Disclaimer: Thor no es mío, blabla, todos los derechos a Marvel y Disney, por si se ponen quisquillosos.

Collab with: Linnet Lovelace.

B.S.O recomendada: Crying Shame — Muse.

Link: /watch?v=lw9aaWnWlt8


CAPÍTULO 12: CRYING SHAME.

''Yeah, it's crying shame
When it us to blame
We'll never feel the same''

Se sentía tan avergonzada. En su mente desfilaron cientos de imágenes sobre lo que podría -debía, mejor dicho- haber hecho. Se había dejado vencer tan pronto. Caminó apresuradamente hasta el comedor, donde seguramente se encontrarían los Tres Guerreros. Para Volstagg, el almuerzo duraba horas, y ellos nunca se separaban, eran un combo. Quizás ella los podría convencer de ir a entrenar o algo por el estilo. No le apetecía quedarse sola, entregarse al llanto... quería descargar todo su enojo de la manera que mejor conocía.

Cuando entró en el gran salón, efectivamente los encontró al rededor de la mesa. Lo único que le sorprendió fue encontrar a Thor con ellos. Estaba hablando con Fandral. Se acercó sigilosamente. No quería que notaran su presencia. Tampoco quería interrumpirlos, lo mejor era pasar desapercibida.

Parecían bastante concentrados en su conversación, por que no notaron su presencia. —Vamos— dijo Fandral, alzando las cejas —¿Cómo te lo pasaste la otra noche?— Thor alzó la vista del trozo de carne que estaba devorando y lo miró extraño. —¿Eh? ¿Cuándo?— preguntó confundido y visiblemente incómodo.

—No te hagas el ''yo no sé'' ¿Crees que no nos hemos dado cuenta de lo de Darcy? Fue bastante obvio...— Sif se quedó callada y contuvo la respiración, ¿de qué hablaban?

Thor lo observó con los ojos entrecerrados —Eso no tendría que haber pasado, y lo sabes. Lady Darcy está prometida a mi hermano. No deberías mencionarlo nunca más, si no quieres que se corra como un rumor y el Rey caiga sobre ti— el dios del trueno sonaba extremadamente cauteloso, como si lo que hablaban no debiera salir de esa habitación. ¿Que habría hecho? —Pero si, me la pasé bien— su voz aún sonaba oscura, pero se permitió sonreír como si nada pasara.

Sif se sentó silenciosamente en uno de los asientos libres. Intentó agarrar un par de cubiertos para cortar una parte de la res que había sobre la mesa. Era una guerrera, pero aún conservaba sus modales a la hora de la comida. Había estado prestando tanta atención a la conversación que no se dio cuenta cuando empujó una copa, que cayó sobre un plato de metal, y luego rodó hasta caer al piso, provocando un estrepitoso ruido. "Mierda" pensó. Se había concentrado tanto en pasar por desapercibida que había terminado distrayéndose. Todos los presentes la miraron, dándose cuenta por primera vez de su presencia. Bueno, Hogun podría haberla notado desde el principio, pero era tan serio y callado que era lo mismo.

Incluso Thor tuvo el valor para mirarla a los ojos. Sabía exactamente que ella había escuchado la conversación. Y peor aún, que la había entendido. El solo hecho de pensar que él se había revolcado con esa midgadiana... pero no, no podía ser infantil y odiarla por eso. Cualquier mujer, de cualquiera de los nueve mundos, podría sentirse atraída hacía Thor. Y no es que él se hubiese negado. Hasta acababa de admitir que se lo había pasado bien.

Sintió una punzada de dolor en el pecho. Y no era por el golpe que le había propinado Loki antes. No, era un dolor más interno. Como si lo sintiera grabado en su alma. Estaba dolida, si. El Rey podría ser el dios del engaño, ¿pero habría estado en lo cierto? Quizás Thor nunca se sentiría atraído por ella. Aunque ella lo amara, como lo había hecho desde que eran jóvenes. No solo le debía su lealtad, sino que si alguna vez ella tenía que entregarle su corazón a algún hombre, estaba segura de que le hubiera gustado que fuera a él. Pero estaba claro que para el dios del trueno no significaba nada. En ese momento, tuvo la intención de decir algo, pero se sentía incapaz de hacerlo. Había sido una estocada final, para coronar el día luego de la pelea con Loki. "Es solo un mal día, Sif" se dijo a sí misma. Entonces se pusó de pie, y se dirigió a la puerta por la que había entrado.

Thor, Fandral y Volstagg giraron a ver de donde provenía el ruido (bueno, Volstagg solo había mirado de reojo, nada de apartarse de la comida) y vieron a Sif sentada, comiendo silenciosamente. La copa rodó por el piso y sin siquiera levantarla, Sif se puso de pie y salió de la habitación a paso apuradado. No, no. No podía ser que hubiese escuchado todo. Enserio, ¿es que Fandral no podía ser más inoportuno con sus preguntas? Le dirigió una mirada enfurecido que el rubio no entedió y siguió a Sif en el camino afuera.

—¡Sif!— gritó para detenerla, pero ella ya no estaba en el corredor. Lo más probable era que hubiese ido a su habitación... no. Cuando Sif se iba, buscaba su espada y apuñalaba a un par de cosas. Esperaba que él mismo no fuese una.

No entendía por que se sentía culpable, ellos no eran nada más que muy buenos amigos. Los mejores del mundo, en realidad, y él nunca había notado algo extraño. Pero Loki parecía estar en lo cierto, y ahora se sentía como mierda. ¡Joder, había admitido que se había tirado a Darcy (por muy borracho que estuviera) y que le había gustado delante de ella! El hecho de no haberla visto no arreglaba nada.

Había herido a su querida Sif y aunque él no lo sabía, había traicionado a su hermano. Y a la memoria de su Jane. Era despreciable.

Anduvo con paso rápido, porque correr sería demasiado desesperado. Solo quería desaparecer. Estar sola y compadecerse a ella misma de sus penurias. Sabía que el había intentado seguirla, lo había escuchado gritar su nombre. Por un principio se le ocurrió ir a su habitación, pero esas cosas las hacían las doncellas desconsoladas. Ella era una guerrera; había sólo un lugar en el que se sentiría cómoda: la sala de armas.

Empuñó una de las espadas más filosas que encontró, y la calvó despiadamente en el prototipo de práctica. No lo imaginaba como a alguien en especial, echaba bronca por todos lados. Sólo era un descargo, porque no podía ir por Asgard atacando a cualquier cretino que se le cruzara. "Que lástima", pensó.

Había una persona en especial a la que le gustaría clavarle algo y no era ni Darcy ni Thor. Oyó pasos retumbando en el pasillo, pero no le prestó atención. Tampoco se escaparía, la sala era pública y no tenía por que sentirs incómoda por la presencia de alguien más. Claro que no.

Thor entró en la sala y la vió, destrozando muñecos de prácticas con su espada. Llevaba un arco colgado en la espalda y en la cintura un cinturón con dagas colgadas. Iba cabreada, podía notarlo. Cuando Sif se armaba hasta los dientes era por que tenía pensado pasar un día bastante largo allí encerrada. —Sif...— susurró, acercándose a ella. Sif lanzó una estocada al muñeco y le cortó la cabeza. —¿Qué quieres?— contestó, con tono cortante, mientras daba un golpe de mano para que de la espada saliera otra hoja.

Tragó saliva. No era muy bueno con las palabras. No sabía del todo que quería de ella, la había seguido para procurar que se encontrase bien. En realidad, pensó luego, sí había algo que quería.— Sif... ¿Qué nos sucede?— preguntó frustrado retóricamente. No soportaba la tensa relación que estaba llevando con la guerrera, con quien antes podía hablar y reir por horas. Ella era su compañera, su mejor amiga. Y ahora estaban simplemente distanciados. ¿Por qué?

— Quiero decir... nada es lo mismo...— agregó pensativo. No sabía cómo expresarse. Esta bien, él se había comportado como un completo idiota al pasar la noche con Darcy, la prometida de su hermano. Para peor, Loki le había confiado que planeaba casarse con ella antes de que sucediera; y ahora, lo comentaba fríamente frente a una chica que posiblemente tuviese fuertes sentimientos hacia él, que además era su mejor amiga desde pequeños. Sin nombrar que Darcy era la mejor amiga de la mortal de la que había estado enamorado. Genial, se estaba convirtiendo en la mejor persona del mundo.

Sif no se volteó en absoluto, se limitó a mirarlo de reojo mientras clavaba la espada en la espalda de un muñeco. Traspasó y tuvo que apoyar el pie sobre el la figura para poder recuperar el arma. —Nada. Tú eres el que se ha estado comportando como un completo imbécil— dijo, impasible. Sabía que era una pregunta interna, pero la contestó de todo modos. Sif era de las que iban de frente, y no le apetecía quedarse callada.

Dejó la espada apoyada sobre los ganchos de la pared y recogió un carcaj, colgándolo en su espalda. Se desplazó hasta la zona de blancos para practicar la puntería, ignorándolo. Le dolía muchísimo, y más le dolía que le dijese que nada era como antes. ¿Cómo antes? Si no hubiese dejado de hablarle, tal vez lo sería.

Cogió una flecha y cargó el arco. Apuntó y tensó el brazo lo máximo que pudo. —¿Por qué dejaste de hablarme?— preguntó, fríamente. Soltó la cuerda y la flecha zumbó hasta clavarse cerca del centro. Mierda. Volvió a cargar el arco y se preparó, esperando la respuesta del dios.

Sif podía ser una persona muy directa y frontal. Pero aunque ella no lo admitiera, cuando algo le sucedía trataba de ocultarlo con todas sus fuerzas. Se sonó los huesos de las manos mientras buscaba la respuesta correcta. "Verás, mi hermano me dijo que te tengo como loca, así que no supe como actuar y me acobardé" Claramente, esa era la respuesta correcta, pero por más que quisiera, no podía decirla en voz alta.

— Yo... no lo sé, Sif. No lo sé.— Sif lo escuchó atenta. Si había algo que diferenciara notoriamente a Thor y a Loki, era la forma de expresarse. Thor era cuidadoso, amable y sincero. En cambio Loki era agresivo, manipulador y desafiante. El dios sabía que si no se arriesgaba, la conversación nunca tendría sentido. Para no decir nada importante mejor se hubiera quedado contando cuántas costillas de cerdo se podía comer Volstagg sin detenerse. — Sif,— tenía que preguntarle. Tenía que saberlo.— ¿alguna vez has sentido algo por mí, más allá de una simple amistad?— ya está, lo había preguntado. Al parecer la pregunta la había descolocado y la flecha que lanzó falló rotundamente. Ahora solo debía esperar a que recargara el arco, y le clavara una en el medio de la frente por hacer estúpidas preguntas. Y bien que se lo merecería.

Estaba a punto de soltar la flecha cuando una pregunta la descolocó. ¡¿Qué?!

Le fallaron los dedos de la distracción y la flecha fue a parar a quien sabe donde. Bufó frustrada por el resultado de aquel tiro y cogió otra flecha más. La colocó en posición y se giró hacia él, apuntándole. —¿Quién te dijo eso?— preguntó, fría como un témpano. Su rostro era una máscara de frivolidad aparentemente irrompible, pero Thor la conocía más que eso. Sabía que de haber sido un absurdo, hubiese pegado un grito o echado a reír. Tal vez estaba muy enfada para algo de eso y tan solo era una señal confusa... La miró a los ojos, con la flecha apuntándole. Sabía bien que nunca le dispararía, pero por un segundo deseó que lo hiciera, a ver si se le despejaban las ideas.

—¿Y bien?— le apuró Sif, alzando una ceja. Mataría a Loki. Lo encontraría y le cortaría la cabeza de un mandoble, y luego la pondría en el cetro para que todo aquél que entrara a la sala de armas viera lo que Sif podía hacer si intentaban joderle la vida. Cabrón, imbécil.

Hasta el más mínmo movimiento de cabellos de Sif, en su actitud, le indicó que estaba en lo cierto. Se sintió repentinamente mal. Había sido un estúpido; en mil años nunca lo había notado. Tenía todo el derecho de odiarlo. — Nadie, yo mismo me he dado cuenta.— mintió. No podía delatar a su hermano, ya bastante le estaba cagando la vida a todos. La flecha apuntaba a su cabeza, pero sabía que ella no sería capaz de dispararla. Bajó la cabeza. — Siento lo de Darcy, realmente. Fue solo un accidente— tantas disculpas deberían estar comenzando a fastidiar a la diosa, pero era lo único que podía hacer.

Sif frunció el ceño sin bajar el arco. Eso era una mentira. Thor no era idiota, pero ella tenía entendido que no era nada obvia y el rubio no era de lo más perspicaz en estos asuntos —No me mientas— siseó, clavándole la mirada. Tensó aún más la cuerda del arco, amenazante. —Loki te metió esa idea en la cabeza, ¿verdad?— era una cuasi afirmación, Sif no necesitaba que lo confirmara. Era demasiado obvio.

— ¡Deja de disculparte! ¿Por qué debería importarme con quién te revuelcas? No es mi asunto— alzó el mentón orgullosa, no queriendo dar el brazo a torcer y sin que le temblara la voz, pero flaqueando levemente. Quería demostrar dureza y que no le molestaba en lo más mínimo, pero se le rompía el corazón a cada palabra.

Se acercó a ella y le quitó el arco de las manos, para tirarlo lejos. También le arrancó el carcaj. Por una sola vez, estaba completamente seguro de que Loki no le había metido ninguna idea en la cabeza. Tan solo lo había hecho darse cuenta de aquello que parecía invisible a sus ojos.

Thor la tomó de los brazos delicadamente y la obligó a mirarle a los ojos. — No, Sif. Mírame, y dime la verdad. Sé que hay algo. Niégamelo. Niégaselo al hijo de Odín, en su cara— ella era una mujer de honor y palabra. Estaba casi seguro que no traicionaría sus convicciones, ya que no podría mentirle a los ojos a quien debía ser legítimamente su Rey (aunque hubiera dejado el trono a su hermano). Le debía lealtad, y por consiguiente, sinceridad. Mentirle significaría una ofensa.

Sif lo miró con furia y estuvo a punto de quejarse, pero se quedó callada. Intentó apartar la vista, pero Thor persistió y posó sus ojos en los suyos. Era cierto, no podía negárselo al hijo de Odín. Y oh, ¡quien más que ella deseaba que fuese Rey, para no tener que rendirle pleitesía a un rey falso como lo era Loki! No podía mentirle, pero decirle la verdad... Sintió el escozor en los ojos, al menos al no preguntárselo podía sentirse despechada, pero conservar su orgullo. Ahora no. —Nada volverá a ser como antes, después de esto— murmuró, negando con la cabeza. Acarició la mano del dios que le sostenía el mentón para no dejarla apartar la vista y se la tomó. —Si— cerró los ojos, sintiendo como las lágrimas se deslizaban por su rostro muy a su pesar. —Lo he sentido, Thor— no le quedaba más que admitirlo, no tenía salida. Y lo que más la hacía sufrir era el hecho de que no podría volver atrás. ¡Maldita sea!

Cada una de las lágrimas que caían por las mejillas de Sif le partían el corazón. La había hecho confesarlo, porque deseaba saber la verdad. Pero no sabría jamás cuanto le habría costado a ella admitirlo. Verla así, vulnerable por primera vez en cientos de años, lo hizo sentir culpable.

El la quería demasiado. Aún no sabía si la amaba como ella a él, pero era una de las personas a quien más quería en el mundo. La rodeó con sus fuertes brazos y la apretó contra su pecho, como si de esa forma evitara que se rompiese en pedazos. No podía hacer más que consolarla, porque no sabía que contestar. Ya todo estaba claro, ¿pero ahora qué? Le acarició el cabello y le dio un beso en la frente. — Tienes razón, Sif. No será lo mismo. Pero no tiene por qué serlo para peor— ni siquiera controlaba las palabras que salían de su boca, pero sentía la necesidad de cortar el incómodo silencio que se había generado.

Sif se sintió como una muñeca rota, y los brazos de Thor trataban de recomponerla. No quería que la abrazara por lástima, no quería que la consolara por no perder a su amiga, para no sentirse culpable. Siguió llorando en silencio, tratando de contener las lágrimas en vano. Intentó mantenerse apartada de Thor inclusive en el abrazo, tocarlo habiéndose mostrado tan débil la hacía sentir una estúpida. Sintió como el dios la apretaba más contra él si cabía y dejó de resistirse. Lo rodeó con los brazos y enterró la cabeza en su pecho.

Al alzarla, Thor la besó en la frente. —¿Qué...?— la voz se le entrecortó por las lágrimas. No había forma de que las cosas fueran hacia mejor puerto. Ya no compartirían carcajadas cada vez que empataban en el campo de batalla y caían el uno sobre el otro, no se reirían de Fandral siendo rechazado. Era la primera vez que la veía llorar y aún se sorprendía. Quizás, no volverían a hacer ciertas cosas, y ante ciertas acciones las reacciones no serían las mismas, pero no tenían por qué distanciarse. Al menos él no lo veía así. No quería perderla. No quería alejarse de ella.

—Me refiero a... bueno, ¿seguimos siendo nosotros verdad? No podemos separarnos, y alejarnos y ya. No quiero— murmuró. Hablar se hacía cada vez más difícil. Era la primera vez que se vía envuelto en una situación como esa, y no le agradaba nada. El quería tener a su Sif, y ya. Pero ella era siempre tan orgullosa y obstinada.

Sif se separó de Thor y se limpió el rostro con el dorso de las manos. — Bien sabe que me encantaría que todo volviera a su curso— recogió el carcaj y el arco para ponerlos en su lugar— Pero... necesito tiempo para aclararme— se pasó una mano por el cabello— ¿Cómo volveremos a luchar juntos? ¿A reír? La sombra de este día lo opacará todo— se mordió el labio inferior al volver a pararse frente a él. Le pedía perdón con la mirada, por no contener lo que le había pasado, por arruinar todo. Necesitaba pensar y olvidarse.

Acarició su mejilla con el dorso de la mano y le acomodó el cabello detrás de la oreja.— Tienes toda la razón— dijo en un suspiro. No podía mentirle diciéndole que la amaba profundamente ni mucho menos. Ella no se lo merecía. En el fondo, siempre le había atraído su actitud, tan diferente a la de las demás. Confiaba en ella, y había que admitir que era muy bella. Pero no sabía si la amaba verdaderamente. No quería herirla— Sif, te mereces algo mejor— él era un estúpido que no tenía en claro lo que quería. Lo había tenido todo, y aún podía tenerlo. Era el Dios del Trueno, el hijo de Odín... pero no merecía a una mujer como Sif a su lado. Ella era demasiado para él.

¿Algo mejor? El sería lo mejor para ella. Si tan solo la quisiera una tercera parte de lo que ella lo quería a él... ¡Sif! Se reprendió a ella misma. Decía que quería olvidarlo y pensaba en puras tonterías.— Thor...— él la miró expectante, esperando que no le dijera algo que lo hiciera sentirse peor de lo que ya lo hacía. Sif no era así, jamás le diría algo retorcido. La conocía tanto y tan poco. La muchacha se le acercó y le dio un beso en la mejilla.— Tú deberías ser el Rey— le susurró al oido para luego pasar junto a él hacia la salida.


• Y nos vamos poniendo a tono. Solo queremos deciros que tenemos... ¡110.000 palabras escritas! Así que hay The Catalyst para rato. Y si todo va bien, os daremos una sorpresita. Actualizaremos pronto, si, si, y los reviews ayudan mucho.

Syn & Lin.