Una idea loca que se me ocurrió…y que se va enredando, enredando…como en el muro la hiedra.

Y por supuesto, no soy dueña de Hey Arnold! O sea, ¿yo? ¿quién se creen que soy? ¡Crimeny!

Oxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxoxo

.

Arnold estaba peinándose, cuando su abuelo le preguntó por cuarta vez.

-"¿Estás seguro que no quieres que te lleve? Tengo la chatarra a punto para dar una pequeña vuelta al colegio."

Arnold negó con la cabeza.

-"Voy a tomar el bus escolar, Abuelo. Gracias."

-"¡La ración mañanera está lista!"- gritó su abuela desde la cocina, al tiempo que se escuchaba una vieja trompeta tocar la diana militar.

-"Galletita, ¿cómo encontraste esa trompeta?"- su abuelo se giró y comenzó a dirigirse hacia la cocina. Arnold terminó de arreglarse (dando una última mirada al espejo) y salió rumbo a la cocina.

-"Bien, Tex, tu orden está lista"- su abuela le entregó un plato en cuanto el niño se sentó en la mesa.

-"Gracias, Abuela"- respondió Arnold, comenzando a comer rápidamente.

-"No tan rápido, Chaparrito, no te vayas a atragantar. Si no alcanzas el bus, siempre te puedo llevar…"- su abuelo comenzó a decir, cuando fue interrumpido por el timbre.

Arnold saltó de su silla esperanzado, tragando el último trozo de pancake en el camino a la entrada. Abrió la puerta, pensando en ver a una niña rubia. Pero en lugar de ella, se encontró con Gerald evitando a duras penas ser atropellado por la acostumbrada estampida de animales.

-"¡Arnold, viejo! Vine a buscarte para ir al colegio, ¿estás listo?"- Arnold trató de ocultar su desilusión a su mejor amigo.

-"Eh, sí. Voy a buscar mis cosas y nos vamos."- respondió, permitiendo a su amigo entrar a la casa.

-"¿Tu abuelo no nos va a llevar?"- preguntó Gerald con cara de sorpresa. Arnold suspiró.

-"Le dije que no, Gerald. Quiero tomar el autobús"- Arnold vio la cara de confusión de su amigo.

-"Como quieras, Arni. Pero debemos apurarnos entonces."

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Varios minutos después, Arnold se hallaba sentado en su acostumbrado lugar en el bus escolar, rodeado por sus compañeros de clases, quienes lo saludaban y hacían varias preguntas. Lo reconocía, se sentía bien estar de regreso junto a sus amigos. Sólo había un único punto gris en medio de su alegría, consistente en una distante niña rubia sentada en su puesto habitual, sola (Phoebe se encontraba entre sus compañeros que le rodeaban) y aparentemente indiferente a lo que ocurría en el bus.

-"¿Puedes correr y moverte?"- preguntó Stinky.

-"¿Cómo fue estar en coma?"- preguntó Sid.

-"¿Es cierto que te quedaste en coma por comer mucho?"- preguntó Harold con preocupación.

-"¿Viste la luz al final del túnel?"- preguntó Sheena.

-"¿Entonces, escuchabas todo lo que pasaba alrededor?"- consultó Nadine

-"¿Viste algo extraño? ¿Pudiste ver gente muerta?"- preguntó Curly

Arnold, aunque feliz, comenzó a sentirse mareado de todas las preguntas. Sus compañeros hablaban casi al mismo tiempo y no cesaban de hacer comentarios y preguntas.

-"Sí, puedo correr, aunque me canso rápido; no estuve en coma; no enfermé por comer en exceso; podía escuchar y ver si una enfermera me ayudaba a abrir los ojos…"

-"¿Es cierto que te vieron varios médicos sin poder hacer nada?"- Lorenzo lo interrumpió.

-"¿Era difícil mover la flecha en esa pantalla?"

-"¿Cómo comías? ¿Te abrían la boca y movían tu mandíbula para que tragaras?"

-"¿Cuánto tiempo estuviste en coma?"

-"¿Cuándo te dieron de alta?"

-"¿Quedaste con algún problema?"

Arnold intentó responder, pero fue interrumpido por otra avalancha de preguntas y comentarios.

-"¿Podrás participar del juego del sábado?"

-"Debiste pedir más licencia médica…"

-"Es ciertamente tan encantador que hayas podido mejorarte…"

-"¿No obtuviste ningún súper poder?"

-"No, Sid. Eso es sólo si te pica una araña."

-"Ey, Arnold, tengo un problema y…"

Arnold ni siquiera intentó responder. Tras esa frase, muchas voces se dejaron oír.

-"Uy, cierto. El otro día…"

-"¡Yo le pregunté primero!"

-"Arnold, tengo un problema, ¿me podrías ayudar?"

-"Necesito un consejo urgente, ¡no sé qué hacer!"

-"¡BASTA!"- el fuerte grito se impuso a todos los comentarios y preguntas. Arnold sonrió al ver a Helga acercarse enojada, mientras todos sus compañeros miraban algo asustados.

-"Madame Uniceja"- murmuró Harold.

-"Miren zopencos. El pobre…"- Arnold vio a Helga dudar una milésima de segundo sobre cómo llamarlo -"Camarón con pelos lleva qué, ¿diez minutos?"

-"Once minutos y cuarenta y seis segundos aproximadamente"- respondió con eficiencia y tono tímido Phoebe -"y contando"

-"Sí, bien"- Helga retomó su discurso -"eso arriba en el bus, y ya lo están acribillando a preguntas con sus gritos y chillidos"

-"Yo no chillo"- se quejó Rhonda. Helga le disparó una mirada sarcástica.

-"¿Y? ¿Desean enviar al pobre imbécil al hospital por sordera? ¿Quieren marearlo? ¡Déjenlo en paz unos momentos! ¿Cómo rayos esperan que se habitúe a este zoológico si lo están molestando todo el rato?"

Arnold vio a su mejor amigo ponerse de pie.

-"Nunca pensé que lo diría, pero Helga tiene razón. Dejemos respirar a mi mejor amigo. Consultas en orden, después."

Todos sus compañeros se fueron dispersando a sus asientos habituales. Helga ya se había dirigido a su puesto. Arnold sonrió. Helga podía fingir indiferencia, pero no era indiferente. Como observó en el hospital, ella solamente estaba (como de costumbre) tratando de ocultar algo. Se preguntó si alguna vez le mostraría ese algo. Su amigo regresó a su asiento junto a él.

-"No me estaba mareando"-le dijo sonriendo.

-"¿No? Porque yo sí"- respondió Gerald. Su amigo pareció mirarlo extraño y luego negó con la cabeza.

-"Al menos, ya estás aquí"- sonrió Gerald -"Espero que ahora todo podrá volver a ser normal, como antes."

Arnold no respondió a esa declaración, mirando fugazmente a la figura vestida de rosa a la distancia.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Arnold caminaba por los pasillos del colegio, junto a Gerald. La mayoría de los niños conversaban, arreglaban sus cosas, caminaban rumbo a sus salas de clases, pero cuando veían a Arnold junto a su amigo, no faltaban los que comenzaban a murmurar e incluso lo señalaban. Al volver a clases tras salvar el vecindario, había pasado algo similar, pero mucho menos incómodo. En esa ocasión, no faltaron quienes se acercaron a pedirles autógrafos. Ahora, sólo eran murmullos incómodos y dedos señaladores.

-"No te preocupes, ya se acostumbrarán"- dijo Eugene, apareciendo con su silla de ruedas de la nada.

-"¿De qué hablas?"- dijo Gerald. Arnold comenzó a sospechar que Gerald había decidido fingir que todo estaba normal.

-"De qué después de un tiempo en el hospital te miren raro y te señalen y hablen de ti como si no pudieras verlos. Pero ya se acostumbrarán."- sonrió Eugene.

-"¡Oye, mi amigo no es una atracción!"

-"Gerald"- Arnold intentó calmarlo. Eugene tenía razón y la molestia de Gerald había hecho que ahora los miraran directamente.

Afortunadamente, estaban cerca del salón. Sólo tenían que entrar por la puerta que estaba frente a ellos y…

-"Hola, ¿tú eres Alfred? ¿el niño del que todos hablan?"- la voz de Ruth le impidió seguir su camino.

-"¿Eh?"- Arnold se encontró con la niña de sexto, con el pelo oscuro y liso. Pero extrañamente no tenía su peinado usual. Arnold la miraba, pero no lograba saber qué era.

-"Mira, muchas personas están hablando del niño que despertó de un coma…"

-"No estuve en coma"

-"Mi amigo no ha estado en coma"- respaldó Gerald, respondiendo casi al mismo tiempo. Pero la niña no le prestó atención a ninguno de ellos.

-"Y a causa de eso ¡nadie se ha fijado en mi cabello! Además, recuerdo que tú eras el camarero que dejó de atender mi mesa en el Chez Pierre. Bien, eso estuvo bien porque conocí a…"

Arnold y Gerald intercambiaron las miradas y se hicieron gestos de seguir rumbo a su sala. Ruth siguió hablando.

-"pero, por supuesto, no ha sido amable de… ¿eh? ¡qué les pasa! ¡cómo me dejan hablando sola!"- exclamó Ruth al ver que los niños se estaba marchando.

-"Ehm, si…bonito corte de pelo"- añadió Arnold antes de desaparecer en el interior de su sala, sólo por ser amable.

-"¡No me lo corté! ¡Lo alisé! ¡Uuf, qué maleducados!"- la niña se quejó y se encaminó a paso firme a su propio salón.

Nadie se fijó en Eugene, quien tuvo suerte sin saberlo. Si Ruth hubiese reparado en él, Eugene habría podido darle su consejo de cómo arreglar su cabello para ganarse la admiración de todos, lo cual habría molestado más aún a Ruth, y habría descargado su rabia y frustración sobre él. Pero Eugene nunca lo supo. Sólo se quedó mirando, suspiró y dijo "Estoy bien", antes de impulsar las ruedas de su silla rumbo al salón.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

La clase transcurrió sin mayor novedad. Simmons le dio la bienvenida y le aseguro que él podría ayudarlo después de clases para que se pusiera al día. La verdad es que Arnold no tuvo problemas para entender la materia que estaban viendo, en parte por la ayuda de Gerald y Phoebe cuando regresó a su casa, y principalmente por las visitas de Helga en el hospital. Sí, lo único difícil fue intentar concentrarse y no pensar en lo que podría estar haciendo la niña rubia sentada tras él.

El recreo fue distinto.

Se encontraba sentado en una escalinata junto a Gerald, mirando jugar a sus compañeros. Incluso Eugene jugaba con Sheena a crear coreografías aprovechando su silla de ruedas. Sid se había acercado para hablar, preguntarle cómo estaba y también por un problema que tenía. Arnold sospechaba que si sus compañeros no se habían acercado en masa como en el bus escolar, podría tener que ver con Gerald y con Helga. Suspiró. Le habría gustado poder pasar algún tiempo con Helga, pero la niña se mantenía alejada. Una semana y media. Arnold se preguntó que podría pasar en una semana y media.

-"¡Hey! Así que el cara de balón ya está de regreso"- Wolgang se acercó, seguido por Ludwig y otro de sus camaradas.

-"Piérdete, Wolgang"- dijo Gerald, parándose entre su amigo y el matón de sexto.

-"Sí, volví. Gerald, tranquilo. ¿Qué quieres Wolfgang?"- dijo Arnold también levantándose de su asiento. Se daba cuenta que Gerald estaba protegiéndolo y lo que menos quería era que su amigo se involucrara en una pelea. Especialmente si podía perder. A lo mejor, si se acercaba todo su curso… Sid se levantó pero lo notó nervioso.

-"Muchas cosas, pero ahora el dinero del almuerzo"- respondió Wolgang y sus amigos se rieron.

-"¡No te daré mi dinero!"- dijo Arnold. Supo que sus compañeros miraban la escena, pero nadie se acercó. Ok, tal vez sus compañeros no se acercarían por miedo. Tenía que pensar en un plan B.

-"Aww, ¿no es tierno? ¡No quiere entregar su dinero! No es opcional. Y ustedes también, sabandijas"- dijo Wolfgang a Gerald y Sid.

-"Wolfgang, amigo mío, jeje, creo que podríamos arreglarlo"- dijo Sid con su clásica voz gangosa.

-"Mira Wolfgang, ese niño cree que puede arreglarnos"- comentó Ludwig.

-"Cállate, tonto"- señaló Wolfgang. Y en eso, una pelota le pegó con fuerza en la cabeza, para luego rebotar suavemente hasta Arnold.

Arnold miró asombrado en dirección del origen de la pelota. Helga, con su clásico vestido rosa y aire de suficiencia, se encontraba de pie.

-"Upss, ¿te pegué?"- el tono de la niña era claramente irónico. Arnold se preguntó de dónde habría salido. Él la había estado buscando con la mirada desde que habían salido rumbo al patio.

-"Helga, ¡era mi pelota, mi pelota!"- Curly se quejaba junto a ella, pero la niña lo ignoró, mirando hacia Wolfgang. Por un segundo, Arnold pensó que lo estaba mirando a él, pero no, estaba mirando a los matones.

-"Esa niña está loca"- comentó Gerald junto a él.

-"Estás muerta"- amenazó Wolfgang, apuntando a Helga.

-"Pero Wolfgang, está mal pegarle a las niñas"- señaló Ludwig.

-"Esa no es una niña"- respondió Wolfgang, haciendo sonar sus dedos y corriendo hacia Helga.

Lo siguiente que pasó fue inesperado. Helga salió corriendo, mientras Wolgang la perseguía con sus amigos. Pero ninguno avanzó demasiado, porque otra vez la misma pelota le pegó a Wolfgang, aunque esta vez en la espalda.

-"¡¿Quién fue?!"- rugió el preadolescente.

Pero no necesitó que nadie respondiera, porque tanto Sid como Gerald miraban asombrados a Arnold.

-"Me las vas a pagar…"- amenazó Wolgang dirigiéndose hacia Arnold ahora.

-"¡Pelotas contra Wolgang!"- gritó Curly entonces, arrojando otro balón.

-"¡Hey! ¡Esa era mi pelota!"- se quejó Harold. Pero nadie le prestó atención.

Una lluvia de balones comenzó a caer sobre Wolfgang y sus compinches. Helga se agachó ágilmente y recuperó varios balones que lanzó de nuevo contra el matón. Varios niños la imitaron. Si Ludwig u otro lograba atrapar a uno de ellos, pronto un golpe de balón los obligaba a liberarlos.

-"¡Vámonos!"- ordenó Wolfgang, encabezando la huida hacia el salón, mientras aún le llegaban fuertes pelotazos.

-"¡Eeeehhh!"- corearon los niños, celebrando. A los amigos de su curso, se habían sumado niños de otras clases.

-"Ahora, ¡a tomarse la cafetería!"- gritó Curly, en frenesí. El silencio le respondió.

-"Si te tomas la cafetería, yo, yo… yo voy a golpearte"- Harold tomó a Curly de la camiseta, claramente protegiendo uno de sus lugares favoritos del colegio.

Arnold ni siquiera pensó en interrumpir ese nuevo altercado. Estaba buscando a cierta rubia. Para su fortuna, la encontró parada cerca de él. Quiso acercarse a ella, para saludarla, agradecerle…pero la campana que indicaba el fin del recreo sonó. Helga lo vio, escuchó el timbre y pareció desvanecerse en el aire de lo rápido que se fue.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Tras su primer día de regreso al colegio, Arnold entró algo desanimado a la casa. Sentía emociones encontradas. Le había gustado regresar y ver a sus compañeros. Pero Helga… ¿por qué tenía que ser así? Se mantenía tan alejada, que aunque sabía que ella no era indiferente (ella lo había defendido dos veces), no había podido ni siquiera acercarse a saludarla.

-"¡Chaparrito, regresaste! ¿Cómo te fue en la escuela?"- preguntó su abuelo.

-"No tengo ganas de hablar"- respondió Arnold.

-"Hey, Tex, no dejes que los indios arruinen el baile. Un comisario sale adelante, especialmente si sabe que viene la diligencia"- dijo su abuela, recibiendo miradas curiosas del niño y el anciano.

-"¡Yijaa!"- su abuela gritó alzando unas pistolas de fogueo y se dirigió a algún lugar de la casa, aumentando las miradas de confusión de su esposo y nieto.

-"Arnold, nunca trates de entender a las mujeres. Son un enigma con E mayúscula."

-"Está bien, abuelo"- contesto Arnold, no muy seguro acerca de ese consejo.

-"Y dime, esa amiguita tuya, la de una sola ceja ¿dijo a qué hora vendría? Ella iba a ayudarte con esos ejercicios de la loga, nesóloga, kinólioga…"

-"¡kinesióloga! ¡Gracias abuelo! Digo, no, ella no me dijo, pero no creo que lo olvide, es decir, cómo, ehm, voy a mi pieza, me avisas cuando llegue"- y diciendo esto, Arnold subió rápido a su cuarto, mientras su abuelo miraba irse con una sonrisa llena de perspicacia.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

N/A: No sé que pueda decir en mi defensa. Aquí hay varias viñetas de lo que imagino fue el primer día. Ya ustedes juzgarán lo que he escrito. Supongo que en mi ánimo actual pesa el cansancio y el haber leído un muy buen fic antes de subir este ("De cómo Arnold es denso como un ladrillo" de KillaCad, es excelente)…y bueno, lo que encontraba genial, ahora ya no me parece tanto. Y el sueño, y el cansancio.

En fin. Baste señalar que este fic ya comienza a perfilar un horizonte…lejos, lejos. Pero existe. Eso es muy bueno. Porque el horizonte, aunque se tarde en alcanzar, sirve para avanzar. Y debo decirlo, sus reviews han sido una gran ayuda para eso. Intentaré desarrollar las ideas paso a paso, pero por ahora no diré más, esperando que madure un poco…tome algo de forma en esta cabecita… a ver si mi musa me brinda magia para darle forma.

Un abrazo psicológico (sí, lo copié de un video de youtube) y muchas gracias por todo.