TEJONES

Por Cris Snape


Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.

Este fic participa en el reto "Hogwarts a través de los años" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Consta de cuatro viñetas de no más de 1000 palabras cada una y estarán protagonizadas por cuatro miembros de la casa de Hufflepuff. Espero que os guste.


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TESÓN

Helga Hufflepuff

Helga Hufflepuff es conocida en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería no sólo por ser una de sus fundadoras y una gran profesora, también por su sempiterna sonrisa. Nadie recuerda haberla visto enfadada alguna vez y rezuma optimismo por los cuatro costados. Si cualquier alumno tiene un problema, pertenezca a la Casa que pertenezca, Helga siempre está allí para echar una mano y alentar con sus palabras siempre acertadas. Es la mujer en la que todos confían y la que nunca falla, la más paciente y cariñosa, la que consigue calmar a los niños pequeños cuando se asustan y la que apacigua los corazones indómitos de los mayores cuando pierden el control de sus emociones.

Helga hace todo eso porque le gusta. No le importa que Godric la tache de buena, Rowena de ingenua y Salazar de idiota. A Helga le gusta saberse el principal apoyo de todos los estudiantes de la escuela y se siente enormemente satisfecha porque, tras muchos años de esfuerzo, sus tres compañeros de aventuras y ella han logrado cumplir el sueño de sus vidas. Hogwarts es un colegio joven y en continua trasformación, una prometedora institución mágica que parece tener más de los diez años que lleva abierta. Y es por ello por lo que Helga Hufflepuff sonríe, porque siente que no hay nada más que le pueda pedir al destino. Porque lo tiene todo para ser feliz.

Sin embargo, su camino vital no siempre está repleto de rosas. Esa noche, mientras recorre los pasillos de Hogwarts en busca de alumnos desobedientes, se encuentra una desagradable sorpresa. Todo el mundo sabe que no es realmente peligroso saltarse el toque de queda cuando Helga hace la guardia porque por norma general se limita a hacer un reproche a media voz, a quitar unos pocos puntos y a enviar al infractor de vuelta a su dormitorio. Sin embargo, en esa ocasión deberá mostrarse más dura porque no se trata de un jovencito que se escabulle para conseguir algo de comida en las cocinas. No, Helga se encuentra con dos alumnos de cuarto curso que, varita en mano, se preparan para batirse en duelo.

Son Jackson y Cadwallader. Gryffindor y Ravenclaw. Sangresucia y sangrepura. Enemigos mortales desde que ambos pusieron un pie en Hogwarts, justo el mismo día y a la misma hora. Helga, que los ha observado en clase durante años, sabe que sus diferencias son irreconciliables y lamenta profundamente no haber podido hacer nada para lograr que alcanzasen un entendimiento. Sin embargo, pese a saberse en parte responsable de la situación, su voz suena firme cuando se dirige a ambos.

—Señores, ¿qué están haciendo fuera de sus salas comunes? ¿Acaso están prestos para una pelea?

Los jóvenes se miran y Cadwallader tiene la decencia de bajar la varita. No así Jackson, que mira a Helga con aire retador. El muy osado.

—¡Estoy harto de este lugar infernal! —Espeta de sopetón, tan fuerte que Helga se sorprende al escuchar tal cosa. Sabe que los muchachos de Godric tienden a la impetuosidad pero, ¿tanta?—. ¡Estoy rodeado de pecadores y adoradores del diablo y deseo marchar a casa!

Helga se dispone a dar una respuesta. No es la primera vez que un hijo de muggles pronuncia palabras como aquellas y sabe perfectamente qué decir a continuación, pero Cadwallader se adelanta, furioso e indignado.

—¡Maldito sangresucia analfabeto y supersticioso! ¿Cómo podéis hablar así de aquellos que os están dando de comer y que os han proporcionado una educación? No sois más que basura muggle y tenéis razón en una cosa: ¡deberíais volver a casa!

Jackson abre la boca con rabia y apunta a Cadwallader con la varita. Helga observa a los muchachos con incredulidad y no duda a la hora de pronunciar un hechizo que detiene sus movimientos en el acto. No puede evitar sentir cierta simpatía por el Ravenclaw, porque ha defendido su honor de mago y ha dicho una gran verdad, pero también puede entender al Gryffindor. Los pobres muchachos nacidos de muggles llegan tan confundidos al colegio que cuesta un mundo explicarles que su don no es ninguna maldición, que la magia puede hacer más bien que mal si se utiliza correctamente. Lamentablemente no todos entienden su razonamiento y muchos han vuelto a sus hogares. Y no regresan siendo los mismos de siempre. Nadie en Hogwarts puede permitirlo.

—Suficiente, señores —Helga los mira con severidad y no sonríe. No tiene motivos para hacerlo—. Veinte puntos menos para sus respectivas casas. Mañana hablaré con los profesores Gryffindor y Ravenclaw y decidirán un castigo apropiado para ustedes. Y ahora, regresarán a sus salas comunes de inmediato.

Helga se asegura de que así sea. Siente la tentación de no comentar con Rowena lo que ha hecho su joven pupilo, pero siente que no sería justo dejar a uno de los dos infractores sin castigo. Por norma general acostumbra a salir en defensa de los hijos de muggles, pero se enorgullece de jóvenes como Cadwallader que sienten la magia con tanta energía. Y nuevamente lo lamenta por Jackson, pero considera que existe una salida para él. Le aconsejará a Godric que le ofrezca la poción para inhibir su magia y borrar sus recuerdos. Es la única alternativa para muchachos como él, la única que los mantiene a salvo a ellos y al resto de brujos. Y, aunque dolorosa, Helga convencerá a su buen amigo de que es lo mejor.

Esa es la única mancha que nubla sus días buenos en Hogwarts, el saber que no todo el mundo está preparado para aceptar a los hijos de muggles. Sea cual sea la pureza de su sangre. Helga procura cuidar de sus pupilos, mantener largas charlas con ellos para abrir sus mentes y disipar sus temores, pero no siempre lo consigue. Y cuando se trata de niños de otras casas es peor porque Rowena es la única que posee cierto tacto para lidiar con ellos. Godric ignora el problema y Salazar lo utiliza para demostrar que los sangresucia no deben ir a Hogwarts. Y Helga a veces está cansada, pero no lo suficiente para abandonar. Eso nunca.


Bueno, pues esta viñeta tiene 1017 palabras, así que espero que no haya ningún inconveniente ^^

Imagino que en aquellos años los hijos de muggles debieron darles más de un quebradero de cabeza a nuestros queridos Fundadores. No sólo porque la mayoría de ellos eran una panda de analfabetos, sino porque no veían la magia con buenos ojos. Supongo que más de uno se horrorizaría al descubrirse siendo un brujo y no estoy segura de si alguna vez Rowling mencionó que exista una poción que elimine la magia, pero en el fandom sí que lo he visto en un par de ocasiones y la idea me gusta. Además, es muy buena solución para devolver a los hijos de muggles más cerriles a casa: sin magia y sin recuerdos. Porque a ver quién se fía de ellos, ¿y si les da por hacer cacerías de brujas?

En fin. La idea de las viñetas es reflejar en cada personaje alguna de las características definitorias de los Hufflepuff: la justicia, la lealtad, la tenacidad y la nobleza. Pretendía que Helga se quedara con la justicia, pero creo que al final la buena mujer me ha salido más tenaz que otra cosa y he cambiado de idea.

Subo el fic ahora aunque no tenga escritas el resto de viñetas. Si no pasa nada, mañana me pondré con la segunda y sólo Merlín sabe si podré colgar esa y alguna más. En cualquier caso, espero que hayáis disfrutado con Helga y que os animéis a seguir leyendo. Es lo bueno que tiene que las viñetas sean cortitas, que uno se las termina en un plis.

Besetes y hasta pronto.