¡Hoooola! Estoy acá con un arranque de locura y lo subí por otro arranque de locura, también. Es un mini fic, rated M, Edward y Bella, pero nada convencional. Tiene alto contenido homosexual, vocabulario "fuerte" y en los próximos capítulos -si ustedes así lo desean- tendrá lemmon, amm, fuerte, también. Bueno, les dejo el primer cap, a ver si les gusta. Me dicen qué les parece con un review, ¿sí? Recién ingresé a clases, así que cuando empiece con los temas más dificiles me será difícil actualizar. Espero que les agrade :D Besos.

Los personajes le pertenecen a la maravillosa Stephenie Meyer, yo solo juego con ellos a mi antojo.


Piso 6

Suspiré y miré de nuevo al retazo de periódico que tenía entre mis manos para asegurarme que era la dirección correcta.

— A 6...9.—confirmé alzando las cejas y mirando el número del departamento en el piso seis de un edificio acá, en Miami. Limpié el sudor de mi frente, en parte por el calor y por otra debido a los nervios que sentía.

Lamentablemente, hoy mi amiga Alice no pudo acompañarme en esta búsqueda de un departamento en esta enorme ciudad. Ella me ofreció vivir en el suyo, pero me resultaba muy incómodo ya que vivía con Jasper, su novio. Así que decidí no ser un estorbo. Eso me había obligado a buscar un lugar para establecerme. Obviamente, iba a compartir la mitad del departamento con una o dos personas más porque no me alcanzaba el dinero suficiente para comprarme uno yo sola.

Todos eran muy caros, en especial en Miami Beach.

— Al menos el edificio se ve moderno y seguro...—exhalé y toqué la puerta tres tímidas veces.

Espere unos segundos mientras miraba el pasadizo. Una señora con su perro ingresaron al ascensor donde yo había salido hace unos segundos y bajaron.

De repente, la puerta se abrió y giré a ver.

Por todos los dioses..., pensé al mismo tiempo que olvidaba cómo cerrar la boca. La cual se me secaba de pura sed debido al repentino calor que sentí en ése momento.

Cabello cobrizo y desordenado, gritando a todas direcciones que había estado follando; ojos azules y tan penetrantes como un cuchillo en mantequilla; unos labios finos y curvados hacia un lado, formando una sexy sonrisa; hombros, pectorales, abdominales y demás que parecían estar hechos de piedra, sin tocarlos, lo podía confirmar.

Bajé aún más la mirada y noté que estaba desnudo cuando media cadera suya demostraba que no llevaba bóxer.

La mitad de su cuerpo estaba detrás de la puerta; la otra, alimentando mi vista y dejando hambrienta a mi...

— Eh, ¿hola?—me dijo con la respiración ligeramente agitada y cerré la boca de golpe.

— Esto...—el tono de su voz también me había desconcertado. Tan varonil, tan excitante, tan hipnotizante.— Yo...—aún seguía como una completa estúpida sin decir nada.

Miró el periódico en mis manos y su sonrisa se extendió.

— Vienes por lo del departamento.—sus ojos volvieron a enfocarse en los míos y asentí rápidamente.

Iba a disculparme por haber llegado en un momento inoportuno, hasta que escuchamos a alguien.

— Ed, ¿qué tanto te demoras?—la voz masculina -ligeramente aguda- procedía del interior del departamento.

El adonis que tenía en frente se giró y respondió un "Ya voy" antes de regresar a mí.

— Veo que es un mal momento, puedo volver luego. No hay problema...—las palabras salieron rápidamente de mi boca mientras movía las manos.

— ¿Te parecería bueno darte una vuelta y en 10 minutos regresar?—me pidió sonriente.

— Claro, no hay problema.—repetí. Sacudí la cabeza y él esperó a que le dé la espalda para cerrar la puerta. Tardé más de lo normal, así que una vez sola, corrí hacia el ascensor con la cara roja como tomate.

Terminé de beber mi botella de agua y la lancé al basurero. Amarré mi cabello en una coleta alta. El calor me estaba matando y el recuerdo de aquel hombre, también.

Ahora no sabía si adorar o detestar a Alice ya que fue ella quien me recomendó averiguar por este departamento. Bueno, la adoraría depende de cuántas posibilidades tenga de que ése dueño de ojos verdes sea mío, o al menos que me lo folle una vez, dos, tres...

Detente, Bella. Me dije a mí misma.

Ni siquiera sabía su nombre (el "Ed" de hace unos segundos no me decía mucho… ¿Edgard? ¿Edwin? ¿Edmund?) y ni si quiera lo había visto completamente como para permitirme ilusionarme así con él de esta manera.

Bufé.

Esperé que las puertas del ascensor se abran para rubio musculoso salió de ahí con una gran sonrisa. Era muy apuesto... ¿Acaso estaba en un edificio o en una agencia de modelos de Calvin Klein?

Sacudí la cabeza e ingresé a las cuatro paredes metálicas para dirigirme al sexto piso.

Inhalé hondo por segunda vez, rogando no interrumpirlo de nuevo. Ya habían pasado 15 minutos, los consideré suficiente...

El dios americano de hace instantes me recibió otra vez.

La misma sonrisa, el mismo peinado y el mismo formado torso desnudo... Ahora, para mi mala suerte, pero bien para mi salud mental, llevaba puestos unos vaqueros gastados. La perfecta V de sus filudas caderas sujetaban la pretina que se hallaba muy debajo de lo usual, a punto de mostrar lo que quería saborear en estos momentos.

Ah, sí, y estaba descalzo.

Sus grandes y blanquecinos pies me hacían pensar cosas indebidas…

— Bueno, ahora sí estamos solos.—sonrió y abrió por completo su puerta, haciéndose a un lado.—Adelante.—me ofreció pasar y lo hice luego de asentir.

"Estamos solos..." Muchas ideas se formaron en mi cabeza. Desde las más sádicas hasta las más tiernas. Esas dos palabras bien podían significar "follaremos duro", como también un simple "Conversemos". Podíamos combinar ambas, ¿no?

— Toma asiento.—caminamos hacia el living del espacioso departamento y lo obedecí, sentándome en uno de los tres sillones de cuero negro.— Me llamo Edward Cullen.—se sentó frente a mí y volvió a sonreírme.

Es tan risueño.

— Oh.—alzó las cejas como si se hubiera olvidado de algo.— ¿Deseas tomar algo?—Tu verga, ¿puede ser?— Tengo agua, té helado, whisky...—comenzó a nombrar y sonreí cuando nombró mi licor favorito.

¿Acaso le gustaría embriagarme? Si es así, que lo haga solo si luego se aprovechará de mí.

— No, gracias. Ya tomé agua cuando di una vuelta.—le dije.

— Lamento que tuvieras que retirarte, pero estuve ocupado. Creo que debí poner en aviso "Citas con llamada previa".—reímos.

— No te preocupes.—me encogí de hombros y me dediqué a observar el resto del departamento.

La decoración vanguardista se basaba en los colores blanco, rojo y negro. Solo el rojo era mi favorito, pero combinaba muy bien con los demás.

— ¿Tu nombre es...?—me preguntó y lo miré.

— Bella. Bella Swan.

— Bueno, Bella, ¿te gustaría conocer los espacios?—mis ojos se enfocaron en su pecho desnudo y asentí mientras nos poníamos de pie.— Eh, antes que nada...—se pasó la mano por el cabello y evité babear con todas mis fuerzas.—Hay algo que debo decirte respecto a mí...—desvió la mirada con una sonrisa algo incómoda.

Trataba de confesarme algo. Me detuve y lo miré confundida.

¿Algo respecto a mí? ¿Algo malo? ¿Acaso era un asesino en serie? Hoy en día los más atractivos lo eran.*

— Claro, dime.—le sonreí con confianza.

— Soy gay.—me sonrió con ternura.

Vale.

Bien, Bella. ¿Aprendiste la lección de no ilusionarte antes de conocer a las personas?

Sí y con autocachetada incluida.

Mierda.

Con razón tanta perfección...

Aún así seguía imaginándome gritando su nombre mientras él me follaba duro contra la única pared negra que resaltaba en el living.

— ¿No... hay problema con ello, ¿cierto?—me miró esperando una respuesta. Su mirada era un poco tímida, como si esperara que salga corriendo del lugar.

— Obviamente, no.—hice un mohín y rodé los ojos.— Estamos en el siglo XXI. A parte, soy open mind e incluso tengo un amigo homosexual. No juzgo los gustos ni pensamientos de nadie.—concluí con una sonrisa y él me devolvió una más tierna que la anterior. Claro que tenía un amigo gay: Jacob. Fui la primera en saberlo ya que era su mejor amiga, y nuestra amistad no cambió por eso. Al contrario, nos adorábamos más que nunca.

— Es reconfortante oír eso luego de que la última persona en preguntar por el departamento, casi se desmaya cuando se lo dije.—caminamos hacia lo que era la cocina. Demasiado elegante a mi parecer. ¿Me alcanzaría el dinero para pagar aunque sea la mitad? Bueno, sea como sea, viviré aquí.— Muchas personas le tienen fobia cuando se enteran que uno está en el "otro equipo".—hizo las comillas con las manos y soltó una carcajada.

Mostré una sonrisa fingida. La verdad, rogaba porque regrese al "primer equipo".

¿Por qué tenía que ser gay? ¿Por qué él?

Demonios, mi mala suerte con los hombres había llegado a su punto extremo. Esto me iba a causar una frustración sexual inigualable en su historia. Felizmente, Firuláis era muy efectivo. Eso de que tu mamá trabaje en un sex shop dejaba de ser tan terrorífico cuando inicias tu vida sexual. Mi consolador, uno de los más caros y que ofrecían mayor placer, según Reneé, era el mejor regalo que me pudo dar mi madre.

A partir de hoy, sería mi compañía. Gracias, Edward.

Continuó enseñándome cada rincón principal del departamento, puesto que él aún no sabía si estaba dispuesta a poder pagar la cantidad que ofreció luego de que me mostrara el pequeño balcón-terraza. Tenía una espectacular vista al mar Atlántico al cual estaría encantada de apreciar mientras Edward me daba durísimo por detrás...

Tranquilízate.

Cuando le confirmé que iba a alquilar la mitad, y por lo tanto, sería su compañera de departamento, Edward se alegró mucho. Comenzamos a intercambiar algunas preguntas, para conocernos mejor. Supe que él trabajaba como entrenador en un gimnasio famoso de la ciudad y por eso confirmé su cuerpo atlético de infarto, estaba "compromeltero" (así dijo cuando comentó que tenía algo con un tal James, pero no era muy serio) y eso disminuyó mis ánimos, pero aún quedaban esperanzas.

Yo le comenté que llegué a Miami porque mi amiga y yo pensábamos abrir una tienda de ropa diseñada por ella, obviamente yo solo trabajaría como la gerente y contadora del pequeño local, puesto que había estudiado para eso. Nos fue muy bien con nuestra primera tienda en Nueva York, (ahora manejada por Rosalie, nuestra amiga-hermana) así que decidimos traer nuestra locura a la capital floridense.

Edward estaba maravillado con cada cosa que le contaba, así como yo con él. Nos llevábamos muy bien incluso siendo aún dos completos desconocidos. Sabía que era en parte por haber "aceptado" y no despreciado su orientación sexual, pero yo tenía otros motivos.

Me quedaba muy en claro que las posibilidades de tener una relación como pareja eran escasas en comparación a las posibilidades de follármelo aunque sea una vez. Tampoco buscaba estar en una, pero con este hombre, si sus ojos azules grizáceos me lo pedían, podía incluso casarme a pesar que eso no esté en mis planes.

Quedamos en que podía traer mis cosas cuando desee y le avisé que en tres días estaría aquí con la mayoría de ellas. Ése hombre hacía algo en mí que lo único que quería era estar cerca de él. Si no podía tocar, aunque sea podía comerlo con la mirada.

— Debo agradecerle mil veces a Jasper por ése anuncio del periódico.—le comenté a Alice mientras entraba a su departamento, directo a mi habitación. La sonrisa en mi cara indicó que algo muy bueno había pasado. Oh, y sí que lo pasó.

— ¿El que te di esta mañana?—caminó hasta llegar a donde me encontraba y se apoyó en el marco de la puerta. Asentí mientras sacaba las maletas del pequeño armario.— Debes agradecerme a mí, fui yo la que le dije que andabas buscando departamento, y me pareció muy bueno por la zona, encima solo vive un chico...

— Gracias, Al, ¿te digo algo? Es gay.—suspiré y lancé mi ropa a la cama. De reojo noté que los ojos de Alice se abrían como platos y su mandíbula estuvo a punto de chocar el suelo.— No te preocupes, nos llevamos muy bien.

— Pero...—torció el gesto.— ¿Por qué alistas tus maletas? ¿Acaso ya te vas?—alzó una ceja con un dejo de tristeza en el rostro.

Dejé de hacer lo que estaba haciendo.

— No.—fruncí el ceño y sacudí la cabeza.— Pff, estoy loca.—ignoré por completo mi desorden y fui donde ella.— Alice, no te imaginas tremendo hombre que resultó ser el dueño.—me mordí el labio recordando los oho cuadraditos que formaban el abdomen de Edward.

— Casi hombre.—agregó con un gesto.

— Bueno, sí. Pero... Obviamente, que sea gay, resulta un problema para mí. Lo tomaré como un desafío.—nos dirigimos hacia la cocina. Comenzaba a sentir hambre. Alice estuvo a punto de decir algo, pero continué.— Estoy soltera, estoy en Miami y necesito algo de diversión.—la miré.

— ¡Claro que lo necesitas, Bells!—sacó una cerveza de la refrigeradora y se sentó en el mostrador.— Es solo que no me imagino en tu situación... ¡Debe ser frustrante!

— Lo es, pero ya quedamos en un acuerdo.—saqué un pedazo de lasaña que había quedado de anoche y la metí en el microondas.— En tres días viviré con el único entrenador de gimnasio que dejó mis bragas como una piscina.

Reímos y luego ella suspiró.

— Te extrañaré.—sus cejas cayeron y bebió de la botella antes de hablar.— Estarás cerca, ¿cierto?

— Igual yo, Alice. —fui a abrazarla.— El departamento está en la calle 13 con avenida Collins... Si no me equivoco, es a unas 5 cuadras de por acá.—entrecerré los ojos no muy segura.

— Está cerquísima a la playa, maldita.—pataleó y volvimos a reír.

— Y todo gracias a ti.—escuché el timbre del microondas y fui sonriente a sacar mi comida.


Si les gustó o desean que continúe, me dejan review, ¿vale? :) Sino, bueno, me avisan para borrarlo de una vez, jaja. Nos leemos!