Autora Original: BlackStar42Roses

Título Original: The House of Many Whims

Traductora: Eli and Onee-chan (Onee-chan en realidad)

La Casa de las Extravagancias KHR

1827

Sinopsis: En un tiempo donde las cosas mágicas no son extrañas, Tsuna vive en una casa con propiedades mágicas que permite a los "Travelers" ir dentro y fuera de su casa. Nadie vuelve una segunda vez, excepto un hombre llamado Hibari. ¿Cómo es eso posible?

YO: Bueno, bienvenidos a una traducción más mía. Esta vez, atreviéndome con un 1827 de lo más peculiar. Espero que continúen leyendo y esperando nuevos capítulos ^^ Una última cosa antes que nada:

Si en algún momento ven algo raro (tipo: frases sin sentido, palabras en mitad de frase con mayúsculas o en vez de "haciendo" aparece "hacienda") por favor, díganmelo inmediatamente.

AUTORA: La idea vino de un sueño que tuvo un amigo mío una vez. Era extraño, porque ella soñó que estaba deambulando por su casa, y cada vez que miraba en un armario o en una habitación, siempre había una persona dentro. Y la gente simplemente continuaba entrando y saliendo de su casa. Fue divertido de escuchar.

Pienso en la casa de Tsuna como algo parecido a La Casa del Lago, El Castillo Ambulante, y Hogwarts combinados, pero también pienso en ella como una estación de tren, ne.

Supongo que también debo decir que es una historia extremadamente rara. No creo que sea capaz siquiera de explicarla, es casi como si se escribiera por sí misma ^^" e todas formas, espero que les guste.

Disclaimer: No soy dueña de Katekyo Hitman Reborn. Cualquier evento similar o personajes vivos o muertos son meras coincidencias.

¡Disfruten!


Capítulo 1

Era normal que lloviera los martes por las mañanas. Las tiendas de paraguas en la ciudad de Namimori siempre hicieron buenos beneficios, porque sin duda, exactamente a las 4:54 am de cada martes de cada semana del año, llovía. Las nubes se movían en algún momento durante la noche, amontonadas, y en el mismo momento de la mañana, el cielo lloraba, dejando gotas de agua caer a la tierra y pintar las carreteras, aceras, techos y ventanas con el sonido de pit-pat, pit-pat.

Era en una normal, monótona mañana de martes que Tsuna abrió sus ojos y pestañeó soñoliento, no acostumbrado a levantarse media hora antes de que fuera hora de ir a trabajar. El veinte-y-un-añero suspiró, acurrucándose en sus sábanas, deseando por unos minutos más el tan necesitado sueño. Pero fue brutalmente interrumpido cuando la puerta de su armario se abrió de golpe y una mujer joven con pelo marrón cobrizo que le llegaba por la barbilla salió tropezando, tirando los suéteres y los vaqueros de Tsuna de encima de ella con desagrado.

"¿Dios, qué son estás cosas? ¡Qué terrible sentido de la moda!"

Tsuna giró y se sentó, mirando a la intrusa. Observó cómo la mujer, que iba vestida con una elegante, camisa de marca de renombre, vaqueros de diseñador y unas fantásticas y caras botas hurgaba en su gigantesco bolso y sacaba un móvil deslumbrante, tirando de él para abrirlo y marcando un número con largas, uñas de manicura. Ella golpeaba su pie impacientemente mientras Tsuna se tambaleaba fuera de la cama, caminando hacia su armario para empujar su ropa dentro con un giro de sus ojos.

"¿Hola, Ken? ¿Dónde estás?" la mujer espetó, apartando su pelo para que su atractivo teléfono sonara mejor. "¿Qué? Estoy en la Estación 27. Hmph. Vale, estaré ahí."

La mujer cerró su teléfono con un golpe y lo guardó en su bolso. Se colocó en la puerta de la habitación de Tsuna y la abrió de par en par, contoneándose a través del pasillo, acompañada por el perfecto sonido del click, click de sus tacones. Tsuna la vio salir, frotándose el sueño de sus ojos. Ellos normalmente no salían de su armario. Usualmente era el armario escobero de escaleras abajo y el guardarropa de la habitación de invitados. La mujer desapareció al final de las escaleras, y Tsuna cerró la puerta de su habitación, bostezando. Él debería cambiarse también, puesto que ya estaba completamente despierto por el ruidoso intruso.

Mientras la lluvia caía contra su ventana, Tsuna localizó su muda de ropa usual para trabajar; una crujiente camiseta blanca, un chaleco negro, y un par de vaqueros negros pitillo. Debatió en si debía o no intentar buscar unos calcetines, pero se rindió, sabiendo que su armario estaba demasiado desastrado para que pudiera localizar nada.

Abrió la puerta de su habitación, saliendo, desordenando su cabello puntiagudo. El sonido de los tacones clavándose en sus suelos de parqué por su casa ya no estaba más, así que supuso que la ruidosa mujer había salido. Tsuna se dirigió escaleras abajo y estaba pasando su salón cuando escuchó un golpeteo del cajón vacío al lado de su sillón. Alzando una ceja, Tsuna se acercó e inspeccionó el trozo de madera. Sonaba como si alguien estuviera intentando salir, pero no podía, porque el cajón estaba cerrado con llave. Tsuna pestañeó, preguntándose cuándo lo había cerrado, antes ir a donde estaba colocada su televisión y cogió la llave que estaba encima de la máquina. Abriendo la cerradura del cajón, un niño pequeño emergió su cabeza inmediatamente tomando una pequeña bocanada de aire.

"Whoa," dijo el niño, escalando para salir. "¡Qué bochornoso este sitio!"

Tsuna observó como el infante trepaba, se quitaba el polvo, y cogía un libro gigante del cajón. Se colocó su bufanda a gusto y sonrió a Tsuna antes de apresurarse fuera del salón, arrastrando el ridículamente gigantesco libro con él. Tsuna empujó el cajón hasta cerrarlo, colocando la llave en la suave superficie de Madera. Él aún no podía recordar por qué se había molestado en cerrar aquella cosa. Alguien iba a salir de él un día u otro, así que ¿por qué se hacía las cosas más difíciles? Si cerraba todo, estaría corriendo por todos lados el día entero abriendo puertas.

El Moreno vagó dentro de su cocina y abrió su nevera, eligiendo un bol térmico de fideos que había salvado de la noche anterior. Mientras lo calentaba en el microondas, escuchó el sonido de alguien tropezando con su felpudo en el vestíbulo frontal y el delatador bang de la puerta de su baño abriéndose mientras otro ser aparecía de su botiquín. Su reacción fue la de rodar sus ojos y bostezar, preguntándose si debería ir a la panadería para almorzar o a la cafetería de la vuelta a la esquina.

Cualquier persona normal estaría flipando por el hecho de que gente aparecía de repente por su casa de la nada literalmente.

Pero para Tsuna, esto era lo normal.

El hombre joven tenía tiempo viviendo con el hecho de que su hogar, una simple, morada de dos pisos con cocina, una cómoda sala de estar, dos habitaciones con baño y un agradable estudio privado era conocida como la "Estación 27", un lugar donde seres extraño conocidos como 'Travelers' podían entrar y salir de su casa por medio de cualquier habitación con puertas cerradas o piezas de mueble. No pregunten cómo ocurría, simplemente lo hacía.

Tsuna se había resignado al hecho de que nunca habría privacidad en su casa, llana y simple.

La radio reproducía una suave, canción de jazz llena de bajos cuando Tsuna la encendió antes de sentarse a comer. Vivía solo, aunque su casa había sido de sus padres. Él había estado en esta casa toda su vida, y en sus años jóvenes, había vivido cómodamente con sus padres, iba al colegio, tocaba el piano y se tomaba el karate como un deporte cuando fue un poco más mayor. Un día, se levantó en una mañana Nevada de jueves (los jueves eran siempre días nevados) y encontró a su madre sentada sola al final de las escaleras, una pequeñas, triste sonrisa en su cara mientras sostenía una foto familiar de los tres.

Ese fue el día en que Tsuna descubrió que su padre se había ido y no iba a volver.

"Pero él no huyó," le había dicho su madre, sonriendo. "Los padres no están para siempre. Tienes que aprender a crecer, Tsuna. Cuando tu padre y yo escogimos ser padres, sabíamos que tendríamos que dejarte eventualmente. Es la manera en que son las cosas."

Esto entristeció a Tsuna, porque él no quería perder a su madre también, pero para el momento en que se graduó del instituto, él había vuelto un día a una casa vacía. Su madre se había ido también. Tsuna no había llorado, buscado, o preguntado para que le devolvieran sus padres. Él simplemente empaquetó las cosas que dejó su madre y las colocó en el armario de la habitación de sus padres, que era ahora la habitación de invitados. No era que Tsuna tuviera muchos invitados, si no era ninguno.

Él se preguntaba dónde estarían sus padres a veces. Esperando que estuvieran a salvo.

Fue alrededor del momento en que sus padres desaparecieron que el primer Traveler apareció en su casa. El moreno había estado estudiando abajo en la sala de estar cuando un hombre con largos cabellos plateados de repente vino estallando del armario del pasillo, gritando algo sobre que iba tarde y de su jefe enfadándose con él. Tsuna había estado momentáneamente alarmado por la repentina intrusión, pero solo pudo observar cómo el hombre de pelo plateado corría hacia su cocina, abría la alacena de debajo del fregadero y desaparecía en su interior. Cuando el moreno había revisado después, todo lo que pudo encontrar fueron sus productos habituales de limpieza, su cubo de reciclaje y un puñado de tuberías entrelazadas.

Ningún portal mágico, agujero negro, agujero de gusano, puerta trampilla, o cualquier otra cosa.

Tsuna había perdido un buen rato dándole vueltas a por qué él no podía teletransportarse fuera de su propia casa.

Con el tiempo, paraba ocasionalmente y preguntaba a un transeúnte por información, pero nunca logró mucho. Ellos nunca le dijeron a dónde iban, o cómo sabían por donde salir de su casa, pero a través de un hombre rubio patoso en una parca verde había aprendido que su cara era conocida como la "Estación 27", un hombre joven que hablaba Inglés Shakesperiano que los "Travelers" simplemente usaban su casa, y una jovial chica con pelo negro atado en una coleta que ellos únicamente aparecerían por su casa una vez.

Y eso era verdad.

Ningún Traveler había aparecido una segunda vez. Esto hizo a Tsuna un poco triste, porque había conocido bastante gente amable que a veces paraban y hacían una pequeña conversación con él, o le ofrecían ayuda cuando la necesitaba. Un boxeador energético le había echado una mano con su tostadora rota y una dulce joven con pelo castaño como el suyo le había ayudado a cocinar un pastel para el cumpleaños de su jefe. Algunos Travelers eran amables, otros eran animados, la mayoría iban con prisa y a veces estaban los que eran toscos y ruidosos, pero ellos nunca le robaron, rompieron algo o arruinaron alguna parte de la casa de Tsuna. Era un poco extraño, pero se acostumbró a ello.

Era como una especie extraña de estación de tren.

Tsuna desechó los restos de su arroz junto con su comida finalizada, limpiándose la boca con su servilleta antes de tirar sus palillos en el fregadero y el bol en la basura. Comprobó el reloj en su cocina; eran diez minutos antes de lo usual, gracias a esa estrepitosa mujer de antes. Comprobó su reflejo en su reparada tostadora, metió un trozo de chicle en su boca y cogió dinero del taro de las galletas para su almuerzo antes de correr escaleras arriba a su estudio para coger su bolso.

Él no se esperaba tropezarse con alguien saliendo de su oficina.

Tsuna chilló en sorpresa al chocar en una figura alta. Trastabilló unos cuantos pasos hacia atrás, frotándose la nariz y mirando hacia arriba. Era un hombre con quien había colisionado. Él tenía el pelo negro azabache, un rostro pálido acentuado, y unos ojos ónix sin fondo que parecían quemar con un fuego invisible. Tenía una simple camisa blanca y unos pantalones negros, y había una extraña bola de pelo amarilla sentada en su pelo. Tsuna se sintió inesperadamente muy pequeño.

"…muévete, herbívoro."

Las cejas de Tsuna se dispararon hacia arriba. Uno de los toscos, musitó.

Moviéndose a un lado, miró al hombre salir de su estudio y caminar por el pasillo, observando todo lo que veía. El azabache se desvaneció por las escaleras, y el castaño se masticó el labio antes de entrar a su habitación. El archivador en torre, con el cajón liso estaba abierto, mostrando de dónde había salido el pelinegro. Tsuna rodó sus ojos; no podría matar al chico cerrar la puerta tras de sí, ¿no? Se colocó su bolso en el hombre, cogió las llaves de la casa, un paraguas, y se apresuró por el pasillo y por las escaleras, casi chocándose con un hombre de cabellos plateados, ojos verdes que subían sus escaleras corriendo.

Se le ocurrió en lo profundo de su mente que esta era la primera vez que alguien había llegado a su casa a través de su estudio.

El moreno abrió la puerta principal mientras se ponía los zapatos, tropezando con su propio felpudo. Mirando hacia atrás, fue sorprendido al ver que el pelinegro con el que había chocado antes estaba de pie en su cocina, mirando por la ventana con un pequeño fruncimiento en su cara.

Raro, pensó Tsuna para sí mismo. Luego, abrió su puerta, abrió su paraguas y se sumergió en la lluvia para apresurarse en ir a trabajar.


Capítulo 1 Fin

¡Gracias por tomarse el tiempo de leer!

-BlackStar