mansión —
— ¿O un gimnasio escolar lleno de estudiantes en educación física? —
— No puedo quejarme, allí fue donde conocí mejor a tu hermano — comento con perspicacia.
— Lo sé. Aunque me pregunto ¿En que sentido?— pregunto suspicaz.
Hana se sonrojo un tanto y decidió cambiar de tema — Oh mi buen Dios, como extraño nuestras reuniones —
— Yo también echo de menos a las demás —
— Ni siquiera podemos ponernos de acuerdo para una llamada en conferencia ¿verdad? —
— Oh, no. Menos ahora, Gokudera-kun ha ordenado mantener un filtro muy cerrado de las llamadas entrantes y salientes de la casa y toda la conexión en Vongola. Incluso ha restringido aún más el acceso de las redes, me temo que si quisiera usar un navegador en mi computadora tendría que pasar por un engorroso protocolo para contactar a Soichi-san y me diera permiso… —
— ¿Estas bromeando? — Kyoko negó con la cabeza — Sin música, videos ni chat… no sé cuanto más puedas durar así, amiga —
Kyoko solo sonrió.
Aún quedaban algunos doramas en televisión por cable, creía...
A comment?
Or Reborn will point a gun to your head or Tsuna could deprive you of your freedom… What do you choose?
Cuídense