Disclaimer: Los personajes ni nada que se reconozca son de mi propiedad. Las pequeñas historias sí lo son.

Hola? Alguien por ahí? Oh por dioooos! Que ha pasado tanto tiempo que subo algo a esta historia que me sorprende que no me haya dado cuenta antes que mi última actualización fue en el 2016, ¿en qué momento pasaron tres años? Bueno, lo importante es que aquí vengo con un nuevo one shot y uno muy largo y drámatico jeje. Me encanta el drama y el Hurt y todo lo que demuestren mi verdadero yo, una mujer sad. Una broma! jajaj soy muy alegre y feliz, aunque demuestre lo contrario.

Bueno, tengo un par de cosillas que decir con respecto a este capítulo, la primera y más importante creo (no sé qué tanto, ustedes juzgarán) que la personalidad de Goku aquí resulta ser un poco OOC -quizás mucho- pero! -si siempre hay un pero- creo que realmente Goku es una persona (o sayayin) violento, es decir, obviando el hecho de que es una serie que trata de peleas, su personalidad demuestra siempre el sayayin oculto que tiene dentro y que aunque jamás en ningún capítulo se demuestre que él le haya incluso levantado la voz a Milk alguna vez, eso no quiere decir que algo como esto no puede pasar, después de todo, Milk a pesar de su explosiva personalidad nunca le ha hecho a Goku algo que realmente le enoje y saque a relucir su lado sayan. Y hablando de esto, debo aagradecer profundamente a Lemonale Ouji por su idea del traje! (sí, para esto necesitaba la excusa de Goku molesto) jajaja Muchas gracias chica! de verdad que fue una muy buena idea, nunca pensé en su traje azulito jajja eres lo mejooor!

Tengo también una pregunta jajaj y es que he leído demasiados fanfic en los que Goku va a pedirle ayuda a Vegeta con respecto a su matrimonio, como si él fuese el experto en relaciones con humanos jajajaj solo me parece chistoso, no lo juzgo pero como explico en el mismo fic, creo que no tiene mucho sentido, sobre todo porque es Goku quien lleva más tiempo casado con Milk e incluso viviendo en el planeta tierra duh jajja De todos modos entiendo el hecho de que Vegeta es muchísimo más responsable que Goku para con su familia, pero creo que va más por un hecho de madurez, porque vamos! se nota a mil lenguas que Goku es un inmaduro de primera!

Para aclarar de inmediato: Cursiva es tiempo pasado. Y normal es tiempo presente.

Muchas gracias a toda/os quienes siguen mi fic! Sobre todo -como siempre- a quienes se dan esos minutitos (si es que no son segunditos) en comentar mi historia y que a pesar de que soy super inconstante y la peor del mundo por volver tres años después, quiero que quede claro que nunca planeo decepcionarlas, si no todo lo contrario, quiero que sepan que son muy importantes para mi y que este capítulo es para ustedes quienes a pesar del tiempo siguen estando aquí presente en sus review's o favoritos o seguidos! Son lo mejor del mundo, sepanlo.

Otra cosa y lo último:

Queda solo dos viñetas más para el final del fic, es decir, fácilmente podía ponerle estatus completo ahora porque las viñetas no se relacionan, pero es que tengo en mente otra viñeta que contendrá lemon :) jajsjja siii se basará en lemon y pues, la última que se viene la tenía planeada en mi mente hace mil años atrás (cuando comencé el fic) así que para que sigan esperándome quienes lo hacen.

las quiero. Son lo más.

Un abrazo y nos leemos pronto.

(Ya vendrá actualización de Pale, no se desesperen)

Disfruten!


Como una primera vez

Descontrol: Como cuando no tienes una buena reacción.


Cuando abrió sus ojos sintió una ligera punzada en su cabeza. La luz que se colaba por las cortinas abiertas le llegaba directo al rostro, por lo que cuando sus ojos hicieron contacto directamente con los rayos del sol arrugó el cejo y tuvo que colocar sus manos frente de su rostro para poder evitar la potente luz que solo lograba hacerle escocer aún más la cabeza.

Maldijo entre dientes, sabiendo que si Milk lo escuchaba le llegaría un par de gritos bien puestos.

Y entonces recordó.

Ahora fue tiempo de recibir una punzada en el costado izquierdo de su pecho.

No recibiría ninguna queja por parte de su esposa —al menos por aquel día—, quizás incluso por cuánto tiempo más. Quizás nunca más.

Se levantó de la cama con pesadez, como nunca antes se había levantado. Sus oscuros ojos hicieron un leve recorrido por su habitación. Era un desastre y estaba seguro que en ese momento él también lo era.

El armario seguía teniendo aquel hueco que dejaba ver el fierro que se utilizaba para colgar las prendas, sin nada dentro. Tan vacío, tan sin sentido como se sentía el en esos momentos.

Incluso no tenía hambre, ¡Son Goku sin hambre!, ¡por todos los dioses!, ¿qué clase de Goku era si no tenía hambre?

Soltó un bufido por lo bajo mientras sus ojos seguían estando fijos en aquel hoyo en el armario, bajó su vista y vio los pedazos de maderas aún salpicados por el suelo, sin ser recogidos por nadie, al igual que toda su ropa. Sin haber sido recogidos por ella.

¿Q-qué estás haciendo?

En su cabeza oyó su propia voz.

Cerró los ojos nuevamente y se dejó caer en la cama con dureza, se llevó su brazo encima de su rostro para cubrir sus ojos de la molesta luz del sol. ¿En qué momento su vida tan especial se había convertido en esto? Despertar con una resaca que le estaba partiendo la cabeza.

Por primera vez en mucho tiempo Son Goku se sentía como un cobarde, como un maldito debilucho que no tenía el derecho de retar a nadie a ninguna lucha. Como un luchador sin honor, como un maldito sayayin sin cola. Incluso le dolió pensar en eso.

Ser un sayayin.

Él no lo había pedido. Nunca. Y jamás tampoco se sintió como uno. Hasta aquella noche.

¿Hola? preguntó en el momento en el que entró a su casa.

Su habitual gi anaranjado estaba roto por varias partes de su cuerpo, pero aquello realmente no le podía importar menos porque estaba demasiado contento con el entrenamiento que había tenido con Wiss, el dios Bills y Vegeta. Además de eso se encontraba completamente sucio con las botas llenas de barro, por lo que decidió dejarlas a un lado de la puerta, estaba seguro que aquello le agradaría a su esposa, puesto que ella siempre le reclamaba el hecho de no quitarse las benditas botas en la puerta y dejar la casa llena de mugre.

¿Hay alguien en casa? llamó nuevamente al ser ignorado la primera vez. Sorpresivamente no se encontraba nadie en ninguna parte visible y eso incluía la cocina, por lo que rápidamente buscó el ki de su mujer y se sorprendió al encontrarla acercándose a la casa a una velocidad que le informó que venía llegando en el auto o en algún vehículo veloz.

Torció el gesto, ¿hacia dónde habría ido?, ¿y por qué vendría llegando a esta hora?, ¿y dónde estaría Goten? No podía sentir su ki por los alrededores por lo que asumió que no se encontraba cerca y por conclusión debía estar en casa de Bulma jugando con Trunks.

Se sacó rápidamente la parte de arriba de su gi, dispuesto a tomar una relajante ducha en el baño de su habitación para hacerlo lo más rápido posible, tiró su ropa en el suelo del salón y sonrió cuando sintió a Milk al otro lado de la puerta.

Junto con el ruido de la chapa, su estómago gruñó.

Él sonrió.

¡Hola, Milk! su sonrisa se expandió y llevó una mano a su estómago—, llegué a casa, ¿qué hay para comer? ¡Muero de hambre!

No lo vio venir y agradeció mentalmente el hecho de tener unos excelentes reflejos, porque sino, la lamparita de mesa le habría caído directamente en la cabeza. Confundido miró a su esposa que aún seguía con el brazo que utilizó para lanzar aquel objeto estirada.

¿Q-qué pasa? preguntó él completamente confundido ante el ataque repentino que su esposa había tenido. No esperaba que ellas estuviese enojada con él, de hecho todo lo contrario porque esta vez él sí que había tenido la "autorización" de su esposa para ir a entrenar con el dios de la destrucción y que además de eso, había llegado antes de lo presupuestado.

Q-quiero... Quiero que tomes todas tus cosas y te largues ahora mismo de mi casa su respiración era agitada y él entonces pudo notar que sus ojos se encontraban rojos, como si hubiese estado llorando durante todo el día.

Él muy al contrario de hacerle caso a lo que ella le estaba exigiendo, la quedo mirando perplejo mientras pestañeaba continuamente, casi como si haciendo aquello él lograse entender lo que estaba sucediendo en ese momento.

Pe-pero, ¿por qué? Tengo hambre y acabo de llegar... ¿Qué sucede, Milk?, ¿por qué estuviste llorando? él dio un paso hacia adelante, su esposa retrocedió uno y aquello le hizo sentir una ligera molestia en su pecho.

La pelinegra que mantenía sus largas hebras firmemente apretadas en un moño contrajo el gesto, sus ojos nuevamente se nublaron de espesas lágrimas y entonces caminó a paso firme hacia su habitación, pasando por un lado de su esposo sin mirarlo a la cara.

El sayayin torció el gesto con angustia al no saber realmente qué estaba pasando y mucho menos qué habrá hecho él mal. Conocía a Milk, la conocía como mucha gente no tenía idea, incluso sabía que era muy probable que nadie la conociera mejor, y sabía que ella no era una persona que se molestaría con él solo porque no tuvo un buen día. Sobretodo si era primera vez en un par de meses que se veían. Sabía que había algo mal, que algo estaba terriblemente mal con ella y él obviamente no se aburriría hasta saber qué demonios era lo que había pasado.

Con lentitud se acercó a la puerta de su habitación que se mantenía cerrada y golpeó.

Nada.

Soltó un bufido y golpeó nuevamente.

¡Vete! se oyó la voz de su esposa al otro lado de la puerta.

Goku se rascó la nuca con confusión, no sabiendo muy bien qué hacer.

Se restregó la cara con ambas manos y se levantó de la cama dispuesto a darse una ducha. Debía hacerlo, sobre todo porque podía sentir su aroma actual en su nariz, el alcohol parecía tener un aroma bastante intenso que parecía no pasarse simplemente con el tiempo.

Se quitó la ropa con rapidez y luego se dirigió a su baño.

Se miró al espejo con fijeza. Cosa que él jamás había hecho con anterioridad. Goku no era un tipo pretencioso, eso todo el mundo lo sabía y tampoco era que sintiera un rechazo ante su reflejo, sin embargo, en ese momento, cuando sus propios ojos le devolvieron la mirada, él sintió asco de sí mismo. Y no precisamente por su aspecto —el cual dejaba mucho que desear—, sino más bien porque una y otra vez se le repetía su reflejo en los ojos oscuros de Milk. Su muy, muy furioso rostro.

Por primera vez se arrepentía de no haber hecho caso a la primera y haber seguido su instinto.

Si hubiese sabido cómo todo iba a terminar, él simplemente hubiese agarrado su ropa sucia y se hubiese ido a bañar al bosque o a donde Vegeta, a cualquier lugar.

Nunca debió haber insistido.

Por supuesto que no le costó nada abrir a la fuerza la puerta que se suponía debía estar con el seguro, obviamente para impedirle el paso. Pero no le importó, cuando oyó un sollozo salir de Milk se sintió un tanto desesperado y ¿por qué no decirlo? Hambriento, por lo que necesitaba realmente arreglar las cosas con Milk para que le preparara alguna exquisitez. ¡Cómo extrañaba la comida de su esposa en esos momentos!

Sin embargo, al entrar quedó sorprendido de lo que ella estaba haciendo.

Del armario estaba lanzando al suelo todas sus pertenencias, desde la cantidad abismante de gi de combate que tenía hasta los trajes más costosos que ella misma había elegido para él.

En ese momento algunos mechones de su cabello caían desordenados por su frente y espalda, fuera del ya no tan perfecto moño apretado común.

¿Q-qué estás haciendo? preguntó él frunciendo el ceño ante la imagen de ver toda su ropa repartida por el suelo.

Y ella parecía no cansarse de revisar cada cajón del cuarto para lanzar la ropa de su esposo fuera de su lugar.

Ya que te cuesta tanto sacar tus cosas yo las voy a sacar por ti para que te vayas lo más pronto posible soltó ella sin mirarlo a la cara mientras que sus lágrimas aún resbalaban por sus mejillas.

Bueno, bueno... Es suficiente él torció una sonrisa nerviosa y se acercó a su esposa.

No es que a él no le gustase el contacto físico con Milk, de hecho todo lo contrario, cada vez le parecía más y más necesario tener de vez en cuando a Milk entre sus brazos, cerca de él. Sin embargo, aquella artimaña de estrecharla contra su cuerpo siempre la utilizó para calmar su molestia y sabía que esta vez no iba a ser la excepción.

Se acercó a ella con ambos brazos estirados dispuesto a abrazarla, muy al contrario de lo que él creía, ella dio un salto hacia atrás, alejándose de manera exagerada.

Nuevamente sintió una molestia en su pecho, sintiéndose dolido y rechazado.

¿Cómo quieres que te explique que no quiero que te acerques?, ¡lárgate de una buena vez! chilló ella lanzándole en el proceso una de sus camisetas blancas que segundos antes había sacado del cajón.

Él nuevamente parpadeó confundido, ¿qué era lo que había hecho mal esta vez? No lo sabía y si ella no se lo decía era muy difícil para él saberlo, si es que no imposible.

¿Qué hice mal? optó por preguntar directamente—, ¿por qué estás enojada conmigo si no he hecho nada? Siquiera estaba aquí como para haber hecho algo.

Milk soltó una risa irónica entonces y volvió a rebuscar entre las cosas todo lo que pertenecía a Goku.

Eso mismo, Son Goku soltó su nombre con tanto veneno que él estuvo seguro de que si aquello matase, él estaría ya sepultado bajo tierra—. No estuviste... Yo... Nunca estás y nunca estarás, no sé para qué sigo aferrándome a ti.

Él intentó sonreír, aunque le costó en aquel momento. Se sentía confundido, hambriento y por sobre toda las cosas ansioso, como si algo realmente estuviese a punto de pasar, algo realmente malo.

No sigas sacando mis cosas pidió él con la voz ahogada, no sabía el porqué de aquello, pero verla sacar sus cosas de los muebles le causaba una desesperación inmensa.

Era casi como si el hecho de que sus cosas no estuvieran en su lugar significaría que él realmente se hubiese ido. No como todas las veces anteriores en las que se fue, si no que esta vez haberse ido, en serio, para nunca más volver. Y él siempre había creído que su hogar era el único lugar al que siempre podría llegar y todo siguiese como siempre, con Milk tarareando una canción en la cocina, con su hijo correteando de ahí allá, con las visitas diarias de Gohan y su nietecita Pan, con sus cosas en el lugar al que habían pertenecido hace ya veinte años...

Soltó entonces un bufido y elevó ambas manos en señal de rendición.

Está bien dijo—, me iré, pero ya deja de tirar mis cosas al suelo.

Ella rió nuevamente. No sabía por qué pero esa risa realmente le molestaba, le hacía recordar sin saber porqué muy bien a la risa de Freezer, no es que se pareciera en el tono de voz o algo por el estilo, más bien lo hacía sentir casi de la misma forma.

Bien dijo ella y se irguió con un gran bolso, el cual dejó caer en la cama—, echa tus pertenencias en ese bolso y lárgate.

Él rápidamente sacudió su cabeza de manera negativa.

No.

¿No? chilló Milk cruzando sus brazos a la altura de su pecho.

No repitió él mirándola con una pizca de molestia en sus ojos—, no me llevaré nada. Dormiré hoy afuera y luego cuando quieras hablar entonces...

Ella se acercó a él con rapidez y lo empujó con ambas manos, no es que realmente lo corriese, más bien, él se quedó en el mismo puesto y ella dio un salto hacia atrás, sin poder correrlo ningún milímetro, pero por alguna razón pareció que a ella le dio un poco de alivio poder hacer el gesto.

Eso no va a pasar aseguró ella secándose rápidamente el rastro de lágrimas que su anterior llanto había dejado, en ese momento sus ojos ya se encontraban seco—. Eso ya no va a volver a pasar nunca más.

Entonces esperaré a que se te quite el enojo —se encogió de hombros. Milk en su puesto apretó sus puños.

Vaya soltó con amargura, qué fácil siempre ha sido esto para ti, ¿verdad? sonrió nuevamente de aquella manera tan molesta y... escalofriante, sacudió su cabeza—. Bueno... lo haré más fácil esta vez yo, Goku lo miró fijamente a los ojos, él pudo notar cierta maldad en ellos, como si realmente ella quisiese herirlo de alguna forma—. Nunca más vamos a conversar, al menos de cualquier cosa que no tenga que ver con nuestro hijos, ni te haré esperar a que se me quite este enojo, porque no pasará.

Él entrecerró los ojos, no sabía muy bien lo que ella estaba tratando de decir, solo podía sentir que con sus palabras su esposa esperaba realmente hacerle daño.

—Nos divorciaremos, Goku.

Bien. No sabía ni idea qué diablos significaba "divorciaremos", pero estaba completamente seguro que no era alguna cosa buena. Frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

Ella bufó.

—Obviamente no tienes idea —habló con sarcasmo y él se sintió ofendido, sabía que de alguna manera u otra ella lo estaba tratando de imbécil y no le gustó para nada. Suspiró—. Tú y yo ya no seremos más marido y mujer, nuestro matrimonio se anulará y no tendrás que volver jamás a mi, ni dirigirme la palabra, ni verme más, no tendrás que escuchar más mis sermones. Y yo no escucharé nunca más de tu boca que te marchas, claro, cuando te dignas a avisarme que lo harás.

—¿Qué? —se atoró con su propia saliva y pegó sus ojos fijamente en ella.

En medio de su propia ropa, ambos, se miraron fijamente a los ojos. No es como si antes no la mirara directamente, sino que esta vez intensificó su mirada e intentó poder ver más allá de los ónices negros de la mujer. Quería encontrar alguna respuesta a lo que le estaba diciendo en ese momento, encontrar el porqué o quizás que su mirada fiera le dijese que todo se trataba de una broma, una mala jugarreta para enseñarle que no debía marcharse por mucho tiempo. Algo, cualquier cosa.

Nada ocurrió.

Él no encontró nada dentro de la mirada de su esposa, solo furia, una rabia ciega que nunca antes había visto en ella.

—Lo que escuchaste —susurró entonces Milk corriendo su vista.

—¿Quieres decir que ya no seremos esposos? —preguntó con torpeza moviéndose por primera vez de su puesto, intentando encontrar los ojos de su esposa, pero Milk había vuelto a su labor de buscar entre las cosas las pertenencias de Goku.

—Exactamente.

—No, oye... Pero... —él intentó aclarar el remolino de palabras que en esos momentos se le estaban atorando en la garganta, necesitaba hilar una frase correctamente, saber si esto era real o al menos entender qué diablos estaba sucediendo, qué había hecho mal—. No podemos hacerlo, dijimos que no nos separaríamos hasta que la muerte nos separase.

Milk rió irónicamente otra vez al tiempo que se arrodillaba para buscar más profundo en el clóset.

—Pues ya haz muerto varias veces, supongo que eso se anuló cuando fuiste asesinado la primera vez —soltó ella rebuscando en el armario.

—Pero... Nos amamos —fue un murmullo, uno bajito, casi como si se avergonzara de decirlo en voz alta.

Milk entonces, con una caja entre sus manos, salió del armario y pegó sus ojos nuevamente en él.

Goku una vez más pudo ver el ardiente fuego en ellos.

—Eso no es verdad —Milk se levantó del suelo con la caja aún entre sus manos—. Tú nunca me amaste y yo no lo hago más.

Algo dentro de él se agitó, se agitó con fuerzas, pudo oír incluso como su corazón palpitó fuertemente contra su pecho. Le dolió, no fue un dolor que ya haya experimentado antes, fue distinto, un diferente tipo de dolor, uno que realmente dolía más que cualquier contusión física.

Sonrió vacilante en su puesto y dio un paso hacia ella.

—Estás mintiendo —dijo con firmeza—, dijiste que siempre lo harías. Estás mintiendo.

Ella sacudió su cabeza, sin dejar de mirarlo en ningún segundo.

—No lo hago, Goku —su cejo se tensó—. Te odio. No te amo más, de hecho te odio, te odio, te odio, te odio, te...

—¡Cállate! —gritó él apretando los dientes y mirándola con sorpresa. En ese momento por su mente se pasaban las millones de veces en lo que ella le había dicho que lo amaba y que siempre lo haría, ¿cómo podría haber sido una mentira si en ese momento sonaba tan convincente? ¿Acaso todos los te amo habían sonado igual de convincente de lo que están sonando estos te odio?

—¿Callarme? —Milk enarcó una ceja—, ¿quieres que me calle?, ¿no quieres saber la verdad?, ¿no quieres que te diga que lograste que terminase odiándote? Porque lo hago, Goku, ¡te odio!

—¡No! —le gritó él entonces apretando sus puños, una creciente rabia le comenzó a surgir desde la boca del estómago—. ¡Tú me amas!

—¡Ya no, Goku!, ¡ya no te amo!, ¡así que... así que toma tus malditas cosas y lárgate de una vez! —le dijo mientras abría la caja, de esta cayó al suelo el antiguo y pequeño gi azul de Goku, el primer traje de combate que uso, el que su abuelito en especial le había comprado a él.

Él vio este caer al suelo, sintió que cayó lento, frunció el gesto y pegó nuevamente su mirada brillante en Milk. Sacudió su cabeza con rapidez.

—No.

Ella se acercó entonces a él, pegó las palmas de sus manos en su pecho y comenzó a empujarlo con fuerzas, él no se movió del lugar. Agarró sus muñecas con firmeza y se las quitó de encima.

—¡No te quiero aquí! —gritó ella desesperada.

—No me voy a ir si no dices lo que hice para que me dejaras de amar —dijo él con la mandíbula apretada, sentía que en cualquier momento podía romperse algún diente.

—¡Todo! —soltó con desesperación—, ¡todo lo que haces me hizo dejar de amarte! —comenzó a tomar ropa que estaba en el suelo y empezó a tirársela con fuerzas—, ¡todo lo que representas! —las lágrimas volvieron a aparecer en sus ojos—. ¿Quieres ser un maldito héroe? ¡Sé un maldito héroe!, anda a salvar al mundo, ¡salva a quien tengas que salvar! De todas maneras... —sollozó y agarró entre sus manos su antiguo traje azul—, de todas maneras —un hipido salió de su boca—, no pudiste salvarlo.

Goku frunció el gesto y se acercó.

—¡Aléjate! —le gritó.

—¡Dame el traje que me dio mi abuelito! —le gritó y tomó el traje con sus manos.

Ella lo tironeó.

—¡Aléjate de mi! —le dijo echándose hacia atrás. Él pudo ver su fiereza en sus ojos y en esa misma sintonía pudo ver el odio. Y la rabia creció.

¿Por qué lo odiaba?, ¿cómo fue capaz de mentirle tantos años?, ¿tantos años diciendo que lo amaba para que al final nunca haya sido cierto?, ¿qué pasó con el "para siempre"? ¿quién era esta desconocida? Porque sabía, él sabía que la mujer que tenía al frente, tironeando el maldito traje no era su explosiva esposa, era una desconocida, una enemiga que quería dañarlo irreparablemente.

—¡Dámelo! —gritó él.

Ella tironeó entonces con fuerza.

Y la tela cedió.

El sonido de la prenda siendo rasgada fue lo que hizo el clic.

Él no supo en qué momento tuvo esa reacción, ni lo que estaba pensando cuando aquello sucedió. Solo sintió el dolor al ver la prenda romperse, y escuchó los continuos "te odio" con la voz de Milk. No supo en qué momento él empuñó la mano. Vio en los propios de Milk su reflejo, su ceño fruncido, sus dientes apretados, su propio dolor, la vio a ella intimidarse de inmediato, vio su terror, porque en ese momento su esposa sintió terror de él. ¿En qué momento llegó a eso? ¿En qué momento él empujó a Milk al armario? Solo lo hizo, con una mano la empujó con fuerzas al armario aprisionándola entre el objeto y su cuerpo y con la otra empuñada la amenazó por una milésima de segundo, luego su puño se estampó a un par de centímetros lejos del rostro de su esposa. El armario cedió y se hizo añicos bajo sus nudillos.

La respiración de Milk subía y bajaba agitada. Su propia respiración también se agitó.

La rabia no cedió. De hecho, ante aquella situación solo aumentó.

La miró fijo por unos minutos, ella seguía espantada bajo su brazo, su mano aún enterrada en la madera rota.

Se alejó entonces con rapidez, sabiendo que si no lo hacía quizás qué haría. Ella se quedó aún ahí, sin moverse, tiritando.

Él se volteó y sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo tomó su mesita de noche y la estrelló contra la pared contraria, al tiempo que soltaba un rugido estremecedor que salió desde la boca de su estómago.

Miró el objeto añicos en el suelo, respiró de manera agitada por varios minutos más.

La rabia había logrado que el se transformara en súper sayayin, aunque no podía decir en qué momento el cambio sucedió. Cuando respiró por decimoquinta vez su cabello volvió a ser oscuro y sus ojos se volvieron negro, y en ese momento entró en razón de lo que había hecho. Sintió su corazón en su boca y las manos le tiritaron. Con la respiración aún acelerada, su pecho subiendo y bajando y con mirada sorprendida se volteó hacia donde aún se encontraba su esposa.

Tan pequeña, tan asustada, tan... rota.

Su espalda pegada al armario, sus ojos grandes y secos, sus labios entre abiertos, su pecho subiendo y bajando con rapidez, sus manos temblando, sus rodillas doblándose, su moño desordenado, su flequillo pegado a su frente.

—M-Milk... —su voz salió ronca, quebrada. Sus ojos se inundaron en lágrimas—. Milk, yo...

Entonces ella se movió con rapidez. Le quitó la mirada de encima y corrió fuera de la habitación.

Esta vez él no la siguió.

Tragó el trozo de pan que masticó segundos antes, con desgana.

Cielos, ¡la casa se sentía tan silenciosa!

Volvió a masticar con brusquedad el pan que tenía en su mano, sintiendo como cada trozo llenaba su vacío estómago.

Su cabello aún húmedo por la ducha hizo que le gotease por la espalda. Aquello siempre le había incomodado y extrañó horrores en esos momentos a Milk, quien de seguro hubiese tomado una toalla y le hubiese colocado en su cabello para restregarlo y así secarlo un poco, para después reclamarle que si no se lo secaba podía coger un resfriado. Sonrió con tristeza, él nunca se enfermaba, sabía que no era probable, pero la dejaba hacer, porque sabía que de alguna manera extraña y retorcida, ella disfrutaba haciendo esos pequeños detalles por él.

Dejó el pan a medio comer encima de la mesa y se pasó una mano por su frente también humedecida por su cabello.

¿Qué fue lo que hice? susurró para nadie, sabiendo esta vez realmente lo que había hecho.

—¿Qué diablos haces aquí, Kakaroto? —Vegeta salió hacía el balcón al sentir la energía de su "enemigo declarado" acercarse a toda velocidad hacia su casa.

Cuando sus ojos se pegaron en Goku, pudo darse cuenta que algo no estaba bien, para nada.

¿Estaba...?

—¿Estás llorando? —Vegeta torció el gesto disgustado ante tal imagen tan patética.

—Necesito ayuda —dijo él con desesperación mirando al hombre más bajo con desesperación—, necesito que me expliques, necesito que... Necesito solucionar algo malo que hice... Algo realmente malo...

El pelinegro de cabellos en punta torció el gesto.

Y lo oyó.

Escuchó cada detalle de lo que había sucedido quizás un par de horas antes en la casa de los Son, escuchó a Goku relatar detalle a detalle las acciones que la arpía había hecho en el momento en que pisó la casa y lo pilló a él ahí dentro. Escuchó cómo se sintió Goku cuando ella le dijo que le odiaba y cómo le hizo enojar de sobremanera que ella haya tomado su gi antiguo, y cómo la rabia incrementó cuando lo rompió, y cómo la sintió como una enemiga en ese momento. Relató todo con lujos.

Y él simplemente escuchó asintiendo de vez en cuando.

Entonces cuando él terminó soltando nuevamente un par de lágrimas, Vegeta simplemente entró a la casa y un par de minutos más tardes volvió a salir con una botella de quizás qué cosa.

—Esto puede ayudar un poco —dijo con suavidad entregándole el trago.

—¿Para qué me servirá esta botellita? —preguntó.

—Te emborrachará —explicó.

—No veo mucha ayuda en eso —Goku frunció el ceño viendo la botella—. Yo necesito saber por qué reaccioné así, saber qué hacer...

Vegeta entonces se encogió de hombros mirando hacia el horizonte. Goku le vio el perfil con molestia.

—No sé —soltó el más bajo—, no entiendo por qué recurres a mí, Kakaroto. Tú conoces mejor a tu mujer y si tú no sabes qué diablos le pasó, menos lo sabré yo. Además que llevas muchos más años junto a ella de los que yo llevo con Bulma.

—No te estoy pidiendo ayuda para saber qué le pasó a Milk, ni para arreglar esto —masculló él molesto—. Necesito saber si esa reacción que tuve fue porque soy un sayayin. Si realmente hubiese sido capaz de... Capaz de... golpearla y que no lo hice porque crecí aquí en la tierra y no tengo ese instinto muy a flor de piel.

—No entiendo...

—¡Diablos Vegeta! —gritó Goku—, ¡le levanté la mano a Milk! —chilló y sus ojos nuevamente se inundaron en lágrima—, ¡estuve a punto de golpearla!, ¿qué hubieses hecho tú? ¿Acaso esa sobrereacción es por mi sangre sayayin?

Vegeta se encogió de hombros.

—No sé, Kakaroto —masculló el más bajo con los dientes apretados—. Bulma jamás me ha hecho enojar realmente, menos como para transformarme en un súper sayayin. Y creo que si eso sucediera, es muy probable que no logre controlarme como lo hiciste tú... Después de todo, ser violentos va en nuestra sangre. Es exactamente eso lo que nos hace ser Sayayin.

Después de eso Goku abrió la botella de licor y le dio un largo sorbo, la mueca de disgusto, sin embargo, no se hizo esperar.

Tres golpes en la puerta lo despertaron de su ensoñación.

Algo dentro de su pecho se agitó y él corrió para abrir. Sabía que las probabilidades de que fuese Milk quien golpease eran mínimas. Después de todo, sabía que ella no volvería.

La persona detrás de esa puerta, sin embargo, de igual manera le hizo animarse un poco, aunque solo fuese un poco.

—Gohan... —susurró y sonrió.

La sonrisa se le borró inmediatamente, asustado estudió rápidamente el gesto de su hijo. ¿Su madre le habrá contado...?

Aquella idea la descartó de inmediato, suponía que si Milk le hubiese dicho, él no tendría esa mirada de preocupación para con él.

—Hola, papá —le dio una sonrisa lastimera y añadió con rapidez—, ¿puedo pasar?

Goku asintió y se corrió de la puerta con ligera torpeza, Gohan lo notó.

—Vaya, a penas ha sido un día y esto ya es un desastre —el muchacho se rió con suavidad—. ¿Qué fue esta vez para que se enojara de esa manera contigo, papá? —su hijo mayor se giró y lo miró fijamente.

Él se acercó desesperado.

—¿No te dijo?, ¿no te dijo nada? —habló atropelladamente—. Yo llegué... Llegué y ella solo quería que me fuera, me comenzó a sacar las cosas del armario, ella habló de disorviarse o algo así, no recuerdo la palabra, Gohan, pero significa que ya no seremos esposos... —no quiso decir todo lo que sucedió, obviando el tema del golpe, tampoco quiso comentarle acerca del hecho de que al parecer su madre había dejado de amarlo—. Necesito que me cuentes... Por favor, en serio que necesito.

—Papá, cálmate —pidió Gohan con mirada preocupada, observó cada detalle del rostro de su padre, notó sus ojos enrojecidos—. ¿Estuviste llorando? —torció el gesto, sin recordar cuándo había visto a su padre llorar por algo—, ¿qué sucedió?, mamá solo me pidió que viniese a buscar sus cosas... Creo que esta vez está realmente enojada, papá.

—¡Pero no sé qué hice! —gruñó él—, yo solo llegué y ella me quería fuera.

—Espera —Gohan lo detuvo y lo miró fijo—, primero que todo, ¿comiste algo? Lamento decirlo papá, pero te ves terrible...

Goku asintió.

—Comí un poco de pan.

Gohan rodó los ojos.

.

.

.

—Bien. Estás preocupándome en serio.

El menor de ambos pelinegros miró a su progenitor con el entre ceño fruncido. Sabía que su comida no era ni cercana a lo que su madre preparaba, pero no era algo malo, de hecho, él siempre se enorgulleció de cómo era que le quedaban los huevos revueltos con arroz, y su padre, que devoraba cualquier cosa que se le pusiese en frente, solo miraba el plato con tristeza.

Soltó un suspiro.

—¿Qué sucedió, papá? —preguntó Gohan esta vez poniendo atención a su padre—, ¿por qué mamá siquiera quiere venir a buscar sus cosas?

Goku sacudió su cabeza con desespero.

—Yo... —no fue capaz de seguir, ¿cómo le diría a su hijo que estuvo a punto de golpearla?

—¿Dices que quiere divorciarse? —intentó una vez más Gohan.

Goku asintió.

—Sí, esa misma palabra usó ella —respondió.

—¿Estás seguro? —cuestionó nuevamente, no veía probable un divorcio entre sus padres. Siempre se enorgulleció del amor puro que sus papás se tenían el uno al otro.

Volvió a asentir.

—Ella dijo eso, Gohan —lo miró fijo—. Tienes que convencerla de lo contrario...

—No puedo hacer eso, papá —él pestañeó confundido—. Tú tienes que hacerlo, deben arreglar ustedes sus cosas personales.

—Pero ella no quiere volver a verme jamás —aseguró—. ¿No sabes nada?, ¿sabes qué pudo haberle pasado?, quizás vino algún villano en mi ausencia y le hizo algún tipo de brujería para que dejase de amarme.

—Ay, papá —Gohan rodó los ojos, un pequeño rubor cubrió sus mejillas en ese momento—. Eso es imposible, ¿cómo no nos hubiéramos dado cuenta de algo como eso?

—¡Pues no sé! —volvió a desesperarse—, debió haber pasado algo, realmente algo malo...

El pelinegro se quedó en silencio por un par de minutos, miró hacía el frente y torció sus labios. Respondió con suavidad sin mirar fijamente los ojos de su papá.

—Pues... Ahora que lo dices, mamá actuó rara por un tiempo —pegó su mirada en él—. Estuvo un par de semanas enferma, Goten dijo que estaba más irritable de lo normal y que un par de días atrás la encontró llorando en el baño. De hecho, creo que desde ese día Goten está en casa de Bulma porque mamá fue al doctor por dolores...

Por mucho que el cerebro de Goku estaba trabajando en ese momento no encontró nada significativo. Se sintió frustrado y se llevó ambas manos a su cabeza ante esto. Quizás... lo mejor para él era simplemente dejarlo y vivir en la miseria todo lo que restaba su vida, distrayéndose de vez en cuando con enemigos poderosos.

—¿Qué hago, Gohan? —susurró entonces Goku.

—Creo que simplemente debes luchar.

—¿Luchar?

Gohan asintió.

—Siempre luchas con enemigos peligrosos y sales victorioso, ¿por qué en esta batalla perderías?

Y Goku por primera vez en dos días sonrió.

.

.

.

Gohan se marchó un par de horas después. No le dejó comida porque él le aseguró que podía valerse por sí mismo, sin embargo, se arrepintió luego de aquello debido a que sin saber porqué se sentía demasiado deprimido como para cocinarse. Se sorprendió de sí mismo por el hecho de que no sentía hambre y aunque comió lo que su hijo mayor preparó para él, no pudo disfrutarlo como disfrutaba realmente el simple hecho de comer... Cualquier cosa.

Cuando se marchó volvió a sumirse en la soledad absoluta.

Soltó un suspiro y decidió que para que esta soledad se detuviera lo mejor sería ir a ver a su hijo menor. No lo veía de hace un tiempo y realmente lo extrañaba, además, se le unía el hecho de que si realmente ya no estaría junto con Milk, era muy probable que entonces tampoco viviese con él.

Antes revisó el ki de su hijo y cuando notó que no se encontraba junto con su esposa, decidió teletransportarse para verlo.

La sonrisa y mirada de Goten le sirvieron para renovar sus energías. Su pequeño hijo estaba preocupado por su madre, ya que ella no lo había ido a buscar aún y él ya quería volver a su casa. Goku guardó silencio, sabía que Milk debía mantener controlada la situación con él y que era mejor no entrometerse, sobre todo porque no tenía idea de lo que iba a decirle a su pequeño hijo con respecto a la nueva situación actual en el que estaría él con su esposa... O ex esposa.

Bulma —quien lo había recibido— notó de inmediato que algo no andaba bien con él y se sorprendió que Vegeta no le haya dicho nada.

Mientras Trunks y Goten entrenaban en el patio, la peliazul se acercó a su mejor amigo de la infancia.

—¿Qué sucede, Son? —le preguntó—, te noto distante.

Goku sacudió su cabeza de manera negativa y soltó con voz monótona.

—¿Podrías dejar que Goten se quede hasta al menos mañana aquí? Hay unas cosas que debo arreglar en casa —respondió el pelinegro sin mirar a su mejor amiga, sabía que si la miraba, Bulma rápidamente podría notar que algo realmente estaba mal, muy mal.

—Claro —asintió ella y puso sus manos en las caderas—. Pero sé que hay algo, Goku. Primero Milk y ahora tú, ¿qué está pasando? —preguntó la chica.

Goku frunció el ceño y la miró fijamente, había captado su atención.

—¿Milk?

—Sí, vino a dejar a Goten y luego desapareció por casi dos días para luego volver a aparecer y pedirme prestado el radar del dragón —comentó ella pegando sus ojos celestes en los negros del hombre.

—¿El radar del dragón? —Goku estaba descolocado, ¿por qué Milk querría el radar?—, ¿no te dijo algo más?

Bulma sacudió su cabeza de manera negativa.

—No...

—Oh —susurró él y la conversación quedó ahí, no quiso preguntar nada más porque no quería a Bulma involucrada en todo esto. Sabía lo mucho que ella se espantaría si supiera el nivel de discusión que tuvieron con Milk la noche anterior.

Ya entrada la tarde decidió marcharse a su casa nuevamente, Goten le pidió volver con él pero Goku le dijo que aún no podría porque habían cosas que arreglar en casa. Y no estaba mintiendo.

De hecho, a penas sus pies volvieron a tocar su habitación comenzó a limpiar y ordenar todo el desastre que había quedado del día anterior. Recogió su ropa y la dobló para luego meterla dentro de la maleta que aún seguía tirada en el cuarto. Cuando tomó el gi azul que su abuelito le había dado una punzada cruzó su pecho y sintió como la nariz le escocía, pestañeó rápidamente y dejó la prenda rota encima de su almohadón. Luego barrió las astillas del mueble roto para luego sacar la puerta magullada e ir a tirarla al basurero.

Era bien entrada la noche cuando se durmió. Todo había quedado en perfectas condiciones.

.

.

.

Temprano en la mañana, luego de tomar algo para desayunar —su hambre estaba volviendo poco a poco—, decidió concentrarse en el ki de Milk.

Ya no estaba dispuesto a averiguar qué le había llevado a odiarlo, tampoco quería discutir más. Estaba decidido a hacerlo rápidamente y sin dolor.

Cuando la sintió sola en una de las muchas habitaciones de la casa de su hijo, decidió teletansportarse.

Apareció justo detrás de la puerta que lo separaba en ese momento de la pelinegra, soltó un suspiro con pesadez y golpeó un par de veces la puerta, sin abrir su boca.

El "pase" que oyó al otro lado de la habitación le dio el pie para poder entrar. Giró el pomo con pesadez, con los latidos de su corazón martilleándole los oídos, tragó saliva con pesadez y luego de darse el valor para poder entrar, empujó la puerta.

Milk estaba sentada en la orilla de la cama cepillando con cuidado su cabello. Cerró la puerta tras de él mientras veía a su esposa realizar movimientos pausados con el cepillo sobre sus ya no tan largas hebras en silencio.

Se sorprendió de que no estuviese tarareando, ella siempre lo hacía mientras cepillaba sus suaves cabellos. En ese momento le entró unas tremendas ganas de acariciar su sedoso pelo.

La chica, al no oír ninguna palabra del visitante, se volteó. Cuando vio de pie adelante de la puerta a Goku se levantó como un resorte de la cama, abrió sus ojos grande y dio un paso hacía atrás. Él frunció el ceño y sintió nuevamente un revoltijo en su estómago.

—¿Me tienes miedo? —su voz salió ahogada, demasiado despacio.

Ella quizás no lo oyó, si lo hizo entonces no quiso responder a aquello y eso solo logro que un nuevo pinchazo le llegase al pecho.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella corriendo su vista—. No voy a repetírtelo...

—Solo vengo a decirte que... —soltó un suspiro y luego dijo en voz más alta—, mis cosas están guardadas en la maleta y que cuando tú vuelvas a casa ya no estaré —la miró fijamente a los ojos—, para que vuelvas pronto con Goten, está preocupado por ti.

—Ya hablé esta mañana con él —respondió ella. Goku simplemente asintió.

—Lo siento, Milk —susurró entonces él después de un par de minutos en silencio, bajó su mirada, sintiéndose completamente avergonzado—. Siento mucho haber tenido esa reacción, espero que tú logres perdonarme, no creo que yo pueda perdonármelo jamás pero tú... Y perdóname por todo las veces que te he hecho sufrir... Por hacer que dejes de amarme.

Volvió a pegar su vista en ella, sus ojos estaban nublados y no podía verla con claridad. Sin embargo, pudo darse cuenta que las lágrimas también se habían acumulado en sus ojos.

—Quiero que sepas que te amo, Milk —su mirada se intensificó y con rapidez se quitó una lágrima que había sido derramada por su mejilla—, que si nunca lo demuestro o lo digo es porque creo que tú lo sabes, porque me conoces incluso mejor de lo que yo mismo me conozco —se encogió de hombro—, y creí siempre que nunca había sido necesario decírtelo con frecuencia o demostrarlo de alguna u otra forma, porque de todas maneras tú lo sabías, porque lo ibas a sentir. Porque siempre eres tú en la primera persona en la que pienso en cada paso que doy, cuando lucho contra cualquier villano, contra quien sea, siempre lo hago por ti, siempre sigo adelante por ti. Y siempre lo haré... Sin importar que tú ya no sientas lo mismo por mí.

Sorbió por la nariz y luego se giró, no quería que ella lo viese desmoronarse frente a sus ojos, porque no merecía su compasión. Él realmente nunca mereció a Milk, solo que siempre había sido demasiado egoísta para hacer algo al respecto.

Se llevó sus dedos a su frente y dijo como despedida.

—Vuelve en la tarde a casa. Cuando tú llegues yo ya no estaré. Adiós...

—¡Goku! —Milk le llamó, él se giró con lentitud, con miedo, no creía ser capaz de soportar nuevamente oírle decir que lo odiaba. La pelinegra se secó una lágrima con delicadeza de su mejilla, lo miró fijamente a los ojos y soltó luego de un profundo suspiro—. Mentí —dijo—, no te odio.

Algo dentro de él revoloteó con brusquedad.

—De hecho —continuó—, te amaré por siempre...

Supo que su rostro se había iluminado, sin embargo, sus palabras a continuación fueron como el más potente puñetazo en el estómago.

—Ese es el problema —finalizó.

Después de eso, él asintió con desgana para luego teletransportarse a su hogar, con un gigantesco nudo en la garganta.

.

.

.

Antes de marcharse de su casa, sin tener muy en claro hacia dónde iría, pero con muchos lugares donde llegar en mente, decidió hacer un estúpido recorrido por su casa. Se asó su último pez que atrapó del río y luego de comerlo recorrió la casa con melancolía. ¿Así era como terminaría su matrimonio con Milk? Así sin más.

El hecho de que ella le hubiese dicho que lo ama y que lo amaría por siempre no lo consolaba en absoluto, de hecho le producía aún más desosiego. Por supuesto que un peso menos se le fue de los hombros al saber que no lo odiaba, no le reconfortaba el hecho de que ella seguiría amándolo pero sin querer tenerlo cerca. Era obvio que aquello no era por su intimidación ante su violenta reacción, sino que venía desde antes.

El porqué de aquello, él creía, que iba a rondar por su cabeza para siempre, sobre todo si después de que tuviesen aquello del disorvio, divorcio o como fuese que se llamase, ellos no tendrían que hablar más.

Suspiró. Tomó las maletas que tenía y salió de la casa.

Colocó sus dedos en su frente y desapareció.

Lo único que quedó en aquella casa perteneciente a él había sido su rasgado traje azul que había sido obsequiado por su abuelito. Si se lo llevaba, iba a ser demasiado doloroso para él.

.

.

.

Para él había pasado un año.

Un año entrenando en la habitación del tiempo.

Había sido difícil, pues la soledad nunca había sido un gran compañero para él, de hecho, muchas veces pensó en que quería salir de ahí y volver a su casa, aunque sabía que aquello ya no podría ser.

Cuando iba ir por su segundo día dentro de aquel lugar, pensó en Goten. Sabía que apenas había transcurrido un día en el mundo real y que a pesar de aquello su hijo ya debió de haber preguntado por su paradero. ¿Qué le habría dicho Milk?, ¿le habría dicho que ya no podrían vivir juntos nunca más? Soltó un suspiro, qué complicado era todo esto de la separación.

Lo que menos quería ahora eras dañar a su hijo menor, no quería que él lo pasara mal en absoluto, por lo que debía idear un plan para él no sufriera por su ausencia. Se sintió tan hipócrita en ese momento. Se rió de si mismo, ¡cómo si para Goten fuese muy difícil su ausencia!, si no estuvo con él incluso para cuando llegó al mundo... ¡Qué irónico!

Claro que él no se arrepentía de aquello —a medias—, sin embargo, esta vez él realmente no iba a volver nunca a su casa. Nunca más volvería a Milk.

Jamás.

Y quizás era el hecho de saber aquella verdad lo que hacia que extrañara de sobremanera su antigua vida. Los primeros cuatro años en plena paz con Milk y Gohan y los años que siguieron luego de él haber regresado del otro mundo.

La puerta de la habitación se abrió.

Él —quien se estaba colocando sus botas— dijo sin mirar.

—Aún me queda tiempo, Kami.

Entonces una voz tras de él carraspeó.

La piel se le volvió de gallina y su corazón vibró en su pecho. ¿Estaría alucinando?, ¿estaría realmente...? Se giró con lentitud y para cuando su vista se pegó en la silueta de su esposa, abrió sus ojos con impresión.

—¿Milk? —fue un murmullo suave, casi como si temiese hablar un poco más alto, si lo hacía, quizás ella desaparecería.

La mujer tenía su típico moño apretado, usaba un traje chino de color morado y tenía un paquete entre sus manos. Él pudo notar de inmediato las profundas ojeras que adornaban su tersa piel. Milk podía estar envejeciendo cada año, pero Goku podía jurar que con cada día que pasaba su piel se volvía más y más suave y tersa.

—Hola —le saludó ella, pudo notar su nerviosismo y aquello lo incomodó de sobremanera, ¿le tendría miedo?

—¿Qué haces aquí? —preguntó con suavidad.

Milk se removió incomoda en su puesto y luego de unos minutos en silencio se internó más adentro de la habitación, dejó el paquete encima de la mesita que había a un lado de la cama y lo miró fijamente a los ojos.

—Sé que ha pasado muy poco tiempo desde que te dije que no quería volver a hablar contigo —dijo y tragó aire, cuando lo soltó, cerró sus ojos—. Pero creo que mereces saber qué es lo que pasó aquel día.

Goku se levantó entonces de donde se encontraba, se colocó frente a ella —aunque no se acercó ningún centímetro más— y esperó a que hablara. Estaba sorprendido, no creía que ella en algún momento quisiera hablar con él.

—No me vayas a malinterpretar —masculló ella—, pero creo que esa noche también actué mal... Nunca debí haber tironeado la prenda que era tú único recuerdo del abuelo Gohan y que también mereces una disculpa y —tragó saliva— y creo que la forma de compensarlo realmente es diciéndote lo que ocurrió.

Él no dijo nada, solo se quedó ahí mirándola fijamente. No quería interrumpirla, no estando tan cerca de la respuesta a la pregunta que había estado carcomiéndole la cabeza hace tanto tiempo para él.

—No estoy preparada para decírtelo, en verdad —su voz tiritó—, pero creo que necesito soltar esto, contárselo a alguien y creo que eres la persona que realmente debe saberlo —lo miró directamente a los ojos—. Hace mes y medio atrás, una semana luego de que te hayas ido para ser exactos... Yo no me estaba sintiendo muy bien —reconoció con suavidad— y fui al médico a hacerme algún chequeo, sabes que siempre he gozado de muy buena salud y temía que algo estuviese mal conmigo.

Goku la oyó con atención, sin querer moverse de su puesto, frente a ella a varios centímetros alejados. Milk entonces corrió su vista.

—Estaba embarazada... —soltó.

Algo dentro del pelinegro hizo clic de inmediato. Observó fijamente su vientre plano y rápidamente sintió la ausencia de cualquier presencia dentro de ella. El estómago se le revolvió y se maldijo internamente haber tragado tanto un par de horas antes.

El labio de Milk tembló ligeramente y luego, infundiéndose valor volvió a mirar a su esposo a la cara.

—Tenía dos meses... Como ya te habrás dado cuenta —su voz le tiritó nuevamente—, ya no lo estoy porque —la primera lágrima cayó por su mejilla— un par de días antes de que volvieras, sentí unos terribles calambres en mi bajo vientre y luego comencé a sangrar en el baño, le dije a Goten que se fuera donde Bulma y yo partí al médico —sollozó—. Tuve un aborto espontaneo, el doctor supuso que era por la edad —se encogió de hombros.

Ella había perdido un bebé de él, y él como siempre... No había estado ahí para ella, por eso Milk le había dicho que ya no podía salvarlo. Sin embargo, una idea iluminó su cabeza, sus ojos brillaron y estuvo apunto de abrir la boca para cuando Milk lo cortó en seco.

—No lo digas —lo miró con los ojos llorosos y sacudió su cabeza de manera negativa—, ya lo intenté... Después de eso fui donde Bulma para pedirle el radar del dragón, estuve día y medio en busca de las esferas para que cuando lograse al fin invocar al dragón me dijera que era imposible cumplir mi deseo, no puedes revivir aquello que murió de manera natural... —hipó—. Dos veces el maldito dragón no ha podido cumplir mis deseos, la primera vez fue cuando te negaste a volver y ahora... —sus piernas tiritaron y entonces se llevó ambas manos a su rostro— ¿Por qué no estuviste aquí?, quizás si... Quizás... —sollozó.

Y él no pudo evitar entonces acercarse, no le importaba si ella se hubiese corrido nuevamente de él, Goku necesitaba intentar al menos confortarla, sin importar el número de veces que Milk lo rechazase. Para su emoción, no se corrió y entonces él la estrechó entre sus labios y acarició lentamente su espalda mientras ella apretaba sus manos fuertemente contra su rostro mientras soltaba ligeros hipidos cargados de frustración.

—Perdón —susurró Goku descansando su mentón encima de la cabeza de su esposa—, perdóname por favor, Milk, perdóname por no haber estado aquí. Perdóname —rogó y cerró sus ojos—. Perdón por ser así —besó su cabeza y luego descansó su mejilla encima de ella, sintiendo nuevamente su aroma dulzón—, no puedo prometerte que estaré a tu lado siempre, no puedo simplemente cambiar lo que soy, ¿sabes? Pero puedo jurarte que nunca he hecho nada con mala intensión, siempre pienso en ti y en nuestros hijos, eres lo más importante que tengo en mi vida. Nunca he querido hacerte ningún tipo de daño, si pudiera renunciar a ser lo que soy, a mi naturaleza de sayayin por ti... Lo haría pero si hago algo como eso, entonces, ¿quién podría protegerte de todo el mal que quiere dominar el universo, Milk?

Ella sorbió por la nariz y sacó sus manos de su rostro, para apoyar su frente en el duro pecho de su esposo y pasar con lentitud y cuidado sus brazos por los costados de su cuerpo.

—Es por eso que vine por ti —susurró ella sin mirarlo—, porque sé quién eres, porque siempre lo supe y porque... Serías el único capaz de apaciguar esto que siento.

Él la estrujó con más fuerza entre sus brazos y cerró los ojos.

—Quise culparte por lo que pasó, pensando en que quizás si hubieses estado no habría perdido el bebé pero... Sé que no es verdad, sé que... Lo siento, lo siento por culparte...

Goku apretó sus ojos cerrados.

—Shh —la consoló—, está bien... Estaremos bien, Milk... Pero por favor, nunca más vuelvas a decirme que me odias...

Ella solo movió su cabeza de manera afirmativa.

Se quedaron ahí, de pie a un costado de la habitación del tiempo, con sus corazones abatidos y una profunda pena dentro de ellos. Abrazados parecían consolarse mutuamente, y aunque ambos sentían que aquel dolor jamás se iría, sabían muy dentro de sí que podrían superarlo. Mientras encima de la mesita de noche el paquete descansaba sin abrir, dentro se encontraba el traje de combate azul antes roto.

Había sido arreglado por Milk, poco se notaban los hilos que lo habían reparado. Eso pensó ella cuando lo terminó y cuando se dio cuenta que la relación con Goku sería como el gi, reparable y con mucha historia por detrás... Y un muy importante significado.