DIÁLOGOS DE HOGUERA

~ En la Luz de la Ciudad del Comienzo ~

No hay llamas a las que arrimarse pero sí una reconfortante luz que les proporciona más calor que el fuego más intenso.

Mira al cielo y sonríe feliz. Por fin es de día, por fin amaneció, por fin ha salido de las tinieblas y todo regresa a la normalidad.

Contempla su alrededor sin perder la sonrisa. Sus amigos ríen, los más pequeños juegan con los bebés al igual que los digimons.

Se siente satisfecho porque ha cumplido su misión, aunque por alguna razón, pese a que ha prometido que no volverá a hacerlo, ha tenido la necesidad de alejarse del grupo, quizá para poder contemplarlo desde la distancia y darse cuenta de lo mucho que lo había echado de menos.

Entonces nota un toque en su espalda, se revuelve hacia un lado, pero ella lo saluda asomándose de su otro hombro.

-¡La llevas!.- exclama con diversión.

Él ríe y a la pelirroja le parece lo más precioso que ha visto en los últimos días. Porque es una risa sincera, es una mirada sincera.

-¿Qué haces?.- cuestiona.

Sora empieza a moverse a su alrededor dando ligeros brincos.

-Que la llevas.- le vuelve a dar un toque, poniéndose en guardia, esperando que su amigo eche a correr tras ella.

Yamato no lo hace, arquea las cejas con una mezcla de incredulidad y ternura, delineando más descaradamente esa sonrisa que da la impresión que nunca más va a abandonar su rostro.

Al ver su reacción, Takenouchi se detiene y tuerce el morro mirándolo desconcertada.

-¿No sabes jugar a "tú la llevas"?

Ishida se siente incapaz de seguir mirándola sin estallar en carcajadas, por eso baja la mirada, concentrándose en su pie, más concretamente en esa pluma blanca que se ha depositado en él.

-Sí sé, pero no juego desde los seis años.- comenta.

Le hace gracia ver a la racional y maternal Sora mostrando tanta infantilidad. Hace que la vea todavía más adorable de lo que la veía.

La chica pone una mueca de decepción y se cruza de brazos.

-Lo que tú digas, pero tú la llevas.

Y Yamato se muestra conforme con ello.

Seguidamente, tiene la tentación de agarrarla de la muñeca y apartarla todavía más del resto, para que se concentre solo en él y por primera vez no reprime sus instintos y lo hace.

Sora se sorprende pero se deja guiar hasta esos gigantes cubos de colchoneta en los que ambos toman asiento.

Se produce un silencio contemplando la maravillosa vista que les proporciona ese lugar. Están un poco elevados, por ello tienen una panorámica perfecta de la Ciudad del Comienzo, donde también pueden ver a sus amigos en la lejanía.

El rubio se sonroja levemente, simplemente porque le produce una sensación un poco extraña compartir estos momentos con Sora, la chica comparte su rubor solamente porque le produce ternura y adorabilidad ver a Yamato sonrojado.

Volver a ver al Yamato que le gusta, ese con quien compartió los primeros meses de aventura.

Entonces, le da un toque en la pierna para que le preste atención.

-Te he echado de menos.- dice.

A pesar de que esa declaración le produce que muestre seriedad, la sonrisa no desaparece. El nuevo Yamato es así, por lo menos en estos instantes no quiere dejar de sonreír.

-Siento haberos abandonado, pero no habría servido de ayuda en mi estado, primero tenía que encontrarme a mí mismo. Sé que tú me comprendes.

Sora se recrea en ese tono repleto de calidez y humanidad, ese que nada tiene que ver al que empleó cuando desafió a Taichi fuera de sí. Recuerda con melancolía que ella pasó por algo parecido, que hubo una época en donde no se creía digna de su emblema, que no se creía digna de estar con el grupo.

Él la comprendió y por eso ella pudo comprenderle a él.

Habían pasado por lo mismo, eran parecidos.

Ríe, porque hasta hay un mismo detalle que es igual.

-No nos abandonaste.- dice otorgándole una sonrisa de agradecimiento.- te fuiste, pero seguiste velando por nosotros, gracias.

El portador de la amistad se encoge de hombros intentando camuflar su nerviosismo, tratando de quitarle importancia a sus actos.

Después la mira y se da cuenta de que tiene la vista perdida, que está inmersa en sus recuerdos y curiosamente sabe a la perfección en que piensa para quedar así. Él también ha pasado por lo mismo.

-Venciste a la oscuridad de tu corazón por lo que ya nunca volverá.- anuncia con seguridad.

Sora queda en shock porque ha leído por completo sus pensamientos. Rememoraba la cueva, los sentimientos de soledad y frialdad que le embriagaban y cual fue su luz, su salvación.

-Gracias por sacarme de ahí.- susurra.

-Lo hiciste tú misma, Jyou y yo solo te tendimos una mano, fuiste tú la que la agarraste e hiciste la fuerza para levantarte.

Hasta en eso es generoso, pero la pelirroja tiene la absoluta seguridad de que jamás podría haber escapado de ahí si no es por él, lo que le hace cuestionarse, ¿salió Yamato de su cueva por sí solo?

-Yamato, ¿y cómo lo hiciste tú?, es decir, recuerdo lo que sentía, que jamás podría volver a moverme hasta que aparecisteis, pero tú estabas solo, ¿cómo saliste?

Ishida mira al horizonte con seguridad. No sabe como será su futuro pero en esos momentos se siente capaz de afrontarlo todo, incluso sus sentimientos.

-No estaba solo.- dice.

Sora hace un gemido de entendimiento.

-Gabumon…

Yamato la mira.

-No solo él, porque solo salí cuando os sentí a vosotros en mi corazón, cuando vuestro calor y sentimientos de amistad desterró la oscuridad. Sora, estáis todos aquí y a todos os debo que yo me sienta tan bien.- concluye llevándose la mano al corazón.

Takenouchi se siente orgullosa de él, posicionando instintivamente la mano en su propio corazón.

-Tú también estás aquí.- musita.

Dos emblemas tan parecidos, que representan dos sentimientos tan potentes y necesarios solo pueden portarlos dos personas muy especiales.

Que sean capaces de comprenderse y de entender lo necesario que es mantener ese sentimiento dentro de sus corazones.

De hacerlo brillar con el amor y la amistad de los demás.

Al rubio le estremece esa declaración, le llena de alegría pero también de otro sentimiento que le produce un poco de vértigo, por eso gira la cara tratando de contener su rubor.

-Guay… - dice, para pasar el momento.

La portadora del amor imita sus gestos e incluso sus reacciones, mirando hacia el otro lado.

-Sí, guay.

Pasan más segundos en silencio donde lo único que trascurre son sus miradas intercaladas y sonrisas nerviosas.

Están sintiendo algo más especial de lo que esperaban, algo que aún no logran comprender pero que saben que es bueno, que les produce una inmensa felicidad.

Algo que quizá, en un futuro sean capaces de definir y descubrir juntos.

Pero no en esta aventura, por lo menos no este día.

Finalmente la pelirroja se levanta.

-Está precioso el Digimundo así.

Agradecido por el cambio de tema, el rubio la sigue.

-¿Te quedarías todo el verano?.- le propone.

Si se lo pide con esos ojos y esa sonrisa traviesa es imposible negarse.

-Me encantaría quedarme todo el verano.- acepta, estirando los brazos con energía.

Ishida, satisfecho e ilusionado de que eso pueda ser real empieza a moverse con diversión a su alrededor, hasta que le da un repentino toque y sale corriendo hacia los demás.

-¡Tú la llevas!

Y Sora, un poco aturdida por lo inesperada de la acción no tarda en sonreír y correr tras él, con las energías renovadas y las ganas de seguir viviendo aventuras que la hagan reír, llorar, sentir y sobre todo madurar.

Sin embargo, aunque ellos todavía no estén al corriente de eso, ese plan jamás se podrá llevar a cabo, porque no son parte del Digimundo, porque ese no es su lugar aunque lo sientan como tal.

Pocas horas después, Sora, Yamato y sus compañeros regresaron al mundo real, su mundo, creyendo que la puerta hacia este lugar del cual habían aprendido tanto estaría cerrada para siempre.

Al Digimundo le debían conocerse a sí mismos, al Digimundo le debían creer en los sentimientos, darse cuenta de que los albergaban en su corazón.

Les apenó, creyendo que esto acabaría aquí, que nunca más vivirían una aventura como esta, más diálogos de hoguera que les diesen calor durante esas eternas y frías noches de este lugar tan especial.

No fue así, pudieron volver a hacerlo por muchos años, en realidad por toda su vida repleta de ese amor y amistad que descubrieron aquí, pero nunca sería como esta vez, porque esta primera aventura fue única, especial e irrepetible.

La que siempre llevarían en sus corazones, la que nunca olvidarían, la que les descubrió, lo cálidas que podían llegar a ser esas frías noches del Digimundo.

-OWARI-

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N/A: este ha sido el fic. Sé que no es gran cosa pero tenía la idea desde hace tiempo y quería celebrar el aniversario digimon del alguna forma, así que esto ha sido. ¡Feliz mes fantástico de Digimon!

Espero que por lo menos os haya causado algo de nostalgia recordando ese gran anime que es el que se supone que nos inspira y que no deberíamos olvidar.

Domo arigato Digimon

Digimon4ever! soratolove/sorato4ever

Publicado:29/08/2012