CUANDO EL DESTINO NOS ALCANZA
Hola.
Soy nueva en esto de los fic. Así que pido disculpas si tengo muchos errores de ortografía.
Historia: ¿Que pasaría si...? Kagome, ya teniendo en las manos el corazón de Inuyasha. Comienza a sentir una pasión descontrolable hacia el serio hermano mayor de la dinastía Taisho.
Dejen comentarios, por favor. No importa si son buenas o malas, sean sinseros. y si les gusta la historia diganme para seguirla.
La historia original no es mía, es de una grandiosa autora llamada Christina Dodd. Solo la adapte con los personajes, que tampoco son míos, son de la gran Rumiko Takahashi. Solo los tome prestados para diversión, sin intención de dolo o prejuicio y mucho menos fines de lucro.
Prologo
Mansión Taisho, 1843
A Midoriko, lady Tsukichi, le gustaban los hombres sinceros y que hablaran sin tapujos. Pero había que reconocer que Sesshomaru Taisho le daba un nuevo significado a la palabra diplomacia.
"Higurashi" dijo Sesshomaru. "me han comentado que tu hija anda un tanto deprimida."
Higurashi, el jardinero en jefe de la mansión Taisho, era solo un precavido campesino más de la comarca con los cincuenta bien cumplidos, su pelo era negro, con algunas canas que sobresalían de esa cabellera corta; el hombre solo se limito a hacer girar el sombrero con sus calludas manos mientras observaba a su amo. Toda parecía indicar que estaba acostumbrado a que le hablaran con aquella frialdad, pero no perdió la compostura ni se acobardo.
"Kagome aun es joven, mi señor, solo tiene diecisiete años. Con el tiempo y el hombre adecuado se calmara."
Midoriko solo se apretó el abanico contra sus labios para disimular su regocijo. El sol iluminaba el viejo jardín tapiado, asiendo mas evidente la inexpresividad del joven Taisho.
Midoriko no estaba tan segura de eso. A veces cuando echaba un vistazo a Sesshomaru Taisho, le parecía ver algo mas…
"Si" dijo Sesshomaru estaba sentado en una de los pequeños cojines de mimbre que estaban al ras del suelo y que había traído de la india seis años atrás. "Tal vez."
Desde luego Sesshomaru no era tan buen mozo como su medio hermano Inuyasha. Y no podía haber sido de otra manera, porque todo lo que tenia Inuyasha de atractivo, con su pelo color plateado y ojos dorados; el joven Sesshomaru lo tenia de serio y sombrío, aunque se tenía que admitir que era mucho más guapo que el menor de los Taisho. Era alto como todos los hombres de esa familia lo eran, y sus huesos grandes y desarrollada musculatura no hacían más que traicionar los orígenes de la familia. Su comedimiento en el vestir y en los modales despertaba en Midoriko ocasionales impulsos de zarandearlo hasta que dejara traslucir algún sentimiento.
Pero si el nacimiento de su demoledoramente seductor hermano pequeño le había afectado, esto hacía tiempo que estaba superado. A estas alturas, los cautelosos ojos dorados valoraban los acontecimientos y sopesaban las personalidades sin dejar traslucir lo mas mínimo, y tamaña prudencia a Midoriko le parecía fuera de lugar en un hombre de veintiséis años; a menos que disimulara la verdadera profundidad de su alma.
Pero si existía tal profundidad, la sabia esconder muy bien, por lo que la mujer ignoraba que secretos pudiera ocultar.
Sesshomaru hizo un gesto a Midoriko, cuyo brazo estaba en su abanico, era pleno verano y el calor la comenzaba a irritar.
"Esta es lady Tsukichi, dueña de una respetable escuela de institutrices en el extranjero y gran amiga de mi madrastra. Ha venido de visita con su marido, y han reparado en tu hija. Lady Tsukichi ha manifestado su interés en llevarse a Kagome a Londres para poder educarla con las costumbres europeas que, por nacimiento, Kagome debió de haber aprendido."
Midoriko sonrió a Higurashi. Al contrario de lo que ocurría con la mayoría de los varones, el hombre no se derritió ante el despliegue de sus encantos, pero la observo con detenimiento, juzgándola con la mirada. Después de todo el jardinero jefe del palacio Taisho era un personaje importante; tenia que ser un hombre con sentido común.
"Con el debidos respeto, milady… ¿Por qué Kagome?" inquirió el hombre
"Kagome seria una institutriz admirable. Los niños la obedecen, y tiene una paciencia infinita. Además, se expresa con corrección y tiene una educación esmerada, según creo gracias a la familia Taisho…"
Higurashi asistió con la cabeza
"Por lo que les estoy muy agradecido."
"Parece una muchacha responsable, aunque desorientada, sin ningún objetivo a la vista."
Lo cual era mentira. Kagome tenía un objetivo, y ese no era otro que el amor de Inuyasha Taisho. Se iba detrás de el a todas partes, se dirigía a él en la menor oportunidad y lo espiaba sin ningún disimulo.
Midoriko lanzo una rápida mirada hacia el muro de atrás de Sesshomaru, la joven Kagome había desarrollado cierta afición por el espionaje.
Inuyasha jamás había reparado en Kagome. Bueno, sabia como se llamaba, pero no parecía haberse dado cuenta de que la niña flacucha se había convertido en una atractiva jovencita. Midoriko planeaba quitar a Kagome de en medio antes de que Inuyasha se percatara de la circunstancia y tomara lo que se le ofrecía sin tener consideración.
Midoriko doblego el abanico y lo movió lentamente hasta ponérselo delante de la cara. Las ramas de un sauce que crecía detrás del muro se balancearon, aunque ninguna brisa agitaba los demás arboles. Levantando la voz por encima de lo habitual gravedad de su tono, Midoriko dijo:
"Kagome habla bien el francés, según creo."
Higurashi esbozo lo que parecía ser casi una sonrisa.
"Su madre era francesa."
"Nuestra cocinera." añadió Sesshomaru con su profunda voz. "Una experta en las salsas y con un arte en el pescado jamás igualado por nadie. Después de seis años mi madrastra la sigue echando de menos."
La gravedad de Higurashi se acentuó para contrarrestar el imprudente egoísmo en la alusión a su esposa.
"A si es señor."
Con un tacto del que Midoriko no le habría creído capaz, Sesshomaru volvió la cabeza para inspeccionar el cercano seto de rosas que había mandado a colocar hacia muchos años, junto con una pequeña mesa donde solía tomar el té en los días calurosos y que estaba semi rrsguardado del sol por una pequeña carpa de tela y arboles. Los arbustos estaban en plena floración, y Midoriko que aquella imponente explosión de olor y color rosa, en la que ella ya había reparado, a Sesshomaru casi le había pasado desapercibida.
"Buen trabajo Higurashi" felicito Sesshomaru con una mirada fría
"Gracias señor. La rosas tiene una floración esplendida."
Los dos hombres se quedaron viendo las flores, hasta que Midoriko los saco de su ensimismamiento.
"En cualquier caso, Higurashi, una mujer con los dotes de Kagome supondría una incorporación valiosa para mi escuela de institutrices."
"Kagome es una cabeza de chorlito" dijo perezosamente el padre.
El sauce se agito con violencia.
Sesshomaru miro detrás de él. Se levanto de forma elegante y, acercándose con su aire aristocrático, y caminando como Midoriko recordaba que lo asían todos los hombres de esa familia, arrogantemente; se acerco a una rama del árbol que colgaba hasta muy abajo.
"La mayoría de las chicas lo son a los diecisiete."
Midoriko lo observó, mientras pensaba que, con un poco de preparación, Kagome añadiría lustres a la academia de institutrices. La mayor parte de la alta sociedad esperaba que Midoriko fracasara para poder reírse a sus espaldas por haber cometido la locura de comprar semejante negocio.
Incluso su querido y presuntuoso marido no había mostrado ninguna comprensión hacia su deseo de llenar la existencia con algo más que chismes y labores de aguja. Arrugo el entrecejo al considerar el grueso lenguaje que había utilizado Lord Tsukichi para describir su adquisición.
Les demostraría a todos que estaban equivocados, sobre todo a su querido marido, y la joven Kagome la ayudaría a conseguirlo.
"Cuando haya acabado con Kagome," Dijo Midoriko "será una mujer muy refinada y muy independiente, y ante la que nadie podrá mostrarse indiferente."
Higurashi miro a Sesshomaru.
Este solo lo miro con sus dorados ojos e inclino un poco la cabeza, para tranquilizar la inquietud paterna.
Higurashi exhalo un profundo suspiro e hizo alarde a la sabiduría que le permitía estar a cargo de docenas de jardineros y hectáreas de flores con tanta eficacia.
"Muy bien. La echare muchísimo de menos, porque si se queda, acabara metiéndose en problemas. Así que mi señora, llévesela."
El sauce se balanceo.
Con un gesto indiferente, Sesshomaru sacudió con fuerza el árbol. En medio de una sorda confusión de colores y cabellos negros alborotados, Kagome se precipito al vacio.
Sesshomaru la agarro al vuelo, interrumpiendo la caída, aunque la chica aterrizo con fueza sobre el arriate y aplasto las aguileñas y los marrubios amarillos. El sencillo kimono se deslizo arriba de sus piernas dejando ver lo blanca que eran. Kagome ahogo un grito de dolor y se quedo sin voz.
Sesshomaru la miro.
"Higurashi, ¿porqué estabas ahí?"
Así que sabia quien era el que se encontraba allí arriba, se percato Midoriko, no había actuado con violencia y eso era fascinante.
A Higurashi no le sorprendió ver a su hija. Se limito a sacudir su cabeza con tristeza.
"Una cabeza de chorlito.
En cuanto Kagome recupero la respiración, alzo la vista hacia Sesshomaru y, con toda la pasión de su furia juvenil, dijo:
"No iré. No seré refinada ni independiente ni nadie ante quien no se puede ser indiferente. ¡No me pueden obligar!"
CAPITULO 1
Mansión Taisho, cuatro años después.
"Vamos, Sesshomaru, dímelo… ¿Quién es esa belleza que eh conocido?"
Levantando la vista de la hilera de números, Sesshomaru Taisho miro fijamente a Inuyasha. Su medio hermano menor -su ropa exquisitamente cortada, su cabello blanco lacio y un poco alborotado, un favorecedor rubor en las mejillas que no eran tan pálidas como las suyas y esos ojos arrogantes que eran siempre ignorados por los fríos de Sesshomaru,- estaba parado a la entrada del estudio.
Sesshomaru estaba confiado en tener que terminar de escribir una carta para su capitán antes de hacer su primera aparición en la recepción, pero mientras estudiaba a su sobreexcitado y seductor hermano, se dio cuenta que sería imposible. Sabía reconocer un problema en cuanto lo veía, y en esa familia los problemas casi siempre llegaban bajo la apariencia de Inuyasha Taisho. No odiaba a su hermano, pero a veces era impulsivo e insoportable y eso provocaba que tuvieran discusiones mínimo cinco veces al día.
"¿Una belleza?" Sesshomaru saco su pinzel y su tinta "Tu prometida, confío."
"No, no, Kikyo, no." Inuyasha desecho la sugerencia de que se tratara de su futura esposa con un elegante movimiento de la mano. "Tenía cierto parecido, pero ten la absoluta seguridad de que no era Kikyo."
Procedente de las terrazas y los salones llegaba el sonido de la musica mezclados con los murmullos de los invitados, que habían llegado esa misma tarde para los cinco días de celebraciones organizadas con motivo de los espósales de Inuyasha, y ahí estaba la familia de su prometida, Lady Kikyo Kaneshiro. Por lo tanto a ellos también se les podía oír, se percato Sesshomaru que tal vez necesitaran compañía, aunque, claro, como se le podía ocurrir a Inuyasha una consideración de tamaña insignificancia.
"Corre la puerta." Le ordeno Sesshomaru con su fría voz, quien espero a que Inuyasha lo hubiese hecho. "Kikyo es una mujer muy bella."
"Pues no esta mal." Inuyasha lanzo una mirada al aparador tallado en bambú que estaba decorando la esquina del despacho. "Pero esta era una mujer… ¡y qué mujer! No te…"
Decidido a terminar el suceso antes de que empezara, Sesshomaru lo interrumpió.
"Iniciar una aventura amorosa el día de tus espósales es de un gusto deplorable."
"¿Una aventura?" La linda cara de Inuyasha se alargo aun más. "¡No podría tener una aventura con esa chica! Pero si es toda ella pura inocencia y ternura."
Si Inuyasha no quería un amorío, ¿Qué era lo que quería? ¿Casarse? ¿Con una chica de la cual no conocía ni el nombre?
Ah, claro. Una fantasía romántica por fuerza tenía que atraer a Inuyasha. El atractivo, inmaduro y desenfadado Inuyasha, que nada más quería seguir siendo el eterno soltero libre y dispuesto sexualmente.
Sesshomaru se quito las gafas de lectura y se froto el puente de su recta, fina y varonil nariz.
"Así que toda inocencia y ternura. Bueno. Me gustaría puntualizar que lady Kikyo también lo es… y además es tu prometida."
"Mi prometida, pero no mi esposa" se apresuro a replicar Inuyasha con osadía.
Sesshomaru había esperado que ocurriera una catástrofe y, finalmente así había sido… Y como era lógico, bajo la forma de una mujer.
"Hasta ahora no te habías opuesto jamás al compromiso."
Inuyasha se puso rígido y se adelanto con aire ofendido.
Se arrodillo y apollo las manos en el suelo, se inclino hacia Sesshomaru y lo miro fieramente con el entrecejo arrugado. Sesshomaru no se intimido.
"¿Qué no me opuse? Por supuesto que me opuse, pero tu hiciste insertar arbitrariamente el anuncio en los periódicos sin consultarme.
"Podrías haber despotricado y gritado hasta hacerme retirar el ofrecimiento en tu nombre. Y no lo hiciste." Sesshomaru tapo cuidadosamente el tintero, coloco el pincel en un pequeño cajón y comenzó a cerrarlo. Algo atrajo su mirada, y lo abrió de nuevo. Dos pinceles habían desaparecido. "¿Las niñas han vuelto a jugar aquí?"
"No lo sé, ¡y no me intentes cambiar el tema Sesshomaru!" Inuyasha golpeo el suelo con los nudillos.
La institutriz no podía llegar a la mansión tan pronto, reflexiono Sesshomaru sin hacerle caso a su hermano. Las niñas se estaban criando como salvajes… O mejor dicho, Shiori se estaba comportando como salvaje, y la mitad de las veces arrastraba a Rin tras ella. La perdida de los pinceles era el menor de los problemas.
"No me opuse porque nunca me diste la oportunidad de hacerlo."
"Y porque lady Kikyo es una mujer muy bonita, además de la hija y heredera del terrateniente Kaneshiro. Y porque sabes que es hora de que sientes cabeza." Reflexionando sobre eso Sesshomaru cerró el cajón. "Un libertino decrepito es algo patético."
"Solo tengo veintiséis años."
"Yo me case a los veintiuno." Sesshomaru agito brevemente el papel para secarlo y lo coloco en una caja de madera. Cerro la caja y se metió la llave en el bolsillo.
Inuyasha molesto observo todos sus movimientos.
"Papá se caso a los cuarenta."
"Con la mía se caso a los treinta. Y con Izayoi primero tuvo que amasar su fortuna para poder permitirse comprar a una novia aristócrata. Además, nuestro padre era un comandante muy importante y tu no lo eres."
Sesshomaru no recordaba a su madre, lo único que supo es que la muerte le había otorgado el deseo haber visto que su único hijo. Pero si recordaba cuando su padre se había vuelto a casar. También el nacimiento de su hermano. Y nunca olvidaría la muerte de su padre. Como tampoco la de aquella mujer que compartió su vida como esposa junto a el. Si, la muerte le había arrebatado a muchas personas de su lado.
"¡No molestes Sesshomaru!, si mi madre te escuchara hablar así de ella te clavaria las orejas con una katana al piso."
"Es muy probable." Sesshomaru echo una vista a su estudio. Cada artefacto, cada detalle, cada adorno estaba colocado con gusto, y todos otorgaban una tranquilidad a la estancia que presidia la actividad profesional de Sesshomaru.
En cuanto a los toques de refinamiento, debía agradecérselos a su madrastra, aunque nunca se lo diría. Lady Izayoi Taisho, perteneció a de las familias de más viejo linaje de Japón, apenas contaba con veinte años cuando se caso enamorada de Inu no Taisho; había sido buena esposa y buena madre para los que ella consideraba sus dos hijos. Gracias a Izayoi, Inu no Taisho se volvió mucho más poderoso en la alta sociedad, podía dar fiestas como las que se iban a dar en el palacio y recibir en sus salones a la aristocracia de Tokio. La gente podía chichuchear sobre ellos, pero los chismes nunca llegarían a los oídos de los Taisho porque los varones de la familia tenían fama de ser tan rápidos como justos en sus represalias.
"Lady Kikyo añadirá tanto brillo al nombre Taisho como mamá cuando se caso con papá." Inuyasha se dio la vuelta, se apoyo en el suelo y, cruzándose de brazos, adopto lo que él consideraba el aire de un hombre maltratado entregado a la reflexión de sus agonías.
"No tiene nada de malo que la familia de Kikyo posea esas plantaciones de té en el esté." Sesshomaru se puso de pie, fue hasta el espejo y se paso los dedos por su sedoso cabello plateado que llegaba hasta debajo de los hombros. Ya no quería hablar con Inuyasha pero sabia que si no terminaba la plática ahora lo seguiría por toda la mansión. "Y tampoco viene a mal que seas lo bastante seductor como para que te miren las chicas, aunque no seré yo quien apele a tu vanidad."
Abandonado el aire pensativo como si se tratara de una capa mojada, Inuyasha lo miro interesado.
"Lo cual nos lleva de nuevo a mi misteriosa dama."
"Espero que no te atraiga por motivos banales."
Sesshomaru debió de haber sabido que era mucho de esperar que Inuyasha desempeñara su papel en aquellos espósales sin plantear problemas.
A su hermano se le daba muy bien montar a caballo, irse con su amigo Miroku, las mujeres y el alcohol. Pero en los últimos tiempos su caballo ya lo había tirado varias veces, Miroku se había casado con la única mujer que lo podía controlar, lo había pillado en el futon equivocada con excesiva frecuencia y se había emborrachado de manera sorprendentemente desagradable en ocasiones numerosas. Ya era hora de hacer que se casara y sentara cabeza, antes de que se rompiera el cuello… o alguien le cortara la cabeza.
Sesshomaru se acomodo su ropa.
"Háblame de esa misteriosa mujer."
Inuyasha recito las virtudes de la mujer con entusiasmo.
"Tenia el pelo negro. Sus dientes son blancos y perfectos y parecen sarta de perlas mas preciosas. Es delagada y llena de curvas como una diosa de mármol." Inuyasha dibujo con las manos las bellas formas de la mujer en cuesion. "Su piel es como…"
"¿La porcelana?"
"¡Sí!" Sonrió Inuyasha dejando ver su propia dentadura blanca.
"Por supuesto." La verdad es que estaba tratando de ignorar a su hermano pues sabia lo que continuaba." Y supongo que sus pezones son como dos retoños de rosas perfectos."
Inuyasha arrugo el entrecejo; rara vez escuchaba y comprendía las burlas de Sesshomaru. Pues nadie sabia si lo eran o no.
"No se nada de sus pezones… Todavía. La sonrisa arrogante de Inuyasha volvió a emerger.
Pudiera ser que Inuyasha comprendiera cosas que Sesshomaru nunca lo creyó capaz de hacer. Aunque no comprendía la importancia de su compromiso con Kikyo y de los dominios que tenia el terrateniente en el esté y el interés de la familia, o de lo contrario no estaría parloteando sobre una invitada desconocida con una buena dentadura y pezones como pétalos de rosas.
"Feh!" Inuyasha se dirigió al aparador y se sirvió una generosa cantidad de sake. "Reconozco esa expresión; es la expresión: yo soy Sesshomaru Taisho y tengo que dirigirlo todo".
"Es extraño. Estaba pensando en la suerte que tienes para conseguirte jóvenes hermosas."
Inuyasha se detuvo antes de dar un trago.
"No seas tonto. Esta es para mí… Aunque no te vendría mal volverte a casar, ¿sabes? Desde que murió Kagura no has sido capaz de encontrar a otra mujer digna de ti, y puede que no fueras tan condenadamente desagradable si de vez en cuando echaras una canita al aire."
Sesshomaru ya había oído eso con anterioridad. La verdad es que las mujeres suspiraban cuando lo veían, pero ninguna se atrevía a hablarle, y eso a él lo desquiciaba.
"Yo me preocupare de mis canas, preocúpate tú de las tuyas."
"Pero tu también te preocupas de las mías o no habrías acordado este maldito compromiso." Inuyasha le dio un gran trago directo a la botella.
"Sacas bastante dinero de la familia, así que bien te puedes ir ganando el sustento de alguna manera."
"¿Haciendo una gran boda para hacer bien mi papel en la familia, eh?" Inuyasha debió de haber estado practicando aquel tono burlón en privado, porque la mueca de desprecio que apareció en sus labios parecía casi sincera. "Ahora hay un papel en el cual puedo aventajar a mi sublime hermano mayor." Entonces, antes de que Sesshomaru se diera cuenta del significado de esas palabras, Inuyasha pregunto: "Así pues, ¿preguntaras como se llama por mí?"
Era evidente que aquella mujer le había secado el cerebro.
"¿Y por qué no se lo preguntas tu?"
Inuyasha hizo girar la botella en su mano.
"No me lo dirá."
Sesshomaru levantó la ceja.
"Me la encontré en la estación esperando a un Jinrikisha (medio de transporte consta de una especie de carrito con dos ruedas con capacidad para una o dos personas). Se suponía que yo tenía que ir a recoger a Miroku, Sango y a Kohaku…"
"¿A que horas fue eso?"
"Poco después de las cuatro."
"Llegaban a las dos."
"Eso explica el porqué no estaban allí." Inuyasha descarto pensando en sus amigos con un encogimiento de hombros. "Me lo perdonaran."
Sesshomaru estaba de acuerdo. A Inuyasha todos le perdonaban todo.
"Estaba allí mismo, hermosa, vestida como extranjera, bien formada… Al principio no la vi. Se bajo del tren y empezó a buscar con la mirada, como perdida y sola…"
"Que enternecedor."
"Pero, en cuanto le pregunte si podía ayudarla, mostro la sonrisa más hermosa del mundo y me dijo: Buenos días Inuyasha."
Sesshomaru experimento la agitación de un malestar en toda regla.
"¡¿Te conocía?!"
"Por supuesto. Y a ti también. Me pregunto por ti… y le dije que seguías igual de aburrido. Ella se rio y dijo: Por supuesto".
Siempre era bueno conocer la reputación de uno. Y saber que la verdad no había atravesado continentes hasta llegar al Reino Unido.
"Me pregunto por mamá. Y por el caballo que ahora pertenece a mi madre, y quiso saber cómo eran los potros que había engendrado. Me pregunto por Kirara, y se seco unas pequeñas lagrimas cuando le dije que la vieja gata había muerto." Inuyasha exhalo un profundo suspiro, provocando que sus hombros subieran y bajaran. "Su pañuelo estaba echo de encaje negro y despedía el más exquisito de los perfumes." Inuyasha, un experto en cuestiones femeninas, dijo: "Limón, canela y creo que ylang-ylang."
"Muy propio de ti saber eso." Sesshomaru se encogió de hombros antes de colocarse su ropa de corte tradicional y fino. Parte de su mente estaba aun en los escritos que tenia pendiente. "Así pues, si ella te conoce, ¿Cómo es que tu no la conoces?"
Inuyasha volvió a llenarse la botella a la boca.
"Te juro que no recuerdo a tan exquisita criatura."
"Qué raro de ti."
Sesshomaru trato de sonar lo mas sarcástico que pudo para que su hermano captara ese comentario, pero no fue así.
"Exacto. ¿Cómo eh podido olvidarla? Ella me adora."
"Encuéntrame a una que no lo haga." replico Sesshomaru con sequedad.
"Cuando mencione mi compromiso sus ojos castaños se volvieron a llenar de chispeantes lagrimas."
Quienquiera que fuera esa mujer, hacía sonar a Inuyasha como un instrumento desafinado.
"Asi que la consolaste." Dijo Sesshomaru aguantándose las ganas de reir por las estupideces que decía su hermano
Inuyasha se llevo la mano al pecho.
"Solo me vasto un beso en la mejilla, para hacer salir aquella maravillosa sonrisa y volviera a brillar con plenitud. Cuento con que tu buena memoria me ayude."
A Sesshomaru le dieron ganas de hacer rechinar sus dientes blancos y derechos, lo único que hizo fue mirarlo con dureza. Inuyasha ¿hablaba enserio? Hasta algunos momentos creyo que era una ridícula broma.
"Así que esta aquí. La traje de inmediato." Dejando la botella medio llena en una bandeja de plata, Inuyasha se acerco a su medio hermano. "Deberías dejar que tu ayuda de cámara arreglase."
Inuyasha tenia razón, pero…
"No me importa. De todas maneras nadie se fijara en mi" dijo Sesshomaru. "El novio aquí eres tu."
"No me lo recuerdes." Inuyasha bufo molesto.
Sesshomaru no tenia ni la mas mínima intención de recordarle a Inuyasha su descontento con la boda con la Kaneshiro. Era el momento de actuar con tacto y de planear las cosas con rapidez; el tacto lo había adquirido a base de esfuerzo, y a lo de trazar planes con rapidez no había quien le pusiera un pie delante. Así era como había ocupado la posición tan importante como jefe de la familia Taisho… y su estatus como comandante dentro del imperio Japonés. Evitaría el desastre de una manera u otra.
En un tono que presagiaba un anuncio importante, Inuyasha le preguntó:
"Sesshomaru, ¿No querrás que sea desdichado, verdad?"
"Trabajo incansablemente por tu felicidad" dijo Sesshomaru sonando tremendamente irónico.
Pero Inuyasha ignoraba todo lo que Sesshomaru hacia por la familia, y este no se lo diría. Era preferible que su medio hermano lo creyera elegante y superficial. Sesshomaru se estremeció. Porque si Inuyasha, con el exelente sentido del honor e incapacidad para el disimulo de sus impulsos que lo caracterizaba, llegaba en algún momento a olerse los verdaderos objetivos de Sesshomaru, exigiría que se le diera el derecho de ayudar… lo cual, sin duda, solo podía conducir al desastre. Era importante que Inuyasha se casara con Kikyo por el bien de Japón.
"¿Qué pasa?" pregunto Inuyasha. "Estas bastante paliducho."
"Por si no te habías dado cuenta hermano, mi color de piel siempre había sido así, además… me estaba preguntando que es lo que hiciste con tu belleza después de traerla aquí."
"¡La perdí! La deje en la puerta…"
"¿Quieres decir que la perdiste de vista?"
"Feh! ¿Y que querías que hiciera. Uno de los sirvientes me hablo para ver si hiban a servir a una persona mas en la cena y cuando volví, la chica había desaparecido."
"Que mala suerte." Sesshomaru sonrió con mordacidad y arrogancia.
"Ninguno de los sirvientes sabia con quien estaba, aunque todos andaban como locos por algo."
"Quizá no fuese una dama."
"Sandeces Sesshomaru, ¿A a que te refieres con eso?"
"Me refiero, hermano, a tus antecedentes de tomar actrices y a mujeres de la vida galante, y a las que siempre termino pagando para liberarte de sus garras."
Ofendido, Inuyasha le aventó un puñetazo, al cual Sesshomaru esquivo.
"¡Iba vestida a la última moda francesa, tenía una forma de hablar de lo mas refinada y, lo que es más importante, conoce la mansión! ¡Nos conocía. A ti y a mí!" Grito hecho un enojo Inuyasha al fallar su golpe.
"Si, ya me lo habías dicho. Pero estaba sola, y las jóvenes serias no viajan solas."
"¡Eres un estúpido Sesshomaru!" escupió Inuyasha "Solo lo dices para molestar."
"No seas idiota, Inuyasha, a mi no me gusta perder de esa manera el tiempo."
Sesshomaru había expuesto su punto de vista y le regocijaba dejar que Inuyasha se sacara los sesos pensando en ello.
"Es evidente que era una invitada a la que alguien se le olvido recoger, aunque cuando le pregunte, se rio con una carcajada que sonó como una campana…"
"¿De monasterio o de reloj?"
"¿Qué?" Inuyasha arrugo el entrecejo fastidiado y le dio un puñetazo en el brazo a su hermano lo bastante fuerte como para hacerle un moretón. "Deja de molestarme."
Sesshomaru le devolvió el puñetazo con la suficiente fuerza como para recordarle quien era el más alto y el más fuerte y quien, cuando eran niños, le había echo comerse a la fuerza más de una desagradable y grasienta astilla de jabón de la cocina sentado sobre su pecho. "Lo haré."
A pesar de todo, era muy raro que los hermanos se entendieran entre si de una manera que por estaba vetada al resto del mundo. Sesshomaru le puso una mano en el hombro a Inuyasha.
"Andando. Vamos a buscarla." Dijo este último solo para ver que tan difícil seria desasearse de la mujer.
Continuara…