Disclaimer: Card Captor Sakura y sus respectivos personajes no son de mi propiedad. Estos pertenecen a las CLAMP... pero mención honorífica a Madhouse, quienes hacen un mejor trabajo en Clear Card.
Summary: Sakura no pensó en las consecuencias que le traería huir de su boda y gritarle a su ex-prometido que era un estúpido antes de salir corriendo de la iglesia. Menos, que una de ellas, sería encontrarse con Syaoran Li, quien prácticamente había hecho lo mismo.
Coincidencias que nos unen.
Capítulo Dos: La perspectiva de los demás.
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«Se miró al espejo y sonrió satisfecha para sí misma. Su arreglo personal ya había acabado y ella lucía perfecta, como debía ser en ese día. Se observó de arriba para abajo: La mayoría de su cabello rojizo-oscuro estaba oculto por un translucido velo de color blanco, y ella sabía que debajo se encontraba un elaborado peinado; su maquillaje era sencillo, pues no necesitaba mucho; el hermoso vestido blanco se ajustaba a su esbelto cuerpo como un guante y escondía los altos tacones que usaba en ese momento; y, para terminar, en su dedo anular se podía apreciar cierto anillo color plateado, su anillo de compromiso.
Faltaba poco menos de media hora para que todo diera inicio y ya quería que ese tiempo transcurriera lo más pronto posible. Ya que ese sería su día, el mejor para ser exactos, el día en que se convertiría en realidad uno de sus mayores deseos. Uno que esperaba desde hace mucho tiempo.
Ese día ella, Mayumi Hirayama, se convertiría en la esposa de Syaoran Li.
Llevaba interesada en él desde que lo conoció, que fue cuando los dos estuvieron en la preparatoria, él un año más arriba que ella. Él, el chico popular y ella, la chica tímida que lo miraba desde lejos. Jamás se le acercó, pues temía que fuera a rechazarla.
Pero ya no era aquella chiquilla que temía ser descubierta en su intento por ver (o acercarse) a Syaoran Li. Ella había cambiado –gracias a su hermana mayor–, y le importaba muy poco la opinión de los demás; quienes la veían como una pequeña zorra en potencia. Pues, después de que su hermana le hiciera ver que podía tener a cualquier chico que quisiera, había empezado a salir con varios chicos durante la universidad, pero ninguno de ellos le importaban. De alguna manera, Syaoran Li seguía en su mente.
Como el tiempo pasaba lentamente para ella, observó el reloj en la pared y soltó un suspiro: faltaban quince minutos.
Le era obvio que Syaoran no quería casarse con ella y eso en cierta forma le dolía, tal vez era porque su matrimonio se debía gracias a que los Li tenían un trato con su familia, pero no le importaba. Confiaba que con el tiempo él se encariñara con ella y fueran felices.
Miró por la ventana y sonrió, sus ojos castaños brillaban. Estaba feliz. Tal vez muchos (e incluso el mismo Syaoran) creían que ella solo quería ese matrimonio por lo conveniente que era. Pero no era así, ella lo quería, quería a Syaoran Li. Los chicos con los que había salido no le importaban, pues realmente solo sirvieron para subirle la autoestima que había estado muy baja durante la mayor parte de su vida.
Faltando solo cinco minutos de que todo iniciara, se posicionó frente al espejo, acomodó los últimos detalles de su arreglo y tomó su ramo.
«Este es mi día...»
Escuchó a alguien tocar la puerta de madera, para que después fuera abierta. Salió de la pequeña habitación que se encontraba en la iglesia y caminó hacia un rumbo que la llevaría afuera de la misma.
Sonrió nuevamente.
«…y nada podrá estropearlo.»»
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Salió del elevador con paso firme, mentón alto y una expresión seria. Las miradas no tardaron en posarse sobre ella, siempre le pasaba eso. Y detestaba que desde hace un mes estas estuvieran cargadas con pena «Oh, pobrecita…», pero a la vez burla «Se lo merece, por lo zorra que es…». En este caso, fueron más las de burla. Estúpidas recepcionistas.
Una vez fuera del edificio espero que uno de los valet parking se encargada de traer su auto. Seis minutos después, un costoso automóvil blanco apareció enfrente de ella. De él salió un joven, que se le acercó temeroso, y le entregó las llaves del auto. Se las arrebató para rápidamente entrar a su coche y encenderlo; quería largarse yade ahí.
Apretó el agarre del volante y recordó lo que dijo su padre «Iremos, aunque tú no quieras, nuestra familia está ligada con los Li… te hayas casado, o no, con el heredero». Ella no quería ir a la estúpida reunión que se celebraría. Lo más seguro es que ahí fuera a estar él y lo último que quería era verlo.
Aún recordaba cuando había llegado al pasillo que la llevaría al interior de la iglesia, su padre y hermana se encontraban con Ieran Li y, por la cara que los tres tenían, no había buenas noticias. Ella había preguntado sobre lo que sucedía y su hermana le había respondido que Syaoran no aparecía por ningún lado, la sonrisa de ella tembló y comentó que tal vez se debía al tráfico de la ciudad. Ellos supusieron lo mismo y entonces se quedaron esperándolo. Media hora después se empezó a preocupar: ¿Por qué no aparecía? ¿Acaso él planeaba…? No, no, no. Todo menos eso, había pensado ella en ese momento.
Los minutos pasaban, y a los cincuenta minutos, los ojos de ella se empezaban a llenar de lágrimas. Syaoran no podía estar haciéndole esto. Sabía que no quería el matrimonio, pero… ¿dejarla plantada? ¿Enserio era capaz? Diez minutos después balbució un «Ya-a no e-esperemos más…» y se fue corriendo hacia el coche que la había llevado a aquel lugar. Con el corazón y el orgullo destruidos.
No sabía si había terminado teniendo un poco de suerte, pero la prensa no se había dedicado a comentar sólo lo que había sucedido en la boda de ella. Tal parecía que ese mismo día a un editor de una importante revista, su novia le había hecho lo mismo. La diferencia radicaba en que aquella chica por lo menos había mostrado la cara (aunque internamente pensaba que, de haber aparecido Syaoran, hubiera sido peor que la dejara en frente de todos).
Pero claro, eso no evitó que hablaran de lo sucedido…
«Vestida y alborotada, así quedo Mayumi Hirayama por Syaoran Li.»
«El heredero de las empresas Li deja plantada a la hija menor de Kenta Hirayama.»
«La diseñadora no pareció llenar las expectativas del empresario.»
«Un día no grato para una boda: Takumi Furusawa y Mayumi Hirayama, ambos plantados por sus respectivas parejas.»
Y así varios títulos más que no quería recordar.
Todo eso provocó que se la pasara encerrada durante tres días en su habitación, hasta que su hermana, ya harta de la situación, la obligó a levantarse de su cama para que dejara de lloriquear. «No sé porque te pones así, tú más que nadie sabía que Li ni siquiera quería casarse contigo –habían sido las duras, pero realistas, palabras de ella-. Además, te he dicho mil veces que la vida no se reduce a un solo hombre.». Fue entonces, cuando escucho salir de la boca de su hermana las palabras «eres patética», que decidió levantarse, arreglarse y al fin dar la cara.
«Patética»
Esa simple palabra le hacía cambiar el humor, pues ella hace mucho lo había dejado de ser.
Y ahora ahí estaba ella, en su auto, detenida gracias a un semáforo en rojo, apretando tanto el volante como sus labios y aguantando las ganas de armar un berrinche.
Vería a Syaoran Li, y eso era lo último que quería. Él ya la había destrozado lo suficiente como para que ese día él la tratara como siempre lo hacía, mientras los presentes la miraban con pena (y otros con satisfacción, alegrándose de la situación), logrando que su orgullo –y la parte de su corazón que aún anhelaba que él la quisiera– continuara destruyéndose un poco más.
¿Por qué Syaoran no la quería? ¿Por qué? Ella sabía que tal vez ni siquiera estaba consciente de su existencia durante la época que ambos estuvieron en la preparatoria, pero… ¿Por qué cuando la conoció, cuando le dijeron que sería su prometida, él no hizo siquiera el intento de tratar de tener algo con ella?
¿Por qué?
Quería saberlo, pero al mismo tiempo no.
Pues a pesar de todo, ella siempre mantuvo un sincero cariño al serio pero tierno chico que acostumbraba a jugar baloncesto en la cancha vacía de la preparatoria y ese sentimiento seguía presente para el ahora hombre de negocios que él se había convertido.
Y saber la verdad… le podría llegar a doler.
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«Kerberos Tsukishiro tomó la tercera lata de refresco que llevaba en la tarde, le dio un sorbo y continuó jugando. A lo lejos escuchó el timbre de su celular pero lo ignoró, en ese momento no se encontraba con el humor de atender a alguien. No cuando una de sus mejores amigas estaba a punto de casarse con un estúpido que –él sabía– no valía la pena.
Tal vez para cualquier persona era raro ver a un joven de veinticuatro años evitar las circunstancias con los video-juegos, pero para Kerberos (y para todas las personas que lo conocían) eso era lo más normal.
Su celular volvió a sonar pero él, en su estado de no-atenderé-a-nadie, volvió a ignorarlo.
El problema para Kero radicaba en que él sabía que Sakura no conocía por completo al sujeto con el que se casaría, estaba más que seguro de eso, todo por haber conocido a la familia Furusawa antes que su amiga. El rubio no le había dicho nada a la castaña porque, siempre que lo intentaba, ella lo callaba antes de que él empezara a hablar. Eso le frustraba, y mucho, pero Sakura en ocasiones llegaba a ser muy terca.
Kero había conocido a Takumi y su familia debido a que había mantenido una relación con Harumi, la hija menor de los Furusawa. Una relación que no duro más de un año y que terminó un poco antes de que iniciara la que hubo entre Takumi y Sakura. Harumi le había dicho cosas que a él en un inicio realmente no le importaban, pero después –cuando enteró de la relación que su amiga tenía con aquel tipo– se preocupó.
Takumi no estaba a punto de casarse con Sakura por que la amara, lo hacía por qué él tenía que estar casado antes de los veintiséis años y, así, cumplir con una de las voluntades que dictaba el testamento de su difunto abuelo.
Entonces él lo heredaría todo, o al menos eso era lo que Harumi le había explicado.
Un nuevo timbre se escuchó, pero Kerberos pudo distinguir que esta vez no se trataba de su celular: era del teléfono de su departamento.
Continuó sin contestar, mejor que le dejaran un mensaje.
Lo primero que pudo oír fue el mensaje de la contestadora, después la persona que había llamado empezó a hablar.
—Kerberos, sé que estás ahí, así que será mejor que respondas…
Genial, era la voz de Tomoyo. ¿Acaso quería decirle como iba la "boda del año"? Esperaba que no.
—…bueno, espero que mientras estas cómodamente sentado jugando como un niño pequeño me escuches…
Su ceño iba frunciéndose a cada palabra que Tomoyo pronunciaba, al igual que un puchero en sus labios, detestaba cuando lo comparaban con un niño pequeño cuando jugaba sus amados video-juegos. Sí él quería, podía quedarse ahí…
—…Sakura huyó de la boda…
…toda la maldita tarde hasta que se…
¡¿QUÉ?!
Se levantó de prisa, importándole muy poco que en el acto tirara lo que quedaba en la lata de refresco, golpeándose en la pierna con la mesita que tenía al frente; aguantándose una maldición, se dirigió hacia su teléfono y lo contestó rápidamente.
—¿De qué demonios estás hablando?! —espetó.
—Ves, no era tan difícil responder… —Daidouji suspiró—. Necesito que vengas aquí, ahora mismo.
—¿Dónde está Sakura?
—No lo sé —Tomoyo se escuchaba desesperada—. Mejor ven, aquí te explicaré mejor las cosas.
—Salgo ahora mismo —y colgó.
Vestido con una playera roja oscura, unos pantalones desgastados y unos viejos converses, Kerberos salió del departamento sin siquiera apagar la televisión y la consola de juegos. Cuando estaba a punto de llegar al elevador, se detuvo, golpeó su frente y regresó por donde había ido; se le había olvidado la invitación que Sakura le había dejado (en un último intento de que fuera a la boda) y esa cosa color beige contenía la dirección donde se debía dirigir.
Ya seguro de traer todo lo que necesitaba, Kero se dirigió al estacionamiento para montar su auto e irse a ayudar a Tomoyo a encontrar a una fugitiva Sakura (aunque, en su opinión, lo que su amiga había hecho estaba más que excelente).
Se estacionó bruscamente frente a la iglesia y pudo ver que delante de la puerta principal se encontraba, con un elegante vestido azul, Tomoyo y la madre del rubio zoquete, Naomi Furusawa. Al parecer, no estaban teniendo una amena plática. Naomi parecía reclamarle algo a su amiga y la chica Daidouji, dando muestra de la educación que le dieron, se retenía para no contestarle a la madre del zoquete como merecía.
No tardó un segundo más, bajó del auto y con prisa se dirigió hacia donde estaban las dos.
—¿Tu amiga ya tenía esto planeado, verdad, Daidouji?
—Señora Furusawa, por enésima vez le digo que no es así, Sakura…
—No me importa —le interrumpió. Tomoyo apretó los labios—, esto es imperdonable. Ya sabía yo que esa niña no era más que una…
—Sera mejor que no diga nada más, señora —escuchó Naomi detrás de ella y en los ojos de Tomoyo se podía apreciar el alivio—. Podría morderse la lengua.
—Tsukishiro… —habló, al ver al joven rubio de ojos color dorado.
—Quisiera decir que es un gusto verla, pero mentiría —Naomi frunció el ceño. Kero volteó hacia la peli-negra—. Tommy, vámonos.
—Con permiso, señora Furusawa.
Y los dos empezaron a alejarse, sin darle tiempo a la mujer de decir algo.
—A veces me pregunto por qué eres tan educada —comentó Kero una vez que estaban dentro del auto—. En fin, ¿dónde está el rubio-zoquete? —cuestionó una vez que encendió el auto y empezó a transitar por la calle.
—¿Te das cuenta que tú también eres rubio? —le dijo Tomoyo un poco divertida, queriendo aliviar lo tensa y preocupaba que estaba internamente.
—No importa. ¿Qué fue lo que hizo ese idiota para que Sakurita terminara haciendo eso?
Tomoyo suspiró.
—Furusawa se fue con su hermana después de asimilar lo que paso… y sobre lo que hizo… él la engañó con Noriko.
Kero frenó inesperadamente, sorprendiendo a Tomoyo, quien no se había puesto el cinturón de seguridad y estuvo a punto de recibir un golpe en la frente.
—¡Kero!
—¡¿La engañó?! ¡Mataré a ese imbécil! ¿Cómo fue capaz el estúpido ese en hacer eso?
—No lo sé, Kero —la voz de la amatista empezó a sonar preocupada—. Pero debemos encontrarla, ha pasado media hora desde que se fue…
—¿Por qué no fuiste de inmediato a buscarla? ¿Por qué te esperaste hasta que yo me dignara a contestar? —preguntó, volviendo a andar el auto.
—No traje mi auto, lo dejé en mi edificio. Y sobre no ir a buscarla… no sé con exactitud hacia donde fue y a pesar de los tacones que traía, Sakura fue muy rápida.
El rubio suspiró.
—Está bien, pero primero busquemos algo que comer —Tomoyo lo miró como si estuviera loco—. ¿Qué? No me mires así. A estas alturas de nuestras vidas deberías saber que, si estoy nervioso, debo comer algo rápidamente.»
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Algo que Kerberos Tsukishiro amaba era la comida, sobre todo la que era preparada por Tomoyo Daidouji. A su juicio, pocas personas lograban tener el toque que la peli-negra poseía. Era por eso que desde el momento que se había levantado esa mañana –como a las diez y media– y dado cuenta que tenía un gran vacío en su estómago, llamó inmediatamente al departamento de sus amigas para preguntar si podía ir a comer algo allí (el edificio de ellas no quedaba muy lejos del suyo por lo que no tardaría nada en llegar). Tomoyo le había dicho que aún quedaba algo del desayuno que Sakura había realizado temprano, pero –para su fortuna– su amiga le comentó que, si no tenía suficiente, ella le podría preparar algo.
Una vez frente a la puerta, tocó dos veces y quedo a la espera de que una de ellas le abriera la puerta. No paso mucho tiempo antes de que frente a él estuviera la figura de Tomoyo, quien le dedicó una suave sonrisa.
—Tienes suerte, Kero, el desayuno aún sigue caliente.
Kero sonrió mostrando todos sus dientes, mientras daba un paso adentro del departamento.
—Cuando me dijiste que aún quedaba algo me sorprendí, sabiendo lo glotona que Sakura puede ser a veces.
La pelinegra suspiró.
—La verdad es que hoy salió desde temprano y ni siquiera terminó su desayuno.
El rubio frunció el ceño, esa no era la primera vez que Sakura hacía eso en los últimos días.
—Hay que preparar una intervención para Sakurita, y lo digo en serio, no es sano que siga en esta situación y se niegue a recibir nuestra ayuda —dijo mientras entraba a la cocina con Tomoyo.
Daidouji sólo soltó un suspiro mientras le pasaba a su amigo un plato con el desayuno que Sakura había preparado esa mañana.
—Gracias —le dijo con una pequeña sonrisa mientras recibía el plato—. Y, a todo esto, ¿a dónde fue en esta ocasión?
Tomoyo lo pensó un poco mientras posaba un dedo en su mentón.
—Mencionó como dos diarios locales, pero también dijo que iría a algunas editoriales —tomó asiento frente Kerberos y acarició la trenza que caía por su hombro izquierdo en un gesto de preocupación—. Estoy preocupada, sé que no ha dormido bien las últimas semanas y, además de negarse a que le ayudemos, no se ha atrevido a hablar con sus padres y eso lo sé porque Touya me lo dijo.
Kerberos golpeó su mano contra su frente.
—Porque tiene que ser tan orgullosa —murmuró.
—Más que orgullo, creo que es vergüenza —sonrió Tomoyo con resignación.
—Decidido: la llevaremos, aunque sea en contra de su decisión, a Tomoeda —manifestó con firmeza antes de llevarse a su boca un pedazo de uno de los panqueques que se encontraba en su plato, lo que provocó una pequeña risa de parte de Tomoyo.
—Sólo vas a ocasionar que siga sin hablarte.
Después pasar su comida por su garganta, Kerberos soltó un resoplido, Sakura se había enojado un poco con él a raíz de las burlas que le hizo desde el día de la boda.
—Ella me ama, no le durara demasiado.
Tomoyo negó suavemente con la cabeza y se levantó de la silla en la que se encontraba.
—Iré a bañarme —le informó. Él la miro con angustia, ¿no iba a prepararle algo si le quedaba hambre?—. No te preocupes, ayer hice un pastel —le dijo sonriendo, sabiendo lo que le causaba preocupación—. Está en el refrigerador.
—Eres la mejor, Tommy.
Kerberos continúo comiendo mientras veía como su amiga peli-negra caminaba por el pasillo en camino a su habitación. Ahora que se encontraba solo, reflexionó lo mismo que lo atormentaba desde hace semanas: ¿debería decirle a Sakura lo que sabía sobre el rubio-zoquete de Furusawa?
Una parte de él no quería decirlo, a pesar de que no creía por completo que la castaña haya llegado a amar al zoquete, estaba seguro que sí había cariño de por medio y lo que menos quería era lastimar a su amiga. Sin embargo, sabía que Sakura merecía saber la verdad sobre el estúpido ese.
Suspiró y dejo los cubiertos sobre la mesa, aún no sabía cómo había logrado mantener esa información en secreto (al menos de sus amigas). La loca que lo había atendido en el hospital el día de la boda, le había recomendado que lo mejor era decirle la verdad a su amiga. «¿Es tu amiga, no? Lo menos que merece es saber la verdad, puede ser peor si un día se entera y que no sea por ti.», le había dicho y empezaba a considerar que tenía razón.
Varios minutos después escuchó el sonido de la secadora desde el cuarto de Tomoyo y decidió dirigirse hacia ese lugar. Tocó la puerta un par de veces. Al recibir un «pasa, Kero» por parte de su amiga, entró y se dejó caer sobre la cama.
—Levántate, eso no te hará bien —le dijo la peli-negra mientras cepillaba su cabello.
Kero suspiró y se sentó, Tomoyo a veces parecía su mamá.
—¿A qué hora llega Sakurita? Necesito hablar con ella.
Tomoyo observó a Kero a través del espejo, el rubio se encontraba jugando con su celular y aunque intentaba parecer despreocupado, algo le decía que no era así.
—No me dijo una hora, ¿por qué no tratas de llamarla?
—Quizá me cuelgue en cuanto vea mi número —sonrió divertido—. ¿Por qué no le marcas tú?
Tomoyo le regresó la sonrisa.
—Eso te pasa por hacerle tantas bromas.
—¡Pero es que no me quiere decir el nombre del sujeto con el que andaba ese día! —exclamó haciendo un pequeño puchero.
—Ni a mí me ha querido decir —le recordó—, sólo me pidió que planchara el saco. Dijo que le parecía una prenda muy cara y temía quemarla.
—No me sorprendería que lo hubiera hecho —comentó Kero, recordando lo torpe que Sakura era –y que en ocasiones seguía siendo– en su adolescencia.
Tomoyo le dirigió una de sus miradas maternales con las que le reprendía, a lo que él se encogió de hombros.
—Pero anda —volvió a hablar el rubio, realizando una pequeña sonrisa maliciosa—, llámale y hazle una pequeña broma de mi parte.
—¡Claro que no! —respondió Tomoyo entre pequeñas risas, negando con la cabeza.
Media hora más tarde, después de muchas suplicas por parte de Kerberos, Tomoyo se encontraba llamándole a su amiga y, obviamente, tenía el altavoz activado por petición del rubio.
Después del tercer timbre pudieron notar que contestaron.
—¿Hola? ¿Sakura? —preguntó Tomoyo al no escuchar la voz de Sakura.
—¿Si? Dime, Tommy… —contestó la castaña inmediatamente.
—Bueno… ¿cómo decírtelo? —miro al rubio por un momento y él levanto una libreta, donde había escrito lo que se suponía le diría a Sakura. Negó con la cabeza suavemente mientras su boca formaba una pequeña sonrisa.—. Ensucié sin querer el saco del tipo del tipo misterioso.
—Tres, dos, uno… —susurró Kerberos con una sonrisa.
—¡¿Qué?! —escucharon la exclamación de Sakura, a lo que Kero hizo un gesto de victoria con los brazos—. ¡Tomoyo…! ¿Cómo fue que suce…? —y sin poder evitarlo por mucho tiempo, el rubio inicio a reír sonoramente contagiando así a su amiga peli-negra.
Ya ha de estar formando su puchero, fue el pensamiento de Kero mientras trataba de calmarse.
—Perdón, perdón… pero no pudimos resistirlo —habló el rubio, después de controlarse un poco—. ¡Debiste escucharte! Lo más seguro es que ahorita tengas un puchero en el rostro… —dijo sonriendo, imaginando a la castaña.
—Kerberos… —su tono de voz sólo provocó que ambos se rieran un poco más.
No podían evitarlo, con tantos años de conocerse, sabían a la perfección los gestos de Sakura cuando le hacían una broma, los cuales eran adorables.
—Ya, perdón —habló de nuevo Tomoyo, una vez que lograron calmarse—. Solo llamaba para decirte que hoy saldré con un amigo después del trabajo, así que lo más probable es que llegue un poco tarde a casa.
Kero la observó confundido, no sabía que saldría con alguien.
—No te preocupes… —empezó a responder la castaña con la voz algo más calmada, sin embargo, Kero volvió a hablar, interrumpiéndola.
—Pero yo me quedaré contigo, Sakurita…
—No sé si ahorita quiera tu compañía, Kero —respondió inmediatamente la castaña.
—¡Eres mala conmigo, Sakura! —se quejó el rubio, con un puchero en los labios.
—Bien que te lo mereces —Sakura calló por un momento y luego habló algo apresurada—. Chicos, debo colgar, tengo que ir a trabajar…
—¿Tan temprano? —preguntó Tomoyo, extrañada. Por lo que ella sabía, la hora de entrada de su amiga en la cafetería era más tarde.
—Sí, después se los explico.
—Está bien, nos vemos después —se despidió la peli-negra.
—Sí, te esperaré con algunas películas… — habló el rubio con una sonrisa.
—Okay, adiós chicos —escucharon como su despedía, y gracias a su tono de voz, presintieron que se encontraba un poco más alegre.
Justo después de eso, Sakura colgó.
—Así que… —habló Kero, alargando la última letra de cada palabra—. ¿Saldrás con alguien?
Tomoyo, quien se encontraba buscando una de sus bolsas, giró a mirarle con una sonrisa.
—Es un viejo amigo de la universidad —comentó.
Kerberos la observó sonriendo pícaramente mientras levantaba una de sus rubias cejas.
—No es lo que imaginas —dijo riendo—. Pero, ¿a cuáles películas te referías? Por lo que note, no traías ninguna—preguntó mientras salía de la habitación. A pesar de los servicios de streaming que existían en la actualidad, a Kerberos le gustaba coleccionaba películas en distintos formatos y siempre llevaba alguna para que entre los tres la disfrutaran.
—Ya las conseguiré, si no me atreveré a robar un poco de tu cuenta de Netflix —se encogió de hombros, mientras caminaba detrás de ella—. Puedo quedarme a esperarla, ¿verdad?
—Por supuesto —contestó sonriendo, viendo como su amigo tomaba asiento en su sillón—. Si tienes hambre, puedes tomar lo que gustes, sólo no nos dejes sin nada.
Kero le sonrió a su amiga mientras observaba como ella le hacía un gesto de despedida con la mano y desaparecía a través de la puerta principal.
Una vez que la puerta se encontraba cerrada, el rubio borró su sonrisa y observó seriamente hacia el techo.
Había tomado una decisión, le contaría la verdad a Sakura, sólo que no sabía cómo hacerlo.
Suspiró.
Ojalá se hubiera traído sus video-juegos para perder el tiempo más fácil.
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«Observó los objetos que tenía en su mano, dentro de una caja de terciopelo negra: circulares, ambos de oro blanco, de tres milímetros de ancho. Lo único que los diferenciaba era el tamaño de la circunferencia y que uno de ello, el más pequeño, tenía una hilera de diamantes blancos.
No lo negaría, le parecían unos buenos anillos para una boda.
Que lastima que dicha boda no se llevaría a cabo.
Bueno, lastima por la novia, quien en ese momento se encontraba en la entrada del pasillo, el cual se suponía debió de haber cruzado hace más de media hora, esperando a un hombre que no llegaría.
Sentía algunas miradas sobre su persona, cosa que no le sorprendió, era el mejor amigo del novio después de todo.
«¿Sabes dónde se encuentra Syaoran?», fue una de las tantas preguntas que había recibido en la última hora, a lo que el respondía con inocencia, «No tengo idea».
Prestó atención a lo que sucedía en el fondo del pasillo una vez más. Mayumi aún se encontraba ahí, dándole la espalda a los que aún quedaban dentro de la iglesia, viendo el exterior con un poco de esperanza. Como si hubiera sentido su mirada, la chica se giró lentamente y sus ojos castaños que brillaban por las lágrimas acumuladas se encontraron los suyos, realizando la misma pregunta de casi todos los presentes.
«¿Vendrá?»
Considerando que era suficiente, empezó a caminar a través del pasillo, mientras las miradas continuaban sobre él, hasta llegar al lugar donde se encontraba la novia, los familiares de ella y la madre de su primo.
Mayumi terminó de girar su cuerpo hasta que estuvo frente a él, exigiendo claramente con su expresión que le diera una explicación razonable sobre lo que Syaoran le estaba haciendo.
Como respuesta, Eriol le entregó la caja de terciopelo negro, al mismo tiempo que la miraba con seriedad.
—Realmente no te debería sorprender —fue lo único que dijo, logrando que la chica abriera sus ojos lo más que podía y que en ellos se fueran tiñendo una expresión de dolor.
Entonces salió del lugar, ignorando los llamados de Mayumi y de su tía Ieran.
Antes de subir a su auto, mandó un mensaje y observó la iglesia por última ocasión.
Quizá, solo quizá, se había arrepentido de haber tardado más tiempo de lo que Syaoran le había pedido.»
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Revisaba varios de sus mensajes mientras se encontraba ingresando de nueva cuenta a la recepción de las empresas Li y se dirigía a los ascensores, cualquiera pensaría que era un irresponsable al estar saliendo de la empresa para regresar a esa hora y que realmente no cumplía con su labor dentro de la empresa, sin embargo, siempre lograba callar la boca de todo aquel que se atreviera a dudar de sus capacidades al mostrar sus buenos resultados.
Lo que no entendía, era porque Syaoran lo tenía entrevistando a cada chica que deseaba estar en el puesto de su secretaria. Estaba bien que la carga de trabajo de su primo había incrementado tras el escándalo de la boda, pero no era como si el castaño no pudiera hacer un pequeño espacio en su agenda para encargarse de las entrevistas por su cuenta.
Y luego se atrevía a quejarse de sus elecciones.
Está bien, quizá la última vez su elección no haya sido la mejor. Pero en su defensa, la chica había logrado convérselo gracias a su gran… vista delantera. No creyó que se atrevería a hacer lo que Syaoran le había contado.
Ahora tendría que buscar a una nueva chica…
—Señor Hiragizawa —escuchó que lo llamaba su secretaria cuando iba llegando a su oficina—, hay un hombre esperándolo en su oficina.
—¿Un hombre? ¿Dijo de quien se trataba?
—No, señor —contestó la mujer—, pero insistió en verlo, dijo que era muy importante.
Él asintió, dándole las gracias, e ingresó a su oficina.
Cuando entró, pudo notar al hombre del que hablaba su secretaria. Se encontraba apoyado en su escritorio, pero aun así se notaba que era alto, como él, de cabellos rojizos y ojos verde oscuro.
—Pensé que la hora de ingresó era más temprano —habló con burla el hombre frente a él.
Eriol sonrió de lado.
—Me gusta hacerme desear —fue su respuesta.
—Típico de ti, Hiragizawa.
—Lo sorprender es tenerte en Japón, Byrne —comentó, mientras camina a su asiento.
El pelirrojo emitió una pequeña risa.
—He decidido quedarme un tiempo en Japón —reveló, sorprendiendo un poco a Eriol.
—Vaya, Henry Byrne decidiendo quedarse en Japón… Según recuerdo, durante la universidad me dijiste que lo último que te interesaba era regresar a la tierra que naciste.
A Henry Byrne lo había conocido cuando había estudiado la universidad en Inglaterra, a diferencia suya, él estudiaba arte, pero coincidieron en el club de música. Cuando él se había graduado, Henry se quedó en la universidad debido a que le faltaba un año, además de que deseaba estudiar una especialización más. A pesar de la distancia, se habían mantenido en contacto mediante mensajes y redes sociales.
—Lo sabes, soy un alma libre… —colocó una mano sobre su pecho de forma dramática—. Sin embargo, he encontrado el ancla que me puede mantener en una tierra en especifica.
Eriol encarnó una ceja.
—¿Una mujer, en serio? —preguntó con escepticismo, conociendo a su viejo amigo, esa podía ser su única opción.
—No cualquier mujer, mi amigo —respondió sonriendo enigmáticamente, mientras recordaba a la bella mujer que rondaba en sus pensamientos.
Y antes de que el oji-azul pudiera dar su opinión al respecto, se escuchó la voz de su secretaria a través del intercomunicador en el teléfono de su oficina.
—Señor Hiragizawa, ha llegado la primera chica para las entrevistas del puesto de secretaria del señor Li.
—¿Qué ocurre? —cuestionó Henry con sorna—. ¿Ahora eres de recursos humanos?
Eriol le contestó con una sonrisa fingida.
—Cierra la boca —le dijo. Después suspiró y presionó el botón de su teléfono para contestarle a su secretaria—. Hazla pasar, por favor.
—Y entonces… ¿por qué andas haciendo ese tipo de entrevistas? —volvió a cuestionar el oji-verde.
Pero antes de que Eriol pudiera responder, la puerta de su oficina se encontraba siendo abierta por una despampanante rubia, que sinceramente, les iniciaba a sonreír con un poco de coquetería.
—Puedes contármelo más tarde, pero creo que ya tengo la respuesta —dijo Henry, observando a la chica de arriba para abajo—. ¿Hay problema si me quedo?
—¿Y el ancla que te mantiene en esta tierra? —cuestionó con burla.
—Aún no me da el sí…
Eriol se burló de la expresión de su amigo y le comentó a la señorita que podía sentarse en la silla frente a él. Al mirar aquel par de piernas cruzadas frente a él, recordó porque no le reclamaba a Syaoran sobre hacerlo realizar esas entrevistas.
Siempre era bueno deleitarse la vista un poco.
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«Jugó con la pluma que se encontraba entre sus manos y movió su pierna derecha con más rapidez. Quería evitar ver la hora en cualquier aparato que se pudiera en frente, no quería pensar que en ese momento su querido primo se encontraba casado con una víbora de cabello rojizo.
Quizá sí debió ir para impedir que Syaoran cruzará ese pasillo de la muerte.
Pero no, tenía que pedir turno en el hospital ese día. Así que no podía salir para evitar que su primo cometiera una tontería como esa.
Esperaba que al menos Eriol lo hiciera recapacitar.
Suspiró, se suponía que se encontraba en Urgencias, pero parecía todo lo contrario, todo estaba demasiado tranquilo. Y si llegaba algo, siempre llegaba alguien más para quitárselo. Ella estaba decidida que cuando terminara su residencia, tomaría una la especialización en cirugía pediátrica, pero aun así tenía que pasar por varias áreas y cubrir sus horas en ellas.
—Li, hay un paciente en la cama dos —escuchó que le decían.
—Gracias —le dijo a la enfermera, y se dirigió al lugar que le habían indicado, al fin tendría algo que la distrajera.
Cuando movió la cortina, se pudo encontrar en la camilla a un hombre rubio. Este tenía una herida en la cabeza, además de varios raspones en los brazos.
—Soy la doctora Li, seré quien le atienda hoy —le dijo a su nuevo paciente y se acercó para hacerle el típico chequeo inicial—. ¿Me podría indicar su nombre?
—Kerberos Tsukishiro … —murmuró el hombre—. No quiero presionar, pero, ¿podrías hacer esto rápido?
Tal pregunta le sorprendió e indignó un poco.
—¿Disculpa? ¿«Hacer esto rápido»? Por si no te has dado cuenta, tienes una herida en la cabeza, así que indícame, ¿cómo fue que te hiciste eso?
—No vi un semáforo en rojo y alcancé a frenar muy apenas… —escuchó que volvía a murmurar y, por un segundo, pensó que estaba tratando a un niño.
—No pareces tener alguna lesión grave, pero para prevenir cualquier cosa, te mandaré hacer algunos estudios —le comentó hablando lo más profesional que podía.
—Lo siento, pero no tengo tiempo para eso, ¿podríamos realizar después esas pruebas? —volvió a preguntar, se notaba el apuro en su voz.
—Por si acaso, que le hagan una prueba en psiquiatría, así podremos saber su obsesión por los videojuegos —se escuchó una voz a sus espaldas y cuando volteó pudo percatarse que se trataba de Touya Kinomoto, uno de sus superiores—. ¿Qué demonios haces aquí rubio?
—Si te lo digo, sufriré más daño del que tengo en este momento.
Por lo que notaba, esos dos ya se conocían.
—Si no me dices nada, te haré internar aquí un mes —volvió a decir, causando que el rubio empezará a sudar frío y que ella lo viera incrédula, ¿realmente podría hacer algo así?
—Sakura iba a casarse hoy, pero termino escapándose, Tomoyo y yo hemos estado buscándola y no hemos logrado tener éxito, yo me dirigía a buscarla al departamento donde vivía con Takumi —el rubio hablo tan rápido que apenas lograron captar lo que dijo.
Meiling sólo podía pensar que realmente ese era el día de las bodas trágicas.
Giró a ver al doctor Kinomoto y se percató que él había fruncido tanto su ceño que –debía admitir– hasta a ella le había dado medio, ahora entendía porque el rubio se encontraba asustado.
—Estoy a punto de terminar mi turno, así que me esperaras aquí para que vayamos a buscar a mi hermana. Sin negaciones, rubio —dijo antes de que el rubio pudiera decir algo. Después la miro a ella—. Li, hazle el estudio que tenías en mente y después vigila que no se vaya de aquí.
—Pero —trató de refutar, pero el peli-negro habló de nuevo.
—Quieres tratar con niños, ¿no? Créeme que no encontraras a ninguno mejor que ese —dijo con ironía y se fue rápidamente antes de que ella pudiera objetar algo.
«Genial, ahora soy una niñera», pensó con sarcasmo.
—Iré por una silla de ruedas para llevarte a realizar el estudio, no vayas a irte —le dijo, resignada.
—¿Una silla? Pero puedo caminar bien —comentó con extrañeza.
—Políticas del hospital.
Y se fue por la silla, sólo que, para su mala suerte, tardó más de lo que esperaba en encontrar una disponible. Más valía que el rubio siguiera donde lo dejo, ya que si llegaba a desaparecer el doctor Kinomoto podría lograr que viviera lo que faltaba de su residencia en las peores áreas.
Cuando regresó, encontró al rubio hablando por teléfono.
Parecía bastante enojado.
—Más te vale que le digas al imbécil de tu hermano que se va a arrepentir… Dile que no es sólo una amenaza de mi parte… ¡Por favor! ¿Acaso piensa que es el único con poder? ¡Puedo ir y decirle a todos lo de la cláusula! —entonces adquirió una expresión enojada—. Maldita bruja, me colgó.
Entonces se percató que ella había regresado y se levantó para sentarse en la silla que llevaba.
Mientras caminaba pudo notar que el rubio realizaba demasiadas muecas, como un niño cuando tenía muchas ideas en su mente. Quizá algo le andaba martirizando.
Y su instinto no le permitía dejar a un niño así.
—¿Te sucede algo?
Él la observó con sorpresa y pareció dudar antes de hablar.
—Digamos que sé algo que podría lastimar a una de mis mejores amigas —empezó a decir, sorprendiéndola—, pero no sé si decirlo ya que la persona que estaba involucrada se encargó de alejarla de él sin que yo tuviera que hacer algo.
Meiling analizó sus palabras, lo más probable es que hablará de la tal Sakura que le había mencionado al doctor Kinomoto y el secreto que cargaba debía involucrarse con el motivo por el que la chica aparentemente se escapó de su boda.
—¿Es tu amiga, no? —dijo mientras continuaba avanzando—. Lo menos que merece es saber la verdad, puede ser peor si un día se entera y que no sea por ti.
—¿Y si eso le hace daño? —preguntó en un murmullo.
—A veces uno se debe de arriesgar de tomar decisiones por el bien de las personas que amamos, a pesar de que estas puedan dañarlos.
El rubio giró, al menos lo que la silla le permitió, la mitad de su cuerpo para poder verla y le sonrió.
—¿Quién lo diría? —dijo con diversión. Parecía que su seriedad acaba de terminar—. La niñera puede ser sabia.
Lo miró enojada.
—Cállate, o le diré al doctor Kinomoto que trataste de huir —lo amenazó, logrando que él la mirara asustado, justo la reacción que esperaba lograr. Como ya habían llegado a la sala de estudios, hizo que se levantara y se metiera a la maquina; notó que tenía su celular en su mano, por lo que elevó la de ella, él la miro con extrañeza—. No puedes entrar con el celular, yo te lo cuidaré.
—Pero… —trató de replicar, sólo que ella no se lo permitió y con rapidez le quitó el aparato.
—No le haré nada malo, no te preocupes. Ahora entra.
Después de conseguir que él se metiera, sacó su propio celular, el cual había mantenido apagado desde el momento que inició su turno. Después del característico logo y que tomará la señal del internet inalámbrico del hospital, su teléfono inició a llenarse de mensajes y distintas notificaciones.
Unos eran de sus primas, varios amigos e incluso su tía Ieran.
Curiosamente, el primero que le apareció fue el de Eriol así que decidió leerlo antes que el de los demás.
—No puede ser —murmuró incrédula al leer el mensaje.
«Syaoran no se casó, decidió no presentarse a la boda. Llámame en cuanto puedas.»
Sí, definitivamente ese no era un buen día para una boda.»
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—Muchas gracias por traerme, nos vemos más tarde —dijo mientras bajaba del auto y cerraba la puerta para dirigirse a la puerta de urgencias del hospital. Entonces pareció recordar algo y regreso para tocar la ventana del vehículo, de inmediato bajaron el vidrio, por lo que pudo hablar—. Más te vale no hacer que otra acosadora termine como secretaria de mi primo.
Su acompañante soltó una leve risa, divertido de lo que ella le acababa decir.
—Trataré de hacer mi mejor esfuerzo.
—Más te vale —le amenazó señalándolo con el dedo, para después iniciar a alejarse nuevamente.
—¡Más vale que no vayas a matar a nadie! —le gritó Eriol con diversión, para algunos que lo alcanzaron a escuchar no les causó tanta gracia, sin embargo, Meiling sólo hizo una pequeña sonrisa ladeada mientras continuaba caminando con rapidez.
Eriol era un idiota.
Para su buena suerte, el peli-negro la había dejado por la puerta de urgencias, por lo que al entrar se dirigió rápidamente a la recepción de ahí para saber quién era el medico a cargo. Conforme caminaba, empezó a dudar que realmente una urgencia se hubiera presentado, todo se notaba muy tranquilo y no parecían estar alistándose para la llegada de una ambulancia, como era lo común.
Entonces pensó en la otra posibilidad y cerró los ojos con frustración. Iniciaba a sospechar que el causante de que la hayan hecho llegar más temprano no era otro más que Touya Kinomoto, un cirujano traumatólogo que le importaba muy poco el horario de sus residentes y los hacia mandar llamar si él así lo quería.
Pero no podía quejarse, esa semana estaba en el servicio de él.
—El doctor Kinomoto se encuentra en cirugía y nos pidió llamarte para pudieras checar a sus post-operatorios —le informó la enfermera que estaba en la recepción, con una sonrisa de disculpa. Cerró los ojos, ¡lo sabía!—. Le dijimos que tu entrada era más tarde, pero lo único que nos contesto fue, literalmente, "Llamen a Li, no dejaré que ninguno de esos ignorantes residentes nuevos se encargue de mis pacientes".
Meiling resopló, no era la primera –ni sería la última, estaba segura– de que Kinomoto la atormentara.
—¿Me podrías pasar los expedientes, por favor? —preguntó, resignada. La enfermera la hizo esperar un momento y después se los entregó.
Después de un breve «Gracias», se despidió con una leve inclinación y se fue directo a la sala de residentes, debía cambiarse y dejar sus objetos personales para después atender a los pacientes de Kinomoto.
Al menos esperaba que le permitiera asistirle en su próxima cirugía.
Una hora y media después, cuando terminó de checar a los pacientes, una enfermera le informó que Kinomoto deseaba verla en el quirófano. Cuando llegó, se amarró su cabello con rapidez para poder colocarse la cofia quirúrgica, después se puso el cubre bocas e inició a lavarse. Al terminar de hacerlo, entró en el quirófano, lo primero que pudo distinguir fue la espalda del doctor Kinomoto.
—¿Me mandó a llamar, doctor Kinomoto? —habló para hacerse notar.
—¿Terminaste de checar a mis pacientes? —preguntó sin inmutarse por su presencia.
—Así es, todos se encontraban bien, solo la paciente del 1030 presentaba una pequeña molestia con su sonda, pero ya me encargué de eso —dio el informe. ¿Le haría participar en la cirugía?, se preguntó internamente.
—Bien, cuando termine esta cirugía nos veremos para verificar que lo que dices es cierto. Ya te puedes retirar.
Se reprimió de rodar los ojos y dio un breve asentimiento para salir del quirófano, se quitó el cubre bocas y sin soltar su cabello se dirigió a la cafetería del hospital. Si en ese momento no podía participar en una cirugía, al menos podría ir a comer algo, la verdad era que tenía hambre. Después de comprar algo para comer, notó que en una de las mesas se encontraba una chica de cabello castaño sentada que la saludaba a la distancia. Se dirigió a donde estaba ella, para sentarse y soltar un suspiró con pesadez.
—¿Kinomoto te hizo venir temprano de nuevo? —le preguntó la chica con diversión, causado que Li la mirara de mala manera—. No respondas, tu expresión lo dice todo.
Meiling resopló mientras abría el jugo de naranja que había puesto en la mesa junto con par de emparedados que había comprado.
—Está vez hizo que me llamaran haciéndome creer que había una urgencia —contestó, después de dar un trago a su jugo.
La chica soltó una risa sin poder evitarlo.
—Al menos di que no es tu día de descanso, aunque no duraría que un día te haga venir a pesar de eso.
—Tampoco lo dudo, Misaki —concedió a su amiga.
Misaki Himura, al igual que ella, se encontraba cursando su segundo año en el postgrado, la conocía desde la facultad de Medicina.
—Pero no puedes negar que es muuuy guapo —dijo Misaki, con una sonrisa pícara en los labios, mientras ella iniciaba a comer su emparedado—. En fin, ¿cómo te fue con tu atractivo no-primo?
Meiling, sabiendo que se refería a Eriol, hizo una mueca, no entendía los gustos de su amiga.
—Nada del otro mundo, después de desayunar pasamos a ver a Xiao Lang —observó como su amiga iniciaba a morderse el labio inferior ante la mención de su primo.
Pero antes de que Misaki pudiera soltar uno de sus comunes comentarios que hacia sobre Syaoran, los localizadores de ambas iniciaron a sonar frenéticamente, cada una observó el que le pertenecía para notar que se trataba de una llamada de urgencias. Por lo mismo, se levantaron con rapidez y se dirigieron al lugar de inmediato.
—Se nos reportó que hubo un accidente de tráfico y que varios traumas vienen en camino, el doctor Kinomoto nos pidió llamarte para que te hicieras cargo en lo que terminaba su cirugía, dijo que no tardaría mucho —le informó una enfermera al llegar, ella asintió mientras buscaba un bata de traumas. A una distancia cercana, notó que la cirujana pediátrica se encontraba ahí, dándole instrucciones a Misaki.
Minutos después se logró escuchar el sonido de la sirena de la ambulancia, por lo cual fue rápidamente a la puerta, notando que eran dos ambulancias las que iban llegando, a lo lejos se notaban otras dos. Sabiendo cual era la ambulancia que le correspondía, se acercó a ella en compañía de un residente de primer año, el cual le ayudaría hasta que Kinomoto terminara su operación. Notó como los paramédicos bajaban de la ambulancia a una mujer y frunció el ceño al ver su rostro; a pesar de los leves rasguños que presentaba su cara, esa mujer se le hacía conocida de algún lado…
—Desconocida cerca de treinta años, sus documentos no fueron encontrados en el área del accidente, presenta golpes en el rostro y brazos, además de una herida abdominal —escuchó que le decía mientras iniciaban a avanzar al interior del hospital—, uno de los vidrios se incrustó en su abdomen.
Asintió a lo que le decían e indicó que la mujer fuera llevada al área especial donde la atendería, giró un poco a ver a quien habían bajado de la segunda ambulancia y notó que se trataba un niño de cabello negro.
Sacudió la cabeza y decidió concentrarse en su paciente, su instinto de cuidar niños no podía salir en ese instante.
Se colocó rápidamente los guantes y empezó a dar instrucciones de lo que se debía a administrar a la desconocida, tenía que lograr estabilizarla hasta que Kinomoto llegara. Conforme lo lograban, se percató que los ojos de ella iniciaban a parpadear, parecía que iba a recuperar la consciencia.
—¿Hola? —le dijo, acercándose a ella—. ¿Puedes escucharme?
Los ojos castaños que le regresaron la mirada con desconocimiento, reflejaron rápidamente sorpresa, lo cual le pareció extraño a Meiling.
—Me… —musitó la mujer con voz rasposa.
—No te preocupes —le dijo—. Tuviste un accidente, pero ahora estás en el hospital y te atenderemos muy bien. ¿Podrías indicarme tu nombre?
Como si hubiera dicho unas palabras mágicas, los ojos de la mujer se abrieron en su totalidad, reflejando angustia y no sólo fue en su mirada, el ritmo cardiaco iniciaba a aumentar consideradamente.
—Tranquila —le pidió—, todo va a salir muy-
—Mi… hijo —cortó sus palabras, sorprendiéndola. Ella no dejaba de mirar a todos lados—. ¿D-dónde-e e-está?
Tenía que conseguir calmarla si no las cosas iban a salir muy mal.
—Yo lo voy a buscar —le prometió mientras tomaba su mano derecha, la cual no dejaba de temblar, logrando que la mirara a los ojos—, dime como se llama.
—Hi-Hikaru —respondió. Meiling notó que su ritmo cardiaco aún era alto—, por fav-or Mei-iling, encue-
—¿Qué tenemos, Li? —escuchó como decían a sus espaldas, cortando las palabras de su paciente, la cual había logrado sorprenderla al escucharla llamarla por su nombre sin siquiera decírselo. Estaba a punto de informarle a Kinomoto la situación, cuando notó la expresión sorprendida de él—. Nakuru…
Frunció el ceño ante el murmullo de él, ese nombre lo había escuchado, muchas veces en el pasado para ser sincera… principalmente de Eriol.
Abrió los ojos con sorpresa al descubrir de quien se trataba, justo en el momento en el que el monitor inició a marcar como el ritmo cardiaco subía drásticamente nuevamente.
—Touya… —musitó Nakuru antes de iniciar a perder la consciencia.
Justo cuando iba a decirle al doctor Kinomoto sobre la taquicardia, notó que él ya se encontraba al otro lado de la camilla, dando instrucciones para que lograran estabilizarla nuevamente.
Tiempo después, cuando lograron que el corazón de Nakuru volviera a latir a un ritmo normal, Kinomoto le mandó a realizarle estudios, debían confirmar que el vidrio que se había incrustado en su abdomen no hubiera causado ningún daño interno.
—¿Ella te dijo algo? —escuchó que el cuestionaba antes de que se fuera.
Giró a mirarlo, con interés, y se preguntó si haría lo correcto al informarle su pequeña platica con Nakuru.
—Me pidió buscar a su hijo —reveló, notando como él elevaba el rostro de los papeles que cargaba en las manos para mirarla con auténtica sorpresa. Si no fuera porque, a pesar de todo, lo respetaba al menos un poco, tomaría su celular para capturar su rostro, de otra forma sus compañeros no le creerían que él era capaz de presentar esa expresión—, parece que venía con ella cuando ocurrió el accidente.
El doctor Kinomoto regresó a su típica expresión de seriedad, observó primero a la mujer dormida en la camilla y después a ella.
—Manda a un residente de primer año a realizarle los estudios que te dije —le ordenó—, después haz lo que ella te pidió y trata de localizar a algún familiar, la paciente se llama Nakuru Akizuki.
—Sí, doctor —respondió, sin revelarle que ya sabía de quién se trataba.
Después de mandar a realizarle los estudios a Nakuru, regresó a la recepción de Urgencias con las intenciones de preguntar si el niño que había llegado después que la castaña era al que estaba buscando.
Hizo una mueca para sus adentros.
¿Cómo le informaría a Eriol que su prima desaparecida se encontraba en el hospital?
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«—Llevamos media buscando y ningún rastro de ella, ¿crees que se haya ido a algún lado? —escuchó que Kero le preguntaba mientras se detenía gracias a que el semáforo marcaba el color rojo.
—Hasta donde recuerdo, ella no traía dinero —comentó, viendo a todos lados a través de la ventana—. Pero ya ves que, al preguntar, nadie nos dio una respuesta afirmativa sobre que la hayan visto.
—¿Cómo no pudieron notarla? —preguntó el rubio incrédulo. Al notar que el semáforo cambiaba de color, comenzó a avanzar—. Con semejante vestido que traía. ¿Tú lo diseñaste?
Tomoyo hizo una mueca, muy parecida a un puchero.
—Naomi Furusawa se encargó de conseguirlo —le dijo—. El vestido era bello, no lo negaré, pero no era la clase de vestido que Sakura deseaba utilizar. Ella me confesó que hubiera preferido algo más sencillo.
—Esa bruja, metiéndose siempre en lo que no le importa —soltó Kerberos, apretando el volante.
La peli-negra lo miro extrañada.
—¿De dónde es que la conoces, Kerberos? —preguntó—. La hablaste con mucha confianza cuando fuiste por mí a la iglesia.
—Ah… yo… —escuchó que musitaba, nervioso.
Entonces, como si hubiera sido salvado por un ángel, el celular de ella inicio a escucharse.
«Henry», es lo que decía la pantalla de su teléfono, por lo que dudó por un momento si debía responder.
El mes anterior que se habían visto, cuando fue a darle una visita a su padre en Inglaterra, lo había visto y él había besado cuando ella menos se lo esperaba.
La había dejado terriblemente confundida.
—¿No vas a contestar? —le preguntó Kero al percatarse que nada más observaba su celular.
—No… —musitó ella, bloqueando su celular. Levantó su mirada amatista de su teléfono y volteó a ver su amigo—. Vayamos por mi auto, así checamos si está en mi departamento, en caso de no ser así, podremos cubrir más lugares.
El rubio asintió, le parecía una buena idea; pues no por nada, entre los tres –Sakura, Tomoyo y él–, la chica Daidouji era la más sensata.
Cuando llegaron al edificio de Tomoyo, le preguntaron al guardia si habían visto a Sakura llegar a él, lo que recibieron fue una respuesta negativa, lo que logró que los dos suspiraran. La peli-negra subió con rapidez hacia su departamento, en busca de las llaves de su auto y cuando regresó, se dirigió rápidamente al estacionamiento. Kerberos la espero afuera, dentro de su auto, a la espera de cuando viera el coche de su amiga, se pusieran de acuerdo.
Tomoyo salió, ya en su Mini Cooper rojo, y le marcó a su amigo.
—Bien, este es el plan: yo iré al departamento donde vivía con el rubio-zoquete —escuchó que Kero le dijo apenas contestó, estaba a punto de contestarle cuando él siguió hablando—, sirve que, si lo llego a ver a él, podré golpearlo como deseo.
La peli-negra suspiró, nada haría que Kero cambiara de opinión, además Takumi se lo merecía.
Era un idiota por atreverse a engañar a su mejor amiga.
—Está bien, sólo no vayas a matarlo, recuerda que en la prisión no tendrías tus amados video-juegos ni comerías lo que quisieras —le dijo en broma. Escuchó como su amigo soltaba una leve carcajada, y por el retrovisor, se percató que el iniciaba a encender su automóvil, para después empezar a dirigirse a donde le había dicho—. Iré a buscarla a su viejo departamento, tenía entendido que justo hoy finalmente dejaría de estar a su nombre.
Escuchó como Kero bufaba. Él, junto con Touya, fue uno de los que más se negaron cuando Sakura tomó la decisión de vender el departamento que tanto le costó conseguir por irse a vivir con Furusawa; a pesar que de eso habían pasado ya un mes, el departamento seguía estando a nombre de Sakura debido al contrato que había firmado, pero de todos modos eso estaba ya perdido; cuando lo vendió, su amiga había concretado que un día después de su boda, el lugar estaría a nombre de sus nuevos dueños.
—Me parece buena idea, llámame apenas sepas algo, yo haré lo mismo —le pidió Kerberos, a lo que le hizo sonreír algo enternecida, él se preocupaba mucho por Sakura, justo como ella—. ¿Deberíamos avisar a Touya?
Mordió su labio inferior, mientras conducía a través de las calles.
—No lo sé, sabes que ella estuvo terca de esta idea que estoy segura que tendrá vergüenza de enfrentar a su familia —le dijo, ocasionando que Kero suspirara—. Mejor esperamos a dar con ella, después veremos que hacemos.
—No es como si no fueran a enterarse, mañana todo eso será noticia —dijo el rubio como si nada.
Ahora ella suspiró, él no decía nada más que la verdad.
—En fin, la seguiré buscando, te llamó en un momento —se despidió él.
—Claro, Kero —le concedió—. Suerte.
—Para ti también, Tommy —susurró él, para después colgar.
Tomoyo apretó el volante, debía darse prisa, temía que algo que le pudiera suceder, no faltaba mucho para que iniciara a anochecer. Estaba muy preocupada por su mejor amiga y se sentía demasiado culpable.
Jamás debió permitir que saliera de aquel pequeño cuarto, que la arreglaran y pusieran aquel vestido que ni siquiera era el que ella quería, que la llevaran a esa iglesia donde su amiga se notaba terriblemente incomoda.
Lo que debió hacer era sacar a Sakura de la mansión Furusawa justo después de que vieran la escena de Takumi y Noriko.
Pero su amiga no se lo había permitido, pues después de tal escenita, se la había pasado en un trance donde no hacía caso de las palabras de otros.
Lo peor era que Sakura, hasta la fecha, no se había permitido a soltar sus verdaderos sentimientos, los mantenía ocultos dentro de ella, guardando todo en su interior hasta encontrar el alfiler perfecto que la hiciera explotar todo lo que escondía en su interior.
Cuando llegó al viejo edificio de su prima, le informaron que no había sido vista ahí, pero en caso de que lo fuera se comunicarían con ella. Dio un «Gracias» para después retirarse, le mandó un mensaje a Kero antes de encender el auto y después se alejó.
En total, fue a los lugares favoritos que tenía Sakura. En todos recibió una respuesta negativa y la noche ya había caído a Tokio, lo que no disminuía sin nervios.
Para acabar, Kero no le había avisado si la había encontrado o no y ya le había llamado cuatro veces en los últimos minutos, pero él no respondía
¿Ese era el día de que hicieran preocupar a Tomoyo o qué?
Mientras iniciaba a dirigirse al departamento de Takumi, con la angustia de que Kero lo hubiera encontrado y provocado una tragedia en el lugar, nuevamente le marcó a su rubio a amigo.
—¿Kerberos? ¿Dónde estás? —preguntó en cuanto notó que finalmente le contestaba—. Por favor dime que no encontraste a Takumi y que ahora él está muerto. De ser así… ¿necesitas ayuda en esconder el cadáver?
Espero varios segundos y no recibió respuesta. Frunció el ceño, ¿por qué su amigo estaba tan callado?
—Lo siento… —escuchó que una voz desconocida le decía, causando que se sonrojara con violencia. ¿Acaso insinuó que sería capaz de ser cómplice de asesinato a una persona perfectamente desconocida? —. Soy Meiling Li, el joven Tsukishiro sufrió un accidente y ahora se encuentra en el hospital, ¿puedo preguntar si usted es pariente de él?
Se aclaró un poco la garganta antes de responder.
—Mi nombre es Tomoyo Daidouji, soy amiga de Kerberos —respondió, como si nunca hubiera dicho la anterior—. ¿Podría indicarme el hospital?
La chica detrás de la línea fue muy amable en responderle, después de agradecerle, colgó y se inició a dirigir para allá. Conforme avanzaba, recordó que ese era el hospital donde Touya trabajaba. Cuando se estacionó en el lugar, se dirigió con prisa a la entrada de urgencias, donde Li le indicó que los podría encontrar; observó por todos lados, hasta que detectó cierta cabellera rubia.
—¡Kero! —exclamó al notar la venda en su cabeza, llamando la atención de él.
—¿Tomoyo? —preguntó confundido—. ¿Qué haces aquí?
—Ella llamó y le contesté para informarle que estaba aquí —escucharon que la chica sentada a lado de la camilla de él respondía. Cuando se levantó para dar una leve reverencia, noto el pijama quirúrgico; ella respondió el saludo.
—¡Dijiste que no responderías mi celular! —exclamó el rubio, sonando dolido como si lo hubieran traicionado.
—Creo que fue culpa de mis insistentes llamadas —volvió Tomoyo a hablar, la chica no tenía la culpa de todo—. Pero eso no es lo importante, ¿qué fue lo que te paso?
—Lo que pasó fue que se está volviendo ciego de tanto jugar —escucharon una profunda voz decir, Tomoyo reconoció inmediatamente de quien se trataba—. Veo que tú sí asististe a la locura que el monstruo pensaba hacer, ¿sabes dónde está?
Tomoyo suspiró y negó con la cabeza.
—Bien, ahora los tres la buscaremos —demandó Touya Kinomoto, quien ya no portaba su habitual uniforme—. Bueno, tú y yo, Tomoyo; el rubio-tarado queda fuera por su distracción, sirve que lo dejamos en tu departamento por si al monstruo se le ocurre pasar ahí.
—¡Oye, aún sirvo para buscar a Sakurita! —reclamó el rubio.
—Recuerda mi amenaza —dijo con calma, asiendo saltar a Kero en su lugar. Se acercó a Meiling –quien sólo buscaba una manera de escapar de la escena frente a ella, necesitaba hacer una llamada con urgencia y por estar de niñera no había podido– y le extendió unas carpetas—. Buen trabajo, Li; sé mejor que nadie que cuidar al rubio no es fácil. Mantente a tanto de estos pacientes.
—Sí, doctor. Con permiso —dio una leve inclinación, que fue respondida por los otros tres, y se retiró.
Tomoyo agradeció que no mencionara su pequeño desliz.
—Vamos —dijo Touya.
La peli-negra fue en ayuda de su amigo, que se quejaba que Touya jamás lo dejaría de tratar como un niño a pesar de que tenían prácticamente la misma altura. Ella no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa ante los pucheros de su amigo.
Cuando estuvieron en el exterior y se dirigían al auto de Tomoyo, el celular de Daidouji inició a sonar. Se sorprendió al ver la pantalla, se trataba del número telefónico de su departamento.
Contestó inmediatamente.
—¿Hola? —contestó, deseando que la persona detrás de la línea fuera quien ella esperaba—. Sakura, ¿eres tú?
Eso solo logró que sus acompañantes se detuvieran para verla.
—Sí, Tomoyo, habla Sakura —respondió la voz de su mejor amiga, logrando que diera un suspiro cargado de alivio—. He llegado a tu casa.»
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Entró al restaurante con tranquilidad, notando que era muy bello y elegante. No le sorprendía tal elección del que sería su acompañante aquella tarde.
—A nombre de Henry Byrne —respondió cuando le preguntaron si tenía una reservación.
La hostess que la atendió le respondió con una sonrisa que su mesa se encontraba disponible y le solicitó a un camarero que la llevara hasta ella. Al llegar, notó que Henry aún no estaba ahí, cosa rara en él. Lo conocía desde hace años y sabía que la puntualidad era uno de sus más grandes dones.
Le agradeció al joven que la llevó con una sonrisa y tomó asiento, esperaría a Henry. Cuando le cuestionaron si deseaba ordenar algo, respondió que solamente una limonada natural.
Diez minutos después, alzó una de sus finas cejas. Iniciaba a preocuparse, tal vez lo mejor sería llamarle para asegurarse que nada le hubiera pasado.
Justo cuando sacó su celular, entró una llamada a él.
Se trataba de Henry.
—¿Henry, estás bien? Comenzaba a preocuparme —dijo después de contestar inmediatamente.
—Cariño, siento preocuparte —le respondió él—. Me encuentro en este momento en el hospital, creo que no podré cumplir con nuestra cita.
—¿El hospital? —preguntó con alarma—. ¿Te ha pasado algo?
—No, no… yo estoy bien —respondió, causándole algo de calma. Pero aun así, ¿qué hacía él ahí?—. Pasé a visitar a un viejo amigo y cuando estaba con él, recibió una llamada sobre un pariente que estaba en urgencias. No podía dejar que él viniera sólo…
Tomoyo suspiró, aliviada que no le hubiera pasado nada a él.
—Claro, yo entiendo que quieras acompañar a tu amigo —respondió con una sonrisa—. ¿Sería malo que te fuera acompañar? Hoy tenía algo que decirte —cerró los ojos al decir lo último, con las mejillas levemente sonrojadas.
—¿De verdad? —preguntó él demasiado feliz, presintiendo lo que ella quería decirle—. Yo no tengo ningún inconveniente en el que vengas, quien quita y nos puedas ayudar en conseguir algo de información aquí.
—¿A qué te refieres? —preguntó. Después abrió los ojos, recordaba que Henry sabía que su primo Touya era doctor y trabaja en un hospital en Tokyo, ¿será tanta la casualidad para que estén justo ahí?—. Estás en el hospital en el que trabaja Touya.
—Como siempre, acertaste, cariño —le confirmó.
Ella sonrió y le indicó a un mesero que le llevara la cuenta con un leve gesto.
—Ahora mismo me voy para allá —le hizo saber, a lo que recibió un «Estaré esperando por tí», de parte de Henry.
Colgó después de eso y pagó la cuenta que le habían llevado para dirigirse a la salida.
Cuando llegó al hospital, se dirigía a la sala de espera del lugar. Mientras avanzaba tropezó con otra persona que salía rápidamente de uno de los pasillos, sin embargó no cayó, la misma persona se encargó de sostenerla por la cintura con un firme agarre.
Levantó la vista, encontrándose con un par de ojos azules que la miraban a través de unas finas gafas.
Boqueó sorprendida, no esperaba encontrarse justamente con él en ese lugar.
—Tomoyo… —musitó él totalmente sorprendido.
Saliendo de su asombro, se soltó rápidamente de su agarre y retrocedió unos pasos. Inevitablemente llevo su mano al objeto que colgaba de su fino collar, acción que él no pudo evitar notar.
Justo cuando él estaba a punto de decir algo, escucharon otra voz.
—Tomoyo, has llegado ya —era Henry, quien se acercó rápidamente a ella, para darle un beso en la mejilla como saludo—. Veo que te has encontrado con mi amigo —dijo, causado que Tomoyo agachara el rostro levemente. Henry miro a su amigo con una sonrisa—. Ella es la persona de la que te hable, estoy seguro que nos ayudara a conseguir información sobre tu prima.
Daidouji levantó la vista, sorprendida.
—¿Nakuru está aquí? —preguntó antes de siquiera pensarlo.
Henry la observó extrañado y antes de que pudiera preguntarle cómo es que conocía ese nombre, se lograron escuchar unos pasos llegar rápidamente a ellos.
—¡Eriol! —exclamo la dueña de esos pasos, Tomoyo se sorprendió un poco al notar que se trataba de la misma chica que había atendido a Kero el día de la boda de Sakura. Meiling Li se detuvo en frente del peli-negro, ignorando sin querer la presencia de los otros dos, dando grandes bocanadas de aire—. Finalmente te encuentro, ¡colgaste muy rápido en cuanto te llame!
—¿Cómo está Nakuru? —preguntó Eriol a Meiling con preocupación, poniendo a un lado su reencuentro con Tomoyo—. ¿Y Hikaru? ¿Él venía con ella?
—Nakuru se encuentra en- —inició a decir la chica de ojos rojizos para después detenerse abruptamente—. ¿Cómo es que sabes de Hikaru? —cuestiono ella para después abrió los ojos, sorprendida—. Eriol, ¿tú sabías donde se encontraba Nakuru todo este tiempo?
—Eso es lo de menos, Mei —evadió Hiragizawa la pregunta de su casi prima. Tomoyo no pudo evitar notar la confianza con la que se hablaban esos dos—. ¿Él venía con ella?
—Sí, ambos venían en un taxi que tomaron del aeropuerto, su cuerpo sufrió menos daño gracias a que Nakuru lo protegió con el suyo —Eriol suspiró con cierta tranquilad y después la observó fijamente a los ojos. Meiling, quien entendió que era lo que le preocupaba ahora, volvió a hablar—. Nakuru está en cirugía, en ese momento el doctor Kinomoto la está operando.
—Espera —no pudo evitar Tomoyo en interrumpir, causando que Meiling la mirara con algo de extrañeza—. ¿Estás totalmente segura al decir que Touya Kinomoto se encuentra operando a Nakuru Akizuki?
—Así es —respondió.
—Oh, no… —murmuró, bajando la vista y llevando su mano a su mejilla, lo que causó que los tres la vieran confundidos. Tomoyo volvió a mirar a Meiling—. ¿Quién es Hikaru? —demandó saber.
—No puedo decírtelo, no eres familiar del paciente —respondió profesionalmente.
—Pero- —trató de objetar algo, sin embargo, se vio interrumpida.
—Es el hijo de Nakuru —quien le respondió fue Eriol—, él tiene seis años. Meiling —llamó a la chica, quien no entendía porque Eriol le revelaba esos detalles a la desconocida—, llévame con Hikaru, por favor —le pidió.
Li asintió levemente y le pidió que lo siguiera.
—Tomoyo, ¿cómo es que sabes de la prima de Eriol Hiragizawa? —cuestionó confundido Henry a la peli-negra, quien solo lo observó con disculpas.
—Ella fue novia de mi primo, hasta que desapareció hace siete años —le informó con suavidad—. Lo siento, Henry, debo llamar a Sakura.
Henry asintió y permitió que se alejara levemente para llamar a su prima.
Sin embargo, Sakura no contestó. Por un momento había olvidado que siempre que iniciaba a trabajar en la cafetería, la castaña apagaba el celular para no distraerse.
Ahora tendría que quedar ahí, para saber cómo se encontraba sobre la salud de Nakuru y no era que le molestara, en realidad, ella le había alegrado mucho cuando la había tratado en el pasado, además deseaba saber más sobre Hikaru y el cómo se encontraba su primo ante esa situación.
El problema era otro, uno llamado Eriol Hiragizawa.
Suspiró profundamente.
Definitivamente, lo último que esperaba ese día era reencontrarse con su ex-novio.
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«—Vaya, siempre he pensado que te ves muy sexy y atractivo con smoking —escuchó a sus espaldas y gracias al espejo frente a él, pudo ver quien era la persona que en ese momento se apoyaba en el marco de la puerta.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó con voz seca—. Creí dejarte en claro anoche que no te quería aquí.
La mujer no pudo evitar reír, causando que él se iniciara a enojar.
—Lo que ayer me dejaste en claro, es lo buen amante que puedes a llegar a ser —le respondió, mientras se acercaba a él con lentitud—. ¿Acaso no quieres repetirlo?
—Estás loca —respondió, alejando su vista de ella. Se tensó cuando sintió como sus manos se posaban sobre sus hombros e iniciaban a recorrer toda su espalda, se dio la vuelta rápidamente, tomando sus manos para que se detuviera—. ¿Te has vuelto loca? ¿Qué no ves que voy a casarme en menos de una hora?
—Eso nos da el tiempo suficiente para repetir lo que hicimos anoche —soltó ella con picardía—. Anda, Takumi, no vendrás a decirme que ahora tienes culpable, ayer no parecía importante en lo más mínimo tu boda mientras me hacías tu mujer-
—Tú no eres mi mujer —le cortó—, y cállate, no quiero que te vayan a escuchar.
—¿Tanto te asusta? —se burló—. Y claro que soy tu mujer, no vendrás a decirme a que ahora lo es la estúpida de Kinomoto —reclamó molesta, pegando su pecho al de él—, yo fui tu mujer antes de que ella siquiera apareciera y lo seguiré siendo a pesar de todo.
—Serás, en otro caso, la otra —le respondió, logrando que ella retrocediera un paso. Se acercó a su oído y murmuró con aparente suavidad—. Como cada vez que nos vemos, te digo, tómalo o déjalo. Eso ya es tu decisión.
Se acomodó su saco y estaba a punto de salir de la sala cuando sintió como Noriko lo tomaba del brazo, la miro sobre su hombro, notando como lo soltaba e iniciaba a utilizar sus manos para bajar el cierre en su espalda.
Cuando el vestido termino de deslizarle por el cuerpo de la pelirroja, notó que ella lo observaba con la confianza reflejada en su rostro.
—Entonces ven, tómame como ayer. Considéralo como tu regalo de bodas —le susurró sensualmente la chica.
Camino hasta la puerta, haciéndole creer a Noriko que saldría de la habitación. Sin embargo, jamás uso la manija para abrirla, en cambio, colocó el seguro en la puerta y después se quitó el moño de su cuello.
Noriko jamás estuvo calificada para convertirse en la mujer con la que compartiría el resto de su vida, en cambio Sakura siempre lo estaba y ahora que siempre estaría con ella, no veía mal que hiciera una vez más a Noriko su mujer, ya que él se había hecho una promesa de que, mientras estuviera casado con la castaña, no estaría con cualquier mujer que se atravesara en su camino.
Era una lástima que Noriko se aferrara a seguir terca con una idea totalmente contraria a la de él, logrando que cambiara de opinión en ocasiones.
—Entonces, déjame termino de quitar la envoltura —susurró sobre sus labios, desabrochando con brusquedad el sostén de ella para después besarla con rudeza.
Esa sería la última vez, se dijo, no le haría eso de nuevo a Sakura, a su futura esposa.
En varios minutos daría inicio la ceremonia y ella sería suya para siempre.
Mientras apretaba con una mano los muslos de ella y con la otra uno de sus pechos, sonrió ante ese último pensamiento.
No era sólo por la herencia, tal vez lo fue en un principio, pero ahora que la conocía y sabía de las grandes virtudes que ella tenía, que no podía imaginar a otra mujer como su esposa, su compañera, la futura madre de sus hijos.
Se separó sus labios para bajar por su cuello, ocasionando que ella iniciara a soltar varios suspiros.
—Takumi… —musito Noriko, se separó de ella y la sostuvo de las piernas para llevarla al sillón.
Era la última vez, se dijo mientras volvía estar en el interior de Noriko. Ya no lo haría más, se repitió mientras continuaba besando los labios de ella y soltaba leves jadeos. Ella era la indicada, recordó esos profundos ojos verdes y aquellas mejillas sonrojadas mientras Noriko lo tomaba de su nuca para llevar sus labios a su pecho.
«Sakura…», musitó en su mente mientras él y su compañera alcanzaban su liberación.
Porque Noriko no lo sabía, pero siempre que estaba con la pelirroja, terminaba pensando en Sakura, creyendo que era a ella a quien hacía su mujer.
Para su fortuna, eso pronto sería realidad.»
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—¡Takumi! —exclamó la mujer sobre él para después desplomarse sobre su cuerpo.
Él abrió los ojos, notando que ese cabello en realidad no era castaño si no rojizo y cuando ella se enderezo mostró una mirada azul y no verde; eso le causó irritación.
Se la quitó de encima y se levantó dispuesto a servirse una copa del bar que tenía aquel departamento. No le importó salir desnudo de la habitación y a su compañera tampoco, quien también se levantó y lo siguió.
—Pensaste en ella otra vez, ¿verdad? —preguntó, apretando los dientes.
Takumi no respondió, lo que fue suficiente respuesta para ella.
—No puedo creer que aún pienses en ella, después de que te humilló en público. Esa maldita zorra no mere-
—Cállate —le cortó—. Tú menos que nadie está calificada para llamarle así a otra, sobre todo a Sakura, ¿acaso olvidas que te metiste con su prometido?
—Bueno, no recuerdo que él se hubiera negado —respondió cruzándose de brazos, estaba harta de que siempre saliera defiendo a la mosquita muerta esa—. Así que tampoco te hagas el muy correcto.
—Necesito encontrar la forma de recuperarla —murmuró él, apretando su vaso—, saber porque hizo eso.
Noriko rodó los ojos, no entendía la obsesión que él tenía por Kinomoto.
—Quizá se enteró de lo nuestro… —soltó como si nada, ocasionando que el la viera, no precisamente de una buena manera.
—Más te vale que no sea así —gruñó—. No puedo permitir que mis planes se vayan a la mierda por eso.'0
—Dudo que lo logres —se burló ella, dando media para dirigirse al baño a darse un baño.
Takumi sólo noto como se alejaba, mientras daba un trago profundo a su copa y sirviéndose otro.
Necesitaba recuperar a Sakura, al menos verla otra vez, no lo hacía desde la boda. Pensó que lo haría en New Stories, pero ella no se presentó al día siguiente y en los siguieron de ese. Cuando estaba a punto de salir a buscarla al departamento de Tomoyo Daidouji (era obvio que estaba ahí), su madre había llegado para entregarle la sortija que él le había dado, causándole enojo y coraje, lo cual lo llevo a hacerlo con Noriko nuevamente.
Por una parte, estaba tranquilo, Tsukishiro no le había dicho nada sobre el testamento, al menos eso le había asegurado Harumi, quien decía que a Kerberos le importaba demasiado su amiga como para revelarle algo que la pudiera lastimar. Estuvo a punto de volverse loco cuando ella le confesó que en una ocasión se le había soltado hablar sobre la cláusula del testamento de su abuelo con su ex-novio, pero se había calmado al saber sobre su rompiendo, sin embargo, después notó que aquel rubio era el mejor amigo de su entonces novia.
Tomó de otra copa más, debía idear algún plan para verla otra vez, necesitaba ver aquellos ojos verdes que lo miraban cálidamente y no con enojo como cuando le golpeó con el ramo de claveles.
Debía hacerle ver que Noriko no era nadie en su vida, y que ella sí lo era.
—¿Vas a seguir ahí? —escuchó la voz de la pelirroja, quien salía envuelta en una bata.
Dejó el vaso sobre la barra y caminó a la habitación en busca de su ropa.
—Para ya esa actitud de mierda conmigo, Takumi —le reclamó—. No es mi culpa que no puedas cumplir con la estúpida clausula, hace mucho tiempo te dije que yo podía ayudarte con eso.
Él soltó una risa irónica sin siquiera poder evitarlo.
—¿Tú, ayudandome a cumplir la cláusula? —se mofó, causando que ella frunciera el ceño—. Ni siquiera sabes nada, esa no es la única cláusula de la herencia, créeme que no me eres útil para eso.
—¿Por qué no? Yo te dije que me casaría contigo y tú te negaste, ¿pero que no es eso lo que necesitas? Fue lo que me dijiste cuando tu abuelo murió.
—Lo que necesito, querida —soltó con sarcasmo la última palabra—. No es sólo una esposa…
—Entonces, ¿qué es? —preguntó alzando una ceja.
Takumi sonrió de lado.
—Un hijo, en menos de año después de casarme —reveló, causando que ella abriera los ojos con sorpresa—, y hasta donde recuerdo, cariño, tu esterilidad no me es de mucha ayuda en eso.
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Notas: Wow, según Word son cerca de trece mil palabras, cosa que aún no puedo creer haha. Las escenas de Mayumi las tenía escritas desde diciembre del 2012, al igual que el flash-back de Kero. Hoy, casi seis años después, me parece increíble que finalmente este capítulo viera la luz al mundo (?).
En fin, como notaran, nos quedaremos con la duda de lo que está pasando con aquel par de castaños fugitivos y de alguna forma todos están conectados (lo juro, cuando menos me di cuenta, ya estaba todo mezclado de esa manera; sobre todo lo de Eriol y Tomoyo, en un inicio no los tenía contemplado de esa manera, pero el drama me gusta, no lo puedo evitar haha). En el siguiente capítulo habrá más de Sakura y Syaoran y menos flash-backs (a menos de que quieran lo contrario(?)).
También les quiero agradecer el apoyo que me dan con esta historia, me hacen sonreír cada vez que los veo, sobre todo porque desde la última vez que actualice, he estado bastante ocupada con la universidad. Pero eso pronto acabara, les comparto que finalmente, hoy 14 de mayo inició mi –literalmente– última semana de clases, lo cual aún no termino de creerme del todo y mejor le paro antes de ponerme sentimental, algo que resulta fácil con toda la nostalgia que ando cargando desde hace un par de semanas.
Como siempre, espero que el capítulo haya sido del agrado de todos, me encantaría leer sus opiniones nuevamente.
¡Saluditos!
PD: El capítulo anterior dije que respondería los reviews por privado, pero me saturé de exposiciones de clase y proyectos, así que lo haré en este capítulo, trataré de que no vuelva a pasar. Los contestaré en el orden en el que fueron llegando.
Respuestas a reviews:
Sayuri Brisa: Hola hola, mi vida universitaria me tiene algo ocupada y por eso me tardo en ocasiones en actualizar, pero seguiré haciendo mi mejor esfuerzo, además pronto tendré más tiempo libre haha. Sobre lo que estudio, es ciencias computacionales y es raro describir lo que uno siente al acabar, en mi caso, me pongo bastante nostálgica y siempre ando recordando con mis amigos recuerdos de los primeros semestres haha.
SakLiEsme: La historia sigue, hasta yo quiero saber qué es lo que seguirá pasando haha. Ya el próximo capítulo veremos qué pasa con el reencuentro de los castaños fugitivos haha. ¡Espero leerte pronto!
euberoma: ¡Hola! Pues no siento que fuera una Sakura arisca, solo que no iba a permitir que se burlaran de ella de esa manera, tampoco será tan inocente (dios, para eso tengo a la de Un Destino Confuso haha) sólo que le gustaba creer en las personas (lástima que le salió algo caro eso). ¡Gracias por lo de la universidad! De verdad para mí lo es, tuve una etapa rebelde y es lo que hace que sea más increíble que vaya a conseguir graduarme a tiempo.
ValSmile: ¡Hola! Claro que continuaré con la historia, ya aquí tienes un pequeño vistazo de quien era la prometida de Syaoran, ya después tendremos un reencuentro entre esos dos, ¡y gracias por el detalle! Según yo chequé varias veces el capítulo buscando esos pequeños detalles que suelen escaparse tan fácilmente, pero ya lo corregí. Si encuentras algún otro detallito, no dudes en decírmelo c:
pao: ¡Hola! Fíjate que me había dado cuenta que podía ser hasta cómica la historia haha. Que bueno que te haya gustado, ojalá siga siendo así c:
YukiMeh: ¡Hola! Ya lo dije en las notas, por años dude que este capítulo fuera ser leído por alguien y ahora aquí lo ves, publicado finalmente. ¡que gusto que te guste tanto! Espero no tardar tanto con la próxima actualización.
annaita: ¡De nada! Muchas gracias a ti por comentar c:
Neko2101998: Hahahha no pude evitar que me causara gracia, porque entiendo perfectamente eso de que no querer hacer la tarea y buscar algo con distraerte xD Que bueno que el bicho de la curiosidad te pico justo con esta historia, espero que te siga agrando lo que vayas encontrando en ella. Y lo siento, pero aun no les llega la reprimenda a esos dos (bueno, a la pobre de Sakura, si, mira solo lo que provocó su ex-suegra; es más que nada a Syaoran(?)). ¡También espero leerte pronto!
Princesa Sakura: ¡Gracias por tu opinión! Una cosa de las que me preocupaba era el asunto de las personalidades, si llegas a pensar que se me están saliendo las manos, no dudes en decírmelo. Y pues aquí tienes el capítulo, espero que sea de tu agrado. ¡Nos leemos pronto!
amatista1986: ¿Es normal que me sienta súper emocionada –y nerviosa– por tener un review tuyo? Recuerdo perfectamente que en mis primeros años en facfiction leía tus historias y me encantaban tanto, pero por mi timidez no sabía muy bien como expresar el gusto que tenía por ellas. He notado que de nuevo estas publicando, pero por lo mismo de que apenas tengo tiempo para dormir, no he podido leer mucho fanfiction estas semanas (cof, meses, cof), apenas me da tiempo de leer los mangas que sigo mensualmente (y eso porque los encuentro en facebook y los leo en el camión camino al trabajo o la escuela haha). En fin, ¡me alegra que te guste mi historia! Haré mi mayor esfuerzo para que eso siga siendo así, me encantaría volver a leer tu opinión en este capítulo o en alguno próximo. ¡Saludos!
Como siempre: ¡Gracias a todos los que agregaron a favoritos y dieron follow, no tengan miedo en dejar un comentario!
PD2: Estoy súper emocionada, acabo de terminar uno de mis mangas favoritos (al menos del genero shoujo), por si les interesa, se llama Henyoku no Labyrinth y es muy bello, terminar de leer sus últimos capítulos me ayudó a salir de la depresión que me provocó el capítulo 105 de Shingeki no Kyojin. ¿Por qué esta bella historia no tiene adaptación en anime (aunque esa idea me asusta después de como resulto ser Orange) y también por qué no hay chicos como Tsukasa-kun en la vida real?