¡Hola! Aquí mi tercer Gerza. Espero que les guste, cuando empece a escribirlo estaba algo sentimental, y salio esto haham :D
Disclaimer: Los personajes son de Hiro Mashima, yo solo creo la trama de la historia :)
Disculpen el OCC D:
Broken
La veía pasar, de lunes a viernes. A las 13 horas del día. Siempre tan puntual. Con su cabello rojo escarlata suelto, su flequillo en la frente, su falda de tablones, y su camisa de botones con un moño azul cercas del cuello. Su mirada tan firme y decidida, tan fuerte, tan independiente y tan torpe.
¡Para mí la más hermosa mujer!
Sonreí satisfecho. La había visto otra vez, aunque ni siquiera le hablaba, me era grato con solo verla.
Eres un idiota enamorado. Me repetía mentalmente una y otra vez, y cada vez que pensaba en aquello, una sonrisa se dibujaba en mi rostro. ¿Quién lo diría? No la conocía, no sabía su nombre, no sabía absolutamente nada de ella, pero me había enamorado de aquella mujer de cabellos escarlata.
¿Cómo sabía que estaba enamorado? ¿¡Cómo no darme cuenta! Cada vez que la veo, mi mundo se ilumina, olvido todo, solo es ella y su inmensa hermosura. ¡Dios santo! Me sabía su horario, parecía un obsesionado. O tal vez lo era…
Siempre me preguntaba si ella me habría notado tan siquiera una vez. Nos encontramos todos los días de la semana, una que otra vez cruzamos miradas, pero ella rápidamente desvía su mirada como si yo no fuera de su agrado. Aquello me entristecía.
Si tan solo tuviera una oportunidad de charlar con ella… Sería feliz, porque me había enamorado de una desconocida, una completa extraña tenía mi corazón y mi felicidad en sus manos, y ella no lo sabía. Y eso me mataba.
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Era viernes. El último día de la semana que la vería. Abrí los ojos y no me encontré con la molesta luz del sol. Tal vez esté nublado, pensé. Salí de las sabanas y mis pies desnudos tocaron el piso, en ese instante tuve un escalofrío y me di cuenta de la temperatura de esté día, demasiado frío.
Me di una ducha, me vestí un poco más abrigado que los días anteriores, tome una taza de café y encendí el televisor para ver el noticiero. Confirmaban que un frente frío se iba hacer presente y posibles lloviznas.
Suspire. Tenía que buscar una sombrilla por si las dudas.
Salí de mi casa y una ola de frío choco mi cuerpo. Me estremecí. Me quede un momento parado esperando a que me acostumbrara a está temperatura y cuando finalmente lo hice, empecé a caminar a pasos lentos.
Me detuve en la esquina donde siempre la encontraba. Mire mi reloj, eran las 12:57 de la tarde. Estaba ansioso, nervioso, con ganas de verla y hablarle por primera vez.
Las personas pasaban a mi alrededor con prisa, por consecuencia del frío, supongo que querían llegar lo más temprano a sus hogares para calentarse. Yo haría lo mismo, hasta faltaría a mi trabajo para no tener que enfrentarme a esté horrendo clima. Pero no lo hacía, porque la quería ver. Quería verla y que me alegrara el día como siempre lo hacía, aunque ella no sabía que su sola existencia hacía otra completa mente feliz.
Recuerdo el día que la vi por primera vez. Yo era un desastre, odiaba tener que ir a trabajar por el hecho de hacer mi vida malditamente monótona. Detestaba levantarme con el fin de hacer lo mismo una y otra vez, las mismas personas, las mismas actividades, los mismos enfados. Todo era completamente aburrido para mí.
Hasta que apareció ella.
De la nada, como si de una estrella escondida en la noche se tratase apareció e ilumino completamente mi oscura y aburrida vida. Me había embelesado aquella mujer de cabellera escarlata. No me había dado cuenta que me estaba enamorado de ella hasta que comprendí porque siempre pasaba por esta esquina a las 13 horas todos los días, como siempre la buscaba con la mirada para ver si pasaba por casualidad, como hacía mi día mucho más interesante cuando la veía. Cada movimiento de ella era como un párrafo de un poema; algo hermoso.
Revise mi reloj. Eran las 13 horas. Mire a mí alrededor. No había rastro de ella.
¿Se habrá quedado en su casa por el frío?
No tenía ni idea, de todas formas no la conocía, no sabía cómo era ella en verdad.
Empezó a llover. Rápidamente saque la sombrilla para cubrirme del agua, apenas me habían caído unas cuantas gotas. Suspire. Lo mejor sería ya irme a trabajar, tal vez ella no venga el día de hoy.
Tal vez ella no venga el día de hoy. Puff. Valla idiota, aquello sonaba como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para vernos. ¡Ni siquiera le hablaba!
— ¡No puede ser que se olvidara la sombrilla! No puede ser, no puede ser, no puede ser. —Se reprochaba. Me causo una tremenda curiosidad saber quién era duela de aquella voz. Por inercia voltee a ver.
¡Valla sorpresa! Era ella. Pero, al contrario de otros días se veía molesta, y no solo su humor, estaba empapada, su flequillo le cubría sus ojos, llevaba unos documentos en la mano. ¿Puede llevar aquello pero no una sombrilla? Demasiado responsable, pensé.
Apenas me di cuenta que solo me le quedaba viendo desde que se hizo presente, y para mi mala suerte se percató de aquel detalle. No hizo nada, simplemente hizo lo de siempre, seguir caminando, evitando contacto conmigo. Paso por mi lado, tal vez ella no se había dado cuenta que había un gran charco de agua, estaba demasiado apurada y el hecho de que estuviera lloviendo no ayudaba en lo absoluto. Dio un paso en falso, si yo no hubiera intervenido seguramente el suelo frío y mojado la hubiera recibido.
Mi mano estaba sujetando su muñeca para que no cayese. Por un momento olvide lo frío que estaba el día, que la llovizna se hizo más fuerte. Olvide todo, solo pensaba en ella.
La pude observar mejor de cercas, tenía ojos color marrones. Ella parecía estar en shock ya que no hacía ningún movimiento, nuestros ojos se encontraron, movió sus labios al intentar de decir algo, no pudo, y un color carmesí se hizo presente en sus mejillas, volviéndola aún más hermosa. Parpadeo un par de veces y carraspeo evitando mirarme.
— ¿Estas bien? —Pregunté matando el silencio que nos rodeó.
—…Si, y gracias. —Contestó y se separó de mí. Las gotas de lluvia empezaron a empaparla y parece que lo único que le importa es que no se mojen aquellos documentos que traía.
Me acerque a ella cubriéndonos a los dos con mi sombrilla. Aquella acción la tomó por sorpresa, lo que hizo que se sonroja aún más.
— ¿Qué clase de persona eres que te importa más cuidar unos simples papeles que tu propia salud? —Le sonreí con amabilidad al decir esto.
— Es un trabajo importante. ¿Por qué te preocupas? —Demando algo molesta.
— Si tú no te preocupas por tu propia salud, alguien debe de hacerlo, ¿no? —Conteste. Nuevamente se sorprendió.
— No deberías molestarte, no me conoces, pero gracias. —Me dedico una pequeña sonrisa. Miro su reloj.- Debo irme, se me hace tarde.
— Si te vas, te mojaras por completo —Le advertí, aquello pareció no importarle.
— No importa, debo de cumplir, si me enfermo, tengo el fin de semana para recuperarme. De nuevo gracias. —Pero que decidida. Bufe por esta situación.
— Llévate mi sombrilla, así no te mojaras y yo estaré más tranquilo. ¿Vale? —Le ofrecí la sombrilla, ella no articulaba ninguna acción. Solo espero que no la rechace.
— Pero… tú te mojaras —Me dijo.
— Pero si no te la doy, tú eres la que te mojaras. Además, para entregar un trabajo muy importante necesita estar bien presentada ¿no crees? —Hice una pausa. Ella lo pensó un rato parecía más convencida.- Mi trabajo queda a unas cuantas cuadras, así que para mí está bien.
— ¿En serio no te molesta? —Negué con la cabeza. Ella tomo la sombrilla con algunas dudas.- Gracias. Prometo devolverte el favor. —Me sonrió nuevamente.- Adiós.
Si supiera que con solo sonreírme ya lo está haciendo…
Ella se fue. Me quede observando cómo se marchaba. En segundos yo ya me encontraba completamente empapado. Suspire y sonreí.
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Estaba en mi descanso, así que fui a un pequeño restaurante que se encontraba a cinco minutos de mi trabajo. Pedí una taza de café. Me sorprendía el hecho de que no me hayan corrido de mi trabajo, había llegado tarde y absolutamente mojado. ¡Que importaba! Había hablado con la desconocida de quien estaba idiotamente enamorado.
Aun no podía imaginarlo. Había hablado con ella. Aunque claro, no fue tanto, pero eso me alegraba. Ni siquiera tuve la pequeña oportunidad de poder preguntarle su nombre. ¿Me pregunto cómo se llamara?
Ella era fuerte, decidida, responsable y parecía algo nerviosa cuando estaba a mi lado. Su cabello rojo escarlata. Escarlata, escarlata, escarlata… Scarlet. Sonaba bien para ella.
Sonreí como idiota. No puede ser que estaba pensando en ese tipo de cosas.
Sentí una presencia al lado mío. Pensé que podía ser la camarera con mi taza de café. Me extraño que no la dejara en la mesa y se marchara.
— Puedes dejar el café en la mesa, y gracias. —Dije sin verla y tomando poca atención al asunto.
Se escuchó una risita y comprendí que no era la camarera.- No traigo café, pero si tu sombrilla —Era ella.
Voltee para confirmar que en verdad se tratara de la misma persona, me observaba con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Um, hola… ¿Qué haces aquí? —Me levante de mi silla, quedando en frente de ella, me quede pensando lo que acaba de preguntar y me di cuenta que parecía que la estaba corriendo. ¡Valla tonto!- Digo… es que, pensé que deberías de estar trabajando, ya sabes —Soltó otra pequeña risita. Apuesto que debe de pensar que soy un imbécil.
— Toma. —Me entrego la sombrilla.- Gracias… em… —Me observo como si tratara de averiguar algo… ¡Oh!
— Gerard, Gerard Fernandes —Extendí mi mano, ella la tomo.- Mucho gusto…
— Erza Scarlet —Completo.
¿Acaso escuche bien?
¿Scarlet?
No podía creer que con anticipación había adivinado su apellido. ¡Que locura! Pero pensándolo bien… le sentaban bien su nombre y apellido. Erza, definitivamente una mujer fuerte de carácter y personalidad.
— ¿Recuerdas que me debes un favor? —Sonreí. Ella asintió segura y con una sonrisa de labios, esa seguridad me hace pensar que no negaría lo que yo pidiese.- Bueno, me arias un grandísimo favor si aceptaras que te invite a comer.
Se quedó boquiabierta, algo confusa y sorprendida por mi invitación.
— Esta bien —Se sentó en la silla de enfrente de mí. Me pregunto que pensara de todo este asunto.
Ella pidió una rebana de pastel de fresas, me confesó que era su postre favorito, yo aún seguía tomando café. Erza tenía 22 años, yo era mayor por dos años. Le gustaba leer, no me especifico que tipo de género, gustaba vestirse de diferentes trajes típicos o extravagantes, le gustaba su trabajo, pero también tenía ese sueño de actuar en obras de teatro. Por extraño que sea siempre ha querido hacer un picnic, pero su trabajo y el poco de tiempo que le sobra nunca la han dejado. Me pareció algo tierno como me decía las cosas, como sus ojos se iluminaban cuando algo le emocionaba, y como bajaba la mirada cuando le entristecía algunas cosas.
Al lado de nuestra mesa había una pareja muy acaramelara. Me alegra el hecho que fueran felices aunque no los conociera. Erza parecía algo incomoda. Voltee a ver a la pareja, y el muchacho se levantó de su asiento y cuando estaba cercas de la muchacha se arrodillo, y saco una pequeña cajita color caoba, a segundos la joven sonrío y varias lagrimas se deslizaron por sus mejillas.
— Debe ser hermoso encontrar aquella persona especial. —Dije sin pensar. Erza asintió sin mucho ánimo.- ¿Pasa algo?
— Es solo que… No porque se vallan a casar significa que van a hacer felices para siempre. El amor es tan… complicado y doloroso. —Contesto de lo más seria. No parecía aquella Erza emocionada de antes.
— ¿Por qué dices eso? —Pregunte curioso.
— Bueno —Suspiro.- Todo es felicidad, es como un sueño… mejor que un sueño, es ser feliz día y noche, dormir y que en tus sueños esté esa persona, despertad y saber que eres importante para alguien, que ese alguien igualmente se despertó pensando en ti, que lo veras, que te abrazara y pensaras: ¡Que suerte tengo!. Que cada día esa persona te enamore una y otra vez. Y cuando no estés con él o ella pensaras que sí. Que la única razón de tú sonrisa es porque estás pensando en aquella persona especial, y te reirás te ti mismo por darte cuenta lo enamorado que estas. —Hizo una pausa y tomo aire. Aquello que dijo fue algo… hermoso y triste. Suponía que ella está enamorada, o estaba.- Pero todo termina Gerard… Aquellos días de felicidad se vuelven triste y llorosos, esa persona se fue como vino, dejándote ilusionado y con el corazón roto. Y te das cuenta que nada tiene sentido, que en las noches es una tortura pensar en aquella persona y saber que ya no está a tu lado y lloras… gritas, y concilias el sueño sin saber. Que por un error todo acaba, acaba ese sentimiento llamado amor, acaba tu vida. Tu sonrisa no tiene sentido y vives con la ilusión de ser otra vez feliz con esa persona.
Por un momento creí que iba a llorar. Pero no lo hizo, solo tomo un bocado de su pastel de fresas y se lo llevo a la boca, trago y volteo la mirada.
Me di cuenta que ella había sufrido. Alguien la había lastimado. ¿Qué imbécil lo habría hecho?
Suspire. De todo lo que había dicho tenía razón, pero no por eso iba a dejar de creer en aquel sentimiento.
— Valla… tienes razón. Pero, el que te quiere, y te ama, nunca, nunca te va a lastimar. Te va a querer ver feliz aunque eso cueste su felicidad también. Erza, no porque alguien te ah echo daño todos tiene que hacerlo. —Le sonreí amable.
— Lose. Pero… da miedo. —Dijo en un tono de voz muy bajo.
— ¿Miedo? —Pregunto algo confuso.
— Si, da miedo enamorarse de nuevo, dar todo, ser frágil y sin protección con esa persona. Saber que eres un vaso de cristal, que en cualquier momento te puede dejar caer porque ya no le importas y romperte, y bueno… nunca vas a poder dejar algo como nuevo después de que se rompa. Es lo mismo… yo estoy rota.
Ahora comprendía mucho mejor a Erza. Tenía miedo a enamorarse nuevamente y sufrir. Tener que pasar nuevamente la decepción. Yo también tendría miedo.
La mire, sus ojos estaban llorosos, una lagrima amenazo por recorrer su mejilla, fui un poco más rápido y no lo permití secando sus lágrimas delicadamente, tembló por mi contacto.
— Solo quiero decirte que yo nunca te lastimaría, primero muerto antes de hacerte algún daño —Me miro sorprendida— Yo me esforzaría por hacerte sonreír, reparando los pedazos rotos de ti.
— Nunca vas a dejar algo como nuevo después de que alguien más lo rompió —Me interrumpió con aquella frase.
— Eso lo se… —Sonreí nostálgico— Sé que quedara una cicatriz. Pero, las cicatrices sirven para recordar el error y no cometerlo dos veces, y también sirven para darte cuenta quién te curo. ¿No? —Erza sonrió.
— Eres un tonto —Me sonrió. Aquello me sorprendió, por su cambio de humor y por su comentario, pero sonreí divertido— Apenas me conoces y me dices todas esas cosas, me cuidas y haces que sonría como si te conociera de toda la vida.
— Apenas te conozco y ya tomaste mi cariño —Me sentí algo mentiroso al no decirle que estaba enamorado de ella desde hace tiempo.
Me sonrió tiernamente.
— Tú acabas de ganártelo. Gracias por todo Gerard.
Tenía ganas de abrazarla y decirle que yo la protegería ante todo, que yo sería su armadura para los que quisieran lastimarla, quería ser todo para ella. Pero ella no lo sabía.
Mire el reloj… ¡Hace 30 minutos había acabado mi descanso! ¡Por Dios tenía que irme!
Aunque no quería.
— No puede ser, se nos fue el tiempo, mi descanso ah acabo, lo siento Erza, tengo que irme. —Le dije algo avergonzado, no quería dejarla. No ahora.
— Lo siento, ha sido mi culpa —Se disculpó apenada.
— Para nada —Le sonreí de lado. Pedí la cuenta y la pague. Me levante de mi asiento, me acerque a Erza y…
Le di un beso en la frente de despedida.
Se sorprendió por el acto, luego me sonrió ruborizada.
— Adiós Gerard.
— Adiós Erza. Recuerda lo que te dije, yo nunca te lastimare —Lo pensó y me sonrió.
Me hacía feliz el hecho que me tenía cariño, yo la quería, pero… primero tengo que curar esos pedazos rotos antes de demostrarle lo que siento.
Porque cuando alguien te rompe es como si se llevara una parte de ti, y sabes que nunca la vas a poder recuperar, sabes que esa persona siempre va a estar ahí haciendo daño con los recuerdos. Pero también sabes que alguien más va hacer todo lo posible para curarte y nunca, nunca más vuelvas a sufrir.
Si lo se... ese es el final. La verdad estaba pensando en hacer otra parte narrada por Erza. Pero aun no estoy muy segura. Pero en fin.
¿Les gusto?
Muchas gracias por leer :D
Saludos(: