Muy buenas tardes, se que he ganado unos golpazos tamaño mundo, en verdad lo siento, solo espero que sea de su agrado esto que he escrito, no quiero demorar tanto, no se desesperen por favor, últimamente mi creatividad se esta fugando en otras cosas. Les agradezco de todo corazón todos sus comentarios y tratare de mejorar :D
Para el capitulo me inspire mucho en la canción de Tartini- El trino del diablo y Sad romance- violín por si gustan escuchar mientras leen :)
P.d: la narración combina hechos del pasado con sucesos que están pasando en el presente he ahí el porque de los Flash Back.
Flash Back
-cariño, necesito que vayas al pozo por más agua- la voz de su madre era dulce y cálida.
-si madre, solo me pongo mi capa y listo- su madre le sonrió gentilmente y siguió con sus labores.
La señora Pendragon era bella en muchos aspectos, tenía unos ojos preciosos, sus facciones eran finas y delicadas; era amorosa, valiente, trabajadora, alegre y valiente. Su única hija había heredado todas esas virtudes, lo cual la hacía una joya preciada para cualquiera que había tratado con ella.
Tal como había dicho a su madre, Arturia se puso la capa y salió con dos baldes para el agua, el pozo estaba a poco más de un kilómetro de su casa, todo el entorno del pequeño poblado donde vivía se encontraba rodeado por bosque, los árboles eran enormes y sus troncos estaban cubiertos por el abundante musgo, uno se guiaba por caminos estrechos y sin aparente dirección.
El clima casi siempre era frió por aquel lugar de las montañas, sus vestimentas a veces no eran las adecuadas para el clima, pero aun así se las arreglaban.
La chica caminaba por aquella vereda en medio del bosque, a pesar de no ser tan temprano la neblina cubría todo el panorama.
-Señora, es un gusto poder verle de nuevo, tan bella y gentil como siempre…
-Buen día tenga señor- su semblante era serio sin llegar a ser grotesco
El hombre era un caballero del rey en aquel entonces, dueño de las tierras que ella y su marido trabajaban, era apuesto y con una educación digna de un noble.
-siempre trabajando con tanto ahínco… siento mucho lo de su marido
-descuide, uno tiene que salir adelante aun con ese tipo de situaciones
-vuestra hija, ¿está en casa?
-no señor…
-he traído algunas cosas para ella, me habría encantado dárselas personalmente
-descuide yo le diré que es de su parte
-¡estupendo!... Igraine…- con semblante serio- tiene una hija preciosa, debe tener cuidado- sin más subió en su caballo y se alejó.
Él siempre había sido bueno con ellos, incluso antes de que muriera su esposo el caballero mostraba su interés, Igraine al principio había tenido sospechas sobre un posible interés en su pequeña, pero jamás se había portado indecente ni nada por el estilo. Descarto esa idea que no era tan inconcebible, pues muchos a su alrededor se quejaban de los constantes abusos hacia sus hijas.
Arturia caminaba de regreso a casa, disfrutaba enormemente de todo aquel paisaje, adoraba estar en casa con su madre y que esta a su vez le contase historias, de amor, de tragedia y fantasía…
Ambos baldes pesaban y de vez en cuando se detenía para descansar. A unos cuantos metros vislumbro su casa, animada tomo los baldes y apresuro el paso.
Igraine vio a lo lejos a su pequeña, dejo las cosas que hacía en ese momento y fue a encontrarla
-muchas gracias amor- nuevamente dedicándole un gesto de amor infinito.
Fin Flash Back
Se había encerrado en su habitación, para ser honesta consigo misma, no le había tomado por sorpresa aquella proposición por parte de Gilles de Rais, sin embargo esa idea de verdad le aterraba.
En aquella ocasión interpretaba en su violín una melodía de Tartini, era atrevida y apasionada, llena de prejuicios e inclusive se decía que era una pieza maldita…
-ill trillo del diavolo… ¿no cree señor que es muy osado de su parte interpretar una canción de ese tipo?- había dejado de tocar el instrumento para prestar atención a su interlocutor.
-en absoluto, pienso que algunas creencias son erróneas-
-en parte tiene razón, pero, ¿qué dirá la gente de usted, si escuchase que toca algo que concibió un hombre al tener un encuentro con el mismo demonio?
-es un pensamiento absurdo, simplemente es una pieza extraordinaria, pero existen personas como usted, que tienden a fingir un recato exagerado y se escandalizan fácilmente, si me disculpa proseguiré con mi tarea…
Sin decir más le dio la espalda y continúo tocando, Gilgamesh era un joven franco y que realmente se ganaba resentimientos por aquella forma suya; arrogante y directa. El hombre a quien iban dirigidas esas palabras simplemente lo observo, en verdad lo odiaba…
Gilgamesh comenzó nuevamente toda la pieza y mientras lo hacia recordaba a su musa, aquella joven que le hacia delirar con cada sueño. A medida que seguía la música tendía ser mas profunda.
Había tenido el privilegio de acariciar sus dulces labios, estaba seguro de que ella había experimentado la misma sensación que él, esa pasión que pedía a gritos salir cuanto antes.
Se había metido a la tina para darse un baño, deshizo su sencillo peinado y se quitó el ostentoso vestido. Se miraba fijamente en el gran espejo, una lágrima traicionera resbalo por su mejilla.
Flash Back
- ¡esa mujer es la responsable de sus desgracias, ella y su hija!…-
-desde que llegaron tuve un mal presentimiento
-probablemente estemos juzgando mal…
Aquellas mujeres se habían reunido en una de las casas
-¡silencio!... debemos averiguar algunas cosas antes de actúa.
Envidia era lo que rodeaba a la familia Pendragón desde el primer día que llegaron a ese lugar, las mujeres constantemente se quejaban de lo bien que les iba en cada cosecha, que el caballero feudal de aquellas tierras fuese un hombre considerado con ellos, no había bastado con matar al hombre, la suerte de la mujer y la niña no cambiaba…
-la brujería solo es expiada con muerte…
-e-esperen no estarán pensando…
-¡si no estás con nosotros estas en contra!... ahora, continuemos
Fin Flash Back
Sentada en el banquillo del tocador y mirándose nuevamente al espejo cepillaba su sedoso cabello, Arturia recordó a su madre, una mujer fresca y jovial. Recordaba como dulcemente por las noches ella lo trenzaba, mientras le contaba historias de criaturas fantásticas…
Terminada su labor, miro por el enorme ventanal, el lúgubre jardín era alumbrado por el tenue resplandor de la luna, nostalgia era lo que sentía en ese momento.
A lo lejos se escuchaba una bella melodía, interpretada tal vez un gran baile es estuviese celebrando en alguna de las mansiones vecinas… por fin decidida se metió a la cama y se perdió en el único lugar donde podía ser libre.
Soñaba con aquel sujeto de hermosos ojos carmín, acariciando su mano... despertó de golpe, su cabello estaba desordenado, sentía un calor intenso en sus mejillas y una humedad entre sus muslos.
Habían pasado ya varios días desde ese suceso, pero ella lo recordaba claramente, cada sensación que le había producido aquella unión ansiaba volverla a vivir, quería estar con el sentirlo...
-mi audaz desconocido...- su mente traicionera repetía esas palabras cada día.
Al amanecer, ni siquiera esperó a que las mucamas entraran, simplemente se levanto, se vistió y peino, tomo del gran ropero una capa de color oscuro y con precaución intento salir a hurtadillas.
-joven, el desayuno esta servido...-
Gilgamesh se encontraba frente a al ventanal, aseado y vestido formalmente con un traje muy sobrio.
-te agradezco pero no tengo apetito, sera mejor que levantes todo lo que hay en gran comedor
-en seguida señor- sin decir más la mujer salió de la habitación.
No era normal que se sintiera así de ansioso, y mas tratándose de un simple sueño. Había creído que se le pasaría todo aquel asunto, pero solo iba empeorando mas.
Amar no era la palabra correcta para algo que se había dado fugazmente, querer también era un apelativo absurdo, así que solo quedaba el deseo... probablemente era solo eso, pero y aquellas ganas de querer darle todo lo que tenia sentimental y físicamente ¿que era?, anhelaba su bienestar, su sonrisa...
-me estoy volviendo loco- una débil sonrisa se dibujo en su rostro.
Caminaba por una vereda , había decidido rodear la mansión no quería arriesgarse a que alguien la viese y avisase a Gilles de Rais, aun seguía afectado con lo ocurrido días atrás, Arturia había dejado en claro que no aceptaría aquella proposición.
Por fin lejos del peligro, se que quito la capucha y salio del espeso bosque. Había resultado fácil salir sin ser vista, el verdadero problema era volver a entrar, sin embargo ya había logrado escabullirse y no regresaría mas a ese lugar.
Era la primera vez que andaba por las calles sin sentirse una prisionera y eso le encantaba.
Las campanas comenzaron a sonar, anunciando el comienzo de la ceremonia religiosa.
Kirei miraba desde la ventana de la elegante carroza, a una chica cuya fisonomía había visto antes. Le era inevitable no verla, en mas de una ocasión había visto una leve sonrisa en su dulce rostro.
Risei Kotomine acaba de subir al carruaje -deja de ver por la ventana o mejor dicho , aparta tu vista de esa joven
-no estaba mirando a ninguna mujer
-¿acaso me crees idiota?, se lo que piensas y te ordeno que dejes de hacerlo.
-no es ningún pecado mirar...
-para ti si, ahora cierra esa maldita cortina
- padre te estas exaltando, deberías cuidar tu vocabulario o que diría la gente si escuchase a un hombre de fe hablando de esa manera...
Risei lo miraba iracundo.
Arturia miraba todo a su alrededor, naturalmente había tenderetes en algunas esquinas, mujeres y hombres compraban mercancías y otros como las reglas del recato lo exigían, iban tomadas del brazo de su acompañante, riendo discretamente.
Claudia Hortensia era una mujer de la corte real, era muy bella y de buenas intenciones. Había observado atentamente como la chica rubia miraba un hermoso vestido, así que sin pensárselo dos veces se acerco.
-es muy bonito ese atuendo, tienes un muy buen gusto
Rápidamente miro a la persona que se había dirigido a ella, un leve rubor tiñó sus mejillas al ver a la elegante mujer -si es precioso- contestando tímidamente.
-siento que te he visto en algún lugar... espera, ¿no eres tu la compañera de Gilles de Rais?
-no precisamente...
-si necesitas algo no dudes en venir a mi
-mu-muchas gracias señorita...
-Claudia Hortensia para servirte
-Arturia Pendragon es un placer- haciendo una una ligera reverencia
-eres adorable en verdad... será mejor que busques un lugar donde esconderte, él no se detendrá hasta encontrarte
Inquieta se dirigió a ella nuevamente -¿Cómo sabe eso?
- se más de ese hombre de lo que yo quisiera, déjame te digo algo mi niña, no puedes confiar en cualquiera y mucho menos en él…
-¿Por que me dice todo esto?
-probablemente pienses que soy una mujer de malas intenciones pero no así, Gilles de Rais esta metido en cosas muy sucias, no tiene respeto por nada, así que en mi opinión y la de muchos otros es que no se merece un titulo de noble.
-¿que tipo de cosas sucias?
- es un tema delicado, ademas estar en medio de la calle hablando de eso es de muy mal gusto, si gustas puedes venir conmigo, consideralo una invitación
Había dudado por un momento sin embargo no tenía otra opción, era eso o regresar con aquel lunático que quería desposarla a la fuerza.
-Condesa es hora de volver...- el joven lacayo dio una reverencia
-entonces ¿vienes?
Quería saber la verdad y estaba segura de que esa mujer era sincera, así que se arriesgo y acepto la cordial invitación, el lacayo las escolto hasta el lujoso carruaje y se pusieron en marcha.