Hola mis lectores hermosos, he regresado después de una laaaaaaaaaarga espera, no saben lo feliz que me hacen al recibir sus reviews, leo cada uno detenidamente y me sacan una sonrisa cada vez que lo hago. ¡ME HACEN MUY FELIZ!

He estado tan ocupada con mis estudios universitarios, sé que no es excusa suficiente, pero entre las prácticas pre-profesionales, la entrega de informe finales, los exámenes, todo se me ha complicado, pido disculpa nuevamente.

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A petición de ustedes seguiremos haciendo sufrir un poco más a Sesshomaru. ¿Verdad?

¡Empecemos!

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Capítulo 19

Parte I

Kagome caminó lo más rápido que pudo. Al salir del departamento de su esposo sintió un alivio momentáneo y mientras avanzaba por los largos pasillos en busca del ascensor pensó en nunca volver a ese lugar. Cuando por fin encontró el elevador apretó el botón para abrirlo, pero esto no sucedió; al elevador le faltaba descender algunos pisos para que llegara al lugar donde ella se encontraba, sintiendo que el alivio momentáneo que experimentó al huir se desvanecía, empezó a presionar el botón varias veces y de manera desesperada con la esperanza de que el ascensor se abriera. Después de varios intentos la puerta se abrió en espera a que ella entrara, sin pensarlo dos veces ingresó. Cuando estuvo dentro sintió seguridad, la cual desapareció al notar que Sesshomaru la había seguido y antes de que las puertas del ascensor se cerraran, éste ingresó con gran agilidad.

Aquella tranquilidad se ayuntó totalmente de su cuerpo. Su mente le gritaba ¡Huye! Mas sus piernas no respondían y permanecían estáticas.

El platinado se apresuró a apretar el botón para cerrar el elevador antes de que Kagome saliera.

— ¿Qué haces? — La azabache preguntó asustada al ver que Sesshomaru después de cerrar la puerta corrediza del ascensor, apretó otro de los botones para detenerlo. — ¡Has que descienda! — Exclamó sin aliento, ahora se encontraba en un lugar muy reducido, el sólo imaginar que estaba sola, ahí con él, sin que nadie la ayudara, la aterraba. — ¡Has que descienda! — Repitió más fuerte e intentó presionar el botón para que el elevador siga en movimiento, sin embargo el ambarino lo impidió.

—Tienes que escucharme…...

—No quiero.

—Por favor….—

—No….— Negó nuevamente. —has que el elevador se ponga en movimiento.

Sesshomaru hizo caso omiso a la petición se su esposa y prosiguió. —Quiero que leas esto— Extendió uno de sus brazos ofreciendo un extraño sobre. Al ver el rostro de Kagome lleno de desconfianza, continuó. —Sé que esto no justifica lo que hice, pero quiero que lo leas.

Kagome dejó al ambarino con el brazo extendido, se negó a tomar el sobre que él le ofrecía y enojada añadió. —Deja que me vaya Sesshomaru, tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

—Te equivocas Kagome. Debo explicarte lo que en realidad sucedió en todo este mal entendido, quiero que me escuches, no tomará mucho tiempo.

—No…..no quiero— Kagome empezaba a dudar de su propia determinación, pero ¿Cómo no dudar? Sesshomaru estaba ahí con ella, rogándole para que lo escuchara. Su petición desesperada parecía tan real. ¡No sabía que hacer!

—Por favor— Insistió nuevamente.

Kagome intentó presionar una vez más el botón para poner en movimiento el elevador y finalmente salir de ahí; sin embargo, al escuchar la insistencia de su esposo, se detuvo.

— Está bien— La joven aceptó. —Pero no quiero permanecer ni un minuto más aquí. Has que el ascensor descienda.

Sesshomaru mostró una pequeña sonrisa de alivio para luego añadir. —Como tú quieras.

— ¿Dónde me llevas? ¡Habla rápido! — Demandó enojada, por fin habían dejado el elevador. Luego de eso, Sesshomaru casi la arrastró hacia el garaje subterráneo del edificio. Kagome tenía pensado intercambiar unas cuantas palabras con su esposo, sin ir a ningún sitio en especial, pero se aterró al ver las intenciones de éste. —No pienso ir a ningún lado contigo— Sesshomaru no escuchó sus protestas y cuando encontró su auto entre todos los estacionados en ese lugar, la tomó en brazos y en contra de su voluntad la depositó con cuidado en el asiento de copiloto, luego él rodeó el auto y ocupó su lugar frente al volante.

—Déjame aquí, ya no me apetece escucharte.

—No has comido nada ¿verdad?— Analizó su semblante recordando que hace poco había sufrido un mareo. Tras el análisis de su rostro, notó que éste aún se mantenía pálido. —Primero vamos a comer algo y después trataremos este asunto.

— ¡No!

—Kagome…..

—No quiero comer nada— se giró de su asiento buscando la puerta, pero antes de que pudiera huir, él arrancó el automóvil.

—Sé que es muy difícil para ti creerme, pero antes de que me escuches debes de comer algo, por tu salud y la del bebé.

Kagome sintió que la sangre le hervía al escuchar la supuesta preocupación de su esposo, se sintió enferma al pensar que todo su repentino interés por su salud se debía a que él sólo la necesitaba como un requisito necesario para que su padre no le quitara la herencia. Sin poder escapar del vehículo, dejó que su esposo la llevara hacía un destino desconocido.

En silencio Kagome comió el emparedado que Sesshomaru le había comprado. Éste eligió algo sencillo para que pudieran comer en el auto. La joven en silencio agradecía a su esposo, estaba muriéndose de hambre, era capaz de comerse cualquier cosa.

Cuando terminó de comer, la azabache se sintió mucho mejor.

— ¿Ahora te sientes bien? — Preguntó el platinado, pregunta que Kagome no contestó.

—Necesito que leas esto— Volvió a extender su brazo, ofreciendo el extraño sobre. Con recelo Kagome tomó el objeto que le ofrecía con la intención de dar por terminad aquella no deseada charla. Ya no quería escucharlo, ni mucho menos estar tan cerca de él, era peligroso, muy peligroso, si él se atrevía a persuadirla con sus besos y caricias, sabía a la perfección que no sería capaz de detenerlo. Así que; para que la dejara por fin en paz, tomó el sobre blanco y con pesar lo abrió, después de analizarlo brevemente notó que provenían de un laboratorio; sin comprender alzó la vista en dirección a su acompañante notando ansiedad en su expresión.

Llena de curiosidad volvió a analizar nuevamente el papel que sostenía entre sus manos. Esta vez con más detenimiento y prestando toda su atención en cada palabra pasmada en él.

Sesshomaru vio claramente como la expresión del joven rostro de su esposa se desencajaba y su respiración se agitaba.

— ¡Ésto no es cierto! — Exclamó Kagome arrojándole en la cara el resultado del examen.

—Sé perfectamente que no quieres saber nada acerca de mi hijo, no tienes porqué inventar excusas absurdas— La joven salió del auto, no sabía dónde se encontraba, ni le importaba. Lo único que quería era salir corriendo de ese lugar, donde las acusaciones y mentiras del ambarino no la alcanzaran. ¿Cómo había podido falsificar aquellos resultados sin sentirse culpable? reflexionaba Kagome mientras a toda velocidad se alejaba del automóvil.

Sin poder evitarlo las lágrimas resbalaron por su mejillas como mofándose de lo débil y patética que se veía.

Al presentarle el resultado de ese amañado examen, la estaba acusando directamente de haberlo engañado y que el hijo que esperaba era de otro hombre. ¡Qué tonta había sido al haber accedido a escucharlo! Si hubiera predicho aquella humillación, nunca lo habría hecho.

Capítulo 19

Parte II

Sus manos temblaban sin control mientras sostenía la carta que su esposo le había escrito. Había pasado una semana desde su último y fatídico encuentro con él.

Leyó nuevamente la carta para cerciorarse de que no estaba alucinando; era su letra sin duda. Tras haber terminado de leerla por segunda vez, dobló y guardo la misma en uno de los cajones cerca de su cama.

¡Él quería verla nuevamente! Se hubiera negado rotundamente si el ambarino no hubiera mencionado a su pequeña hija en dicho encuentro.

No sabía si sentirse feliz, triste o enfadada. Miró el reloj despertador que descansaba sobre la pequeña mesa cercana a su cama. Eran las 22:00h, recordó que esa mañana había recibido la carta anónima que al leerla supo quién era su remitente.

Este es el único medio como puedo comunicarme contigo, ya que rechazas todas mis llamadas. Quiero que hablemos para explicarte la verdad de todo este mal entendido, te ruego que vengas a la casa de mi padre mañana. Rin desea mucho volver a verte y aunque no lo creas yo también. Te prometo que si no llegamos a ningún acuerdo favorable para nuestra relación, nuestra pequeña hija no saldrá perjudicada….. Te estaré esperando con ansias.

"Nuestra pequeña hija no saldrá perjudicada" ¿Acaso aquellas palabras indicaban que Sesshomaru pretendía devolverle Rin? Tendría que averiguarlo por ella misma. Guardaría en lo más profundo de su ser el odio que sentía por su esposo y se arriesgaría a asistir a su casa.

Y allí se encontraba a las primeras horas de la mañana siguiente, frente a la puerta de la gran mansión que la hacían revivir amargos recuerdos. Sin vacilar, tocó el timbre e inmediatamente las puertas se abrieron.

Sus miradas se chocaron, no se saludaron, no era una visita amistosa, pensó la joven.

— ¿Dónde está mi hija? — Fue lo primero que pronunció. —Quiero verla.

¿Qué era lo que reflejaban los ojos ambarinos de su anfitrión al mencionar a Rin? ¿Miedo, decepción, pena? Esperó quieta donde se encontraba, esperando la respuesta de su esposo e ignorando las inquietudes al ver el extraño comportamiento del mismo.

—Pasa por favor.

Kagome obedeció, su mirada paseó por todos los rincones de la casa buscando la pequeña figura de Rin, pero no tuvo éxito. Ella pensó que su hija estaría esperándola gustosa y con los brazos abiertos dispuesta a recibir todo el amor que ella tenía guardado, mas la niña no pareció.

— ¿Por qué Rin no está aquí? …..¿A caso me engañaste? — Preguntó alarmada.

Sesshomaru no cambió su expresión de dolor –"tan sólo finge"- pensó la azabache. –"No te dejes engañar Kagome; no permitas que se ría de ti"-

—Ella está aquí, ahora se encuentra en su habitación con mi padre.

—Quiero verla, necesito hablar con mi hija, Sesshomaru.

—Lo que pasa…es…..que…—Primero quiero que hablemos acerca de los dos, luego podrás ver a nuestra hija.

—Yo no vine aquí precisamente para hablar contigo, sólo lo hice por mi hija— enfatizó con más fuerza el posesivo. — ¿Dónde está?

—Kagome, por favor, no sé cómo convencerte para que me escuches.

Hubo una pausa entre ellos mientras sus miradas se enfrentaban.

—Está bien— Aceptó. —Escucharé todo lo que quieras, pero antes quiero ver a mi hija— Prometió no llorar ante él nunca más, sin embargo el dolor que sintía era más fuerte que su determinación. —Por favor….

—Como quieras, antes que la veas quiero que sepas que ella está….. un poco indispuesta.

— ¿Está enferma? — preguntó muy alterada.

—No — tras una breve pausa continuó. —Ella está un poco enojada contigo y conmigo.

— No entiendo ¿Por qué dices eso?

—Todo esto es debido a nuestra situación Kagome— Sesshomaru trató de explicarle con tacto. —Ella no lo entiende, cree que la has abandonado— Ver el rostro de su esposa cambiar radicalmente hizo que Sesshomaru se sintiera más culpable de lo que ya estaba.

Kagome no se esperaba aquello, la noticia le cayó como un balde de agua fría. Ahora su hijita la odiaba. ¡Todo era culpa de Sesshomaru! su mirada llena de rencor se dirigió hacia el ambarino. Tenía que hablar inmediatamente con Rin y explicarle la verdad, decirle que ella no le había abandonado.

—Todo es tu culpa. ¡Todo esto es tu maldita culpa!

—Kagome….. — Se acercó a ella. El deseo de protegerla entre sus brazos y clamar su dolor se apoderó de él al verla tan triste.

—No te atrevas a tocarme— Se apartó del cuerpo masculino que se acercaba. —Yate lo había advertido, no quiero que me toques. Llévame dónde está mi hija ¡Ahora!

—Sígueme, por favor— Subieron las escaleras y caminaron por un largo pasillo hasta llegar a una puerta que se encontraba entreabierta. Mientras se acercaban, se podían escuchar los gritos de la pequeña y la voz apaciguadora del mayor de los Taisho.

Las palabras de la pequeña Rin, detuvieron el paso de la azabache, justo antes de ingresar a la habitación.

—No quiero, no quiero que venga. Ella es mala y no me quiere.

¡No podía ser cierto! Kagome no le creyó a Sesshomaru del todo, pero al escuchar las palabras de su hija, las confirmó.

—Tu mamá va a venir a visitarte como te lo prometió tu papá.

—Es mentira, ellos mienten.

—No. Rin, ella va a venir, te lo prometo— Insistió Inu Taisho.

—Ella me dejó, abuelito. No me quiere, para mi mami soy un estorbo, por eso me abandonó y no vino por mí por mucho tiempo— La pequeña empezó a llorar.

—No Rin, no llores por favor ¿Quién te dijo que eras un estorbo para Kagome?

—La mujer mala, yo no le creí, pero mi mami nunca vino.

La azabache harta de escuchar todo el daño que había causado la amante de Sesshomaru, entró a la habitación de la pequeña. Sesshomaru trató de detenerla alegando que estaba muy nerviosa para enfrentar a la niña, no obstante, ella lo ignoró y abrió del todo la puerta. Se quedó paralizada, con la respiración entrecortada frente a las dos curiosas miradas.

Al ver a Kagome frente a ella, Rin olvidó todo el resentimiento y con gran agilidad saltó de la cama para dirigirse hacia su mamá. La abrazó con gran fuerza sin dejar de llorar.

—Mami, pensé que de verdad ya no ibas a volver.

—Aquí estoy cariño— Acarició el sedoso cabello de la menor para tranquilizarla.

Inu Taisho y Sesshomaru salieron de la habitación.

Para alivio de Sesshomaru, Rin recibió con gran afecto a su madre, al menos tenía un poco de consuelo por ese lado. Estuvieron esperando por algunos minutos, los cuales al ambarino menor le parecieron una eternidad.

Sentados en el despacho del mayor de los Taisho, él y su hijo esperaban el regreso de Kagome, el silencio reinaba en dicha habitación, hasta que el mayor decidió romperlo.

—Sesshomaru, debiste haber pensado en todo esto antes de no creer en tu esposa.— Sesshomaru estaba tan nervioso e impaciente, lo menos que quería en ese momento era que su progenitor le reprochara su actitud.

Como su hijo no respondió continuó. — ¿No te distes cuenta que estabas midiendo la honestidad de Kagome con la de Kagura?

—Lo sé padre, sé perfectamente que me equivoqué, ahora déjame sólo, necesito que Kagome crea en mí nuevamente y tus reproches no me ayudarán mucho.

—Me iré cuando Kagome esté de regreso.

Cuando culminó esa frase, la puerta del despacho sonó, luego de unos segundos se abrió y apareció Kagome. Su mirada se dirigió al hombre mayor. —Gracias por cuidar de mi hija.

—Ha sido un placer cuidar a mi nieta, pero será mejor que me vaya, por favor escucha a mi hijo.

Kagome asintió, luego Inu Taisho desapareció, dejando sola a la pareja.

—Yo también necesito hablar contigo, Sesshomaru.

—Toma asiento.

Kagome ocupó uno de los muebles, procuró guardar cierta distancia entre ella y su esposo.

—Seré directo contigo Kagome, quiero que vuelvas conmigo, que estés a mi lado y con nuestros hijos.

Kagome lo observó incrédula.

—Ya hemos hablado antes de eso y sabes mi respuesta.

—Kagome regresa conmigo, sé que no tengo el derecho de pedirte esto, pero no sabes lo que he pasado en estos días, te necesito. Inténtemelos de nuevo ¿Podrás perdonarme algún día?

La azabache observaba su expresión con detenimiento, tenía dudas, muchas dudas. ¿Creerle o no? ¿Perdonarlo y regresar? lo último era muy tentador, ella aún lo seguía amando, también lo necesitaba, no obstante no estaba segura que su frase "te necesito" era sincera ¿Para qué fines la necesitaba? su auto respuesta la aterrorizó.

Las dudas y el rencor se apoderaron de su ser: recordó las escenas cuando él la echó del departamento, cuando le arrojó de una manera humillante un montón de dinero y lo peor de todo cuando mencionó que abortara a su propio hijo.

El sólo recordarlo le provocó nauseas, sus ojos brillaron amenazándola en soltar el llanto frente a él, sin embargo, como pudo tranquilizó sus emociones y tomó una personalidad fría que hasta ella misma se sorprendió de su tono de voz al contestar.

—No regresaré contigo Sesshomaru, pensé que éste asunto ya estaba claro.

—Nuda está claro entre nosotros Kagome, tienes que creerme Kagome yo pensé que era…

—Estéril— Completó la frase. —No tienes que repetirlo, lo recuerdo perfectamente.

—Todo lo planeó Kagura, y como un idiota le creí, no pensé que mi amigo me traicionaría falsificando los resultados.

—Si todo lo que dices es cierto y Kagura y tu amigo te engañaron ¿Por qué dudaste de mí? ¿Por qué no me distes el beneficio de la duda?

Sesshomaru esquivó la mirada de su esposa y luego contestó. —Por imbécil.

— ¿Qué pretendes ahora? ¿Qué yo te crea?

—Kagome….

—Me voy— Se levantó de su asiento, Sesshomaru la imitó. —Me llevo a Rin, y no pienses en detenerme, puedes demandarme o hacer lo que te plazca, ya no te tengo miedo. Defenderé a mi hija de lo que sea.

Kagome estaba a punto de salir del despacho, cuando sintió que su cuerpo era sujeto con fuerza y obligado a retroceder, sin previo aviso su esposo la besó con tanta brusquedad que la lastimaba, aquel beso se convirtió lentamente más suave y cálido que le fue imposible no sucumbir a su encanto. La azabache respondió de una manera que dejaba a simple vista los sentimientos que aún mantenía hacía él.

Un dulce suspiro escapó de sus labios al sentir las manos expertas de su esposo acariciar su espalda, y sin poder controlarse, su cuerpo se arqueó hacia él para sentirlo más cerca. Quería más, necesitaba a su esposo, aún lo amaba aunque se negara a aceptarlo. Al sentir una de sus manos coronar uno de sus pechos, olvidó el sentido común y se entregó al placer que las manos de Sesshomaru le ofrecían.

Todo su cuerpo temblaba, en su mente sólo estaba Sesshomaru, todo lo demás no existía, pero al escuchar su propio gemido de placer, su cuerpo se quedó estático y de golpe regresó a la realidad. Empujó a Sesshomaru con la poca fuerza que le quedaba, su rostro demostraba lo agitada que estaba.

—Eres mía Kagome, te guste o no siempre serás mía. Te voy a recuperar, cueste lo que me cueste.

—No vuelvas a tocarme.

Sesshomaru, sonrió de lado. Aquella maldita sonrisa triunfante que ella aprendió a amar. —Ambos sabemos que no es verdad.

—Cree…..lo que quieras, me voy y me llevo a mi hija.

—Puedes hacerlo, pero no puedes negarme que la visite.

—No soy como tú, sé a la perfección que Rin te quiere, nunca la haría sufrir. Sin embargo hay que definir un horario, cuando estemos divorciados…..

—Olvídate de eso Kagome, yo nunca te daré el divorcio.

Sin decir más Kagome se fue ésa misma mañana con Rin, tuvieron que hablar un poco con la pequeña explicándole la situación. Ella aceptó, quería estar con su mamá, pero también quería permanecer al lado de su padre y abuelo. Éste y Sesshomaru le prometieron visitarla.

Dos días después.

Kagome se encontraba a solas con Rin, el resto de su familia había salido de viaje y no regresaban hasta el siguiente día. Kagome estaba feliz con su hija junto a ella, pero sentía que algo le faltaba y sabía perfectamente que era, mejor dicho quién era; Sesshomaru aquel ser que no podía sacar de su mente desde el último encuentro con él, podía sentir sus besos y sus caricias tan reales que por las noches no la dejaban dormir.

Repentinamente el timbre de la puerta sonó. Rin y Kagome salieron a recibir la visita. Kagome quedó helada al ver de quien se trataba.

—He venido a visitarlas.

— ¿Sesshomaru..?

— ¿No me vas a invitar a pasar?

—No te esperaba.

— ¡Papi! ¿Te vas a quedar con nosotras? — Preguntó inocentemente la pequeña como saludo.

—Cariño tu papá... — "no puede quedarse" iba a decir, pero Sesshomaru la interrumpió con rapidez.

—Claro que sí Rin, voy a quedarme— Miró a Kagome con una sonrisa de triunfo en su rostro. —Te traje unos regalos Rin— Fijó su atención en la pequeña nuevamente. —Los tengo en el auto, acompáñame a verlos— La niña y Sesshomaru miraron a la azabache; la pequeña pidiendo permiso en su mirada, y Sesshomaru como diciéndole "Atrévete a negarte"

Kagome vio como los ojos de la pequeña brillaban de emoción y no fue capaz de negarle la felicidad a su hijita.

—Está bien Rin, ve con tu papá, pero no te demores— Acarició la cabecita de su hija y sonrió para demostrarle a la pequeña la calma que no tenía. Tan sólo bastaba que su esposo apareciera para que todo su cuerpo temblara como una hoja a punto de caer al suelo.

La joven se quedó inmóvil en el marco de la puerta, mirando como su hija tomada de la mano de su padre se aproximaban al elegante automóvil negro aparcado frente a su casa. Su mirada se desencajó y se sonrojó cuando de repente el ambarino se volteó y le dedicó una sonrisa tan sensual y prometedora, sin embargo se recuperó de inmediato y frunció el entrecejo. Si él pensaba que había logrado intimidarla, ¡Estaba equivocado! Cerró la puerta con fuerza dándole a entender que no era bienvenido.

Kagome trató de esquivar a su esposo mientras éste hablaba con su hija.

Llegó la noche y cuando Rin se fue a la cama, Kagome decidió enfrentarse a él.

—Ya es muy tarde, Rin ya se ha dormido, es hora de que te vayas— mientras le decía aquello evito mirarlo. La azabache al no recibir ninguna respuesta se encaminó hacia la puerta, la abrió y lo miro decidida esperando que saliera. Debía mostrar seguridad, aunque no la tenía. Sesshomaru se acercó, pero en vez de salir, cerró la puerta.

La mirada de Kagome reflejaba lo atónita que estaba por el comportamiento de su esposo.

— ¿Piensas dejarme marchar cuando está a punto de llover? podría tener un accidente y tú serías la única responsable.

—No me importa, quiero que te vallas.

—Lo lamento mucho cariño, pero me quedaré aquí.

—No, ¡He dicho que no! — Kagome estaba perdiendo la paciencia. —Sesshomaru ¿Por qué haces esto más difícil? puedes visitar a Rin cuando quieras, pero eso no te da derecho a que te quedes en mi casa.

—Dormiré en el sofá, pero si quieres puedes invitarme a tu cuarto.

—¡Cállate!

—Te hice una promesa Kagome, dije que te recuperaría y es eso exactamente lo que estoy haciendo, sé que aún me amas me lo desmostares la última vez ¿Quieres que te lo recuerde?

Kagome lo dejó con la palabra en la boca, se fue a su habitación rezando que su corazón no se le saliera del pecho.

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Hasta aquí el cap, me fue difícil realizarlo espero que no se me pierdan mucho por la demora : D

Los adoro

Angeline-dbz