ADVERTENCIA: Antes de que lean esto quiero dejarles claro que en este one/shot no verán al Inglaterra tsundere y hermoso que estamos acostumbrad s a ver, ni tampoco al sexy pirata/corsario. Este fic está basado en la versión 2P de Inglaterra. Las versiones 2P de Hetalia, por quien no lo sabe, se traduce como Second Player, algo así como en los videojuegos de peleas ambos jugadores escogen un mismo personaje y uno aparece con ropa y colores diferentes, algo parecido son las versiones 2P de Hetalia. Himaruya diseñó solamente a los integrantes del Eje y algunas de las Nyotalia en esta versión así que el Fandom se encargó del resto de los países, junto con ello agregando el hecho de que las versiones 2P son una versión más obscura y con personalidades totalmente contrarias a las originales así que en esta historia no habrá un perfecto caballero ingles ni un agresivo pirata.

Por si gustan darse una idea de cómo es esta versión de Iggy, insisto, para quien no lo sabe, puede checar este vide : / / w w w . ? v = (todo sin espacios) y si quieren ver las versiones 2P originales de Himaruya aquí les dejo este otr : / / . / / sencillamente pueden buscar imágenes en Google)

Si mi anterior información está mal y alguien sabe algo al respecto, antes de insultarme compartan su información y luego ya pueden insultar.

Ahora si, quedando advertidos disfruten del fic que escribí tan solo por mi reciente obsesión con Inglaterra2P y para satisfacer mi morbo.

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INSaNiTY

Todos tenemos un rincón obscuro en nuestra mente, alguna pisca de esquizofrenia o simplemente una locura innata que hemos logrado mantener a raya bajo una estricta disciplina que un día sencillamente comienza a resquebrajarse gracias a algún agente provocador que logra derrumbar ese equilibrio mental que habíamos mantenido intacto tanto tiempo.

Tal vez para las naciones esto es igual y tienen que mantener su salud mental dentro de los parámetros de lo "normal". Pero ¿Qué pasaría si tuvieran la oportunidad para lograr romper esas cadenas de sanidad? Volverse locos por un día y mostrar esa otra cara enferma que ha tenido que ser reprimida en alguna esquina de la consciencia… bueno, pues a Inglaterra un día se le ocurrió crear esta oportunidad.

Se trataba de otro de sus raros y extraños experimentos mágicos, había pasado casi tres horas encerrado en su sótano con esa sospechosa estrella de cinco picos dibujada en el piso y su caldero burbujeante que recordaba a los de las brujas de esas viejas historias de terror infantiles, todo eso para terminar con aquel peculiar brebaje incoloro el cual se suponía era una especie de liberador de estrés, un tipo de sobrenatural tranquilizante ya que la isla últimamente estaba bajo mucha presión; entre superiores, pueblo y una crisis que parecía estar extendiéndose por la Unión Europea, al británico se le estaba olvidando lo que era la vida sin estrés.

-¿De verdad tenía que quedar así?- se preguntó hojeando de nuevo el grueso libro encuadernado en cuero y de hojas amarillentas que daban la impresión de que en cualquier momento se desmoronarían, como si fueran hechas de fino papiro.

El ingles paseó su dedo índice por las líneas escritas en latín y celta, de algunas ya había olvidado su significado pero eso no importaba, tampoco es como si un par de palabras mágicas mal pronunciadas fueran a crear un monstro de él, ya llevaba demasiados siglos practicando la magia como para que aquello le sucediera… tan a menudo…

-Creo que así está bien- masculló viendo con desconfianza el pequeño frasco que contenía su propia creación, vio a las hadas que revoloteaban por el techo sin hacerle mucho caso –Hasta el fondo- dijo alzando un poco el frasco a modo de brindis para luego llevárselo a los labios y darle un largo trago hasta beber la última gota.

Justo después de que llegó hasta el fondo y todo el liquido fue tragado comenzó a toser al sentir una fuerte quemazón en su garganta que se extendía hasta la boca de su estomago.

-Diablos… ¿Qué demonios es esto?- preguntaba con la voz forzada entre sus accesos de tos y con las lagrimas comenzando a saltar de sus ojos gracias al dolor provocado por ese insoportable ardor que poco a poco lo estaba obligando a doblarse por lo fuerte del malestar, incluso el respirar se le dificultaba. Con esfuerzos volteo hacía arriba buscando a las hadas esperando que le ayudaran pero estas solo revoloteaban por todo el sótano con caras de susto y se escapaban buscando algún lugar donde esconderse… como si ellas estuvieran viendo algo que él no podía.

Ignorando su extraño comportamiento Inglaterra se llevó una mano a la garganta y al pecho mientras que con la otra intentaba buscar un apoyo ya que esa quemazón comenzaba a expandirse por el resto de su cuerpo dándole la sensación de que estaba quemándose vivo ¡Necesitaba agua ya!

Trastabillando y como pudo llegó a la cocina buscando con desesperación un vaso y habiéndolo encontrado lo llenó hasta el tope, cerró sus ojos con fuerza tratando de soportar el dolor al mismo tiempo que bebía el agua sin importarle que le estuviera escurriendo por las comisuras de sus labios hasta que poco a poco el ardor, la quemazón y su propia cordura fueron desapareciendo.

Tras beber toda el agua la isla relajó sus manos y dejó que el vaso se deslizara por sus dedos hasta que cayó al piso haciendo un fuerte estruendo… Inglaterra sonrió ante el sonido del cristal rompiéndose a la vez que sus ojos se abrían de nuevo dejando ver un extraño fulgor en ellos que no correspondía al de sus esmeraldas. El rubio soltó un par de risitas a la vez que su extraña sonrisa se ensanchaba permitiendo que casi toda su dentadura se viera.

-Mmmmmm… eso fue refrescante pero prefiero un té- dijo el ingles riendo de nuevo sin borrar su mueca algo bizarra que casi parecía como si las comisuras de su boca estuvieran siendo jaladas hacía arriba por una fuerza invisible.

-¿Dónde habré dejado el té?- se preguntaba con voz cantarina abriendo las gavetas de su alacena – Té, té, té, té- decía una y otra vez mientras sacaba cosas una tras otra, arrojándolas al aire sin importarle que fueran a dar al piso o inevitablemente se quebraran, de la misma manera en como hacía con los cajones, sacándolos por completo del mueble tirándolos todos con todo y su contenido sin que le importara menos.

-Huy, un poco de ron- dijo alegre abriendo la botella dándole un rápido trago soltando la botella al tiempo que la separaba de su boca y retomando su búsqueda del bendito té comenzando a frustrarse, o eso era hasta que una discreta alarma de su celular le indicaba que acababa de recibir un mensaje de texto, así que se hizo paso entre el desastre que acababa de hacer y revisó el recado que decía: "El hero va para tu casa, llego en una hora, ten listo algo de comer"

-Pequeño América viene a la fiesta del té, hay que preparar todo- le dijo Inglaterra a su soledad soltando una carcajada mientras daba saltitos amanerados fuera de la cocina hasta su habitación.

Inglaterra rebuscó entre todo su armario en busca de un buen atuendo que fuera para la ocasión; viendo con disgusto todos sus trajes verdes, grises y negros hasta que encontró el conjunto perfecto así que sin perder el tiempo se puso los pantalones color mostaza, una camisa blanca, el chaleco rosa brillante y para rematar, una corbata de moño azul turquesa la cual jaló un poco de los extremos al terminar de ponérsela y verse al espejo satisfecho con su apariencia que era demasiado llamativa incluso para una persona normal.

Después de eso preparó el salón, puso el mantel mas ridículo que encontró en la pequeña mesa, ese que era color crema con encajes de flores, sacó su más fino juego de tazas y tras encontrar el té lo preparó junto con algunos scones y panqués que él mismo decoró.

Una hora y quince minutos más tarde el timbre anunció la llegada de Estados Unidos lo que provocó que ese nuevo y raro Inglaterra se emocionara así que dio otro par de saltitos y palmaditas antes de ir a atender la puerta.

-Hello Ig…gy?- preguntó Estados Unidos viendo de pies a cabeza al británico como si no pudiera creer que tuviera esa ropa puesta pero tal vez lo que más llamaba la atención era esa espeluznante sonrisa que el ingles estaba luciendo.

-¡América buenas tardes! Pasa, pasa que el té se enfría- le dijo a su ex colonia de manera efusiva jalándolo de ambas muñecas arrastrándolo hasta el comedor aun riendo, algunas veces hasta soltando carcajadas que parecía no poder controlar.

-Iggy ¿Te sientes bien?- le preguntó Estados Unidos siendo llevado hasta la mesita sintiendo lo fuerte que el otro lo tomaba de las muñecas, casi podía apostar que los dedos del ojiverde se quedarían marcados en sus muñecas.

-No digas tonterías pequeñín, me siento mejor que nunca- contestó Inglaterra provocándole un intenso escalofrío al más joven ¿Acaso acababa de llamarlo "pequeñín"? Bien… la isla definitivamente no estaba bien.

Inglaterra jaló una silla ofreciéndole asiento al otro rubio que se sentó siguiendo con la mirada al británico quien con pasitos amanerados también se sentó en el otro extremo de la mesa, tomó la tetera y sin haber debilitado ni un solo segundo su sonrisa sirvió el té.

-Un poco para ti, un poco para mí- canturreó terminando de servir la infusión –Vamos, no te apenes y toma algún panque, los hornee yo mismo- le ofreció el mayor tomando uno de los demasiado coloridos panques que tenían una cubierta de turrón azul y rosa como decoración, casi parecía que habían sido preparados por el mismo America.

Estados Unidos prefirió no decir nada y solo tomó uno de los scones quemados viendo como Inglaterra lamía el turrón del pan sin ningún recato, como si hubiera olvidado por completo sus modales pues también sorbía el té cuando lo bebía por no decir esas extrañas risitas que casi parecían espasmo pues reía sin ninguna razón, los dos estaban en completo silencio pero Inglaterra de pronto soltaba una que otra carcajada, como si fueran alguna especie de tic además de que esa sonrisa cada vez se hacía mas perturbadora…

-Este… Inglaterra ¿Seguro que estás bien?- preguntó de nuevo América tratando de sonar normal… mejor dicho esperando a que Inglaterra regresara a la normalidad.

-Por supuesto que si ¿Tú no? No has probado nada- le preguntó ladeando su cabeza en un gesto de ingenuidad que de verdad fue como un hielo en escurriendo pro la espalda de América pues esa expresión había sido aterradora.

-Yo estoy perfectamente pero creo que tú no lo estás del todo así que creo que lo mejor será irme por ahora. Nos podemos ver en otra ocasión y…- decía Estados Unidos con intenciones de levantarse de su silla pero justo cuando se estaba parando un horrible estruendo se hizo escuchar; Inglaterra acababa de golpear con sus puños la mesa, lo hizo tan fuerte que hizo temblar la mesa e incluso rompió la tetera y su propia taza con sus manos desnudas.

-¡La fiesta aun no termina!- gritó con voz chillante dándole de golpes a la mesa por cada palabra pronunciada provocando que los pedazos de porcelana se enterraran en sus manos que comenzaban a sangrar manchando de rojo el mantel de encajes que aparte ya tenía el té derramado sobre él.

-¡Inglaterra tranquilízate!- le pidió América que se asustó por la reacción del británico.

-¡Estoy tranquilo, tú eres el que debe calmarse!- volvió a chillar Inglaterra volteando a ver al yankee con sus ojos desorbitados y su sonrisa de oreja a oreja mientras sus manos que seguían tensas cerradas en un puño no dejaban de sangrar.

-Iggy… en serio, respira profundo e intenta calmarte, te acabas de lastimar las manos- decía América de manera cautelosa intentando no provocar al ingles, viendo como este apenas reparaba en sus manos flageladas.

-Oh esto- dijo el anglosajón relajando un poco su tono de voz alzando sus manos para verlas un poco mejor notando como estas goteaban sangre y té.

-No te preocupes, aunque es una pena como ha quedado mi pobre mantel- decía con una exagerada y sobreactuada tristeza dejando escapar un larguísimo suspiro para luego retomar lo que comenzaba a ser una maniaca sonrisa –Pero no te preocupes, podemos seguir con la fiesta- agregó aun anormalmente feliz

-Mejor voy por el botiquín antes de que esas heridas empeoren- le contradijo el ojiazul alejándose de la mesa para ir por algo para sanar a la otra nación que también se levantó con el seño fruncido pero su sonrisa intacta y en dos zancadas logró alcanzarlo así que tomó el cuello de la playera y chaqueta de América, le dio un fuerte tirón para hacerlo caer al suelo provocando que la cabeza del americano azotara contra el piso aturdiéndolo en el acto.

-¡Te dije que la fiesta aun no acaba!- le recordó Inglaterra de nuevo con esa molesta vocecilla chillante –Tienes que hacerle caso a la gente cuando te dice ¡ALGO!- gritó finalmente dándole una fuerte patada en estomago a su ex colonia que pasó de sobar su cabeza a hacerse un ovillo en el suelo mientras intentaba recuperar el aire que aquella patada le había sacado

-What the fuck is wrong with you!- le preguntó Estados Unidos con la voz forzada intentando levantarse pero Inglaterra no se lo permitió pues se dejó caer sobre él sentándose en su estomago sacándole por segunda vez el aire.

-No pasa nada conmigo, eres tú y tus malos modales- explicó Inglaterra aun sentado sobre la otra nación –Siempre con esa falta de educación América ¿Por qué? ¿Por qué nunca me hacías caso cuando te enseñaba modales?- le preguntó golpeándose un par de veces su cabeza como si con ese gesto tratara de entender la supuesta rebeldía de América.

-Siéntate derecho, no hables con la boca llena, no recargues lo codos en la mesa, di "por favor" y "gracias", haz tus deberes, obedece a tus mayores…- recitaba Inglaterra ahora revolviéndose sus cabellos los cuales se manchaban de sangre mientras seguía enumerando cada cosa provocándole verdaderos e intensos escalofríos al yankee que veía al fuera de sí, Inglaterra

-¡Quítate de encima, estás loco!- esta vez fue el autoproclamado héroe quien gritó forcejeando con el inglés para quitárselo de encima de una vez por todas aunque no contaba con que en medio del forcejeo la sonrisa perturbadora de Inglaterra se desvaneciera y la isla acercara de pronto su cara a la de Estados Unidos pegando sus frentes fijando sus ojos desorbitados en los azules de América.

-¿Loco?- preguntó en un susurro Inglaterra haciendo chocar su aliento contra la boca de Estados Unidos que tragó saliva de manera sonora sin atreverse a pronunciar palabra o hacer un movimiento en falso.

Sin previo aviso la Gran Bretaña tomó con sus dos manos el cabello del americano para que mantuviera su mirada bien fija en él.

-Loco, acabas de decirme loco… loco, loco, loco…- repetía en un tono monótono asustando aun mas a Estados Unidos que sentía como si Inglaterra fuese a arrancarle los cabellos en cualquier momento por la fuerza que ponía en su agarre.

-Loco loco loco- repetía sin control el ingles mientras la otra nación podía percibir como la sangre que aun brotaba de las manos de Inglaterra se impregnaba en su cabello y a veces escurría por la piel de su cuello a la vez que el británico seguía repitiendo la misma palabra hasta que por fin se detuvo; sus ojos clavados en los de Estados Unidos que con horror vio como la sonrisa de Inglaterra volvía a formarse y se ensanchaba hasta donde sus labios se lo permitían logrando incluso que sus ojos se entrecerraran y se vieran todos y cada uno de sus blancos y bien alineados dientes.

-Si América, estoy loco- confirmó Inglaterra con voz embelesada aflojando su agarre para comenzar a acariciar la cabeza de Estados Unidos sin borrar su tétrica expresión.

Estados Unidos tragó saliva trabajosamente de nuevo, abrió su boca y notó que su mandíbula temblaba contra su voluntad.

-Yo… Iggy, lo siento- balbuceó América algo asustado sintiendo las caricias del británico.

-¿Por qué te disculpas pequeño?- preguntó Inglaterra en un tono más suave enroscando el curioso mechón rebelde de América en su dedo índice, al parecer muy divertido con esta acción

-Por esto- respondió el rubio dándole un repentino y fuerte cabezazo al inglés aprovechando el aturdimiento de este para empujarlo y quitárselo por fin de encima de un empujón.

-Perdóname Iggy pero en serio necesitas ayuda- decía Estados Unidos gateando un par de veces antes de ponerse en pie, sin embargo cuando apenas logró levantarse sintió como una mano le agarraba el tobillo y lo jalaban al punto de casi alzarle el pie haciéndolo caer de bruces en el piso y de paso un peso extra se apoyó en su espalda sin darle algún chance de incorporarse.

-Ouch América, eso de verdad me dolió- comentó Inglaterra casi recostado en la espalda del ojiazul, jalándole el cabello de la nuca echándole la cabeza hacia atrás –Mira, hasta me hiciste sangrar- dijo con voz cantarina el británico haciendo bizcos para ver como un hilo escarlata le escurría desde la frente hasta el tabique de su nariz y eventualmente hasta la punta.

América sentía en su espalda como el pecho de Inglaterra subía y bajaba en una respiración acelerada al mismo tiempo que escuchaba cerca de su oído los jadeos del otro rubio que se mezclaban con algunas risitas maniacas. Casi podía oler el peligro en el que estaba ya que ese Inglaterra obviamente no era el que conocía, es más, nunca en todo el tiempo que llevaba de conocerlo lo había visto actuar así, ni siquiera cuando era un pirata o un loco conquistador, algunas de sus épocas más violentas… ese Inglaterra parecía estar disfrutando de su propia locura.

-Muy bien mi pequeño, ahora pórtate bien y mantente tranquilo para poder continuar con la fiesta o tendré que darte un correctivo- le amenazó el británico con ese irritante tono de voz a la vez que América sentía un metal frío apoyándose en su garganta, seguramente se trataba de alguno de los cubiertos que se habían caído tras todo el alboroto que el ingles había armado antes

-Dudo mucho que un cuchillo para mantequilla haga algo de daño- desafió Estados Unidos que tenía que mostrarse valiente antes de que Inglaterra siguiera dominando la extraña y peligrosa situación en la que habían terminado.

-¿Eh? No sabía que este cuchillo sirviera para untar mantequilla- comentó Inglaterra con algo de ingenuidad estirando su mano con el utensilio para que América pudiera apreciar del todo el enorme y amenazador cuchillo que casi parecía había sido robado de alguna carnicería. El yankee abrió sus ojos de sobremanera al ver la larga y ancha cuchilla que brillaba a contraluz como un peligroso espejo bien pulido. ¿De dónde diablos había sacado esa cosa? Tal vez la había tenido consigo desde que llegó.

En fin, tras dejar ver el arma Inglaterra volvió a ponerla frente a la garganta de su ex colonia provocándole un estremecimiento al ojiazul cuando sintió la fría hoja de metal en su piel, lo peor era que Inglaterra no titubeaba a la hora de sostener el cuchillo, ni un solo temblor en su mano lo que daba la impresión de que no dudaría ni dos segundos antes de rebanarle el cuello a su víctima si este se atrevía a poner algo de resistencia.

-Iggy… tranquilízate por favor ¿Qué quieres de mi?- preguntó América tratando de ocultar sus tartamudeos en vano.

-Oh pequeñín, yo solo quiero que disfrutemos de una taza de té, pero no sé porque de pronto te pusiste tan agresivo; eso no es nada lindo y no tiene clase- decía exageradamente afligido el otro soltando un segundo teatral suspiro.

-Muy bien, tomemos el té pero por favor baja esa cosa y mantén la calma, no hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir- le pidió América aun sintiendo el metal presionando firmemente contra su Manzana de Adán.

-¿En serio? Eso me hace feliz- dijo el británico separando lentamente el cuchillo de la garganta de Estados Unidos que por fin pudo respirar un poco más tranquilo. Inglaterra se levantó y le ofreció una mano (aun sangrante) al más joven para ayudarlo a pararse aunque aun tenía ese enorme cuchillo empuñado.

-Siéntate por favor, voy por otra taza y mas té- decía alegre el de tupidas cejas jalando la silla que le correspondía a Estados Unidos el cual temeroso tomó asiento.

-No te vayas a mover de ahí ni te vayas a escapar porque entonces te buscaré y te mataré- le advirtió Inglaterra con la mano que sostenía el cuchillo en la cadera y la otra cubriendo su boca escondiendo su sonrisa viendo como su antigua colonia solo asentía con la cabeza y su cara palidecía en cuestión de segundos por la última amenaza dicho con un tono tan casual.

Cuando Inglaterra se adentró a la cocina el estadounidense sacó rápidamente su teléfono celular volteando de vez en cuando a la entrada de la cocina asegurándose de que el británico n saliera aun y con manos temblorosas escribió de manera torpe un mensaje de texto a Canadá pidiéndole auxilio, diciéndole que ese mensaje iba completamente en serio pues estaba en peligro en casa de Inglaterra y que tenía que mandar ayuda ¡Ya! De hecho repitió casi cinco veces que aquello no se trataba de una broma. El mensaje terminó de enviarse en el preciso momento en que la isla volvía de la cocina con una sola taza que puso frente a América en la mesita llena de pedazos de porcelana y el mantel de encajes manchado de té mezclado con sangre.

-¿Y tu té?- preguntó el ojiazul al notar que lo único que había en la mesa frente al ingles era su cuchillo.

-Yo tomé demasiado ya, anda bebe el tuyo- le animó con voz paternal apoyando sus codos en la mesa enlazando sus dedos ensangrentados frente a su cara sonriente, clavando sus ojos en América que con desconfianza tomaba la taza examinando el contenido hasta que se animó a darle un largo trago al mismo tiempo que todos sus movimientos eran seguidos por la inquisidora mirada de Inglaterra que no dejaba pasar ningún detalle de los movimientos del rubio.

América dejó la taza de nuevo sobre el pequeño plato y se percató en la manera en como la sonrisa de la Gran Bretaña se ensanchaba todavía más en el momento justo en que su garganta comenzaba a arderle y en cuestión de segundos ese ardor se convertía en una insoportable quemazón la cual se extendía por toda su tráquea.

-¿Qué… me diste?- preguntó América forzándose a hablar llevándose sus manos al cuello, sintiendo como se quemaba por dentro y se ahogaba.

-Solo un poco de medicina- contestó Inglaterra sin inmutarse al ver los gestos de dolor del americano que en sus desesperación de buscar algo con que calmar su quemazón se cayó de la silla gateando buscando un poco de agua ante la atenta mirada de Inglaterra que en su mismo lugar y en sus misma posición, con su mismo gesto divertido solo lo seguía con los ojos o eso era hasta que desvió su mirada del americano a su ostentoso reloj de bolsillo dorado viendo los minutos que habían pasado. Cerró el reloj y lo volvió a meter en el bolsillo interior de su ridículo chaleco rosado.

-Lets get mad…- murmuró el ingles sacando una botellita de cristal que tenía llena hasta menos de un cuarto con un sospechoso liquido traslucido.

…Finalmente América había dejado de quejarse…

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Entonces como que dejo un final abierto por el mero placer de hacerlo XD o no sé si quieran algún tipo de continuación, al final esto fue escrito por pura diversión y la verdad es que me encantó escribir acerca de esta versión de Iggy, sencillamente me enamoré.

En fin, gracias por leer y si gustan comentar todo es bien recibido.