Disclaimer: Fairy Tail y sus personajes no me pertenecen. Son propiedad de Hiro Mashima y, como todos sabéis, esta es una actividad que realizo sin ánimo de lucro.


Habían pasado ya un par de días desde que los dos magos de Fairy Tail aparecieran de la nada con todas las chicas secuestradas, y aún no les habían dejado marcharse porque insistían en celebrar lo sucedido en el momento en que la guardia real se llevase a ese cretino acosador de chicas adolescentes. El alcalde, que había resultado ser el hombre con el que habían hablado Natsu y Happy en la fuente, les había cedido su casa para permanecer allí hasta el momento como muestra de gratitud por el trabajo bien hecho, cosa que ambos habían agradecido enormemente. ¡No sólo recibían el dinero correspondiente por llevar a cabo la misión y celebraban una fiesta en su honor, sino que encima se libraban de pagar lo que les costase el pequeño hotel en el que habían hecho reserva! Por primera vez en mucho tiempo, la resolución de una de sus aventuras tenía un final realmente dichoso.

Debido quizás más a las circunstancias que a otra cosa, aunque las dos estaban muy seguras de que todo habría avanzado igual aún sin haber estado viviendo juntas, Lucy había trabado una bonita amistad con Sally, con quien había descubierto varias similitudes. La chica incluso reconoció que había oído hablar de ellos antes de su desaparición siete años atrás, y que les había admirado profundamente, llegando a sopesar la idea de entrar en algún gremio de magos para tener experiencias tan locas y divertidas como las de los integrantes de Fairy Tail.

—Al final nunca lo hice porque mi padre me necesitaba —aclaró el día en que se lo había confesado—, mi madre murió hace unos años y eso le devastó. No podía irme y dejarle completamente solo.

La joven maga había perdido la mirada en el suelo mientras le explicaba, con la voz algo queda, cómo ella sí se había marchado de casa, lo que había hecho Jude para traerla de vuelta, sus peleas, vicisitudes, y por último, su muerte, arrancándole un par de lágrimas silenciosas a Sally. Ella, sin embargo, no había derramado ni una sola. A pesar de que aún le dolía hablar del tema, se había sorprendido a sí misma siendo lo suficientemente fuerte como para soportar hacerlo sin llorar. Se sintió un poco orgullosa de su propia fortaleza mientras pasaba la mano por la espalda de su nueva amiga, que intentaba no ser muy escandalosa mientras se calmaba. La similitud de sus historias, sin duda, le había llegado al alma.

Por su parte, Natsu, muy a su pesar, se pasó los dos días encerrado en la mansión del alcalde, puesto que la gente le acosaba al salir a la calle, sobre todo padres de hijas secuestradas —y ellas mismas— para colmarle de regalos, alabanzas, e incluso algún que otro beso furtivo. Su única diversión era juguetear con el colgante que había permitido que Dorian cambiase de aspecto. A pesar de que lo había destrozado al final de la pelea con el último golpe, su manía coleccionista le había hecho quedárselo para tenerlo como recuerdo de su primera misión después de aquel extraño hiatus que habían sufrido de forma involuntaria. Sin embargo, Lucy había conseguido hacer que funcionase, cosa de la que se había arrepentido enormemente, porque ahora el aburridísimo dragon slayer se dedicaba a pulular por la casa cambiando de apariencia y asustándolas a las dos cada dos por tres, seguido de un divertidísimo Happy, que le ayudaba siempre que podía.

Al final del segundo día, cuando Dorian ya no era más que un mal recuerdo que se estaba marchando en dirección hacia la capital del imperio, Lucy consiguió dar con él, dejarle K.O. y requisarle el objeto para que no siguiese molestando.

—¡En lugar de estar haciendo el idiota vete a ver si puedes ayudar a alguien! —le ordenó, ya que los preparativos para la fiesta habían comenzado esa misma tarde.

Apesadumbrado, Natsu había abandonado el recinto para dirigirse a la plaza central, donde todos los comercios habían quitado sus puestecitos para poder permitir la colocación de las mesas en las que irían las enormes fuentes de comida, el escenario donde iban a tocar música y las pequeñas cocinas improvisadas al aire libre. Cientos de lámparas de papel de todas las tonalidades que había visto adornaban todo el lugar, lanzando haces de color gracias a la luz que guardaban en el interior, puesto que la luz del sol había desaparecido ya. Los árboles cercanos también estaban cubiertos de hilos llenos de bombillas amarillas que le daban un aspecto de lo más festivo. Se sintió bastante más animado al ver semejante espectáculo, al igual que Happy.

—¡Oye, chico! —dijo una señora rolliza con el pelo negro, recogido en un apretado moño, y una sonrisa que era casi tan grande como su cara redonda—. Pareces un muchacho en buena forma. Ven, ayúdame —lo cogió del brazo y tironeó de él con tanta fuerza que pareció que iba a arrancárselo.

Al parecer tenía que trasladar unos barriles de vino y cerveza desde su almacén hacia el sitio de la fiesta; su hijo se encontraba entretenido en otros affaires, ella no tenía fuerza y su hija no pasaba de los diez años, quedando completamente descartada. Así que accedió a ayudarles. De esa guisa se lo encontró Lucy cuando bajó al centro del pueblo, que estaba cada vez más animado. Los cocineros habían comenzado a asar unos lechones; en las mesas había comida de todas las clases que habría soñado con ver, amén de grandes fuentes de pescado para Happy. Una pequeña orquesta, compuesta por músicos aficionados del pueblo, se situaba en su escenario, afinando los instrumentos antes de empezar a tocar. La gente iba y venía, la reconocía, la saludaba, le agradecía enormemente lo que había hecho antes de marcharse, dejando paso a otros muchos. Algunos chicos intentaban invitarla a bailar o a salir, pero ella declinaba la oferta todo lo elegantemente que podía y continuaba andando al lado de Sally, quien le iba susurrando los diferentes cotilleos de las personas que se acercaban a hablar con ambas.

Cuando llegaron al centro, el alcalde de la ciudad las abrazó a ambas y buscó con la mirada a Natsu, que acababa de dejar en el suelo el último tonel. Le hizo un par de señas para llamar su atención mientras Lucy le llamaba a viva voz, sabiendo que eso le atraería más que unos gestos de mano. El joven mago se despidió de la señora, que parecía sorprendida por no haberle reconocido, mientras corría para acercarse hacia donde le estaban reclamando. Una vez estuvo, el adulto le dio un par de palmadas afectuosas en la espalda y se dirigió a todo el mundo, que esperaba, expectante.

—Buenas noches, mis queridos vecinos. En el ocaso de este día nos hemos reunido para honrar a estos maravillosos muchachos, quienes, valientemente, le han plantado cara al monstruo de Dorian para traernos a nuestras hijas —miró de reojo a la suya, que le sonrió con gran cariño— y apartarlas del peligro —se giró entonces hacia los miembros de Fairy Tail y puso en cada uno de ellos una mano sobre uno de sus hombros—. Natsu, Lucy, por eso os estamos tremendamente agradecidos, y nunca jamás podremos pagaros por lo que habéis hecho. Así que, como muestra de nuestra gratitud eterna, os dedicamos esta pequeña y humilde fiesta. ¡Sentíos libres de campar a las anchas por la que es, ahora, vuestra segunda casa! —volvió a dirigirse a todos los habitantes del lugar y alzó una mano—. ¡Por Natsu y Lucy! ¡Por Fairy Tail!

Todo el mundo coreó las alabanzas, haciendo que Lucy se sonrojase y que Natsu sonriese, satisfecho, contagiado de la felicidad que inundaba el ambiente. Tras eso, la música empezó a sonar por todas partes, y mientras parte de la gente empezó a beber y comer como si fuese el último día en la tierra, el resto se acercaba a ellos, curiosos, deseosos de que les contasen hazañas de su gremio.

Primero comenzaron con la más reciente, explicándole cómo habían derrotado al mago que les tenía atemorizados. La muchacha incluso sacó el colgante que le había permitido cambiar de forma a su antojo para que Natsu, quien pareció muy contento con el hecho, pudiese mostrarle cómo lo había hecho, arrancando más de un 'ohh' lleno de admiración. Continuaron con otras muchas: cómo se habían conocido, las trifulcas con Erigol, la misión de recuperar el libro de las manos de Everlue, incluso lo sucedido en isla Garuna. La gente parecía fascinada por sus hazañas, se reían, contenían la respiración; incluso más de una derramó una lágrima.

Estuvieron rodeados de personas atentas a lo que podían decirle hasta que apareció Sally para despedir a todo el mundo, alegando que los héroes necesitaban comer algo. Natsu no necesitó que le recordasen dos veces que tenía a su disposición cuanto alimento pudiese desear; salió disparado como una bala, haciendo reír a la autóctona del lugar. Lucy simplemente negó con la cabeza sonriendo ligeramente mientras se dirigía, junto a su nueva amiga, a una de las mesas para poder coger algo antes de que su compañero de equipo arrasase con todo. Mientras seleccionaban qué echar en sus platos, hablaron de cosas bastante triviales, como siempre, hasta que Sally se atrevió a lanzar al aire la cuestión a la que llevaba dándole vueltas desde hacía dos días.

—Y dime, Lucy —hizo una breve pausa.

—¿Sí? —se distrajo de mordisquear un trozo de pan para mirar a su interlocutora.

—Exactamente, ¿qué relación tienes con Natsu? —la miró, parpadeando curiosa, ansiosa por saber su respuesta.

Habría dejado caer todo al suelo, pero una pequeña vocecita dentro de su cabeza le dijo que no podía soltarlo porque no era suyo, provocando que alguien tuviese que pagar por su imprudencia. Pero no hubo nada que impidiese que se sonrojase completamente, comenzase a tartamudear y demás gestos que hicieron que Sally se echase a reír levemente. Mientras Lucy intentaba encontrar palabras, que parecían haberse perdido más debajo de su garganta, alzó la mirada, captando al joven en la distancia, engullendo comida junto con Happy. Lucy había contestado tal y cómo había esperado que hiciese. ¡Era tan ingenua para ser de su misma edad! Si bien no habían hablado de chicos, estaba completamente segura de que jamás había tenido si quiera un novio.

—N-n-n-no tenemos ninguna relación en particular. Qu-qu-quiero decir, somos amigos y esas cosas. Pero… nada más.

—¿Seguro que no? Porque a mí me parece un chico del que es bastante fácil… ya sabes… enamorarse.

—¿¡En serio!? —alzó demasiado la voz y varias personas a su alrededor la miraron durante unos segundos para apartar la vista luego. Aquello hizo que bajase el tono—. ¿Por qué dices eso?

—Bueno, no le conozco tanto como tú, desde luego, pero se ve que es una buena persona, algo bobo e infantil, pero de gran corazón. Apasionado. Enérgico. Fuerte. Protector. No sé. Si yo fuese su amiga sería difícil que no terminase sintiendo 'algo más' por él. Te envidio, en cierta manera.

Lucy revolvió unos trozos de carne en su plato con el tenedor para intentar disimular los nervios que estaba sintiendo, los cuales le incomodaban tremendamente, precisamente porque estaban ahí. No tenía por qué ponerse nerviosa al hablar de su relación con Natsu, porque no había nada de lo que hablar, realmente. Sólo eran amigos. Buenos amigos. Nada más. No sabía por qué de pronto el mundo no parecía dejar de insistir en que eran algo más. Además, no era como si ella siquiera le hubiese mirado alguna vez de otra forma. Como le había sucedido con Dorian. Natsu era… ¡era Natsu! El idiota, luchador y entregado de Natsu. Tan fuerte. Tan brillante. Tan…

"Todo… Oh…"

Algo dentro de su cabeza hizo 'clic' de una forma que no le gustó. El corazón se le encogió dentro del pecho, las mejillas le ardieron con tanta fuerza que pensó que todo el calor de su cuerpo se había desplazado hacia ellas y hacia el órgano que estaba bombeando su sangre a toda velocidad. Natsu era muchas cosas en su vida, tantas que nunca se había parado a contarlas. Nunca se había percatado de que pudiese serlas. De algún modo siempre habían estado ahí, pero jamás se había planteado el modo en que aparecieron ni en el que, poco a poco, habían ido cambiando. Ni lo que eran ahora. Ni lo que Natsu suponía para ella ahora.

—¿Lucy? —la voz de Sally la trajo de vuelta al mundo. La estaba mirando, preocupada—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, sólo… pensaba.

La chica le dedicó una sonrisa tierna y le pasó la mano por la espalda, en un intento por consolarla. La expresión en el rostro de su nueva amiga se lo había dicho todo. Acababa de darse cuenta de que lo que ella acababa de decir no era tan disparatado como le había parecido en un principio; debía de estarle costando asimilarlo. Ambas miraron hacia donde se encontraba el dragon slayer, peleándose con unos chicos porque habían intentado quitarle parte de su comida. Sally soltó una risilla divertida y Lucy suspiró, llevándose la mano a la frente. No le hizo falta que lo dijese para saber lo que acababa de pensar.

—De ninguna manera, Sally.

Tras aquello ambas estallaron en carcajadas.

—Digas lo que digas, yo pienso que sí —le sacó la lengua—. Pero entiendo que no quieras reconocerlo. Entiendo que de miedo.

También resultaba evidente que era lo que se le estaba pasando por la cabeza en esos momentos. Posó la frente sobre el hombro de la joven, algo apesadumbrada por la cantidad de sentimientos e ideas que le surcaban la mente. Quizás lo mejor por el momento era dejarlo de lado. Enterrarlo en lo más profundo de su ser hasta el momento en que viese alguna señal por su parte. Además, ni si quiera estaba segura. Probablemente sólo estuviese confundida debido a los eventos que acababan de suceder, que ni siquiera fuesen reales, provocados por las cosas con las que no dejaban de bombardearle últimamente. Como aquella vez en la que Mirajane le había hecho creer que a Natsu le gustaba ella.

"¿En qué universo es eso posible?"

El idiota de su amigo sólo pensaba en luchar y comer. Tenía un gran sentido de la amistad y sabía que daría su vida por cualquiera del gremio, ella incluida. En él no parecía haber cabida para el amor, de modo que no tenía intención de perturbarle con ese tipo de pensamientos. Ser su amiga era lo mejor que le había pasado en muchísimo tiempo, porque sólo le había traído cosas buenas y felices.

Sonrió levemente y se levantó para continuar caminando y hablando con Sally, quien le devolvió la mueca. No sabía por qué, pero Lucy era un libro abierto para ella. Podía ver perfectamente cada idea que se le pasaba por la mente. Le pasó la mano por el pelo para despeinarla y comenzar a reírse con ella, buscando cambiar de tema de conversación.

El resto de la noche se sucedió sin problemas, al menos, que no estuviesen relacionados directamente con un montón de gente que sólo quería beber, bailar, reír y pasárselo bien. A Lucy le recordaba horriblemente a la gente del gremio, de modo que se sintió muy a gusto constantemente, acompañada de personas encantadoras. Sally y ella fueron pasando por prácticamente todos los grupos que se habían formado a lo largo de toda la plaza, siempre a una distancia prudencial de donde se encontraba Natsu. No le apetecía pensar nada más en lo que le había dicho porque era mucho más fácil así. Sin embargo, tampoco era una inconsciente. No podía pasársela todo el tiempo lejos de él, porque ni era justo, ni normal, ni él se lo merecía.

Así que, cuando el grupito que le había hecho compañía durante los días de cautiverio se llevaron a Sally, Lucy se armó de todo el valor que había ido acumulando a lo largo de toda la fiesta y se aproximó a su amigo, quien estaba sentado contra un árbol intentando digerir toda la comida que había estado engullendo. Happy dormía sobre su cabeza, agotado también. Debían de faltar pocas horas para el amanecer, pero por curioso que podía parecer, no se sentía nada cansada. Quizás era por el hormigueo que le recorría todo el cuerpo. Se colocó a su lado al llegar, suspirando, rodando los ojos al ver lo hinchada que tenía la tripa.

—Mira que eres bruto, Natsu. No deberías comer tanto. Algún día te sentará algo mal.

—Es que todo tenía muy buena pinta, y daba igual cuanto comiese. Siempre había más, y más, y más.

—Eso no quita que tengas que aprender a controlarte —le propinó un pequeño puñetazo en el brazo que le hizo tambalearse, tan blandengue se encontraba en ese momento. Lucy se rió.

Se hizo un breve silencio entre ellos, nada incómodo. Era una de las cosas que más le gustaba de estar con la gente del gremio, con él; no había cosa que no resultase natural. Con Natsu podía relajarse y ser simplemente Lucy, porque iba a aceptarla tal cual. Le miró de reojo, pasados unos segundos, sorprendiéndose por encontrarle muy serio. Aquello sí que no era habitual. Cuando él giró el rostro para encontrarse con el de ella, sintió que el corazón le daba un pequeño vuelco al que intentó no prestar demasiada atención. Lo cierto era que si se le miraba bien, podía llegar a ser incluso guapo; con el pelo revuelto, los ojos oscuros, intensos, las líneas del rostro madurando.

—Oye.

—¿Sí? —preguntó, nerviosa, esperando que no se hubiese percatado que se le había quedado mirando con cara de idiota. Volvió a extrañarle su comportamiento, porque habría jurado que acababa de sonrojarse. Además, parecía inquieto. Como si tuviese algo que decir y no se atreviese.

"Ay, Lucy, no pienses estupideces. No es eso. No es eso. No es eso."

—Ese tipo… —evidentemente no lo era. Sintió algo de alivio y mucho de decepción—. Cuando llegué, me dijo que había interrumpido… algo…

—¿Algo?

—Sí, no… —bufó— no fue muy… Lo cierto es que fue algo gráfico y…

—Natsu, ¿qué intentas decirme? —creía saber a qué se estaba refiriendo, pero temía que le hubiese contado alguna mentira. Como que ella había accedido. Y el que él no encontrase la forma de decírselo acrecentaba esa sensación.

—¿Ese tipo se aprovechó de ti? — le cogió la mano mientras le decía eso, sonrojado, nervioso, mirándole de una forma tan expresiva que su interior se revolvió completamente. ¿Estaba… celoso?

"No, no, no. No es eso. Está preocupado. Es normal. Si alguien se hubiese aprovechado de una amiga mía yo también lo estaría y no sabría cómo preguntárselo, porque es incómodo y todas esas cosas."

—N-no. No le dio tiempo —relajó la expresión de su rostro, sonriéndole dulcemente—. Llegaste justo en el momento indicado. ¿Es que te dijo que sí?

Asintió sin soltarla. Se le notaba bastante más tranquilo, pero seguía mirándola de la misma forma, temiendo que, en el fondo, no fuese verdad. Que ese tipejo hubiese obtenido de Lucy cosas que no le pertenecían en absoluto. Cosas que ella debía de entregar sólo a la persona a la que quisiese. Aún sentía algo de rabia al pensar en ello, pero afortunadamente no le había dicho la verdad.

"Está bien. No le ha hecho nada." Natsu sintió un alivio enorme en el corazón que le hizo esbozar una enorme sonrisa.

—Menos mal. Si hubiese sido cierto habría salido corriendo a buscarle para matarle —comentó como si fuese lo más normal del mundo. A Lucy le recorrió la espalda un escalofrío mientras intentaba pensar de nuevo que no era nada, que era su amiga y por eso de su reacción tan exagerada.

—No hace falta que asesines a nadie, como puedes ver. Sigo siendo una chica virtuosa.

Le pasó un brazo por encima de los hombros, atrayéndola contra él.

—¡Entonces todo está bien ahora!

—¿Por qué no me lo has preguntado antes? —cuestionó, intentando acomodarse bajo aquel incómodo abrazo.

—Bueno, no sabía… Ya sabes. Es… bueno. ¡Tú ya me entiendes! —Lucy se habría echado a reír en su posición, pero Natsu la estaba asfixiando, de modo que se centró en intentar zafarse de su agarre. Cuando lo consiguió respiró agitadamente y se recolocó la ropa—. ¿¡Es que quieres matarme!?

—Eres una exagerada y una aburrida. ¡No te voy a morder!

Lucy fue a contestarle pero el chico le sacó la lengua. Irritada le tiró de las mejillas con todas sus fuerzas, iniciando una pequeña pelea que terminó cuando ambos cayeron al suelo, quedando él sobre ella. Happy se deslizó con algo de brusquedad hacia las losas también, pero de algún modo se encontraba tan profundamente dormido que ni siquiera se percató de ello. Siguió descansando plácidamente. Todo lo contrario que la maga estelar, que de lo único que tenía ganas era de apartar a Natsu de una patada para salir corriendo de allí. No es que nunca hubiese estado cerca de él para ponerse nerviosa por eso ni nada por el estilo. Es que esa postura era… bueno… Lo cierto era que no podía ni pensar con claridad. La estaba mirando otra vez de esa forma que habría hecho que sus piernas temblasen de estar erguida.

—Me alegra que no te hiciese nada, Lucy —dijo con voz seria.

—Yo también, no sabes cuánto —respondió, haciendo reír a su amigo, relajándose ambos—. Gracias por todo, Natsu.

Él le sonrió ampliamente, mueca que ella imitó. Las cosas estaban bien así. Lucy solamente tenía que preocuparse de sonreír y tener dinero suficiente para poder pagar el alquiler de su casa, no de tipos descerebrados que lo único que querían era aprovecharse de ella.

"Aunque algún día ella querrá…"

Se separó de ella al pensar eso, sentándose con las piernas cruzadas. Se dio cuenta de que Lucy iba a decirle algo pero no tenía ganas de enfrentarlo, de modo que giró el rostro, y de pronto se dio cuenta de que Happy estaba revoleado en el suelo y corrió, alarmado, para ver si se había hecho daño, dejando a la chica completamente de lado. En su subconsciente, Natsu lo prefería así. No quería pensar ese tipo de cosas. Era más fácil creer que su amiga iba a estar siempre disponible para él, para hacer misiones juntos y tener aventuras divertidas. La idea de que algún día iba a aparecer algún chico que la iba a apartar de su lado no era algo por lo que quisiese preocuparse nunca, si bien, ese resquicio de madurez que empezaba a aflorar dentro de él le decía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a eso. Y lo cierto era que no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Por su lado, Lucy lo único que pudo hacer fue suspirar pesadamente mientras gateaba en dirección hacia el exceed, asegurándole a un Natsu moqueando y a punto de echarse a llorar que al pequeño gato no le había sucedido absolutamente nada. A lo lejos, Sally les observaba, tremendamente divertida con la situación y esperando, sinceramente, que, de algún modo u otro, se diesen cuenta de lo afortunados que eran por estar el uno al lado del otro.


N/A: Bueno, pues aquí se acaba la historia :) Lamento la tardanza, pero he tenido un bajón de inspiración tremendamente grande u_u Ha sido un placer compartirla con vosotros y vosotras, mis queridísimos/as lectores/as. Lo lamento mucho si he decepcionado a alguien por no haber dejado las cosas conclusas entre ellos dos, pero esta es una historia que, de algún modo u otro, me gustaría que encajase dentro del cannon original, así que no podía dejarles juntos. Pero al menos he empezado a plantear sentimientos que creo que Mashima algún día nos dará el gusto de sacar a la luz xD

Soy consciente de que he ahondado más en Lucy que en Natsu, pero es porque me parece más sencillo tratar la relación desde ella que desde él. Eso no quiere decir que no haya intentado meter mi cuñita intentando exponer cómo yo creo que siente, percibe y quiere a Lucy. Pero bueno, mientras hayáis disfrutado de ella leyéndola tanto como yo pensándola y escribiéndola, me daré por satisfecha. Espero veros pronto por , tanto yo escribiendo y vosotros leyendo como viceversa.

¡Un gran beso para todos y muchas gracias por vuestra paciencia, vuestro tiempo y vuestros reviews!