Te lo dedico a ti, Alba, gracias por explotarme toda la tarde para tu placer personal.
No, en serio va para ti
Ittoki iba saltando por las calles al ritmo de la música que salía de sus cascos. No podía creer que él, Ichinose Tokiya hubiese acabado sucumbiendo a aquel chico...
-Ichi, Ichi, ¿a dónde vas?
-No tengo intención de decírtelo.
-¡Qué cruel eres!-dijo el pelirrojo haciendo un puchero que dejó helado a Ichinose.
-¿Estarías contento si te dejara venir?
Y así es como acabó yendo acompañado a la ciudad. La verdad es que tampoco estaba tan mal, su amigo no estorbaba tanto como pensaba. Incluso, pensó el peli azul, se veía muy adorable... ¿¡Adorable?! Vale, ¿en qué coño estaba pensando?
-¿Qué escuchas?-preguntó para distraerse.
El peli-rojo se quitó uno de los auriculares y se le tendió a su amigo, quien se lo puso asombrado de que aquella canción fuera tan adictiva. Las notas que una guitarra sacaba acompañadas de la voz de una chica eran una delicia para sus oídos, una melodía alegre que iluminaba su corazón.
-¿Te gusta Ichi? ¡Es una de mis favoritas!-preguntó Ittoki, con una gran sonrisa.
Ichinose no pudo hacer más que sonrojarse y derretirse por completo ante esa carita de ángel.
-No está mal-le respondió con una ligera sonrisa-Me gusta.
Ahora le tocó al menor el turno de cubrir sus mejillas de rojo.
-Ichi, es raro que sonrías y te comportes así. ¿Estás feliz?-Me siento como en una nube, ridículamente contento y no sé por qué- pensó el aludido.
-L-lo siento-Él disculpandose... ¿¡en serio?! No lo había hecho en su vida y ahora lo hacía ante Otoya. Debía de parecer idiota... ¿¡Y desde cuándo le importaba lo que pensase ese chico de él?!
-No tienes que disculparte, deberías mostrar tu felicidad más a menudo, me gusta tu sonrisa-pasaron segundos hasta que el guitarrista se dio cuenta de lo que había dicho- Di-digo y-yo no quería decir eh, esto...¡Ah! ¡Es el nuevo disco! Me encanta esta banda-se acercó aún más al escaparate donde dicho objeto reposaba-Tokiya, vamos a entrar.
El otro estaba demasiado concentrado en los labios de Ittoki, deleitando el suave sonido que su nombre producía en una boca ajena. Reaccionó sólo cuando su amigo le cogió de la mano para llevarle dentro de la tienda. Antes de que le diera tiempo a dar un paso, un hombre sospechoso pasó detrás de ellos. Otoya se giró bruscamente. El susodicho arrastraba a una niña de unos siete años que no paraba de llorar y gritar "¡Quiero ir a mi casa! ¡Suéltame!".
Eso fue suficiente, se plantó delante del hombre y le arrebató de las manos a la niña, cogiéndola en brazos.
-¿Cómo te atreves a raptar a esta chica?-dijo el pelirrojo fuera de sí.
-Lo que yo haga o deje de hacer no te importa, niñato. Ahora devuélvemela antes de que me obligues a hacerte daño-esperó unos segundos, en los que Ittoki seguía igual, protagiendo entre sus brazos a la niña- ¡Me has hartado cabrón!-un puño salió disparado hacia la cara de Otoya, quien cerró los ojos esperando el impacto.
Pero no llegó. Al abrir los ojos se encontró con la mano de Tokiya, que había detenido el puño y le estaba apretando con fuerza la mano.
-Fuera-le amenazó enfadado como nunca al hombre- Como te vuelva a ver no creo que salgas vivo.
Y aterrado por la mortífera mirada del peli-azul, huyó. Este se arrodilló junto a su amigo.
-¿Estás bien Otoya?-su cara mostraba realmente una mueca de preocupación, no había podido evitar correr a socorrerle en cuanto vio que alguien intentaba pegarle, sintiendo un gran sentimiento de ira.
-Sí, gracias-aflojó un poco los brazos para que la niña le mirara- ¿Te has hecho daño?
Ella negó con la cabeza, llorando levemente y aún aferrada a su camiseta.
-No pasa nada, ya estás a salvo. Mira, yo soy Ittoki Otoya y mi amigo es Ichinose Tokiya. ¿Cómo te llamas pequeña?-la ofreció una gran sonrisa, que pareció reconfortar a la niñita e hizo que parase de llorar.
-Nomura Yukiko... Gracias por salvarme. Ese hombre malo me cogió mientras jugaba con un gatito en la puerta de mi casa. Tenía mucho miedo-empezó a llorar otra vez. Sus cabellos castaños ocultaban su adorable rostro, en el que unos ojos azules desprendían dulzura.
-Yuki-chan, no te preocupes, ¿dónde está tu mamá?-la preguntó de nuevo el pelirrojo.
-Mamá se fue a trabajar y me dejó sola en casa. Salí a jugar con un gatito y ese hombre me cogió. Mi casa está frente a una estación de policías-decía con tono infantil, aún sin alzar la vista.
-No llores, te acompañaremos hasta allí. Se lo contaremos a los policías para que cuando tu madre venga sepa que estás bien-la prometió Otoya, acariciándola la cabeza.
Ella alzó por primera vez la mirada. No se fijó en lo guapos que eran los chicos que la habían salvado.
-¿Sois príncipes?-preguntó con inocencia, sonriendo emocionada.
Ambos rieron levemente por el comentario.
-Yuki-chan, vamos a tu casa, ¿ne?-la cogió de la mano.
-¡Sí! ¿Cómo os llamábais?-preguntó ladeando un poco la cabeza.
-Ittoki Otoya e Ichinose Tokiya-habló por primera vez el peli-azul.
-¡Entonces Ittoki-nii y Tokiya-nii!-exclamó ella, cogiendo con su mano libre la mano de Ichinose.
-¿Tienes hambre? ¿Quieres algo?-preguntó de nuevo Tokiya.
-No hace falta-respondió con una mueca infantil.
-Entonces tendré que comerme el helado yo solo. ¡Qué triste!-dramatizó Otoya, acercándose a una heladería que había en esa misma calle y arrastrando a los otros dos- ¿No quieres comerte un helado con tus hermanitos?
-¿En serio? ¡Qué bien! ¡Sí, sí, helado!- dijo ella saltando- ¡Quiero uno de chocolate!
-¡Yosh! Yo le quiero de menta. ¿Y tú, Tokiya?-dijo sacando la cartera.
-No quiero nada, gracias.
-¿Eh? ¡Tokiya-nii es muy cruel! ¡No nos quiere y por eso no va a comer helado con nosotros!-exclamó la niña, haciendo un gran puchero.
-¡¿Eh?! ¿Eso es verdad Tokiya?- era increíble que el pelirrojo se hubiera dejado llevar por lo que decía una niña de siete años. Hizo un puchero como el de Yukiko y le miró con tristeza.
-¡Cl-claro que no! Es sólo que no tengo hambre-se giró para observar como un aura depresiva rodeaba a ambos.
-Está claro, Tokiya-nii no nos quiere.
-Tokiya nos odia...
-¡Vale, vale! Me comeré un helado, ¿contentos? De vainilla-era muy difícil resistirse cuando ahora había aparecido otra mini-otoya contra la que luchar.
-¡Bien!-gritó Ittoki, sonriendole.
-¿Entonces nos quieres?-preguntó la niña mientras el otro pedía.
Se sonrojó un poco por lo que preguntaba aquella cría, pero cómo no quererla con lo risueña y dulce que era.
-Claro que quiero a Yuki-chan-apareció el guitarrista con los helados.
-Yuki-chan, tu helado-se le dio-. Tu también Tokiya-su mano se detuvo antes de entregársele- ¿Y a mí me quieres?
El joven se sonrojó por lo que le acababa de preguntar. ¿Acaso era estúpido? Vale, estaba empezando a sospechar de que estaba enamorado de su compañero de cuarto, bueno, más bien seguro, pero no podía decírselo así como así. Sus acompañantes le miraron expectantes.
-¿Entonces odias a Ittoki-nii?
-¡Cl-claro que no le odio!
-¿Entonces le odias o le quieres, Tokiya-nii?
-Le... qu-quiero-soltó derrotado mientras cogía su helado.
Caminaron en silencio un rato, soltados de la mano para poder disfrutar bien de aquel dulce, con Yukiko entre ellos.
-¡Está muy rico!-exclamó de repente.
-¿De verdad? ¿Puedo probar Yuki-chan?-preguntó infantil Otoya.
-¡Claro! ¡Tú también, Tokiya-nii!
Les tendió el helado, primero a Tokiya que lo chupó un poco y luego al otro, que comió de la misma zona donde la lengua de su amigo había estado segundos antes.
-¡Es verdad! ¡Está muy bueno!-el guitarrista le devolvió el helado- ¿Quieres probar de los nuestros?
-No, sólo me gusta el chocolate.
-Vaya, pues el mío está muy bueno-informó el pelirrojo, no sin antes pegarle un mordisco- ¿Tú quieres Tokiya?
El otro se sonrojó ante el ofrecimiento.
-¿S-s-sabes lo que será si pongo mi boca donde ha estado la tuya?-le susurró para que la pequeña no le oyese.
"Un beso indirecto" pensó, ruborizándose.
-L-lo siento, n-no me había dado cuenta...
Ichinose estaba muriéndose en su interior.
¿Se dejaba llevar por un impulso?
¿Lo ignoraba?
Decidió, por una vez en su vida la primera opción, tomando la mano de su amigo, acercándola a su boca y lamiendo, con gran deleite el helado. Luego soltó la mano.
El guitarrista estaba estático, se había sorprendido de que hubiera pasado eso, pero estaba feliz de haber recibido un sensual beso indirecto por parte de Tokiya, porque aunque lo ocultara, tenía sentimientos por él.
-¿Qu-quieres u-un poco?-ofreció el peli-azul.
Como respuesta su compañero de habitación le agarró la mano e hizo lo mismo que había hecho él. Aquel roce de dedos había hecho aflorar mariposas en sus estómagos. Conscientes de sus actos, sintiéndose como unos niños pequeños que habían hecho algo que no debían pero que nadie se había dado cuenta de ello.
Llegaron a la calle de Yukiko. La estación de policía estaba en frente de su casa, justamente; y detrás de ella había un pequeño parque. Después informaron de lo sucedido al policía que estaba de guardia, el cual reconoció al instante a la hija de la divorciada Nomura.
-No te preocupes, puedes quedarte aquí hasta que tu madre vuelva-ofreció el policía. La niña lo miró con algo de tristeza-. Gracias por cuidar de ella, ya me encargo yo.
Ittoki percibía los sentimientos de la niña, al igual que Ichinose. Sólo habían pasado unas horas con ella, pero no querían despedirse.
-Señor, yo jugaré con Yuki-chan en el parque de atrás. Cuando su mamá vuelva avísela para que venga a recogerla. ¿Te parece bien pasar un rato más conmigo?-a la pequeña se la iluminaron los ojos, y asintió enérgicamente, mientras apretaba la mano de aquel "príncipe" con más fuerza-. Perdona, Tokiya, pero parece que tendrás que ir solo. Lo siento mucho.
-Eres un grandísimo idiota-le dijo, mientras al nombrado se le partía el corazón pensando que se había enfadado con él-. ¿Cómo quieres que me vaya y te deje a solas con Yukiko? ¡Corre más peligro contigo que con cualquier otra persona! Me quedaré a jugar con ella para vigilaros.
Eso había sido una excusa, porque él simplemente quería estar con el pelirrojo un rato a solas y no quería despedirse de la niña. Sonaría raro en él, pero le gustaban mucho los niños pequeños. Y especialmente quería a Yukiko.
-¡Tokiya-nii, Ittoki-nii, os quiero mucho! ¡Mucho, mucho, mucho!-saltó encima de ellos, abrazándoles.
-Jajaja, nosotros también te queremos mucho-rió feliz Ichinose, ante la atenta mirada sonrojada de su amigo.
Nunca había visto así de contento a Tokiya, pero le gustaba. Sentía que con cada risa melodiosa que soltaba, su corazón estaba un paso más cerca del paraíso.
-¡Vamos a hacer una carrera hasta el parque!-antes de darse cuenta Yukiko había salido disparada, y ellos iban detrás de ella.
-¡He ganado! ¡Bien!-exclamó feliz la niñita.
-¿Eh? ¡No puede ser, he perdido!-se quejó haciendo un puchero Ittoki.
-Je je, no seas así hombre-le acarició la cabeza el vocalista, despeinándole un poco.
-No te pongas triste, Ittoki-nii. ¡Ah, ya sé! Un beso te animará. ¡Tokiya-nii dale un beso!-gritó la niña.
-Yuki-chan no hace falta que...-sus palabras fueron interrumpidas por un beso en la mejilla.
-¿Ahora estás feliz, Ittoki-nii?-le dijo esto último con voz seductora el peli-azul.
-¡Voy a por unas flores, ahora vengo!-se dirigió hacia un arbusto Nomura.
-T-t-todavía no-se atrevió a decir.
-Vaya, qué pena-dijo dándose la vuelta, divertido.
-¿Eh? ¡Qué cruel eres!-sabía que iba en broma, pero al peli-azul se le partió el corazón.
-L-lo siento-se disculpó, de nuevo, ¿en qué estaba pensando?
Recibió un beso en la mejilla de parte de su amigo, abriendo los ojos de par en par, sintiendo el dulce tacto de sus labios.
-Así no estarás triste-le susurró Otoya.
-C-cállate-dijo mientras el otro le agarraba de la mano.
-Ichi, idiota-sonrió cariñosamente para el vocalista.
Se pasaron unos minutos mirando cómo Yukiko iba corriendo de acá para allá recogiendo las florecillas que crecían en la hierba, hasta que vieron a una mujer a lo lejos.
-Mamá-dijo ella sin mucho entusiasmo.
-oh, Yukiko, estás aquí-dijo sin importarle mucho mientras entraba en la casa.
A los chicos se les cayó una piedra en el corazón con sólo pensar que debían despedirse de la pequeña. Ella se acercó con lágrimas en los ojos.
-Me tengo que ir... ¡quiero quedarme con Ittoki-nii y Tokiya-nii!-gritó, mientras subía de un salto al pecho de este último.
Él sólo la abrazó, con una triste sonrisa. Él tampoco quería decir adiós.
-¿No volveremos a vernos?-preguntó entre sollozos.
-¿Quién dijo eso?-se la acercó Ittoki con un papelito que luego la dio- Esta es nuestra dirección y mi número de teléfono. Si mamá está muy ocupada, ven. ¡Quiero jugar con Yuki-chan de nuevo!
-Yo también. Ven siempre que quieras-la consoló Tokiya.
-¡En serio! Iré, iré, iré... ¡Os quiero mucho mucho mucho!
-Nosotros también te queremos mucho-la dedicaron una sonrisa, mientras ella entraba en su casa.
-Espero volver a verla-dijo triste Tokiya.
Ittoki fue a dar un paso y tropezó, cayendo en sus brazos.
-¿Estás bien?-preguntó preocupado, mientras la boca del otro se torcía y se mordía el labio de abajo, al borde de las lágrimas negó con la cabeza-Volverá, después de todo es Yukiko.
El guitarrista le miró a los ojos, dejando que una lágrima se resbalara por su mejilla. El otro también le miró, acercándo su rostro lentamente, hasta que sus labios se juntaron en un cariñoso beso, algo salado por las lágrimas del pelirrojo, pero sobre todo dulce, un pequeño gesto para demostrar, aunque fuese sólo, una minima parte de sus corazones
Porque aquel inmenso amor que sentían no tenía suficientes acciones para expresarse, ni palabras suficientes para medirlo.
O.o.O.o.O
Wii! Lemmon en el próximo capi. Lo sé. Este fic es "instant romance" de todos los personajes, porque se va a centrar en los momentos felices que pasan al lado de sus respectivas parejas
Matta ne! ^^