PROLOGO

Sus ojos se abrieron, encontrandose con un maravilloso paisaje, un campo lleno de flores, hierba verde y humeda, cielo azul con pocas nubes blancas y un sol radiante.
El lugar por si era fantastico, no se imaginaria que existiera algo así. Menos que ella estuviera en el. El viento soplaba suave, refrecaste para un día de verano.

Volvió a respirar, contener el aire en el paraiso era raro. El aire que tomo y entro en sus pulmones la hizo sentirse de maravilla, llena de paz y sin preocupaciones. No le molestaría dormir al aire libre, si todos los lugares en los cuales paraban a acampar fueran así. Se rió de su tontera, estando con Orphen sería extraño dormir tranquila. Pero a ella no le importaba en esos momentos donde estarían el hechicero y su aprendiz.

Podía sentir que algo o mas bien alguien la veía mas no había nadie a su alrededor, el campo donde se encontraba tenía escasos árboles y mas que nada flores azules y amarillas, un color extraño que nunca había visto.

-Flores azules- se arrodillo frente a ellas, tocandolas con calidez y ternura, suave pues presentía que podrían quebrarse con un solo toque brusco.

-Hermosas ¿cierto?- una voz fuerte y tranquila se escucho a su espalda.

Se levanto de un salto para saber quien era esa persona que estaba en su sueño, porque estaba 99% segura que era un sueño. O si no, de donde salió de pronto esa magnificencia.
Frente a ella había un hombre o una creatura que no perttenecía a la tierra. Un hombre bello de cabello negro llegandole a los hombros, rostro perfecto, ojos grises, alto de complexiones inimaginables. Vestido, lo que parecía ser una, túnica, como en la antigua Roma, unas sandalias doradas con cintas que llegaban abajo de las rodillas, un cinturon con una espada que se veía tan delgada como una hoja, con mango de plata pura. Sus ojos no podían creer lo que veía,

sus pupilas se llenaron de lagrimas, las cuales no quería dejar salir no cuando estaba tan feliz. Tanto que podría perdonar a cualquier persona que le hiciera daño en esos momentos.

-¿Rafael?- su voz entrecortada estaba llena de emoción.

-El mismo ante ti, Cleome- una sonrisa hizo que muchas cosas pasarran por su cabeza, pero no era momento para recordar.

Una lagrima traicionera resbalo por su mejilla y llena de emoción se lanzo a sus brazos, con un fuerte abrazo lleno de cariño. Ya no pudo evitar que las demás lagrimas salieran de sus ojos

-Cuanto tiempo sin verte, cuanto los extraño a los tres-

La sostuvo contra su pecho, porque el también la había extrañado, podía ser que la protegiera desde arriba pero no verla, ni sentirla como ahora, era una tortura. La última vez que la vio tenía 10 años y era tan pequeña e indefensa y ahora, era todo lo contrario, ¿cuanto había pasado? ¿10 años?
Pero debía dejar las preguntas personales para después, lo que tenía que decirla era mucho mas importante, de vida o muerte, para ella. Porque él no era humano.
Espero a que se calmara, con pequeñas caricias en su espalda la tranquilizo, esperando para hablar.

-¿Como estas, Rafael?- no quería despegarse de él, era tan comodo y se sentía llena de protección.

-Ahora mismo, eso no es importante- las palabras que pronuncio y con el tono de voz que utilizo la asustaron. ¿A que se debía eso? Saco su rostro de su pecho, para verlo y entender de que hababla. Al ver su rostro serio y en su mirada que se podía ver el cielo mismo y lleno de pavor, se preocupo.

-¿Que pasa?- no creía querer saber la respuesta a su pregunta, pero debía arriesgarse a saber, tenía el derecho a ello.

-Tu camino ha terminado, tu travesía con ese joven ha llegado a su fin, has hecho bastante para ayudarlo, incluso has dado más de lo que el merece y poco has recibido de él- Rafael era alguien que siempre protegía a los viajeros y la salud de estos- Ahora tu destino es volver a casa, con tu madre y hermana, estar con ellas, ese es tu lugar.

No sabía como reaccionar ante tales ordenes.

-Debo... hacerlo?

-Es hora de hacerlo Cleome- Rafael entendía por que estaba así. Pero debía protegerse.-Debes tomar tu propio camino y regresar con tu familia.-

Solo asintió, volviendo a enterrar su rostro en el pecho de Rafael. -Esta bi..en-

-Lo siento Cleome... por darte estas noticias ahora, pero es tu deber, mi deber. Lo siento- Con un movimiento suave la alejo de él, era hora de volver a la realidad, bueno la realidad de él.-Adiós, Cleome- sin más desapareció de ella.

-Adiós Rafael-

Se desperto, todo estaba oscuro, la fogata se había apagado ya, el cielo estaba estrellado y los árboles se mecían suave con el viento. No pudo evitar respirar con rapidez, su pecho suvia ya bajaba rápido. Había tenido un sueño... No... fue mucho mas que un sueño. Rafael había hablado con ella cuando dormía y le había dicho lo que tanto temía un día llegara a pasar. Dos lagrimas reales bajaron por sus mejillas, estaba triste, dolida y la depresión podría llegar en cualquier momento. Ella debía abandonarlos, debía volver a su hogar. Hogar...
Un sollozo escapo de sus labios, que trato de guardar con sus manos, mas este pudo escucharse por su vecino de la par, quien adormitado, se sento para saber que pasaba.

-¿Que pasa?- volteo su rostro para que no la viera-¿Cleo?

No debía preocupar a sus amigos. Su dragon ya no tan cachorro subio a sus brazos dando algunas lamidas para desaparecer esas lagrimas corriendo por su rostro.

-Nada Majic, solamente entro tierra en mis ojos, no te preocupes vuelve a dormir-

Encogiendose de hombros hizo lo que la joven rubia ordeno- Noches Cleo-

-Noches Majic...

Con un suspiro se tranquilizo. No sabía que era hora, quizás, la de la madrugada, pero ella debía volver a dormir y ya en la mañana planear como decir lo que debía hacer.

-Vamos Leki- Leki se acurruco junto a ella, sentía su tristeza y no uqería dejarla sola. -Pronto volvere a casa...- susurro al viento, siendo estas sus útlimas palabras, volviendo a dormirse rápido.