Detrás de la máscara.
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La chica y la máscara.
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La tarde caía cálida sobre el campo de entrenamiento aquella tarde, el sudor corría por su rostro luego de varias horas practicando aquella legendaria técnica con el brazo derecho; quería imitar el filo de una espada que tan solo con ligero rose pudiera partir una roca en dos; cabe aclarar que ya era capaz de partir una roca en dos pero no era al más ligero rose sino que había que ejecutar la técnica con cierta fuerza.
Podía ver como se ponía el sol en la lejanía, había llegado el momento de volver.
Se alejaba lentamente del enorme coliseo dejando a los demás aprendices, que lo miraban fascinados, atrás mientras caminaba con paso firme de regreso a la décima casa. No dejaba de sentirse superior ante todos los chicos que lo veían con asombro ejecutar la técnica "Excalibur", eso le inflaba el ego más que nada en el mundo.
— ¡Es Usted fantástico, Señor Shura! —decían algunos.
— ¡Ojalá algún día podamos ser unos caballeros tan poderosos como Usted! —lo alababan otros. Si, nada como las palabras de los jovencitos para sentirse bien. Debía confesarlo, le gustaban las alabanzas de los novatos.
Eso le recordaba cuando entrenaba al lado de Aioros, él solía alabarlo también aunque la admiración que sentía Shura por el caballero de Sagitario era mucho mayor.
—Lo haces muy bien Shura pero aún te falta practica para poderme igualar —solía decirle.
—Creo que estoy a tu nivel, es más, seguro que ya te superé —le dijo con cierto tono altanero, ambos rieron a esas palabras, eran inocentes puesto que en ese momento no se imaginaban que el destino los pondría como oponentes una fatídica noche.
Trató de sacarse ese recuerdo de la cabeza. No quería que su buen humor se viera opacado por esas memorias tristes, dejo eso de lado y siguió por el camino de piedra en medio de las ruinas hacía el sendero a las doce casas.
Mientras recorría el camino a la primera casa notó la presencia de unas figuras que no solían verse con regularidad de ese lado del Coliseo, eran esbeltas y llevaban máscaras, se trataba de un par de amazonas que se dirigían a la Sala del Patriarca. La del cabello verde era Shaina, una de las más temibles y de carácter terrible a la otra no la reconocía, llevaba su cabello negro y muy largo, además tenía la máscara más fea que había visto hasta ahora.
—Dicen que Geist se volvió a meter en problemas —comentó un soldado que pasaba junto a él.
—No me sorprende —respondió otro—, dicen que esa chica siempre actúa por interés propio, es una rebelde. El Patriarca la castigará de un momento a otro.
Había oído hablar de Geist pero no la conocía personalmente, así que era ella la chica famosa por desafiar la autoridad del Patriarca y por causar caos a las embarcaciones acompañada de unos sujetos también renegados. Había que reconocer que era una tontería oponerse a la voluntad del Patriarca, el castigo podría ser la muerte o el exilio.
En todo caso, el exilio era similar a la muerte. El ser mandado a tierras desconocidas sin nada ni nadie era igual a estar muerto en vida aunque el estar solo en el mundo era igual a estar muerto.
Siguió su camino sin mirar más a las dos jovencitas que iban camino al templo del Patriarca. Lo que pasara con ellas no era asunto suyo, los aprendices en el Santuario iban y venían, quizá con las amazonas pasara igual.
Al llegar a la décima casa cruzó el reluciente vestíbulo al final del cual estaba la estatua de Atena, aquel símbolo de la fidelidad de los caballeros de capricornio, caminó rápidamente a sus habitaciones ya que no quería ensuciar de sudor el suelo de la casa o ensuciarlo de alguna manera.
Así llego a su pequeño refugio en donde estaban los baños de la casa y la habitación, el sitio donde podía estar sin ser molestado, donde podía estar solo con sus pensamientos lejos del bullicio de los campos de entrenamiento y lejos de sus demás compañeros de quienes solía aislarse con frecuencia.
Prefería estar solo aunque esa soledad empezaba a pesarle, no compartía sus tardes con ningún amigo ni tenía con quien hablar de esto y lo otro. En momentos como ese echaba de menos a Aioros, él y su hermanito molesto eran los únicos con quienes cruzaba palabra de vez en cuando.
— ¿Por qué tuvo que ser así? —esa pregunta la tenía en la cabeza con mucha frecuencia desde hacía años, si tan solo su amigo no hubiera sido un traidor que intentará matar a Atena— Si tan solo… ¡ya basta! —se dijo a si mismo interrumpiéndose de forma brusca.
Sacudió la cabeza tratando de no pensar en eso, se quitó la ropa de entrenamiento y se metió en la bañera para descansar y despejar la mente queriendo que el agua borrara todos los malos recuerdos que cargaba como un bolso lleno de trastos. El baño de la casa estaba a un lado de la habitación haciendo más cómoda su ubicación, realmente ser caballero dorado tenía sus ventajas ya que podía gozar de un baño propio totalmente privado y lujoso.
El agua caliente se sentía muy bien y era perfecta para después de un largo día de entrenamiento, se colocó una toalla húmeda sobre los ojos y se dejó llevar en ese momento, la imagen de la joven del cabello largo y negro le vino a la mente.
La que se llamaba Geist.
Solo la había visto de espaldas pero algo había llamado su atención, era la primera vez que veía a una amazona con el cabello tan largo, las pocas que había visto llevaban el cabello corto y rizado como Shaina también eran dueñas de un carácter horrible o había otras como Marin, realmente severas y estrictas pero aquella chica tenía algo que la hacía diferente.
Ya no tendría oportunidad de encontrarse con ella si es que el Patriarca la había exiliado o algo peor, así que solo se quedaría como un recuerdo, el recuerdo de la única joven que se veía diferente de todas las demás.
—En fin… —lanzó un suspiro, salió del baño y fue directo a la cama, aprovecharía para descansar ya que tendría que cubrir la guardia nocturna mañana por la noche y no era aconsejable patrullar cansado.
Esa noche soñó que veía por accidente el rostro de Geist, había sido un accidente realmente, no tenía intenciones de verle la cara pero no había habido opción, estaban en medio de una confrontación y la máscara de ella había caído al suelo sin más.
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Por la mañana hacía un clima estupendo, Shura casi no reparaba en ese tipo de cosas pero mientras cruzaba las doce casas hasta el camino a las orillas del Santuario pudo apreciar lo radiante del cielo. Había un camino que le gustaba tomar, lejos de todo y todos, ese camino lo llevaba hasta lo alto de la montaña desde donde se podía apreciar una gran parte del Santuario y de la misma Atenas incluso.
Lo consideraba otro de sus escondites donde iba a entrenar hasta caer rendido o bien donde meditar largas horas sin ser interrumpido. Era un paraíso para él solo en medio de las montañas. Sin embargo aquella mañana había algo diferente, en las faldas de la montaña se podían ver dos figuras que parecían estar entrenando; se acercó para observarlas desde la orilla y parecían ser dos amazonas, una de ellas era Shaina y la otra era la joven del cabello negro y largo. No estaban muy lejos de donde él.
Shura se preguntaba que estarían haciendo ahí precisamente, no sabía que las amazonas tenían permitido ir hasta allá así que se dispuso a bajar para indicarles que se fueran sino estaban dentro del territorio. Lanzó un fuerte suspiro de fastidio, odiaba las interrupciones.
Las faldas de la montaña eran unos campos llenos de pasto y algunas flores, así mismo había una pequeña cascada que terminaba en un caudal de aguas cristalinas, ahí fue en donde se encontró con las dos amazonas quienes no se habían dado cuenta de que el caballero dorado iba en camino.
A lo largo del camino Shura vio que las amazonas entrenaban arduamente, sin embargo en un momento se acercaron a las aguas del caudal a beber de su agua, vio que Shaina se colocaba la máscara y se sintió más seguro para acercarse, por supuesto que conocía aquella ley entre esas jóvenes sobre la máscara y el cruel destino de aquel que ose ver el rostro de alguna de ellas.
— ¿Qué están haciendo aquí? —les preguntó con tono autoritario cuando estuvo lo suficientemente cerca de ambas mirándolas severamente.
Shaina lo vio y fue la primera en ponerse de pie y encararlo con actitud desafiante.
—No tenemos prohibido venir a este lugar, caballero —respondió Shaina defendiéndose, ella le hablaba en tono insolente y no podía permitírselo—, este lugar no está fuera de nuestros límites, es un territorio totalmente neutral. No tienes autoridad para echarnos de aquí.
— ¡Modera tu boca amazona! —Shura se paró a pocos pasos de ella, conocía bien la fama de Shaina y lo que era capaz aquella chica revoltosa, aun así no iba a permitirle hacer lo que quisiera y menos responderle en ese tono— Tengo un rango superior al tuyo y no te permitiré hablarme de esa manera, este no es territorio de ustedes y si yo digo que se vayan se irán —ahora las echaría por el simple hecho de que no le gusto como le respondió Shaina.
— ¿Cómo te atreves? —Dijo Shaina molesta por la actitud de Shura—Te acusaré con el Patriarca por abuso de autoridad y por echarnos de territorio neutral. No te saldrás con la tuya caballero eso te lo aseguro.
—Será mi palabra contra la tuya amazona —Shura esbozo una sonrisa de confianza cosa que evidentemente molesto a Shaina ya que está se estaba preparando para atacarlo, que mejor puesto que si lo atacaba tendría más razones para reportarla por su actitud— Si quieres atacarme, hazlo pero te meterás en más problemas.
Por un momento los dos habían olvidado a la joven de los cabellos largos y negros quien se puso justo al lado de su amiga.
—Seremos dos contra ti, caballero. No podrías derrotarnos a ambas —la chica también lo desafiaba abiertamente, no llevaban armadura solo sus ropas de entrenamiento él tampoco, no habría ventaja para ninguno de los tres—, no portas armadura igual que nosotras así que será un combate limpio.
—Si eso es lo que quieren combatamos, será un juego limpio —dijo Shura desafiante, estaba excitado por la provocación de las dos chicas, eran demasiado insolentes y claro que él estaría encantado en disciplinarlas.
La primera en atacar sería Shaina, ya estaba en posición de ataque mostrando sus largas y afiladas uñas, se veía muy confiada y tenía fama de ser implacable.
— ¡Espera, Shaina! —Se apresuró Geist antes de que su amiga lanzara su ataque— Déjamelo a mí, yo lo combatiré.
— ¿Qué dices, Geist? Este también es mi combate —Shaina estaba más que indignada y molesta por la repentina intervención de su amiga quien le sujetaba la mano para que no atacara. No te permito que…
—Déjame a mi primero, estoy ansiosa por poner a este tipo en su lugar —la joven del cabello negro y largo se adelantó y encaró a Shura, este estaba sorprendido por la valentía de la chica. No se veía algo así a diario— ¡Tu soberbia será tu ruina, caballero!— ella le apuntó con el dedo índice y enseguida se abalanzó sobre él dando feroces golpes.
Shura estaba emocionado, ahora conocería el estilo de pelea de Geist. Sería la primera vez que peleara con una amazona, estaba en igualdad de condiciones y por eso había aceptado, de haber llevado una armadura no habría peleado con ellas; la armadura dorada era más poderosa que las que llevaban ellas, eso no sería justo.
Él tenía que ser justo en el combate.
—Estoy preparado, jovencita —Shura estaba confiado, por muy fuerte que fuera aquella chica no sería rival para él.
Shura noto que la joven analizaba la situación con detalle, parecía no querer atacar hasta no haberlo evaluado todo con calma.
La chica golpeaba con mucha rapidez, precisión y fuerza sus manos eran una poderosa arma, lo mismo sus piernas; sus patadas eran dignas de aplaudirse. Ruda y metódica en el combate, Geist parecía no lanzar un ataque que no estuviera cuidadosamente calculado.
Shura era igual en el combate, también había analizado los posibles escenarios de ataque de su oponente, Excalibur no sería suficiente para detener a la feroz chica quien continuaba golpeando con las manos a una rapidez increíble.
Su ataque simulaba muchos puños simultáneos como si ella tuviera cien brazos. Shura solo los bloqueaba ya que no veía claro por donde atacarla, la chica parecía tener una barrera de manos alrededor; solo había una oportunidad y tenía que ser más veloz que ella. Esta vez Shura saltó por los aires y lanzo una ráfaga muy parecida a Excalibur para herir a la chica sin lastimarla gravemente, no era una criminal y no podía matarla.
— ¡Toma esto! —le dijo triunfante a la chica.
Vio claramente como la joven trato de parar el golpe pero este fue más poderoso y la lanzó hacía atrás partiendo su máscara en dos y rasgando una parte de su ropa. La chica chocó contra unas rocas que se rompieron ante el peso de la caída y enseguida fue asistida por su amiga.
Shura tocó el suelo y se acercó lentamente, no creía que el golpe hubiera sido tan violento y en ese instante Geist se incorporó y su rostro quedó totalmente descubierto delante de él. Ambos se vieron frente a frente; él estaba sorprendido y algo asustado ya que ese espectáculo no se lo esperaba y ella estaba furiosa, su secreto había sido revelado.
— ¡Te acabas de meter en un problema muy serio, caballero! —grito Geist— No descansaré hasta vengar esta humillación —la chica se paró delante de él, tenía lágrimas en los ojos y el rostro encendido por el coraje— De ahora en adelante será mejor que te cuides la espalda —ella lo miró con odio antes de tomar a su amiga de la mano y alejarse de ahí rápidamente.
Shura estaba conmocionado, acaba de ver el rostro de una amazona y según la ley ahora ella deberá matarlo, pese a todo la chica era muy bonita, la insolencia de haberlas amenazado le iba a costar caro.
Lanzó un suspiro de fastidio, ahora tenía que cuidarse la retaguardia.
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Continuara…
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*Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de Masami Kurumada y Toei.
*Notas: Esta historia me vino a la mente poco después de escribir el One shot dedicado a esta pareja, me quedé pensando en cómo pudieron haberse conocido y he aquí un posible resultado.
Gracias por leer.