Ésta historia nace de un Rol espontáneo, dónde conocí a una chica española (¡Hostias, tía! XD) que interpretaba a L ( Una excelente versión) y quién sabe cómo, decidimos dejarnos llevar por la imaginación y construir un espacio para que éstos dos personajes pudieran interactuar libremente y el resultado nos encantó.
No obstante, le faltaba un inicio. Un punto de partida que explicara cómo había llegado a conocerse. Decidí entonces crearlo y además, compartirlo con ustedes.
Espero lo disfruten.
Dedicatoria: Maite ... Gracias. Ya ni sé cómo darte las gracias, joder. Nunca creí que podría llevarme tan bien escribiendo con otra persona. Y eso, ya es bastante difícil tomando en cuenta lo independiente que somos ambas. ¡Hay que hacer ese Best Seller! xD ...No, pensándolo bien, es más que rolear ... eres una excelente amiga. No hay egoísmo, ni afán de sobrepasar a la otra, sino de dar lo mejor para que la coherencia del texto quede lo más compleja posible, asimilándose a la realidad. Es explotar juntas nuestro ingenio y realmente ha sido grato conocerte de ésta manera. *Se suena los mocos*
Disclaimer: Death Note no me pertenece. Ni Another Note. Sólo el personaje que leerán a continuación, que por mucho que insista en lo contrario, sigo siendo su creadora.
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Contacto
Introducción
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La luz sintética del monitor era la única fuente de iluminación en aquella habitación sumergida en las penumbras. Desprovista de muebles que la adornasen, aquel objeto tecnológico reposaba solitario en el piso de madera flotante. Las paredes refugiaban a su dueño, tan sencillo en apariencia como la decoración, apoyando su rodilla en el pecho y deslizando con su derecha el mouse libremente por la inusitada superficie. Su expresión velada por su flequillo crecido y la oscuridad reinante, se transformó en una sutil mueca de satisfacción.
Había dado con el blanco.
Sus dedos, llenos de heridas por constantes mordiscos, teclearon un mensaje.
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Del otro lado, en la pantalla de una Laptop corriente, el cursor se movía dirigiéndose al Escritorio y abriendo un nuevo documento Word, se comenzó a trazar una frase.
Parecía haber cobrado vida propia.
Quién observaba la escena, abrió los ojos en demasía consiguiendo dilatar sus pupilas de la impresión. Dejó de secarse el cabello, las gotas de aguas escurrían por su frente, cayendo en sus pestañas y estorbando la visión. Se frotó con brusquedad la zona y tuvo que exhalar el aire comprimido en sus pulmones para proyectar la lectura en voz alta.
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" Buenas noches. Soy L ..."
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Entrelazó las manos, haciéndose crujir los huesos y repitiendo maldiciones con la palabra Hacker de por medio, devolvió una respuesta.
L analizó de una ojeada rápida el tiempo transcurrido en la contestación: 0,5 segundos. Indicaba claramente un grado de impulsividad en aquella persona, que traducido en un porcentaje sería en un 0,5% de tonalidad básica en su personalidad.
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" No me digas, pues yo soy la reina de Inglaterra"
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También había delatado inconscientemente su sexo femenino, y escribió correctamente la oración, sin saltarse comas marcando espacio o abreviar palabras. No colocó mayúscula al inicio de Reina, en cambio, Inglaterra lo llevaba, en ese detalle lograba identificar fácilmente el nulo respeto por las autoridades existentes. Agregó un 1% a su ya 87,5% establecido con anterioridad.
No obstante, el uso del sarcasmo era una particularidad nueva en el caso. Él odiaba los imprevistos, porque significaba que su investigación previa, había dejado un cabo sin atar , un punto no explotado y carente del control que otorga el conocimiento exhaustivo de pro y contras. Y ésto, podía repercutir directamente en el resultado.
Torció sus finos labios en una mueca de fastidio y devolvió ojo por ojo.
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Ella entrecerró sus párpados dando una mirada álgida al comentario, después de mascullar "¡Cretino!" en un siseo de dientes apretados.
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" Veo que la Reina ha decidido dejar su lujoso palacio y ostentar su titulo en un hotel de baja categoría. Siento quitarle su tiempo de caridad con los estratos bajos del pueblo, pero me temo que le necesito para una misión"
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No sólo había invadido su privacidad, además estaba insultando el lugar que obtuvo de hospedaje. Sí, era un cuartucho de cuarta y así lo nombraba regularmente, pero sólo ella tenía derecho a quejarse. Tomó con agresividad el teclado, apretando los botones con fuerza, hundiéndolos en su posición prefijada y a la mitad, decidió borrarlo de golpe.
No, no. No estaba actuando con frialdad o racionalizando la situación. Debía darse al menos un minuto para reflexionar. Tras tranquilizarse, la primera pregunta surgió de inmediato : ¿Por qué el mejor detective del mundo querría localizarla? Volvió a repetirla en su mente, notando lo bizarro que sonaba: La letra sinónimo de justicia implacable ¿Requerir los servicios de una ex-mafiosa prófuga? ¿Se había fumado el código penal o qué?
Podría seguir esbozando cuestionamientos sin cesar, ergo debía atender rápido el asunto.
Una sonrisa cargada de cinismo afloró de sus labios.
Ésta vez, elaboró con detenimiento la respuesta.
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L corroboró otra vez el tiempo, deduciendo que por la tardía, ya se estaba planteando la idea con mayor seriedad. Todos los agentes seleccionados por él, demoraban en asimilar la proposición y casi podía ver los engranajes de sus cerebros detenerse, intentar encajar con ruidos mecánicos y retomar su marcha habitual para darle una respuesta afirmativa.
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"Prefiero sacarle brillo a la corona con las cortinas roídas, gracias"
Se saltó un espacio tras la ironía, seguramente para dar énfasis a su discurso. Y puntualizó:
"Sé directo y dime, ¿Qué quieres?"
Sin embargo, en éste caso específico tenía dentro de sus márgenes la posibilidad de renuencia a su propuesta. En ese instante, el curso de sus pensamientos le llevaría a convencerse de que su inesperado interlocutor era un miembro vigente de su antigua mafia haciéndose pasar por L para rastrearla y averiguar su paradero. 91% de probabilidad. También esperaba el hermetismo , ella se caracterizaba por su extremada reserva y sigilo en cada acción emprendida.
Lo que identificó en la práctica en cambio, sería un dato trascendental que no pasaría por alto jamás:
Era Orgullosa.
El resentimiento de la primera oración y lo directo de la pregunta que contenía un atisbo de orden, era un prueba irrefutable de aquello.
Lo cual, podría constituir sin duda un estorbo en el desarrollo del caso. Desde el inicio, ya habían tenido su primer choque de egos y era obvio que no sería el último, considerando que él odiaba perder y no dejaría un comentario ácido sin atajar, para devolverlo en un insulto de elaboración refinada, quizás incapaz de ser entendido por un otro.
Sorbió un poco de su café y con la derecha, moviéndose diestramente sobre las letras correctas, dio su siguiente paso.
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Se escuchó un bufido desaforado, le siguió un cacuminal chasquido de lengua. Lo sabía, él no sólo se estaba burlando de ella. Le estaba dejando en claro a través de esa ironía escondida bajo una capa de cortesía y buenos modales, que se sentía superior o más bien que estaba convencido de aquello y no se cohibía en demostrarlo en cada respuesta.
"He sido claro desde un principio. Le necesito como agente en uno de mis casos.
¿Qué parte no ha entendido?"
Por un momento titubeó al considerar que realmente se trataba de L. Es decir, imaginaba que alguien con su estampa contestaría de la forma en que lo hizo: Devolviendo las indirectas, mostrando una seguridad aplastante como quién ya tiene la victoria asegurada y por sobre todo, esa actitud infantil fácil de identificar pues lo reconocía en ella misma.
No le encajaba un mafioso en el perfil mostrado. Un mafioso no tiene orgullo intelectual, él sólo desea conseguir su objetivo por cualquier método o medio. Si debe aparentar una formalidad como Detective, no haría nada por retrasar el contacto. Al contrario, haría hasta lo imposible por mostrar afabilidad y facilitar el encuentro lo más pronto posible.
Por lógica, la persona tras la letra L sin duda era un genio. Los genios tienen una autoestima elevada y más si te has echado al bolsillo todos los casos de investigación sin derrota y manejas a tu antojo a la policía internacional.
Tenía sentido.
Aún considerando que no mentía, no podía sencillamente pasar por alto todas aquellas insinuaciones. Fuesen implícitas o explícitas. Significaba que estaría tranzando un tanto de su límite, y si lo hacía tan fácilmente ¿Cómo podría asegurar que no terminaría involucrada en alguna situación de riesgo para su integridad?
Una idea clara y concisa, aunque principalmente precisa se situó en su mente.
Con una débil sonrisa socarrona afectada por la tensión, zanjó el asunto de raíz.
Luego arrancó el enchufe de cuajo, desconectando la computadora.
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L miró por el rabillo del ojo la ventana virtual que le informó la desconexión del ordenador ajeno.
Segundos después se escuchó el crujido de la galleta con forma de panda ser molida en sus dedos. Tragó un pedazo y clavó su concentración en aquella palabra, que a pesar de estar solitaria, había cobrado el valor principal de la jornada.
"Demuéstralo"
Tres comentarios fueron suficientes para hacerla razonar, guiando sus deducciones hasta la conclusión correcta. Es cierto, había un atisbo de duda y desconfianza, pero no ahondar, teniendo los medios para extraer mayor información, le demostraba un grado de seguridad en su convicción: Había determinado que en efecto, la persona tras la pantalla era L.
El nivel de asertividad era un factor obligatorio cuando elegía a sus agentes. Era la diferencia entre lanzar conjeturas al aire, no dando al clavo jamás y tan sólo observando, unir las piezas sabiendo de antemano que constituyen sólo un extracto del rompecabezas, reconstruyendo la realidad con un nivel bajo de inexactitud.
Si requería de ojos ajenos y manos externas para actuar, que éstos, se asemejaran lo máximo posible a los suyos propios. Mirar el contexto con una profundidad parecida y como bono, proporcionarle una perspectiva distinta e igual de sólida. La riqueza en la diversidad haría una retroalimentación que le terminaría beneficiando. Cada día aprendía y adquiría experiencias en áreas que no consideraba antes. Le ampliaban aún más su visión del ser humano. Reducía la probabilidad de errores. Le coronaban como Vencedor.
Se mordisqueó el pulgar, para volver a concentrarse y dejar de divagar en sus ideas.
Corroboró entonces mentalmente sus hipótesis anteriores, y agregó que no le gustaba perder. Lo cual indicaba que de partida le consideró como un rival y no una oportunidad directa para sacar provecho.
Apoyó su mentón en una rodilla, sin desclavar la vista del texto.
Le estaba retando y ahí, en el silencio de su habitación, él aceptó el desafío.
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¿Cómo le demostrará su identidad L ? ¿Qué otros obstáculos interpondrá ésta renuente agente? ¿Para qué le necesita? ¿Han leído ésto con voz de narrador comercial? ...
Quizás en el próximo capítulo sean respondidas sus dudas. Seré un poco más complejo que la introducción.
En teoría son tres o quizás cuatro dependiendo si les agrada la historia.
Hasta la próxima.
Trece.-