Esperó pacientemente a que Scully fuese a buscar el bolso que se había olvidado justo antes de salir de casa. Estaba nervioso. Inconscientemente se llevó la mano al cuello para aflojarse el nudo de la corbata, necesitaba aire, se ahogaba. Los pulmones le parecían vacíos y no tenía forma de que el oxígeno llegase a ellos.
En un segundo Scully salió al pasillo con el bolso en la mano y las llaves de su casa en la otra. Su mirada se fijó en el atuendo que llevaba su compañera. Un vestido de color negro ajustado, acabado en pico y con un escote cuadrado, aunque lo suficientemente ancho y bajo para que quedase poco sitio a la imaginación.
Dios. Esto era una mala idea.
Desde el principio no le había gustado el caso. Desde que Skinner les llamó a su despacho y les dijo que debían ocuparse de un caso de crímenes violentos sin explicación. ¿Sin explicación? Lo que les pasaba a los de Crímenes Violentos es que no tenían ni idea de como atar los cabos. Vale, sí, quizás podría llegar a ser un Expediente X, pero la situación en la que estaban metido era lo suficientemente comprometida para que ambos hiciesen como si no lo fuera. Así que le dijo a Skinner que ese no debería ser su problema. Que ellos deberían investigar verdaderos expedientes X. "Cualquier problema del FBI influye en cualquier agente del FBI, esté destinado o no a la sección a la que pertenezca."
Llegaron a Crímenes Violentos. Les pasaron el informe. Tres parejas. Todas de media edad y con bastantes años de casados a sus espaldas. Las tres parejas habían desaparecido sin dejar ningún rastro. Al principio llevaban el caso Desaparecidos, pero cuando encontraron a una de las parejas muertas, con lo que ellos pensaban que eran símbolos satánicos, lo pasaron a crímenes violentos. Tratándose de gente bastante integrada en la sociedad había sido un boom mediático, sobre todo cuando se enteraron de que una parte que les unía era frecuentar locales de cambios de pareja. La prensa se había hecho eco de aquello, así que debían resolverlo pronto para que no se acabase haciendo un circo de aquello.
Por esa razón ahí estaban ellos, metidos hasta el cuello en ese caso, e intentando parecerse a esas parejas, mediante el único vínculo que les unía. Frecuentar locales de sexo. Bueno, más exactamente locales dónde existía el intercambio de parejas. Aunque también estaba el hecho de que ambas partes eran licenciados o grandes expertos en diversas materias.
Skinner había acordado junto al jefe al mando de la operación, que ellos dos eran las personas más idóneas para hacerse pasar cómo una pareja más en busca de sensaciones nuevas. "Llevan tantos años trabajando juntos que esa gente no notará la diferencia". Sí. Skinner podía ser encantador cuando se lo proponía.
- Mulder, ¿nos vamos?-
Scully guardó las llaves en el bolso al acabar de cerrar la puerta, y se puso en alerta cuando Mulder le puso la mano en la espalda para comenzar a andar, como siempre.
Debía reconocer que este caso le apabullaba mucho más de lo que la gustaría reconocer. Siempre le había puesto nerviosa tener que hacerse pasar por pareja con Mulder, cómo aquel caso en las Cataratas de Arcadia, pero aquello era completamente distinto, porque allí las parejas sólo tenían que sonreír y llamarse cosas como "cariño" o "cielito" delante de los demás. Aquí, aquí se suponía que debían tener sexo para encajar. ¿Acaso no había caído en eso Skinner?
Bueno, probablemente Skinner, al igual que el resto de agentes pensaran que llevaban demasiado tiempo como compañeros para que ya hubiese habido contacto de ese tipo, y si no lo había es porque directamente no se sentían atraídos mutuamente, en tal caso tampoco habría problema.
Eso es lo que pensaría ella en una situación real de una pareja común. Pero ellos no eran una pareja común. No cuando toda su vida consistía en buscar fantasmas, y no sólo pensaba en fantasmas con el sentido de "aparición", sino los fantasmas de su pasado.
- ¿Pedimos un taxi?-
Mulder la sacó de sus pensamientos durante un segundo. Deberían haberlo planificado todo, y no dejarlo a la deriva cómo habían hecho. Lo habían dejado pasar para no tener que enfrentarse a ello, arriesgándose a que quizás ahora no saliese todo bien.
- No, creo que será mejor ir en uno de nuestros coches-
- Bien, entonces cogeremos el mío. Si descubren tu coche allí puedes dañar horriblemente tu reputación, en cambio la mía será la de siempre-
- Además de decir que estás loco, ¿también van diciendo por ahí que haces cambios de pareja?-
- Te sorprendería todo lo que he escuchado por ahí de mi, Scully.-
- ¿Acaso has puesto micrófonos en los baños de mujeres?-
Él la sonrió y ella le devolvió el gesto. Bromear era una buena forma de mantener el control, de hacer ver que allí no pasaba nada. Aunque por dentro estuviesen a punto de explotar por los nervios. Solo era un caso. Solo eran una pareja de agentes que iban a interpretar a un matrimonio. Un matrimonio que buscaba sexo en grupo.
Dios. No podrían hacerlo.
PUB INTIMATE
12: 46 PM
Mulder y Scully entraron un poco intimidados al bar. No por el hecho de la gente que podrían encontrarse allí, sino por el comportamiento que debían tener.
El pub era bastante grande. La puerta principal daba a unas escaleras que llevaban directamente a una gran sala de baile rodeada en su mayoría por una barra de copas. Los huecos daban a más escaleras con letreros de "Privados".
Mulder cogió con la mano izquierda la mano de Scully y tiró suavemente hacia él para poder rodear su cintura con su brazo. Además de aparentar, quería calmarla. Sabía que ella estaba tanto o más nerviosa que él.
Se sentaron en la barra, en dos de los altos taburetes que quedaban libres. Debían establecer contacto con el personal, ganarse su confianza. Lo que no sabían era cómo hacerlo si al final, pretendían salir de allí sin tener que intercambiarse entre ellos.
- Un Whisky doble y una soda con limón por favor-
El camarero afirmó con la cabeza y se dio la vuelta para preparar las copas. Scully se acercó a Mulder, que aún la tenía estrechamente agarrada, susurrándole muy cerca de su oído:
- Mulder, estamos trabajando, no deberíamos beber alcohol-
Mulder sonrió ante el pequeño temblor que le causó sentir el aliento de Scully sobre su oreja. Y se acercó a ella de la misma forma para hacerle sentir su aliento también.
- Lo sé, por eso sólo voy a beber yo. Necesito que estés cuerda para que controles la situación, además, sospecharán si no nos tomamos una copa-
Scully se mordió los labios y ladeó la cabeza ante la sensación de cercanía. Era Mulder. Las sensaciones le agolpaban pero debía controlarse y centrarse en el trabajo. Además, sabía que había otros agentes cerca para controlar todo, aunque sólo fueran un par de agentes en un coche en frente del local por si surgía cualquier problema. Eso le hacía controlar más sus movimientos.
El camarero les sirvió las copas, alejándose al momento para dejarles solos. Echaron un vistazo a toda la gente que había allí. Todo el mundo parecía normal. Parejas estables, de clase social media-alta, con hijos, con familia. ¿Cómo podrían parecerlo? Quizás fuera la educación católica de Scully la que le había hecho creer que el sexo era para practicar en pareja y con un sentimiento más fuerte que el puro deseo de por medio, y no como para divertirse una noche de sábado. Aunque quizás era que simplemente le aterraba el hecho de que quizás tendría que "aparentar" con Mulder, y por eso su estado de nervios hacía que le apeteciese insultar a todo ser viviente que estuviese allí.
- Hola, buenas noches, no les había visto por aquí antes-
Scully se dio la vuelta cuando escuchó es voz femenina a su espalda. Una mujer de unos 40 años, de tez morena, pelo rizado y piernas largas se encontraba justo tras ella sujetando una copa de cava entre sus delicadas manos, mientras les sonreía a ambos.
Mulder la echó un descarado vistazo de arriba a abajo, y levantándose le tendió la mano.
- Buenas noches, es la primera vez que venimos a este local-
Scully se levantó al segundo, y dejando atrás las ganas de sacar el arma de su bolso y disparar contra aquella mujer que miraba a Mulder sugerente, le ofreció también su mano.
- Mi nombre es Sarah Luson, mi marido y yo frecuentamos este local desde hace bastante tiempo. Pero es grato saber que cada día puedes encontrar algo más interesante que el anterior...-
Mulder la sonrió, utilizando todas sus facultades de seducción que había aprendido a lo largo de los años.
- Yo soy William Mulder, y ella es mi esposa, Dana-
- Encantada-
Un hombre de unos cuarenta años también, de complexión fuerte, y bastante atractivo para el gusto de Scully, se acercó al grupo.
- ¿No me vas a presentar cariño?-
Sarah le miró sonriente y le dio un ligero beso en los labios.
- Claro que sí cielo, estos son William y Dana Mulder, son nuevos por aquí y creo que necesitan a alguien les guíe. Él es mi marido, Tom-
Tomas Luson ofreció su mano a Mulder, que la estrechó con fuerza, y besó dulcemente la mano de Scully mientras la sonreía. Era extraño encontrar a alguien de su misma edad que además fuesen atractivos. También parecían ser unas personas de clase social alta, lo cual les satisfizo a ambos.
- ¿Qué les parece si vamos a una mesa para charlar?-
Mulder y Scully aceptaron y fueron a una mesa demasiado apartada para el gusto de ambos. Tom pidió cuatro copas de cava para comenzar la noche.
- Y bien- Dijo - ¿Qué les trae exactamente por aquí?-
Scully se sonrojó inconscientemente y Mulder cogió su mano nerviosamente.
- Tom- regañó Sarah a su marido- Han dicho que es la primera vez que vienen, necesitan tiempo para acostumbrarse a todo esto, antes de que hagan nada de lo que estoy segura, están deseando hacer-
¿Tiempo? Scully creyó respirar por primera vez desde que Mulder le había ido a buscar. Estaba claro que una pareja necesitaba tiempo antes de hacer nada, solo esperó que no lo agotasen antes de encontrar a un posible sospechoso.
- La verdad es que sí, primero nos apetece situarnos, me imagino que a ustedes les pasó la primera vez- Contestó Scully totalmente metida en su papel.
Sarah la miró dulcemente. Desvió la mirada hacia su marido. Le besó levemente en los labios y después volvió a mirarla.
- La primera vez que entramos en este local fue un verdadero desastre, queríamos hacerlo todo en un día, y no conocíamos a nadie. Solo os diré que tardamos un par de meses en volver. Aunque bueno, volvimos. No es fácil encontrar un local así –
- No. Ya me lo imagino. En realidad mi esposa y yo íbamos a venir antes, pero escuchamos en televisión todos esos casos que están saliendo de parejas desaparecidas…-
- Es una desgracia- contestó Sarah- Se están diciendo tantas cosas injustas sobre ello. Al menos aún no han encontrado este local. Si se enteran de que lo frecuentaban ya no podremos venir-
- ¿Ustedes los conocían?- preguntó Scully con interés.
- Habíamos tratado alguna vez con ellos. Cuando llevas un tiempo viniendo al final todo el mundo conoce a todo el mundo.-
- ¿Y ustedes no tienen miedo?- Mulder estudió sus facciones ante la pregunta.
Tom tiró del brazo de su mujer hacia él, y ésta se sentó en su regazo. Tom comenzó a besar pacientemente el cuello de su esposa, a la vez que sus manos caminaban tranquilas por el sinuoso cuerpo de ella.
- En este mundo en el que vivimos siempre se tiene miedo de una forma u otra. Pero el placer está por encima. Por eso están ustedes aquí también-
- Touché-
El señor Luson miró a Mulder, y sonriéndole le ofreció sentarse en el asiento que había ocupado antes su esposa. Scully le miró intensamente, y cómo respuesta, en vez de él solo, Mulder se llevó a Scully también consigo, sentándola de igual manera sobre él. Tom y Sarah sonrieron.
- Creo que aún no están preparados para eso cariño- dijo Sarah a su esposo, después se dirigió a los agentes- pero les irá bien mimarse un poco en público. Así la próxima vez que vengan estarán dispuestos a mucho más. Paso a paso es más fácil para la mayoría de las parejas.-
Sarah y su marido se levantaron y se acercaron a otra pareja a los que saludaron cálidamente. Después los cuatro subieron por una de las escaleras hasta los privados.
- Mulder, ¿nos vamos?- Sugirió Scully nerviosa. Sabía que no tenían absolutamente nada, pero tenía la sensación de que todo el mundo los miraba, desde los camareros hasta las demás parejas, esperando algún atisbo de cariño demostrando que eran una pareja de verdad.
Mulder puso sus brazos alrededor de la cintura de Scully. Tenía la misma sensación de animal de zoo que ella, pero no creyó que fuese buena idea irse de allí, no aún que ni siquiera se acordarían de ellos cuando saliesen por la puerta. Así que acercó su cabeza al cuello de Scully y posó sus labios sobre éste, deslizándolos desde su clavícula descubierta, hasta las partes más sedosas y cálidas de la oreja.
Scully empezó a sentir escalofríos.
- Vamos a quedarnos un rato más, si nos ven irnos tan pronto, puede que él o los culpables de las desapariciones comiencen a sospechar. Ya sabes que después de haber saltado todo a los medios se vuelven más desconfiados -
Entreabrió sus labios y dejó que su lengua capturase el lóbulo de la oreja de Scully, mordiéndolo dulcemente, y jugando con él.
Scully movía las manos sin saber dónde posarlas. Le daba miedo torcer tan sólo un poco el rostro y estar tan cerca de su cara que pudiese besar a Mulder con tan solo un ligero movimiento, o posar sus manos sobre él haciéndolo que éste la besase aún más... ya estaba bastante nerviosa con aquellos besos cómo para permitirse sentirle más cerca. Sin embargo, se sentía estúpida con las manos sobre sus piernas cómo si no estuviese sintiendo nada; así que decidió moverlas, a su pecho. A su fuerte pecho vestido con una de sus serias camisas. Mulder empezó a bajar por su garganta, con esos pequeños mordiscos que la estaban volviendo loca.
Y además su pecho era tan... duro... bien formado... que Scully pensó que había sido una muy mala idea haber elegido exactamente ese sitio para apoyarlas. Gracias a eso, o por culpa de ello, su nerviosismo llegó a tal punto que se quedó quieta, cómo si estuviese congelada, sin poder casi disfrutar de los "falsos" besos de Mulder.
"Está fingiendo. Solamente está fingiendo. En realidad no siente nada por mi, esto es sólo por el caso." Pero sus besos eran tan... reales. Si tan sólo pudiese estar en ese momento en otro sitio. Sola. En su casa. Pensando en Mulder. Soñando con él. Así estaría segura de sus actos, controlando en cada momento la situación. Necesitaba controlarlo. La situación. Controlada. Entera. Porque esto la estaba llevando realmente a un estado de nervios y confusión que era incapaz de abarcar.
- Scully... ¿Te encuentras bien?-
Ella miró a su alrededor y se fijó cómo uno de los camareros de la barra les estaba mirando fijamente, atento a sus movimientos. Si quería controlar esa situación la mejor forma era tener las cosas claras. Una misión. Un comportamiento determinado. Y aunque sus sentimientos la fuesen a formar una úlcera en el estómago no debía sacarlos fuera. No si quería que todo saliese bien.
Miró a Mulder a los ojos, y le sonrió con ternura. Bajó hasta su cuello y le besó ligeramente. Todo sería más fácil si podía evitar sus labios. Se vio a ella misma como Pretty Woman y sus pactos de no besar a ningún cliente para no confundir los sentimientos. Para ella, también besar era algo mucho más íntimo que cualquier otra cosa, y sabía que si probaba los infinitos labios de Mulder ya no podría controlar sus sentimientos.
- Aquel camarero nos mira mucho- Le habló mientras le acariciaba dulcemente con la nariz.- Deberíamos investigarle, en el departamento deben de tener toda la vida de los trabajadores, quizás nos esté vigilando-
- O quizás sólo le encanta el vestido que te has puesto esta noche.-
Scully se ruborizó hasta hacer juego con el color de su pelo, y le dio un pequeño golpe con la mano.
- No hagas bromas Mulder, esto es serio-
- No estaba bromeando. Estás realmente guapa esta noche-
¿Si le empezaba a besar en ese mismo instante iría con lo que se había propuesto hacía un momento? Porque era lo que le pedía no solo su cuerpo, sino su cabeza en aquel instante.
Mulder. Pero no el Mulder irritante. Ni el Mulder paranoico. No el Mulder obsesivo. No. El mejor Mulder de todos. El Mulder cariñoso. El Mulder con voz de cama le había dicho en susurros, justo después de haberla besado el cuello, que estaba realmente preciosa esa noche.
De pronto notó cómo la mano de Mulder se deslizaba sobre la tela de su vestido, alrededor de su cintura, apretándola contra su fuerte pecho, quedándose casi cara a cara. Inconscientemente un gemido de placer se escapó de su garganta. Supo que Mulder lo había escuchando porque dudó de lo que estaba haciendo durante un segundo. Y Scully quiso morir. Su respiración varió tangiblemente. Sus manos temblaron. Y sintió hacerse cada vez más pequeña. Solo fingido. Y ella había gemido de placer. Tonta. Tonta. Tonta.
- Hay un par de parejas que nos están mirando desde allí- Susurró Mulder. He hizo que Scully volviese a la realidad. Se decepcionó un poco. Quizás solamente por eso la había estrechado contra sí. Y se maldijo a sí misma por haberse dejado llevar. Estaba en una misión. Fingiendo. No iba a hacer otra cosa que fingir. Pero era tan fácil olvidarlo.
Acercó sus labios a los de Mulder y cuando estaba apunto de besarle, subió hasta su oreja y la capturó con sus dientes.
Una oleada de placer la invadió por completo. Se fijó en una de sus venas fuertes de su cuello y bajó hasta poder besarla a placer. Sacó la lengua. Solo un poco. Lo suficiente para probar como sabía su piel. La sombra de la barba le raspaba suavemente su cara, aunque sentía que esa sensación la tenía por todo su cuerpo. Mordió. Besó. Dejó tan sensible el cuello de Mulder que por un momento se preocupó por si le había dejado alguna marca. Pero su sabor era tan intoxicante. Y su olor. Y su aliento tan cerca de su cara. Sintió que por un momento comenzaba a perder el control. Pero su racionalidad y pragmatismo lograron calmarla. Razonó todo de forma lógica, evadiéndose de la situación, y se le antojó mucho más fácil la noche. Ya no estaba tan abrumada cómo había estado desde que había salido de su casa. Ahora estaba controlando.
Se separó de él y miró de reojo al par de parejas, que seguían observándoles, pero por lo visto mucho más calientes, ya que se manoseaban entre ellos sin ningún pudor.
- Hoy ha sido una noche de reconocimiento Mulder, deberíamos salir de aquí antes de que alguien decida que ya estamos preparados y vengan a unirse a la fiesta-
Vio cómo los ojos felinos de Mulder oscurecían, y se dio cuenta al un segundo que a él se le había pasado por la mente "la fiesta". Perdió defensas de nuevo. Se intentó levantar, y en el intento, Mulder hizo algo que la descolocó totalmente y la dejó sin saber articular palabra. Antes de que se levantase, Mulder la cogió de la cintura y la movió. Sutil o no tan sutilmente sobre su regazo. He hizo que el culo de Scully fuese a dar exactamente con el sexo duro que surgía entre sus piernas. Y aguantó ahí un segundo, asegurándose de que ella lo hubiese sentido.
No supo porqué lo había hecho. Porqué había sentido la imperiosa necesidad de que Scully sintiese cómo se estaba quemando por dentro. De que su cuerpo y su presencia no le pasaban inadvertidos. Supo que ella haría cómo si nada, y quizá fue lo único que le dio verdaderamente fuerzas para encajar su sexo entre las nalgas de Scully.
Hechos sin consecuencias.
Aparentemente, por supuesto.
Scully se acabó de levantar y empezó a andar hacia la salida. Mulder la siguió enseguida, andando con dificultad, y volvió a cogerla de la cintura. Cuando el aire frío de la calle les sacudió en la cara volvieron de nuevo a la realidad. Volvían a ser el agente Mulder y la agente Scully. No les estaba permitido tocarse. No les estaba permitido besarse. Nada de confraternización.
Subieron en el coche de Mulder y el silencio les envolvió a ambos, más pesado que de costumbre. La música de la radio ayudaría a que el viaje de vuelta a casa no fuera tan tirante como había aparentado serlo desde que abrieron las puertas del coche.
- He pensado que deberíamos hacer un perfil de todos los que frecuentan el local- Scully le miró mientras hablaba. La música de la radio se escuchaba de fondo llenando los espacios vacíos. – Ya sabes, no solo tener a los camareros controlados, sino al resto de la gente. Si saben ocultar tan bien lo que hacen allí, posiblemente sepan ocultar también cualquier delito que puedan cometer-
Ella asintió, mirando hacia frente. La notaba perdida. No sabía si le había estado escuchando en realidad. Así que le preguntó lo que le parecía su idea. Scully le miró directamente a los ojos y contestó "me parece una idea estupenda", aunque estaba seguro de que ella se encontraba a miles de kilómetros de allí. Se sintió inseguro. Quizás no debería haberse sobrepasado de aquella manera. Debía preguntarla si la había molestado lo de antes.
Se había comportado como un chaval de diecisiete años, claro que debía haberla molestado.
- ¿Te encuentras bien?- No era exactamente lo que quería preguntar, pero nunca había sabido hablar de "ellos". Esta no era una ocasión especial.
- Sí. Estoy bien, Mulder- recalcó su nombre, aunque no supo con qué intención.
"Estoy bien" ¿Acaso se había esperado otra respuesta? Él no se atrevía a expresar lo que sentía, pero ella no se quedaba atrás.
La música les siguió acompañando durante el resto del camino. Él mirando a la carretera. Ella mirando al infinito. Cuando llegaron a casa de Scully, Mulder aparcó el coche, aunque no hizo ademán de salir de él. Scully esperó unos segundos y con un "buenas noches" abrió la puerta y salió.
Mulder se sintió mal por tener una despedida tan fría, así que salió al segundo y se puso a tu lado.
- No deberías andar sola por la noche. He oído que este barrio está lleno de delincuentes- Scully levantó su ceja y le miró divertida.
- No te preocupes por mi, voy armada- Él hizo un gesto con la cabeza mientras abrían la puerta del portal.
- Sí, pero ¿sabes? Está probado estadísticamente que sacar una pistola de un bolso para intentar defenderse en un momento de peligro, es en la mayoría de los casos un movimiento inútil, porque entre los nervios por la situación y la velocidad del ataque del delincuente…-
- Mulder- Se paró frente a su puerta con las llaves en la mano.
- ¿Sí?-
- ¿Me estás hablando tú de estadísticas?-
Él se quedó mirándola sonriente, encogiéndose de hombros inocentemente como un niño bueno. Ella le estaba sonriendo. Se sintió afortunado de poder disfrutar de aquellos momentos. Este caso no iba a cambiarles. Su amistad seguiría intacta.
Ella se dio media vuelta y abrió la puerta. Luego se volvió hacia él.
- Te veo mañana a las diez en la reunión-
- Descansa-
Se miraron fijamente durante unos segundos, hasta que sintieron que el momento se alargaba más de lo estrictamente necesario. Así que Scully entró en casa y Mulder deshizo el camino de vuelta hacia su coche.
FIN DE LA PRIMERA PARTE