¡Hola a todos! Aquí estoy con un nuevo fic :)
Sé que todavía no he actualizado "Compromiso" y lo siento mucho, pero es que no tengo tiempo para casi nada... Todavía me queda un examen, así que después de que lo haga seré libre!
Ya sé que a nadie le interesa lo que haga, así que lo siento por desvariar v.v'
Espero que os guste, y gracias por leerlo por adelantado =)
Todos los herederos de las dinastías shamánicas más importantes se encontraban allí. La mayoría había asistido únicamente por obligación, como en prácticamente todos los actos, aunque unos pocos habían ido por el placer de sociabilizarse. Aunque así fuera, a ninguno de ellos le gustaba esas reuniones, puesto que eran de etiqueta y demasiado formales para su gusto, dado que, aunque les consideraban adultos, la mayoría acababa de abandonar la adolescencia o estaba a punto de hacerlo.
Se comportaban demasiado correctamente, tal y como les habían inculcado desde edades tempranas, algunos incluso parecían los clones de sus padres, tan serios y sin sentido del humor. Ésos se reunían en el mismo grupo y charlaban de temas insustanciales cómo la economía, la política y el poder, siendo reconocidos y evitados por todos.
Los jóvenes tenían sus grupos ya formados, dependiendo de su personalidad e influencia dentro del mundo shamánico. Sin embargo, había tres jóvenes que se habían negado a encasillarse en un grupo, precisamente los tres que en un futuro mandarían sobre el resto, puesto que sus familias eran las más poderosas. Pero no se lo tenían creído en absoluto, eran más humildes que los demás, y se comportaban de una manera normal y tranquila.
-Pobre Men, lo hemos dejado solo ante el peligro –dijo una joven rubia y de ojos azules, asomada a uno de los grandes balcones de la sala, que estaba vacío.
- A mí no me da pena –contestó un joven rubio, apoyado de espaldas en la barandilla del balcón-. Así aprenderá la lección.
- ¿Qué lección? –preguntó la joven con curiosidad.
- Que no debe separarse de nosotros bajo ningún concepto.
- ¡Alumi! ¡Hana! –gritó una voz desde el interior de la sala. Los aludidos intentaron ver quién los había llamado entre la multitud, pero era inútil. De repente, la gente comenzó a separarse, formando un camino. Al final de ese camino se encontraba Men Tao, con cara de pocos amigos, que se dirigía rápidamente hacia donde se encontraban los jóvenes rubios.
- Genial, ahora no habrá quien lo aguante –comentó Alumi por lo bajo, de manera que solamente Hana pudiera oírle. Éste dejó escapar una sonrisa.
- ¡¿Cómo se os ocurre dejarme tirado ahí dentro con semejante chusma?! –bramó el Tao cuando llegó.
- Acordamos que intentaríamos estar dentro lo menos posible –contestó el rubio, impasible-, así que eso hicimos.
- ¡¿Y por qué no me avisasteis?! –volvió a gritar el joven, con sus ojos rojos echando chispas.
- Pues porque cuando nos dimos la vuelta para decírtelo ya no estabas –respondió la joven-. ¿Te han vuelto a raptar? ¿Quién esta vez?
- Esa estúpida de Ángela Henderson –respondió el peliblanco, molesto-. Ha estado hablándome todo el tiempo de los negocios de su padre con el mío. ¡Como si fuera a interceder por ellos!
- Ya sabes que solo les interesamos por nuestro poder e influencia, nada más –dijo Hana, contemplando las estrellas-. La mayoría de la gente se acerca a nosotros única y exclusivamente por eso.
- Hablando de gente oportunista, ¿dónde están Lindsay James y Sebastian Lacroix? –preguntó extrañada Alumi-. Normalmente a estas horas ya los habría saludado unas veinte veces.
- ¿No te has enterado? –preguntó Men-. Nadie habla de otra cosa. Al parecer están prometidos.
-¡¿Qué?! –exclamaron los dos jóvenes rubios a la vez.
- Así es, por eso ya no tienen que asistir a estas malditas reuniones.
- ¿Solo por estar prometidos no tienen que venir? –interrogó Alumi, incrédula-. ¿Por qué? ¿A qué vienen esos favoritismos?
- ¿Favoritismos? Si aquí hubiera favoritismos, sabes que serían para nosotros, querida –contestó el peliblanco-. Si no vienen es porque ya han cumplido el objetivo de las reuniones: comprometerse. Y lo han hecho antes de cumplir 21 años, con lo cual podemos deducir que se han escogido mutuamente y que no ha sido un arreglo de sus padres.
- ¿El objetivo de las reuniones es comprometerse? ¿Estás hablando en serio? –preguntó Hana, entre molesto e incrédulo.
- ¿Y qué es eso que has dicho de los 21 años? –completó Alumi, sorprendida, pues desconocía esa información.
- ¿En serio no lo sabíais? –Men los miraba como si fueran idiotas-. En estas reuniones tenemos que encontrar pareja, y si cumplimos 21 años y todavía no la hemos encontrado, nuestros padres se encargan de arreglarnos un matrimonio concertado. Por suerte, a mí todavía me quedan unos cuantos años para comenzar a preocuparme por eso. Voy al baño, en seguida vuelvo.
Alumi y Hana se miraron, aterrados. Ambos cumplían ese mismo año 21 años, él en julio y ella en noviembre.
- ¿Qué voy a hacer? –se preguntó Alumi, al borde del llanto-. Probablemente mi padre me comprometerá con un baboso asqueroso que seguramente me trate fatal. ¡No me lo merezco!
- ¿Crees que tú tendrás problemas? –dijo Hana-. ¡A mí me comprometerán con una chica terrible, con un carácter temible y un desastre en todo lo que haga! ¡Yo sí que no me lo merezco!
Se quedaron unos instantes en silencio, autocompadeciéndose, hasta que una idea cruzó sus mentes. Ambos se miraron.
- ¿Desde cuándo nos conocemos, Hana? –preguntó Alumi, mientras la idea empezaba a formarse en su mente.
- Yo diría que desde que tenemos uso de razón, además somos vecinos, y hemos estado mucho tiempo juntos –contestó el rubio, con esa misma idea formándose en su mente.
- Además, somos los mejores amigos que existen en este mundo –continuó Alumi-. No tenemos secretos entre nosotros; me atrevería a decir incluso que nadie se sorprendería si mañana anunciáramos nuestro compromiso.
- Estoy totalmente de acuerdo –asintió Hana-. Estás pensando lo mismo que yo, ¿verdad? –añadió el rubio con una sonrisa.
- Si lo que estás pensando es en comprometernos y librarnos de estas reuniones y de chicos asquerosos y chicas terribles, la respuesta es sí.
- Entonces, Alumi, ¿quieres casarte conmigo? –preguntó el joven, con una sonrisa traviesa en el rostro.
- ¡Por supuesto que sí! –contestó la rubia, con otra sonrisa traviesa-. A partir de ahora, señor Asakura, estamos comprometidos.