ECOS DEL CORAZÓN

Capítulo I

Una tormentosa noche

Shuichi contemplaba aquel panorama desolador de las calles por aquella ventana grande de la habitación. Solo las luces tenues de los postes de luz iluminaban a duras penas aquellas casas y el suelo de concreto, era la hora perfecta para que los ladrones aprovechasen aquella oscuridad e hicieran de las suyas, pero, no tenía sentido que se preocupase, ya que, sabía que él no regresaría a pie, sino en su nuevo auto que acababa de comprar hace unos días. La primera hora de espera la pasó bien y podría decirse animado, teniendo como música de fondo uno de los últimos éxitos de Bad Luck. La segunda y tercera hora, se entretuvo en la cocina preparándose una sopa instantánea e intentando que su omelette especial, no se quemara. Pero, la cuarta hora se hizo más pesada, y se recostó sobre la cama boca arriba mirando al techo, empezando a aceptar la realidad de las cosas.

- El no va a regresar a casa… es la segunda vez en esta semana – suspiró y ahogó el rostro contra la almohada para reprimir aquellas lágrimas que amenazaban con salir.

Aquella habitación vacía y triste lo hacía pensar en muchas cosas. Trataba de encontrar las palabras adecuadas para decírselas a su amado escritor, ya que, realmente no podía soportar más tiempo esa situación. Yuki había estado más ocupado de lo normal esos días, tanto, que ni siquiera tenía cinco minutos para hablar con él. Actuaba extraño, no le comentaba absolutamente nada de los lugares a donde iba y mucho menos, con qué tipo de personas se encontraba. Pero, de algo sí estaba seguro, cuando Yuki se recostaba a su lado, era perfume de mujer lo que podía oler impregnado en su cuerpo y eso, lo estaba matando.

Parecía como si de repente el cantante se volviera invisible cuando trataba de hablarle o acercarse, era como si viviera con un fantasma en esa gran casa. Quizás, después de tres años de relación las cosas se estaban enfriando por completo… tal vez, Yuki se había aburrido de él y era su manera de decirle que se fuera. Esto hacía que una horrible depresión empezara a invadir su ser, tanto que estuvo a punto de faltar dos veces a los ensayos, pero, al final siempre terminaba asistiendo por temor a su manager o simplemente, porque la compañía de sus amigos lo hacía sentir mejor.

Shuichi se recostó de lado, no podía conciliar el sueño por más que lo deseara, esos pensamientos estaban dando vueltas en su cabeza. Sabía que Yuki tenía mucho trabajo y le estaba yendo muy bien en las ventas de sus últimas novelas, pero, nunca lo había descuidado de esa manera. Estos acontecimientos habían hecho que Shuichi se preguntara, si habría hecho algo para molestar a Yuki, a tal punto de que ni siquiera voltease cuando intentaba hablarle. El chico trataba de entender a su amante, pero las constantes salidas y llegadas a la madrugada, e incluso al día siguiente, iban disminuyendo considerablemente sus ánimos. Hasta el momento, fingir que era el mismo de siempre le había resultado, pero, Hiro empezaba a sospechar y había momentos es los cuales se le quedaba mirando fijamente, como si esperase que se echase a llorar en cualquier momento. Shuichi cerró los ojos con fuerza y apretó las manos aferrándose a la almohada, no podía dejarse llevar por la depresión, ya que, dentro de dos días se llevaría a cabo un gran concierto y si cometía un error, todos saldrían afectados por ello.

Sus compañeros estaban muy emocionados, al fin habían logrado que uno de los auspiciadores más reconocidos del mercado se fijara en ellos. Los ensayos habían sido más fuertes y constantes, pero, nadie se quejaba de eso. Todos estaban con una energía desbordante, todos menos él. Shuichi no se sentía con ánimos para pararse en un escenario frente a una multitud, aparentando que nada había pasado y seguir actuando como el chico hiperactivo. Esos días habían sido muy difíciles, ni siquiera podía comer bien por la angustia que sentía, y lo peor de todo, es que Yuki ni siquiera notaba ese cambio en él, ni siquiera se daba cuenta de que su relación estaba en peligro por su comportamiento tan frío y ausente. Shuichi se juró hace tres años, jamás alejarse de Yuki, tuviesen los problemas que fuesen, pero, por primera vez en todo ese tiempo, unos pensamientos nada agradables invadieron su mente.

Y cuando al fin lograba conciliar un poco el sueño, Shuichi escuchó el sonido de la puerta y unos pasos por la sala. Sin pensarlo dos veces, se levantó de un salto, se restregó los ojos para quitar alguna señal de lágrimas y rápidamente fue a su encuentro. Poniendo todo de su parte para que las cosas se arreglasen.

- Yuki, por fin llegaste.

El rubio ni siquiera lo miró, rápidamente entró a la habitación con unos libros y después regresó a la sala con unos documentos y hojas en blanco. Shuichi lo miraba impaciente, cada día era peor. Si bien, al principio Yuki no lo dejaba alejarse ni por un momento y llegaba a parecer un acosador, ahora ni siquiera le dirigía la palabra, parecía como si de repente se hubiera olvidado de que él existía, tanto que Shuichi tuvo escalofríos al pensar por algunos segundos, en que quizás había muerto y su alma era lo que vagaba por las habitaciones, y por eso, Yuki no lo podía ver. Pero, para bien o quizás para mal… él estaba vivo y la persona que más amaba en todo el mundo, lo ignoraba por completo.

Todo esto era muy duro para Shuichi. El quería tanto hablar con Yuki y quizás obtener algunas respuestas que pudiesen tranquilizarlo, pero, tenía miedo de su reacción y que se molestara en serio, o peor aun, que lo abandonase en esos instantes. Pero, pensándolo bien... ¿Por qué tenía que soportar todo eso?, ¿valía la pena sufrir por ese amor? Shuichi no sabia que pensar, empezaba a dudar de sus propios sentimientos, pero no quería imaginar siquiera lo que haría si la relación se terminase. Pero, estando ahí parado mientras veía como Yuki escribía rápidamente en el ordenador, sintió un malestar horrible apoderándose de su cuerpo.

- Yuki... ¿tienes un minuto?

- ...

- Por favor… necesito hablar contigo – dijo acercándose un poco mientras apretaba sus manos entre sí para darse valor.

- Mmmmm – por fin reaccionó, pero no quitó la mirada de la pantalla de la computadora - ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

- Yo me preguntaba si...

- No tengo tiempo para jugar contigo, tendrás que esperar hasta que acabe con esto – respondió secamente.

- Pero, solo quería saber…

- Deja de balbucear, me molesta cuando haces eso. ¿Por qué no vas a la cama? Ya es tarde y me estás molestando.

- No es justo lo que estás haciéndome – dijo Shuichi en voz baja, pero Yuki lo escuchó bien.

- Ve a dormir, no tengo tiempo para tonterías.

- Yuki...

- ¡Ya déjame tranquilo! – gritó lanzándole una mirada molesta y luego de ello, regresó a su trabajo como si nada hubiese pasado.

Shuichi se quedó en silencio. No podía creer el cambio que había sufrido Yuki. Era cierto, que él siempre era un poco frío y molesto, pero, esto era demasiado, ¿lo estaba probando acaso? Aquella actitud estaba enfriando todo lo que sentía por él, de una manera brusca y rápida, su corazón se iba desintegrando.

Shuichi se dirigió rápidamente a la habitación, intentaba controlarse pero gruesas lágrimas nublaban su visión. Quería gritar y desahogarse, tenía tantas dudas y preguntas, quizás todo había sido su culpa. En esos momentos, recordaba cuando había tenido aquella gira que duró dos semanas, en ese tiempo había estado tan ocupado que ni siquiera tuvo tiempo para llamar al escritor y aunque, a su regreso, Yuki no le dio importancia a eso, sentía que ahora se estaba vengando por ese momento. Pero, ¡él jamás lo trató de aquella manera!, después de ese viaje hizo todo por complacer a su amante, ¡no era justo que lo tratase peor que basura! Shuichi se limpió las lágrimas y se recostó en la cama, sintiendo como su cuerpo temblaba debajo de las mantas, pero quedándose dormido al final.

A la mañana siguiente, cuando despertó y se levantó de la cama, Shuichi se cambió de ropa rápidamente y salió hacia sus ensayos con la banda sin despedirse de Yuki, quien estaba en la cocina preparándose un café. Estaba seguro que ni siquiera notaría su ausencia. Además, por el momento no deseaba verlo a la cara, debía ir a ensayar de lo contrario arruinaría el concierto y no quería salir a la calle con la expresión enfadada de su amante en la mente.

Sin embargo, durante el ensayo Shuichi estuvo demasiado distraído, por momentos se olvidaba las letras de sus propias canciones y en los descansos se quedaba sentado en un rincón sin hablar con nadie. Este comportamiento era demasiado extraño y era muy evidente que había discutido con Yuki, todos en la compañía sabían eso. Hiro había estado observándolo durante los últimos días, su amigo ni siquiera parecía desear entablar una conversación y apenas terminaba los ensayos, se iba apresuradamente a casa del escritor. Parecía como si fuera otra persona, y realmente los problemas que tenía con Yuki lo hacían equivocarse en todo. Esperaba que el pelirosa le contase por su propia voluntad, pero, al escuchar los comentarios odiosos de Tohma Seguchi y las molestas comparaciones de Shuichi con otro vocalista que recién empezaba en el mundo del espectáculo, decidió que era hora de intervenir.

- Ya suéltalo, ¿qué demonios te sucede? – le dijo cuando el ensayo terminó, casi bloqueándole la puerta para que no huyese.

- No me pasa nada – respondió Shuichi sin levantar la mirada.

- ¿No me digas que él te echó de su departamento de nuevo?

- No, aun no.

- ¿Cómo que aun no?, ¿qué rayos eres?, ¿su perro o su pareja?

- ¡Ya sé!, ¡ya sé!

- ¡Shuichi!

- Por favor Hiro, dentro de dos días tendremos un concierto, no es el momento para hablar de estas cosas.

- Si no quieres hablar de Yuki Eiri, entonces al menos deberías dejar que te lleve al doctor. Te ves peor que un muerto.

- Solo estoy un poco cansado, ya verás que estaré bien para el concierto – dijo Shuichi haciendo un gesto que parecía una sonrisa, pero que no engañó en absoluto a su amigo.

- Oye, después del concierto pasa unos días en mi casa. ¿Qué dices?, tendremos una semana de vacaciones, podríamos ver películas o…

- No puedo, Yuki... – empezó a decir, pero Hiro lo interrumpió molesto.

- Me parece que ahí está el problema, creo que deberías alejarte de Yuki por unos días.

- No digas eso. Es cierto que tenemos algunos problemas, pero no es nada…

- ¿Estás seguro?

- Sí…

- Está bien, te dejaré ir por el momento. Pero, si necesitas algo sabes que puedes buscarme.

- Entendido.

Shuichi salió lentamente del edificio. Debería estar celebrando por el solo hecho de tener un concierto, y más con ese gran auspiciador, las cosas estaban yendo muy bien pero, ni esto lograba hacerlo sentir mejor.

Hacía frío cuando salió al exterior, el aire golpeó suavemente sus mejillas, pero quería caminar hasta el departamento. Por momentos, no sabía si ese temblor de su cuerpo era realmente por el frío, o por la idea de encontrarse con Yuki y no saber que decir, o quizás, el temor de hacer el ridículo en el concierto. Shuichi respiró el viento helado profundamente, se sentía cansado, no había dormido bien en esos días por culpa de todo. Lo único que deseaba era descansar, imaginó que Yuki lo ignoraría nuevamente y no le importó, al menos por esa noche, solo quería dormir profundamente. Cuando llegó al departamento todo estaba a oscuras, así que a tientas se dirigió a la cocina por un poco de agua. Sentía dolor en el estómago, pero, lo ignoraba por completo. A veces tenía ganas de enfermarse, así tal vez, Yuki se preocuparía un poco por él. Shuichi había hecho muchas cosas por el escritor, era tiempo de que éste le correspondiera. Quizás, Hiro tenía razón y debería irse por unos días, tal vez, era necesaria una separación momentánea para poner en orden las cosas. Pero, mientras él pensaba en ello, Yuki, quien había estado en su habitación, entró a la cocina y lentamente se acercó, abrazándolo por la espalda como solía hacer antes.

- Yuki, pensé que no estabas en casa – dijo Shuichi sorprendido.

- No digas nada… - le susurró mientras lo jalaba a la habitación.

- Espera, hay algo que…

- Me lo dices después.

Shuichi quería hablarle de lo que sentía. Generalmente, cuando Yuki lo sujetaba de esa manera, no podía resistirse y terminaba cediendo a sus deseos, pero, en esta ocasión quería aclarar las cosas antes de todo, porque de lo contrario no podría soportar otro de sus rechazos. Shuichi intentó hablarle dos veces, pero ya estando en la habitación los besos impedían que pudiese respirar adecuadamente. Y, sin saber cuales eran los verdaderos sentimientos de su amado escritor, dejó que Yuki lo recostara sobre la cama, mientras besaba suavemente su cuello provocándole leves cosquillas. Rápidamente, sin decirle nada, empezó a desabotonarle la camisa de una manera brusca. Shuichi intentaba no mirarlo, pero iba perdiendo la fuerza de voluntad para mantener su mente en el asunto que deseaba hablar con él. ¿Por qué siempre tenía que ser así?, desde que lo conoció, Yuki lo había tratado de esa manera, siempre tenía que ceder ante todo lo que quería, pero, empezaba a sentirse como un simple objeto que el rubio utilizaba y luego dejaba tirado.

- Yuki, por favor... tengo que hablar contigo - le dijo mientras intentaba soltarse.

- Ya cállate… - fue lo único que le respondió.

El escritor lo sujetó de las manos para impedir que se moviese y besó sus labios para evitar que siquiera hablando. Con una mano empezó a recorrer todo su cuerpo, haciendo que por unos segundos Shuichi olvidara lo que tenía que decirle. El rubio lo empezaba a sujetar muy fuerte y Shuichi se sentía adolorido, las marcas que dejó en su cuello empezaban a arderle y por el peso de su cuerpo, el aire no le llegaba correctamente a los pulmones. El cantante no estaba disfrutando de aquello en absoluto, tenía la horrible sensación de estar siendo violado en vez de encontrarse en los brazos de su gran amor.

Nunca lo había detenido antes, siempre había dejado que Yuki le hiciera lo que quisiera, le gustase o no. Jamás le había reclamado nada, aunque no podía negar que en varias ocasiones esos juegos bruscos le gustaron. Pero, esto era totalmente diferente, tanto que el temor se apoderó de él y no sabía como decírselo. Lo peor, es que empezaba a dejarse llevar como siempre, tenía miedo de olvidarse de todo el asunto, pero, justo en ese momento el sonido del teléfono lo hizo volver en sí.

- ¿Sí? ¿Quién es? - respondió Yuki con una voz ligeramente molesta. Sentándose sobre la cama a un lado de su amante.

Shuichi se quedó en la misma posición sin decir nada. Sabía que hubiese olvidado todo lo que tenia que decir, pero aquel teléfono había hecho que reaccionara. Ahora, tenía aprovechar ese momento y saber cuáles eran los sentimientos de Yuki, debería saber si realmente lo amaba, aun esta respuesta lo aterrara. Shuichi esperó que terminara de hablar por teléfono, ya que, tenía la esperanza de que esta vez Yuki si le haría caso. Pero, una vez que terminó de hablar, salió de la habitación sin decirle ni una palabra. Shuichi se quedó sorprendido por aquella actitud, Yuki lo había dejado como si nada. Muy molesto, se levantó de la cama y se dirigió hacia la sala, donde lo encontró escribiendo de nuevo en ese maldito ordenador.

- ¿¡Por qué te portas así!? – Le gritó sin contenerse más - ¿por qué me ignoras de esta manera? - Shuichi tenía los ojos llenos de lágrimas.

- No grites, ese ruido me molesta…

- ¡Pero Yuki! ¿¡No te das cuenta lo que acabas de hacer!?

- ¡Bien!, ya basta… habla de una vez.

- Yo, solo quiero saber si tu... si tu aun me amas.

- No tengo porque responder a eso – dijo después de un rato de silencio.

- ¡Dime lo que sientes por mí! ¡Quiero saberlo!

- ¡Ya te dije que no responderé a esas tontas preguntas!

- Entonces, era verdad lo que yo pensaba - dijo tristemente Shuichi retrocediendo unos pasos.

- Tengo demasiado trabajo y lo que tu pienses no me...

- ¡Ya basta!, ¿¡crees que soy un juguete o algo por el estilo!?

- Si te sientes así, no es mi problema.

- Vale, lo entiendo Yuki, entiendo todo…

Shuichi rápidamente fue a buscar una mochila y algo de ropa, metiéndola a la fuerza junto a otras cosas que necesitaba. Luego, volvió a donde Yuki estaba, intentando verse seguro y completamente decidido por lo que iba a hacer.

- Esto se acabó, me largo… – fue lo único que dijo antes de dirigirse a la puerta y cerrarla bruscamente tras de sí. Yuki intentó seguir escribiendo, pero, en ese momento no pudo, simplemente se quedó sentado en silencio. Era la primera vez que Shuichi le hablaba de esa manera, nunca desde que lo conoció, había reaccionado así. Esta vez, había llegado demasiado lejos, su frialdad había pasado los límites de la paciencia de la única persona que lo había soportado tanto tiempo. La única que siempre estuvo a su lado en los peores y mejores momentos, pero, era demasiado tarde, Shuichi se había ido quien sabe a donde, Yuki tuvo el impulso de seguirlo y alcanzarlo en la calle, pero no se movió de su lugar. El escritor se quedó inmóvil, con el sonido de aquella puerta retumbándole los oídos y esas palabras finales de su amante, atravesando hasta su propia alma…

Continuará…