IMPORTANTE, POR FAVOR LEER ESTO: Este fic es una traducción, su versión original pertenece a Vathara. Las notas y comentarios que encontrarán aquí son tanto de la autora como de la traductora.
Renuncia de derechos: no poseo nada, ni los personajes ni la trama. Me limito a traducir un fic que, en mi opinión es muy bueno.
N/A: Todo lo de Avatar, no es mío. (Cómo si alguien tuviera alguna duda) La línea del tiempo comienza un día o dos después de "Theft Absolute", pero antes de que se encuentren con ese idiota con las dao que el Espíritu Azul roba. Una advertencia, en este UA Iroh es menos un Mártir por Amor y mucho más un Formidable Retirado. Ningún buen general, no importa que tan pacíficamente retirado esté, va a dejar que un oficial en entrenamiento se escabulla sin meterle algo de sentido común. Además, los dragones estarán mucho más involucrados en la historia y eso de "el fuego es vida" está mucho más en juego.
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Embers
Por Vathara
Fue el gemido ahogado lo que lo despertó, en la tenue luz antes del amanecer.
¿Enemigos? ¿Rodeados? ¿Emboscada?
Zuko inhaló silenciosamente, profundamente y listo para liberar una letal sorpresa a cualquiera que pudiera tener éxito en acercarse a ellos furtivamente…
Nadie. La noche en el Reino Tierra estaba tranquila. Solo su escueto campamento fuera de la vista en el camino, los irritantemente alegres gorjeos de los pájaros, el extraño aroma a hierba en el aire sin el olor del carbón o la sal…
Y otro gruñido adormilado y quejumbroso provino del saco de dormir de Tío.
Zuko liberó el aliento, sin llama, haciendo una mueca en simpatía. Habían pasado semanas desde que Zhao había contratado a los piratas para que volaran su nave, y algunas de sus heridas más profundas aún dolían, a pesar de todos los esfuerzos de su tío para mantenerlas limpias y libres de infecciones. Trabajo que solo se había vuelto más difícil mientras estuvieron flotando en el océano sin provisiones. Los peces atrapados bajo la balsa y el agua recolectada directo de los icebergs no duraban mucho.
Y ahora eran fugitivos, durmiendo en huecos cubiertos de hojas sin fuego alguno. Si él estaba adolorido, Tío probablemente soñaba con un largo y relajante baño en aguas termales.
Claro. La última vez salió todo tan bien.
Gruñendo, Zuko presionó el puente de su nariz, tratando de apartar de su memoria la liberación de su casi desnudo tío y el regreso a la nave, con pulverizados maestros tierra comiendo su polvo. Si nunca tenía que volver a hacer eso de nuevo, sería muy pronto.
…No me volveré a dormir ahora. Maldición.
Nunca había sido una persona de sueño pesado. No desde…
Duerme, y la gente desaparece. Duerme, y el mundo se desmorona y nada de lo que puedas hacer lo arreglara, nunca…
…por un largo tiempo. No había sido un problema en la nave. Mucho. Ahora mientras huían…
Un resoplido dolido. Zuko se tensó.
-¿Tío?
Silencio. Un suspiro.
-Viejos huesos, sobrino. No te preocupes. Estoy seguro de que en el próximo pueblo encontraremos una cómoda y suave cama –risa- o al menos un establo. El heno no es tan malo si está bien cuidado.
Uh-huh. ¿Con su suerte? El siguiente pueblo estaría lleno de soldados de la Nación del Fuego, o rabiosos matones del Reino Tierra, o Azula. Y si los espíritus tenían un humor especialmente insolente, serían los tres.
-Primero tenemos que llegar al siguiente pueblo –dijo Zuko cortante-. Date la vuelta –no era tan bueno como su tío… nadie lo era, además de Azula y el mismo Señor del Fuego… pero él debería ser capaz de manejar esto.
O al menos, si no podía, Tío terminaría con la ropa chamuscada. Podían manejar eso.
Despacio, frotó sus manos, la palma de la mano frotándose contra la otra en un hormiguearte movimiento circular. Forjó el calor cuidadosamente; manteniéndolo constante al separar las manos, sin llegar a encender una llama…
El fuego era bueno. Pero algunas veces… como cuando estás atrapado bajo el agua, bajo hielo… el calor era mejor.
El aire titiló alrededor de sus dedos, Zuko comenzó a masajear los tensos músculos.
-Hmmm –Tío sonaba sorprendido, pero no molesto-. ¿Sobrino?
-Complicado –consiguió decir Zuko, manteniendo caliente-pero-sin-quemar mientras buscaba nudos y tensión. Si cerraba los ojos podía casi imaginar que los veía; apagado cobrizo donde el flujo natural del fuego en el cuerpo debería ser oro derretido-. No soy muy bueno en esto.
-Ah. Bueno. Más arriba entonces.
Unos minutos después tuvo que detenerse. Sin desayuno y sin sueño suficiente hacían de su concentración algo frágil en los bordes, y no deseaba encender a su tío en llamas.
…Bueno, no a menos que esa estúpida ficha de loto se perdiera nuevamente.
El tío Iroh se levanto al apartarse él, con expresión meditabunda.
-Una interesante adaptación para el tratamiento de heridas, Príncipe Zuko.
-…No es una adaptación. No mucho –Zuko habló en el amanecer, tratando de ubicar el camino en el que estaban en sus memorias de los mapas del Reino Tierra. Mapas ahora perdidos junto con su nave y maldito Zhao…
-¡Toma mi mano!
Zuko sacudió la cabeza, tratando de no ver el enojo y el horror en aquellos ojos. ¿Quién necesitaba más prueba de los espíritus la tenían contra él? Ni siquiera podía salvar a un enemigo…
-¿Sobrino?
-Solo… algo que Madre haría –logró decir-. Cuando trataba de ir al corriente con Azula y… no funcionaba –cuando fallaba dolorosamente-. No había pensando en ello por algún tiempo… ¿Podemos irnos ya?
-Ah, así que ¿comeremos en el camino? Jóvenes, siempre tan apresurados… -ante su feroz mirada, Iroh solo sonrió-. Estaré bien, sobrino. Le has hecho mucho bien a la espalda de un anciano.
Nada más. Gracias, Agni. Aliviado, Zuko comenzó a alzar el campamento. Mencionar a Ursa siempre era un riesgo. Menciónala y Tío podría querer hablar de ella. Y eso… dolía.
Iroh lo siguió más despacio, respirando una lengua de fuego a su maltrecha tetera de viaje para algo de té matutino. Observando el vapor, como si este se dividiera para revelar el futuro. O el pasado.
Pero de nuevo, eran Iroh y su té. Siempre.
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Debimos haber hablado más antes de la muerte de mi padre, Ursa. Dejando que su sobrino tomara la delantera, Iroh caminó, perdido en sus pensamientos. Manteniendo la marcha con más facilidad de la que tenía derecho a esperar, luego de otra noche de tormentoso sueño. Podía ser simplemente la persistente sensación de profunda y benigna calidez; Agni sabía, había aliviado una multitud de dolores. Y aún así…
En efecto, debimos haber hablado.
Pero nunca parecía ser el momento adecuado. Incluso desde el principio.
-Príncipe Iroh debe venir…
Salió de la cama en la hora más oscura de la noche, despertado por una de las asistentes más valientes de la Señora Ursa. La historia había fluido de la sirvienta como una tormenta tropical. El heredero de Ozai, finalmente había nacido no en una hora afortunada del mediodía, sino a la maldita hora de la media noche. El infante y la madre estaban ambos exhaustos por el parto, abandonados por el padre cuando los médicos declararon que el niño no vería el amanecer. En un repentino arranque de ira la Señora Ursa echó fuera a los supuestos médicos, demandó que llevaran suficiente leña para prenderle fuego a la mitad del palacio y ordenó a todos que se fueran…
No podía culpar al personal por su precaución. El matrimonio de Ozai, como el suyo propio, había sido con una hija de una reconocida familia de diestros Maestros Fuego, lo mejor para asegurar fuertes herederos para el legado de Sozin. Y el fuego extraía fuerza de la pasión. La Señora Ursa podía ser normalmente un alma gentil, pero si estaba… molesta…
La puerta estaba cerrada, pero sabía modos de sortear eso. Entró silenciosamente, alerta como si estuviera entrando en una fortaleza enemiga.
Al menos nada está en llamas.
Aunque una considerable cantidad de cenizas habían sido empujadas a un lado de la chimenea. Un pequeño y constante fuego aún ardía en el otro, las llamas inclinadas hacia…
Iroh se tensó, apenas atreviéndose a respirar.
Ursa estaba sentada directamente en las piedras que bordeaban el fuego, ignorando el hollín y el humo que ensuciaban su holgada túnica. Sus ojos estaban cerrados en pura concentración y sus manos…
Sus manos estaban envueltas en llamas.
Oro. Verde. Violeta. Como la luz del sol a través de bosques en primavera.
Llamas que ella pasaba primeramente sobre sí misma, brevemente, respirando para fortalecerlas. Entonces, despacio y persistentemente, sobre la pequeña figura acurrucada en su regazo. Cada baño de fuego desaparecía más tono azulado de la piel de infante, suavizaba su respiración de irregulares esfuerzos a más sanos hipidos.
Cuidadosamente, fervientemente agradecido de estar solo, Iroh se dejó caer a su lado. Si era afortunado, si esto era en realidad lo que aparentaba ser, ella estaría demasiado concentrada en el trance de la sanación como para notarlo.
¿Pero cómo puede ser? He visto a maestros agua sanar, pero ¿fuego?
Finalmente hubo un llanto a todo pulmón. Ursa abrió los ojos, hundiéndose… Él los atrapó a ambos.
-Si la crisis ha pasado, hermana mía, ¿quizá deberían estar ambos en cama?
Ursa se puso pálida.
-Has visto…
-A una madre cuidando de su hijo –dijo Iroh con firmeza. Sonrió-. Así que, ¿este es mi sobrino?
-Zuko –alzó la barbilla, algo de color había regresado a su rostro-. Su nombre es Zuko.
-Zuko –Iroh asintió-. Lu Ten estará encantado de conocer a su primo, por la mañana –bajó la vista para encontrarse con ojos entrecerrados de un verdadero dorado de la Nación del Fuego…
¿Dorado?
Había sostenido a Lu Ten semanas después de su propio nacimiento, y había visto ojos infantiles de un indefinido color azulado. Solo meses después, con el crecimiento y el tiempo, se mostraría el elemento en el que el niño había nacido.
-Yo también nací de esta manera.
Sobresaltado, alzó la mirada hacia la esposa de su hermano.
Mi familia no debió de haberlo mencionado. No con el Señor del Fuego Azulon haciendo los arreglos… mi madre dijo que era como incubar una piedra –Ursa sonrió a su hijo, agridulce-. Pero fui suficientemente fuerte como para vivir. Como él.
-Ya veo –Iroh alzó una ceja inquisitiva-. Pero ¿cómo?
-Es una antigua legenda –ella alzó la mirada-. Él no puede saberlo.
No había necesidad de preguntar quién era él. Su hermano no se tomaba bien los secretos. O las cosas que no había previsto y no podía controlar.
-Como su fuera a decirle a mi hermano –dijo Iroh con firmeza-. Solo he visto a una madre, sentada con su hijo donde el cálido fuego podría hacerles mayor bien –le dirigió su más simpática mirada-. Pero no puedo negar, es una técnica que me encantaría poder aprender.
-Supongo que podemos tratar…
Y trataron, Iroh reflexionó, caminando con dificultad a través del polvo. Muchas veces. Aprendió a usar el calor para prevenir infecciones y a ayudar al cuerpo a sanarse a sí mismo; habilidades que se volvieron cruciales trece años después, cuando los médicos reales estaban seguros de que Zuko perdería su ojo y el oído, si no es que su vida.
Aún así, solo podía incitar al cuerpo. Nunca había sido capaz de repararlo, como Ursa; dándole forma a la esencia del fuego en la energía de la vida misma. Y ella nunca le había dicho que leyenda había guiado a sus maestros hacia semejante técnica. Aunque dados sus viajes, las cosas que había visto, podía especular.
Oro, verde y violeta, pensó Iroh esquivando un avispero. Fuego de Dragones.
Un fuego que había pensado que Zuko, como él, era incapaz de usar. O nunca había tenido tiempo de aprender; su Control había florecido tarde… era un niño tan pequeño… y Ursa había desaparecido cuando solo tenía diez años.
Asumiste, se dijo Iroh a sí mismo. Nunca preguntaste. Conoces a tu hermano. Zuko es impulsivo e irascible, pero no es un tonto. ¿Un sanador como heredero del Señor del Fuego? Imperdonable.
Si. Así sería, ¿cierto?
Y lo más interesante era como Zuko había reaccionado con la joven aprendiz de sanador, Song. Pensando, por primera vez, incluso si necesitaba un empujoncito en la dirección correcta…
Si no podemos regresar a casa. Azula miente como respira, pero ni siquiera ella se atrevería a aprisionarnos si no fuera el deseo del Señor del Fuego.
Y una vez en las manos de Azula, su sobrino moriría. Ella deseaba demasiado ser la heredera; lo anhelaba y, con la aprobación de Ozai, como viajeros deshidratados en el desierto. Solo el exilio de Zuko… la vida de Zuko… se interponía entre ella y su deseo.
Los había visto pelear. Zuko dudaría. Azula no.
No podemos ir a casa. Pero mi sobrino debe reconocer eso por sí mismo.
Desde luego, ¿qué clase de tío sería si no ayudaba?
-¿Tío? –bajo el sombrero de paja, Zuko le miraba con profunda sospecha.
Iroh desvaneció cualquier rastro de sus planes en un gesto de inocente sorpresa.
-Solo consideraba como podemos obtener esa cama, sobrino. Y quizá algunas provisiones.
-Somos de la realeza. ¡Deberían darnos lo que deseamos!
…Esto podría tomar más de lo que pensaba. Aunque parte de él era solo dolor y orgullo herido; su sobrino siempre había sido razonable al tratar con sus proveedores. Si bien tendía a regatear fervientemente los precios. Y dado que muchos de los que estaban dispuestos a tratar con ellos inflaban los precios simplemente porque Zuko estaba exiliado, parecía ser lo justo.
-¿Para sus jurados enemigos, Príncipe Zuko? Podrán ser campesinos del Reino Tierra, pero no son tontos.
Zuko apretó los puños, dagas de fuego ardieron antes de que hablara y fueron apagados furtivamente.
-Pero hay maneras de preguntar –Iroh continuó con fluidez, como si el desliz no fuera importante. Estaban a salvo fuera de la vista, después de todo… y sabía perfectamente que uno solo podía negar los dones de los espíritus por poco sin dolor-. Y si tenemos algo para intercambiar, nos las arreglaremos bien, desde luego –escrutó el camino-. Ahora, si tan solo pudiéramos encontrar unas buenas rocas pulidas…
-¿Estás loco?
Hmm. Y algunas veces su sobrino era demasiado rápido para captar las cosas.
-No puedo… me atraparían… seríamos expuestos como de la Nación del Fuego y… ¡nadie va a intercambiar con nosotros para que usemos piedras calientes en ellos…!
-No podemos saberlo si no tratamos –Iroh se encogió de hombros-. Encuentro que vale la pena tratar. Y tú deberías saberlo, la gente ve lo que desea ver –su rostro se iluminó-. ¡Ah! Creo que veo una buena.
-...Por favor, que no haya piedras venenosas.
Guardándose el inofensivo guijarro, Iroh se rió con pesar. Su sobrino tenía todo el derecho de estar preocupado. Los finos puntos de la caza y la búsqueda de comida no estarían entre sus habilidades, pero un príncipe heredero aprendía todo lo que las minas de la Nación del Fuego producían. Incluyendo, de ser necesario, el encantador y letal arsénico rubí, horriblemente conocido también como sangre de dragón.
-No te preocupes. Sé lo que estoy haciendo, esta vez.
-Eso espero –callado; mucho más callado de lo que estaba acostumbrado a oír de su impulsivo sobrino-. Me asustaste, Tío –Zuko tragó con dificultad-. No hagas eso de nuevo. Por favor.
Más tiempo del que pensé, reflexionó Iroh. Pero, quizá, no tanto como temía.
-Seré cuidadoso –tranquilizó al joven príncipe-. ¡Mira! Este debe ser un riachuelo de alguna clase, cuando la nueve del invierno se derrite…
Reprimiendo un suspiro, Zuko dejó el camino para ayudarlo a encontrar guijarros.
Escrutando otro candidato, Iroh sonrió al agacharse, escuchando rumias y quejas como si fuera música.
-Piedras… locura… no va a funcionar…
Y aún así, no había dicho no. Y Zuko lo haría, si no estuviera dispuesto al menos a tratar.
Un paso a la vez.
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N/T: "Theft Absolute" es un one-shot de Vathara pero no tengo la intención de traducirlo y no es indispensable para leer "Embers".
Dejen reviews con sus comentarios, realmente me gustaría saber lo que piensan tanto como de la trama del fic como de la traducción (sería bueno leer lo que la gente tiene que decir, ¿cómo mejorar algo si nadie te dice nada?).