Capítulo 13
RIZA sintió que le fallaba la voz justo cuando más lo necesitaba, de modo que asintió sin apartar la mirada de Roy. De los ojos de él salieron chispas. Estaba atónito. Riza tragó y dijo al fin:
- Y no cabe la menor duda sobre ello, porque Jean y yo jamás nos hemos acostado juntos. Decidimos esperar a después de la boda.
- ¿Nunca?
- No, y como no nos casamos al final no nos acostamos.
- Eso significa que... que yo fui tu primer… ¡imposible! - soltó Roy apretando los labios sin dejar de mirarla.
- Aquella noche yo no quería que tú lo adivinaras - explicó Riza ruborizándose -. Dijiste que las mujeres vírgenes te resultaban muy poco excitantes.
- Pero los dos dijimos e hicimos estupideces aquella noche... por fortuna Su no fue una estupidez más - rio Roy delatando las emociones que lo embargaban y estrechándola contra sí mientras miraba incansablemente a su hija y a Riza como si no pudiera apartar los ojos de ninguna de las dos -. Por el amor de Dios... y todo este tiempo estaba aquí, delante de mis narices... Nadie sabía quién era el padre de tu hija, y tú no podías decirlo porque... ¡ni siquiera sabías su nombre! Al ver la foto de Jean junto a tu cama creí que era el padre y que tú aún lo amabas.
Creo que los celos me cegaban, ¿de donde saldría una bellísima morena con un padre como Havoc? Riza lo miró y sonrió –hablaba como un padre orgulloso, como un pavo real- Y luego- continuó el moreno- al decirme que no era así, ni siquiera se me ha ocurrido pensar que pudiera ser mía.
- Bueno, tú no sabías que Su fue prematura.
- Quisiera despertarla - confesó Roy soltando a Riza para mirar de cerca a su hija -. Pero esa es la primera lección que me has enseñado, no molestarla cuando duerme.
- Duerme como un tronco.
- ¿Pero dónde tenía los ojos? - inquirió Roy admirado -. ¡Si tiene mi nariz...!
- Todo lo ha heredado de ti - confirmó Riza pensativa, sintiéndose abandonada ante la emoción de Roy por su hija.
¿Emoción? No, no era ese sentimiento exactamente lo que Riza había esperado de Roy, aunque en realidad nada había ido como ella había esperado. Roy estaba atónito, pero no había hecho ni un solo gesto de disgusto ni expresado la más mínima protesta. Había aceptado el hecho de que tenía una hija de buen grado.
- ¡Es realmente preciosa! - susurró orgulloso. - Sí, yo también lo creo.
- Dios mio... ¡soy padre! Será mejor que llame a Maes de inmediato...
- ¿Cómo dices? ¿A Maes?
-Sí Maes Hughes, él es mi abogado y mi mejor amigo, no pude presentarlos pero pronto lo conocerás, a él y a…. - Hizo una pausa con una leve sonrisa al recordar lo de la revista – bueno, a Gracia ya la conociste, pero por supuesto Summer debe conocer a Elysia...
- pero... ¿para qué lo llamas ahora? preguntó Riza
- ¡Si me muriera esta misma noche antes de reconocerla como hija mía se quedaría sin un Cen!- exclamó Roy caminando hacia la puerta -. Llamaré ahora mismo. ¿Es que no vienes? - preguntó volviéndose hacia ella.
Riza se sentó en la biblioteca y lo observó llamar por teléfono a su abogado y a su hermana.
- Quiero que me lo cuentes todo - comentó después sentándose frente a ella -, desde el momento en que sospechaste que estabas embarazada.
- Bueno, no lo sospeché hasta que tenía cinco meses.
- ¡Cinco meses! ¡pero por Dios… es que eres tan despistada! - No engordé mucho ni tuve mareos ni nada de eso.
Comía mucho y me salió un poco de panza, y después noté una extraña sensación, como palpitaciones. Por eso fui al médico. Cuando me dijo que era el niño moviéndose me quedé de piedra.
- Me lo imagino - la miró cariñoso y divertido, levantándose de la silla para sentarse en el sofá con ella y tomarla de la mano -. ¿Así que no te pusiste enferma?
- No, gocé de perfecta salud.
- ¿Y cómo reaccionó tu familia?
- Mi padre se portó bastante bien, pero creo que era porque esperaba que fuera un niño - admitió Riza molesta -. No le importaban en absoluto las habladurías, pero Margo estaba que echaba fuego. Fue por ahí contando que el niño era de Jean porque, por supuesto, sonaba mejor.
- ¿Y qué le dijiste a tu familia sobre el padre?
- La verdad, más o menos. Que fue algo que ocurrió... que había olvidado tu nombre - admitió avergonzada.
- Qué sola debiste sentirte - murmuró Roy pesaroso -. Aquella noche, sin embargo, tú me diste a entender que estabas protegida.
- Y creía sinceramente que lo estaba. No sabía que había que tomarse las dichosas pastillas continuamente para evitar quedarse embarazada y claro, en cuanto llegué a Central, las tiré.
- ¡Si no te hubieras marchado de ese modo del apartamento!
- Habrías llamado a la policía.
- No, si te hubieras quedado tu inocencia no se habría puesto en entredicho. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te marchaste así?
- Resulta bastante violento despertarse por la mañana en la cama de un extraño - confesó Riza con franqueza -. Me sentía como una fulana...
- Tú no sabes nada de las fulanas, así que no uses esa palabra – la censuró Roy.
Segundos más tarde, no obstante, volvía a sonreír y a hacer miles de preguntas sobre su hija demostrando un interés que Riza nunca hubiera imaginado. Al final él murmuró:
- Bueno... entonces ya no habrá divorcio, Bonita mía.
A pesar de que aquello fuera justamente lo que Riza deseaba, la declaración de Roy no le gustó. No la hacía por los motivos correctos, de modo que se soltó de él y preguntó:
- ¿Y por qué? ¿Acaso sabes tú algo que yo ignore? - Tenemos una hija, nos necesita a los dos. Simplemente he supuesto que...
- ¡Pues no supongas nada! ¡Puede que sea importante que Su tenga un padre, pero a mí me preocupa lo que necesito yo!
- Tú me necesitas a mí - respiró Roy tenso, perdiendo todo atisbo de sonrisa.
- ¡No me mires así!
- ¿De qué modo?
- Como si fuera un deudor que no te paga o algo así... Estás... ¡Estás tratando de buscar mi punto débil! - exclamó Riza comprendiendo de pronto que iban a volver a discutir y deseando evitarlo - Escucha, estoy muy cansada. Me voy a la cama.
Riza miró a Roy desde lo alto de las escaleras. Estaba tenso, mirando por la ventana. Su corazón se hundió al verlo. Todo había salido mal desde el momento en que ella había puesto en cuestión su convencimiento de que debían de seguir casados. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué, cuando era lo que ella más deseaba?
Riza escrutó su corazón y halló la respuesta. Tenía miedo de que Roy solo quisiera seguir casado con ella por Su. Se había sentido excluida al verlo contemplarla admirado, pero tenía que reconocer que había sido una egoísta. Roy acababa de saber que era padre, y era natural que la observara embelesado.
Riza cambió las sábanas, echó a black hayate a dormir a la cocina y se puso su mejor camisón para esperar a Roy. Una hora más tarde escuchó sus pisadas en el corredor. El corazón le dio un vuelco. Pero Roy pasó por delante de su puerta sin abrirla. Ella lo oyó entrar en el dormitorio de al lado.
Y se volvió hacia la almohada jurando temblorosa. Aquel hombre ni siquiera se sentía tentado de hacerle el amor después de tres semanas de ausencia.
…o…
- El apartamento es fabuloso - suspiró Rebecca mirando las vistas desde el ático -. Y Roy... es el marido perfecto, estoy convencida. Se marcha sin decir ni pío para que puedas disfrutar a solas de la comida con tu mejor amiga. ¡Y encima se lleva a la niña!
- Sí, es un padre abnegado.
- En un mes ha transformado tu vida - continuó Rebecca -. Si hasta te trae flores y regalos... Jean no me trae flores, pero me hizo un precioso regalo de cumpleaños. Y además me llama cinco veces al día. Está muerto de miedo de que lo deje plantado, es increíble.
- Me alegra que seas feliz.
- Pues no pareces muy contenta - respondió Rebecca -. Sé que te pasa algo.
Riza recordó las últimas cuatro semanas transcurridas. Roy había insistido en reparar y reformar la mansión Hawkeye sin más dilación, y mientras tanto se habían mudado a su apartamento de Ciudad del Este. En verano irían a Central, donde residirían permanentemente.
- ¿Es que está con otra mujer? - inquirió Rebecca.
- ¡Por supuesto que no!
- No es violento ni bebe, ¿verdad?
- ¡Rebecca, claro que no! Simplemente... no me ama.
- ¿Y es ese el problema? Pero si ha mandado a recogerme para que pueda venir a comer contigo... está pendiente de cada una de tus palabras, contemplándote constantemente... vamos, es capaz de cualquier cosa con tal de agradarte.
Riza se encogió de hombros sin dejarse impresionar. Dormían en habitaciones separadas, y Roy no había hecho el menor intento de cambiar eso. Era como si el sexo no existiera para él. Riza no podía dejar de recordar lo que una vez le había confesado: que probablemente fuera el hecho de que era una ladrona lo que le resultaba más peligrosamente excitante. Era como si hubiera perdido de repente su sex-appeal para él. Aparte de eso sus relaciones iban cada vez mejor.
Riza se sentía cada vez más enamorada. No obstante no estaba segura de que eso fuera bueno. Roy se mostraba considerado, amable y alentador. Nunca perdía la paciencia, ni siquiera cuando Su se ponía rebelde. Y la llevaba a cenar constantemente. La llevaba a fiestas, se comportaba como si estuviera orgulloso de ella y la halagaba. Sonreía y se reía, pero por la noche se iba a su cama.
- ¿Se te ha ocurrido mencionarle que lo amas? Yo diría que no resulta demasiado obvio por tu forma de comportarte - opinó Rebecca -. O quizá es que no se le dé bien decírtelo.
Una hora más tarde, tras marcharse Rebecca, Su entraba en el dormitorio de su madre con calcetines nuevos. Aquellos días Su parecía realmente feliz. Riza la tomó en brazos y la llevó hasta su hermosa habitación llena de muñecas. Roy entró inmediatamente después. En ese momento Su quiso jugar, Roy le dio biberón a cada muñeca mientras aquella princesita morena le daba indicaciones sobre cómo hacerlo. Además, se había dejado poner en el cabello un par de moños rosados, con la única intensión de complacer a su hija. Riza los miraba encantada, no podía esconder su sonrisa y más aun cuando Roy tomó a Su en sus brazos y la tumbó en la cama haciéndole cosquillas en su diminuta barriga.
-Bueno señorita es hora de dormir- dijo Riza con el tono maternal que siempre empleaba al dirigirse a Su. Ambos se acostaron, uno a cada lado de su hija. Riza comenzó a contar una historia de hadas y princesas hasta que la pequeña se quedó profundamente dormida. Subieron las pequeñas rejillas deslizables convirtiendo la cama en una hermosa cuna para que Su estuviera protegida de caer.
Salieron sin hacer ruido. Caminaron despacio hasta la habitación de Riza.
- ¿Lo has pasado bien con Rebecca?
- Sí, fantástico... debería de haberla invitado yo, pero no pensé que quisiera dejar su casa ahora que tiene un romance con Jean.
Solo con mirarlo Riza sentía que se le secaba la boca y se le aceleraba el pulso. Por eso se había acostumbrado a no mirarlo directamente a la cara. Bastaba con un rápido vistazo. Si Roy no la deseaba lo peor que le podía pasar era que sospechara que ella sí.
- Riza... he invitado a Rebecca con la esperanza de que te alegraras, pero no parece haberte hecho mucho efecto.
- No se puede vendar lo que no está herido.
- ¿Es ese uno de esos extraños dichos de Ciudad de Este? - Riza no respondió. Ni siquiera lo miró -. ¿Sabes una cosa, Bonita? He decidido que el tacto, la paciencia y la delicadeza no funcionan contigo.
- Es probable - concedió Riza preguntándose por qué elevaba la voz.
- De hecho cualquier hombre lo suficientemente estúpido como para tratar de ganarse tu confianza acabaría en la tumba antes de lograrlo.
- ¿Ganarse mi confianza? - repitió Riza.
- ¿Y qué diablos crees que he estado haciendo durante el último mes? - preguntó Roy de pronto lleno de frustración.
El tono de voz de Roy la hizo volverse para mirarlo. En su rostro se reflejaba la misma soledad que Riza veía en su propio semblante cada mañana. Roy hizo un gesto con las manos y continuó:
- Primero me das esperanzas, y al minuto siguiente me echas a un lado - gruñó -. No necesito que me digas que he destrozado nuestra relación, llevo tiempo tratando por todos los medios de arreglarla... pero tú pareces alejarte cada vez más y más de mí, ¡y no puedo soportarlo cuando te amo de esta manera!
- ¿Que tú... me amas? - susurró Riza temblorosa.
- Me dijiste que aquella noche en Central te habías enamorado de mí, y eso me dio esperanzas. Concluyó Roy.
- ¿Y si me amas por qué estás durmiendo en otra habitación? - exigió saber Riza en tono acusador -. ¿Por qué nunca me tocas?
- Quería que te dieras cuenta de que te quiero de verdad – respondió él sinceramente apenado.
- ¡Vaya una manera de demostrármelo! ¡He sido tan desconsiderada!
Roy cruzó la distancia que los separaba de un solo paso…
- Estaba esperando a que tú me dieras una señal... no puedo dar nada por supuesto en nuestra relación.
- Si me amas puedes dar por supuesto todo lo que quieras.
Roy se inclinó para besarla en la boca con un gemido ahogado iniciando una cadena de reacciones causales en el cuerpo de Riza, que se echó a temblar. La estrechó con tal fuerza que apenas pudo respirar. Segundos más tarde corría a cerrar con pestillo la puerta mientras decía:
- Nunca en la vida me había sentido tan frustrado, Bonita.
- Ni yo... he sido una estúpida anteponiendo mi orgullo a todo lo demás, excluyéndote cuando te necesitaba en lugar de demostrártelo. Te quiero mucho... mucho... mucho. Deberías de haberte dado cuenta.
- ¡Pero si ni siquiera me mirabas! - exclamó Roy tomando su mano para besarla -. Eres cruel.
- Me gusta que los hombres hagan todo el trabajo. La última vez que fue al revés tuve que salir por la ventana con la alarma sonando... y además acabé embarazada - señaló Riza en su defensa.
- Pero Summer es preciosa, y no es motivo de arrepentimiento. Además, yo me enamoré locamente de ti hace tres años.
- Eso me cuesta creerlo...
- Porque no te valoras lo suficiente - la regañó Roy -. Me dejaste fuera de combate. Eras por completo diferente del resto de mujeres a las que había conocido. Aquella noche me quedé dormido contigo en brazos totalmente satisfecho...eso nunca antes había pasado.
- Y desde entonces todo salió mal.
- Sí, pasé tres horribles años siguiéndote la pista por todas partes... estaba completamente obsesionado - le confió Roy -. Nunca admití lo que sentía por ti, ni siquiera ante mí mismo, pero apenas podía esperar al día de la boda... solo pensaba en volver a estar contigo.
- Sí, ya me di cuenta de lo importante que era para ti. - Ni siquiera sabía qué me ocurría - continuó Roy ruborizándose -, pero estaba feliz de volver a tenerte en mi cama, bajo mi techo, atrapada... Y entonces Mei confesó y aquello me hundió en el más completo fracaso.
- Lo sé - suspiró Riza.
- Fue entonces cuando comprendí que te amaba. Lo había echado todo a perder. No tenía nada a qué aferrarme, solo ese estúpido acuerdo de matrimonio... ¿para qué otra cosa ibas a necesitarme?
- Dios, no pensé en ello...
- Por eso decidí que te sentirías más cómoda si me alejaba de ti y te permitía olvidar por una temporada lo bastardo que era - confesó Roy inclinándose para tomarla posesivamente en sus brazos y llevarla a la cama -. Y entonces Maes me informó de la revista porque Gracia se lo pidió. Sé que en realidad no piensas que sea tan maravilloso, pero en aquel momento lo leí más de diez veces...
- Y por eso te lo sabías de memoria - lo interrumpió Riza dejando caer los zapatos.
Roy le desabrochó el vestido y posó los labios sobre los hombros desnudos.
- Pensé que si me hubieras odiado realmente el artículo no habría tenido esa extraña nota agridulce, así que me dejé inspirar por la esperanza y si añadimos la sermoneada de Maes...
- Y una buena cantidad de ego... susurró aquella rubia divertida ante el cosquilleo de los labios de su marido en sus hombros
- Tomé el avión - terminó él la frase -. Cuándo comprendí que Su era hija mía me sentí extasiado... quiero decir que era otra forma de aferrarme a ti.
- Pero lo echaste a perder todo otra vez diciéndome que teníamos que casamos por su causa. Amo demasiado a mi hija, pero necesitaba sentir que tú me querías por mí misma.
- Fui muy torpe. Te presioné demasiado, fui demasiado deprisa. No me atrevía a decirte que te amaba porque pensé que nunca me creerías.
- Puede que sí... Soy más confiada y crédula que tú - bromeó Riza feliz.
Roy se sacó una pequeña caja del bolsillo de la chaqueta y la abrió. Dentro había un anillo. El rubí reflejaba la luz intensamente. Riza contuvo el aliento.
- Es este, ¿verdad?... Es el dichoso anillo que pensaste que había robado.
- Sí, el Adorata - sonrió Roy poniéndoselo en el dedo.
- Es realmente precioso - susurró Riza.
- Según la tradición, los Mustang se lo regalan a su mujer en el día del nacimiento de su primer hijo, del heredero, pero creo que ya es hora de cambiar eso.
- Sí, eso me gusta - respondió Riza-. Nada de tonterías sexistas ni de que los hijos son más importantes que las hijas.
- Hasta ahora no me atrevía a preguntar pero... ¿crees posible que estés embarazada otra vez?
- No, a menos que me hayas raptado en sueños. No, esta vez no, pero quizá pronto - concedió Riza enredando los dedos en su cabello -. Dios, me encanta poder enredar los dedos así... ¡vas siempre tan peinado!
- No me gustó que dijeras que los banqueros eran aburridos - le confió Roy -. Sin embargo, luego, en la entrevista, dijiste que era el hombre más apasionado que habías conocido.
- Y lo eres... conmigo, con Su. Eres muy cálido tras esa fría fachada.
- ¿Te ha dicho alguien lo sexy que estás con botas de goma?
- ¡Ahora sí que estoy convencida de que me quieres!
Y, tras exclamar aquello, Riza reclamó su boca y se prometió a sí misma un futuro lleno de bendiciones y felicidad.
…..o….
Ya está chicas! Final de esta adaptación. Espero que les haya gustado.
Muchas gracias por leer, por seguir la historia, en fin, por brindarle un poco de su tiempo.
Muchas gracias a Andyhaikufma por ayudar a una nueva como yo con las dudas sobre las cuestiones técnicas de la página . Gracias por leer y comentar, por dejarme tu opinión en cada cap. Nunca olvidaré que fuiste la primera en mostrarme un review! Un beso.
Gracias tambien a lulufma por animarme con sus reviews tan lindos … Besos !
Gracias a wendy P R, daniefron, Guest. Y a todos los que hayan seguido esta historia, un beso y espero que nos leamos pronto….