Esta idea la tuve estancada en mi cabeza por varios días hasta que me decidí a escribirla.

Con revisión y ayuda de AutumnRose745 :B

Inazuma Eleven GO! (c) Level-5


"Encuentro"

Capítulo 1

Hiroto/Midorikawa

(Midorikawa's POV)

Me encontraba de pie frente a la entrada de un enorme edificio empresarial. Miraba hacia arriba, tratando de distinguir cuantos pisos había; calculé unos 28.

Hoy era un día importante. Hoy venía a tomar mi primera entrevista de trabajo. Hoy intentaría conseguir un trabajo ni más ni menos que en la empresa Kira.

No tenía expectativas muy altas, me había dicho a mi mismo que de esta forma sería mejor. Así, si no conseguía el empleo no me sentiría tan mal. Aún y con todo eso, me esforzaría al máximo en mi entrevista, estaba decidido.

Eran las 7:30 de la mañana y aunque la cita para las entrevistas era a las 8 en punto, preferí llegar antes, esperando así ser de los primeros en pasar.

Entré en el gran y lujoso edificio y pasé directo con la recepcionista.

-Disculpe, vengo por una entrevista de trabajo para el puesto de auxiliar administrativo.-le dije.

-Por supuesto. Sólo necesito que me dé una copia de su currículum junto con su solicitud.

Le entregué los papeles que me pidió.

-Pase por aquí-me señaló con su mano-hacia atrás y tome el ascensor al piso superior, una vez llegue pase a la estancia de la derecha.

Le di las gracias y seguí sus instrucciones. El elevador tardó un poco en poder llegar hasta el último piso, cuyo número era el 32.

Al abrirse me encontré con otra recepcionista, quien me recibió y me pasó a una estancia, que era más bien un largo pasillo donde estaban los aspirantes al empleo esperando. Al final del corredor estaba la puerta de la oficina del jefe de la empresa.

Ah, sí. Había olvidado mencionar que el puesto que buscaba era el de auxiliar del jefe de toda la empresa.

Había más personas de las que pensaba. Muchos habían pensando igual que yo…o mejor dicho, muchas.

Absolutamente todos los aspirantes que venían a la entrevista eran mujeres. Supongo que no debía sorprenderme, ya que el puesto que estábamos todos tratando de conseguir era el de secretaria…secretario.

En cuanto estuve a la vista, todas se me quedaron mirando. Me sentí algo incómodo, pero sin quejarme me senté en mi lugar.

Ni siquiera ya una vez en mi asiento, la chica rubia que estaba a lado me dejó de observar.

Intenté ignorarla pero sentía su mirada pesada sobre mí. Con cada segundo me empecé a poner más nervioso.

-Disculpa,-me dijo finalmente.- ¿También vienes por el puesto de auxiliar?

-Sí.-dije sin vacilar.

-Vaya, disculpa si soy grosera, pero es algo extraño.

-Yo no lo creo.-murmuré, mis manos comenzando a sudar.

-Bueno, es que eres el único hombre entre todas.

¡Gracias por señalar lo obvio!

-Supongo que son pocos los hombres dispuestos a tomar este empleo.

-Pues no es exactamente un empleo de hombre.-dijo disimuladamente.

Bien, ahora esta chica parecía estar atacándome.

-¿Disculpa?

-Ah, no, nada. Sólo...

-Creo que cualquiera que sea capaz y que sea adecuado a un trabajo, sin importar su género, tiene derecho a tomarlo si desea ¿no?

Tal vez me aceleré, puesto que la chica ya no me volvió a dirigir la palabra. No puedo decir que me haya sentido muy mal.

Después de un rato, Poco a poco, una por una, todas las mujeres comenzaron a pasar. Después de mi, todavía llegaron unas cuantas más chicas.

Bien, si pedía este trabajo era porque yo sabía que sería capaz de realizarlo a la perfección. Era de las cosas que mejor se me daban, seguir instrucciones al pie de la letra…eso y comerme un platillo de ramen en menos de 3 minutos.

Cuando todas excepto la molesta chica antes de mí, pasaron, comencé a sentirme realmente ansioso.

¡No entres en pánico, Ryuuji! Todo va a estar bien. Debes dar la mejor impresión posible.

Sin embargo eso no hacía que mi cuerpo parara de temblar y sudar.

-¡Siguiente!-llamaron desde dentro de la oficina.

-Deséame suerte.-susurró la rubia y se puso en pie.

La vi entrar a la oficina y cerrar la puerta.

Pareció ser mucho tiempo el que pasó adentro aunque muy apenas debieron de ser 10 minutos.

Cuando la manija giró y salió la chica, me quedé petrificado en mi lugar.

-¡Siguiente!

Debía avanzar pero no me podía mover.

-Oye, es tu turno. –me dijo la chica que iba después de mí.-Vamos, párate.-me instó.

Y aunque sabía que debía hacerlo, mis piernas no respondían.

-¡Siguiente!-volvió a decir desde dentro.

-¡Vamos!-me empujó, seguramente nerviosa ella también.

Y eso ayudó a que me pusiera de pie. Algo tieso, caminé hacia la puerta. Giré la manija.

Bien, más vale aquí corrió, que aquí quedó, me dije.

Abrí la puerta y entré.

-B-buenos días.-saludé e hice una pequeña reverencia.

En cuanto posé mi vista en la persona frente a mí, me quedé una vez más petrificado.

Era por mucho, más joven de lo que yo esperaba. De cabello rojizo, y por detrás de sus lentes pude distinguir dos orbes de color verde. Su piel, más pálida que cualquier otra persona que conociera.

Me hubiera gustado tanto que estos rasgos no me fueran tan conocidos. Me hubiera gustado no saber en un instante el nombre de la persona sentada tras el escritorio. Y sobretodo, me hubiera gustado que no fuera él, quien fue hacía ya mucho tiempo, mi primer amor.

El me miró, tal vez igual de sorprendido que yo.

En sus manos tenía lo que yo supuse era mi currículum.

No sabía que hacer, y el que él no me dijera nada no me ayudaba tampoco.

Tal vez lo mejor sería salir y buscar otro empleo, pensé. Pero al estar contemplando opciones, él súbitamente se puso de pie y avanzó hacia mí.

No exactamente hacía mi, sino hacia la puerta. La abrió y encaró al resto de mujeres que aun estaban esperando su entrevista.

-Disculpen las molestias, señoritas.-dijo.-pero el puesto ya ha sido ocupado, lamento si este fue un inconveniente.

Todas estaban estupefactas pero no había que pudieran hacer. Entonces él entró nuevamente y esta vez cerró la puerta tras de sí.

Me miró y sonrió.-Hola, Midorikawa. Me da gusto volverte a ver.

Suspiré, sintiéndome algo más relajado al hacerlo.-Ha pasado mucho tiempo, ¿no, Hiroto?

-Bastante.

-Y…entonces, ¿me vas a tomar la entrevista?-dije aún sin comprender muy bien que había ocurrido.

-¿Entrevista?-repitió confundido.-Pero si ya estás contratado.

-¡Qué!

Se rió.-Por eso dije que el puesto ya estaba ocupado. Miré tu currículum y solicitud en lo que tardabas en entrar y debo decir que me satisfizo mucho. Además, que yo sé muy bien cómo eres y estoy convencido que harás un buen trabajo.

Me sentía un poco mal, sin embargo. Sentía que Hiroto me había contratado más por el hecho de conocerme que por mérito propio.

-Ahora, ven. Acompañame.

-Um…sí.

Lo seguí fuera de su oficina y hacia el elevador. Presionó el botón del piso de más abajo.

No tenía idea de a dónde íbamos pero no pregunté.

Hiroto Kiyama. Él había sido mi mejor amigo de mi infancia. Podía contar con él para casi cualquier cosa y no estaba de más decir que éramos inseparables. El problema había radicado cuando yo comencé a sentir algo más por él. Tenía 13 años por aquél tiempo y tanto él como yo estábamos participando en el Futbol Frontera Internacional. El torneo más importante de soccer juvenil. Me había emocionado mucho cuando nos hablaron para formar parte del equipo y me había dicho que daría lo mejor de mí para destacar. Pero mi terquedad hizo que me sobrepasara y que tuviera que abandonar al equipo antes de ir al torneo mundial.

Recuerdo muy claramente cuando me despedí de todo el equipo, en especial de Hiroto. En ese momento, que entendí que tendría que pasar un tiempo sin tenerlo a mi lado fue cuando comprendí que mis sentimientos por él eran más que los que se tienen por un amigo. En ese momento supe que yo lo quería.

Cuando regresó me alegré mucho, pero no duró gran tiempo aquello. Meses después, Hiroto y yo nos alejaríamos uno de otro por cuestiones de estudios. Y ahí fue donde intenté olvidarlo. No tenía sentido que me estuviera aferrando a sentimientos que no me servirían de nada.

Por eso no sabía que pensar ahora que estábamos los dos juntos, de nuevo.

El elevador se detuvo finalmente y al abrirse, noté que estábamos en el estacionamiento.

-Ven.-me indicó.

-¿Qué estamos haciendo en el estacionamiento?

No me contestó y siguió caminando. Lo seguí, insistiendo en que me dijera.

Entonces se detuvo y sacó de su bolsillo del pantalón unas llaves.

Las luces de un carro se encendieron, y cuando dirigí mi vista al carro pude sentir la quijada abriéndoseme sin remedio.

-¡Éste es tu carro!-exclamé.

-Sí. ¿Te gusta?

Era un carro deportivo de un flamante color azul. Descapotable, con rines cromados y asientos de piel beige. Era más que hermoso.

-Lo siento, Hiroto. Creo que me acabo de enamorar de tu auto.

-Lo siento, Midorikawa, no permito que mis empleados se involucren emocionalmente con mi carro. Mucho menos mi secretario.

-Bueno, no estaba destinado a ser.

Hiroto se acercó y abrió la puerta de conductor, se subió y prendió el auto.

-Sube, Midorikawa.

-Pero a donde vamos.-exigí.

-Vamos a un lugar importante. Ven.

No muy convencido, abrí la puerta del pasajero y me subí. Estar dentro del carro era aún mucho más genial de lo que había imaginado.

Hiroto arrancó el auto y salimos del estacionamiento.

-Ahora-habló.- ¿a dónde te gustaría ir a comer?

-¿comer?

-Sí. Nos volvemos a encontrar después de tanto y ¿quieres que sea un día como si nada? Te estoy llevando a comer. Ahora dime que lugar te gustaría.

Dejé de parpadear de la impresión y pude sentir mis ojos secarse poco a poco.

-¿Me estás diciendo que te saliste de tu trabajo para ir a comer como si nada?-pregunté incrédulo.

-Sí.

-¡Pero no puedes hacer eso! Te dirán algo, te correrán, me correrán ¡y es sólo mi primer día!

-Midorikawa, tranquilízate. Después de todo yo soy el jefe, no me pueden decir nada. Además una vez al año que haga esto no daña a nadie.

Intentar rebatir su lógica fue en vano.

-Entonces ¿a dónde quieres ir a comer?-repitió.

-La verdad no sé.-dije aun con molestia.-A donde me quieras llevar.

-Bien…

Seguimos en el camino un rato hasta que Hiroto se detuvo enfrente de un restaurante, uno muy lujoso hay que destacar. Nunca en mi vida había entrado a uno de esos restaurantes.

Ahora que lo pienso, no traigo mucho dinero.

No había pensado que fuera a necesitar dinero, por lo que tomé sólo lo suficiente para un sencillo lonche. No tomé en cuenta que esto pudiera pasar.

Un paje me abrió la puerta y me bajé algo extraño a este tipo de cosas. Hiroto también fue ayudado y entregó las llaves. Ellos se encargarían del resto.

Entramos al caro lugar, que aunque fuera temprano estaba repleto de gente. Un mesero nos recibió y nos dirigió hacia una mesa.

-Buenos días, ¿les gustaría algo de tomar?

-Un jugo de naranja-pidió Hiroto.

-Yo también.-dije.

-Muy bien, aquí está la carta, con permiso.

Tomé el menú y comencé a ver los distintos platillos, la mayoría de ellos cosas que no eran comunes de la cocina japonesa. Algunos no tenía ni idea de que eran.

Sin embargo cuando vi el precio de uno de los platillos más sencillos, casi me voy de espaldas.

¡5000 Yenes! Era demasiado.

-Hiroto…-susurré-sabes, no traigo mucho dinero que digamos y este lugar es muy caro.

-Midorikawa, enserio pensaste que te dejaría pagar. Yo te estoy invitando.

-Pero…

-No te preocupes por el dinero. Es algo sin importancia.

Este comportamiento ya se me hacía raro. ¿Por qué de la nada Hiroto me invita a comer, a un lugar caro y se ofrece a pagar? Sé que somos amigos de hace mucho tiempo, pero esto era demasiado.

El mesero entonces llegó con nuestras bebidas.- ¿Están listos para ordenar?

-Sí,-comenzó Hiroto-mi compañero quiere un desayuno especial y yo quiero un desayuno continental.

-¿Ah?- ¿Desde cuándo Hiroto puede decidir por mí, mi comida?

Hiroto sonrió y pronto sentí mi rostro calentarse.

¿Qué? ¿por qué me estoy sintiendo así?

Esta sensación no podía ser…

Antes de que pudiera seguir acomplejándome, llegó el mesero con nuestra orden.

-Aquí tienen su orden caballeros- se detuvo para colocar los platillos frente a nosotros -provecho.

No podía creer lo que mis ojos veían.

-Midorikawa, ¿te pasa algo?

-El… platillo... es... muy... pequeño… ¿por esto te cobran más de 5000 yenes?

Hiroto rió un poco, cosa que me pareció extraña -Casi olvido tu muy buena capacidad para el consumo de comida.

-Bueno, hay un dicho que dice come y bebe que la vida es breve.-me defendí.

Lo vi reír aun más por mi comentario -Bien, como gustes.

Tomó su plato y lo acercó al mío, pasándome con el tenedor la mitad de sus alimentos.

-Pero, no necesitas hacer esto,- miré mi plato, debo admitir que me gustaba más con esa cantidad de comida -Es tu comida. Todavía que me pagas, que me des la mitad de tu plato es ya es bastante descaro de mi parte.

Quien ahora era mi jefe se acomodó las gafas sobre los ojos.

-No me importa- se detuvo-como ya te dije te estoy invitando y en realidad no me molesta darte parte de mi platillo.

Levante la vista para notar una dulce sonrisa en sus labios y no pude hacer más que tratar de esconder mis mejillas rojizas. Ahora sólo me concentraba en acabarme mi comida.

No fue mucho lo que estuvimos ahí. Tal vez si los platillos tuvieran porciones más normales, hubiéramos pasado unos considerables 20 minutos más en el lugar.

Ya una vez Hiroto pagó la comida, se paró de su silla.-Bueno, vámonos.-me extendió la mano.

Miré su mano, sin saber que demonios hacía. ¡Pero que está haciendo! ¿Acaso no ve lo que ese gesto puede implicar?, pero sin dudarlo un segundo tomé su mano.

Me puse de pie y caminamos hacia la salida. Mi mente paralizada por el hecho que su mano seguía aferrando la mía.

Cuando se dio cuenta –supuse–de mi ansiosa expresión, dejó mi mano libre.

Salimos por la entrada y Hiroto le pidió al paje o lo que sea que se les llamara, que le trajera el auto.

-La próxima vez que vayamos a comer, yo escojo el restaurante.-le dije.

-¿Próxima vez?-inquirió.

-Pues...¡sí! Me la debes porque este lugar no sabe dar buenas porciones. Créeme que todavía tengo hambre.-expliqué.

-Lo siento,-se disculpó.- la próxima vez tu escojes...y pagas.

Alcé una ceja en su dirección. El me miró fijamente.

En competencias de miradas jamás había sido capaz de ganarle a Hiroto. Era imposible con esos penetrantes ojos que él poseía.

Alejé la vista y fue cuando noté el oscuro tono del cielo. Un trueno a lo lejos y sin que lo hubiera esperado empezó a llover.

-Vaya, no dijeron en el pronóstico que iba a llover. –me quejé.-no traje paraguas.

-Bueno, dicen que cuando llueve es de buena suerte.

-Eso es sólo en las bodas.-me burlé- Si alguien se casó hoy, entonces se supone que tendrán un buen futuro por delante.

-Me alegro.-murmuró.

Volteé a mirarlo pero él miraba hacia el cielo. Sonreía levemente para sí. Sin querer yo también sonreí.

Esto no puede ser, suspiré.

No podía creer que después de todo este tiempo estuviera volviéndome a enamorar de él.


Siento que no me esforcé tanto. OTL