Digimon no me pertenece

Personajes: Taiyou (hijo de Taichi), Aiko (hija del sorato), Kibou (hijo de Hikari)

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ESCENAS PERDIDAS DA32

~¿Y de qué sirve el amor?~

Entreabrió los ojos y vio a Pyocomon a unos metros. Trató de levantarse pero su cuerpo pesaba, dolía. Se limpió el sudor de la frente con el antebrazo solo para descubrir que aquello que le corría no era sudor sino sangre. Aunque le impresionó, no le asustó tanto como para no mirar a su objetivo. Arrastró la pierna cuando trató de reincorporarse. Dolía el tobillo, lo sentía inestable, pero no iba a rendirse. No cuando había llegado hasta ahí. Jadeante, visualizó la motocicleta a unos metros, donde él la había abandonado. Con esfuerzo logró levantarse. El dolor era agudo pero soportable.

Los metros hasta la motocicleta se hicieron kilómetros. Llegó a ella y trató de levantarla de la tierra. Apenas la pudo mover.

De la abertura salían incesantemente pequeños seres oscuros. Ya sin la protección de su compañera no tardaron en llegar hasta ella. Sintió los colmillos perforar la piel de su pierna. Gritó, aferrándose a la motocicleta. Otro de los seres se enganchó en su brazo. Ella forcejeó, intentando zafarse sin renunciar a la motocicleta. Finalmente tuvo que desistir y dejarla. Golpeó al ser con todas las fuerzas que le quedaban pero no se desprendió. Desesperada, buscó con la mirada a su compañera que seguía inconsciente en su forma bebé. Lloró de rabia e impotencia, viendo esa abertura alejándose. La abertura al mar, la abertura a él. Se agazapó junto a su moto, dejando que aquellos seres se dieran un festín con su cuerpo. Se había rendido.

Viento, luz y dejó de sentir arañazos y mordeduras en su piel. Alzó la cabeza viendo una forma majestuosa ante ella, la forma de ShineGreymon.

Aturdida, ni relacionó en el momento lo que significaba que estuviera ahí. La persona que debía estar con él. Una mano firme la tomó del brazo, poniéndola en pie.

—Debemos irnos de aquí.

Lo miró sin mirarlo, lo escuchó sin escucharlo. Señaló la abertura.

—Kibou-senpai está ahí.

El joven apretó la mandíbula así como la fuerza de su mano. La zarandeó.

—No podemos alcanzarlo ahora.

—Sí puedo, debo poder hacerlo —forcejeó sin fuerza, sin éxito.

—¡No seas estúpida Ai-chan!, ¡no puedes llegar ahí tú sola!, ¡no es tu mundo!

—¡Eres un cobarde!

Con el brazo libre lo golpeó con rabia, como si fuera uno de aquellos monstruos que tomaban su sangre y destruían su alma. Taiyou hizo un movimiento brusco para detenerla sin llegar a soltarla.

—¡Y tú eres una tonta!, ¡ha elegido la oscuridad!, ¡la ha elegido por encima de todos nosotros!

Ella cesó en su rabieta al ver las lágrimas en su amigo. Gritó amargamente, golpeándole el pecho una y otra vez. Fuerte, aunque él no se inmutó. Quedo contra él, llorando. Taiyou no se atrevía a abrazarla, no se atrevía a consolarla. No podía consolarse a sí mismo tampoco.

—¿Y de qué sirve el amor?

Escuchó su susurro, despegándose, regresando la mirada a la motocicleta. Como si hubiera olvidado que ya se había rendido volvía a intentar levantarla y aunque consiguió moverla un poco no logró llegar a enderezarla. Taiyou ya no intentó detenerla. Sabía que no podía, sabía que interiormente tampoco lo deseaba. Era posible que verdaderamente creyera en ella.

Lo intentó una y otra vez. Aunque la oscuridad la llevara a ella también no cesaría hasta encontrarlo. Había tomado una firme decisión. Si Kibou había elegido la osucridad por sobre todo lo demás, ella elegiría el amor.

—No entiendo el amor Taiyou. No entiendo por qué siento lo que siento —lloraba sin rabia, sin desesperación. Tan solo eran lágrimas de amor—. Pero creo que si me he enamorado de Kibou es para poder salvarlo. Es lo único que tiene sentido de toda esta locura. Es lo único que siento que es real. De lo único que me puede fiar.

Pesaba y carecía de fuerzas pero entonces la motocicleta se hizo más ligera. Vio a Taiyou que la ayudaba y entre lágrimas montó y asintió como forma de agradecimiento. Su amigo, con la cabeza baja, detuvo su mano antes de que arrancara. Esta vez lo hizo sin presión, esta vez se estaba dejándose arrastrar por ella.

—Es posible que tengas razón y el motivo por el que ames a Kibou sea para salvarlo, pero entonces yo debo salvarte a ti.

Montó tras ella. La respuesta de Aiko fue arrancar la motocicleta. Sintió el calor en su interior, el calor que desprendía su amigo, el calor que desbordó en su pecho y activó su dispositivo. Valkyrimon voló sobre ellos limpiando el camino de sombras. Aceleró y dejó de llorar.

Se internó en la oscuridad.

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N/A: ya no escribo pero una vez al año quédate en casa.