DEMIAN: *Asoma su cabeza por detrás de una puerta, mirando a ambos lados y se gira para susurrar* Ojou-sama, no hay nada peligroso afuera, ya puede salir.

YO: ¿E-estás seguro, Demian? *Temblorosa* A causa de todos esos asuntos y diligencias, de mis comienzos en cursos propedéuticos y todo eso, sólo por haber problemas en la Universidad… no tuve tiempo de actualizar casi nada, eso sin contar la imaginación… ¿¡CÓMO PUEDO DARLES LA CARA A MIS LECTORES!? TT-TT

DEMIAN: Awwwww, pero Ojou-sama… *Comprensivo* Muchos pasan por lo mismo que usted, ellos seguro entenderán :3

YO: P-pero… ¿Y si se enojaron tanto por la espera que ya no quieren leer? ;_;

DEMIAN: Pero… ¿Qué dice? *Me da palmaditas en la cabeza* ¡Los lectores y lectoras NUNCA harían eso, Ojou-sama! ówoU

YO: Pero… *SUPER pesimista mode: ON* ¿Y si entonces me odian y ya no dejan Reviews nunca más? ;_;

DEMIAN: ¡Tampoco harían algo así, Ojou-sama! *Más palmaditas* Y si en ésta actualización no hay muchos reviews, no se deprima. A lo mejor es que igual tienen diligencias tan atareadas como las de usted, o incluso ese problema en Fanfiction no les deja publicar sus Reviews, como le pasó a usted en estos días. ¿Recuerda lo mucho que se quejó Baldroy-san de no poder comentar sus Fics favoritos? *Escalofrío, ya que se refiere a Fanfics yuristas* (¿?)

YO: P-pero… Pero… ¿Y si me mandan bombas nucleares, y… aprovechando mi muerte, las fan-girls te secuestran y te violan? *Me horrorizo* Q_Q

DEMIAN: Le aseguro que eso tampoco pasa-… ¿¡Q-QUÉ DICE!? *Escalofrío* ¿¡V-V-VIOLARME!? O/o/OU

YO: ¡Sí! ¡Violarte! ¡Justo lo que tanto quieren hacerle a tu hermanito Sebby, pero que éste no se deja ya que es un demonio Seme y ÉL sería quien las violara! *Cosa que tampoco estaría mal para ellas, ¿a que no? x/D*

DEMIAN: ¿¡E-ellas a mi Onii-san y mi Onii-san a ellas!? *Traumado por alucinaciones de Shadechu, mode: ON* O/0/OU

YO: Aunque Sebby me dijo que sólo quiere violar a Maylene… *Sonrisa Shoujo ya que soy Fan del SebasxMay* Pero, y si… ¡PEOR AÚN! ¿¡Si al secuestrarte hacen que te guste el Yaoi y que luego "lo hagas" con otro Bishonen!? Q/_/Q

DEMIAN: *Totalmente traumado y sonrojado, mode: ON* X/_/XU

YO: *Lo abrazo temblorosa* ¡No, Demi-chan! ¡No quiero eso, no quiero que te perviertan y te hagan un Uke-gay! ¡Tú estás destinado a ser un lindo Ukecito-hetero! ¡Pero debo vivir para protegerte del fatal destino que las Fujoshis quieren darte! *Llorando* ¡No me hagas salir, onegaaaaai! TToTT

DEMIAN: *Inerte en mis brazos y aún sonrojado* ¿Y-yo… un Uke…? Entonces… ¿Onii-san sería el Seme…? X/_/XU

SEBASTIÁN: *Suspiro* Hay que ver lo exagerada que es la Ojou-sama si se trata de las Fujoshis -.-U Aunque las respete a ellas y sus gustos y todo eso, el hecho de que tres amigas fujoshis la "obligaran" a ver Yaoi, solo hizo que se traumara más… *Se alza de hombros* Ni modo, sólo me queda agradecerles a todas las personas que comentaron, favoritearon, le dieron a follow y han leído ésta historia. La Ojou-sama en verdad lamenta la MONUMENTAL demora, pero como habrán leído arriba… demasiados compromisos le impidieron escribir, hasta ahora que pudo hallar un tiempo para ello… ¡Disfruten el capítulo, onegai! *Reverencia*

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Disclaimer: Ni Kuroshitsuji ni sus personajes (OFICIALES) me pertenecen, sino a Yana Toboso-sama. Únicamente me pertenecen la historia y los OCs que hay por allí~

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Advertencias: Sólo ligera desnudez en una partecita, pero nada más, así que lean tranquilos

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~Cap. 08~

"Ese mayordomo, oculto en las sombras"

(Parte I)

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A la mañana siguiente, en una habitación de la mansión Rosenight (la de los gemelos Stellar, para ser precisos) en la que había una doble litera, Kirios abría poco a poco su misterioso y grisáceo ojo visible, encontrándose en la litera superior y únicamente vistiendo su pantalón blanqui-beige, con su joven pero bien formado y níveo torso descubierto. Nuevamente había madrugado, incluso antes que su superior mayordomo, los leves y cómicos balbuceos en sueños de su hermana-gemela mayor (en la litera inferior), así como la leve y brillante luz solar que se colaba por la ventanita del cuarto, le demostraba en verdad que era temprano. Con sus rubios cabellos levemente despeinados (por recién despertarse), se incorporó hasta sentarse en su cama, con las piernas colgando al borde de la litera y con sus pies (igualmente de uñas negras) descubiertos.

Era cierto, Kirios podía dormir así de "descubierto" ya que él y su hermana Kailan habían estado juntos (literalmente) desde que nacieron, conocían muy bien el cuerpo del otro (aunque el Stellar menor por respeto a su hermano, así como de pena desde que entraron a la adolescencia, salía del cuarto o miraba a otro lado cuando su hermana se cambiaba) y por tanto, o al menos para Kailan, ya se le había hecho normal y cotidiano ver a su hermano únicamente con pantalón, eso incluía el ver sus uñas oscuras de demonio. He de añadir que por ser joven, a diferencia de demonios adultos, Kirios sí recurría al sueño como el humano normal que una vez fue.

Kirios-nii…

Dio un leve respingo, al escuchar la soñolienta voz de su gemela llamándolo. Raro, ¿será que por primera vez en su inmortal vida, Kailan había madrugado? Al volver a escucharla llamarlo, el Stellar varón sujetándose del borde de su litera y colgando de cabeza, asomó ésta para ver la litera inferior (por lo que su pollina de cabello igualmente colgaba y sus dos ojos se apreciaban). Soltó un suspiro cansado, pero comprensivo, al ver que Kailan seguía dormida, con toda su ropa puesta (incluida su bufanda), en cómica pose y que susurraba su nombre en sueños, si hasta incluso de su boca resbalaba un delicado hilillo de baba. Oh, sí, la Stellar mayor gozaba cuando dormía… ¡y dormía "sabroso"~! Ella seguía balbuceando cosas como: «Kirios-nii… eres un idiota», «Kirios-nii… no puedes quedarte con ese ratoncito como mascota… va a asustar a Blume-chan», «Kirios-nii… con ese peinado… pareces un rubio emo», entre otras más.

«Nunca vas a cambiar, Kailan-nee…» —pensó con tranquilidad Kirios, sentándose de nuevo en su litera y no solo refiriéndose al sueño, sino a algo sucedido ayer en la noche—. «Y pensar que duró toda la noche preparando "aquello" que nos mencionó Sebastián-san…»

Centró su mirada grisácea en una enorme cacerola negra, que reposaba en una esquina al otro lado del cuarto, rodeada por un montón de ingredientes (algunos bizarros y otros no tanto) al igual que con un enormemente grueso libro, con cubierta vieja y marrón, adornado con hojas ya tornadas de un tono amarillento por la antigüedad. Era un libro de hechizos y magia ancestrales. ¿Que por qué Kailan tenía tal cosa? Pues simple y llanamente porque ella era: una hechicera… y una inmortal además. A diferencia de las brujas de los cuentos, que usaban su magia negra para el mal, Kailan al ser hechicera la usaba solo si era necesario, por esa razón es que sus ojos (anteriormente grises como los de su hermano gemelo) se habían tornado de ese lila intenso, ya que todos los hechiceros y hechiceras perdían su color de ojos natural, adquiriendo uno lila intenso y brillante.

Al volverse hechicera (muchos siglos atrás y a la edad de 17 años) también se había vuelto inmortal, conservando tal apariencia de adolescente, al igual que su forma de pensar de tal edad y ni hablar del temperamento. Los demás miembros de la mansión, al igual que sus amos, eran conscientes de ello (Isaura se había enterado igualmente al día siguiente de llegar a la mansión). Kailan usaba sus conocimientos de magia para preparar una improvisada, pero decente medicina para su superior Demian, aunque no podía curarle su sangre negra… sí le ayudaba a controlarla. A la mente de Kirios volvieron los recuerdos de la noche anterior… la muy extraña e inusual noche anterior… al menos para él, ya que pocas veces su hermana usaba hechizos para algo más que no fuera la "medicina" de Demian…

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Unos minutos después de encontrarse a Nina, cargando la gran olla negra tras sacarla a hurtadillas de la cocina, Kirios se había dirigido con sigilo al cuarto que compartía con su hermana-gemela, ahora esperando a que ésta se dirigiera allí (luego de ayudar a Demian con la inconsciente Rebecca) e hicieran lo que ella había planeado, luego de escuchar por boca de Sebastián la forma de prepararle un sedante… ¡digo! Una medicina a su hermano-gemelo menor. Esperaba sentado en el suelo, cruzado de brazos, con las piernas extendidas al frente y reposando su espalda en la pared más cercana, he de señalar que su blanquecina máscara de medio-rostro la traía colgando sobre su rubia-crema cabeza, como si se tratara de unos googles.

Estaba perdido en sus varios y confusos pensamientos, los cuales eran… ¿Qué fue la sombra de antes que los atacó a Sebastián, su hermana y a él…? ¿Qué le había sucedido a Rebecca antes…? ¿La misma baronesa se encontraría bien…? Y… ¿La "medicina" que su hermana (dónde quiera que estuviera ahora) le iba a preparar, le ayudaría a controlar esos "impulsos demoníacos" que sentía… cada vez que estaba junto a Rebecca?

Espero que en verdad funcione… —susurró para sí mismo, mirando de reojo la cacerola negra (en ese entonces solo llena de agua fría) al frente de él.

Acto seguido, la puerta del cuarto se abrió y por ésta entró corriendo una agitada Kailan, aún con su lila máscara de rostro superior y manchitas verdes puesta, sujetando entre sus manos no solo un montón de ingredientes raros, sino también su infaltable llavero plateado, con numerosas llavecitas de todos los tamaños y formas colgando de éste. Cerró con su espalda la puerta y se recostó de ésta, tomando bocanadas de aire por su cansancio, tal parece que había tenido que echar la carrera, para que ni Henrique Marvel o que (peor aún) el pequeño Hayato Daisuke la cacharan. Kirios se levantó y se dirigió hacia ella, para ayudarla con lo que cargaba.

Lamento… la demora… Kirios-nii… —hablaba ella, agotada y entre bocanadas de aire—. Pero… Nina-san… me había atrapado… y me entregó… una llave de… determinado cuarto*(1)…

Descuida, y… ¿cuál es esa llave? —Preguntó curioso el menor, en lo que sujetaba unas cuantas de las cosas que su hermana traía entre sus brazos, para equilibrar el peso de ambos cargamentos. Pero al notar la expresión pasmada de Kailan, la cual miró de reojo su llavero y luego a él, Kirios suspiró pesadamente—. Ya la perdiste, ¿verdad?

¡N-no es así! —Por ver a su hermano enarcar una ceja, con suspicacia, Kailan se sonrojó levemente de pena y mirando a otro lado, confesó—. B-bueno, bueno… la perdí durante mi corredera por la mansión… ¿Feliz?

Kirios únicamente se alzó de hombros, para luego dirigirse hacia la cacerola en el centro del cuarto, Kailan cerró con seguro la habitación (para que nadie entrara de improvisto) y siguió a su gemelo. Una vez colocaron los bizarros ingredientes (como unas aletas de pescado, curiosas ramas de bambú, unas cuantas piedritas, entre otras cosas) al lado de la cacerola, se sentaron en el suelo (cada uno a un extremo de la cacerola), Kailan antes de sentarse había sacado debajo de su litera inferior el libro pesado de antes, colocándolo a su derecha y abriéndolo. Tras hojear rápidamente las páginas amarillentas, se detuvo en una casi ubicada en el centro del libro.

Bien, según ésta página y por palabras de Sebastián-san… —hablaba Kailan, leyendo en su mente unas líneas de la página—. Preparándote éste suero-…

Que no soy animal y no es un suero, Kailan-nee… —la interrumpió él, ya irritado y con sus cejas levemente contraídas.

¡Shhhh, calladito te ves más bonito! —Le regañó la oji-lila, con una venita palpitante apareciendo en su frente, a lo que Kirios rodó los ojos. Pero ella tosió falsamente y continuó—. En fin, si te preparo tal "objeto", te ayudará a que esos… "impulsos" que tienes por Rebecca-chan se calmen~

Ojalá sea así… —dijo en un suspiro melancólico el menor de los gemelos, el arrepentimiento puro adornaba su ojo visible. Kailan sonrió con cierto pesar, extendiendo un brazo y acariciando la mejilla de su hermano, en un gesto para que se calmara.

A ver… —Kailan empezó a leer la página del libro, ésta vez en voz alta para que su gemelo oyera—. "Paso 1) Llenar la cacerola con agua fría"

Listo —dijo Kirios, cosa que había hecho al llegar al cuarto con tal cacerola.

Bien~ —asintió, continuando su lectura—. "Paso 2) Cortar las ramitas de bambú en trozos medianos y depositarlas en el agua"

Tan pronto ambos hicieron lo pedido, cortando las ramitas al torcerlas y cortarlas con sus propias manos, (al olvidársele a Kailan traer algún cuchillo), los arrojaron suavemente dentro de la cacerola, notando como algunas se hundían hasta el fondo de ésta y otras pocas se mantenían flotando. Kailan continuó leyendo en voz alta.

—"Paso 3) Sujetar las rocas y colocarlas lentamente sobre los pedazos de bambú, que únicamente se quedaron flotando"

Hicieron lo acordado, cada uno sujetó una de las roquitas azuladas, negruzcas e incluso blancas, colocándolas lenta y cuidadosamente sobre los pedazos de bambú flotantes. Algo que les sorprendió a ambos, fue que un par de las rocas (por su peso) no hundieran un par pedazos de bambú, que aún se mantenían a flote y sin dificultad. El resto si acabó hundiéndose hasta el fondo de la olla, he de señalar que las rocas que no hundieron los bambúes eran una blanca y una negra. Se alzaron de hombros, a lo que Kailan continuó con su lectura.

—"Paso 4) Hacer cortes laterales sobre las aletas de pescado y arrojarlas dentro de la cacerola" —Kailan enarcó una ceja—. ¿Cortes laterales? ¿Cómo se supone que haremos esos cortes sin una navaja? —Cortar los bambúes fue sencillo, ya que solo debían doblarlos para cortarlos, pero con las aletas de pescado era distinto y sí necesitarían algo filoso. Pero al alzar su mirada hacia su hermano, Kailan hizo una mueca de asco—. ¡Baka-nii! ¿¡Pero qué haces!?

La razón de su asqueado grito, fue ver como el oji-gris había sujetado las aletas de pescado con sus manos, acercándolas a sus labios y (con cierta expresión asqueada en su ojo, aunque disimulada) empezó a darles pequeñas mordidas. Procurando no tragar nada y solo desgarrar en pequeños cortes laterales las aletas de pescado. Una vez lo hizo en cada una (eran seis), así como sacando su lengua en una expresión asqueada, las arrojó dentro de la cacerola.

Odio el pescado… los únicos peces que me gustan, son los que nadan en las peceras… —susurró el rubio, con cómica expresión de disgusto en su rostro e intentando limpiar ese sabor escamoso de sus labios, frotando una manga de su levita contra estos. Kailan rió bajito, pero Kirios la vio algo enojado y dijo—. No es gracioso, sigue leyendo… brujita.

Kailan entrecerró sus lilas ojos, que se apreciaban entre los orificios de su máscara de tonos más claros, con cierta molestia. Odiaba que Kirios le dijera así. ¡Ella era una H-E-C-H-I-C-E-R-A! Pero solo le sacó la lengua, infantilmente y continuó leyendo—. "Paso 5) Hacerle una…-" —pero se detuvo súbitamente, con cierta expresión de alarma.

Tras Kirios preguntarle ligeramente preocupado, pero más curioso, el por qué había parado… Kailan lo miró y alzándose su máscara del rostro unos segundos (para que quedara como la de Kirios), con voz dudosa recitó: «Hacerle una herida a un demonio y procurar que su sangre gotee cuatro veces en el agua». El oji-gris enarcó una ceja, ya no tan preocupado, aunque entendiendo que su hermana sí estuviera así… ÉL era un demonio, aún siendo así... era su hermano y ella no quería hacerle ninguna herida que sangrara. Aunque ella peleara con él, hasta el punto de las mordidas, nunca llegaba al punto de hacerle sangrar; el hecho de que le quería mucho seguía fuertemente vigente. Suspiró pesadamente, retirándose el guante de su mano derecha usando su mano izquierda y tras acercar su palma descubierta a sus labios…

Le dio una mordida, lo suficientemente fuerte para hacerse un corte del que brotara un hilillo de sangre, incluso su ojo había adquirido ese color roji-violeta claro brillante y demoníaco. Kailan abrió sus ojos de par en par, aunque se tranquilizó por la media sonrisa que su gemelo le envió, con la comisura de sus labios levemente teñida de esa sangre escarlata, (ligeramente más oscura que la de un mortal), para ha continuación tender su palma abierta sobre la cacerola. Poco a poco el líquido fue surgiendo de su pequeña herida, resbalando por su palma hasta que… una gota… dos gotas… tres gotas… cuatro gotas… y allí fue que Kirios apartó su mano, lamiendo levemente la sangre que quedaba en su palma para limpiarla (al no tener pañuelito a la mano), al igual que la de sus labios relamiéndolos.

Kailan observó de reojo a su gemelo, con cierta mirada de curiosidad y un tanto de fascinación sobrenatural… pero al sentir que un inusual calor se hizo presente en sus mejillas, cortesía de un leve rubor, agitó su cabeza un poco para hacerlo desaparecer y (volviendo a cubrirse el rostro con su máscara) procedió a continuar con su lectura. El sexto y último paso constaba de recitar unas palabras, (las cuales iban incluidas en el libro), Kailan sintió que una gota gorda rodó por su nuca… ya que aunque entendía lo que decía (traducido), lo tenía que pronunciar las palabras en el extraño y antiguo idioma que había en esas páginas, por lo que temía equivocarse… además de que la mirada demoníaca, pero serena, que su gemelo le enviaba…

Solo la ponía más nerviosa y no ayudaba en nada a que pronunciara correctamente las palabras. Incluso la pobre chica llegó a morderse la lengua por equivocarse tanto, cosa que tampoco era de gran ayuda a la hora de pronunciar bien el hechizo del libro. Kirios sudó igualmente una gota gorda, al ver a su gemela refunfuñando cosas para sí misma y llevándose ambas manos a sus labios. La cara de Kailan estaba roja cual tomate, ahora tanto de pena (por equivocarse) como de rabia (también por equivocarse desde el inicio).

¡Diablos! ¡No me sale! —Gritaba con desespero la chica (ya con su lengua repuesta del dolor), cruzándose de brazos y con su ceño fruncido.

No importa, Kailan-nee —le dijo el oji-gris, con voz serena y entendiendo que de forma desesperada o irritada la chica no lograría nada—. Podrás continuarlo en otro momen-…

¡CÁLLATE LA BOCA, KIRIOS STELLAR! —Ay, se había dirigido a él por su nombre completo y no por «Baka-nii» o «Idiota» como solía hacerlo, de verdad estaba enojada—. ¡Dije que te prepararía éste suero y eso voy a hacer! ¡AUNQUE ME TOME TODA LA NOCHE!

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Y pasada una hora, antes de la media noche…

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El conjuro de la hechicera continuaba sin dar resultados…

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Quizás es que la muchacha pronunciaba mal una letra o palabra, ya que no había pasado absolutamente nada en el interior de la cacerola. Kirios se había cruzado de brazos y recostado nuevamente sobre la pared, mirando con aburrimiento hacia el techo desde hace unas horas, en lo que su gemela-mayor continuaba insistiendo con el hechizo. Estaba tan centrada en ello que no notó que su gemelo-menor había dejado de ver el techo… para verla a ella… ladeando ligera y negativamente su cabeza, Kirios entrecerró su ojo demoníaco-visible con decepción (por ver que la chica no diera su brazo a torcer o intentar calmarse).

Aunque… en parte sentía cierta admiración hacia ella por esa inmensa determinación… incluso se notaba que el sueño estaba invadiendo a la chica rubia-crema, los leves bostezos que profería de vez en cuando lo demostraban… no fue sino hasta que se quedó cabizbaja, mirando fijamente el libro que (ahora) reposaba sobre su regazo y con unos mechones de su cabellera rubia cubriéndole el rostro (junto a la máscara), que Kirios decidió volver a insistirle en que descansara.

Kailan-nee, ya casi es media noche, puedes continuar con esto mañana… —habló suavemente, sentado en su lugar y viéndola, pero al no recibir aparente respuesta, enarcó una ceja—. ¿Onee-chan…?

Kirios se colocó de rodillas y luego (literalmente) empezó a gatear en dirección a su hermana, rodeando la cacerola en el camino. Una vez llegó junto a ella, posando su diestra sobre un hombro de ella, la agitó levemente y continuó llamándola con más insistencia… pero…

No fue sino hasta que la mascarita de su hermana se cayó al suelo, que el Stellar menor se cercioró de que ella había perdido contra el sueño y estaba profundamente dormida. El rubio-crema suspiró con cansancio, aunque aliviado de que por fin su gemela se durmiera, mirando unos segundos hacia su rostro que era cubierto por un mechoncillo de cabello…

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Apartó delicadamente tal mechón rubio-cremoso, gozando ciertamente la suavidad de aquellos cabellos y para descubrir mejor su rostro…

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Ese rostro níveo y tan parecido al suyo, solo que con facciones más suaves, delicadas y femeninas, incluido el pequeño lunar que ambos poseían debajo de determinado ojo…

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Con sus párpados cerrados, ocultando ese par de fragmentos de color lila intenso, que brillaban con energía siempre que estaban abiertos…

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Con su (no necesariamente voluptuoso, pero tierno) pecho subiendo y bajando, en una respiración rítmicamente suave…

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Con sus delicados y rosados labios entreabiertos… casi como invitando traviesamente a ser besados, saboreados, suavemente mordidos y…

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«¡¿Pero qué diablos estás pensando, Kirios Stellar?!» —Fue lo que se gritó mentalmente el chico, agitando con violencia su cabeza, con su ojo recuperando su coloración gris y tratando de apartar esos… extraños pensamientos de su mente.

Acto seguido, sujetó con suavidad a su gemela entre sus brazos, levantándose y cargándola al estilo princesa, para acostarla en su respectiva litera inferior. Aunque la colocó en una pose normal, al igual que la arropó, tenía por sentado que al día siguiente estaría durmiendo cual gorila, en otra pose distinta, y con la cama hecha una selva de sábanas. Estaba algo acalorado, así que una vez subió y se sentó en su litera superior, se despojó de todas sus prendas superiores.

Quedando solo con su pantalón, igualmente se quitó sus botas y sus guantes, los cuales arrojó en una esquina de la cama… para al final dejarse caer de lleno sobre la suave almohada y poco después hacer la cosa que más necesitaba en ese momento, no solo para calmar su cansada mente, sino también su extrañamente agitado corazón… y esa cosa era: dormir.

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Al captar que no tenía sueño y para no aburrirse esperando a que su gemela dejara de acosar a Morfeo en el mundo de los sueños, con cuidadoso sigilo bajó por la escalerilla de madera que tenía la litera superior y que llevaba hasta el suelo, para no despertar a su durmiente hermana. Una vez se lavó y desperezó la cara, al mojarla con el agua de la jarrita que reposaba en una mesita de noche al lado de la litera, se empezó a arreglar con el resto de sus prendas. Su camisa blanca-beige manga corta y su levita turquesa-plateada, igualmente se colocó sus guantes y botas negri-beige.

Aptó seguido, salió de la habitación con el sigilo de antes al abrir y cerrar la puerta del cuarto, empezando a recorrer los pasillos de la mansión. Los cuales en ese momento estaban en silencio sereno, ya que los demás habitantes continuaban durmiendo. Seguía extrañado de que Demian no se hubiera despertado antes que los demás, como usualmente hacía… aunque supuso que la fiesta de ayer lo dejó agotado y por ello se quedaría dormido. Caminó y caminó, en silencio y recorriendo con su uni-grisácea mirada los rincones de los pasillos, solo cuando todo estaba en esa calma y silencio es que podía apreciar todo con claridad. No era que odiara el ruido y la diversión que sus compañeros o amos causaban de día, al estar despiertos, sino que… a veces era bueno disfrutar de un momento de paz, ¿no?

Pero bueno… podría aprovechar ese tiempo de calma para adelantar algo… o… ¿Quizás prepararle otro puré de frutas a Isaura-sama? Sonrió levemente de ternura, al recordar la expresión agradecida de su Ama al probar el postre que le había entregado la vez pasada. ¡Sí~! Le prepararía otro esa mañana, pues no solo le haría bien a la esposa de su señor, sino a la pequeña criatura que crecía en el vientre de ella. Se detuvo en seco, encontrándose en el pasillo que conectaba la cocina con una puerta cristalina hacia el jardín y a través de los vidrios de ésta, una figura oscura y veloz (atravesando el jardín) llamó su atención. ¿Un intruso? Se preguntó, entrecerrando un poco sus ojos y yendo a investigar, abrió la puerta de cristal y la cerró a sus espaldas, pasando su mirada por los alrededores del jardín verdoso e inició su marcha hacia éste.

Había dos posibilidades, una de ellas es que se tratara de un intruso o un ladrón, cosa poco probable ya que la mansión Rosenight tenía esa enorme reserva y bosque, en forma de laberinto, para que nada más los invitados en carruajes accedieran a ella. La segunda y más probable es que se tratara de algún animal, ya fuera callejero, salvaje, o de los que cuidaban en el refugio… aunque suponiendo que fuera una de las últimas opciones, como que se había escapado un animal grandote, pues captó que esa figura era de gran tamaño. Fuera lo que fuera, debía investigar… y ya encontrándose en el centro de todo el jardín, se cruzó de brazos y soltó un bufido frustrado, que elevó ligeramente su flequillo rubio-crema, al no tener rastro de esa cosa… hasta que centró su mirada en el césped y… descubrió que impregnadas en éste había un rastro de…

¡Huellas! —Exclamó pero en un susurro para sí mismo, bastante sorprendido no por verlas… sino por la extraña y desconcertante forma de éstas. Poseían tres dedos bastante largos y con rastros de poseer garras enormes, casi como las de algún lagarto de gran tamaño. Pero lo extraño es que iban en hileras de dos en dos, como si un humano fuese el que caminara y no un reptil cuadrúpedo normal.

Eso era bastante desconcertante. ¿Un reptil bípedo? Que recordara, no conocía ni había ningún animal con esas características entre los de la reserva natural. Solo había una forma de descubrir qué "cosa" era… exacto, seguir el rastro de huellas y esperar que lo llevara hasta el animal o lo que sea que fuera. Minutos de caminata sigilosa después y de ocultarse entre algunos árboles y arbustos, Kirios notó con decepción que el rastro de huellas solo lo llevó hasta el lago, al otro lado del jardín. ¡Que mala suerte! Si se trataba de una criatura anfibia y que había retornado al lago, debería esperar a otra ocasión para verla… o si no, nunca descubrir qué hubiera sido.

Ni modo… —soltó en un bufido de decepción y resignación, con su ceño ligeramente fruncido—. Mejor me regreso a la mansión… —asintiendo ante su propia teoría, se dio media vuelta y estuvo dispuesto a regresar por donde vino… cuando…

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«¡Grrrrrrrrrr…!»

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Un extraño y gutural sonido lo hizo detenerse en seco, además que los pelitos de su espalda se le crisparan ligeramente y un pequeño escalofrío recorriera su columna vertebral. Duró unos segundos estático, quieto en su lugar… poco a poco fue girándose, únicamente su cabeza y miró sobre su hombro… no notó nada a la primera vez. Pero un segundo y un poco más fuerte rugido lo hizo ponerse alerta, así como girarse con más rapidez, pero igual sin moverse de donde estaba.

Recorrió con más insistencia el paisaje frente a él… más allá del lago que separaba su lado de la orilla, del otro lado del horizonte del bosque… hasta que un ligero destello roji-violeta llamó su atención, provocando que su ojo visible adquiriera su tono demoníaco. Eso debido a que al fijarse mejor en la zona donde vio ese destello, fue cuando pudo captar mejor la presencia de una "entidad" extraña… se le hacía extraña, ya que no se sentía como un demonio como tal, pero conservaba esa aura diabólica y amenazante… más específicamente, era la misma entidad que sintió en el cuarto de música de la mansión, cuando "una sombra" los atacó a Sebastián, su hermana y a él.

«Pero… hay algo raro…» —pensaba en su mente, sin perder la concentración y estando alerta—. «Se siente… distinta de aquella vez…»

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«… Ham… ham…»

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Dio un ligero salto, desconcertado por escuchar una voz (con el mismo tono gutural y en volumen tan bajo, que parecía susurrar) a su derecha. Giró su cabeza hacia esa zona, notando que el par de "ojos diabólicos" lo miraban, ocultos entre las sombras que unos arbustos les brindaban. Casi como si lo miraran a escondidas, pero queriendo que lo escuchara, sin verlo todavía.

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«Ham… hamb…»

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¿Qué…? —Kirios poco a poco fue relajando sus músculos, ya que la entidad aunque se sentía fuerte, no parecía tener intención de atacar… de hecho, se sentía débil, cansada—. ¿Qué es lo que quieres? Sal de allí, para escucharte mejor…

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«¡NO…! Tú… ¡Acércate…!»

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Ante esa respuesta tan brusca (aunque no parecía enojada, sino desconfiada) de parte de la voz del ser que se ocultaba, Kirios frunció un poco el ceño, pero poco a poco y a ligera velocidad (para no sobresaltar al que se escondía) fue acercándose al arbusto. Una vez estuvo frente a éste, se colocó de cuclillas e intentó acercar una de sus manos al arbusto. Pero un leve rugido de parte de la voz le hizo detenerse, y ceder de esa acción.

¿Qué eres? ¿Qué quieres y por qué me llamaste? —Kirios sacó esas preguntas una tras de otra, pero lentamente y en volumen bajo. Actuaba cauteloso, pero tampoco iba a ocultar sus dudas así y ya. El quería respuestas y ya fuera de forma tranquila, esa sombra se las daría.

«… Soy… un demonio…» —susurró la voz, sonando un tanto cansada, pero conservando algo de orgullo al pronunciar eso—. «Pero… como puedo sentir… tú también lo eres, y al parecer, un par de siglos más joven que yo, ¿no?» —Kirios únicamente asintió una vez, con su rostro ligeramente endurecido y bajando un poco su mirada, hasta que un mechón cubrió su otro ojo (pues no le gustaba mucho que le recordaran eso, le hacía sentirse… mal). Ante eso, la voz soltó una ligera risita, casi burlona y sarcástica—. «Vaya, vaya~… parece que al demonio frente a mí, no le gustó que dijera que es un demonio y encima un mocoso, comparado conmigo… ¿Por qué será~?»

Eso… no es de tu incumbencia —contestó Kirios, secamente y alzando nuevamente su mirada. Su ojo desprendía aún su esencia diabólica. Se le notaba también algo molesto por ser catalogado como un niño, y solo quería cambiar de tema… es más, quería retomar el tema que anteriormente esa "sombra-demonio" le evadió—. Ahora, respóndeme… ¿Qué "más" eres? ¿Qué quieres y por qué me llamaste?

«Hum… aunque te dije que soy demonio, sigues insistiendo en que te diga "qué más" soy… ¡Muy persuasivo, demonio con dudas existenciales~!» —Lo último lo dijo con nada disimulada burla y diversión, aunque no con el cinismo anterior. Pero aún con eso, Kirios mostró sus dientes en señal de molestia, a lo que el ente solo soltó otra risita—. «Pero… bueno, tienes razón. Soy un demonio, pero un poco distinto a ti. Yo soy… un "Íncubo"»*(2)

¿Un… Íncubo? —Ahora la auténtica sorpresa adornó el semblante (anteriormente serio-enojado) de Kirios. No es que no supiera qué eran, sino que le resultaba desconcertante encontrarse por fin con uno, frente a frente… o bueno, algo así—. ¿Qué diablos haces aquí? ¡Más te vale que no hayas tocado a ninguna de mis… conocidas! —Kirios era precavido y sobreprotector, si se enteraba de que esa entidad "viola-mujeres" había dañado a alguna de las mujeres de la mansión, como su hermana, o peor aún: a la pequeña Blume, lo mataría con sus propias manos.

Una sonrisa blanca y sádica se dibujó en las comisuras del rostro de aquella entidad, apreciándose entre las sombras del arbusto y la niebla que la envolvía… por recordar el leve momento en que saboreó a la pequeña baronesa, (antes de ser abruptamente interrumpido), más solo cerró unos segundos sus ojos, haciéndose el inocente.

«Eso… no es de tu incumbencia~» —fue lo que respondió al fin y luego de un minuto de silencio. Kirios frunció un poco más el ceño, al ver que le salió con la misma oración que dijo él, minutos antes… solo que con un toque sarcástico y burlón. De verdad que ese susodicho Íncubo era irritante—. «Solo diré que estoy aquí para recuperar algo que me pertenece… y la razón por la que te llamé… es…»

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«¡GRRRRRRRRRR!»

«¡AKDKDSKFDKDKLFD!»

«¡GRRRRRRRRRRRRRR!»

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Kirios se sobresaltó a tal punto por esos fuertes y aterradores sonidos, que se cayó hacia atrás y con su espalda impactando contra el césped—. ¿¡Pero qué diablos fue eso!?

«Eso, mocoso rubio, fueron las tripas de éste servidor…» —respondió la voz, como si fuese la cosa más obvia del mundo y con tono autoritario, añadió—. «Estoy hambriento y no he comido nada desde que llegué a éste mundo. Aquí, mocoso rubio, es donde entras tú~»

Kirios sintió un tic nervioso aparecer en su ojo visible y enarcó una ceja—. ¿Qué demo-…?

«¡Búscame algo de comer! ¡O entraré y lo haré yo mismo!»

P-pero… ¡ESPERA!

«¡NO! ¡Ninguna pera! ¡Prefiero basura antes que comer eso, mocoso rubio!»

¡NO ES ESO! —Kirios estalló, ya harto de que lo tomara por tonto con su sarcasmo y que siguiera llamándole "mocoso"—. ¡¿No que los demonios nos alimentábamos de almas?! ¡Y deja de decirme así!

«¡Pues para tu información, hay excepciones, como es mi caso!» —La voz también parecía estar harta, pero de que el muchacho solo discutiera y preguntara, en vez de buscarle aunque fuera una migaja para saciar su hambre—. «¿Sabes cuántas almas he devorado a lo largo de mi vida? Nah, ni te acercarías… solo diré que ya me harté del sabor de las almas, mi nueva afición es: la comida humana y… je je je… interesante, mocoso rubio~»

¿Qué…? —Kirios solo pudo preguntar eso, en medio de su estado shockeado al escuchar la breve explicación del otro ser.

¿Un demonio (y encima: Íncubo) que se cansó del sabor de las almas? ¿Que ahora comía (hipotéticamente hablando) lo que fuera de alimentos humanos, salvo aparentemente las peras? ¿¡Y que además seguía llamándole "mocoso rubio"!? El Stellar por más demonio renacido que fuera, había cosas que aún desconocía o nunca esperaba ver, mucho menos escuchar de la boca de otro ser sobrenatural. Finalmente, el íncubo habló:

«Pues… acabas de decir, involuntariamente, que ERES un DE-MO-NIO…» —Kirios abrió su ojo visible de par en par, retomando su color grisáceo. La entidad rió—. «Las cosas que nos hace decir la irritabilidad… ¿No crees, mocoso rubio~?»

¡AAAAAAARGH! —Kirios se llevó ambas manos a la cabeza, agitándose sus rubios cabellos, viéndose cómicamente más histérico que su misma gemela. Pero recobró la compostura poco después y, resignado al apodo en que el otro demonio parecería dirigirse a él (hasta saber su nombre), suspiró derrotado—. Tú ganas… te traeré algo de comer.

«¡POR LUCIFER! ¡Ya era hora, mocoso rubio~!»—Exclamó la voz, eufórica y con tono de victoriosa alegría.

Pero con la condición de que te quedes AQUÍ… —añadió aún en desconfianza el rubio, señalando con una mano la zona donde se encontraban, al suelo-verdoso mejor dicho y todo de forma firme—. ¿Quedó claro?

«Más claro que el agua» —bufó fastidiado el íncubo, rodando sus roji-violetas ojos, en lo que Kirios suspiró y regresó sobre sus pasos, dirigiéndose a la entrada trasera, que daba hacia la cocina de la mansión.

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Mientras eso sucedía, en el interior de la mansión… para mala suerte de (el que nada sabía) Kirios… otra determinada sirvienta se había levantado. Con sus cabellos grisáceos sueltos (libres de su usual "peinado de cebollita") y cayendo en libertad por su cuello, hasta acabar sobre sus hombros; vistiendo su bata de dormir verde manzana suave y unas simpáticas sandalias blancas… al igual que con la vista ciega y rasgada, cual topo japonés, ya que no se acordaba que sus lentes (unidos al colgante plateado) estaban colgados de su cuello… iba una recién levantada ancianita Yasashi.

¡Ji ji ji~! Ah~ nada mejor que iniciar el día con una taza de té —decía para sí la mujer de años dorados, en lo que caminaba por los pasillos en dirección a la cocina… y milagrosamente sin chocar con nada—. Prepararé una taza para los demás sirvientes, incluso para los Amos. Sí, sí, sí, eso haré… ¡Ji ji ji~!

Pero… justo cuando ella entró por la puerta interna de la cocina… fue cuando Kirios entró por la puerta secundaria, al mismo tiempo que ella… su ojito visible se abrió de par en par y reprimió soltar una leve exclamación de alarma. ¿¡Cuándo diablos Yasashi-san se había levantado!? ¿¡Justo hoy tenía que madrugar!? Al parecer la señora mayor no se había percatado de la presencia del muchacho, ya que se centraba en buscar los ingredientes necesarios para el té… como las siete tacitas, para la cantidad exacta de sirvientes Rosenight… la jarra y el agua para vaciarla en ésta, para luego ponerla a hervir… entre otras cosas.

«Maldición…» —pensó con tensión el chico, no maldiciendo a la ancianita (pues le tenía mucha estima), sino al hecho de que la oportunidad de prepararle el "desayuno" a su "visitante" sin levantar sospechas, siendo visto por "x" habitante de la mansión, se habían arruinado—. «Muy bien, Kirios, cálmate, cálmate. Debes actuar casual, aunque ella no se haya cerciorado de tu presencia todavía. Actúa con naturali-…»

¡Ji ji ji~! —La risita característica de la dulce ancianita lo sacó de sus ánimos internos, la cual se dirigía hacia él y (gracias a su vista peor que un Shinigami sin lentes) aún no lo notaba allí—. A ver, a ver~…

«Pero si usted no ve nada sin sus lentes, Yasashi-san…» —pensó con ironía el demonio rubio, en lo que apartaba sigilosamente del camino de la anciana, la cual continuo caminando por su rumbo y derecho.

Aquí está el azúcar, ¡ji ji jiiiiiiiii~! —Su última risita se alargó dramáticamente, en lo que ella era envuelta por una nube de humo blanca… la cual al disiparse… reveló que Yasashi se había (literalmente) encogido y vuelto Chibi (viéndose todavía más tierna y regordeta de lo usual). Por lo que la (ahora) Chibi-anciana tuvo que usar un banquito cercano, para poder tener la altura exacta para llegar a la mesita de los condimentos y demás recipientes que sazonaran, endulzaran, ensilaran (o lo que fuera) a los alimentos.

Kirios se extrañó al principio por creer según palabras de la ancianita, que ésta misma hubiese agarrado el terrón del azúcar… pero… su extrañeza se tornó alarma e incredulidad (usuales)… Al ver que la mujer se disponía a agarrar el terrón de la SAL, el cual estaba justo al lado de el del azúcar… pero como siempre: su vista de topo-Shinigami-miope-y-ahora-Chibi le falló a la japonesa. «¿¡Pero qué diablos-…!? ¡NO DE NUEVO, CHIBI-YASASHI-SAN! ¡Nada de intoxicaciones accidentales en ésta mansión!», fue lo que pensó el oji-gris, en lo que dando un salto (a dramática cámara lenta), sobrevolando a la Chibi-mucama en el proceso, medio segundo antes de que ésta sujetara el terrón equivocado, cambió las posiciones de los dos y así logró que la mujer sujetara con sus chibis manitas el correcto: el del azúcar.

¡Ji ji ji~! —Rió dulcemente la ancianita Chibi, al ya tener el terrón entre una de sus regordetas manos, en lo que se bajó del banquito de un saltito, sujetándolo con su manita libre y se dirigió ahora hacia la mesa principal de la cocina.

Kirios por su parte, suspiró pesada y resignadamente… al parecer, debería esperar a que la chibi-anciana terminara su té (debiendo detener cualquier riesgo de intoxicación, de ser necesario), para proceder a utilizar él la cocina…

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Por lo que… 30 minutos después… el té por fin estaba terminado…

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El «¡Ji ji ji~!» de satisfacción de Chibi-Yasashi (quien chocaba sus pequeñas palmas, en símbolo de un trabajo bien hecho) se habría parecido al grito mental de: «¡AY, POR FIN!» de parte de (un aún escondido) Kirios. Pero algo con que no contaba el último… fue con que la mujer sin querer y por hacer un mal movimiento, perdiera el equilibrio del banquito y estuviera a punto de caerse… pero de forma similar a Sebastián con una Maylene que se tropezaba (pero descartando el romance Shoujo, claro está), Kirios salió de su escondite y con sus reflejos demoníacos logró atrapar a su superiora entre sus brazos.

La mujer nuevamente fue envuelta por una extraña nube de humo blanca y volvió a su tamaño normal, al parecer estaba desconcertada por su anterior tropiezo (en su forma chibi) y velozmente se colocó sus gafas, abriendo y cerrando sus hermosos ojos (no opacados por su edad) hasta que se acostumbró a la vista… al igual que cerciorándose de un preocupado (y en parte alarmado, al haberse auto-descubierto) Kirios viéndola y aún cargándola entre sus brazos.

¿Oooooh~? ¿Kirios-kun? —Su voz también sonaba sorprendida—. ¿Qué haces parado tan temprano, querido?

E-ettooo… —¡Piensa, Kirios Stellar! Si tu baka-onee-chan puede inventar excusas convenientes, cada vez que Daisuke (o Henrique) la cachaban robando de las galletas de la cocina a media noche… ¡TÚ IGUAL PUEDES HACERLO!—. Pu-pues… ¡NO!¡Nada de temblores en la voz! ¡Tú eres un Demonio-Tsundere y puedes actuar serio o casual cuando se te dé la gana! ¡SERIEDAD, HOMBRE!—. Verá, es que yo…

¿Oh~?

Pues… yo… no podía dormir más, ya que opté por madrugar… y… —eso es, eso es. ¡Vas por buen camino! Sigue así, Kirios—. Decidí pasear un rato por la mansión…

Oh~ Ya veo, ya veo, querido~ —asintió la ancianita, en señal de entendimiento, en lo que Kirios pensaba: «Pero si usted casi no ve nada, Yasashi-san…», soltando un disimulado suspiro—. Pero… ¿Hay alguna razón especial para que vinieras a la cocina?

Pues… —alargando esa palabra, el rubio-crema tuvo que volver a pensar en qué excusa podía usar, cuando se acordó de algo que no era mentira del todo—. Es que… ya que madrugué, quise volver a prepararle a Isaura-sama otro puré de frutas~ —una sonrisita sincera (al recordar que esa fue su verdadera razón inicial) apareció en su rostro, dándole más credibilidad a su argumento.

¡Awwww~! Kirios-kun, eres todo un encanto~ —exclamó conmovida Yasashi, en lo que le pellizcaba una de las mejillas al chico, como una abuela haría con un queridísimo nieto suyo y provocan que éste se sonrojara de pena ligeramente—. ¡Ji ji ji~! ¿Kirios-kun~…?

¿M-mande?

¿Te puedo ayudar, querido~?

Está… bien —suspiró resignado, ya que no podía negarse ante la dulce cara de la ancianita.

Y así… unos cuantos minutos después… Kirios preparó el puré de fritas junto a Yasashi. No tardó tanto como la vez anterior, pues cuatro manos trabajan más rápido que solo un par de ellas, y al acabarlo, lo guardó en el depósito de alimentos de la cocina, para mantenerlo fresco. También tuvo que tomarse su respectiva taza de té, que la ancianita amablemente le ofreció. Finalmente, cuando la mujer se marchó cargando una bandejita con las demás tacitas de té posadas encima, para llevárselas a los demás sirvientes… Kirios se puso manos a la obra (otra vez~) y en menos de cinco minutos, preparó un (algo improvisado, pero no mediocre) desayuno, saliendo con ágil sigilo hacia los jardines de la mansión.

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«Por cierto…»

¿Ahora… qué? —Preguntó el menor, en un suspiro fastidiado y algo agotado. Ya hace unos minutos atrás que había llegado al punto acordado y le había entregado su desayuno al ente oculto, el cual constaba de unas rebanadas de pan de ajó, tostadas y embarradas con mermelada

«¿Tienes nombre? ¿Contrato? ¿"Antecedentes"?» —Preguntó al tiro, con auténtica curiosidad y quizás para saber más de la "vida demoníaca" de su "chef personal" para matar el tiempo—. «¿A qué edad te convirtieron en demonio? Aunque siento que eres un novato, tampoco soy adivino para saber con exactitud tu edad…»

Kirios Stellar… No tengo ningún contrato… sucedió a los 17 años… —fueron tres de las respuestas a las dos primeras preguntas, así como a la última… ya que estaba resignado a hablar de sí mismo, pero no iba a hablar de su amo de ni nadie más. Pero enarcando una ceja con sarcasmo y leve molestia, Kirios preguntó—. ¿Y qué diablos te crees? ¿Un Íncubo investigador de la policía de Scotland Yard o qué? —Eso se debido a tantas preguntas que recibió de parte del ente—. ¿A qué te refieres por "antecedentes"?

«Hum… ¿Con que a los 17 años? Kirios Stellar… un demonio adolescente y sin contrato todavía…»—re-memoraba en voz alta (pero para sí mismo) la información obtenida, en lo que le daba otro mordisco a su "desayuno"—. «Y por lo débil que capto tu energía demoníaca, no parece que hayas devorado una cantidad considerable de almas, o al menos ninguna…» —Kirios tragó grueso, al recordar lo del casi-beso de Rebecca, aunque en efecto no devoró ninguna alma aún… esa ocasión estuvo a punto de ser la primera vez—. «Lo que significa… que tus "antecedentes" no son la gran cosa… ¡Y que eres un demonio novato, con "N" mayúscula~!»

¡Cállate y acaba de comer! —Rugió enojado Kirios, ya indignado de que insistiera nuevamente en sacarle en cara lo patético que era como demonio, a comparación suya o de cualquier demonio veterano-experto (como lo eran Sebastián y Demian)—. Como si eso me importara… de ser por mí, nunca hubiese renacido en… ésta cosa…

Soltó, en voz baja y claramente demostrando su odio hacia sí mismo, al igual que a la especie demoníaca en general (con sus excepciones como los mayordomos anteriormente nombrados, pues les tenía respeto y estima). No es que tuviera autoestima baja, pero… odiaba con todo su ser haberse convertido en un devorador de almas, un ser oscuro… eso solo provocó que su consciencia asumiera dos lados: uno racional y moral (el de siempre), así como otro cínico, cruel, perverso y hambriento (el de su nueva naturaleza, el cual acababa de despertar -más no surgir por completo- desde que conoció a Rebecca). En simples palabras: se odiaba a sí mismo por el temor de herir a otros, si llegaba a un punto de no controlarse… a tiempo… como fue en el caso de la baronesa.

Una sonrisa cínica y burlona (que destacaba por su blancura entre las sombras que lo envolvían) se dibujó en el rostro del íncubo, quien acabó por fin su "desayuno" y pronunció con burla—. «Pobre novato… déjame decirte algo…» —la forma tan "madura" en que pronunció eso, llamó la atención del rubio—. «Aunque tengas problemas existenciales graves, MUY graves… cocinas mejor que un chef de prestigio… ¡Mis felicitaciones al casi-chef~!»

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Un minuto de silencio después, en el que el único sonido que se escuchaba era el de las hojas, al moverse a causa de la brisa que sopló…

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¡Jódete! —Fue lo único que soltó un ya harto Kirios, con una venita palpitante en su mejilla y su ceño muy fruncido. ¡Que ese maldito Íncubo "vegetariano" -por así decirlo- se fuera a violar a alguien y ya! Bueno, no… tampoco es que Kirios quisiera eso… ¡Pero sí quería que le dejara su pobre existencia tranquila!

«Como gustes, novatito~» —canturreó el demonio oculto, posiblemente con una sonrisa burlona en su rostro y con sus ojos cerrados… aunque luego ésta se tornó oscura, al igual que su tono de voz y al abrir sus sobrenaturales ojos, pronunció—. «Igual… tengo un determinado asunto que atender con determinada chica… ¡Nos vemos~!» —Y dicho esto, se desvaneció en las sombras que lo ocultaban.

Kirios se detuvo al acto, no supo por qué las palabras del Íncubo le dieron… un presentimiento tan malo… ¿Por qué… sentía que algo terrible sucedería en la mansión… por causa de ese demonio? ¿¡Por qué diablos no se iba a avisarle YA a su amo que había un intruso sobrenatural recorriendo los terrenos de la mansión!? Ahora Kirios tenía muchas dudas más… ¿A qué chica se habría referido el Íncubo? ¿A quién debería proteger? ¿Debería avisarle a su amo del demonio… o debería encargarse de él por sí mismo? ¡PIENSA, KIRIOS!

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Los rayos del sol se colaban por la ventana, iluminando ya gran parte de la habitación y también provocando que Rebecca despertara de su profundo sueño. Abrió poco a poco sus ojos marrones y se acostumbró a la iluminación poco a poco, pero los abrió de par en par… al recordar las caricias y besos obscenos que recibió anoche, por aquél ser infernal. Su rostro se sonrojó de golpe, en lo que se reincorporó hasta sentarse en la cama y miró su cuerpo, tras apartar la sábana. Soltó un suspiro de alivio inmenso, al comprobar que estaba vestida… pero eso la hacía dudar sobre el recuerdo, ¿de verdad había sucedido? ¿O solo había sido una pesadilla? No estaba segura y prefería no averiguarlo, pero lo que sí podía asegurar… era que eso le había causado miedo, mucho miedo…

¡Guau, guau, guau~! —Rebecca dio un respingo, saliendo de sus pensamientos y velozmente bajó su mirada hacia la dirección en donde escuchó el ladrido grueso, producido por el buen Duke.

Ah~ buenos días, hermoso —fue lo que dijo Rebecca, con todas sus dudas esfumándose y sonriendo dulcemente, en lo que se sentaba más al borde de la cama, para acariciar mejor al perro de extravagante pelaje—. ¿Estuviste cuidándome toda la noche?

Guau, guau~—ladró el can, en lo que recibía con gusto las caricias y procedía a agitar su rabito con elegancia, aunque con claro ánimo incluido.

La peli-castaña alegó que era un encanto de perro, en lo que continuó acariciándolo y casi con una horda de corazoncitos-imaginarios flotantes a su alrededor. Aunque no pudo evitar aún sentirse ligeramente soñolienta, por lo que se llevó una mano y cubrió su boca, en lo que soltó un pequeño bostezo… más al escuchar un segundo bostezo en la habitación, proferido por una voz masculina, ella se alarmó y miró a una esquina de la habitación rápidamente.

¿E-eh? —Pero al fijarse por fin en la figura presente en el lugar, no tardó en ver que se trataba de…—. ¿D-Demian-san?

N-no… susurraba el mayordomo blanco entre sueños, mientras dormía sentado en una sillita en una esquina de la habitación y con su espalda recargada hacia la pared—. Piedad, joven amo, piedad…

Y a juzgar por el tono aterrado con que el susurraba, no era un sueño muy agradable que digamos… sino uno de cierta situación embarazosa, provocada por un pequeño (en ese entonces y he de allí el "Joven amo") Juliano Rosenight y en la que se involucraban: miel, varias plumitas blancas, un cono de helado y un guantecito rojo… todos arrojados hacia su persona, convirtiéndolo en poco tiempo en un pollo gigante*(3). Rebecca miraba preocupada al mayordomo, ya que el dormido-semblante de éste lucía temeroso, tembloroso… estaba tan "asustado" que hasta se veía tierno, dando ganas a cualquiera de abrazarlo y reconfortarlo. Casi por inercia, la castaña ya se había levantado y acercado junto a él, se sonrojó ligeramente al notar que (aún sentado) conservaba una considerable altura a comparación de ella. Era igual de alto que su gemelo, de eso no cabía duda.

Ella intentó despertarlo, posando sus manos en sus propias rodillas e inclinándose ligeramente hacia el frente, llamándolo con suavidad—. Demian-san… Demian-san, despierte...

N-no… no quiero…—seguía balbuceando él, con su tiernamente-aterrada expresión y seguramente hablándole al Julianito acosador-bromista del sueño.

¿N-no quiere? —Rebecca en ese punto y ante la respuesta tan "casual" del mayordomo, no sabía si le hablaba a ella o a alguien en sus sueños. Le envió una mirada interrogante a Dukecito, quien estaba sentado detrás de ella y éste le miró de forma como que diciéndole: «No me mires así, Rebequita, tampoco estoy seguro de ello». Pero adoptando un semblante decidido, la chica posó una de sus delicadas manos sobre un hombro del peli-negro, sacudiéndolo con delicadeza e insistiendo con el llamarlo—. Por favor, Demian-san, ya es de día… debe levantarse y cumplir con sus labores. Además… s-si no le molesta… —su voz se tornó temblorosa, a causa de los nervios y acabó diciendo—. Q-quisiera que me dijera qué hacía aquí en mi habitación.

N-no… L-le ruego me disculpe, pero… ¡N-no puedo decirle!—Ante la convicción nerviosa del Michaelis en esa oración, nuevamente la muchacha no supo si le respondió a ella o a alguien del sueño.

Ah, si tan sólo la pequeña supiera que el mayordomo le hablaba al Julianito de su sueño, quien le amenazaba con convertirlo en un "pollito demoníaco" hecho y derecho en ese mismo instante (arrojándole las plumas blancas, ya que en ese punto del "sueño-repetición" YA había manchado a Demian con la miel) si no se atrevía a decirle dónde carrizo escondía las galletas de chocolate. Aja, todo ese alboroto había sucedido tiempo atrás y se repetía en el sueño por unas míseras galletitas, además de un Rosenight MUY hambriento y capaz de todo por comerlas, aún si era antes de la cena. Pero Demian debía seguir sus principios de mayordomo, impidiendo que su (en ese entonces) joven amo arruinara su apetito… aún si era amenazado en el proceso… así que al negarle la petición al niñito del sueño, éste suspiró y dijo con todo lúgubre (y más aniñado, claramente) la siguiente frase:

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«No me dejas opción, Demi… te lo advertí varias veces, pero… ¡No me queda de otra que castigarte!»

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N-no… no me haga nada, se lo ruego…—volviendo al "presente" y afuera del "mundo de las pesadillas" del Michaelis, éste había empezado a temblar y hasta a sudar frío del pavor que sentía. Rebecca estaba preocupada, ya ni le interesaba saber el por qué él se encontraba allí, sólo quería despertarlo y hacerle saber que todo estaba bien. Que no tenía que temer y que ella estaba con él… pero… ¿¡Por qué diablos quería decirle todo eso!? Su rostro se tornó colorado de la vergüenza, mientras que el pobre Demian manoteaba ligeramente y aún gritaba en sueños—. ¡Por favor, piedaaaaaad!

¿Qué hago? ¿Qué hago? —Se preguntaba repetidamente a sí misma la castaña, mirando con preocupación al hombre y luego de reojo a su compañero canino—. ¿Q-qué debería hacer, Duke?

El can sólo gimió tímidamente, con sus orejitas agachadas al igual que su colita, se notaba igual de inseguro que ella. Pero casi como si se le hubiese ocurrido una idea, Duke alzó sus orejas de golpe y se acercó veloz hacia el mayordomo, mirándolo con decisión al rostro unos segundos y mientras Rebecca lo miraba extrañado a él. ¿Qué tendría pensado el perro? Pero averiguó la respuesta a esa incógnita enseguida, al ver como el gran danés abrió su boca y pasó su lengua por una de las manos del peli-negro, de forma tan veloz que pareció ser el detonante de todo el "efecto dominó" que ocurrió después de eso…

¡NOOOOOO!

La primera fase fue el (por fin) despertar de Demian, quien gritó de completo terror y abrió sus ojos negros con sus pupilas totalmente achicadas… y ligeramente borrosas, a causa del sueño que no lo abandonaba por completo. Duke se había asustado bastante ante esa reacción y salió corriendo del cuarto, con los pies en polvorosa y perdiéndose en los pasillos. Demian estaba sudando de miedo y por fin saliendo de su pesadilla (justo cuando Julianito le arrojaba las plumas de un saco que traía consigo, tras acorralarlo en el suelo), de forma tan abrupta que dio un salto y al poco tiempo gritó:

¡LAS PLUMAS NOOOOO!

¡KYAAAAAAA!

La segunda fase fue el momento en que la baronesa gritó del susto, a causa del repentino salto que dio el (aún medio-dormido) mayordomo y sin tener tiempo siquiera de apartarse, fue empujada por éste. Ambos cayeron al suelo a gran velocidad, Rebecca como recibió gran parte del impacto se quejó levemente, hasta que notó que Demian y ella se encontraban en… una comprometedora posición. ¿La cual era…? Aja, Rebequita acorralada en el suelo, con Demian encima de ella y por si no fuera poco, encontrándose justo en medio de las abiertas piernas de la menor. No había roce alguno entre sus… ehem… "puntos íntimos", pero sí que podía malpensarse esa situación si alguien los veía… tomando en cuenta la ropa tan íntima que vestía la chica en ese momento, su camisón largo y blanco de dormir.

La cara de la baronesa estaba tan deslumbrantemente roja… que podría incluso superar los ojos de Sebastián… en ese momento fue que confirmó que, a comparación suya, el gemelo del mayordomo-negro anteriormente mencionado era considerablemente grande, casi imponente y todo un hombre maduro en su esplendor… aún con su dulce personalidad, tenía la pinta de ser alguien capaz de dominar a su pareja en la intimidad y susurrarle dulces palabras a la vez. Pero al cerciorarse de sus pensamientos tan "extraños y lascivos", impropios para una baronesita de su calibre (aunque comprensibles para una joven mujer de su edad), la chica se dio una bofetada mental y cerró fuertemente sus ojos, ladeando negativa y fuertemente su cabecita castaña. ¿¡Nina Hopkins la estaba influenciando o qué!? ¡Ahora, definitivamente, SÍ que la mataría cuando la viera!

Al poco tiempo de la caída, Demian estaba empezando a salir de su somnoliento estado, abriendo poco a poco ese par de adorables perlas negras y tratando de acostumbrarlas a la luminosidad de la habitación. Trataba de recordar lo que había sucedido antes de dormirse, cerca de la media-noche y en lo que poco a poco unía los cabos. Sí, él había entrado a la habitación de la baronesa Rebecca-sama (junto a Duke) para cuidarla, ya que sintieron una presencia amenazante cerca de allí. Había decidido quedarse hasta que amaneciera, en caso de que esa "sombra" volviera, por lo que se sentó en una silla del lugar. Había velado por el sueño y la seguridad de la jovencita, hasta que él mismo sucumbió a los brazos de Morfeo. Pero ahora que se daba cuenta… ¿Estaba en el suelo? ¿Se había caído de la silla? ¿Tanto había sido el horror de "revivir" ese "trauma emplumado" de hace unos años atrás, producto de su hambriento amo Rosenight? Pero… aunque supuestamente se había caído, no sentía dolor alguno. De hecho, sentía que había caído en algo suave y pequeño.

A-ay… duele…

¿Eh?

Al escuchar esa vocecita tan familiar quejándose, y al por fin acostumbrarse a la luz… su intriga se tornó en completo desconcierto, sumado a muchas emociones más como: vergüenza, culpa, pena y mucha confusión cruel, entre otras más. ¿¡Qué diablos hacía él acorralando a Rebecca-sama en el suelo, y en esa pose tan… tan…!? Ni siquiera era capaz de acabar esa frase, ni tampoco calmar su sonrojo de titánicas proporciones y mucho menos hablar sin tartamudear (de forma que hasta Porky*(4) estaría orgulloso), sólo fue capaz de tragar grueso y estar estático en esa posición (con sus manos posadas a cada lado de la cabeza de la menor y estando inclinado sobre ella), todo producto del shock.

¡¿R-R-R-REBECCA-SAMA?!

¿D-Demian-san…? —La pequeña castaña abrió uno de sus ojos, con mucha timidez y estando tan roja como él, aparentemente la confusión-extrema era compartida por ambos—. ¿Ya está… despierto?

¿C-c-c-cómo d-d-d-dice? —Aja, Demian seguía hablando como Porky, ya que esa pregunta tan inocente lo tomó más desorientado que nunca.

P-p-pues… v-verá usted, e-es que… y-y-yo… —¡Vaya! Al parecer el nuevo "síndrome de Porky" era contagioso.

La baronesa tuvo que tragar grueso y desviar su mirada a otra parte de la habitación, para no avergonzarse más de esa situación y ser capaz de explicarle todo lo sucedido al mayordomo. De haber podido, habría apartado al hombre de un empujón suave en lo que le explicaba, pero… su cuerpo tampoco le respondía… así que el peli-negro la escuchó todo quieto, atento y aún rojo, aunque ella apartó su mirada… Él era incapaz de hacer lo mismo. Vaya… la Barnett en esa pose y con esa expresión se veía tan delicada, tan frágil, tan inocente y tan pura, que sólo se sentía peor de tenerla tan "sometida" de esa forma, le hacía pensar que era el demonio más despiadado y sádico de todos. ¿¡Por qué su cuerpo no le respondía y se apartaba ya de encima de ella!? Pero no fue sino hasta que la menor acabó su relato que el mayor asintió, siendo únicamente capaz de decir y ya con su voz calmada:

Ya veo…

S-sí, disculpe si la "asistencia" de Duke le asustó, pero… —Rebecca aún no estaba totalmente calmada del "síndrome de Porky", por lo que aún tartamudeaba ocasionalmente y encima… su corazón latía más rápido que el de un colibrí—. Usted no despertaba y parecía realmente asustado… eso n-no me gustaba y por eso… p-pasó lo que pasó…

Entiendo… ¿Con que eso fue lo que pasó~?

Demian no pudo evitar sonreír ligeramente, teniendo que aguantarse el soltar una risita (porque sería algo inapropiado en ese momento) y siendo visto de forma extrañada por Rebecca. Éste le explicó que resultaba algo divertido todo ese malentendido, como una comedia inocente o algo parecido. La castaña enseguida se contagió de la sonrisa y asintió, ya estaba más calmada. Pero al escucharle decir al mayordomo, con una sonrisa dulce…

Le agradezco su preocupación, my lady~

Sintió que su corazón nuevamente dio un vuelco, no desagradable en lo absoluto, pero sin saber la causa de ello. Así que sonrojándose de forma más ligera, la chica sonrió con timidez y respondió:

N-no es nada, Demian-san~

Pero antes de que alguno diera el paso de apartarse, fue que escucharon unos pasos acercándose velozmente hacia la habitación, enseguida el pánico empezó a apoderarse del pobre Demian. ¡Diablos! ¡Su cuerpo se encontraba estático nuevamente y ésta vez del miedo! ¿¡Y si esa persona los veía en esa pose!? Pero algo era seguro, si los cachaba o no en esa pose, aún si lo encontraba en la habitación de una jovencita… estando a solas con ella… se armaría un GRAN malentendido y quién sabe qué le haría Juliano si se enteraba… además, la pequeña también saldría perjudicada por ello, más que nada su imagen de baronesa. Rebecca pareció sentir también la angustia del mayordomo, pero no le preocupaba que su imagen de baronesa fuera manchada por rumores, sino que le preocupaba lo que fuesen a hacerle al dulce mayordomo si lo veían a solas con ella y además, con ella vistiendo un camisón tan ligero.

Ella fue la primera en reaccionar, así que apartó suavemente al mayordomo al sujetarlo por los hombros, haciendo que ambos se levantaran y le indicó rápidamente que se escondiera detrás de la puerta del cuarto. Demian asintió torpemente (a causa de los nervios) y sin esperar hizo lo indicado, rogando que no lo descubrieran. Se encontraba literalmente pegado a la esquina de la pared, que estaba justo al lado de la puerta y con sus brazos a cada lado de su cuerpo. De modo que si alguien abría la puerta (que Rebecca sin más cerró, para aparentar que nadie había entrado), ésta lo "cubriría" y ocultaría su presencia lo suficiente.

La persona que se acercaba no tardó en hacerse presente, abriendo la puerta de golpe y de forma tan fuerte… que seguramente el pobre Demian sufrió el impacto en su rostro, ese fue el único inconveniente de su escondite (aunque afortunadamente no fue notada su presencia)… y dicha persona era nada más ni nada menos que Juliano Rosenight. Tenía sus cabellos de "pasta" más revueltos de lo normal, acompañados de su "ropajes de dormir": su pantalón púrpura oscuro y arrugado, junto a su camisón blanco y holgado. Tenía una extraña expresión de preocupación en su rostro, la que seguramente le había hecho perder el "sueño", pues su aspecto dejaba en claro que acababa de levantarse. Apenas entró y vio a Rebequita entre las sábanas (ya que apenas cerró la puerta se tiró y ocultó entre éstas, para aparentar que seguía dormida), se arrojó sobre ella y le dio un abrazo protector.

¡Rebecca, mi niña! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te pasó algo?! ¡¿Estás herida?! ¡Dios mío, por favor, dime si tienes algo! —Esos y muchos más gritos fueron los que vociferó el angustiado Rosenight.

Rebecca no pudo siquiera responder a la primera pregunta, ya que al poco tiempo después un Kirios tan o más preocupado que su amo apareció también en el cuarto, dando un segundo portazo (y volviendo a golpear al pobre Demian que se había intentado recuperar del primer portazo). El peli-rubio-crema preguntó a gritos:

¡Amo! ¡¿Rebecca-sama se encuentra bien?!

¡No lo sé, Kirios-kun, no lo séeeee! —Gritó desesperado Juliano, empezando a agitar con angustia a la menor y preguntándole—. ¿¡Estás bien o no!?

¡A-amo, no la agite así! —Le regañó Kirios, entrando al cuarto y sujetando al Rosenight por los hombros, alejándolo de la chica y forcejeando con él para que no volviera a hacerle eso.

Pero… pero… —Rebecca no entendía qué diantres sucedía. ¿Qué hacían Juliano y Kirios ahí? ¿Por qué estaban tan agitados? ¿¡Demian-san estaría bien luego de ese par de portazos!? Hasta ella se vio contagiada de la confusión y la preocupación, por lo que acabó gritando y extendiendo sus brazos de arriba a abajo—. ¿¡Qué está pasando aquí!?

Para ahorrar explicaciones largas, digamos que Kirios se había decidido por informarle a su Amo sobre aquella sombra (omitiendo el detalle de que la alimento, claro está), pues éste se había levantado temprano y gracias al "tecito" que le Yasashi-san les dio a su esposa y a él, había perdido parte del sueño. Pero al recibir la información de su mensajero, el Rosenight se alarmó mucho y esa angustia sólo aumentó, ya que Dukecito (aún en su carrera) había chocado con ellos y al notarlo tan nervioso… la única persona que se les vino a la mente fue Rebecca, quien era la que corría más riesgo en ese lugar. Todos los sirvientes, aún los pequeñitos, eran conscientes de la existencia de los demonios y de que trabajaban con dos de ellos bajo el mismo techo (Demian y Kirios), por lo que estaban más preparados para afrontar algo que involucrara algún ente sobrenatural. Pero… Rebecca no se incluía entre ellos, por lo que era vulnerable contra esa sombra misteriosa y bueno, la alarma de Duke hizo que ambos varones corrieran a la habitación de la Barnett, así que: ¡EROS AQUÍ~!

Pues, etto~o… —Kirios y Juliano alargaron la última sílaba de esa palabra y se miraron entre ellos (el primero todavía sujetando por la espalda al segundo), luego a Rebecca, intentando idear una excusa que justificara sus acciones. Ya que NO podían decirle (o afirmarle) que una sombra diabólica la acechaba, ¡NO! ¡Claro que no podían! Pero no fue sino hasta que recordaron el grito que escucharon, proferido por la voz de ella, que se les ocurrió decir tan solo—. Te escuchamos gritar y… nos preocupamos.

A-ah… ya veo, era eso… —Rebecca sonrió nerviosamente, sudando una gota gorda y asintiendo en forma de comprensión—. Les agradezco su preocupación a ambos, pero… tranquilos, sólo tuve una pesadilla~

«¡Yo también tuve una! ¡Y no fue NADA agradable! Además... ¡Ahora me duele la cara!» —Seguro fue lo que pensó un callado Demian, aguantándose soltar quejidos doloridos por su enrojecido rostro (a causa de los portazos) y esforzándose en no moverse ni nada, para que no descubrieran su presencia allí.

Ah, entiendo~ —Juliano suspiró aliviado, volviendo a recobrar una sonrisita que se asemejaba más a las usuales y al notarlo más calmado, Kirios lo soltó—. Si fue sólo eso, no hay nada de que preocuparse~

«Por ahora…»—Pensó con pesar y su rostro algo ensombrecido el Stellar, recordando perfectamente las palabras de aquél Íncubo. Pero al cerciorarse de la ropa tan ligera y blanca de la baronesa, Kirios no pudo evitar sonrojarse y apartar su mirada hacia otro lado de la habitación. Eso era malo... si seguía contemplando a la Barnett en esas pintas, él... podría perder el control—. B-bueno... si Rebecca-sama está bien, yo... ¡Me retiro!

Y dichas esas palabras, el Tsundere del Stellar salió a paso veloz de la habitación, provocando que Rebecca lo viera confundida y que Juliano, por su parte, soltara una carcajada divertida. Ah~ Los jóvenes y sus penas de ahora, le resultaba tierno ese comportamiento en alguien tan serio como Kirios. Pero… ¡Que no se ilusionara con Rebequita, ella era de Demian y de nadie más! ¡Bah~! Ya luego le buscaría alguna parejita a su mensajero también, por ahora sólo debía encargarse de velar porque su "niñita castaña" llegara con bien a casa y sin que la entidad que la acosaba se diera cuenta (pues allí estaría a salvo de ésta). Aunque seguía preocupado por lo que ese ser pudiera hacer, debía aparentar su usual despreocupación para que ni Rebecca ni los demás sintieran angustia innecesaria… también debía quedarse tranquilo, para dejarle en claro al íncubo que estaba dispuesto a pelear con él y evitar que dañara a alguien.

¡Muy bien~! Creo que ya debo irme, así podrás cambiarte y desayunar con tranquilidad antes de volver a casa, mi niña~ —dijo con su tono alegre el Rosenight, levantándose del borde de la cama en el que había estado sentado y dándole unas palmaditas a la cabeza de la chica, se dispuso a irse… hasta que se detuvo a medio camino de cerrar la puerta, para decir con tono algo cantarín—. Te recomiendo que también salgas, ya que no te gustaría ver como Rebequita se cambia de ropas, seguro ya tuviste suficiente tiempo de verla dormir como una linda angelita… al cuidarla TODA la noche… ¿verdad, Demian~?

La Barnett dio un respingo y su rostro se sonrojó cual tomate ante las palabras del Rosenight. No fue sino hasta que éste cerró la puerta a sus espaldas, que ella notó la expresión de desconcierto en el rostro (ahora rojo, pero del rubor) del mayordomo blanco. De hecho, ambos compartían la incredulidad. ¿¡Cómo y cuándo fue que Juliano se cercioró de su presencia!? Eso, queridos lectores y queridas lectoras, era uno de los misterios de la vida para Rebecca y Demian. Bueno, más que nada para la primera, ya que el segundo sólo pudo pensar que su Amo "captó" su presencia a través del aura… era un humano MUY perceptible y era capaz de sentir fácilmente la presencia de su leal mayordomo en cualquier parte. Todo lo hacía más fácil, ya que a Demian le costaba más ocultar su "aura sobrenatural" a comparación de otros demonios, a causa de su "condición de salud".

Pero…

Aunque eso pensó el mayordomo, en realidad… Juliano SIEMPRE supo que acompañó a la pequeña Baronesa en ese cuarto, desde que lo siguió a hurtadillas al lugar la noche anterior y lo descubrió cuidándola justo en el momento en que Demian se durmió. Por esa razón es que el demonio no supo que el Rosenight lo miró aquella vez, ni tampoco se cercioró de la sonrisa dulce que éste esbozó cuando cerró suavemente la puerta y se marchó a dormir a su respectiva habitación, que compartía con su esposa Isaura. Sin dudas, Juliano no se equivocaba… ese mayordomo y esa baronesita estaban hechos el uno para el otro, pero sólo el tiempo haría que el amor surgiera y que ambos aceptaran lo que sentían.

E-ehem… —Demian tosió ligeramente, con una mano en su boca y tratando de controlar su renovado sonrojo—. E-entonces, si me disculpa… con su permiso, me retiro ya… R-Rebecca-sama…

S-sí, puede retirarse, Demian-san… —Demian dio una reverencia de cabeza, dándose media vuelta y abriendo la puerta, dispuesto a marcharse y pedirle a Kailan que le preparara un "embudo" para el dolor de cabeza (a causa de los portazos), pero… justo cuando se disponía a salir, la voz de Rebecca lo detuvo en seco—. Y… Demian-san…

¿D-dígame?

G-gracias por cuidarme toda la noche, Demian-san —con una dulce sonrisa tímida apareciendo en su rostro, la cual el mayordomo observó al girarse de reojo y sobre uno de sus hombros, sólo logró sonrojarlo nuevamente—. Se lo agradezco mucho.

N-no me agradezca, por favor… como mayordomo Rosenight, estoy para servirle —y dichas esas tímidas pero amables palaras, el mayordomo blanco se retiró de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.

Rebecca al ya no escuchar el sonido de los pasos del hombre, sólo pudo soltar un gran suspiro y se dejó caer de cara a la cama, algo quizás impropio de una baronesa… pero natural para una adolescente, que ya acababa de entrar a su edad adulta. Sin dudas, ese mayordomo la tenía rara cada vez que lo veía, esa sensación aumentaba cuando estaban a solas y no, claro que no era el "miedo" que le tenía a Sebastián. Era algo distinto, que no podía comparar con otra cosa pues era la primera vez que lo sentía… esa palabra de 4letras y dos sílabas, la cual Demian igual empezaba a sentir, pero que ninguno aceptaría tan fácilmente, todo por producto de sus estatus y demás factores… como el hecho de que ella fuese una mortal y él un inmortal. Cosa que ella no sabía, obviamente, pero que para Demian era más que suficiente impedimento para aceptar que amaba a esa pequeña chica.

Rebecca sin más se levantó nuevamente de la cama, optando por darse una ducha (en el cuartito de baño de la habitación, claro está) y así calmar su mente de todo el ajetreo ocurrido. Ya se encontraba parada frente al espejo, guiándose por la vista que éste le brindaba para quitarse por ella misma su camisón blanco, dejándolo caer en el suelo y siendo éste seguido por su ropa interior. Se envió una mirada a su cuerpo reflejado en el espejo, sintiendo una ligera sensación de vergüenza y que provocó que se abrazara a sí misma… ¿Por qué? No era la primera vez que se veía desnuda, ¿por qué en esa ocasión se sentía incómoda? Era como… si no fuera la única en la habitación, pero no había nadie más allí.

Claro que estaba tan perdida en sus pensamientos, que no se cercioró de la sombra que se ocultaba entre las hojas de un gran roble, justo al lado de la ventana que daba a su cuarto… ni tampoco se cercioró del par de ojos brillantes, roji-violetas y diabólicos que la miraban desde ese mismo escondite. El oscuro íncubo se relamió sus labios, haciendo un esfuerzo mucho mayor al de cualquier demonio para no entrar de una vez al cuarto, para hacer suya a esa pequeña humana. No… debía ser paciente y sobretodo precavido, si ya le había revelado su presencia a ese "mocoso rubio" y "demonio novato" (quien a su vez le informó eso a "aquél" sospechoso hombre de cabellos de espagueti) fue como último recurso: no tenía fuerzas y debía comer algo si quería recuperarse. Así que podríamos decir que tuvo que recurrir a una táctica de doble filo, no había tenido de otra. Soltó un ligero gemido, que incluso llegaría a sonar un jadeo ligado a un rugido de reptil, ya que el apreciar a esa muchacha desnuda lo… excitaba bastante.

«Pronto serás mía… preciosa~» —susurró para sí mismo y con tono malévolo aquél ser, sonriendo de la misma forma y al ya perder de vista a la jovencita (al ésta entrar al baño), desapareció al desvanecerse entre las sombras de aquél roble.

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Ya habían pasado algunas horas después de todo eso, los demás habitantes de la mansión Rosenight se habían levantado y los sirvientes habían empezado a hacer sus labores diarias, incluso Rebecca ya se encontraba arreglada y desayunando junto con Juliano e Isaura. Todo estaba en un ambiente tranquilo, al menos eso sentían todos los que eran conscientes de su "visitante indeseado". Kirios ya había puesto al tanto de todo a los demás, incluso a los pequeñitos y les pidió a estos que NUNCA anduvieran solos, sobretodo la pequeña Blume. Daisuke y Demetrio estaban decididos a protegerla de aquél "demonio pervertido" (como le había dicho Daisuke apenas supo de él), incluso Duke lucía alerta y tratando de aparentar calma a la vez.

Una vez acabaron el desayuno, Juliano le pidió a una pequeña Blume (quien andaba cerca, "escoltada" por sus dos amigos) que se acercara y le susurró algo, en lo que le entregó un pequeño sobre blanco, ésta se puso seria y asintió de la misma forma, para luego salir corriendo en busca de algo o de alguien… cosa que alarmó a Daisuke y Demetrio. ¡¿Qué ella no había entendido que era peligroso andar sola?!

¡Espera, Blume-chan! ¡No vayas sola, ca-…! —Pero Daisuke se mordió la lengua y aguantándose el decir esa palabrota (tanto por la presencia de Rebecca y de Isaura, como por la misma Blume), sólo logró corregirse y gritar en su lugar, en lo que salía corriendo detrás de ella—. ¡PAN-AJO!

¿Pan… ajo? —Y así, estando bastante confundido por la "palabrota auto-censurada" de su compañero, el pequeño Trio lo siguió corriendo y en busca de Blume.

Claro que dándole una veloz mirada a la mesa del comedor, viendo efectivamente que allí había algunos "panes de ajos", ¿coincidencia? Tal vez sí, tal vez no, o Daisuke había gritado lo primero que le vino a la cabeza y al ver dicha mesa minutos antes. Incluso Rebequita se notó curiosa del grito del muchachito, enviándole una mirada similar de confusa a los pancitos de ajo sobre un plato, encima de la mesa. Ni modo, Daisuke era Daisuke… y su forma de ser lo hacía adorablemente Tsundere. Ese pensamiento la hizo sonreír, en lo que Juliano e Isaura reían divertidos por dicho grito del niño.

Y mientras tanto… con la pequeña Blume que corría por los pasillos de la mansión, en la búsqueda fugaz que emprendió (seguro para liberarse de la sobre-protección del par de niños, que aunque se las agradecía ya empezaba a sofocarla), ella empezó a gritar a todo pulmón—. ¡Kirios-saaaaan! ¡Kirios-saaaan! ¿¡DÓNDE ESTÁS, KIRIOS-SAAAAAAN!?

El nombrado demonio rubio-crema que se encontraba cruzado de brazos y recostado sobre una pared del pasillo, sintió como una venita palpitante apareció en su frente (a causa de la jaqueca que le provocaban esos gritos), si ya se encontraba agotado de todo lo que hizo para prepararle el desayuno a ese "íncubo prófugo"… el hecho de haber huido del cuarto de Rebequita lo dejó más cansado aún. Pero al cerciorarse de que la personita que gritaba su nombre a diestra y siniestra era la pequeña jardinera Rosenight, se sorprendió y alarmó a la vez, descruzándose de brazos y yendo hacia ella, en lo que ésta se acercaba también.

¡Blume-chan! ¿Qué haces corriendo sola? —Y la pequeña se detuvo abruptamente, soltando un suspiro pesado y de fastidio ante el tono de regaño con que el adolescente le hablaba, aunque no podía culparlo: estaba preocupado por ella (así como por todos los miembros de la mansión) y él siempre había sido como un hermano mayor para ella y los sirvientitos jóvenes—. ¡Sabes que con "ése sujeto" suelto es peligroso para ti estar sola!

¡Eso… mismo… le decimos… nosotros… Kirios-san! —Y justo antes de que la jardinera dijera algo, sus compañeritos la habían alcanzado y abrazado uno de cada lado de su cuerpecito. Estaban agotados y respiraban apresuradamente. ¡Blume podía ser bien veloz si se lo proponía!

Fufufu… lo sé, lo sé, pero sólo me separé de mis "guardaespaldas" por unos segundos… —les envió una mirada de reojo y sarcástica a cada uno de sus "protectores abrazadores", para luego añadir—. Para buscarte y decirte una orden del Amo, Kirios-san.

¿Una orden del Amo? —Preguntaron los tres varones al mismo tiempo, mirando extrañados a la pequeña, la cual asintió y prosiguió con su informe.

—"Ja, ja, das gleiche"*(5) —afirmó ella, para luego añadir—. Me pidió que te dijera que acompañaras a Henrique-san en la escolta de Rebecca-sama para su hogar.

¿Que yo… ¡QUÉ!?

¡No, no, no, noooooo! ¡Tenía que ser una pesadilla! ¿¡Cómo el Amo le pedía que escoltara a la chica a la que… a la que… de tan sólo ver le daban ganas de hacer barbaridades!? Pero, bueno… No le había informado nada a Juliano, sólo su hermana y Sebastián-san eran conscientes de esos "impulsos", así que no podía culparlo por pedirle ese asunto de confianza. También tenía su importancia, él al ser demonio podría sentir la presencia del íncubo (en caso de que el conjuro, que su hermana puso en los terrenos de la mansión, para evitar que escapara no sirviera) y así, informarle a Henrique si estaba cerca. Pero… a causa de que ÉL mismo era un peligro para Rebecca, era una táctica de doble filo. Y no podía pedirle a Demian que tomara su lugar, éste se había esforzado en la mascarada de ayer y debía encargarse de labores menores en la mansión.

Por lo que soltando un suspiro, Kirios se resignó a hacerlo, rogando internamente porque su auto-control fuese más fuerte que sus impulsos demoníacos. Pero la jardinerita velozmente le pidió que esperara, éste se extrañó y se acercó a ella, en lo que Blume le entregó el misterioso sobre y le dijo que se lo entregara al remitente luego de dejar a Rebecca en su hogar. El Stellar asintió y dándole una mirada curiosa al destinario escrito en el sobre… leyó los siguientes nombre y dirección que le sorprendieron bastante: "Para:Sebastián Michaelis. Residencia: Mansión Phantomhive. Ubicación:Londres".

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N/A: *(1) Aja, se trataba de la llave del cuarto donde Demian y Rebecca quedaron encerrados, por culpa de Nina~

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*(2) Demonio masculino que tenía relaciones con mujeres mortales y de las cuales, generalmente, abusaba mientras dormían. Contraparte del Súcubo, que hace lo mismo… solo que con los hombres~

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*(3) ¿La frase "Operación: Demian, el pollito demoníaco" no les resulta familiar?~

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*(4) Jajaja, disculpen, pero no pude evitar hacer la comparación con el buen cerdito ese xDD~

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*(5) "Ja, ja, das gleiche" significa "Sí, sí, eso mismo" en alemán~

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SEBASTIÁN: Y hasta aquí, estimados lectores y queridas lectoras, llega el capítulo 8 de la historia. La Ojou-sama al aún estar tan traumada como mi hermano me pidió que les dijera que les pide sus más sinceras disculpas, tanto por la tardanza como por si el capítulo no llenó sus expectativas o algo parecido. Pero con todo lo que le sucedió y el poco tiempo que tenía de ordenar sus ideas y plasmarlas, se esforzó en dejarlo intrigante y emocionante a la vez… además de meterle su toque de humor propio, jeje.

BLUME: ¡Hola, Sebastián-saaaaan! *Aparece de la nada y se abraza a una de las piernas de Sebby* :3

SEBASTIÁN: *Sobresaltado, pero aparentando calma* Ah, ¿qué hace aquí solita, Blume-san?

BLUME: ¡Jooooooooo! *Agita la pierna de Sebby, haciendo un puchero moe* ¡No me digas así, Sebastián-san! ¡Ya te dije que me digas "Blume-chan"! ¿¡Cuántas veces debo repetirlo!? *Suelta la pierna de Sebby y se cruza de brazos, indignada* O.Ó*

SEBASTIÁN: *Sonríe y se agacha a la altura de la nena, haciendo una reverencia y con una mano en su pecho* Le ruego me disculpe, my Little Lady… no volverá a ocurrir *sonrisa dulce y guiño de ojo* ;3

BLUME: *Se sonroja (xD)* ¡K-kyaaa! N-no sonrías así, Sebastián-san, me das penita. ¡S-sólo dime "Blume-chan"! ó/./o

SEBASTIÁN: Jejeje *Se ríe y la carga al estilo princesita* Como digas, Blume-chan *Sonrisa amable y divertida ante la "cabecita de cerecita" de la niña*

BLUME: ¡Kyaaaaaa! *Se cubre la carita con sus manos, pero luego asoma sus ojos por entre sus deditos abiertos* P-pero, tengo una duda, Sebastián-san… ¿Por qué Juliano-sama le pediría a Kirios-san que te entregara esa carta? *Mirada curiosa*

SEBASTIÁN: *Sonrisa enigmática y posa uno de sus dedos sobre los labios de la nena* Por ahora es un HI-MIT-SU hasta el siguiente capítulo, Blume-chan. Y ustedes… por favor, dejen sus reviews, favoriteen y denle a follow, queridos lectores y lectoras ;)

BLUME: ¡H-hasta el siguiente capítuloooooo! *Se despide agitando las manitas* ¡Gracias por leer!