Muchas, muchas gracias a todos por sus reviews, realmente agradezco a cada uno de ustedes por tomarse unos cuantos minutos para dejarme conocer su opinión sobre mi historia, amo cada vez que veo un nuevo mensaje, me hace saber que esta idea es valorada por alguien.

En especial quiero agradecer a StrawberryBlack, Luz y Oscuridad, Tucker Weasley, Mily Weasley, lunarisita, Luli-Potter, sus comentarios realmente me han ayudado a discernir en parte de como correr esta historia. Y sin duda me han impulsado a tratar de hacerlo lo mejor posible.

Y me disculpo por el retraso en la actualización pero comencé en estos últimos meses mi nuevo trabajo como maestra itinerante en zonas rurales apartadas en mi país, así que me acostado un poco adaptarme a caminar con aulas móviles en mochilas de vereda en vereda, pero ya aclimatada a lo que tengo que hacer, vuelvo de nuevo.

Igual, espero que disfruten de este capítulo.


MOLLY.

Molly Weasley era una mujer maternal. Esa era una sentencia que cualquier persona que conociera a la pelirroja diría al tratar de describirla. Y Molly lo sabía, ella era consciente de que era como una gallina acerca de sus hijos, de que siempre estaba tratando de mimarlos y protegerlos, de que ella siempre se cernía sobre otras personas tratando de cuidarlos, y es que para ella todo el mundo necesita a una buena madre en su vida. Y a ella le encantaba ser madre.

La primera vez que había quedado embarazada había experimentado una sensación más allá de la felicidad, saber que era capaz de traer esta nueva vida al mundo y que ella era responsable de su bienestar y felicidad, eso había sido una de las cosas más maravillosas que había experimentado jamás. Y cada vez que tenía a uno de sus bebés se había sentido más completa, más realizada, más satisfecha.

Molly comprendía que ella amaba ser una madre. Era una mujer de temperamento fuerte y había sido siempre una bruja talentosa, con la suficiente terquedad para alcanzar cada cosa que se proponía. Ella podría haber elegido cualquier carrera, y ser exitosa, y así lo había hecho, ella había elegido ser madre y había tratado muy duro de ser exitosa.

Sin embargo, a veces, no importa lo mucho que lo intento sintió una punzada de fracaso, de que había fallado de alguna forma a sus hijos, a veces cuando se detenía por unos minutos y veía a sus niños ella sentiría una desolación triste arrastrándose por su corazón, obligándola a tragarse un suspiro cuando un leve sentido del fracaso comenzaba a pinchar en ella.

Había sido como un aleteo de mariposa cuando los chicos eran pequeños, para ella cada uno de ellos era perfecto a su manera, sabía que era difícil para sus niños, a veces no era más que una tarde o un día malo, pero cada uno de ellos se resentía en algún momento por la cantidad de hermanos que tenían, pero igualmente cada uno de ellos tenía su propia forma de adaptarse a su familia, de encontrar su lugar.

Bill solía enojarse de que sus hermanos anduviesen detrás de él, tratando de imitarlo, de hacer las mismas cosas que él.

Charlie, se molestaba porque sus hermanos siempre le estaban pidiendo que hiciera algo, que destrabara una puerta, buscara un juguete, revisará por el Grimm o los gnomos malvados debajo de las camas.

Percy, se enfurruñaba cuando sus hermanos le pedían que explicara cosas todo el tiempo, cuando le exigían que les leyera pasajes de sus cuentos infantiles, que les dijera historias cuando llovía afuera.

Fred y George, se encerraban en su habitación malhumorados después de que sus hermanos insistieran en que robaran galletas para todos, de que convencieran a su padre de llevarlos al Callejón Diagon, de que tomaran a hurtadillas los juguetes escondidos.

Ginny, su princesa solía encabritarse cuando sus hermanos no la dejaban montar en las escobas, cuando ellos no la dejaban participar de sus peleas.

Y Ron, él solía enojarse por muchas cosas, porque no le prestaban atención, porque no le dejaban jugar con los chicos grandes, porque le tocaría quedarse en casa con Gin y ella.

Ella sabía que era difícil para ellos, y realmente, realmente había tratado de hacerlo mejor.

Le había dicho a Bill, que sus hermanos lo admiraban, que él era su ejemplo.

Le dijo a Charlie, que sus hermanos lo creían valiente, él más valiente de todos ellos.

Le susurro a Percy, que sus hermanos sabían que él era un chico muy inteligente.

Le aseguró a los gemelos, que sus hermanos estaban seguros que ellos eran los mejores en los planes y en las travesuras.

Le afirmo a Ginny, que sus hermanos la adoraban porque era una hermosa princesa.

Y a Ron, a su pequeño niño le había dicho que él era un chico maravilloso y que sus hermanos lo querían mucho. Ella no había podido encontrar algo más que decir, algo que no fuese a decepcionar a Ron al no ser cierto, al no poderse cumplir. En esos momentos había sentido el aleteo suave de una amarga desolación, al no poder encontrar algo con que elogiar a Ron, algo en que decirle que era el mejor, en que sería admirado, sintió una brevísima punzada de fracaso.

Mirando a su bebe había sentido una punzada de fracaso, de que fuera tan difícil para él, de que sus hermanos le jugasen bromas todo el tiempo, de que cuando se enojarán con él buscasen arañas que lo dejarían en un lío de nervios, de que siempre le dijesen que era demasiado pequeño, de que nunca tuviese a alguien con quien corretear o charlar despreocupadamente. Porque Bill tenía a Charlie, Percy tenía a Arthur, Fred y George se tenían entre ellos, y Ginny la tenía a ella. Y su bebe, su pequeño Ron, él no tenía a nadie para él.

Recuerda como lo había charlado con Arthur hace tantos años, mucho antes de que su Ronnie fuese a Hogwarts.

Había sido un día largo con los chicos en casa, hacía calor dentro de la madriguera pero no habían podido salir debido a una fuerte lluvia de verano, todos estaban inquietos y molestos con el poco espacio donde correr, por las actividades limitadas dentro de casa, había sido un mal día para todos. Pero a la hora de la merienda, en la tarde, cuando todos se habían reunido en el salón, Ron estaba demasiado enojado, y su magia había desterrado a las galletas y convertido el jugo en vegetales, y no importa cuántos hechizos había intentado, no pudo correr hacia atrás a la transfiguración. Ese día habían tenido que saltarse la merienda y Ron había sido castigado enviándolo a su habitación por el resto de la tarde, no por su magia sino por su temperamento, ese que hacía tan difícil que encajará con sus hermanos.

En la noche cuando al fin los niños se habían dormido y ella y Arthur estaban preparándose para dormir, le había contado lo que había ocurrido, como Ronnie se había enojado, lo que su magia accidental había hecho y por supuesto, porque ocurrió, como los gemelos habían puesto arañas en su habitación, Percy le había gritado que dejara de hacer ruido, y Bill y Charlie no querían ver nada con él, "porque era un llorón y además era demasiado pequeño para entender el juego", y Gin había jugado con ella y sus vestidos toda la tarde, y no había querido nada que ver con Ron porque no necesitaba un troll en su juego.

— A veces Ron me preocupa, Arthur- había dicho sin darse la vuelta.- a veces, pienso que está demasiado solo, de que no tiene a nadie que lo comprenda, que ni siquiera yo soy capaz de entenderlo- dijo con un sollozo estrangulado- Él esta tan solo Arthur, que lo he visto perderse entre todos los demás, aquí en casa, ¿qué va a pasar con él en Hogwarts?

— Estará bien, Molly- había dicho su esposo abrazándola- él es un chico maravilloso y muy fuerte, él va encontrar su lugar, ya veras, Ron es un niño fuerte. Nuestro niño será grande, estoy seguro- la había asegurado confiado, pero ella no estaba tan segura, ella tenía miedo por él, y había pasado la noche orando de que Ronnie encontrase una forma de adaptarse a la familia.

El primer año de Hogwarts de su último hijo varón ella había pasado mucho tiempo preguntándose si su niño estaría a salvo, porque si sus hermanos lo olvidaban, si sus propios hermanos lo hacían perderse entre la multitud de su hogar, como sería con otros allá en el enorme colegio de magia y hechicería. Y cuando se enteró de que el mejor amigo de su hijo era Harry Potter sintió una incertidumbre grande de que su bebé estaría siempre a la sombra, de que por siempre su pequeño no sería más que una buena persona y un agradable niño, sin nada particularmente relevante.

Pero ella había sido positivamente sorprendida, al ver a su hijo absolutamente radiante acerca de su mejor amigo, pero esa sorpresa se había unido a un sentimiento que se había arrastrado a través de ella, había sentido como ese aleteo de mariposa se transformaba en el vuelo furioso de un hipogrifo cuando había visto a su precioso bebé con Harry. En ese momento se dio cuenta de que nunca había visto una sonrisa tan brillante en su rostro, de que jamás había oído esa confianza infalible en su voz, que jamás se había quedado sin palabras para describir a su hijo, no porque esta vez temiese que sus epítetos le decepcionasen sino se cumplían, sino porque esta vez estaba segura que su hijo podría ser cualquier cosa que eligiera y tendría éxito en ello.

Porque su hijo había encontrado a alguien que irremediablemente iba a estar a lado, porque su Ronnie encontró en el pequeño huérfano de ojos verdes a alguien que siempre lo escucharía y que sin duda podía ver quien era él, y que lo apreciaba con todo y su temperamento y defectos, que inclusive era capaz de sonreír con cariño a todos esos baches que en su personalidad lo habían distanciado de sus hermanos, y ella sentiría esa sensación de fracaso de que ninguno de sus hijos había podido darle un lugar a su pequeño, sino que su Ron había hallado a alguien fuera para encontrar su lugar dentro de la familia.

Y esa certeza la hizo admitirse así misma de que esa pequeña incertidumbre que sentía no era otra cosa que fracaso, que ella había fracasado en cierta forma y eso le había costado un dolor profundo y desgarrador, de saber que no importa que tan duro había intentado, que tanto se había esforzado sus pequeños hijos eran al igual que ella demasiado cobardes de ponerle una cualidad a Ron, de que mientras sus hijos dejaban de lado a su Ronnie, olvidándolo, lo habían terminado perdiendo, y eso a final la había incluido a ella.

Que todos sus bebés realmente se las habían arreglado para que Ron se perdiera dentro de su familia, para que se difuminara en el fondo y sin embargo Harry, se las había ingeniado para encontrarlo entre la multitud de estudiantes, entre el mundo mágico, y a diferencia de ella y sus hijos que habían terminado dejando a su pequeño Ronnie porque no habían podido ver algo notorio, el ojiverde se las había arreglado para permanecer a su lado a través de todo y siempre creerlo con múltiples cualidades.

Y ella había visto a su Ronnie ser como nunca lo había visto, siendo una persona que ella no conocía y con todo el dolor del fracaso había reconocido que a pesar de ser su madre jamás lo había esperado, y con un dolor sordo en el corazón sabía que aun sus hijos dudaban de que este fuera realmente su pequeño hermano.

Pero ella había visto a su Ron ser tan valiente al lado de Harry, tan noble, tan sabio, ella había visto a Ron encontrar su lugar.

Recuerda cuando Bill había sido herido por Greyback en la defensa del castillo la noche que Dumbledore había muerto, recuerda como todos se había posado al lado de la cama de Bill, preocupados con los ojos centrados en su rostro, recuerda la mirada asustada en la cara de sus hijos al ver a su hermano mayor, a su guía así. Pero Ron, ¡Oh, Ron!, él estaba al lado de la cama pero su mirada estaba fija en las puertas de la enfermería, recuerda como pensó que esto era demasiado para su bebé que él no podría asumir los costos de esta guerra, que por eso no vía a su hermano, hasta que la puerta se abrió dando paso a Harry, y ella había visto el alivio grabado en cada línea del rostro de Ron cuando lo vio, y entonces entendió que su bebé había estado de vigilia en la puerta esperando a su mejor amigo.

Entre todo la charla inane cuando Bill había despertado y luego de hablar de lo que Severus había hecho, ella había terminado cerca de los chicos y había oído su conversación, y entonces en ese momento, ella entendió por primera vez que ella y sus hijos nunca habían tenido a Ron porque nunca lo habían podido encontrar.

— Estaba preocupado por ti- afirmo su niño en voz baja.

— Lo siento- había respondido Harry con un tono de voz distinto al que uso mientras reconstruía lo que había sucedido, un tono mucho más apagado y triste- pero todo es…, sabes cómo otra vida a pesar de que todo lo que sucedió esta noche no empezó hace más de unas cuantas horas.

— Lo sé, Har, lo sé- dijo su Ron mientras ponía una mano sobre el hombro del pelinegro dándole un leve apretón- parece que estamos destinados a esto- dijo mientras movía su mano abarcando la habitación- a que nuestra vida se aceleré décadas en cuestión de segundos.

— A este paso seremos un par de ancianos antes de graduarnos de Hogwarts- había respondido Harry con una sonrisa triste y con los ojos más claros- Lamento haberlos puesto en esto, no debí pedirles que patrullaran los pasillos cuando tenía un sentimiento tan fuerte de que algo malo iba a suceder, perdón.- terminó el niño con un suspiro y ella había estado a punto de girar y asegurar que no tenía que disculparse porque…, bueno su Ron no era precisamente la persona con más tacto del mundo.

— Perdonado- dijo Ron con una risita amarga que la había dejado estática porque nunca pensó escuchar un sonido como ese de su hijo más joven- pero no por pedirnos patrullar, eso fue un honor, confiaste en nosotros sin duda, para proteger tu hogar- complemento su Ronnie con un tono cariñoso- sino por no estar ahí- y de repente su niño había sujetado el brazo de Harry fuertemente mientras su mirada se perdía en una angustia que la hizo tragar incómodamente un bulto en la garganta- me he acostumbrado a tenerte a mi espalda, sabes, a confiar ciegamente que si hay una varita señalándome al pecho sobre mi hombro estará la tuya protegiéndome.

¿Sabes?, cada hechizo que hice hoy, cada maldición y escudo, lo hice por una sola cosa, y ni siquiera me puedo avergonzar por ello, no lo hice para proteger Hogwarts, no lo hice por cuidar el castillo- y los ojos azules de su hijo se habían clavado en los orbes verdes de Harry con una intensidad que la había hecho tambalearse, porque esa mirada ella solo la había visto en los miembros de la Orden cuando salían a una mansión, y dentro de ella no podía ponerla en armonía con el rostro de su sexto muchacho- porque de alguna forma aseguraría que regresarás, que volvieras cuando te marchaste.

— Yo…, yo trataré de no ir a ninguna parte- murmuro suavemente Harry una promesa que logro humedecerle sus ojos, mientras era él quien le daba a su Ron un apretón en el hombro.

Y ella había entendido algo que había dejado un sentimiento amargo en su corazón, y era que mientras todos se habían inclinado sobre la figura herida de Bill, ninguno se había dado cuenta, no ella ni sus hijos, que Ron había estado agonizando lentamente a su lado mientras esperaba a Harry volver, porque a pesar de que Harry era quien había hecho la promesa, en su corazón supo en ese momento que si Harry se marchaba a un lugar donde no hubo retorno, ella y su familia, tendrían la titánica (y si era sincera consigo mismo aunque la aterraba, casi imposible) misión de evitar que Ron le siguiese.

Y así con el tiempo ella había llegado a amar a Harry como si fuera suyo porque él había sido capaz de encontrar a su Ron, porque había visto la joya que era y lo había rescatado de la soledad en la que sus otros hijos habían condenado a su niño sin darse cuenta y sin que ella o Arthur lo pudieran evitar, y aún más importante porque Harry siempre había sido capaz de ver lo que era y podía ser su bebé, porque él no se quedaría corto al describir a su hijo.

Esa tarde todos de alguna forma se habían logrado acomodar en el salón ampliado por arte de magia de la madriguera, sus hijos, nueras y muchos nietos y nietas estaban calentándose con chocolate en las manos después de una gigantesca pelea de nieve en el patio trasero, la charla alegre animaba el ambiente festivo de la casa, y ella se había dejado arrullar por el sonido de su familia feliz y a salvo. Hasta que una frase de James había captado su atención a una de las conversaciones que ocurrían a su alrededor:

— Mi papá es el mejor en las peleas de nieve- dijo James con orgullo mirando con sus ojos chocolates llenos de adoración a Harry- con una sola derrumbo al tío Charlie- termino con su risa burbujeante e inocente.

— ¿Quién pensaría que ese enano desgarbado pasaría un día a tener fuerza?- dijo su segundo hijo de buen humor mientras distraídamente se sobaba el cuello.

— ¿El tío Harry era muy diferente cuando era un niño?- pregunto con curiosidad Rose mirando a los adultos mientras inclinaba su cabeza esperando la respuesta.

— Bueno…- dijo Bill ahora claramente incomodo, pues la inocente pregunta había golpeado en una tapia de malos recuerdos de la guerra pasada, pues ella estaba segura que así como ella el resto de personas en esta sala podían recordar como los ojos verdes se habían ido oscureciendo con el paso del tiempo y el peso de las tragedias.

— No- dijo Ron con facilidad mirando a su hija con una sonrisa sincera- él era igual que ahora un idiota flaco con una valentía que raya en la estupidez, demasiado noble para su propio bien, con una suerte horrorosa, buenos reflejos y un gran amigo, y ciego como un murcielago- y con una carcajada su hijo había tomado a Harry en un abrazo de un solo brazo haciéndole burlas, a un muy a penado azabache- sigue siendo la misma gran persona de ese entonces y con tanto desagrado de la atención como cuando tenía once años.

— Y tú sigues siendo un idiota- dijo Harry librándose del abrazo de su mejor amigo para ponerlo en una llave de lucha mientras se derrumbaban del sofá- con un estomago sin fin, el mismo con el rango emocional de una cucharadita de té al que le confiaría mi vida porque eres el mejor amigo que pudiera tener, estratégico, noble, sincero, leal- había dicho con facilidad y sin dudar un momento tratando de ponerse de pie- además todavía puedes hacer gritar a Hermione como nadie más- termino entre risas mientras trataba de zafarse de Ron quien lo había atrapado de una de sus piernas y ahora se esforzaba por derrumbarlo nuevamente.

Y los niños se habían reído alegremente viendo las payasadas de sus tíos y padres, mientras que los demás solamente tenían sonrisas suaves en sus rostros con esa capa de nostalgia tan delgada e inquietante que a veces se posaba sobre ellos, y Molly había sonreído aun cuando podía sentir la tristeza y el aleteo del fracaso revolotear en ella, porque al fin y al cabo, Harry nunca había dudado para describir a Ron y jamás se había quedado corto de epítetos y su hijo, su bebé, su Ronnie jamás había decepcionado las descripciones y confianzas de Harry en él.

Sabía que ella y sus hijos nunca habían tenido a Ron porque nunca lo habían podido encontrar, porque para ellos siempre había estado perdido en el mar que eran los Weasley, y entonces una lágrima pesada de remordimientos escaparía de ella, porque a pesar de todos sus esfuerzos, ella había fracasado de algún modo, porque ninguno de sus hijos había podido encontrar el maravilloso chico que era Ron, porque ninguno había visto quien era él y quien podría ser, ninguno a parte del niño de pelo negro, y sentiría ese revoloteo en su interior porque ninguno de sus pelirrojos nunca sería el hermano que Harry era para Ron.


NA: Realmente espero poder haber retrato el sentimiento de madre de una mujer como Molly Weasley,…., supongo que lo sabré en sus comentarios. Así que nos queda el capítulo desde el punto de vista de Ron.