Bueno, aquí les va el capítulo once, el segundo de la "segunda parte". Espero lo disfruten y sea de su agrado, abajito les daré algunas "explicaciones" del capítulo anterior y diré una que otra cosilla respecto a este capítulo!

Que lo disfruten!

Disclaimer: Digimon y todo lo que puedan reconocer no son de mi propiedad, la trama está basada en la serie inglesa Skins y en la novela de Federico Moccia "Tengo ganas de ti", aunque todo tiene de mi propia cosecha.


Capítulo II: "En la naturaleza"


"Tengo que intentar liberar los pensamientos de mi mente, usar el tiempo que tengo. No puedo decir "adiós", está vez lo tengo que hacer bien (…) A través de la niebla veo la cara de un ángel diciendo mi nombre, recordándome que tú eres la razón por la cual debo quedarme" Pale –Within Temptantion.


Escuchó con atención lo que la maestra estaba planteando con tanta emoción —hasta parecía que ella estaba más emocionada que cualquier otro en la clase —, era como si la maestra tomaba aquel "paseo" como un viaje de descanso.

Suspiró con suavidad mientras miraba a su lado, de reojos. T.K estaba ahí, sentado a su lado, mirando fijamente a la profesora, atento a cada una de las palabras de la mujer… O eso era lo que ella creía, porque quizá, sólo quizá, T.K estaba tan nervioso que se le nublaban todos sus sentidos al estar a un lado de Kari, su brazo rozando el de él, su olor entrando por sus fosas nasales casi como si fuera el único aroma que hubiera en el aula. Casi era como si el rubio podía oír sus propios latidos del corazón pum, pum, pum, pum retumbando en sus oídos, desesperados y frenéticos, brincando en su pecho, produciendo casi el sonido del aleteo de las alas de una abeja… Hasta, si agudizaba aún más su oído, podía sentir los latidos del corazón de su compañera de banco.

Los bellos de su brazo se erizaron, nervioso, llevó sus ojos azules a su brazo, donde todos sus rubios y finos cabellos se habían erizado. Miró el brazo de la chica, estaba igual al de él… La miró fijo al rostro, sorprendido por aquella reacción entre ambos, sin embargo, ella parecía estar ajeno a todo aquello.

Carraspeó, intentando llamar la atención de la chica, sin embargo, ella parecía estar absorta a todo lo que ocurría a su alrededor. Suspiró y se removió en su asiento, incomodo.

Kari sonrió.

— Bien —Habló la maestra, llamando nuevamente la atención del rubio—, mañana nos reuniremos aquí en la escuela temprano, a las nueve a más tardar, ¿bien?

Cada uno de los alumnos asintió, aburrido, casi con monotonía. Ninguno creía que de aquel viaje algo pudiera resultar emocionante, todo lo contrario a lo que la profesora pensaba.

Justo en ese momento sonó el timbre, dando pie para que todos pudieran levantarse de sus puestos y salir de la sala. Kari se levantó con lentitud del asiento, tomando sus cuadernos y los lápices que había usado para ir a guardarlos a su casillero.

Apenas sus ojos hicieron contacto con los azules de T.K, esta sonrió.

— Déjame ayudarte con tus cosas —Le dijo el rubio, Kari entornó los ojos.

— Puedo con esto —Aseguró la chica, el rubio asintió algo atontado.

— ¿Te atrae la idea de ir de campamento? —Le preguntó mientras caminaba detrás de la castaña, observando como su cabello se mecía levemente con cada paso que daba la chica.

Se encogió de hombros.

— Quizá pueda ser divertido —Aseguró con una leve sonrisa en su rostro, pensando en una y mil cosas que pueden hacer de aquel viaje algo especial.

T.K sonrió levemente, Kari se giró, habían llegado a su casillero. Abrió para guardar sus cosas y luego pegó su vista en el rostro angelical del rubio.

— Yo quería decirte algo… —Susurró con suavidad la hermana de Tai, T.K se recargó en un casillero, sintiendo que las palpitaciones en su pecho se incrementaban más y más conforme avanzaban los segundos. Kari lo miró fijamente. Él tragó aire por su nariz, sintiendo como el perfume de la chica comenzaba a aturdirlo de una manera que él no la calificaría como mala.

— ¿Qué? —Preguntó el rubio. Kari despegó su vista del rostro del chico, para mirar hacia atrás. Torció los labios y con un gesto de su cabeza apuntó hacia atrás, el chico se giró.

Catherine.

Estaba de pie, a un lado de su casillero mirando directamente donde se encontraban ellos dos. Pegó su vista en el rostro de T.K y luego bajó su vista para girarse y perderse por los pasillos. Kari elevó ambas cejas y T.K bajó su vista.

— Parece que tienes que cerrar un ciclo aún —Masculló Kari. T.K volvió a pegar su vista en la castaña.

— No es eso… —Aseguró el rubio, Kari torció los labios.

— Yo debo cerrar también mi ciclo, T.K —Aseguró la chica, corriendo su vista, casi como si estuviese buscando a Davis, T.K asintió.

— ¿Y luego qué? —Preguntó con la garganta apretada. Kari lo miró fijamente y sonrió mientras con una de sus manos acariciaba levemente el dorso de la mano de T.K.

— Ahí veremos qué habrá después —Aseguró la castaña para luego pasar por un lado del chico.

Caminó con lentitud por entre la multitud de estudiantes que se encontraban en aquel lugar, frente de ella estaba el moreno, Davis, mirándola casi con molestia. Suspiró, había que hablar con él, era ahora o nunca…

(*)

Estacionó su moto justo en frente de las puertas del café. Puso aquella perilla que mantenía la moto en pie, se quitó el casco y lo colgó en el manubrio con lentitud, torció levemente sus labios y se quedó ahí, quieto, sin siquiera respirar, recordando lo que había pasado tan sólo hace una semana.

No te quiero cerca de mí, ¿entendiste?

Cerró sus ojos con fuerzas y sus puños a ambos costados de su cuerpo.

¿Y por qué?, ¿qué es lo que he hecho? Preguntó la chica con una mirada cargada de incredulidad, ella tan sólo se había acercado a saludar al que alguna vez fue su novio, sin embargo, Tai siquiera se dio la molestia de simular una sonrisa.

Cínica Respondió el moreno, con los ojos entrecerrados y alejándose un paso de la pelinegra—. No te quiero cerca de mí, ¿quedó claro? Haré como si no existieras, como si nunca hubieras vuelto y tú haz lo mismo si no quieres que te vaya mal, Yoko.

Sin esperar siquiera respuesta de la china, se giró para irse a pasos apresurados de la universidad, sintiendo como si algo pesado se hubiese instalado en su pecho.

Abrió nuevamente sus ojos, mirando hacía dentro de la cafetería, esperando poder encontrarse con su… Sora. Bien, la pelirroja siquiera era su novia, él aún no se lo pedía, sin embargo, era casi lo mismo. Para su pesar no divisó a la chica, torció los labios y se adentró al lugar.

Una de las camareras que se encontraba en la barra le sonrió, él devolvió la sonrisa y corrió rápidamente su vista hacía la caja, esperando encontrarse con Mimi, sin embargo, no era exactamente una chica el que se encontraba en la caja.

Un muchacho de grandes ojos verdes y cabello castaño oscuro se encontraba ahí, se veía alto y fornido. Torció el gesto, ¿qué era lo que tanto le miraba?

— ¿Se te ofrece algo? —Preguntó el cajero al moreno, Tai contrajo el gesto y se acercó un paso hacia él, ¿quién diablos era aquel tipo?

— Vengo a buscar a Sora —Respondió con sequedad, el muchacho enarcó ambas cejas y corrió su vista hacía las escaleras que daban a los camarines.

— Ella se está cambiando en estos momentos, ¿para qué la quieres? —Preguntó de la misma forma como lo había hecho el moreno.

— Ya te lo dije, vengo a buscarla —Respondió algo fastidiado, el pelinegro asintió, luego Tai lo miró por el rabillo de sus ojos—, ¿dónde está Mimi? —Preguntó.

El de ojos verdes pegó sus orbes en el rostro de Tai, el chico torció los labios y luego de unos segundos de silencio absoluto entre ambos respondió, aunque vacilante.

— Está estudiando, yo la reemplazaré en las tardes —Tai se cruzó de brazos por encima del pecho.

— ¿Y la otra señora que la cubría? Nancy, creo que se llamaba —Siguió el chico Kamiya, el tipo frunció el cejo rápidamente y lo miró con cierta molestia en sus ojos.

— Era mi tía —respondió él, casi con violencia—, falleció hace un mes atrás.

Un grueso nudo se formó en la boca de su estómago, abrió sus ojos sin siquiera poder evitarlo y estuvo tentado a abrir su boca para formular una serie de torpes disculpas. Sin embargo, apenas susurro un leve "lo siento" con la garganta apretada, una suave mano se posó en su hombro. Era Sora, casi pudo suspirar de alivio.

— Nos vemos mañana, Oliver —Se despidió la pelirroja, "Oliver" el chico al cual se le había muerto su tía Nancy un mes atrás, sonrió levemente y con un movimiento de cabeza se despidió de la chica.

Tai elevó levemente su mano e hizo un gesto de despedida que el castaño siquiera respondió.

Cuando al fin salieron de la cafetería, Tai pudo respirar con alivio.

— ¿Hace cuánto está este tipo acá? —Preguntó mientras Sora lo miraba con una sonrisa, casi con anhelo.

— Hace una semana, más o menos, desde que Mimi entró a estudiar a la universidad otra vez —Respondió. Tai bufó—. ¿Y tú? Al fin te acuerdas de mí —habló nuevamente la chica, sonriendo levemente mientras daba un paso hacía el moreno.

El chico sonrió, pasando ambos brazos fuertes por la estrecha cintura de su "novia" atrayéndola hacía ella casi posesivamente.

— Jamás te he olvidado —Respondió el chico con una sonrisa en su rostro—, además nos hemos visto este fin de semana —Sonrió.

Ella asintió levemente.

— Bueno sí, pero hace tiempo no venías a buscarme al trabajo, ni tampoco me has ido a ver al campus, ¿acaso no has ido a entrenar? —Preguntó la pelirroja. Tai negó con la cabeza, borrando de apoco la sonrisa que antes había adornado sus facciones.

Supe que volvió Habló Matt con suavidad, sentándose a un lado de su mejor amigo, este asintió sin ganas—, y además creo que ya está persiguiéndote continuó.

Tai chasqueó la lengua.

No me ha perseguido aseguró—, le he dejado las cosas claras… No se acercará a mí, además, ni la veo en la facultad, apenas y tenemos una clase juntos, será como si nunca hubiese vuelto.

Matt torció el gesto.

También ha vuelto al campus, o eso fue lo que escuché por Aizawa Soltó Matt. Tai pegó sus orbes chocolates en los azules de Matt.

¿Qué?

Yoko volvió para quedarse Tai, se apuntó a atletismo en el campus, incluso habló con tu propio papá para que le diera un espacio en el equipo Aseguró Matt. Tai apretó sus manos tan fuertes que los nudillos se le volvieron blancos, el rubio sonrió levemente—. No hagas como si Yoko no ha regresado, a la larga, creo que eso será peor.

Tonterías Fue su simple respuesta.

— ¿Y? —Sora lo trajo nuevamente a la realidad. Tai bajó su vista levemente y pegó con suavidad su frente con la de la pelirroja mientras cerraba sus ojos.

— Estaba pensando que nos fuéramos a un día de camping —Susurró el moreno sin despegarse ni un milímetro de la chica. Sora se mordió el labio inferior.

— Tengo clases de tenis ahora, Tai —Dijo la chica con voz ahogada. Tai frunció los labios sin siquiera abrir los ojos.

— A la mierda las clases, que el dueño busque cómo reemplazarte —Dijo Tai, medio en serio, medio en broma. Sora se alejó de él aun sin quitar sus manos del cuello del moreno.

— ¿Estás loco? Ya perdí un empleo por tu culpa, no pienso perder otro —Respondió la chica. Tai rodó los ojos y miró fijo a la chica.

— De este empleo no te echarán confía en mí, después de todo… Soy hijo del dueño.

Sora se alejó —esta vez—, unos cuantos pasos del chico, ¿acaso él no se lo había dicho anteriormente? Por el rostro que Sora tenía implantado en su rostro, parecía que no.

— ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —Preguntó. No, pues no se lo había dicho.

Se encogió de hombros levemente.

— No se me había dado la oportunidad —Respondió—, ahora… ¿Quieres irte a la fuga con este humilde servidor? —Preguntó.

Sora se mordió el labio inferior y lo miró con la duda implantada en cada una de sus facciones finas. Tai suspiro.

— Me encantaría, Tai, pero no puedo, lo siento —Razonó al fin la chica, Tai torció el gesto. Diablos…

Él no quería que Sora fuese al campus, no sabiendo, al menos, que Yoko estaba ahí. Se le ocurrían mil y una cosa que pudiera pasar cuando la pelinegra viera a Sora junto con él, no sabía por qué, era un miedo casi irracional, sin embargo, era un miedo que estaba latente dentro de él. Suspiró.

— Bien, te iré a dejar al campus —Susurró el chico, derrotado. Sora frunció el cejo.

— ¿Y tú? —Cuestionó.

— Yo iré a casa, estoy muy agotado como para ir a práctica —Fue la simple respuesta que dio mientras se subía a la moto.

Bien, no podía mantener a Sora lejos del Campus, pero si podía mantenerla "a salvo" de Chang.

(*)

Miro fijamente a T.K mientras subía los bolsos al autobús.

Su expresión seca no dejaba rastros de lo que sentía dentro de sí, no demostraba para nada aquella sensación de euforia al ver como el rubio tomaba un bolso y lo echaba a la maleta del bus mientras sonreía por algo que decía uno de sus amigos, parecía desinteresada por todo lo que ocurría a su alrededor, sin embargo, su corazón, dentro de su pecho, no dejaba de palpitar con fuerzas.

Cruzó los brazos a la altura de su pecho y observó cómo el rubio se giraba para hablar con alguien más…

Catherine.

Apretó sus labios con fuerzas y estuvo tentada a gritar cualquier insulto hacía aquella rubia francesita, sin embargo, siguió con su postura imperturbable.

El rubio Takaishi rió por algo que la chica había dicho, ¿qué tan idiota podía llegar a ser T.K? Era obvio que la tipa intentaba conquistarlo nuevamente. Kari suspiro y se giró para ir hacía otro lugar, mezclándose con los alumnos de su mismo grado. Con algunos que conocía y con otros que jamás en su vida había visto.

Luego, se sentó en una banca que estaba un tanto más apartada de todos los ruidosos estudiantes que —eufóricos por el viaje —, reían, corrían y hacían cualquier cosa, sin poder mantener sus cuerpos quietos por un par de segundos.

Suspiró y corrió su vista de la masa de estudiantes para mirar el cielo azul y despejado que se ampliaba por encima de las cabezas de los seres humanos. Corrió su vista hacia abajo nuevamente cuando sintió otro cuerpo sentarse a su lado.

Una chica de cabellos rubios largos y lacios, de mirada verdosa y piel blanca estaba ahí, a un lado de ella, mirando a todos los estudiantes casi de la misma manera en las que ella misma los miraba. La chica pegó sus ojos verdes en el rostro imperturbable de la castaña y sonrió.

— Hola —Susurró la rubia, con una media sonrisa adornando su rostro de porcelana. Kari le devolvió la sonrisa, sin siquiera tener una clara idea del porqué aquella chica le causaba simpatía.

— Hola —Respondió al saludo con la misma sonrisa que la rubia le regalaba—. Soy Kari.

— Zoe —Contestó ella, Kari sonrió—, ¿emocionada?

Kari torció ligeramente el gesto y llevó sus ojos hacía cierto rubio que estaba de pie bajo el autobús, hablando nuevamente con aquella francesa rubia. Según T.K, habían terminado… Entonces, ¿por qué la tipa seguía pegándosele como lapa?

— Más o menos, quizá pueda ser interesante —Declaró la chica Kamiya. Zoe soltó una leve risilla, siguiendo la mirada de la castaña, sabiendo exactamente lo que la chica pensaba.

— Sé a lo que te refieres —Aseguró—, yo tengo todo planeado para poder hacer de este viaje algo emocionante.

Kari volvió su vista hacía la rubia y elevó ambas cejas. Zoe le guiñó un ojo.

— Créeme, nos divertiremos.

Kari sonrió, se hacía una leve idea de lo que la chica, Zoe, le estaba diciendo…

(*)

Corrió con sus dedos la página de aquel libro, con bastante suavidad. Bufó cansada, aburrida, diablos, lo de leer no se le daba muy bien, pero todo sería por esa buena calificación en su ramo "tecnología de los alimentos".

Cuando sus ojos quedaron a la mitad de la página, se rindió, intentó leer hasta la mitad del libro, sin embargo, no pudo hacerlo, simplemente, leer le parecía algo muy aburrido, más si sólo estaba leyendo cosas sobre la composición de cada comida.

Subió su vista y se encontró con algo que realmente no creía encontrarse.

— Me parecía raro ya que mantuvieras tu vista pegada tan devotamente en ese libro, Mimi —La voz del rubio entró por sus oídos, sin embargo, creía que sólo se trataba de una ilusión—. Incluso dude de si eras o no eras tú.

Mimi no pudo evitar soltar una leve risa por aquel comentario, vaya, parecía estúpido que ahora se estuviese riendo con él.

Matt no perdió la oportunidad, hace un tiempo atrás que no había oído reír a la castaña y haberlo oído ahora, le parecía simplemente una esperanza que le estaba regalando la chica. Se sentó junto a ella debajo de aquel árbol torcido que provocaba una favorable sombra.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó la castaña a la defensiva borrando rastro de su anterior sonrisa al ver como el rubio de ojos azules se sentaba a un lado de ella.

— Estudio aquí, ¿lo olvidas? —Preguntó Matt.

Ella negó levemente con la cabeza, ahora resultaba que veía al rubio al menos dos o tres veces al día.

— No me refiero a eso… Me refiero… —Pareció dudar unos segundos de las palabras que iba a utilizar, suspiro—. ¿Qué hacías ahí mirándome? —Preguntó al fin. Matt ladeó su rostro hacía un costado y luego miró hacía el frente.

— Pues, nada realmente… —Respondió el rubio bajando levemente su vista sólo te observaba—. Estabas sola, creí que podía hacerte compañía.

Mimi llevó sus ojos mieles hacía su libro, bajó levemente su vista y con cierto nerviosismo comenzó a jugar con sus dedos. Torció los labios.

— Yo… —Susurró la castaña.

Matt bufó y se levantó con suavidad del césped.

— Olvídalo, no sé qué estaba pensando cuando me vine a sentar junto a ti, me odias… Lo comprendo —Reconoció el rubio mientras se limpiaba el falso polvo de sus vaqueros, le dedicó una última sonrisa a la que fue por un largo tiempo su novia y sonrió con cierto tinte nostálgico, se giró, dispuesto a irse, sin embargo, su cometido se vio interrumpido por una mano que se aferró firmemente en su ante brazo.

— No, no… Yo… Lo siento, Matt —Tartamudeó Mimi, suspiró, intentando darse las fuerzas que necesitaba—, siéntate junto a mí, en realidad, no debería molestarme.

Matt miró hacia abajo, donde la castaña mantenía una mirada serena y a la vez decidida. Elevó ambas cejas y no pudo evitar sonreír levemente. La mano de Mimi se aflojó y luego dejó su antebrazo libre, la chica suspiró nuevamente, era como la quinta vez que suspiraba desde que Matt se había sentado junto a ella.

— Escucha, intento que este año sea mejor, intento yo ser mejor y hacer las cosas bien, ¿entiendes? —Miró fijamente a Matt, desde abajo, con una mirada tan decidida que llegó a espantarlo de cierta manera—. Y creo que para hacerlo mejor debo comenzar con perdonarte a ti. Intenté odiarte, Matt… En serio.

El rubio torció ligeramente los labios, vaya, aquello era como un golpe directo a su estómago, no se sentía bien aquello.

— Pero eso sólo me haría mal a mí y eso no es justo —Otro suspiro—, creo que lo mejor que podemos hacer, para que no hayan más rencores y cambiar la página, es olvidar todo, total, ya pasó y no hay forma de cambiarlo. Seamos amigos, Matt, hagamos borrón y cuenta nueva. Eso te propongo, ¿qué dices? —Preguntó.

El rubio vaciló en su puesto por unos momentos y luego, sin agregar nada, estiró su mano.

— Trato echo, seamos amigos —Respondió al fin. Mimi sonrió y estiró también su mano para estrecharla con la del chico que había sido su novio en un tiempo atrás. Casi como si estuviesen cerrando un trato.

Bien, ahora comenzarían de cero… Serían amigos, ella sólo esperaba no caer en un círculo vicioso del cual no pudiera salir.

(*)

— Quiero que apaguen sus celulares. La idea de este viaje es que se conecten con la naturaleza.

La voz de la maestra Uzauko se oyó por cada rincón escondido del bosque Sin embargo, por muy fuerte que la voz de la mujer se oyera, ninguno de los estudiantes le ponía real atención.

— Ahora comeremos salchichas y nos divertiremos —Aseguró la voz de uno de los maestros que habían ido al viaje.

Como era de esperarse, ninguno de los alumnos lo oyeron.

En medio de todas las cabañas que había en el bosque, se encontraba un quincho para asar y una mesa gigante en la cual fácilmente cabían sesenta personas.

Encima del mesón había uno que otro queque, cortesía de un alumno anónimo.

Kari suspiró con suavidad.

— Dijiste que esto sería más divertido —Susurró T.K con una sonrisa en su rostro, juguetón. Kari le devolvió la sonrisa mientras se cruzaba de brazos encima de su pecho.

— La noche no comienza aún, ¿verdad? —Fue la respuesta de la castaña, T.K sonrió y elevó ambas cejas, sintiendo como sus mejillas se coloreaban levemente.

— ¿Y qué crees que pasará en la noche? Los maestros estarán merodeándonos como si fuéramos reos de una prisión —Aseguró el rubio.

Kari rió levemente.

— Ya lo verás, T.K, ya lo verás.

(*)

— No creo que esto sea buena idea, Tai —Susurró la pelirroja de pie a un lado de la moto, mirando aquella casa tan impotente en la cual había entrado una vez en su vida.

Tai chasqueó la lengua y la miró fijamente.

— Vamos, a mi papá siempre le has caído bien —Aseguró el moreno. Sora torció los labios y dio un paso hacia atrás, casi inevitablemente.

— ¿Y si quizá ahora no le caiga muy bien? —Preguntó la chica, completamente vacilante—. Además, no sé lo que estoy haciendo aquí si tú padre te ha pedido que vinieras a cenar con él, quizá es porque él quiere conversar algo importante contigo y estaré yo ahí en medio, interrumpiendo.

— Tontería.

Tai dio unos cuantos pasos hacia la chica, hasta colocarse frente de ella, tomó la mano de la pelirroja entre la suya para entrelazar los dedos, con la mano libre acaricio con sus nudillos la mejilla suave y tersa de Sora y luego sin más, unió sus labios con los de ella en un suave y casto beso.

Tan rápido como se acercó a la pelirroja, se alejó de ella, dejando a Sora queriendo más.

— Ahora vamos, todo estará bien, lo prometo —Susurró él, Sora asintió, un tanto más confiada, pensando seriamente en que los besos que Tai le daba la dejaban con sus neuronas embobadas.

Más bien, embobada por completo, con todo lo que definiría ser ella.

(*)

El sol había caído hace un par de horas atrás, la luna lo había reemplazado, grande e imponente, llena. En una de las cabañas se oían los ronquidos. En las otras dos camas dormían profundamente las otras dos maestras que habían ido de viaje con los adolescentes.

No sentían —para nada—, el bullicio que había fuera. La música que salía desde un celular y que se llegaba a escuchar hasta la ciudad más cercana.

— Te dije que tendría cómo divertirme en este viaje —Rió en voz alta Zoe mientras se tambaleaba junto con Kari, quien sonreía mientras veía como todo el mundo se movía de un lado a otro, como todos esos rostros distorsionados reían.

— ¿Qué diablos tenían los queques? —Preguntó la castaña sin poder dejar de reír, diablos, en ese estado, todo le parecía completamente divertido.

— Marihuana, mucha marihuana —Rió otra vez divertida, marihuana tan graciosa que le parecía esa palabra, Kari coreó su risa con la de ella.

De pronto, sin haberlo siquiera previsto, un chico de cabellos castaños, un tanto largo y gorra se acercó hacía la rubia. Kari se alejó unos pasos mientras veía como aquellos dos adolescentes se devoraban los labios.

Sonrió y dio una vuelta con los brazos estirados, mirando el oscuro cielo repleto de brillantes y pequeñas estrellas, la música entrando por cada poro de su cuerpo, sintiendo aquel éxtasis que te otorgaba la hierba, sintiendo casi como si estuviese flotando.

— Ey, ey —Esa voz distorsionada, repetida era tan sólo de una persona.

T.K.

— Ven vamos a bailar a bailar —Tomó sus manos con suavidad y la atrajo a su cuerpo, ella rió por lo bajo, divertida, extasiada.

Sintió el aroma del chico, mezclado con un fuerte olor a cigarrillo y cervezas, ¿cómo había sido que los estudiantes habían infiltrado drogas, cigarrillos y bebidas alcohólicas? ¿Qué más daba? Las cosas ya estaban siendo consumidas mientras los maestros dormían drogados por aquel pastelillo en sus camas.

El chico rubio y con cara de ángel posó sus manos en su espalda, causando que miles de descargas eléctricas recorriera su espina dorsal, ella posó sus manos en los hombros del chico, mientras enfocaba su mirada en su rostro.

— ¿Qué querías decirme? —Preguntó el rubio, ella rió con suavidad.

— ¿Cuándo, cuándo?

— En la escuela, ¿recuerdas? Me ibas a decir algo antes de lo que dijiste sobre "cerrar el círculo" o algo así —Preguntó T.K, la chica pensó que él tenía una fluidez para hablar en ese estado sorprendente, siquiera parecía tartamudear, sólo ella oía las dobles voces, pero eso era meramente culpa de su estado.

— Oh —Rió—, cierto —más risas.

Kari sintió como todo aquel aire mágico se rompía, ¡pum!, en mil pedazos.

Un aplauso se dejó oír por sobre la música, otro aplauso más fuerte, otro más, otro más… Alguien aplaudía fuertemente, llamando la atención de casi todos los chicos del lugar.

— Hacen una pareja perrrrrfecta —La voz de Davis sonó aún más alta de lo que habían sonado sus aplausos—, ¿a qué sí?

— Davis —Susurró Kari, borrando de un soplón la sonrisa que anteriormente había estado adornando sus labios—, ¿qué pasa, Davis?

— ¿Ya le dijiste? —Preguntó el moreno, mirando con cierto aire dolido a ambos chicos—, ¿le dijiste el por qué lo nuestro había terminado?

Kari negó rápidamente con la cabeza, dando paso hacía el chico moreno que mantenía sus manos escondidas en los bolsillos de su campera.

— Detente, Davis —Suplicó Kari con voz ahogada.

— ¿Y por qué, nena? —Preguntó el moreno de cabellos en punta.

Kari negó nuevamente con su cabeza mientras T.K fruncía ligeramente el cejo y se acercaba cada vez más al moreno, a pasos lentos, pequeños.

Davis, entonces, pegó su mirada castaña en el rostro confundido de T.K, quiso sonreír, sin embargo, le fue imposible, jodidamente imposible. El alcohol, las drogas y hasta la música no le hacían pensar con claridad, le tenían su mente nublada.

— No es conmigo con que quiere estar Kari, porque no es a mí a quien ella quiere —Miró significativamente a T.K, este frunció el cejo—. Jamás fui yo a quien quiso. —Hasta el mismo Davis se sorprendió porque había podido decir todo aquello de corrido sin ningún tartamudeo.

—Ya cállate, Davis —Esta vez no había sido Kari quien lo había dicho, todos pegaron su vista en Catherine, quien miraba con los ojos abierto a todos. Ella había sido la única que no había comido del queque y que no había fumado marihuana o alguna otra droga que tenían los estudiantes.

— ¿Qué pasa, francesita? —Preguntó Davis, dando un paso tambaleante hacia el frente—. ¿Acaso T.K te dio ilusiones?

Catherine negó rápidamente con la cabeza y pegó sus ojos claros en el rostro de T.K.

— Da igual lo que digas Davis, ¿verdad T.K? —Preguntó la chica, algunos que observaban todos, creían que en cualquier momento le daría un colapso nervioso a la rubia—. Tú dijiste que ella ya estaba superada, ¿verdad?

Kari miró por el rabillo de sus ojos a T.K, sintiendo como algo duro se implantaba en la boca de su estómago, de pronto, todo lo que había consumido comenzó a subirle hasta la cabeza, mareándola aún más.

— Catherine —Susurró T.K.

La chica no se dignó siquiera a oírlo, pegó su mirada, como una fiera, en el rostro lívido de Kari.

— Y tú maldita perra, ¿te crees muy especial? —Le preguntó mordazmente, dando un paso amenazante hacía Kari—. ¿Crees que tienes a T.K en tus manos? Escúchame maldita loca, no te creas mejor que yo porque no lo eres, eres una simple puta que cree que todo el puto mundo está pendiente de ti — Dio otro paso hacía ella—. T.K es mío, ¿oíste? ¡Mío!

— Cállate — Susurró Kari con voz ahogada, negando con su cabeza.

— ¡No! Alguien debe decirte las cosas como son, estúpida —Se plantó frente a Kari—. Te acercas a mi jodido novio y te mato, perra.

— ¡Cállate! —Gritó Kari empujando a la chica, esta tambaleó hacía atrás, sin embargo, logró mantener el equilibrio y luego, sin previo aviso, se lanzó encima de Kari.

Tomó entre sus manos el cabello castaño de la chica y lo jaló con fuerzas, Kari chilló.

— ¡Suéltame!

Catherine no hizo caso de lo que la Kamiya dijo y con fuerza la lanzó hacía atrás, haciendo que la castaña cayera en el césped de espalda. La rubia no perdió el tiempo y se sentó a horcadas encima de la chica.

Kari sentía que las drogas se subían a su cabeza, incluso haciéndola ver doble. ¡Mierda!

— ¡Suéltala, Catherine! —Oyó la voz de T.K a lo lejos, también oyó una carcajada y estaba segura que pertenecía a Davis, habían otros que alentaban la pelea, vitoreando, T.K parecía ser el único sensato que intentaba separarlas.

Catherine le golpeó una cachetada en las mejillas mientras ella intentaba torpemente esquivar los ataques que tenía la francesa contra de ella. Kari lanzó un manotazo hacía adelante, dándole a la chica en la nariz, un suave crack se dejó oír. Fue ahí cuando T.K puedo sacar a la rubia de encima de ella.

Kari se sentó en el césped al verse liberado de la mujer, con la respiración agitada y observando su cabello que estaba hecho un manojo, luego, tocó su rostro para después llevar sus manos hacía sus brazos, sintiendo como leves escalofríos recorrían su cuerpo.

No supo en realidad qué pasaba con Catherine, sólo oyó unos gritos, imaginó que pataletas y todo lo demás, pero luego, se vino el silencio y del silencio pasó a oír el fuerte ruido de la música, poniéndola nerviosa.

— ¡Kari, Kari! — La voz de T.K se oyó distorsionada—, ¿estás bien? —Preguntó acercándose a ella, se puso en cuclillas y la miró fijo.

Kari sintió como todo su cuerpo se entumecía.

— Bichos — Susurró con voz ahogada, con los ojos llenos de lágrimas y el cabello completamente desordenado—, estoy muy drogada…

T.K frunció el cejo.

— ¿Qué?

— Tengo algo encima — Chilló, sintiendo como algo subía por sus brazos—, ¡quítamelo!, ¡quítamelo!

El rubio posó ambas manos en los brazos de la castaña, ella se retorció bajo el agarra.

— Suéltame —Le discutió—, quítate de encima —Lloriqueó.

T.K la soltó, dando un brinco hacía atrás. Kari se levantó a duras penas y miró hacía todos lados, con los ojos llorosos, con ciertos espasmos recorriendo su cuerpo. Miró a T.K y negó con la cabeza, se giró y sin tomar una dirección concreta se largó a correr.

— ¡Kari, Kari, Kari, Kari, Kari!

La voz de T.K se oyó más lejos y más lejos, sin embargo, ella no dejo de correr hasta que llegó a un claro en todo el bosque. Se quedó ahí, de pie, intentando controlar su respiración que estaba más acelerada que de costumbre. Estaba drogada, el bosque entero le daba vuelta, el silencio que se suponía debía estar en el bosque era irrumpido por las leves vibraciones de la música. Ella cerró sus ojos mientras intentaba hacer que su respiración volviera hacer como la de antes, se oyó el ruido de unas hojas secas siendo quebradas, se giró con violencia.

— ¿Quién es? —Preguntó en un susurro ahogada, sintiendo como las lágrimas bajaban por sus mejillas, humedeciéndolas—, ¿quién anda ahí?

De pronto, en el claro, se dejó ver la cabellera rubia de T.K, ella suspiró con alivio.

— ¿Estás bien? —Preguntó en un susurro, Kari no supo qué responder a eso.

T.K se acercó otro paso más hacia ella, vacilante.

— ¿Qué pasa? —Preguntó, Kari negó con su cabeza.

T.K parecía sucio, con su cabello rubio revuelto y sus ojos azules brillando gracias a la luz de la luna. Kari no supo por qué lo hizo, si por impulso o porque meramente quería hacerlo, pero lo hizo.

Se lanzó al cuello de T.K para pasar sus brazos por ahí y unir sus labios con los de él, casi con desespero. El rubio se sorprendió por aquel acto, sin embargo, no tuvo la fuerza de correrla a un lado, de separarse. Los dulces labios de Kari sobre los de él le causaban estragos en todo lo que era… él.

Kari abrió sus labios, haciendo que el beso se profundizara, el rubio ladeó su cabeza hacía un lado mientras la castaña pasaba sus manos del cuello del chico a su cabello, revolviéndoselo aún más. Cuando el aire fue necesario, T.K despegó sus labios de los de la chica para luego pegarlos en el cuello de la castaña y seguir besándola.

Kari cerró sus ojos, dejando escapar un leve suspiro. Luego, sin más, llevó las manos hasta el borde de la camiseta que traía T.K puesta para quitársela, T.K elevó sus manos para facilitar el trabajo a la castaña. Cuando la camiseta del chico estuvo en el suelo, perdida por un lugar del césped. Las manos de Kari se posaron en el estómago duro del rubio, T.K llevó sus manos también hacía el estómago plano de la chica, por debajo de la playera. Kari elevó sus brazos, dándole a T.K el consentimiento de que pudiera quitarle la prenda.

Cuando ambos se encontraron en sólo ropa interior, T.K dejó caer en al césped con suavidad a Kari, poniéndose él encima de la castaña. Entre gemidos y suspiros cargados de anhelo.

T.K posó una de sus manos sobre el pecho de Kari, el cual, aún se encontraba con el corpiño. Kari suspiró mientras dejaba de besar el cuello del rubio, se elevó un poco para mirar fijamente los ojos del rubio y sonrió levemente, unió nuevamente sus labios con los del chico mientras sus manos comenzaban, desesperadamente a buscar el comienzo del bóxer del muchacho. Cuando al fin dio con él, siquiera pidió el permiso para poder bajarlo.

Kari calló un gemido por parte de T.K con sus labios, mientras ella misma se daba el trabajo de bajar sus bragas.

Ambos abrieron los ojos para mirarse fijamente a los ojos, Kari mantenía sus ojos brillantes mientras T.K los tenía nublosos. Él tocó con suavidad la mejilla sonrojada de la castaña y besó su frente. Kari se acomodó debajo del chico, abriendo sus piernas, dándole a T.K el permiso necesario para que este pudiera penetrarla de una vez.

Kari abrió sus labios, dejando escapar suspiros variados, mientras T.K besaba con suavidad cada parte del rostro de ella.

Cuando T.K notó que la chica se había acomodado al invasor, este comenzó a moverse, primero con suavidad, para luego ir más y más rápido, opacando las vibraciones de la música con sus propios gemidos, suspiros, gritos sordos…

— T.K… — Susurró ella con voz perdida, cuando sintió un espasmo que le avisó que el clímax estaba llegando. Él cerró con fuerzas sus ojos, dejándose llevar por la tormenta de sentimientos que se estaban revolviendo su interior.

Un suspiro, un gemido, un grito… Y todo había acabado.

El sol fue su despertador, cuando se posó encima de sus cabezas y dio de lleno en sus rostros por los potentes rayos. Abrió sus ojos con suavidad, sintiendo como de golpe un olor se pegaba en sus narices, su olor. Un dolor punzante cruzó por su cuello y parte de su cabeza, diablos, tendría una resaca terrible por el alcohol ingerido y además, por haberse quedado dormida en medio del bosque, en el suelo.

Se sentó con suavidad mientras miraba a su alrededor. Muchos árboles tupidos, pasto seco, hojas secas. Se miró fijamente, recordaba haberse vestido luego de lo que había pasado anoche, se alegraba de eso, puesto que, si no hubiese sido así, quizá cómo hubiera despertado. Toda acalambrada y quizá con un horrible resfríado, peor, de eso estaba segura.

Miró hacía su costado derecho, donde T.K dormía plácidamente, con los labios entre abiertos y con su respiración regulada. Con la yema de su dedo índice deliñó los labios del chico y luego, inclinándose sobre su cuerpo besó con dulzura su boca.

T.K apretó sus ojos con fuerzas, luego, de apoco los fue abriendo, dejando que la luz solar lo aturdiera.

— Diablos —Fue lo primero que masculló el rubio, sintiendo cada uno de sus músculos agarrotados. Kari sonrió.

— Debemos ir a juntarnos con los demás —Susurró la chica. T.K sonrió, mirándola fijamente, intentando controlar los latidos desesperados de su corazón que habían comenzado a latir de esa manera cuando oyó la voz suave de la chica.

El rubio se limitó a asentir mientras se levantaba del suelo a duras penas, Kari lo miró desde abajo, aún sentada en el pasto.

— Todo cambiará desde ahora, ¿no? —Susurró, T.K la miró fijamente, la chica parecía verdaderamente nerviosa, intentaba sonreír, sin embargo, ninguna sonrisa se posó en sus labios.

El rubio se agachó, poniéndose en cuclillas frente de la castaña. Asintió.

— Todo será distinto. Mejor —Prometió, Kari pegó sus ojos en los azules de T.K y afirmó con su cabeza, sonriendo levemente.

T.K se levantó nuevamente del suelo y estiró su mano.

— Vamos —Susurró, Kari lo miró nuevamente, estiró su brazo para agarrar la mano del chico, dejando que el rubio la levantara del suelo.

Y así, con las manos entrelazadas comenzaron a buscar el camino en donde se encontraban los demás.

Kari estaba segura de dos cosas. La primera era que recibirían un castigo y un sermón por parte de los maestros más grande que un buque. Y lo segundo; Que ahora las cosas con T.K serían distintas. Pero ella no podía estar segura si aquello sería realmente bueno.


Bueno :3 Actualicé :D y no me demoré tanto tampoco C: Y es que no entro aún a la universidad y hablando de eso, ¡te quiero Len! Perdón por haber sido tan weona :c En serio, me sentí mal cuando me llamaste y me di cuenta de los mensaje, shit, te lo compensaré, lo juro! 1313 xD

Ya... Respecto al fic, estaba pensando a cambiar de rated T a rated M, ya que toco temas fuertes como lo son el alcohol, las drogas y el sexo 1313, sí, he escrito un "lemon" (medianamente) Takari y me ha costado mucho, si que espero ser recompensada por eso... Aunque no me puedo quejar, ¡Me han echo realmente feliz con todos sus comentarios! Cuando me di cuenta de todos los comentarios que recibí (esto fue hoy) me puse muy contenta, en serio, todo esto se lo debo a ustedes y es por eso que intento siempre actualizar seguido, aunque a veces no se pueda. ¡Muchas gracias de corazón!

Bueno, siguiendo con el tema del Rated T/M pues, no sé en realidad si cambiarlo, no me convence mucho, pero no sé si esté mal dejarlo en T, porque que yo sepa (y que no es mucho xD) Es que la T también se toma por temática medianamente fuerte, pero bueno, si una de ustedes sabe más sobre esto, si dejarlo en T está mal y deba cambiarlo a M pues, que me lo diga por favor!

Sé también que a lo mejor les sonará raro todo esto, puesto que, drogué a casi todos los personajes, pero siempre he dicho que yo suelo escribir cosas más realistas, y lamentablemente (o quizá no tanto) en la realidad están las drogas y bueno, ellos son jóvenes, gente joven siempre quiere probar nuevas cosas y yo no creo realmente que eso sea malo, tampoco he puesto drogas más duras, la marihuana, científicamente comprobado, es mucho más sana que el cigarrillo y el alcohol, aunque esta sea la puerta para el infierno. También sé que quizá en este capítulo sobre todo, hay muchos personajes OOC como Catherine, pero bueno, ella nunca me cayó bien y siempre pensé en que era una mosquita muerta xD y ya saben que dicen, las mujeres calladas y reservadas son las peores... Y con respecto a Zoe, bueno, necesitaba crear un personaje (mujer) que fuera tal y como ella es y será en mi fic, atrevida, drogadicta y "misteriosa", no soy buena creando personajes, ni mucho menos con los nombres japoneses y como me agrada la pareja que ella hace con Takuya, pues me dije, "¿por qué no?" y Tarán! aquí esta :3 Quizá le moleste a alguna persona, me gustaría saberlo, en realidad, siempre y cuando tenga una buena justificación, si es así puede que cambie (al personaje de Zoe) por un personaje inventado, ya que, ella hará más actos de presencia a lo largo del fic.

Okey, ya no los molestaré más. ¡Espero y les haya gustado este capítulo!

¡Muchas gracias a toda la gente hermosa que me ha dejado RR's! En serio, me hacen completamente feliz y es por ustedes que me esfuerzo en escribirles algo decente, de calidad y gratuito :D (no como la educación en Chile xD Pero no hablaremos de eso).

Como sea, eso ha sido todo. Espero sus comentarios sobre este capítulo... ¡Ah! lo olvidada, shit , en el capítulo anterior hubo una duda respecto a lo que Tai escribía en su cuaderno... Las iniciales fueron "S.T" por Sora Takenouchi y "T.K" por Tai Kamiya, ya que, aquí en latinoámerica así era el nombre del moreno y bueno yo, latina, viendo la serie doblada se me quedó ese nombre Lamento si causé confusión. Bueno, sin nada más que agregar, espero les guste este capítulo.

¡Dejen sus comentarios!

Cuídense, espero estén bien y como siempre, responderé sus RR por PM.

Besitos :*

Jell :3