Disclaimer: Hetalia no me pertenece.


-Que frío hace…

-Es raro, por la mañana no hacía mucho calor…

-¿Tienes frío?

-¿Crees que tu hermano se enfade mucho?

-Me gusta el té, ¿Tú bebes té…?

Nada. Cada palabra que salía de su boca era totalmente ignorada, pasada por alto. Kiku estaba absorto y concentrado en su teléfono. De vez en cuando soltaba un pequeño murmullo, así como "Tonto nivel, aún no puedo pasarlo".

Arthur suspiró. Se había equivocado totalmente al creer que le resultarían las cosas con Kiku. Que tonto se sentía, si el chico apenas hubo recuperado el teléfono no hizo mas que abrir uno de sus tantos juegos y meterse de lleno en el, ignorándole. ¿De que sirvió acompañarle a su casa…? Al menos no tenia que preguntarle que camino tomar, se sabia de memoria la dirección (No, no es un acosador, solo lo sabe por… casualidad).

Le miró vez mas, la piel lucia pálida aun a la escasa luz presente, y sus ojos parecían cansados. ¿Le afectaría el pasar tantas horas con una pantalla en frente suyo? Él no había estado ni dos horas en la computadora y ya había experimentado un dolor de cabeza, que aguante debía tener Kiku.

-Llegamos… -Nada. Lo intento otra vez. Y una más. No fue si no hasta que le hubo sacudido el brazo que el chico respondió. Parpadeo un par de veces, confundido, y miró la fachada de la casa estilo oriental, reconociéndola.

-Oh… es mi casa… -Enseguida miró al que estaba junto a él y recordó todo. –Arthur-san… muchas gracias por todo… ¿Quiere pasar? –Se lo dijo más por cortesía que por quererlo realmente, nadie nunca venia a su casa. Aun recuerda cuando ese chico, Alfred Jones, le visitó por primera vez. Era realmente el único que había venido un par de veces, a jugar videojuegos. Pues nadie más se atrevía a venir. Si, él sabía que no era el más sociable de todos pero… a quien engañaba. Se sentía un completo antisocial y todos lo veían como tal.

-¿Pasar…? –Lo dudó, pero que daba, si ya lo había traído a casa no debía reparar en aceptar. Debía tomarlo como otra oportunidad, ya que el camino fue un total fracaso… -Esta bien… pero solo me quedare un rato, tengo que volver pronto…

Kiku se descolocó. Quito la atención de la pantalla del teléfono y miró a Arthur. ¿El había aceptado? Generalmente, las veces que alguien había caminado con él, había sido la primera y última. Nadie nunca le hablaba después de la primera charla. Aun se preguntaba por qué (…)

-¿R-realmente va a pasar…?

-Si ¿Puedo, verdad?

-P-por supuesto, Arthur-san. No hay problema –Sintió sonrojarse, era realmente malo entablando conversaciones. Otra razón por la cual no tenía amigos… Le sorprendía que Arthur aun siguiera junto a él, hablándole. Con un esfuerzo sobrenatural pausó el juego y guardó el teléfono en su chaqueta.

Toco la puerta y enseguida fue abierta, como si la persona hubiese estado frente a ella esperando la llegada de alguien. Y así era. La cara de Yao solo mostraba la preocupación de no ver a su hermano en toda la tarde.

-¡Kiku! ¡Al fin llegaste! Me tenias preocupado~aru… -Le abrazó, le miró a la cara y le volvía a abrazar. Parecía más una madre desesperada que un hermano mayor. Por el momento, ignoró completamente la presencia del inglés.

-¡Estaba tan preocupado! Temí que te pasara algo… ¿Y tu teléfono? Oh, da igual, lo importante es que estas bien… ¿El bastardo que lo encontró no volvió a regresarlo~aru?

-Eh… hermano… -Kiku, avergonzado, le hizo una seña apenas perceptible, indicándole a un lado. Enseguida la cara de Yao mutó de preocupación a sorpresa.

-Tu… -Le confundió encontrar a alguien acompañando a su hermano, no era para nada común ver a Kiku en compañía.

-Hola, tu debes ser Yao… -Trató de sonar amable –Yo soy Arthur Kirkland, voy en el mismo grado que Kiku y… bueno… yo encontré el teléfono… -Arthur sintió un escalofrío recorrerle la espalda al ver como el rostro del otro cambiaba a indignación.

-¡Tu! –Exclamó -¡Por tu culpa Kiku se quedo hasta tarde buscando el maldito teléfono! ¿Qué si le pasaba algo? –Yao esperaba expectante, la respuesta del rubio.

-Y-yo… lo siento… -Deseaba lanzarse a una pelea verbal, pero sus principios como caballero –Y el hecho de que estuviese Kiku presente –le impidieron hacerlo. Se sentía patético al disculparse.

-¡B-basta, hermano! Arthur-san solo me ayudó, no hay razón para que le trates así… El incluso regresó al instituto a devolverme el teléfono. Incluso se ofreció a traerme a casa.

Yao pareció calmarse. Pero en su opinión, ese tal Kirkland no era nada bueno… de seguro solo fingía.

-Acompañarte era lo menos que podía hacer~aru…

Sucedió un silencio incomodó, y entre miradas de odio mutuo entre Yao y Arthur, por fin el ultimo habló.

-Yo… será mejor que me vaya… –Realmente Arthur quería pasar mas tiempo con Kiku, pero reconsiderándolo… de seguro le volvería a ignorar y Yao le lanzaría miradas de odio. Mañana le hablaría nuevamente, en el instituto.

-Pero… Arthur-san…

-Adiós, Kiku. Fue un gusto acompañarte a casa, te visitaré en otra ocasión –Le tendió la mano, esperando respuesta.

Kiku le devolvió el apretón de manos, provocándole a Arthur un sonrojo. Se sentía tan bien el tacto de la mano suave y pálida de Kiku…


-¿Te pasa algo? Pareces triste~aru… ¿Ese idiota te dijo algo? ¡Si es así iré en este mismo instante a…!

Kiku alzó la voz, imponiéndose ante el otro.

-No es por Arthur-san…¿C-como no estarlo? ¡Impediste que pasara! –Se sorprendió, no pensó jamás en gritarle a su hermano. Pero se sentía realmente triste. Sintió también la necesidad de sacar todo lo que tenia dentro. -¡Ahora de seguro no volverá jamás, ni me hablará! ¿Qué pasó con lo que dijiste, Yao? Dijiste que consiguiera amigos, ¿Cómo quieres que lo haga? Era el primero que me hablaba y se interesaba por mí en mucho tiempo… Y ahora de seguro cree que soy la persona más estúpida de todo el mundo…

Yao se quedó en silencio, viendo como la figura delgada de Kiku desaparecía por las escaleras.

Esa noche, a pesar de que al día siguiente había clases, Kiku se quedo en la computadora hasta la madrugada. Yao no pudo evitar sentirse culpable.


Las reprimendas de su madre le tenían al borde de la impaciencia. ¿Esa mujer no podía entender, acaso, que el ya no era un niño pequeño? Podía cuidarse perfectamente solo, no necesitaba la ayuda de nadie. Además, eran tan solo las nueve de la noche cuando llegó. ¡Ni siquiera las nueve y media, ni las nueve y diez! No, eran las jodidas nueve y dos minutos. Luego de veinte minutos de explicaciones, de insultos reprimidos y furia controlada, Arthur se fue a su habitación, dando un sonoro portazo, que de seguro le dejó bien claro a su madre que no debía de entrar a su habitación en lo que quedaba de día.

Tiró su chaqueta en un rincón, se lanzó sobre la silla y prendió la computadora. Si bien no había tenido oportunidad con Kiku anteriormente, si podía lograrlo a través del juego virtual. Ahora mismo vería si le había aceptado, de seguro Kiku ya estaba en línea, jugando en ese mismo instante, pasando niveles.

Miró su computadora, buscando la causa de por qué aun no se iniciaba. Para su mala suerte, había pasado otra vez… "Esperando actualización 1 de 12"

No debería dejar acumular las malditas actualizaciones… eran tan inoportunas, por dios.

Escuchó vibrar su teléfono, en el bolsillo derecho de su pantalón. Sintió escalofríos al recordar la situación del teléfono con Kiku… Y los gritos neuróticos de Yao…

-Hello

-Hola, mon ami~

La molesta voz francesa era reconocible aun a través de la mala calidad de la señal telefónica.

-Que quieres ahora –Le espetó cortante.

-Oh, pero si te he dado la mayor de las oportunidades con Kiku y así me agradeces, que malo eres, Arthur…

-Por dios, no entiendo cual es el punto de todo esto, habla ya.

-Solo quería saber que tal te fue con la lindura de Kiku…

-Me da escalofríos cuando tratas así a Kiku… En fin, no pasó nada… le devolví el teléfono y lo acompañe a casa… me ofreció entrar, pero no acepte.

-¿Por qué no aceptaste? ¿No era lo que querías? Si hasta pudiste haber robado alguna prenda y guardarla para tus noches de…

-No acepte por que Yao me odia –Le interrumpió, evitando que continuara –Ah, y no, Francis. Eso da miedo.

-¿Yao te odia? ¿Por qué?

-Oh, bueno… me culpó de que Kiku regresara tarde a su casa y cree que yo robé el teléfono, seguramente. No esta tan equivocado…

-Mon cher, no te desanimes, estoy seguro de que puedes conseguir algo mas con Kiku.

-No necesito tu ayuda Francis, lo haré a mi manera. Así resultara mejor.

-¿A tu manera? ¿Eso significa tener avances cada tres meses? Por favor Arthur, con mi ayuda lograste más de lo que lograste en un año…

-Da igual. Adiós, y no me llames mas. Me molestas.

Arthur colgó, ni siquiera estaba seguro si debía confiar en ese tipo. Pero en fin, no tenía muchos amigos… SI no era Francis era Alfred…

Miró nuevamente su computadora, alegrándose al encontrar la pantalla de inicio y el escritorio. Las estúpidas actualizaciones fueron rápidas esta vez, por suerte.

Se levantó de la cama –Se había recostado mientras hablaba por teléfono –Y prácticamente corrió hacia el computador. Abrió el navegador de internet y tecleo "Hetaliafantasia"

Para su sorpresa, cuando hubo abierto sesión, se encontró con una ventana pequeña en la que decía "SamuraiNihon ha aceptado tu solicitud de amistad"

Ojalá le resultara esta vez, y no terminara con Yao gritándole en la cara.


Espero les haya gustado. Pronto la continuación.

PD: No se si a otras personas les pasará... pero cada vez que escribo "Yao" en el word, me paso y termino escribiendo "Yaoi"