Hola mis queridos lectores.

Aquí les traigo mi primer One Shot. Éste surgió como un regalo de cumpleaños para Amy.

ESPERO LES GUSTE. Sus comentarios y sugerencias son bienvenidos.

Un saludo especial para Lirit Yazmin mi animadora de cabecera n.n Gracias por tu apoyo. Gracias por éste año de amistad que me brindas.

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Disclaimer: Todos los personajes de Sailor Moon pertenecen a Naoko Takeuchi. La idea de esta historia y el desarrollo de la misma, pertenecen a la autora de este fic.

La publicación de ésta historia, no tiene fines de lucro su propósito es exclusivamente el entretenimiento.

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ONE SHOT

EMILY

El hospital general de Tokio, un lugar que día a día tiene muchas historias que contar, como es común en los nosocomios, hay ambulancias que salen y entran con sus sirenas a todo volumen. Personas de todas partes de la ciudad, algunos lloran por los diagnósticos devastadores, otros ríen porque han recibido buenas noticias y el tratamiento aplicado ha sido exitoso. En fin, es tan común y corriente como cualquier otro hospital. Un sitio como este no es justamente el lugar más romántico, pero no por eso deja de ser escenario de una que otra historia de amor. Veamos que nos tiene preparado.

La llegada de una ambulancia interrumpe de golpe la frágil paz que moraba al interior del hospital. El director del mismo, el Doctor Kushieda está a la puerta para recibir el reporte de los paramédicos.

—Accidente automovilístico. Paciente desconocido de aproximadamente 30 años. Trauma cráneo encefálico fracturas múltiples, signos vitales inestables.

—¡Dr. Chiba hágase cargo! —Grita el director al ver al joven médico—. Localicen a la Doctora Mizuno.

Darien Chiba y Amy Mizuno dos jóvenes promesas para la medicina, brillantes, de los mejores elementos con los que contaba aquel hospital, Chiba especialista en cardiología, aunque joven, reconocido ya por su esfuerzo, su valor y sus conocimientos extraordinarios en el campo de su especialidad. Famoso entre las enfermeras por ser guapo y gentil.

Amy por su parte estaba decidida a convertirse en la mejor neurocirujana de Japón. Ya había cosechado algunos logros importantes lo que le alegraba y motivaba para esforzarse cada día por aprender más y hacer lo mejor por sus pacientes. Una chica noble, inteligente, reservada y, para muchos de sus colegas varones, era bella. Alta, delgada de unos ojos azules transparentes y soñadores. Su cabello corto igualmente azulado, enmarcaba su rostro amable y apacible.

En el quirófano todos los médicos hacen lo imposible por mantener con vida al desconocido. Después de todo es su misión salvar vidas a toda costa.

—Estamos haciendo todo lo que podemos, pero tal parece que el hombre no quiere vivir —externa el doctor Chiba con desconcierto.

—¡Pues de ninguna manera permitiré que se muera! —la determinación de la poseedora de aquella voz, ya era bien conocida e incluso admirada por sus colegas—.Si me escuchas, te suplico que te esfuerces por salir de esto, aun eres joven y tienes muchas cosas por hacer y nuevas experiencias por las que vale la pena vivir. Seguramente hay alguien que te está esperando. ¡No te rindas, por favor no te des por vencido!

—¡Sus signos vitales han bajado considerablemente! –Avisa la enfermera asistente.

—¡Maldición! No te rindas, no se lo que te ha pasado, pero te aseguro que saldrás de esta.

—¡Doctores lo estamos perdiendo! –Grita nuevamente la enfermera.

—¡Yo me hago cargo! —Darien toma el control de la situación para normalizar los signos vitales de aquel hombre.

Tras varias horas de constante lucha, han logrado estabilizar al paciente. Con fracturas en un brazo, una pierna y algunas costillas, heridas múltiples, hematomas en la mayor parte del cuerpo el paciente estaba vivo, pero no así fuera de peligro.

A las afueras del hospital, todo parece más tranquilo, y ya hay varios doctores que han terminado su jornada, entre ellos Darien y Amy.

—Estoy exhausta, me voy a casa —dice Amy con poca energía.

—Te llevo amiga, ya es bastante tarde —ofrece Darien caballerosamente.

—Prefiero ir sola, gracias, por favor saluda a Serena de mi parte.

—Así lo haré, pero no le gustará saber que no quisiste que te llevara.

—Pero no se lo dirás, cuídate–, le regala una última sonrisa antes de dar la vuelta para ir a casa. Aunque Amy tenía auto, eran pocas las veces que lo usaba, pues prefería caminar y disfrutar de el aire del exterior que le era negado por las largas horas que pasaba en consultorios y quirófanos.

Vivía sola en un departamento pequeño, bien amueblado, acogedor con una terracita, en la que ella disfrutaba de leer, escuchar un poco de música o simplemente respirar la cálida brisa del verano siempre que le era posible. Al llegar a su departamento la única que la esperaba era Luna, una gatita de pelo corto azulado y una calvita en forma de luna, de dónde provenía su nombre, leal compañera de la oji-azul quien sale a toda velocidad para darle la bienvenida.

—Perdóname bonita, se me hizo tarde —se disculpa con la gatita agachándose para poder acariciar la cabeza del animalito. —Para compensarte, te traje tu leche favorita —se apresura a servirla y entregarla a su destinataria quien con un maullido agradece el gesto.

Así era la vida de Amy, tranquila y un poco solitaria. Todas sus amigas se preocupaban por buscarle una pareja, pues del grupo de chicas era ella la única soltera. Ella lo atribuía principalmente a la carrera que había elegido, pues la medicina era en exceso demandante. Trataba de no darle atención a ese tema, algunas veces llegaba a preguntarse si tal vez su destino era permanecer sola dedicada por completo a su profesión. Después de todo, ésta le había brindado momentos inolvidables y jamás se atrevería a renegar de tan noble carrera.

—Vamos Luna, a descansar porque me espera un largo día mañana, espero que sea un gran día.

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En el hospital, después de muchos días de estira y afloja en terapia intensiva, aquel paciente desconocido entró en coma, tal como el doctor Chiba lo había comentado, parecía que a pesar de los esfuerzos de los médicos y enfermeras, el paciente se rehusaba a luchar para vivir y ante eso, nada podrían hacer. Todos trataban al desconocido con cierto recelo; a excepción de Amy, pues ella cada día separaba un poco de tiempo para visitarle y hacerle compañía.

—Amy, ¿seguirás haciéndote cargo del paciente misterioso? —pregunta gentil a su compañera y amiga, el doctor Chiba.

—Darien, siempre preocupado por mis responsabilidades, —comenta la joven siempre sonriente —me interesa mucho la evolución de este paciente, después de la cirugía para remover el coagulo del cerebro, todo parecía estar bien, hasta que entró en coma. Pero comienzo a darte la razón, esto va más allá de un padecimiento físico, es algo emocional, después de tres meses no hay una explicación para que permanezca en esa condición.

—Pues espero que no te distraiga mucho, tienes muchos otros casos igual de interesantes.

—No lo haré lo prometo, de hecho, voy a atender mis obligaciones, tengo que ir a pediatría a revisar a Rina, ha evolucionado bastante bien, creo que pronto podré darle de alta —comenta llena de entusiasmo. —La voy a extrañar, pero la pobre debe extrañar también a sus hermanos.

–Eres excelente con los niños Amy, quizás debiste escoger pediatría como tu especialidad —dice con un tono dulce —pero hubiéramos perdido a una neurocirujana maravillosa, no se puede tener todo en esta vida.

—Dices eso porque eres mi amigo, pero al menos me esforzaré por no quedarte mal, lo mejor es que vayamos a nuestros deberes, menos plática y más trabajo. Te veré más tarde —se despide tomando el camino para ver a su pequeña paciente. Tras ella sale Darien en dirección opuesta.

Así pasa el día normal para todos en el hospital, Amy había desarrollado cierta simpatía con ese hombre misterioso que se negaba a despertar. La chica habría encontrado en él a un confidente silencioso, que no la juzgaba ni le decía que debía o no hacer, no le daba consejos no solicitados ni puntos de vista a la ligera. Así que disfrutaba de visitarle y conversar con él aunque fueran sólo algunos minutos.

—Hola guapo, sí, escuchas te bien, ya que se han desvanecido los moretones puedo ver que eres bien parecido —se sonrojó un poco tras la última frase, en efecto aquel desconocido era alto, delgado, no había abdomen macado, aunque se podría apreciar una figura bien cuidada, de tez blanca y piel tersa. Después de contemplar un poco a su paciente, la doctora continúa con lo que había llegado a hacer.

—¿Cómo va tu día? El mío está bastante ajetreado así que sólo vine a traerte estas flores para que te alegren un poco. Te veo más tarde.

—Doctora Mizuno la busca el doctor Chiba, está en urgencias—. Informa amablemente una enfermera.

—En seguida voy, gracias Taiga —contesta con amabilidad a la portadora del mensaje.

—Veo que ha hecho amistad con el paciente.

—Algo así, tengo la certeza de que si consigo animarle un poco, despertará pronto. ¿Puedes hacerte cargo? —pide al tiempo que entrega las flores a la enfermera. ¡Gracias! Regreso más tarde.

Ciertamente, la doctora Mizuno había entablado algún tipo de relación con aquel hombre que yacía en esa cama sin el menor indicio de movimiento. Con el paso de los días Amy se había encariñado con su paciente, además de tener una teoría sobre como hacer que éste reaccionara, se sentía comprometida a permanecer a su lado hasta su último día en el hospital, pues al conocer la sensación tan lúgubre de la soledad, deseaba ayudar a su paciente al menos con su compañía. Algunos días le llevaba flores, otras tomaba algún tiempo para leerle o compartir con él un poco de música. Así pasaron otros largos meses sin que ocurriera el tan esperado milagro.

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—Buenos días, ¿cómo estás hoy? Espero que mejor que yo, honestamente, no me encuentro tan bien como siempre. Verás, hoy es el aniversario del doctor Chiba, bueno de mis grandes amigos, Darien y Serena. Darán una pequeña fiesta en su casa, estarán Nicholas y Rei, Andrew y Lita, Mina y Yaten y yo... Para serte franca, no quiero estar ahí. Cada vez que nos reunimos no dejan de recordarme lo sola que estoy, no dejan de pensar en posibles candidatos para emparejarme, ¡por Dios! Cada vez es más desesperante; si son guapos, son estúpidos sin una neurona que funcione bien, si su cerebro está bien, parecen haber salido del salón del horror, otras veces son tipos carentes de personalidad o de sentido del humor o ambas. ¿Tú crees que quizás soy demasiado exigente? –Suspira profundamente, la melancolía es tanta que puede sentirse en el ambiente. —Y tú, ¿será que piensas despertar algún día? ¿No te parece demasiado cómodo estar ahí recostado, sólo dejando que la vida pase? En fin, después vengo a verte y te cuento cómo me fue en la fiesta y el chasco que me lleve después de conocer a mi cita de esta noche.

Tras varios meses de permanecer inerte en esa cama y ser el confidente involuntario de aquella joven médico. El desconocido por fin da señales de vida, al mover ligeramente los dedos de su mano derecha. Lo que no ha sido percibido por la doctora debido a que se encuentra de espaldas al enfermo registrando en la bitácora las condiciones en que el paciente se encuentra antes de finalizar su jornada.

—Bueno, te dejo para que descanses, me alegra conversar contigo, ¿sabes? Eres bueno para escuchar —después de pronunciar esto, comienza a reír, pues sabe que el paciente no puede hacer otra cosa más que quedarse a escuchar todo lo que a la mujer se le ocurra decir.

—No… no te vayas… –dice una débil y pausada voz.

—¡Despertaste por fin! —Exclamó la doctora al tiempo de darse completamente la vuelta y, como es su labor, comienza tomar signos vitales, y revisar las condiciones generales del paciente. La chica se siente más alegre de lo usual, pues no se trata de un paciente cualquiera, sonríe mientras examina al hombre en quien había encontrado un confidente por los últimos meses. —Parece estar todo bien, ¡bienvenido! —Sonríe gentilmente la bella doctora—. Ahora, debo avisar a mis colegas que has despertado, enseguida vuelvo.

—Espera… no… te… vayas… ¿dónde… estoy? ¿Qué… me pasó…?

—No te esfuerces demasiado por favor, te prometo que regreso en cuanto llame a mis colegas, todos estarán muy contentos de que hayas despertado.

—No… te… vayas… —dice suplicante el hombre con un hilo de voz.

—De acuerdo, ¡enfermera!

—Dígame doctora

—Avise por favor al Doctor Chiba y al doctor Kushieda que el paciente despertó.

—Enseguida –sale la asistente a toda prisa a cumplir la orden.

—¿Qué… pasó? ¿Qué… estoy… haciendo… aquí?

—Tranquilo, no ganas nada con alterarte de ese modo. Llegaste mal herido hace ocho meses, ¿recuerdas lo que te pasó? ¿Me puedes decir tu nombre?

—No… no… puedo... recordar nada… sólo… tu voz…

—Vaya… –acierta a decir un poco desanimada.

—Con que despertó nuestro hombre misterioso, ¿cómo se encuentra el paciente doctora Mizuno? —Cuestiona el doctor Kushieda.

—Además de la debilidad normal, todo parece estar en orden, lo único es que el paciente reporta no recordar nada, no sabe su nombre, ni siquiera parece recordar su accidente. Ya ordené los análisis pertinentes para conocer más a fondo su estado y brindarle el tratamiento más adecuado.

–Muy bien doctora. Doctor Chiba, ¿algo que agregar?

Darien quien revisaba al hombre mientras Kushieda hablaba con Amy se apresura a responder –Su corazón está bien, aun un poco débil pero dadas las circunstancias, no puedo pedir mucho.

Los resultados de los exámenes no revelaron daño en el cerebro del paciente, por lo que la causa de la amnesia permanecía en incógnito. Pasados algunos días, el hombre se fue recuperando, al menos físicamente estaba mucho mejor, era su ánimo lo que dejaba mucho que desear, era grosero con las enfermeras, los doctores, con casi todo el personal, menos con Amy, sin embargo no estaba siendo el mejor de los días para él.

—¡Buenos días! ¿Cómo estamos hoy? —Saluda con su acostumbrado entusiasmo la doctora Mizuno.

—¡Bah! igual que siempre sin poderme levantar aún, inerte como esa planta –dice señalando una pequeña maceta cerca de una ventana –de hecho ella está mejor, al menos puede tomar un poco de aire.

—¡Uy, que mala cara! Quizás ya podamos llevarlo a dar un paseo –expresa la joven todavía amable y con esa dulce mirada capaz de cambiar el estado de ánimo de cualquiera.

—Deje de tratarme como un niño, me molesta–. El tono de su voz y el disgusto en su rostro eran pocas veces apreciados por Amy en su máxima expresión, aquel hombre siempre trató de mesurar su mal genio delante de ella, pero parecía que en esta ocasión no le importaba la impresión que le diera a la mujer.

—Está bien, no lo haré más, no quise importunarlo. Le traigo noticias, todo en su cerebro está en perfectas condiciones, su pérdida de memoria se debe al parecer a algo mental, o buen, emocional. Más tarde vendrá un médico del área de psiquiatría para hablar con usted.

—¿Ahora está tratando de decirme que soy un demente?

—Por supuesto que no, sólo queremos ayudarle de la mejor manera posible, ese es nuestro deber –la doctora ya comienza a impacientarse, la actitud tan indeseable se su paciente está pasando los límites por lo que su gesto afable ha desaparecido de su rostro.

—Pues yo no les he pedido su ayuda, no me interesa, lo que quiero es abandonar este lugar tan pronto como pueda y no volver a recibir lástima de nadie –dice con extrema arrogancia.

—Nunca había visto una actitud tan deprimente, ¡debería estar agradecido por estar vivo!

—Yo no les pedí que me salvaran, preferiría estar muerto.

—Pues es mi deber salvar vidas, sin importar que a veces sean pacientes insensatos y mal agradecidos —algo que Amy no soportaba, era la falta de amor por la vida de las personas, así que su enojo también iba en aumento. —Elegí ser médico porque amo la vida, no puedo creer que hable de esa manera.

—Ese no es mi problema, yo no tuve nada que ver en la elección de su profesión —parecía que ese hombre misterioso, se había empeñado en alejar a quien hasta ese día fuera su inseparable compañía.

–Me retiro, no voy a quedarme aquí escuchando estupideces. Tengo pacientes que me esperan, ¡con permiso!

Amy salió furiosa de la habitación, casi choca con una de sus colegas, quien será la encargada de darle atención psicológica a tan ácido paciente.

—Disculpa Setsuna, no te vi. Setsuna Meioh, era la psicóloga más reconocida del hospital, era bella, agradable, paciente y reservada, con una cabellera larga de un verde obscuro muy intenso.

—Sí, me di cuenta, ¿pasa algo? Es muy raro verte tan molesta.

—Tu flamante paciente te espera, ¡yo ya no lo soporto!

—Muy bien, pues a eso he venido. Voy a charlar un rato con él.

—Todo tuyo, suerte, la vas a necesitar.

—Pues gracias, pero es mi trabajo, así que estaré bien.

—Te dejo entonces—. Se despide Amy ya más tranquila, esperando que su colega pueda ayudar a "su amigo".

La doctora Meioh pasó a la habitación, dónde encontró al desconocido con un gesto de evidente mal humor, lo cual no le sorprende pues ya había sido advertida por su compañera.

—Buenas tardes señor, no le pregunto cómo se encuentra porque eso es más que obvio. Soy Setsuna Meioh, soy psicóloga y vengo a conversar un poco con usted.

—Yo no tengo nada que hablar con usted, no me interesa que me diga que soy un lunático.

—No se lo diré porque no lo pienso así —contestó Setsuna con voz calma—. La doctora Mizuno me comentó que no recuerda nada sobre usted ni sobre su accidente.

—Si ya lo sabe entonces para que me lo pregunta –responde groseramente.

–Fue una afirmación más que una pregunta— se defendió la psicóloga—. No entiendo cómo una persona tan brillante como la doctora Mizuno, puede sentir empatía por una persona tan desagradable como usted —externa con serenidad.

—¿A qué viene ese comentario? —cuestionó el hombre con visible interés, ni siquiera se hizo el ofendido por el calificativo recibido.

La trampa de Setsuna había surtido efecto, ella ya había escuchado que la actitud malcriada y explosiva de aquel hombre no era manifiesta del todo mientras fuera la doctora Mizuno quien le atendiera, también había escuchado los rumores de que entre "ese par " existía algún tipo de atracción. Así que decidió usar el tema de su amiga para conseguir la atención del paciente con mal genio.

—Si estoy aquí, es porque ella lo pidió al doctor Kushieda, pues él desea darle de alta lo antes posible y que vaya a un albergue del estado entre tanto no pueda recobrar su memoria, a lo que la doctora se opuso terminantemente. Ella ha intercedido para que el director de este hospital le permita estar un tiempo más aquí, de tal modo que reciba ayuda psiquiátrica y psicológica, lo que sea necesario para ayudarle a recuperar sus recuerdos, de hecho ha ofrecido costear el tratamiento con recursos propios—. Hizo una pausa, como si estuviera meditando en lo que ha dicho —, disculpe, creo que he cometido una indiscreción–. Añadió Setsuna, obviamente fingiendo pues su objetivo era justamente hacerle saber toda aquella información.

—¿Y por qué ella haría algo como eso? ¿A caso cree que quiero ser su obra de caridad?

—Yo creo que ella le tiene aprecio, pues desde que llegó ella ha estado pendiente de su evolución, a pesar de que hace tiempo que dejó de ser su paciente, ¿sabe que es una excelente neurocirujana? Aún así, se ha dado el tiempo de venir a visitarlo a diario. Aunque le parezca increíble, la doctora Amy Mizuno es de las pocas personas buenas que quedan en este mundo. Podría al menos tratar de corresponder un poco a todo lo que ella ha hecho por usted poniendo más de su parte para su recuperación, ¿no le parece? Además, si lo que usted más desea es irse del hospital, le conviene seguir el tratamiento que indiquemos.

—Me cuesta trabajo creer en las buenas intenciones de las personas, nadie da todo a cambio de nada, todos siempre esperamos algo. ¿Qué es lo que la doctorcita espera de mí?

—Que se recupere, esa es la recompensa que ella espera. Sin embargo, ella sabe que sólo depende de usted. Nosotros aquí en el hospital, hemos hecho todo cuanto estuvo a nuestro alcance para procurar su salud y bienestar. Pero si usted no lo desea, jamás va a recuperar sus recuerdos, ni la vida que dejó suspendida en algún lugar.

—Debe haber algo más, nadie es tan bueno como para no esperar un beneficio —el hombre permanecía escéptico.

—Parece que tiene mucha experiencia de vida a pesar de no recordar nada.

Así, conversaron por alrededor de una hora. Las conclusiones de Setsuna fueron simples, la primera, que los rumores eran ciertos, el extraño siente algo por su colega. Y la segunda, era muy probable que aquel individuo hubiese suprimido sus recuerdos de manera voluntaria.

Tras el pleito de la mañana, la doctora Mizuno no volvió a aparecer por la habitación del extraño, lo que le ha dejado perturbado. Así que decide preguntar a la enfermera de turno.

—Disculpe, ¿sabe si la doctora Mizuno se ha marchado ya? —cuestionó tratando de parecer poco interesado.

—Sí, se fue hace un rato, escuche a unas compañeras decir que tenía una cita para esta noche. Ojala que le vaya muy bien, le hace falta vivir un romance—.Explica la indiscreta enfermera —ya que está despierto, ¿le gustaría dar un paseo? La doctora Amy dijo que si alguien tenía un momento libre se ocupara de distraerle un poco.

—Está bien —contesta con desgano. Después de la respuesta recibida, el hombre se siente aun más contrariado, aunque no entiende a ciencia cierta porqué. Ya que no desea darle más vueltas al asunto, decide aceptar el ofrecimiento de la enfermera para matar el tiempo y no pensar. Después de algunos minutos, la enfermera es requerida por el doctor Chiba.

—Enfermera, por favor ayúdeme con un paciente.

—Claro doctor —contesta a prisa la enfermera—. ¿Señor me permite unos minutos por favor?— Pregunta con amabilidad la asistente.

—Qué remedio –responde el hombre con mal humor.

La enfermera tardó varios minutos, por lo que aquel paciente ya estaba desesperándose al sentirse abandonado. Interrumpe sus pensamientos al ver a lo lejos una figura bien conocida por él, era "su doctora" aunque sin su característica bata blanca, esta vez llevaba puesto un vestido negro, corto de cuello halter que hacía el contraste perfecto con su piel blanca como la nieve. Llevaba también y unas zapatillas de terciopelo negro y de altos tacones, a los ojos de aquel hombre malhumorado, Amy lucía preciosa. Así que decide acercarse y mientras lo hace puede apreciar que hay algunas lágrimas en el rostro de la bella mujer.

—Mira nada más, la fantástica doctora Mizuno, fuerte y determinada, lloriqueando por los pasillos de hospital, qué espectáculo.

—¿Tú qué demonios haces aquí? No deberías estar fuera de tu habitación siendo tan tarde —reclama con una mezcla de enojo y vergüenza. Secándose con la mano y a toda prisa las lágrimas que viajaban por su mejilla.

—Parece que mi enfermera de ha olvidado de mi por estar pendiente de los encantos del doctor Chiba.

—Deja de hablar tonterías, el doctor es un hombre casado. Yo te llevo a tu cuarto –dice tomando posición para empujar la silla de ruedas.

—¿No tenías una cita esta noche?

–No es asunto tuyo —contestó agresiva y cortante–. Me dejaron plantada, así que no estoy de humor.

—Con que por eso llorabas...

—Déjame en paz, es mi vida y a ti no te importa. –Sin embargo, para infortunio de la mujer, el desconocido entrometido había acertado, el sujeto con quien la doctora tenía su cita le habría cancelado. Al final, era un médico que no podía soportar ser opacado por el éxito y el talento de Amy, por lo que decidió terminar la relación sin siquiera haber comenzado.

—Pues yo creo que el que te dejo ir es un imbécil.

—¿Cómo has dicho?

—Vamos doctora, no te aflijas porque un idiota se alejó de ti, deberías estar feliz de haber quitado de tu vida un lastre que no puede lidiar con el éxito que tanto esfuerzo te ha costado alcanzar.

—¿Cómo sabes tú eso?

—Digamos que lo intuyo, estás soltera, no obstante que eres bonita, inteligente y por lo que me han dicho, uno de los mejores elementos de este hospital. Eso les pesa a muchos hombres, porque son unos perdedores, pusilánimes y mediocres. Ya llegará alguien que se alegre de tus logros y quiera ser feliz a tu lado.

—Por el momento, no puedo ser tan entusiasta, parece que no puedo encontrar nada positivo ni bueno en mí, mi autoestima está en el piso al menos hasta que pueda asimilar todo esto. Por el momento, mi destino es dedicar todas mis energías a la medicina. Y, por si mi situación no fuera lo suficientemente patética, me estoy confesando con mi paciente.

—Por favor, no digas esas cosas. Si lo piensas, he sido tu confidente por meses, creo que te conozco más de lo que tú crees. Además eres tan buena que has sido capaz de soportar a un engreído, ingrato y grosero como yo y eso ya es bastante. Ese parásito, imbécil, neófito, perdedor, cretino no te merecía.

Amy comienza a reír escandalosamente —disculpa es que nunca había escuchado tantas formas de insultar a alguien en una sola frase, eres bastante creativo Taiki Kou.

—¿Cómo me llamaste?

—Taiki Kou, ese es tu nombre.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo descubrí hace algunos instantes, de hecho por eso regresé al hospital; tras un ataque de ira, quise destruir mi biblioteca y… bueno, tu fotografía está en la contraportada de dos de mis novelas predilectas. Mira he traído una de ellas conmigo—. Abre su bolsa de mano y le extiende el libro para que él mismo pueda corroborar lo dicho por ella. –Ya sabía yo que esos ojos tan lindos me eran familiares—, un ligero color escarlata toma posesión de sus mejillas así que rápidamente cambia la dirección del tema. —Encontré los teléfonos de tu agente y ya hice contacto, seguramente pronto estarán por aquí tu familia y amigos.

—Perdona que no sea tan entusiasta, no sé qué pensar…

—Tendré que confesar que me sorprendí bastante. No entiendo como alguien capaz de escribir tan hermosas historias de amor pueda ser tan insoportable. —Amy trató con sus palabras de aligerar el momento.

—¡Insoportable! Bueno quizás un poquito —sonríe y fija su vista en el libro que le fue entregado—. Así que soy escritor —Taiki permanecía incrédulo, repasaba las hojas y leía algunas líneas tratando recordar—ahora entiendo porque hay en mi mente palabras que nadie usa en una conversación normal—. Al decir esto, comienza a reír. Todo indica que ambos han conseguido un poco de paz en medio de sus tribulaciones.

Después de tal descubrimiento, y dar con el editor de Taiki, un hombre joven llamado Satoshi Miwa quien además era su amigo, la relación entre la doctora y el escritor fue mejorando, incluso el carácter tan difícil de Taiki cambió considerablemente. Ahora tenía una identidad, no era capaz de recordar pero al menos ya tenía un nombre y se sentía motivado y dispuesto para recuperarse. Los días fueron pasando y la rehabilitación iba viento en popa, ya no tenía la presión de tener que abandonar el hospital sin saber a dónde ir. Pero ahora su razón para no marcharse era otra: la hermosa doctora de ojos azules le había robado el corazón. Ya que físicamente recobró su salud, lo único que le retenía en el nosocomio era el problema con su memoria.

Una noche mientras Amy hacía su última ronda, decidió pasar a despedirse de su paciente consentido, quien esperaba en su habitación, invadido por la ansiedad que le producía el hecho de haber decidido confesar sus sentimientos a la mujer que además de salvarle la vida, se había convertido mayor de sus anhelos.

—Buenas noches, ¿se puede pasar? —Saluda la doctora con entusiasmo y aun se podía percibir el cansancio en su voz.

—Hola Amy —saludó el chico algo nervioso—.Te ves muy cansada

—Sí, bastante, ha sido un día largo, sólo he venido a darte las buenas noches. ¡Estoy agotada! Y tú ¿Cómo vas? Te noto nervioso, ¿te sientes mal? ¿Quieres que te traiga algo? —pregunta genuinamente preocupada por el bienestar de aquel paciente; después de todo no podía dejar de lado su vocación como médico.

—No necesito nada, sólo que me escuches por favor. La verdad es que no sé cómo decirte esto. Amy… yo… tú… —los nervios estaban traicionando a Taiki al grado que las palabras parecían negarse a salir de su garganta.

—Tranquilo, me estás asustando —al decir esto, la joven toma las manos de Taiki para -según ella-, ayudarlo a calmarse.

—Estoy bien —y en verdad lo estaba, el gesto que Amy había tenido, le había ayudado a tomar el valor necesario—. Lo que quiero decirte es que… me gustas, me gustas mucho… sin darme cuenta me he enamorado de ti.

La ojiazul quedó petrificada, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.

—Disculpa que te lo diga así tan de repente, pero ya no podía seguir guardándome mis sentimientos. Te has convertido en mi motivo de vida, en mi inspiración, quisiera que me dieras la oportunidad de conquistar tu corazón—. Tras la última declaración. Taiki queda en espera de la reacción de la mujer que le acompaña.

Amy permanecía en silencio, sin saber que decir, ella en lo profundo de su corazón sabía que también sentía algo por ese hombre al que tanto se había esmerado en cuidar, sin embargo estaba consiente también que era su paciente, que quizás podría estar confundido, pues estaba vulnerable y solo, sin pasado, con un presente tambaleante y un futuro incierto.

—Yo...

—No digas nada —suplica poniendo sus dedos en los labios de ella—.Tú me salvaste, en todos los aspectos, ahora te suplico que me dejes salvarte yo a ti.

Seguidas a estas palabras, el castaño tomó con ambas manos el rostro de la hermosa mujer, quien estaba hecha un manojo de nervios, la miró fijamente a los ojos esperando alguna resistencia por parte de ella, si lo hubiera rechazado, él se hubiera detenido pero no pasó, así que lentamente el espacio entre los labios de ambos se fue reduciendo, hasta que se fundieron en un beso al principio tímido, pero poco a poco se tornó más profundo y apasionado, los dos podían sentir una corriente eléctrica que les recorría de pies a cabeza. Súbitamente, Amy se separó rompiendo así el mágico momento.

—Perdóname, esto no debió pasar —se disculpó totalmente nerviosa y confundida.

—Sí, sí debía. Sí debe —dice atrayéndola nuevamente hacia él con el anhelo de tenerla entre sus brazos para no dejarla ir nunca. Se unieron en un nuevo beso, esta vez con igual pasión por parte de ambos. Estar así de cerca era lo que habían anhelado por mucho tiempo.

—Esto no está bien, eres mi paciente y no debería dejarme llevar, quizás sólo estás confundido porque he sido tu única compañía en este tiempo y…

—Y nada, gracias a ti hoy ya no tengo dudas, sé quién soy, sé mi pasado y ahora tú estás en mi presente y mis planes para el futuro.

—No entiendo, ¿me estás diciendo que tus recuerdos han vuelto?

—Así es, comencé a recordar casi después que me dijiste mi nombre. Poco a poco tuve recuerdos nítidos sobre mí, sobre quien soy y sobre mi pasado. También recordé que fue lo que me trajo a este hospital—. Taiki no puede ocultar su tristeza, es evidente que los recuerdos anteriores al accidente son dolorosos. Amy lo escucha con sorpresa y algo de enojo. Una parte de ella estaba consiente de que la persona que tiene enfrente está siendo sincera y le está abriendo su corazón; pero por otra parte, se siente engañada al enterarse de que aquel hombre en quien estaba comenzando a depositar su confianza le había mentido. Pero a pesar de la lucha sostenida en su corazón permaneció escuchado.

—Cuando tuve el accidente, había sufrido una decepción muy grande, la mujer con la que estaba comprometido resultó ser una mentira, y eso me dolió mucho, durante muchos años viví en soledad pues mis padres murieron cuando era un adolescente, no tenía más familia, aprendí a sobrellevar mi soledad, esperando que algún día terminara. Creo que por eso me hice escritor, así podría construir vidas diferentes a la mía, podía ser parte de historias alentadoras, podía vivir el romance que anhelaba desde siempre, mis personajes, se convirtieron en mis compañeros de vida y, en cada historia, podía ser y hacer lo que quisiera.

Amy permanecía en silencio, ella pudo comprender la soledad de la que hablaba Taiki, porque esa soledad la asechaba de vez en cuando. Podía sentir el dolor de él como si fuera propio, no dijo nada, sólo lo miraba con comprensión y complicidad.

—Cuando conocí a aquella mujer, mi mundo giró 180 grados, parecía que había alcanzado la felicidad al fin, mi carrera como escritor iba en ascenso, tenía todo lo que había soñado, era dichoso en gran manera. Hasta aquel día en que regresé de un viaje, quise darle una sorpresa a "mi novia" pues en mi viaje había conseguido un contrato para distribuir mis novelas a otros países, así que sin avisarle fui a su casa para que pudiéramos celebrar juntos. El sorprendido fui yo; al llegar la puerta estaba abierta, decidí entrar, al llegar a la sala, puede escuchar una conversación, ella decía que no me amaba, que era un iluso por creer en sus palabras de amor, que iba a ser un infierno soportar la boda y cumplir con sus "deberes" de esposa. Escuché también a un hombre que le decía: "tranquila querida, solo será poco tiempo al cumplirse el tiempo justo podrás solicitar el divorcio que quedarte con la mitad de su fortuna. Después podremos estar juntos sin tener que ocultar nuestro amor".

Esa voz me pareció conocida ya no pude ocultarme más, mi sorpresa fue aún mayor cuando descubrí que ese maldito era quien yo consideraba mi mejor amigo. Yo lo único que quería era morirme, desaparecer, me sentía frustrado, engañado. La mujer que amaba, que yo creía el amor de mi vida, se había burlado de mí, supe que sólo me estaba utilizando para alcanzar fama y mi fortuna, que sostenía una relación con alguien a quien yo en verdad estimaba, al darme cuenta de todo eso, me sentí defraudado, salí furioso, tomé mi auto y lo demás lo sabes… no tuve suerte… quedé malherido pero no cumplí con el propósito que perseguía.

—Morir… —musitó Amy

—Exacto, la amargura que tenía era tan poderosa, era un veneno que tenía dentro y no sabía como sacar, no quería seguir viviendo, no con aquel vacío que me seguía a todas partes, no quería vivir condenado a la soledad, sin familia ni amigos verdaderos, sin amor. Pero algo bueno ocurrió tras mi accidente —a esta afirmación le siguió una dulce sonrisa y los ojos color violeta de aquel hombre se iluminaron —conocí a una mujer que parecía entender mi soledad, que se había empeñado en hacerme despertar como fuera de ese sueño profundo al que yo me había aferrado. Aquella mujer que me visitaba varias veces al día, todos los días, para regalarme algunas palabras de aliento, para animarme a seguir, me había hechizado con la dulzura de su voz. Esa no es otra más que tú mi bella doctora; poco a poco me fui enamorando de ti, creo que fue antes de que hubiese siquiera despertado; pensabas que no podía escucharte, pero lo hacía. Me convertí en tu confidente silencioso, empecé a conocer lo que había en tu interior y me gustó. Ciertamente no podía ver tu rostro, pero podía sentir tus suaves manos tomando las mías para animarme a despertar de aquel letargo. Tu bondad, tus cuidados, el cariño que ponías en todo lo que hacías por mí para que yo estuviera bien, no solamente sanaron mis heridas físicas, sino que también trajeron sanidad a mis heridas del alma.

—Taiki, yo…

—No me contestes ahora, sólo déjame estar cerca de ti, no pretendo que me ames en este instante, pero sí que estés abierta a la posibilidad.

Amy estaba totalmente conmovida, después de pensarlo un poco, contestó sin más –está bien, no te daré una respuesta ahora y me quedaré cerca de ti —muy dentro de si, deseaba aceptar de inmediato los sentimientos de Taiki, y de igual forma declarar los suyos, pero no creía que fuera lo más inteligente.

—Gracias —expresó él, al no encontrar otras palabras, estrechó a la chica una vez más entre sus brazos a lo que la mujer no opuso la menor resistencia.

A la mañana siguiente, Taiki estaba siendo preparado para los últimos análisis de tal manera que pudieran determinar que su estado de salud era óptimo y podrían así, dejarlo abandonar el hospital. Mientras esperaba, una enfermera tocó a su puerta.

—Disculpe señor Kou, tiene una visita —informó la enfermera con amabilidad.

—¿Una visita? ¿Y quién es?

—Soy yo —contestó una voz femenina desde el exterior.

—¡Berjerite! —Exclamó con disgusto el hombre.

Berjerite Black, una incipiente actriz de una belleza muy particular, tan hermosa como arrogante, había llegado al hospital buscando lo que ella consideraba suyo: a Taiki. Ella era justamente la mujer que tanto daño le había causado al prominente escritor.

—Mi amor, no sabes cuánto me has preocupado —al decir esto, se lanza a los brazos de aquel hombre sin darle tiempo siquiera a reaccionar, ella aprovecha el desconcierto y lo besa. Justo en ese momento, llegaba Amy para iniciar con los exámenes, ella ante tal escena sale corriendo sin más.

—¡Doctora Mizuno espere! —Gritó una enfermera inútilmente pues la joven se había alejado.

Al escuchar el nombre de Amy, Taiki se congeló al instante, –si no ha entrado, seguramente lo ha visto todo—pensó y de un empujón se quita de encima a la mujer para ir a buscar a Amy. Sin embargo es detenido por su visita.

—¿A dónde se supone que vas? ¿Acaso no te importa que haya venido a visitarte? —Interroga la mujer haciéndose la ofendida.

—Por favor no seas ridícula, después de tantos meses, ¿vienes hasta ahora? ¿Qué es lo que quieres en realidad? ¿Para qué diablos me buscas?

—Estoy aquí porque te amo, si no vine antes fue porque no sabía dónde encontrarte, hasta ahora que hable con Miwa y me dijo lo que te había pasado. No sabes cuánto me preocupé, vine hasta aquí porque, te he extrañado, te necesito, te amo.

—No me hagas reír; no pienses que soy el mismo estúpido que puedes manipular, tú no sabes el significado de la palabra amor, esa palabra te queda muy grande. ¡Ahora lárgate, yo no quiero saber nada de ti, vete con tu amante y déjame en paz! ¡Te quiero fuera de mi vida de una vez y para siempre! ¡Te odio! ¡Te odio con la misma intensidad con la que alguna vez creí amarte! Ahora si te queda un poco de dignidad márchate, si no lo haces pediré a seguridad que te echen.

—De acuerdo, me voy por ahora, pero regresaré —contestó Berjerite con resignación—. Adiós, espero que no te arrepientas de la forma en que me has tratado—. Salió de la habitación sumamente molesta, sin embargo, decidió quedarse unos minutos tras la puerta a ver que lograba conseguir.

—¡Enfermera! —Grita Taiki con desesperación

—Dígame qué se le ofrece.

—Amy, quiero decir, la doctora Mizuno, ¿estuvo aquí?

—Sí, pero se fue cuando lo vio con su amiga —contestó un poco indignada la enfermera, después sintió lástima por aquel hombre visiblemente contrariado —.Tranquilo, lo escuché todo, así que lo ayudaré.

—¿De verdad haría eso por mí? – pregunta Taiki con un poco de esperanza.

—No por usted, sino por el cariño que le tengo a la doctora Mizuno. Ella siempre está preocupada por ayudarnos, todos en el hospital la apreciamos mucho, así que ahora que puedo hacer algo por ella, no lo dudo ni un instante.

—Gracias de cualquier modo –pronuncia Taiki con alegría.

Con que la doctora Mizuno. Seguramente esa doctorcita de cuarta me quiere robar el amor de Taiki pero no se lo permitiré, ya se me ocurrirá algo –piensa para sí Berjerite alejándose del lugar antes de ser descubierta.

Mientras Amy corría por el pasillo, tropieza con Darien, quien se percata de las lágrimas que corren por el rostro de su amiga.

—¿Amy estás bien?

—Estoy bien, sólo quiero estar sola; necesito tomar un poco de aire, voy a estar un rato en el jardín.

—De acuerdo —contesta Darien poco convencido.

—¡Doctor Chiba! —grita a lo lejos una enfermera, la misma que hacía unos instantes estaba con Taiki. –Disculpe, ¿de casualidad ha visto a la doctora Mizuno?

—Si, pero se encuentra un poco indispuesta, si se trata de un paciente, puedo hacerme cargo.

—Gracias doctor, pero me temo que esta emergencia sólo puede atenderla ella.

—En ese caso, dijo que estaría en el jardín, ya sabe en su lugar favorito. —Un lugar en el jardín con algunas bancas, rodeadas de cerezos y flores. Ahí iba Amy cada vez que necesitaba un respiro.

—¡Doctora Mizuno! —exclamó la enfermera al ver a la persona que buscaba.

—Qué se te ofrece Taiga, ¿alguna emergencia? —Cuestiona Amy tratando de ocultar su llanto y su tristeza.

—Lo que pasa es que el señor Kou…

—Si no está muriendo, no quiero saber nada de él en este momento.

—Doctora, las cosas no son lo que parecen, escúcheme por favor.

—Seguro tienes cosas más importantes que hacer que jugar al abogado del diablo —profiere Amy con enojo en la voz.

—Pues lo siento doctora, haga que me despidan si quiere, pero me va a tener que escuchar.

—Dilo rápido.

Así la enfermera le contó a Amy todo lo que escuchó sin omitir detalles. Al escuchar todo lo acontecido Amy se siente un poco mejor, pero no puede evitar los celos de los que es víctima, pues no podía negar que esa intrusa era realmente bella.

—Doctora, perdón que sea tan entrometida, pero se nota que usted siente algo por el señor Kou, y por la reacción de él, se ve a leguas que también la quiere. Así que por favor déjense de niñerías y vivan su amor, lo que dure no importa, sólo dense la oportunidad de compartir su amor mutuo de coleccionar buenos recuerdos, ¡dense la oportunidad de vivir!

—Gracias Taiga. Tendré en cuenta lo que me has dicho, ahora regresa a trabajar por favor.

—Como usted ordene doctora con permiso —la enfermera se retira a toda prisa, con un gesto de satisfacción al haber conseguido su propósito.

Amy sin embargo, siguió molesta, pues Taiki nunca debió permitir que esa bruja le besara. Decidió delegar los análisis a los residentes, de tal modo que ella no se volvió a aparecer por la habitación de su "dolor de caeza". Más tarde, fue Darien el encargado de dar de alta al paciente.

—Todo está en orden señor Kou. Sólo requiero que me firme estos documentos y será libre–. Darien le indica los sitios donde debe firmar. Taiki se siente ansioso e intranquilo porque no ha visto a Amy en todo el día, aunque sabía que la enfermera intercedería por él, ella jamás volvió para contarle el resultado.

—Buenas tardes, saluda una voz familiar a Taiki.

—¡Miwa! ¿Qué haces aquí? –interroga el escritor por simple curiosidad pues no le molesta en lo absoluto ver a su editor y amigo.

—Bueno, me avisaron que hoy te dejaban libre y aquí me tienes.

—¿Quién habrá sido?

—Me dijo que se llamaba… ah… no lo recuerdo. Era una doctora con una voz muy gentil.

—La doctora Mizuno me comentó que llamará a alguien para que viniera por usted —interrumpió Darien. Me doy cuenta que se llevan bastante bien, me alegra, Amy es una buena persona.

—Espera, ¿no es esa doctora la que te trae de cabeza? —pregunta Miwa burlonamente.

—¿Por qué no te callas? – profiere Taiki sonrojado.

—A decir verdad, lo suyo ya es un secreto a voces en el hospital –interviene Darien.

Ante tal declaración los tres hombres en la habitación comienzan a reír a carcajadas. Después de unos minutos Taiki al fin es dado de alta tras 10 meses de estar internado, por fin dejaba el hospital. Acongojado porque su "bella doctora" no estaba ahí para decir adiós. De alguna manera entiende a Amy y respeta su decisión.

—¡Al fin libre! –Exclama suspirando profundamente, respiraba alegre el aire del exterior. —Miwa, tengo algo importante que hacer, ¿trajiste lo que te pedí?

—Claro hombre, pasé a tu departamento antes de venir. Aquí tienes. Le entrega una cartera con algunos valores, un poco de efectivo y tarjeta de crédito, etc.

—Perfecto, ¿Vienes conmigo?

—No amigo, veo que estás perfectamente y yo tengo que atender tus asuntos como hasta ahora. Nos vemos mañana.

—Hasta pronto entonces. —Se despidió amablemente, invadido por una indescriptible sensación de emoción ya que traía un plan entre manos y era urgente ponerlo en práctica, así se dispuso entonces a poner manos a la obra.

Unas horas más tarde, Taiki estaba de vuelta en el hospital, nervioso, pero con una alegría difícil de esconder. Al llegar a la recepción es reconocido por la enfermera de turno.

—¡¿Señor Kou?! Que sorpresa verlo por aquí tan pronto, me habían dicho que esta tarde le dieron de alta.

—Sí, tiene razón, pero digamos que enfermé de otra cosa y sólo hay una persona capaz de curarme. ¿Sabe dónde está la doctora Mizuno?

La respuesta no fue necesaria, al abrirse las puertas del elevador, Amy en compañía de Darien, llegaba a la recepción.

—¡Amy, que bueno que estás aquí! Necesito hablar contigo –expresó desesperado.

—Pero yo no tengo ánimo de hablar contigo —contestó con molestia.

—Voy a preguntar algo… —se excusó Darien, ya que se sentía muy incómodo por la situación.

—Amy por favor escúchame, no me iré de aquí hasta cumplir el propósito con el que vine —declara Taiki con voz firme y su mirada fija en la chica.

—Por favor Taiki, no hagas un espectáculo. —Dice la bella mujer visiblemente nerviosa.

—Pero si el espectáculo apenas empieza —dijo al tiempo que se ponía de rodillas ante el asombro de todos los presentes en el lugar.

—¡Taiki Levántate! –ordena Amy con el rostro cubierto de un tono carmín intenso.

—Amy Mizuno, mi bella doctora. Hace diez meses que salvaste mi vida, que con tu dulzura llenaste mi corazón y cambiaste mi entorno en algo maravilloso. Hoy he venido a decirte que te amo, como jamás pensé que sería posible amar a alguien. Quiero pedirte delante de todos estos testigos que seas mi esposa—. Dicho lo último, sacó una pequeña caja de terciopelo negro, la abrió para luego poner delante de la chica un anillo de oro blanco, con un zafiro en forma de corazón rodeado de diamantes. —¿Aceptas casarte con este escritor, que sueña con compartir una vida a tu lado? —Preguntó Taiki, dejando ver que sus ojos comienzan a llenarse con algunas lágrimas. El mismo caso era el de Amy, sólo que el llanto de ella era mayor, algunas gotitas de alegría ya viajaban por sus mejillas.

—Taiki… yo… también te amo y acepto…

Al oír la respuesta de ella, todos los presentes aplaudieron y gritaron, algunas doctoras y enfermeras no pudieron evitar llorar por el momento tan conmovedor. Darien estaba sorprendido por el acontecimiento, pero muy contento por su mejor amiga. Mientras Amy y Taiki se abrazaban sin poder ocultar su felicidad.

Así pasaron dos meses más en santa paz, Amy más radiante que nunca trabajando arduamente y Taiki poniendo su vida en orden tras el largo periodo de ausencia. Ambos estaban felices y aunque no se veían con tanta frecuencia como cuando él estaba internado en el hospital, siempre buscaban un tiempo para dedicarlo solamente a ellos dos. Una de ésa tardes, Amy recibió un mensaje de Taiki:

Mi bella doctora,

Te espero en nuestro lugar a las 5:00 PM te tengo una sorpresa.

Taiki.

Su lugar, era un pequeño restaurante cercano al hospital, elegante y al mismo tiempo acogedor. Amy sonreía, pues a pesar de que Taiki se había caracterizado por tener tantos detalles hacia ella como le fuera posible, nunca dejaba de sorprenderle. El día había trascurrido con normalidad y sin pacientes que requirieran mayor atención la doctora se preparaba para acudir a su cita.

En el restaurante ya se encontraba Taiki, esperando ansioso. Una mujer se acercó por detrás de él cubriéndole los ojos con las manos.

—¡Amy llegaste antes!

—¡Cómo me confundes con esa ordinaria!

—¡Berjerite! ¿Que demonios haces aquí? ¡Bah! No importa, ¡vete! Pensé que había quedado claro que no quería saber de ti nunca.

—¡Pero yo te amo Taiki!

—Ambos sabemos que eso es mentira, amas mi fortuna, lo que represento para ti, pero no a mí. Además yo estoy por casarme con una mujer maravillosa a la que tú no podrías superar ni volviendo a nacer.

—Seguramente me hablas de esa doctorcita, pero yo te demostraré que soy mil veces mejor que ella—. Dicho esto, se lanzó sobre él y lo besó al instante. Ante el desconcierto, Taiki no supo como reaccionar y, para su infortunio Amy llegaba al restaurante justo en ese momento. La chica al ver tal escena, más que amenazada se sintió herida, decepcionada, no podía creer lo que acababa de presenciar. Salió a toda prisa llena de rabia, un dolor indescriptible se apoderó de ella, no podía pensar con claridad, solo pensaba en salir de ahí como fuera. Cruzó la calle sin la menor precaución, por lo que no advirtió que venía un automóvil a toda velocidad y fue embestida por el mismo, Amy salió disparada cayendo a unos metros, inconsciente y malherida.

Uno de los hostes del restaurante, vio el accidente y entró a rápidamente para llamar a una ambulancia.

Al interior, Taiki aun discutía con Berjerite, tratando de soltarse de ella para correr tras Amy. Al escuchar del accidente, salió corriendo ignorando por completo a la mujer delante de él. En el exterior, puedo observar a la gente rodeando a Amy y sin pensarlo, corrió hasta allí. Al verla tendida en el piso, cayó de rodillas a un lado de ella desesperado y sin saber qué hacer.

—Amy, mi vida, por favor despierta por favor no me dejes. ¡Yo te necesito! –Los gritos desesperados de Taiki resonaban por los alrededores, la gente comenzó a amontonarse al rededor de ellos. Al fin llegaron los paramédicos uno de ellos reconoció de inmediato a Amy.

—¡Dense prisa! Doctora Mizuno, por favor resista —dijo el paramédico. Mientras hacen las maniobras necesarias para atender a Amy y subirla a la ambulancia—. ¿Viene con ella? Preguntó el paramédico a Taiki.

—Sí, claro.

—¡Taiki espera! ¡No te puedes ir, no hemos terminado de hablar! –Grita Berjerite, haciendo una rabieta fuera de lugar, ante el asombro de los que la escuchaban.

—Aléjate de mí, lárgate de mi vida, no me interesas, eres el peor error que he cometido, todo lo que tocas lo destruyes. Amy es lo único valioso que tengo y estoy a punto de perderla por tu culpa, si eso pasa, ¡maldita seas Berjerite! —El desprecio en la mirada de Taiki era más que evidente, no podía creer tanto egoísmo y tanto vacío en la persona que alguna vez creyó amar.

—¡Taiki espera! ¡No puedes dejarme así!

—¡Vámonos! —Ordenó el paramédico.

Por fin, las puertas de la ambulancia se cerraron y se dirigieron a toda velocidad al hospital.

—¡Maldita sea! –exclamó Berjerite, quedándose parada en medio de la calle, rodeada de las miradas de desaprobación de los curiosos.

En el hospital, tras varias horas en quirófano, los médicos han logrado detener la hemorragia interna que sufría la mujer, se encuentra grave, esta vez era ella quien parecía no querer luchar por su vida. En la sala de espera sus amigos aguardaban por noticias sobre el estado de salud de la chica. Junto con ellos Taiki, visiblemente apesadumbrado.

—Amiga, por favor resiste, no te des por vencida, tú siempre me has enseñado a luchar —susurró Serena a manera de plegaria.

Darien fue el encargado de informar a los presentes sobre el estado en que Amy se encontraba. Observa a todos los amigos consternados, pero su enojo es manifiesto al encontrar que Taiki estaba en el lugar.

—¿Se puede saber que haces aquí? Amy está aquí, así por ti. –reclamó Darien

—Tú no eres nadie para echarme —contrarrestó Taiki agresivo.

—¡Amy es como mi hermana maldito infeliz! —lleno de ira, Darien tomó a Taiki por el cuello.

—¡Darien por favor contrólate, no armes un escándalo! —Suplicó Serena, tratando de tranquilizar a su marido.

—Hazlo por Amy —pidió Rei en tono conciliador.

—Por favor Darien, todos estamos muy preocupados, pero no ganaremos nada poniéndonos a buscar culpables —acotó Mina con una tristeza poco usual en ella.

—Está bien, por Amy —, así Darien se rindió y soltó bruscamente a su presa. Taiki cayó al piso sin fuerzas y sin el más pequeño indicio de querer levantarse.

Andrew y Lita se miraron cómplicemente y decidieron ayudar y acompañar a Taiki.

—Vamos… vamos por un café, necesitas distraerte un poco.

—No quiero café, quiero que Amy esté bien, quiero ver sus ojos azules regañándome y su sonrisa saludándome como cada mañana. Quiero… quiero… —Taiki llora desconsoladamente por el sentimiento de culpa, y la idea de perder a su amada…

—Y Bien Darien, cómo está Amy, ¿a eso habías venido no? – preguntó Rei un poco molesta por el incidente.

—Su estado aún es grave, el doctor Kushieda me ha dejado hacer una excepción y permitir que alguien pase a verla.

—Deberías pasar tú Serena, eres más cercana a Amy –sugiere amablemente Rei.

—Estoy de acuerdo, solo dile que estamos todos aquí afuera y que yo cuidaré de Luna para que no se preocupe —añadió Lita.

—Dile que le mandamos nuestras energías par que se ponga bien.

—Lo siento mucho chicas, pero no seré yo quien entre a ver a Amy. —Expuso Serena con voz calma—, en esta ocasión ese lugar le pertenece a alguien más.

—¿Pero qué dices Serena? —cuestionó Darien desconcertado.

—Taiki, creo que lo mejor es que entres tú y hables con ella, sé que te escuchará—pidió Serena mientras le brindaba una mirada de consuelo.

—Pero que… —Darien estaba muy molesto.

—Sé lo que hago —le refutó su esposa —y si en verdad quieres a Amy, me dejarás.

—Está bien —refunfuñó Darien.

—Ve y dale nuestros mensajes a Amy ¿de acuerdo? —pidió la joven señora con un gesto amable y consolador.

—Gracias Serena, no tengo como agradecerte.

—Vamos no hay mucho tiempo —indicó Darien sin ocultar su desaprobación.

Una vez junto a Amy, Taiki se sintió aún más culpable y se desmoronó.

—Amy, por favor perdóname. Jamás quise hacerte daño. Fui un idealista al pensar que podía ser feliz, lo único que yo quería era estar a tu lado pero me equivoqué, el amor no fue hecho para mí, entiendo que nací para estar solo… Mi bella doctora, despierta, ¿no ves que hay una vida esperando por ti? Te prometo que en cuanto sepa que estás bien, me marcharé de tu lado para siempre.
Tomó entre sus manos las de Amy, deseando con todo su corazón que ella pudiese sentir el amor que le profesaba y decidiera así perdonarlo y luchar para vivir.

—Dios… si en verdad existes… no quiero pedirte nada para mí, sólo quiero que dejes que éste ángel se quede más tiempo aquí, para alegrar la vida de muchos como lo hizo con la mía. Te ofrezco mi vida a cambio de la de ella, pero por favor sálvala.

Una lágrima casi imperceptible corrió por el rostro de Amy. En seguida, los monitores comienzan a emitir sus alarmas algo no estaba bien…el corazón de Amy había dejado de latir…

—¡Amy, NO! ¡No me dejes!¡Por favor, no! …

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—Doctora Kou, su familia la espera en recepción.

—¡Mami! ¡Mami! —interrumpió una vocecita infantil detrás de la doctora.

—¡Emily! ¿Cómo has llegado hasta aquí? —Preguntó la mujer tomando a la pequeña en sus brazos.

—Lo siento amor, se me escapó… otra vez —contestó una voz masculina.

—Taiki, ¿cómo es posible que siempre pase lo mismo con ustedes dos? ¡Emily sólo tiene cinco años!

Los ojos azules de aquella mujer se llenaron de ternura al ver a los seres que más amaba frente a ella.

—¡Viva le gané a papi! –exclamó la pequeña al tiempo que aplaudía efusivamente.

—Emily no debes de andar sola en los pasillos del hospital, es peligroso —regañó Amy con un tono un poco más severo.

—No, mami, no es peligroso porque cuando crezca voy a ser doctora como tú y a escribir muchos libros como papi —Dijo en su defensa la pequeña dejando sin argumentos a sus padres.

Diez años habían pasado desde que Amy y Taiki habían vencido al destino y habían salvado sus vidas, no sólo de la muerte física, sino de la que es aún peor de la muerte en vida. Emily, fue la novela donde Taiki narró su gran historia de amor, misma que le valió el reconocimiento internacional, por ello decidieron llamar así a su hija, producto de su amor inquebrantable, que fue capaz de superar las pruebas y sobrevivir a los temores, de aquel amor que puso fin a la soledad en el corazón de esas dos personas, que habían comprendido que el amor no llegaba temprano ni tarde, sino en el justo momento.

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Y bien, ¿Qué les pareció? No olviden dejar sus reviews y sus comentarios en facebook. Me encanta saber de ustedes.

Moraleja, cuando estés ofuscado, aléjate de los automóviles jajaja x'D

Un dato curioso, este one shot fue escrito en un 70% desde mi celular, un C3. Hoy a un año de su publicación, estoy editando esto para fines de calidad en el escrito xD

¡Nos Leemos la próxima!

=Anny Mizuno=