Se sentía bien, se sentía completa. Ambos lo estaban, dos mitades perfectas. Sus labios carnosos sabían a coco mientras que los de ella tenían un ligero toque de fresa, un adictivo sabor para él. La ato a sus brazos, obvio, no la dejaría ir. La ahogo en unos besos apasionados, que si no fuera porque Mikan terminaba con ellos rápidamente para llenarse del oxígeno, ahorita estaría en coma.

Pero ¿qué mejor morir besándolo qué morir lejos de sus labios?

Ambos corazones latían desenfrenadamente llenaban sus cuerpos de adrenalina, sus labios eran como dos autos de carrera que hacían lo posible por llegar a la meta. De vez en cuanto él abría los ojos y la contemplaba, sentía esa ansiedad, esa pasión, esa alegría y ese sentimiento de quererla proteger, deseándola tener siempre a su lado. Pero había algo que apachurraba su pecho, era una gran preocupación.

La aplasto más contra su pecho y se dejó inundar de aquellos labios, que era la droga por la que él seguro moriría por obtener. La sintió inalcanzable, pero a la vez la tenía tan cercas de él. Era un sentimiento insaciable, y el deseo de hacerla suya crecía.

Suya. Pero, esa piedra en su pecho lo detenía, además de que claro, ambos eran muy chicos todavía. Aun así, algo le decía que debía de pararlo, AHORA.

Los ojos de Mikan se abrieron en compás, salto de la cama y observo el hueco vacío del otro lado de la colcha. ¿A dónde había ido Natsume? ¿Por qué no la había despertado? Natsume tondo, después de que ambos habían dormido juntos, abrazados después de tanto besarse con pasión.

-¿Natsume?- pregunto confundida, recorrió descalza la habitación, el baño, la sala, el comedor y la cocina, pero todo estaba completamente vacío.

Entonces ser acordó de la obra, con el corazón en el pecho corrió hacia el reloj y reviso la hora, aún era temprano, faltaban unas horas para el comienzo. No obstante, con un sonrojo notable en sus mejillas al recordar la noche bajo la tormenta con Natsume, entro al baño y se dio una buena ducha.

Las escenas de aquellos besos apasionados y que Natsume no le daba la oportunidad de siquiera respirar para seguir besándolo, la ponían casi en estado vegetal. Se tallo el cuerpo, quitando toda mugre y suciedad, puso un poco de shampoo en su cabello y froto fuertemente. Hoy quería quedar impecable y hermosa.

Tarareando una cancioncilla, salió de un salto de la ducha y se cambió, se puso un camisón gris largos hasta la media pierna y unos jeans viejos, unas sandalias y luego se secó el cabello. Cuando salió del baño reviso si Natsume había regresado, pero no. Él todavía no volvía, y era extraño.

-¿A dónde abra ido?- Hizo un puchero con sus cachetotes sonrojados, luego miro una vez más el vacío que había en la habitación y la cama desordenada en la que habían dormido, entonces, se dio cuenta de que algo estaba mal. Algo no concordaba.

Se inclinó un poco hacia adelante con la mirada fija en la misma escena, una y otra vez parpadeo completamente insegura de que lo que estaba viendo era solo su imaginación.

Desde el fondo de la cama, por debajo de ella, se veía una parpadeante lucecilla roja, entonces corrió a la cama y se puso de rodillas, inclinando su cuerpo al suelo estiro uno de sus brazos y arrastro una caja de metal hasta ella, de la caja emanaba la lucecilla roja y un extraño pitido lenitivo que le brindaba la curiosidad suficiente para abrirla.

Aunque, Mikan estaba teniendo una guerra en esos nanosegundos, algo en su interior le gritaba que por todo lo que más quisiera o deseara, no la abriera, pero la otra mitad de su sed, inquieta por la curiosidad de saber acerca de la extraña caja, la tentaba a caer en sus redes del mal. Sin esperar, miro sobre su hombro para ver si tan solo Natsume ya había llegado, pero no, entonces volvió la mirada en la metalera y con una mano en la tapa, quito el ligero seguro.

Cuando sus dedos ansiosos se deslizaron por encima para abrirla completamente, sintió un frio inmenso emanando desde su ser, un vacío en su pecho, un venenoso vacío que ahorcaba su corazón. Pero era demasiado tarde para volver atrás.

Una bomba.

Todo a su alrededor se inundó de un fuerte flash que cegó sus ojos, y un ruido tormentoso que aturdió sus oídos, ese ruido era como el de un relámpago. Lo ultimo que vio en sus pensamientos, antes de perder la conciencia, fue a Natsume, besandola dulce y amorosamente.

Su cuerpo azoto contra los escombros, sus delgadas y heridas manos cayeron sobre un pedazo de piedra, sus ojos seguian abiertos pero no se movian, estaban dilatados y rojos, sus pequeñas venas habian reventado. Su cuerpo se baño en suciedad, en heridas, en cenizas y en sangre. Entonces se dio cuenta. ¿Como no se habia dado cuenta?. Mikan, ni siquiera se habia dado cuenta de aquella presencia que la habia estado observando desde el momento en que ella habia despertado.

Una lagrima escapo de sus lagrimames y recorrio por lo que seria su ultima vez, su rostro hasta caer y deteriorarse en escombros. Sintio un intenso frio cubriendola, era como el manto de la muerte, sintio terror y mucho miedo, miedo de perder su nuevo sueño. Pero era tarde. Sus parpados como dos petalos cayeron, una siniestra oscuridad comenzo arrastrarla interiormente.

Y se pregunto ¿Cuándo volveria a suceder?

Seguro y no muy pronto.

Tal vez no ocurriria más.

Solo no queria perder su nuevo sueño.

Su sueño de estar con Natsume.

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Hola amiguitos míos, ya se, ya se me van a matar con un BAKASO ¿no es verdad? Perdonen por tardar en completar esta primera temporada, pero hacía tiempo lo deje por la escuela, y luego quise volver pero puuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuf, pa que les cuente que se me olvido la contraseña y un showsote, pero gracias a mi hermano eh vuelto con contraseña nueva *.* y claro, fácil, super fácil: 3

Eh terminado la primera temporada, pronto subiré el primer capítulo de la segunda temporada de esta historia. Seguro se estarán haciendo muchas preguntas acerca de este corto y malvado capitulo. Así soy wuajajaja.