Shade: We are the champions… We are the champions…! *w*
Sess: ¿Estás ebria otra vez? U.u''
Shade: No… y sí XD. No, ¡porque al fin subimos un nuevo capítulo! (y por eso celebro) Y sí porque… fue el Festival de la Cerveza :3 *Sess la mira ofuscada* Pronto cumplirás 18, y te llevaré n.n
Sess: Bien, (aunque da igual, siempre me dejan tomar cerveza x3)
Dejando esta cháchara, ¡les traemos un nuevo capítulo de R. with S.!
Advertencia: Momentos Gacha/Yuki muy… muy… extraños. Escenas bizarras. Y por ultimo: No lean esto si están comiendo.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
—Gacha… ¿Me pasas el jugo de manzana, por favor?
Gachapoid le pasó el vasito de plástico favorito de Yuki, que tenía motivos de Bob Esponja con los dedos temblándole. La niña le agradeció con una pequeña sonrisa y bebió el jugo de a pequeños sorbitos.
Habían pasado ya más de cuatro meses tras el terrible incidente…
…
…Cuando Yuki había despertado en el Hospital, lo primero que preguntó fue esto:
— Humm… ¿Dónde… estoy? ¿Dónde está Gacha? No veo nada… ¿Es de noche, acaso?
Para los Vocaloids eso fue uno de los peores momentos de sus vidas, pues, ¿cómo le explicas a una niña de nueve años que tuvo un accidente y que ha perdido la vista? Y fue peor por el hecho de que la pelinegra empezó a desesperarse y a llamar a gritos a su amigo: "Gachapoid… ¡Gachapoid!". Gachapoid no lo soportó ni un instante más: Se había zafado del abrazo contenedor de los Kagamine y se precipitó sobre ella, también llorando histéricamente: "¡Por favor perdóname, Yuki! ¡Ya no puedes verme, pues quedaste ciega por el accidente! ¡Perdóname! ¡Perdóname!"
La niña se había quedado de piedra, como si estuviese analizando lo que acababa de oír… Dos milésimas de segundo después, se desató el infierno en la sala: Yuki empezó a gritar de forma espantosa, revolviéndose en la cama como si estuviera posesa, palpándose el vendaje de los ojos, tratando de arrancárselo, mientas Gachapoid trataba de impedírselo a su vez, todos gritando al tiempo… Finalmente fue necesario que el doctor (quien regresó por el alboroto), interviniera en el desmadre formado sedando nuevamente a Yuki y echando al pasillo a los Vocaloids, quienes se llevaron a Gachapoid casi a la fuerza, pues él no quería separarse de Yuki…
Dos semanas después, a Yuki le dieron autorización para ir a casa.
El doctor les había asegurado que aunque la capacidad de la vista se había atrofiado totalmente, con muchísima terapia física y psicológica, así como del total apoyo y cariño de parte de ellos, Yuki podría salir adelante. Todos los Vocaloids se comprometieron con la nueva y ardua tarea: se turnaban para cuidar de la niña y para enseñarle, paso a paso, como desenvolverse por sí misma, "como si tuviese un pañuelo en los ojos" como le decía Miku-nee. Sin embargo, los primeros días en casa fueron muy angustiosos para todos:
Yuki al principio no quiso aceptar su ceguera y se resistía a todos los intentos de los mayores de enseñarle a vestirse o a bañarse, escapándose hacía otro lado. Constantemente chocaba con las paredes, las puertas y las cosas a su alrededor, al punto que más de una vez se le formaban chichones en la cabeza por los objetos que le caían encima; cuando esto ocurría, soltaba gritos y lloriqueos de desesperación: Tuvieron que quitar todos los adornos y mantenerla casi siempre vigilada. Por más que trataron de enseñarle a comunicarse por medio del Braille (1), el lenguaje de señas y el JAWS (2), casi siempre desistían por la actitud demasiado inquieta de la niña. Las horas del baño, vestido y comida eran casi un martirio para quienes les tocaba de los Vocaloids hacerlo, pues era una lucha constante de que se quedara quieta…
Era en esas instancias que le pedían a Gachapoid que le hablara, pues parecía que solo él podía "aquietar a la fiera".
En parte gracias a él, como de parte de la terquedad-tenacidad de los mayores, y en últimas instancias, de la asesoría de una psicóloga infantil particular, Yuki empezó a tranquilizarse y a dejar de patalear. Entendió que eso no le devolvería la vista y que, sobre todo… eso lastimaba a Gachapoid. Así, mansamente fue cooperando con su rehabilitación, volviendo poco a poco a mostrar sus chispeantes y caprichosas sonrisas: No se trataba de resignarse, sino de seguir adelante.
Pero para Gachapoid era una historia distinta: Para él era muy difícil ver esos ojos opacos que se posaban en él, pero que no lo enfocaban. Los mayores le insistían que aunque Yuki ya no podía verle, seguía siendo Yuki. Pero aun así… aun así, Gachapoid no podía evitar sentirse apartado de ella, como si los separase una pared de cristal, aun estando sentados en la misma cama.
¿Por qué se sentía así? Yuki era su súper mejor amiga… su inseparable compañera de juegos, su Gatúbela, siendo él Batman… Pero también sabía que ella lo necesitaba más que nunca: Recordaba cómo una vez, Luka-san se había fracturado una pierna y Gakupo la había cuidado por dos meses seguidos, sin descuidarla ¿por qué no hacía lo mismo? Tal vez por el hecho de que un hueso roto podía volver a curarse… pero los ojos no.
—Ehm, Yuki…
— ¿Humm? —Ya había terminado de tomarse el jugo y ahora hacía girar el vasito entre sus dedos.
— ¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Te traigo un dulce de manzana que tanto te matan? ¿Te traigo tu mantita? Pídeme lo que quieras…—Y luego dijo en un momento de inspiración—: Soy tu devoto sirviente, princesa, a tus órdenes.
Yuki compuso una sonrisa ante el remedo a Len. Para ella era un inmenso alivio contar con su mejor amigo en esta nueva vida de perpetua oscuridad. Los primeros días fueron tan terribles que llegó a pensar que se había acabado todo, que ya no habría razón para sonreír o seguir intentando adaptarse… ¡No ver más el sol salir en las mañanas, no ver más las rojas y brillantes manzanas que los mayores le traían todos los días, no ver más el rosa del algodón de azúcar, o los colores brillantes de los globos en el parque! No ver más los rostros femeninos y masculinos de los Vocaloids… No ver más el rostro de su querido Gachapoid. Eso fue lo que más le dolía de todo, por encima de la misma discapacidad…
—Gacha…
Ella estiró las manos hacía delante… como si quisiera tocar algo. Automáticamente el niño de pelo aguamarina las tomó entre las suyas, sintiéndolas suaves y tibias. Pero la niña deshizo el agarre y empezó a tantear alrededor de sus antebrazos, por lo que Gachapoid se quedó totalmente quieto, casi hasta minimizando su respiración… Las manitos de la niña se posaron en las mejillas de él, como si quisiera sentirlas… Una lágrima se deslizó por la mejilla de Gachapoid, al sentir sus caricias. Era un contacto suave y áspero a la vez. Le dolía como una espina clavada y le emocionaba como un regalo navideño...
Como si fuera un ritual metódico, Gachapoid posó cuidadosamente sus manos en el rostro de Yuki, evitando adrede las zonas de sus ojos, acariciando sus mejillas, nariz y mentón con suavidad, recibiendo un suspiro de parte de la niña. Se acercó más a ella, rodeándole lentamente con sus brazos, haciéndola estremecerse contra sí… Ella se sentía tan bien de esta manera, se sentía… a salvo de la misma oscuridad que le rodeaba. Sintió entonces un besito en la mejilla, de parte de él.
—Yuki… Yuki… —susurró contra su oreja, casi… besándosela—, te prometo que de ahora en adelante… te cuidaré mucho.
—Gracias, Gacha; yo sé que lo harás—musitó la niña, feliz por las cariñosas atenciones de Gachapoid.
Se quedaron así por el restode la tarde.
-o-
La que en un comienzo pareció ser un gran día para Yuki y Gachapoid… llegó a arruinarse desde la cena, donde queriendo ser fiel a la promesa de cuidar muy bien de Yuki, quiso darle de de comer él mismo, cortándole y poniéndole los trozos de Korokkes (3) en la boca y limpiándole luego con la servilleta…
Seguramente pensarán ustedes algo como: "Awww, que tierno es Gacha, mírenlo como cuida de Yuki…" Bueno, eso es lo que pensaban también el resto de los Vocaloids allí sentados… Pero luego Gachapoid tuvo la… ejem, "brillante idea" de masticarle su propia comida, regurgitarla en el plato, recogerla en una cuchara y tratar de dársela a Yuki como una suerte de… puré. Sin embargo, las caras de los Vocaloids mayores era de perplejidad, estupor y… más que nada, asco.
¿Cuál fue su explicación? Cuando lo llevaron lejos de Yuki para preguntarle qué puñetas estaba haciendo, Gachapoid se enrojeció y replicó: —Ustedes no lo entienden… No quería que ella se cansara masticando.
—Ay, Gachapoid…—repuso Miku recuperándose del estupor tras su respuesta—; Es muy… lindo de tu parte que quieras ayudar a Yuki, pero ella puede comer sola…
—No, no lo entienden… solo quiero que ella sepa que yo la cuido muy bien. —repuso Gachapoid con testarudez.
No, Gacha: claro que ellos no lo entendían. ¿Qué diablos saben ellos de tener a una amiga tan querida por ti, que necesita de ti desesperadamente? Nada. No le importaba, y seguiría cuidando de ella… Regresó a la mesa, donde Yuki estaba comiéndose con avidez las Korokkes de Kaito, quien se las cedió al quitar el plato del puré de Gachapoid. En esos momentos, tocaron a la puerta. Rin fue a abrir.
— ¡Miren quien llegó…! ¡Hola Kikaito…!
Oh… Crap.
"¿Cómo, Kikaito? ¿¡Que hace él aquí!?" se dijo Gachapoid caminando a grandes zancadas hacia el vestíbulo, donde estaba el pequeño Shion saludar al resto de Vocaloids, y estos lo invitaban a entrar. En ese instante Kikaito chocó con Gachapoid, quedando ambos niños de frente, mirándose fijamente a los ojos…
Por un instante, Gacha deseó tener visión laser como Timmy Turner (4) y derretir a Kikaito ahí mismo como si fuese mantequilla; que de pronto un yunque atravesara el techo, así como en las caricaturas, se estrellara sobre la cabeza del niño y le partiera el cráneo; que apareciera de pronto Slenderman, se lo llevara al bosque y de allí lo descuartizara; que pasara la Roda-Roda y lo dejara como una calcomanía en el suelo… Solo pensaba en 1.001 formas de hacer sufrir a ese niño que tenía en frente en esa fracción de segundo, quien sin duda alguna, era el ÚNICO responsable de su más grande desgracia: lastimar a Yuki.
—Hola, Gacha. —dijo finalmente Kikaito.
—Hola—contestó automáticamente—, que sorpresa verte… ¿Qué haces aquí?
—Le pedí a Akaito-nee que me trajera cuando supe que Yuki-chan regresó del hospital… Quise visitarla y saber cómo estaba y si necesitaba algo, pues también es mi amiga—replicó el pequeño Shion con una sonrisa.
"¿Cómo te atreves a llamarte su amigo…? En serio, algún día pagarás por decir eso" —Ah… que amable de tu parte, pero yo he cuidado muy bien de ella, así que no necesita nada más.
— Bueno, ¿por qué no se lo pregunto yo mismo? —replicó finalmente Kikaito y pasando sobre Gachapoid, se sentó en la mesa, justamente en la silla aledaña a la de Yuki, recibiendo un plato de Korokkes… El solo hecho de verlo allí sentado, justo al lado de su mejor amiga, le hacía hervir la sangre. Entonces lo oyó decir: —. Vaya, Yuki… Te vez muy bien. Oh, debiste pasar momentos muy feos, ¿verdad?
—Sí, pero ya estoy mucho mejor, gracias—contestó Yuki con una sonrisa.
—Eso es bueno—le concedió Kikaito, pasándole un brazo por encima—, veo que te encantaron los Korokkes que hizo Luka-san, ¿te doy los míos? Aquí te los dejo…
Okey, eso fue ir demasiado lejos.
En solo dos segundos, Gachapoid le quitó de las manos el plato con los Korokkes de Kikaito, quien ya los había dejado frente a Yuki… Pero al haberlo retirando con tanta brusquedad, el plato se le escapó de las manos como si fuera un frisbee, haciéndolo aterrizar sobre la mesita favorita de Meiko-nee… derribando su preciada estatuilla de sake hecha de cristal, obsequio de Heineken por su patrocinio en el concierto del 2012, y que ella prohibió que tocaran por NADA del mundo. Y allí estaba en el suelo…
…Oh, oh.
— ¡¿Qué pasó?! ¡¿Qué se rompió?!
Los Vocaloids mayores, quienes momentos antes estaban en la sala para ver el nuevo video de Miku que estaban pasando por la tele, corrieron al comedor al oír el inconfundible sonido de algo rompiéndose… Y es que ya Gakupo lo estaba diciendo: "¿Creen que sea buena idea dejarlos solos?" "Claro que sí, te preocupas demasiado" había contestado Meiko-nee llevándose al buche un trago de sake… Y ahora la propia Meiko observaba los trozos de porcelana del plato, los Korokkes despezados en la alfombra, y… y allí, como una pobre víctima del destino, su hermosísima estatuilla de sake, partida en pedacitos.
La castaña parpadeó rápidamente, como si no pudiera creer lo que estaba viendo ahí delante… Observó a los tres niños, quienes se habían quedado petrificados en sus posiciones, incluso Yuki, pues había oído el sonido de destrozo. Miku, Kaito, Rin, Len, Luka y Gakupo observaron aterrorizados cómo, lentamente, la cara de la Vocaloid Roja se volvía más y más colorada… e inflada. ¡Oh, no: su Rostro de las Consecuencias, no!
—Ehm… Ehm… Mei-chan, cál-cálmate, respira profundo, contemos ovejitas, ¿sí? Una… dos… tre…
— ¡Te callas, Bakaito! —gritó la castaña haciendo encogerse de miedo a su pobre novio y que gimoteara: "¡No me pegues, si no fue mi culpa!" — ¡Y ustedes tres! ¿Qué no les dije un trillón de veces que no jueguen con los platos? ¿Qué no les dije un trillón de veces que no se acerquen a mi estatua de cristal? A ver, ¿quién arrojó el plato? ¡Contesten ya…! —Los niños se miraron asustados—. ¡Contaré hasta tres! ¡Uno…! ¡Dos…!
— ¡Fue Gachapoid! —graznó Kikaito señalando al niño de pelo aguamarina con un dedo, dejando a Yuki (Y a los demás), estupefactos. Meiko volteó a ver a Gachapoid, cuyo rostro estaba tan rojo como el de Meiko, pero no solo de vergüenza, sino de rabia.
— ¡No, no es cierto! —gimoteó Yuki de pronto, levantándose y abrazando a su amigo—, fui yo, Meiko-nee, no Gacha… ¡Fue mi culpa, castígame a mí!
Meiko estaba aun más estupefacta que hacia quince segundos… Miraba alternativamente de Yuki a Gachapoid, como si tratar de asimilar lo que estaba pasando… Finalmente miró fijo al niño dinosaurio.
— ¿Eso es cierto, Gachapoid?
Gachapoid miró fijamente a Kikaito: Vaya amigo resultó ¿eh?, cuando un verdadero amigo lo hubiera cubierto con una mentirita piadosa… En cambio, Yuki… Yuki lo estaba defendiendo, a pesar de no ser testigo ocular y que por ello los mayores posiblemente no creerían en su palabra… Se sintió sumamente conmovido por su gesto… pero no, no podía permitir que ella pagar los platos rotos por él. Él le prometió que la cuidaría mucho… Por eso, le acarició por un instante la tierna mejilla de la niña y le susurró: —No te preocupes por mí…
— ¿Y bien, Gachapoid? ¿Cuál es tu respuesta?
—…Sí.
— ¿Sí, qué?
—Sí, Meiko-nee. Fui yo quien arrojó el plato—respondió Gachapoid bajando la cabeza.
Fueron tres segundos de silencio, en lo que solo hubo dos movimientos: el suspiro de Meiko y los brazos de Yuki arrimándose más a Gachapoid, como si quisiera protegerlo… El rostro del niño Shion, ya no tan tenso, se le estaba formando una discreta sonrisa en las comisuras de los labios.
—Te vas a la cama ahora, sin postre—repuso Meiko finalmente, apretándose el puente del la nariz. Gachapoid asintió y apartando el abrazo de Yuki así como ignorando su mirada, subió quedamente las escaleras, hasta que se oyó un leve portazo. Luego, la castaña mandó a los otros niños de jugar al patio.
— ¡Cielos! ¿Qué cuernos le está pasando a Gacha hoy? —masculló Len en cuanto se fueron—, se está comportando de una forma muy extraña.
—No lo sé—resopló Meiko dejándose caer en la silla y tomándose un muy necesario trago de sake—. Primero el puré, ahora el plato…
—Tal vez esté muy estresado por lo de Yuki…—musitó Miku encogiéndose tristemente de hombros—, él es un niño, es más difícil para él sobrellevar este trauma tan fuerte; mira que apenas nosotros podemos…
—Aun así, Miku, eso no es normal en él—terció Rin trayendo de la cocina una palita y la escoba—, él no es así…
—Bueno, ya veremos que hacemos para ayudarle… Ahora, a recoger este desastre.
-o-o-o-
Todas las luces de la Mansión Vocaloid estaban apagadas. Era una noche calurosa, de esas donde abrías la ventana al máximo, en un intento de dejar entrar las pocas brisas que tenían la molestia de pasar por allí y te acostabas lo más ligero posible…
Gachapoid seguía dando vueltas y más vueltas alrededor de su habitación, de forma lánguida, como hacen los pececitos dorados al recorrer una y otra vez sus estrechas peceras. Sentía las baldosas del piso contra las plantas de sus pies, mientras hacía girar entre sus dedos, y sin que lo notara, el vasito favorito de Yuki. Lo hacía girar como había hecho ella…
De vez en cuando intentaba distraerse de la revuelta de pensamientos que danzaban en su mente, ya sea abriendo un libro para luego dejarlo caer, jugar con su PSP para luego apagarlo, intentar contar ovejitas para luego quedarse mirando el techo con expresión casi abstraída…
Estaba molesto. Muy, muy… molesto. No, no con Meiko-nee por que lo mandó a la cama sin poder comerse una de las deliciosas operetas (5) de chocolate de Rin-nee, ni con Miku-chan por qué lo miró extrañada cuando le explicó lo el puré, ni con nadie de la Mansión… Estaba molesto, sí, pero con él.
Desde el momento que lo vio apostado en el vestíbulo de su casa, se había irritado. Desde el momento que le empezó a hablar a Yuki, estaba enojado… Desde el momento que le dio los Korokkes, apartando su puré hecho para ella con tanto cariño… estaba completamente fuera de sí.
¿Con que derecho, eh? ¿Con que derecho Kikaito tenía para hablarle a Yuki, si fue precisamente él y su estúpido jueguito de las tijeras la que ocasionó esta catástrofe en primer lugar…? Oh, oh sí… como le encantaría a él hacerle sentir lo mismo que estaba condenada a sufrir su querida amiga para siempre…
Yuki…
Su querida amiga para siempre…
…Ciega por siempre.
—Yuki…
En eso, oyó una risita afuera de su habitación.
— ¿Yuki?
La risa se volvió a escuchar, un poco más fuerte. Era una risita entrecortada (tal vez sería de Meiko), que sonaba algo aguda (tal vez sería Len o Rin) e… infantil. Era de Yuki.
Gachapoid dejó el vaso en la mesita y se apresuró a abrir la puerta, creyendo por un momento que la niña de pelo negro estaría tras ella, tal vez llorando por una pesadilla y necesitada de su consuelo y un espacio en su cama (ya se imaginaba rodeando su pequeño cuerpecito en la sabanas de colores y los peluches de dinosaurio…) y ya esperaba recibirla en un reconfortante abrazo… tras abrirla completamente no vio a nadie.
Gachapoid miró a ambos lados, extrañado y confundido. ¿Será que lo imaginó? Ya había vuelto a cerrar nuevamente la puerta y tratar de dormirse de una buena vez, cuando… volvió a oír la infantil risa tras la puerta.
Rápidamente tomó de su mesita la pequeña linterna roja que usaba cuando jugaba con Yuki a los monstruos en el armario. Se armó de valor (y sosteniendo su peluche más grande para extra protección) salió de su habitación, rumbo al pasillo lateral, donde parecía provenir la dichosa risa… La oscuridad era casi total, y todo, aparte de la risa, parecía esta en completo silencio y quietud…
Al doblar a la esquina, en el derrame de la ventana, estaba una figura pequeña, envuelta en una mantita blanca hasta la cabeza. Gachapoid se acercó lentamente, aferrándose más fuerte a su peluche, esperanzado de que no fuera un fantasma… De ese blanco bultito se le oyó reír.
—Jijiji… Gacha, jijiji…
— ¿Yuki? ¿Qué estás haciendo ahí? —musitó dejando el dinosaurio en el suelo y riendo también—, ¿tuviste una pesadilla? Está bien Yuki, aquí estoy contigo...
—No, no tuve una pesadilla—respondió la niña, extrañamente sin voltearse a verlo— fue un sueño muy, muy maravilloso…
—Oh, eso es genial, Yuki. ¿De qué trataba? —Volvió a oírle reír—, ¿qué… que es tan gracioso?
—Jijiji… Soñé… Jijiji… soñé… que me devolvías la vista. Y... Jijiji… no solo fue un sueño: eso es posible, Gachapoid.
—Ay, Yuki…—Gachapoid se sintió apesadumbrado. —Eso es… muy tierno, de veras, pero… pero, yo no puedo hacerlo. Yo… de verdad quisiera devolvértelos, pero los mayores dijeron…
—Al diablo con los mayores—el niño dinosaurio se quedó perplejo ante la palabrota usada por Yuki. ¡Sí ella siempre decía que no debía usarlas! —, ellos no saben nada, Gacha… Pero nosotros sí.
— ¿Nosotros?
—Sí… nosotros. Tu... yo… y Kikaito-kun.
— ¿Él? ¿Él que tiene que ver aquí? —farfulló Gachapoid molesto—, ¡si fue justamente por su culpa que estas así!
—Sí… es cierto. Jijiji… él hizo esto, Gachapoid… pero también él puede ser la solución de esto…
— ¿Eh?—Cada vez estaba más confundido. ¿Qué significaba eso que decía? ¿Y por qué no lo miraba a él? —Yuki, no entiendo que quieres decirme… Yuki, mírame… Yuki, mírame por favor…
Y dos segundos después, Gachapoid se puso a gritar con todas sus fuerzas.
El rostro de Yuki, casi encerrado por la cobijita blanca, mostraba sus ojos completamente negros, sin cuencas como un cráneo, mirándolo fijamente. Gachapoid dejó caer la linterna, sobrecogido de espanto. Así, con la luna iluminándole, se veía aun más fantasmagórico… El monstruoso bulto sin ojos empezó a dar pasitos hacía el, haciéndolo retroceder.
— ¿¡YUKI, QUE TE PASÓ?! ¡NO TIENES OJOS, NO TIENES NADA!
—No, no tengo ojos, no tengo nada… pero tú me los darás—replicó Yuki esbozando una horripilante sonrisa—. ¿Si lo harás, Gachapoid? Me lo prometiste… Me prometiste que cuidarías de mí… ¿faltarás a tu promesa, Gacha?
—No… no… ¡No, no lo haré! —gritó de forma entrecortada—, ¡no lo haré, pero no te acerques!
—Oh… ¿Y por qué no? Si tu eres mi amigo, Gacha… ¿Ya no quieres ser mi amigo? —Gachapoid sintió terror ante esas cuencas vacías, adornada con esa sonrisa—…Te quiero mucho, Gacha, mucho… Y vas a ayudarme a recuperar mi vista, ¿verdad?
— ¡SÍ…! ¡SÍ LO HARÉ! ¡SÍ LO HARÉ! ¡HARÉ LO QUE TU DIGAS, HARÉ TODO LO QUE TU DIGAS…!
— ¡Gachapoid! ¡Gachapoid, despierta!
— ¡YUKI, YUKI, HARÉ TODO LO QUE TU QUIERAS, TODO…! ¡CUIMPLIRÉ MI PROMESA, LO PROMETO…!
— ¡Gachapoid…!
Y sintió un pequeño bofetón, haciéndolo despertar.
Gachapoid se levantó gritando, haciendo sobresaltar de miedo a todos los que lo rodeaban, pensando que debían llamar a una ambulancia. El niño de pelo aguamarina parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz que provenía de la lámpara del techo. Al mirar alrededor, no estaba en el pasillo junto al derrame de la ventana, sino en su habitación. Miró a todos los presentes, que eran los Vocaloids mayores, todos iban en bata y con las caras sumamente pálidas.
—Eh… hola. —murmuró—. ¿Qué hacen aquí? ¿Qué hora es?
—Gachapoid… tuviste una pesadilla. —susurró Miku, abrazada a su Negi—. Y… estabas gritando.
— ¿Gritando? —Observó a cada uno de los Vocaloids mayores, que lo miraban con preocupación. —. ¿En serio? Pues… yo… no recuerdo nada. No recuerdo nada, Miku-chan, te lo juro…
—Bueno, no te preocupes—dijo Meiko en un tono suave, pasándole una mano en su mejilla, acariciándolo—, sea lo que sea, ya pasó. Todo está bien.
"Sí… todo está bien" pensó el pequeño niño dinosaurio, sonriendo al parecer aliviado de que todo lo que vio fuese una horrible pesadilla… Pero estaba sonriendo por otra cosa… Estaba sonriendo por que por fin cumpliría a totalidad la promesa a su querida Yuki… Había fracasado miserablemente en protegerla de… eso. No debía fallarle esta vez: Gachapoid se había tomado su papel de "guardián y protector" de Yuki más que a lo serio, a lo trágico.
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Author's Note:
(1) El braille es un sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas ciegas, desarrollado en forma de puntos. Fue ideado por el francés Louis Braille a mediados del siglo XIX. En este caso, se usa el braille japonés, que es una abugida basada en vocales.
(2) El software Windows JAWS es un programa especializado para personas invidentes.
(3) Los Korokkes es un plato japonés que se presenta como aperitivo. Son croquetas hechas de puré de papas con carne molida, todo frito y rebozado.
(4) Se refiere al episodio de Los Padrinos Mágicos: "Padre Tiempo", donde Timmy desea tener ojos láser para derretir cosas, entre ellas el trofeo de su padre, provocando que él viaje al pasado y arruinando su propio futuro.
(5) Postres cuadrados de galletas bañadas en chocolate.
Shade: ¡Chan, chan, chaaan…! XD
Tanto jugar Yume Nikki me traumó ya XD Y esto no es nada comparado con lo que viene ahora.