¡Hola! :3

Aquí les traigo otro reto cumplido, ya saben, del foro ¡siéntate! de InuYasha.


Los personajes no me pertenecen... son de Rumiko Takasahashi y la idea original es de la retadora Hot Pink Wold By Rinsami yo solo la adapto


Rin estaba en el cielo con tantos atuendos que había visto ese día, Sango no podía creer que había plantado a Miroku y Kagome se limitó a sonreír y a agradecer al cielo que había vuelto a su tiempo en compañía de sus amigas.

Todo les había sonreído en los tres días que llevaban allí sin poder volver al Sengoku. El universo conspiraba para que fueran felices, sobre todo con el hecho de que estaba de shopping.


Un par de días antes

Kagome estaba más feliz de lo normal aquella tarde. Después de un mes volvería a su época y podría a ver a su familia y amigas ¡Todo era perfecto!... Hasta que una iracunda Sango entró por la puerta.

—¡Lo odio! —gritó, lanzando el techo de la cabaña hasta el cielo.

Cuando el techo volvió a su sitio, Kagome tuvo la idea de preguntarle que sucedía, pero la respuesta la obtuvo sin necesidad de preguntar.

—Si lo vieras Kag, en mis narices, en mis propias narices. Aun casados es capaz de hacerme esto… no me imagino en unos años como será… un viejo verde, eso es. Lo odio, lo odio ¡No se ni porque lo perdono siempre! —la taijiya iba de un lado para otro como si quisiera abrir una grieta en el piso—, pero ya vera, no se salda con la suya, él vera cómo se las arregla con los niños porque no pienso volver, buscare a Kohaku y regresare a mi trabajo, a matar yōkais.

Kagome pensó en hacerla desistir, pero de inmediato se dio cuenta de que en cuanto Miroku fuera por ella llorando y prometiendo no hacerlo más, su amiga se iría con él y todo regresaría la normalidad, hasta que él volviera a meter la pata y todo empezara de nuevo. Lo que no se esperaba la miko era que su amiga le hiciera una petición tan descabellada, después de dar varias vueltas por la habitación en silencio.

—Kagome ¿Podría irme contigo?

—¡¿Qué?! Estas, loca.

—No, solo piénsalo, le daría un buen escarmiento a Miroku si desaparezco. Si me voy con Kohaku seguro me encuentra, y en tu ausencia InuYasha podría ayudarle, en cambio sí me voy contigo y vuelvo en unos días él estará totalmente arrepentido y no volverá a hacerlo, porque sabrá que hablo en serio cuando digo que me voy —seguido de esto Sango se rió maniáticamente y casi se vio fuego a su alrededor, por lo cual Kagome no pudo negarse, pensó que podría morir al hacerlo.

—Ok… pero ¿Y Rin-chan? no podemos dejarla sola, menos con Miroku e InuYasha despistados como siempre… o la enredan en una de sus extrañas aventuras y la ponen al borde de la muerte o ni siquiera se darían cuenta de que existe, además Sesshōmaru viene en tres días —Kagome casi pudo imaginarse a la pobre Rin sola.

—Eso no tiene problema, llevémosla, le sentara bien. Ella ama viajar.

—¿Estas segura? ¿Y si le pasa algo? Yo aún soy demasiado joven para morir —al decir esto pudo verse volando en millones pedacitos por un Sesshōmaru descontrolado y realmente furioso— si le sucede algo le diré a mi cuñado que la idea fue tuya, luego me cambiare el nombre y me iré a vivir a China.

—¿Te iras a China? ¿Por qué? —preguntó Rin dulcemente, entrando a la cabaña con unas flores— Sesshōmaru-sama dice que está lejos y que solo van allí los que huyen de algo.

Kagome le explicó lo que sucedía, sin mencionar que InuYasha no sabía de su viaje, la niña se sintió más que halagada por la invitación. Así que las tres partieron hacía el pozo… seguidas por InuYasha que intento utilizar su Bakryûha con el pozo, pero un oportuno "abajo" por parte de Kagome desvió el ataque contra un árbol que, afortunadamente, cayó al pozo poco después de que las chicas saltaran en él.

—¡Oh, por kami! —gritó Miroku saliendo de su escondite— dije que quería una reconciliación, no que le tumbaras un árbol encima.

—Debes admitir que soy muy bueno, este árbol es realmente grande y lo tumbe con un golpe muy simple.

—Bueno ¡Oh, gran maestro de la espada! ¿Cómo van a regresar si tiraste el árbol al pozo?

InuYasha se rasco la cabeza, eso no lo había planeado. Ya era la segunda vez que hacía caer un árbol al pozo, Kagome intentaría asesinarlo cuando se enterara de que no podía volver. Dirigió la mirada a Miroku, quien lo miraba también, como si esperase que él solucionara todo.

—Haz hecho enojar a mamá, verdad —preguntó una de las gemelas, que los habían seguido hasta allí—. Miroku-sama, es usted un baka.

—No, claro que… —la otra interrumpió a su padre.

—Si ella no vuelve esta noche, tu no entraras a la casa —ambas miraron amenazadoramente a Miroku y volvieron a la aldea.

—Ayúdame —imploró el monje—, esas niñas son terribles, yo no quiero estar solo.

InuYasha no comprendía la extraña razón por la que alguien como Miroku quisiera mantener una familia, así que lo convenció de relajarse y esperar. Incluso, conociendo las artimañas de Miroku, le aconsejo aprovechar el tiempo solo. El monje acepto relajarse y busco cosas "mejores" con que entretenerse.


De nuevo en el centro comercial

Hōjō iba saliendo de una tienda de zapatos cuando se encontró con Kagome frente a frente, esta ni lo determino hasta que él le llamó.

—Higurashi ¿Cómo estás?

—bien —contestó está, tratando de ser amable, pero viendo el tsunami que se acercaba.

—Señor —dijo dulcemente Rin—, debe dejar de llamarla así, ella ahora está casada.

—Ah, ¿Sí? —las palabras del humano sonaron decepcionantes, como si buscara algo en aquel intento—, debe ser esa la razón de que no te… no la viera en mucho tiempo.

Kagome se apresuraba a responder, pero las miradas de picardía de Sango la ponían un poco nerviosa. Y cómo no, si su amiga anda susurrándote que el chico era lindo, que si era su ex novio o que si InuYasha se enterara.

Al final terminó por despedirse y siguió con las muchachas de camino al Spa. Necesitaba relajarse y no pensar en nada.

—¿Kagome por qué renunciaste a esto por irte con InuYasha? —preguntó Sango, que en ese momento estaba de huelga contra los hombres, mientras un musculoso muchacho le daba un masaje.

—Lo amo, Sango, no tengo nada que explicar —Kagome apenas si podía hablar en el baño de lodo— ¿Estás bien, Rin?

—Claro que si —a ella le daban un tratamiento capilar y le decoraban las uñas—. Señorita Sango ¿Usted por qué se casó con el monje?

—Eh… pues por tonta, por dejarme llevar por las dulces palabras que me decía un chico lindo, ¿Quieres un consejo Rin? —aunque ella no lo quería, Sango siguió con su monologo— A los hombres no hay que darles la mano porque se toman el brazo. Ellos no saben la diferencia entre muchas cosas y menos entre dos mujeres, cuando menos te lo esperes te defraudaran y harán una tontería; son baka por naturaleza. Aléjate de ellos, humanos, yōkais, hanyûs, incluso de quien te promete el cielo y la tierra. Te mienten, te embaucan…

—Sango ese no es un buen consejo— le regañó la viajera del tiempo— cuando crezca estará traumatizada por tu culpa, eres mala.

—Los hombres son malos, ellos si.

—Sango-san no me ha contestado la pregunta —repitió la menor.

—Bueno, primero, porque me enamore; segundo, porque las mujeres somos tontas.

—Habla por ti —comentó Kagome, sonriente ante el relajante masaje de pies que estaba recibiendo—. Yo soy lista, me case porque quería compartir mi vida con alguien que me apreciara y que yo apreciara también.

—Eso si me gusta, una historia feliz —concluyó la niña con una sonrisa mientras se deslizaba al baño.

Sango se estiró un poco y bostezó, dando por terminada la discusión sobre esposos. Kagome se preguntó qué cosas quería averiguar Rin con esas preguntas, como ella estaba tomando un baño interrogó a su amiga más cercana.

—Sango, oye— la taijiya expresó su voluntad de atender con un bostezo— Rin está haciendo preguntas muy raras. Pregúntale que le sucede.

—Yo porque, ella es la protegida de tu "cuñis", teóricamente es tu familia, pregúntale tu —terminado con esto Sango tomó dos rodajas de pepino y se las coloco en los ojos.

Kagome mando a volar todo mientras buscaba apresuradamente a Rin por todos lados, paso por varias habitaciones y uno que otro pasillo, pero seguía sin encontrar el baño.

—Kagome-san ¿Qué hace? —preguntó la niña con una mueca al ver a la miko en el suelo entre un montón de utensilios.

—Nada, Rin —se levantó y tomó la mano de Rin—. Dime, Rin-chan ¿Por qué preguntaste porque razón nos casamos? O lo del otro día, insinuaste que casarse debería estar planeado.

—Le cuento, pero no se lo dice a nadie— contestó la niña apenada

—Claro.


En el Sengoku

—InuYasha, ya llevan tres días allí —se quejó Miroku mientras el hanyû trataba de levantar el árbol.

—deja de hablar monje, mejor me ayudas.

—InuYasha, yo soy un simple humano y tú un hanyû, si tú no puedes yo que ha…- en el momento en el que apunto su báculo al árbol un brillo verde lo atravesó (o.O)— no sabía que podía hacer eso.

InuYasha no podía esperar más del monje. A veces los años le caían mal.

—Listo, podemos ir —dijo InuYasha, una vez sacó lo que quedaba del árbol en el pozo y salto en él.

Miroku no quería saltar, jamás había viajado en el tiempo. Dio varios pasos hacia atrás y recordó todo lo que Sango le había dicho, ella no merecía que él fuera por ella. Creyéndose salvado dio media vuelta y se dispuso a volver a la aldea, pero alguien lo empujó hacía el pozo.


—¡Sango! ¡Sango! —gritaba Kagome a todo pulmón— ¿Sabes lo que me ha dicho esa niña?

La taijiya salía de un baño de vapor y lo último que quería era escuchar sobre más problemas, pero siendo Kagome quien se lo decía, y siendo Rin la del problema, accedió a escuchar.

—Sesshōmaru le dijo a Rin que se casaría con ella.

—¿y eso que? —Sango no era una persona muy psicológica, pero eso era algo evidente para todos— ¿Acaso eres tú la única que no se da cuenta de lo que pasa a tu alrededor?

—Sí, pero pensaba que esperaría a que ella creciera un poco más para decírselo.

—Tiene 14 años, tu tenías 15 cuando te enamoraste perdidamente de InuYasha, una cosa mala sería que ella no lo quisiera.

Kagome recordó lo que le dijo Rin: "que si lo quiero, yo lo amo"

—Ella lo ama —la miko suspiró con preocupación, y algo de angustia, ¿Qué más cosas le habría dicho Sesshōmaru? Preocupada por ello, convenció a Sango y a Rin de volver a casa.

—¡Kagome! —Saltó el hanyû, dándole una brazo a su esposa una vez esta entro a la casa— te extrañe.

—Yo también, perdón por no decirte que venía.

Todos tras ellos los veían extraño. InuYasha jamás decía cosas como esa.

—¿Rin, estoy soñando? —preguntó la taijiya y luego miro hacía el lugar donde estaba la niña… había desaparecido.


Suspenso ¡eh!

Se que debería ser un one-shot, pero la idea me pareció tan fenomenal que decidí hacer un short-fic ¿Qué les parece?... si alguien se enojo porque no fue un one-shot de verdad, lo siento es que no me sentía contenta dejándolo así :S

Sayonara.

Reviews se agradecen :D