"Arreglo Peligroso"

Disclaimer: La Saga Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de la autora J.K. Rowling.

Pareja: Harry Potter/Hermione Granger

Summary: Desesperada por sacar de la cárcel a su padre inocente, Hermione acude al único con el suficiente poder para hacerlo: su multimillonario y arrogante jefe Harry Potter, a quien jamás ha tratado. Para cobrar una herencia bastante importante, Harry necesita una esposa y la necesita ya. En un arrebato de desesperación, lo que surge como un negocio puede convertirse en el arreglo más peligroso de sus vidas.

Notas de la autora: Hola a todos mis queridos lectores! Sí, soy yo de nuevo! Cuatro años después y nos volvemos a leer! No saben todos los sentimientos encontrados que tengo de estar volviendo a escribir para esta historia. Porque es la primera vez que vuelvo a escribir en mucho tiempo. Muchas cosas han pasado desde el último capítulo que subí de esta historia; cuatro años en los que mi vida dio muchos cambios y giros bastante positivos. Pero cuando algo se queda pendiente en tu vida, simplemente tienes que volver a tomarlo y finalizarlo; y eso fue lo que me pasó con esta historia que es por mucho la más querida para mí. Desde que escribí el último capítulo hace algunos años siempre me quedé con ganas de cerrarlo con un epílogo, un epílogo que prometí hace más de cuatro años, y un epílogo que fuera no solo un cierre en la historia de Harry y Hermione sino de otros personajes de la historia.

Durante los últimos años no había vuelto a escribir por muchísimas razones, ninguna de ellas mala pero simplemente me alejé de la escritura que es algo que me encanta. Pero en esa etapa de mi vida decidí que quería volverlo a hacer y que mejor historia que cerrar que esta. Sé que muchos dirán que no necesitaba más historia, o bien un epílogo corto de un capítulo y ya está. Pero como siempre me ocurre, muchísimas ideas llegaron a mi cabeza y quise plasmar ciertos momentos entre los personajes que creo que no se pueden poner en un capítulo. Así que aquí lo tienen, el primer capítulo de un epílogo de tres partes (espero que no sean cuatro) y que creo que terminaré muy rápido en escribir y subir.

Este es hasta ahora el capítulo más largo de la historia, supongo que fruto de muchos años sin escribir. Espero como siempre que lo disfruten tanto como yo lo estoy disfrutando, para los que nunca me han leído espero descubran y disfruten la historia, y para los que hace mucho me leyeron espero vuelvan a recordar esta historia con gusto. Es un placer volver a escribir y compartirlo, espero les guste y sin más los dejo leer. Que lo disfruten!

Epílogo 1: Problemas en el Paraíso

~Hermione's POV~

Todo estaba en paz. El frío era cada vez más seco y duro, a casi mediados de Diciembre, la nieve empezaba a caer por la ciudad; durando varios días hasta que se descongelaba y otro tanto más volvía a caer. No me desagradaba el frío; al contrario de muchos, y adoraba la Navidad.

Y esta Navidad, precisamente; pintaba para ser una de las mejores de toda mi vida. Mi primera Navidad con Harry.

Harry.

Apenas dos semanas habían pasado de todo aquello y por alguna razón todo lo sentía muy lejano. Llevaba apenas dos semanas viviendo con Harry de nuevo, y después de semanas sin vernos ni tocarnos y después de lo que yo había vivido, no podíamos despegarnos el uno del otro. Como dos dependientes bastante severos; simplemente no podíamos hacerlo.

Mi papá había ido a la cárcel, me había casado con el dueño de la empresa para la que trabajaba debido a un extraño arreglo, me había enamorado de él, casi nos habíamos divorciado, mi padre había salido de la cárcel, me habían secuestrado, su primo estaba por entrar a prisión y Harry y yo estábamos juntos de nuevo.

Y estábamos esperando un bebé.

Me quise reír al darme cuenta del ridículo giro que había dado mi vida en menos de un año. Todo el lío de Malfoy, el secuestro, mi embarazo, Harry y yo juntos de nuevo había pasado en tan poco tiempo. Por Dios, conocía a Harry solo hacia cuatro meses; pero cada momento que pasaba con él, cada risa, cada caricia, cada beso, cada día hacía parecer que lo conocía de toda una vida.

Había aprendido tanto de él, y seguía aprendiendo tantas cosas más.

Sonreí al recordar todo lo que había aprendido de él, específicamente en cierta área en la que hasta que lo conocí, era bastante inexperta. Temblando en mi lugar, recordé la noche anterior en donde precisamente Harry me había enseñado algo nuevo. Cerré mis ojos y recordé nuestros cuerpos tendidos en la cama, su mano sobre la mía, guiándola lentamente hacia abajo, hacia ese lugar que él sabía que ansiaba que tocara, que solo él había tocado y sabía cómo tocar hasta hacerme gritar de placer…hasta que cambio de planes y me dejó a mí sola con esa tarea.

Nerviosa pero expectante, lo dejé instruirme en el proceso de dónde y cómo hacerlo; y curiosamente, descubrí que podía hacerme sentir lo mismo que él me hacía sentir y de paso excitarme como loca al verlo observarme en el proceso. Sus ojos verdes brillando de deseo y su respiración entrecortada mientras me miraba me llevaron a otro nivel de placer y no pasó mucho tiempo antes de que saboreara mi orgasmo mientras él me consumía con su mirada.

Sí, seguía aprendiendo muchas cosas con Harry.

Unos suaves golpes en la puerta me hicieron volver a la realidad, y meneando mi cabeza deseché mi idea para dirigir mi mirada la puerta mientras acomodaba los reportes que había terminado de leer.

Por supuesto, y sin manera de que yo ganara la batalla, había vuelto a trabajar en Empresas Potter y recuperado mi antiguo puesto. En realidad, era una batalla que le había dejado ganar, simplemente porque yo también extrañaba mi trabajo en esa empresa.

-Adelante!-

Con esa invitación, Susan abrió la puerta y asomó su cabeza por la rendija mientras me dedicaba una suave sonrisa.

-Buenos días, Herms-

-Buenos días- sonreí de vuelta- ¿Todo bien, Susan? –

Mi asistente se acercó con una sonrisa curiosa y se encogió de hombros para quitarle importancia a sus palabras.

-Sí, solo quería recordarte que tu reunión con los proveedores de China se pospuso hasta mañana, así que tienes tu hora de comida libre-

Miró mi mano por décima vez en ese día y milésima vez en la semana que llevaba de regreso y me sonrió aún más para preguntar lo que solo se había atrevido a preguntarme indirectamente en una ocasión.

-¿Ya tienen fecha?-

Sonreí, si tan solo supiera la cantidad de veces que Harry me había preguntado lo mismo. Como siempre que me preguntaban, miré mi anillo de compromiso que estaba solo – Harry se había negado rotundamente a que llevara la argolla de matrimonio hasta que nos casáramos por la Iglesia – y sonreí al recordar la infinidad de veces que Harry me había preguntado lo mismo, desesperado por una respuesta.

Me encogí de hombros.

-Aún no, ha pasado tan poco tiempo y tantas cosas que no he tenido tiempo de pensarlo-

Era en parte cierto, pero no del todo. Inconscientemente me llevé la mano a mi vientre aún plano y la retiré de inmediato antes de que ella lo notara. Con un bebé en camino, me preocupaba casarme con una barriga enorme – llevaba cinco semanas de embarazo apenas- por lo que quería hacerlo cuanto antes, algo que tampoco era viable con la Navidad tan cerca y la cantidad de cosas que tenía que preparar antes, aunque fuera a ser una ceremonia bastante sencilla.

Por supuesto, y como siempre, a mi esposo le importaba un carajo todo eso, y queriendo que nos casáramos cuanto antes había insistido de todas las maneras posibles hasta sacarme un día.

Y hasta entonces no lo había logrado. Era un poco cruel de mi parte, la verdad. Porque para entonces, verlo tan ilusionado con hacer algo que había jurado no hacer nunca y que le parecía una estupidez me hacía la persona más feliz; y en el fondo, quería verlo ilusionarse y desesperarse por eso un poquito más. Nos habíamos casado del modo más frío posible, y saber que quería remediar eso con una boda de verdad me hacía amarlo aún más.

-Bueno, sea cuando sea seguro será maravilloso-

La voz de Susan me sacó de mi ensueño y le sonreí mientras volvía a temas de trabajo.

-Seguro que sí. ¿Sabes si Dean ya salió de su junta? Necesito ver con él los reportes del mes pasado-

Frente a mí, la cara de mi asistente se transformó de inmediato y algo preocupada se mordió el labio mientras me miraba. No pude evitar fruncir el ceño ante su expresión.

-Sí, ya salió, es sólo que…- se quedó callada, debatiéndose entre decirme o no lo siguiente.

-¿Sólo que qué, Susan?-

Ante mi insistencia, Susan soltó el aire contenido y me miró aún preocupada.

-Sólo que Ginny Weasley entró a su oficina hace unos veinte minutos- se encogió de hombros- De hecho, muchos la han visto por aquí los últimos días, y siempre viene a la oficina de Dean-

Abrí mis ojos de par en par y mi boca en toda su expresión, sin poder creer el nombre que escuchaba y que aún hacía que se me erizara un poco la piel. ¿Ginny? ¿En la oficina de Dean? El sólo pensar que Ginny estuviera en ese edificio, tan cerca de Harry, me ponía de mal humor; pero saber que a parte andaba rondando por mis pasillos me ponía nerviosa. Habíamos quedado en buenos términos, pero eso no significaba que fuera exactamente mi amiga.

Y el nombre de Dean en todo aquello no ayudaba en calmar nada mis nervios.

-¿Ginny? ¿En la oficina de Dean?-

Frente a mí, una nerviosa Susan asintió con fuerza y yo no tuve más remedio que quedarme callada. Después de que Susan saliera por la puerta para dejarme trabajar, pasé la siguiente hora mirando por mi ventana el paisaje nevado de Londres, intentando entender que hacía Ginny ahí.


~Harry's POV~

-Estás jugando-

Tenía que ser una broma. Tenía que estarme jodiendo.

George sonrió bastante frustrado y encogió los hombros. Recargado en la pared a lado de él y con brazos cruzados mientras miraba a su hermano, Ron frunció el entrecejo tanto como yo.

Mi abogado soltó un suspiro para volver a hablar. Llevábamos quince minutos en mi oficina que me parecían horas.

-Me temo que no- meneó la cabeza.

Sin poder evitarlo, me levanté de golpe de mi silla frente al ventanal que daba a todo Londres e intenté con todas mis fuerzas no perder los estribos.

-¿Cómo…cómo carajos es eso posible, George?- saqué el aire contenido- No tiene sentido-

Notando mi enojo y frustración y seguro de que los compartía conmigo, George sonrió con sorna y subió la mirada para mirarme.

-Lo tiene si recordamos que papito tiene mucho dinero- volvió a encogerse de hombros – Y papito no quiere ver a su querubín hundirse en la cárcel así que simplemente le consiguió derecho a juicio-

Aquello me nubló la razón. Soltando un suspiro, cerré mis ojos y me apreté el puente de la nariz con los dedos tan fuerte que creí que podría romperse en dos. No podía creer que ese malnacido estaba teniendo una oportunidad. Por más estúpido e ilógico que sonara que Draco Malfoy pudiera tener derecho a un juicio a pesar de todo lo que había hecho; lo había conseguido. Lucius Malfoy, mejor dicho, lo había conseguido.

Como todo lo que ese imbécil había conseguido en la vida, con el poder y el dinero de papi.

-Ese…ese hijo de puta secuestró a mi esposa- vomité las palabras con demasiado asco contenido al recordarlo- Me robó dinero, cometió fraude y casi me mata a mí y…y la mata a ella- reprimí un escalofrío- Tiene que ser una maldita broma-

-Pues por más que quiera decirte que lo es, no tenemos más remedio que aceptarlo-

Lo fulminé con la mirada ante su elección de palabras, pero decidiendo que no tenía caso pelear con él tomé aire y me empecé a pasear detrás de mi escritorio con las manos en la cintura.

-Bien ¿Y qué significa esto? - me llevé una mano al pelo- ¿Qué procede ahora? -

Pensé en Hermione inmediatamente. Lo último que quería era que se volviera a involucrar en otra pendejada que estuviera ligada a Draco Malfoy, a la maldita herencia, y al trato que habíamos hecho hace menos de medio año. Todo eso tenía que quedar atrás. Y simplemente parecía imposible.

-Pues, como sabes, un juicio implica un proceso largo, tan largo como su defensa pueda manejar- sonrió un poco- Ahí es donde tenemos ventaja, porque lo que hizo es algo totalmente justificable de encarcelamiento, y ellos lo saben. Solo consiguieron el juicio para tratar de reducir la condena lo más posible. En realidad, es raro que no existan juicios en estos casos; solo que creímos que conseguiríamos saltar todo ese protocolo con todos los hilos que movimos-

-Ajá, y que Lucius Malfoy hizo que se movieran a su favor- entorné los ojos - ¿Pero que pasa ahora, George? -

Suspiró. Yo sabía que había evadido la pregunta anteriormente.

-Pues, es complicado y simple- seguía evadiendo, hasta que le fue imposible- Se cita a juzgado, se tienen varias sesiones con un jurado. Las víctimas e involucrados testifican- le di tiempo a terminar- Tú, Ginny, personas de tu familia, John Granger, y por supuesto Hermione-

-Ni hablar-

El tono fue tan duro, seco y molesto que ambos pelirrojos suspiraron, más que preparados para esa respuesta.

-No pienso dejar que Hermione se involucre absolutamente nada en esto-

Primero muerto antes que mi esposa embarazada pisara un juzgado para revivir todas las mierdas que ese tipo había hecho. El solo pensar que testificara contra Malfoy, teniendo que narrar toda esa maldita locura otra vez, estar frente a las cámaras y aguantar a los reporteros; me daba asco.

-Harry, Hermione es la testigo más fuerte del caso. Fue a ella a quien Draco secuestró, y ese sería el delito más fuerte por el que lo condenarían- George miró a su hermano y luego a mí- Si no testifica, todo se pondrá más difícil-

Molesto, agarré el respaldo de la silla con las dos manos y me incliné un poco hacia adelante. Miré a George con unos ojos que no aceptarían más discusión e inspiré hondo.

-No va a testificar. Y punto-

Sabían que no había nada más que hacer. Intentando diluir la tensión, Ron suspiró y miró a su hermano, aún cruzado de brazos desde su lugar.

-¿Y dónde está el imbécil ahora? ¿No estaba en custodia?-

-Lo liberaron cuando se le declaró derecho a juicio, ésta mañana. Estuve ahí por supuesto- como el abogado de mi familia, no esperaba menos- Está bajo libertad condicional hasta que empiece el proceso-

La última frase me produjo escalofríos. Ese imbécil en libertad condicional no era suficiente. Pensé en Hermione y lo que le había hecho; y me hirvió la sangre por dentro. Me hice nota mental de hablarle a Royce en cuanto estuviera solo.

-Bueno, y ¿Cuándo empieza toda esta mierda del juicio? -

Miré a Ron y a George de nuevo, solo esperaba que todo aquello empezara y terminara de inmediato.

-La primera sesión es en cinco días, el miércoles-

Abrí mis ojos bastante. No pensé que fuera a ser tan pronto. Era un alivio que todo fuera tan pronto para acabarlo cuanto antes, pero la felicidad no me duró mucho en cuanto lo pensé mejor. ¿Qué rayos le iba a decir a Hermione?

Esa mujer era lo suficientemente terca como para presentarse al juicio a declarar sin consultármelo, si sabía en donde se llevaría a cabo. E incluso si no lo sabía, estaba segura que vería la manera de averiguarlo. Estaba harto de que Hermione estuviera involucrada en todo eso, pero de alguna manera siempre era inevitable.

No te adelantes. Si Hermione sabía o no, eso yo podría controlarlo, o por lo menos eso creía de momento. Decidiendo dejar eso a un lado, meneé mi cabeza, me senté en mi silla y recargué mis codos en el escritorio y enlacé mis dedos para mirar a George.

-Bien, en cuanto antes terminemos con esto, mejor-

Mis dos amigos soltaron un suspiro mientras yo seguía pensando como rayos acabar con toda esa mierda de una vez por todas, y no involucrar a mi esposa en el proceso.


~Hermione's POV~

Sentada en la sala de mi ginecóloga de toda la vida; la Dra. Wheeler, ella me miró una vez más con una sonrisa suave.

-¿Esperamos a tu esposo, verdad?-

Asentí sonriente. Era temprano, y Harry me había dicho que nos veríamos en el consultorio ya que él aún estaba en una reunión. Había querido terminarla antes y no había sido posible; así que quedamos en vernos en el consultorio a la hora de mi segunda cita con la ginecóloga, para ver cómo iba progresando el bebé.

De todas formas, desde que había regresado con él me había pedido estrictamente que no manejara por mí misma, menos cuando Harry tenía choferes que podían hacerlo por mí. Decidí no pelear por eso, después de todo lo hacía por que se preocupaba por mí, y era agradable que alguien te llevara y trajera a todas partes y no tuviera que preocuparme por manejar.

Además, ya conocía a Thomas y era un hombre muy agradable.

A las 5:55, cinco minutos antes de la cita, Harry entró al consultorio sigiloso. Tenía un semblante cansado y algo tenso, pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos su mirada se suavizó y caminó hasta mí para inclinarse y darme un beso en los labios.

-Hola preciosa, siento llegar tarde-

Reí un poco, y meneé la cabeza.

-Llegaste cinco minutos antes, creo que puedo perdonarte-

Frente a mí, Harry soltó una risita ronca y sonrió de medio lado con ese guiño que me volvía loca; y pude ver de reojo a la ginecóloga ponerse roja y removerse nerviosa en su lugar. Sí, Harry tenía ese efecto en todas las mujeres; no solo en mí.

-Muy bien- se anunció la ginecóloga mientras se levantaba de su asiento- Pueden pasar a la sala para que comencemos con la ecografía-

Algo nerviosa caminé con Harry a la sala y una vez que la doctora acomodó la silla para que me sentara y yo quedé en ropa interior y me cubrí con la bata de paciente, me acerqué a la extraña silla con reposa piernas y me senté como me indicó que hiciera. A mí lado, Harry me miraba como si no hubiera otra mujer en el mundo y yo sonreía solo con un poquito de arrogancia. El saber que Harry era mío por fin, y solamente mío, me llenaba de una satisfacción que no podía controlar.

Era tan entregado, que ahora entendía porque cuando lo había conocido, no quería volver a enamorarse.

-Bien, el proceso es sencillo- sonrió la doctora del otro lado de la silla sentada frente a un montón de aparatitos y una pantalla negra que suponía era donde vería a mi bebé. Sentí la mano de Harry tomar la mía. Nuestro bebé – Te pondré esto en el vientre, está un poco frío-

Tomó una botellita y apretó mientras un gel bastante frío caía encima de mí. Me tensé un poquito al contacto mientras ella tomaba lo que parecía una palanquita de videojuego y la presionaba un poco fuerte contra mi abdomen y comenzaba a pasarla por todo mi vientre.

-Y verán a su bebé- la pantalla se iluminó un poco con destellos grises mientras pasaba el aparato por mi estómago- Justo…- lo detuvo – Aquí-

Y ahí estaba. En medio de una masita negra que supuse era mi vientre, una pequeña pelotita gris de forma irregular se movía justo ahí. Era tan pequeño que sentí la necesidad de llevarme las manos al vientre para protegerlo, y antes de saberlo estaba llorando silenciosamente en mí lugar. A mí lado, sentí a Harry apretar mi mano con fuerza y sonreí sin mirarlo aún. Si lo veía estaba segura de que me pondría a llorar todavía más.

Al ver que no decíamos nada, la doctora Wheeler sonrió y siguió hablando.

-Y aquí está…- presionó un botón cerca de la pantalla- Su corazón-

Un latido, suave pero increíblemente rápido se escuchó en la pantalla, y cerré mis ojos para absorber el hecho de que dentro de mí tenía un ser vivo, un hijo mío y de Harry.

Sin hacer ruido, moví mi cabeza para mirarlo y sonreí. Con su boca entreabierta, y su mano aferrando la mía con fuerza, miré sus ojos maravillados y vidriosos, y pude jurar que de haber parpadeado en ese momento, una lágrima habría bajado por su mejilla.

Entonces se dio cuenta de mi mirada, y bajando sus ojos para cruzarse con los míos, sonrió ampliamente y me besó con fuerza mientras los latidos de nuestro bebé resonaban en el pequeño consultorio.


Al salir de consultorio cenamos en un lujoso y tranquilo restaurante cerca de nuestro departamento en Hyde Park, y una vez que regresamos a casa y entramos por el elevador al lujoso pent house – aún me costaba asimilar que vivía con uno de los magnates más importantes de Londres – me quité el abrigo y los zapatos de tacón y me dejé caer en el sofá frente al fuego de la chimenea.

Miré el enorme pino de Navidad que descansaba en la entrada de la sala, imponente y elegante lleno de luces blancas y adornos dorados. El fin de semana pasado había casi obligado a Harry a que lo pusiéramos, y descubrí que, aunque no lo dijera había disfrutado poniéndolo.

La señora McGonagall se había sorprendido al verlo; y cuando me confesó que Harry nunca había puesto el pino navideño en todos los años que ella llevaba trabajando en esa casa me sentí orgullosa de mí hazaña. Harry haciendo cosas de esposo.

Pensé en la señora McGonagall quien ya debería estar dormida para entonces, pues habíamos avisado que cenaríamos fuera. Suspiré. Gracias a Dios por los viernes.

Desanudándose la corbata, Harry se dejó caer en el sofá a lado de mis pies y los tomó para masajearlos lentamente. Suspiré maravillada con la sensación y sonreí mientras él volteaba a mirarme sonriendo de medio lado.

-¿Se siente bien?-

Preguntó con un dejo de arrogancia que ignoré, y notando su tono juguetón y sexy me sonrojé ligeramente y asentí sin tapujos.

-Sí, bastante- abracé un almohadón del sofá mientras lo miraba y él soltó una risita- Los pies me estaban matando-

-Es por esos tacones que usas- me masajeó con un poco más de fuerza, mirando mis pies- No me malentiendas, me encanta que los uses. Te ves buenísima con ellos, más cuando solo llevas puesto ropa interior-

Me reí al recordar las muchas veces que había estado así con él, precisamente porque él me pedía que no me los quitara para el sexo en ocasiones, sintiendo mi cara arder.

-Harry!-

-Solo soy sincero, preciosa- me miró con sorna y sonrió aún más- Pero me preocupa que los sigas usando en tu estado, por más que me gusten-

-No te preocupes- me incorporé y apoyé mi espalda en uno de los reposabrazos del sofá- Dejaré de usarlos cuando tenga suficiente panza-

Quedándose tranquilo con mí anuncio, dejó de masajear mis pies y extendiendo ambos brazos en el respaldo del sofá detrás de él, miró el fuego frente a nosotros. Durante largo rato no dijo nada, y mirando como poco a poco fruncía el ceño hasta tener una expresión de frustración pura; fruncí el ceño extrañada y toqué su muslo con la punta de mi pie para llamar su atención.

Saliendo de su trance, meneó la cabeza y me miró sereno sin decir palabra.

-¿Qué pasa? Te noto preocupado-

-No es nada- mintió, aún algo desconcentrado- Solo estoy algo cansado, es todo-

Había hecho y dicho lo mismo más de tres ocasiones en las últimas dos horas, por supuesto que sabía que estaba mintiendo. Decidiendo no empujar más por una respuesta que sabía que no llegaría a menos que termináramos discutiendo para ver quien era más necio, suspiré lentamente y asentí.

-Entiendo, yo también lo estoy-

Miré de nuevo el fuego frente a nosotros y recordé que mañana era sábado.

-Mañana es el cumpleaños de tu madre- lo miré de nuevo y vi como reprimía un gemido de molestia- ¿A qué hora es la fiesta?-

Si la fiesta era remotamente parecida a la que había sido para el padre de Harry; estaba segura de que tendría que buscar uno de mis mejores vestidos. Por el puchero de Harry, estaba segura de que sería igual o más extravagante que esa o muchas reuniones que había habido en casa de los Potter.

-A las ocho- dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá- Maldición-

Divertida ante su evidente frustración, meneé la cabeza y lo pateé muy sutilmente en el muslo.

-No seas así. Es tu madre-

-No me molesta el cumpleaños de mi madre, créeme. Me molestan esas enormes y ridículas fiestas que hacen-

Sonreí, en eso estaba de acuerdo con Harry, pero a mí no me molestaban. Al inicio me ponían nerviosa y agobiaban un poco, pero ahora había empezado a disfrutarlas. Sobre todo porque antes o después de ellas siempre sucedían cosas interesantes. Me sonrojé al recordar las veces que habíamos hecho el amor alrededor de esas fiestas.

Me excité al instante.

-Bueno, creo que puedo hacer algo para que no te molesten tanto-

Sintiéndome bastante atrevida, algo que era cada vez más común desde que lo había conocido, llevé la punta de mi pie envuelto en la pantimedia a acariciar su muslo y algo sorprendido de mi acción volteó a mirarme con las cejas levantadas.

Sonrió al instante, sus ojos cambiando de color y volviéndose más profundos. Conocía esa mirada muy bien.

-¿Ah sí, Señora Potter?- me miró con curiosidad- ¿Y cómo piensa hacerlo?-

Sonreí y sin pena alguna, comencé a acariciar con mi pie su entrepierna que ya estaba dura desde antes de poner mi pie encima. Harry me miró entre desconcertado y excitado.

-Digamos que tengo mis métodos-

Sin darme tiempo a decir algo más, agarró mi pie con la mano y con un poquito de rudeza lo dejó en el sofá y separó mis piernas mientras se montaba encima de mí, encajando su erección entre mis muslos. Riendo un poco de sorpresa, anclé mis brazos detrás de su cuello y lo miré expectante.

-Mira, que interesante- sonrió con algo de malicia y llevó sus manos a mis pechos, yo ahogué un gemido- Yo también tengo los míos-

Y sin decir nada más, me besó con fuerza y comenzó a desnudarme frente al fuego.


Sábado

Parada frente al espejo de cuerpo completo en la esquina de nuestro vestidor, con mi cabello húmedo del baño y solo con ropa interior encima, me miré por enésima vez de perfil intentando distinguir si había una diferencia en mi vientre, sin éxito. Mi vientre seguía plano y mi cuerpo exactamente igual.

Sonreí.

Esa mañana me había despertado con un asco terrible y saliendo bruscamente de la cama mientras despertaba a Harry en el proceso, corrí al baño a vomitar todo lo que había cenado la noche anterior.

Detrás de mí, dándome suaves masajes en la espalda mientras vomitaba mi estómago completo, Harry me miraba con preocupación en el espejo y una vez que termine de vomitar se aseguró que estuviera completamente limpia y me cargó de regreso a la cama y me abrazó para volver a dormir.

Era tan considerado y protector y no me dejaba sola un momento, preocupado por todo lo que pudiera pasarme en ese estado y asegurándose de que me sintiera cómoda siempre.

Maldición, lo amaba tanto y lo amaba cada vez más.

Una vez que terminé mi inspección, di media vuelta para mirar el conjunto de ropa interior y las pantimedias a medio muslo en color negro con encaje al final, y aprobé mi elección. La braga tipo francesa y el brasier en color negro de seda con encaje eran discretos para el vestido que pensaba ponerme, que era bastante pegado.

Cuanto estuve convencida del conjunto, me dirigí a los enormes estantes llenos de zapatos de todo tipo y color y tomé las sandalias de tacón de aguja en color negro, cerrado al frente en pico, dejando la mayor parte del pie al descubierto, con una tira que abrochaba en el tobillo. Me las puse y me volví a mirar en el espejo, solo para ver a Harry en el reflejo detrás de mí.

Reprimí un gemido de susto y me llevé la mano al pecho.

En la entrada del vestidor, recargado en el marco de la puerta, solo con su pantalón negro y camisa blanca desabotonada, el pelo algo mojado y una sonrisa maliciosa, Harry me miró de arriba abajo desde su lugar.

Con eso tuve para excitarme enseguida.

-Excelente elección-

Fue todo lo que dijo, y sin moverme de mi lugar, lo vi caminar hacia mi en el reflejo del espejo y sentí mi piel arder al ver su mirada cargada de deseo. Me gustaba demasiado esa sensación, y sólo con él podía sentirla. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca detrás de mí para tocarme, nos miramos profundamente a través del espejo y su mano bajó desde mi hombro hasta el codo, tocándome solo con el dorso de dos dedos.

Para entonces mi respiración ya estaba algo agitada y estaba segura de que no tendría demasiado problema en terminar completamente desnuda otra vez.

-Anoche dijiste que podías hacer algo para que no me molestaran tanto las fiestas de mi familia ¿recuerdas?-

Tragando grueso, asentí ligeramente mientras su mano seguía vagando por mi cuerpo, a la altura de mi espalda baja. Entonces dio un paso más hasta estar completamente pegado a mí, y cuando sentí su erección contra mi trasero reprimí un gemido de satisfacción. Como me excitaba este hombre.

-Bien, decidí que voy a tomar tu palabra entonces-

Sonrió malicioso, apoyando la barbilla en la unión de mi cuello y dándole un beso con la boca abierta. Sin pensarlo, mi mano derecha se fue atrás hasta el zipper de su pantalón; pero antes de poder hacer algo con ella Harry la tomó de la muñeca con algo de fuerza y la dejó a lado de mí de nuevo.

-Pero bajo mis condiciones- extendió su mano derecha sobre mi vientre, mirándome aún por el espejo con profundidad – Sin tocar-

Y antes de poder reclamar, su mano bajó por mi vientre hasta donde comenzaba la braga y sin mayores ceremonias sus dedos se internaron en la tela hasta tocar mi clítoris.

Gemí fuerte.

-Harry…-

-Vas a ser una buena chica, Hermione, ¿De acuerdo?-

Sin darme tiempo a contestar, su mano se deslizó por mi sexo con destreza, sus dedos acariciando lentamente por fuera de mi vagina y alrededor de mí clítoris. Embriagada por la sensación, dejé caer un poco mi cabeza en su hombro sin dejar de mirar fascinada la imagen de sus dedos perdidos en la tela que cubría mi entrepierna.

-No me has contestado-

Tarde un poco en procesar sus palabras, y recordé que me había preguntado sí sería una buena chica. Con un demonio, si eso era lo que me ganaba por ser buena chica, sería una santa.

Torpemente y sin poder articular palabra, asentí lentamente y él sonrió mirándome por el espejo.

-Bien- sonrió y me beso el cuello otra vez- Así me gusta-

Y entonces continuó con sus caricias. Yo eché mi cabeza hacia atrás, y llevando sus dientes a morder ligeramente mi lóbulo, susurró en mi oído.

-Mírame-

Y lo hice. Con mis mejillas ardiendo crucé mi mirada con él en el espejo y luego de nuevo hacia el lugar donde su mano se movía; y cuando se le unió la otra a acariciar la cadera encima del encaje, gemí con ojos entrecerrados y me aferré a sus antebrazos con las manos abiertas, arrugando su camisa en el proceso.

Me encantaba lo que hacía, y me excitaba cuando se ponía mandón y autoritario en el sexo, aunque jamás lo admitiría en voz alta.

-Harry…- gemí su nombre, mis piernas flaqueando. Estaba segura de que lo único que me sostenía en este momento eran los brazos de Harry, aferrados alrededor de mi cintura.

-¿Te gusta? –

Me preguntó arrogante aún cuando sabía la respuesta, sus dedos mojados haciendo círculos en mi clítoris en igualdad de condiciones. Sin dejar de mirarnos gemí con los labios entreabiertos volví a asentir. Satisfecho por la respuesta, Harry sonrió antes de meter sus dos dedos en mi interior. Carajo.

Gemí fuerte. Muy fuerte esta vez.

-Dios…-

-Estás tan mojada- susurró en mi oído, sus profundos ojos verdes sin despegar su mirada de los míos a través del espejo- Tan caliente. Me gusta- besó mi hombro mientras me penetraba hábilmente con sus dedos, y yo sentía que me desvanecía frente a él– Me gusta verte, y sé que te gusta verte mientras te toco-

Sus palabras me excitaron aún más de lo que creí posible, y mis ojos no podían despegarse del espejo. Con mi cabeza ladeada, mis labios entreabiertos, mis ojos entrecerrados, mis mejillas y mi cuerpo sonrosado mientras me arqueaba contra él; sus fuertes brazos ciñéndome por la cintura mientras sus manos hacían maravillas abajo, supe que no podía estar más correcto en su afirmación. Me gustaba ver lo que me hacía, me excitaba verme y verlo a él tan perdido en mí; y no pude contradecirlo.

Como si quisiera volverme loca, sus dedos siguieron su asalto en mi interior mientras me contraía alrededor de sus dedos, deseando que los reemplazara por su pene cuanto antes. Estaba lista por él, y gimiendo como una loca llevé mi mano derecha a su nuca y jalé su cabello ébano con fuerza. Sonrió de medio lado, y entendiendo mi reacción detuvo lentamente sus caricias y sacó sus dedos para llevarlos a su boca. Uno a uno, los limpió de mis fluidos sin dejar de mirarme a través del espejo mientras yo lo miraba entre sorprendida y excitada; y cuando hubo terminado me tomó de las caderas para ponerme de perfil al espejo y él se volteó hasta quedar frente a mí, también de perfil al espejo.

Se hincó hasta que su cara quedo justo frente a mi entrepierna aún cubierta, palpitante y anhelante.

Entonces gemí anticipando lo que venía.

Sonriendo aún con arrogancia, me agarró de la parte trasera de mis muslos con las manos abiertas y de un pequeño jalón me atrajo hacia sí. Este era el Harry que había conocido y que jamás iba a cambiar. Demandante, tomando el control, enseñándome siempre. Dios, seguía enseñándome tantas cosas sobre mí, sobre mi cuerpo; sabía exactamente donde y cómo tocar para volverme loca, y en el proceso me enseñaba a marcarle el camino de lo que me gustaba.

Antes de seguir divagando más, sentí sus dedos mover la braga hacia un lado y sin mayores ceremonias, su lengua reemplazó a sus dedos.

Lamió mi clítoris y gemí su nombre con fuerza. Aferrándome con mis manos a sus hombros y con las manos de él en mis muslos; estaba segura de que esa era la única razón por la que seguía en pie. Y entonces me dio una de las mejores sesiones de sexo oral que me había dado hasta entonces.

Con destreza, su lengua vagaba de mi clítoris a mi vagina y de regreso, haciendo círculos suaves, succionando, lamiendo y repitiendo el proceso una y otra vez. Mis gemidos pronto llenaron la habitación, y sin poder evitarlo giré mi cabeza para vernos en el espejo y estuve a punto de explotar.

Se veía tan jodidamente bien arrodillado, con su cabeza entre mis piernas, dándome placer. Y yo también me veía bien; mis labios entreabiertos, mis manos yendo de sus hombros a su cabello para jalarlo en ocasiones, mi espalda arqueada hacia atrás y mis ojos suplicantes. Suplicando que me cogiera de una vez por todas.

Lo quería, rápido y rudo. Quería que me bajara la braga, me inclinará en los taburetes del centro del vestidor y sin mayores ceremonias me penetrara. Quería que me cogiera, pronto. Sin embargo, se limitaba a seguirme dando placer con la lengua. Me estaba volviendo loca, y lo necesitaba cuanto antes dentro de mí.

-Harry…por favor-

Haciendo caso nulo a mi súplica, sus labios succionaron mi clítoris y gemí con fuerza. Al diablo con todo, bien podía venirme en su boca y ya estaba.

Podía sentir mi orgasmo cerca, mis manos y pies engarrotados y mis ojos entrecerrados mirando nuestro reflejo en el espejo, los espasmos en mi vientre cada vez más fuertes, mis gemidos cada vez más fuertes y más seguidos. Estaba cerca, demasiado cerca. Murmurando un montón de palabras para que no se detuviera, eché mi cabeza hacia atrás y justo cuando mi liberación iba a llegar; se detuvo.

Sin mayores ceremonias, se separó de mi sexo y se incorporó hasta quedar parado frente a mí, y agradecí que dejara sus manos en mi cintura, de lo contrario estaba segura de que me habría desvanecido. Sonriéndome travieso, lamió sus labios para limpiar los restos de mi interior y saboreó con su lengua. Y eso fue todo. Sin deslizarse en mi interior, sin orgasmo alguno.

Frustrada como jamás me había sentido en lo que a sexo se refería, miré a Harry con el ceño fruncido esperando que dijera algo. ¡Me había dejado a punto! Y como si quisiera aumentar mi frustración aun más, acomodó mi braga de nuevo en su lugar y tomó una toalla pequeña cerca para limpiar mi entrepierna lentamente, que seguía palpitante y esperando liberación.

-Y ya está- me sonrió de medio lado, sabiendo perfectamente lo frustrada que me sentía- Por lo pronto. Terminaremos más tarde-

Aquello no podía ser. Harry jamás había terminado antes de que yo llegara al orgasmo; y entonces me di cuenta de lo excitada que todavía me sentía. No entendía aquel jueguito de Harry, pero sin duda no me estaba gustando mucho. Con la mayor inocencia del mundo, tiró la toalla en el cesto de la ropa sucia y me dio un corto beso en los labios antes de soltarme.

Caminando hacia la puerta, miró el vestido negro con lentejuela, largo, ceñido, con un tajo izquierdo desde el pie hasta antes de la rodilla y con manga larga tirado en uno de los taburetes color vino y me miró desde el umbral.

-Excelente elección de vestido también- se acomodó los puños de la camisa – Te veo abajo preciosa, salimos en veinte minutos-

Y así sin más, desapareció por la puerta hacia la habitación, dejándome excitada, frustrada y sobre todo expectante. Sonreí al darme cuenta lo que había hecho, el resultado que esperaba con lo que acababa de hacer y meneé mi cabeza para echarme a reír. Mi esposito si que sabía como mover las fichas a su favor.

Aquella fiesta sería muy interesante. Sobre todo, porque sabía que le rogaría que me regresara a casa para hacerme el amor.

Tramposo.

Cuando llegamos a la elegante mansión de los Potter eran las ocho y media. Más de una veintena de autos lujosos estaba estacionada en la rotonda de la entrada, que estaba llena de luces navideñas en las columnas, con pinos adornados de luces y adornos navideños, moños rojos en algunas superficies y unos cuantos arbustos llenos de luces también.

Toda la casa era un sueño.

-Buenas noches, señor- un valet parking muy elegante nos recibió en la entrada y junto con otro abrieron nuestras puertas – Si me permite-

Una vez fuera del auto, sentí el aire gélido en mi rostro y agradecí el abrigo y mi elección de vestido, con manga larga y hasta el tobillo. Ajustándose su abrigo también, Harry le dio las llaves y rodeó el auto para tomarme del brazo y guiarme hasta la entrada de casa de los Potter; a la que había entrado tantas veces ya. Un montón de gente vestida bastante elegante se encontraba atiborrada en la entrada, saludando a los Potter y felicitando a la matriarca de la familia.

Mientras esperábamos en la fila para saludar a mis suegros, entramos al vestíbulo, y me quedé boquiabierta al ver el interior de la casa. La fiesta del padre de Harry había sido un chiste a comparación de esta.

El enorme espacio que era la sala, el comedor y el jardín techado había sido vaciado en su totalidad de los muebles de los Potter, y en su lugar, alrededor de treinta mesas redondas adornadas de flores blancas, cubertería de plata y loza, se encontraban dispersas por el lugar; todas frente y alrededor de una pista de baile y un escenario con instrumentos que se habían montado en una de las paredes de la sala. Las mesas que estaban en el jardín estaban cubiertas por un toldo blanco para proteger del frío a la gente, y un montón de calentadores de jardín se encontraban desperdigados en puntos estratégicos.

La pista y el escenario eran elegantes y sobrios, y lo que parecía ser un grupo de jazz se preparaba en el fondo para iniciar su actuación pronto. Los candelabros elegantes seguían en su lugar, y todos los floreros estaban llenos de rosas blancas; mientras alrededor de cincuenta meseros, todos con el uniforme más elegante que había visto, se paseaban con bandejas llenas de copas y servían a los invitados que comenzaban a sentarse.

A mí lado, Harry suspiró derrotado.

-En verdad, mamá y papá se superan cada año-

Dijo aquello con sarcasmo y no pude evitar reír. Nunca había estado en fiestas de los Potter en ningún otro año, pero estaba segura de que Harry tenía razón. Pensé en lo agotador que debía ser crecer y pasar por esas fiestas cada año además de los eventos sociales a los que tenía que atender, y entendí lo frustrante que podía llegar a ser para él, aunque para mí fueran todo un espectáculo.

Sonreí. Esperaba que tenerme a mí lo aliviara un poco. Sentí el vacío en mi vientre y me estremecí. Después de nuestro encuentro en el vestidor tenía demasiadas ganas, por lo que tal vez él iba a ser quien me aliviara a mí, y no al revés.

Antes de pensar más en mi frustración sexual, estuvimos frente a los Potter y la sonrisa de Lily me sacó de mi ensueño. Abrió sus brazos para rodearme maternalmente en un abrazo mientras Harry saludaba a su padre.

-Cariño, que bueno verte- me miró con sus ojos, tan verdes como los de su hijo y me tomó por los hombros para verme – Estás radiante. El embarazo te está sentando bien-

A mí lado, Harry se irguió aún más y sonrió de medio lado, y supe que era un gesto de orgullo ante el comentario. Mi esposo orgulloso de su esposa embarazada – o de haberme embarazado, más bien- y radiante, por supuesto. Reprimí mis ganas de entornar los ojos y reírme ante ese gesto tan "Harry".

-Gracias- me sonrojé – Feliz cumpleaños, Lily-

-Gracias, cielo-

Sin dejar mi brazo, Harry le dio un beso en la mejilla a su madre y ella tomó su rostro con una mano para recibirlo.

-Feliz cumpleaños, mamá-

-Gracias, cariño. Es tan bueno verlos juntos- nos dijo por milésima vez en dos semanas desde que habíamos vuelto, comentario al que nos seguíamos revolviendo como adolescentes nerviosos- Son perfectos el uno para el otro-

Aún más nerviosos por evidenciar nuestra escabrosa historia para acabar juntos, nos limitamos a mirarnos de reojo y fue Harry quien terminó con la dulce pero tortuosa charla de sus padres.

-Bueno, iremos a nuestra mesa-

Sonriendo triunfantes, Lily y James nos señalaron la mesa justo frente al escenario y a la pista de baile, la mejor ubicada de todas; y caminamos hacia la ella en donde Parvati, Seaums, Neville, Hannah, Ron, Luna, George y Angelina ya se encontraban sentados. Sonreí agradecida de tener a gente muy cercana a nosotros en nuestra mesa; y a la vez, tomé aire sin saber como iba a soportar toda esa fiesta.

No cuando lo único que quería hacer con Harry era algo que no podía tener público. Suspiré, sintiendo mi vientre tensarse ante la prometedora imagen; y maldije a Harry por volverme una obsesa del sexo. Me había dejado deseosa y frustrada, esperando por más, sabiendo lo que eso provocaría. Vaya que era bueno.

-Vaya! Hasta que llegan!-

El grito de Parvati nos llegó a metros de distancia y parándose con los brazos abiertos nos invitó a caminar hacia ella. Haciendo ademán de taparse el oído y cerrando un ojo, Harry fue el primero en abrazar a su hermana.

-Vaya hermanita, de verdad que eres demasiado ruidosa para ser tan pequeña-

Parvati se limitó a sacarle la lengua y comuna enorme sonrisa me abrazó con fuerza y chilló emocionada.

-Como siempre, estás increíble!-

-Gracias, Parvati- le sonreí y la me separé de ella para mirar su vestido azul marino que ayudaba a disimular su pancita de embarazo – Tu también estás increíble-

Después de saludar a todos en la mesa, tomamos nuestro lugar y sonreí de oreja a oreja cuando vi a mi mejor amiga sentada a mí derecha. Agradecí internamente, veía tan poco a Luna últimamente que no pude evitar abrazarla con fuerza y ella me devolvió el abrazo emocionada.

-Te he extrañado mucho-

-Y yo a ti, Luna- noté como su mano derecha se escondía bajo el mantel para tomar la de Ron, quien le devolvió un cálido apretón, y sonreí con picardía- Aunque veo que también has estado muy ocupada-

Roja como un tomate, Luna rio fuerte y sin mayor preámbulo comenzamos a ponernos al corriente de todo lo que había pasado en esos días. A mí izquierda podía sentir a Harry un poco tenso, y sin necesidad de verlos de frente, podía notar como Ron y George intercambiaban miradas un poco preocupados y después miraban al hombre detrás de mí. No podía ver la expresión de Harry, pero estuve segura de inmediato que algo no andaba bien. Parecían comunicarse sin palabras.

Recordé su expresión preocupada de ayer y de hoy; y sus evasivas que evidentemente me decían que algo pasaba. Después de todo lo ocurrido los últimos meses, me aterraba la idea de que algo volviera a estar mal. Por fin era feliz con Harry, y no soportaría que algo malo pasara, otra vez.

Tomando aire y decidiendo no pensar en eso por el momento, me limité a sonreír y escuchar como Luna me hablaba en susurros de su fin de semana con Ron en su cabaña en Escocia.

~o~

Aun no servían la cena y para entonces moría de hambre.

Nuestra mesa se encontraba medio vacía entonces, vacía de hombres de hecho, quienes habían ido por unos tragos a la barra improvisada en uno de los laterales del salón y se habían quedado charlando a lo lejos. Cada vez más nerviosa y frustrada, miraba a Harry hablar con Ron y con George de algo que era todo menos charla casual. Su ceño fruncido, su expresión concentrada y sus manos aferrando con fuerza el vaso de whisky. De vez en cuando me miraba de reojo mientras hablaba con ellos, retirando la vista de inmediato.

No era tonta, y para entonces sabía que había algo extraño, algo que yo no sabía.

Esa sensación no me gustaba para nada. No me gustaba que mi esposo me ocultara cosas y no creía que tuviera razón para hacerlo, no después de todo lo que habíamos pasado.

Antes de llenar mi cabeza de dudas y ansiedades, la voz de mi cuñada me sacó de mis cavilaciones y se sentó a mi lado para tomar mi mano con fuerza. Miré su sonrisa de oreja a oreja y se la devolví, había logrado encariñarme con Parvati en muy poco tiempo.

-Hola Herms-

-Hola- miré su copa de lo que estaba segura era agua y la choqué con la mía- Salud-

-Salud!- tomó de su copa- Extraño tanto el vino, no tienes idea! Pero bueno, todo sea por esta nena hermosa-

Se acarició la barriga de cinco meses con ternura, y sonriendo no pude evitar llevar mi mano a mi vientre todavía plano, pero no por mucho tiempo.

-¿Cómo te has sentido?-

-Bien dentro de todo, he tenido algunas molestias, náuseas, vómitos y algo de cansancio, pero…- miré al hombre de ojos verdes en la barra y sonreí soñadora- Tu hermano ha estado a mí lado todo el tiempo, me ha cuidado como nunca-

A mí lado, Parvati sonrió soñadora y miró en la misma dirección que la mía. Tomando otro sorbo de su copa cerró los ojos y meneó la cabeza.

-En verdad, no puedo creerlo-

Fruncí el ceño, mirándola ahora a ella.

-¿De que hablas?-

-De mi hermano, obvio!- rio abiertamente y apretó mi mano con ternura- Es increíble verlo así, pero en verdad que me cuesta creerlo-

-¿Por qué lo dices?-

-No me malentiendas. Jamás había visto a mi hermano tan enamorado, el hombre daría la vida por ti- sonrío y yo sonreí con ella, sabiendo que tenía razón -Pero, no sé, jamás lo vi con un hijo, para serte sincera-

Aquello fue como un balde de agua fría. De pronto, todos los miedos e inseguridades que había tenido de mi pronto embarazo con Harry llegaron a mi cabeza de golpe, e intentando no descomponerme frente a Parvati, tomé un sorbo de mi copa de agua y miré en dirección a Harry.

Hacia el hombre que tenía cuatro meses de conocer, que amaba como nunca, y que era el padre de mi hijo. Un hijo que yo estaba segura que quería con toda mi alma, aún cuando no lo hubiera deseado o planeado tan pronto, pero que no estaba segura si Harry lo quería tanto como yo. A mí lado, la voz de Parvati me sacó de mi ensoñación y deseé no haberla escuchado.

-Es tan…extraño. Aunque estoy segura que es lo mejor que le ha pasado en la vida, créeme-

Tomando un sorbo de agua de mi copa y sonriendo ligeramente, esperé a que Parvati se distrajera y queriendo creer fuertemente lo último que me había dicho, me levanté de la silla para escabullirme afuera a tomar algo de aire.

~o~

Dos horas más tarde; el ambiente en la fiesta era completamente diferente.

Después de una deliciosa cena de tiempos y un brindis por el cumpleaños número 50 de Lily Potter- en donde me di cuenta lo joven que era cuando había tenido a sus hijos- el grupo de Jazz comenzó con la música y pronto la pista de baile estuvo a reventar.

Para entonces había bailado con Harry unas diez canciones, casi todas lentas y que requerían estar bastante cerca; aceptando las miradas soñadoras que nos dirigían muchos e ignorando las miradas llenas de furia de otros, en su mayoría de mujeres.

Todas ellas, mujeres que seguramente habían pasado por la cama de Harry.

Y no tuve problema en restregarles en la cara que Harry Potter era mío. Dejando atrás a esa mujer algo tímida y nerviosa que había sido cuando comenzamos nuestro matrimonio fingido, me limité a acariciar su cabello, besarlo de vez en cuando, y pegarme a él mientras sentía a mi espalda los ojos encajados como dagas.

Si las miradas mataran.

Por supuesto mi esposo había disfrutado bastante de aquello, y con una sonrisa burlona no había tenido problema en seguirme el juego y lucirme por toda la pista mientras bailábamos al ritmo de "The Way You Look Tonight" de Frank Sinatra. Él también acariciando aquí y allá, aprovechando la situación que había creado desde nuestro encuentro en el vestidor.

-Vaya que eres posesiva, nena. Cada día me sorprendes más-

Sonrojándome solo un poco y notando el tono de aprobación con el que dijo aquello, solté una risa y me encogí de hombros mientras Harry me daba un giro en la pista.

-No soy posesiva, solo dejo en claro algunas cosas- me encogí de hombros entre sus brazos y el soltó una risita – No me gusta que te acechen como buitres-

-Veo que no soy el único entonces- amarró sus brazos alrededor de mi cintura, justo por encima de mi trasero- Pero no tienes que preocuparte. Eres mucho mejor que todas ellas juntas- sonrió de medio lado, antes de pegar sus labios en mi oído para susurrar- Eres, sin duda, la mejor mujer que he tenido en mi vida y en mi cama-

Aquello encendió algo de inmediato. Sentí el golpe en mi vientre, la excitación volver a mí y recordarme que necesitaba una liberación. Una que no había tenido en casa. La reacción fue casi animal, y quise gritarle al ver su sonrisa burlona de autosuficiencia. Por supuesto que sabía lo que estaba sintiendo, él se había encargado de prepararme para que me sintiera así.

Y entonces decidí tomar cartas en el asunto.

¿Quieres jugar, Potter? Bien, juguemos.

Si mi esposo podía ser todo un experto del sexo, yo estaba lista para seguirle los pasos y aprender de sus propias lecciones. Hora de mover las fichas a mi favor.

-Tengo un poco de calor- ignoré su sonrisa burlona, y me abaniqué con la mano- ¿Podemos ir por bebidas a la barra?-

Confundido ante mi recuperación tan rápida y mi actitud despreocupada, frunció el ceño y asintió para seguirme de cerca hasta la barra a uno de los lados de la pista, al fondo del salón. Caminé guiándolo de la mano, acariciando suavemente el dorso y pegándolo a mí lo más posible. En cuanto estuvimos ahí, Harry pidió un vaso de whisky en las rocas y aunque estuve tentada por una copa de vino, me conformé con pedir un vaso de agua con hielo. Adiós al alcohol por los siguientes meses.

Parados en la barra, me aseguré de que Harry quedara pegado detrás de mí, su mano en mi cadera y la mía sobre la suya, respirando un poco agitados de tanto bailar. De manera bastante intencional, me recogí el cabello suelto con la mano y comencé a abanicarme acalorada, dejando mi cuello al descubierto, así como el botón que desharía mi vestido en un santiamén; y escuché a Harry gruñir por lo bajo. Sonreí.

Cuando el bar tender nos entregó las bebidas; me incliné suavemente sobre la barra para alcanzar una servilleta; pegando mi trasero a su entrepierna y sentí la mano de Harry tensarse sobre mi cadera.

Y ponerse duro detrás de mí.

Bingo. Sabía que no sería tan difícil.

Con una sonrisa ganadora, tomé la servilleta y me enderecé lentamente, escuchando su respiración agitada detrás de mí.

-Sé lo que haces-

Su susurro grave en mi oído me dijo que lo estaba consiguiendo. Frunciendo el ceño, me giré para mirarlo y compuse una sonrisa serena.

-¿Qué?-

-No te hagas la inocente-

Me encogí de hombros, mi sonrisa ampliándose.

-No estoy haciendo nada, solo tomaba una servilleta-

-Hermione…- me advirtió con voz grave, sus ojos de un verde oscuro -No me provoques-

-¿Ahora soy yo la provocadora?-

Pregunté arqueando una ceja, y fue evidente que Harry no esperaba esa pregunta. Tragando saliva con fuerza, colocó su otra mano en mi cadera y me aferró a él con fuerza, presionando su erección contra mi cadera.

-Tu…- lamí mi labio inferior de manera inconsciente, y la reacción que provocó fue instantánea. Cerrando los ojos, contuvo un gruñido y los volvió a abrir para mirarme - ¿En serio? ¿Aquí?-

La sorpresa de Harry era evidente. No pensó que su jueguito en el vestidor iba a tener ese resultado; pero evidentemente no le desagradaba nada la idea. Sí. Sí! Me gritó mi interior, y supe que había ganado.

-Sí- puse mis manos en su pecho y me puse de puntitas para besarlo, mi lengua lamió ligeramente su labio inferior -Aquí-

Y aquello fue lo único que necesité. Con un gruñido de placer, me tomó de la mano y me jaló fuera de la pista y del gentío. Una vez que cruzamos las puertas de la sala y estuvimos fuera de la multitud y sin nadie alrededor, se detuvo un poco en las escaleras. Las escaleras rumbo a las habitaciones de arriba. Sin decirme nada y jalándome aún de la mano, comenzamos a subirlas seguros de que nadie nos veía para entonces.

Con un demonio. Íbamos a tener sexo en la casa de los padres de Harry.

Cuando llegamos arriba y bastante seguro de a donde se dirigía, me arrastró por los enormes pasillos oscuros y un montón de puertas cerradas hasta llegar a una blanca al final del pasillo. Giró la manija y se abrió sin problema, y Harry suspiro aliviado antes de entrar y cerrar la puerta detrás de mí. Echó el seguro a la puerta de inmediato.

El lugar estaba a oscuras, y antes de poder siquiera echar un vistazo a la enorme habitación me pegó contra la puerta y me besó casi con furia. Soltando el aire bruscamente, me tomó de las mejillas y me pegó más a su beso, que yo respondí con la misma intensidad. Ojos cerrados, respiraciones bruscas y manos yendo aquí y allá por nuestros cuerpos, Harry me arrinconó contra la puerta, encajando su pelvis en mi cadera y obligándome a separar mis piernas para recibirlo.

Con toda facilidad levantó mis muslos con las manos a cada lado de su cadera, y de un saltito rodeé su cintura con mis piernas y mis brazos se anclaron a su cuello mientras nos besábamos. El vestido se arremolinó en mi cintura. Soltando un gruñido satisfecho, acarició mis piernas desnudas y se separó de mí solo lo suficiente para pegar su frente a la mía. Nuestras respiraciones agitadas se entremezclaron mientras sentía su erección palpitando contra mi entrepierna.

-¿Qué quieres?-

¿Qué?

-Dime, Hermione- cerró sus ojos, susurrando las palabras casi con dolor- Porque yo quiero cogerte. Fuerte.-

Mi vientre se contrajo fuerte al escucharlo. ¿Cómo rayos podía excitarme tanto diciendo esas cosas?

-Dime, ¿Qué quieres?-

-Yo…yo también- abrió sus ojos para mirarme, su frente aún contra la mía, esperando que dijera las palabras. Sentí la sangre arder en mis mejillas- Quiero que me cojas. Fuerte.-

-Oh, nena-

Aquello pareció activar algo en Harry. Soltando un gruñido, volvió a besarme con fuerza contra la puerta, y llevando sus manos a mis muslos me giró para llevarme hasta la cama, cubierta por edredón y almohadones azul marino, así como las paredes. ¿De quién era esa habitación?

Una vez en la cama, me acostó boca arriba sobre el mullido colchón y me agarró los muslos para dejarlos a cada lado de su cadera, y se colocó encima de mí para seguirme besando con furia. Soltando un gemido contra su boca, llevé mis manos a acariciar su espalda por encima del saco del traje pero fui interrumpida de inmediato. Tomándome por las muñecas con sus dos manos, llevó mis brazos por encima de mi cabeza y los aplastó contra la almohada mientras seguía besándome, inmovilizándome contra su peso que me pegaba contra el colchón.

No supe porque pero que me prohibiera tocarlo me excitó mucho más, y ansiosa, me removí debajo de él mientras levantaba mi entrepierna contra su erección. Lo necesitaba cuanto antes.

-Todo a su tiempo, preciosa- susurró divertido, y restregó su erección contra mí, sacándome un gemido frustrado- ¿Desnuda o con ropa? Tan difícil decisión-

Sopesó ambas opciones mientras llevaba una mano a acariciar mi pierna, su otra mano aún aferrando mis muñecas por encima de mi cabeza, inmovilizándome.

-Como…como quieras-

-Bien, desnuda será- me sonrió y se incorporó para darme una mano y ayudarme a hacerlo- Ven, levántate-

Una vez que lo hice y quedé precariamente parada de frente al colchón, Harry se colocó detrás de mí, con su pecho casi pegado a mi espalda, para deshacer el único botón en mi cuello y el vestido cayó con fuerza quedando en el suelo alrededor mío. Fui consciente de la respiración entrecortada de Harry detrás de mí, chocando contra mi cuello, seguramente mirándome de arriba abajo mientras decidía que hacer después.

-Eres impresionante-

Gemí cuando sus dedos fueron a parar a mis pechos aún cubiertos, y echando mi cabeza hacia atrás me recargué en su hombro mientras sus manos acariciaban por encima de la tela. Sin detenerse mucho tiempo ahí, llevó sus manos al broche del brasier y lo deshizo en un santiamén, tirándolo junto con el vestido.

Y de la misma forma, sus dedos se enroscaron en mis bragas ya mojadas y con un suave movimiento las bajó por mis piernas hasta que estuvieron en el suelo junto con mi ropa. Dejándome desnuda excepto por las medias y los zapatos; y él todavía completamente vestido. Sonreí, sabiendo que eso pasaría.

-Me vuelves loco, Hermione-

Gimió contra mi cuello, besando con labios abiertos mi clavícula, y llevó sus manos a acariciarme. Y el momento tranquilo desapareció y la excitación y urgencia volvieron. Con sus manos acariciando de mis pechos a mi estómago hasta llegar a mi sexo, y mis manos arrugando con fuerza su pantalón detrás de mí, gemí con furia cuando sus manos acariciaron mi clítoris y meneé la cabeza frustrada.

No podía otra vez con eso, lo necesitaba dentro de mí. Ya.

-Harry, por favor, por favor- supliqué mientras sus manos seguían acariciando – No puedo más. Por favor-

Aquello dio resultado. Igual de excitado, gruñó por lo bajo y con poca delicadeza hizo algo que no esperé que hiciera. Colocando su mano derecha sobre mi vientre y la otra en mi cintura, dio un paso al frente hasta que mis muslos estuvieron pegados al borde de la cama, que era bastante alta, y dándome un casto beso en la espalda me inclinó contra el colchón y separó mis piernas un poco con sus pies. Dejándome inclinada en ángulo recto de espaldas a él, con mi pecho pegado al colchón y mis piernas abiertas; esperando por él.

Mi sexo palpitó con fuerza al sentir su erección contra mí, separándonos solo la maldita tela de su pantalón. Sentí su mano entre nuestras entrepiernas, y escuchando el zipper de su pantalón sonreí contra el colchón con el corazón latiéndome a mil por hora, anticipando lo que venía.

Y cuando sentí su miembro rozar mi sexo por atrás, arrugué el colchón con mis manos y gemí un poco.

Inclinándose sobre mi espalda, me dio un beso en la nuca y llevó sus manos a mis caderas para susurrar en mi oído.

-¿Lista?-

Recibiendo de mi parte un gemido entrecortado que fue la invitación que necesitaba, Harry se deslizó con facilidad dentro de mí. Y ambos gemimos. Fuerte. Liberados. Satisfechos.

Sí, eso era lo que necesitaba.

-Dios!-

Y entonces empezó a moverse. Fuerte. Muy fuerte. Tal como lo había dicho.

Todo fue rápido y urgente.

Con movimientos fuertes y duros, lo recibía con la misma energía con la que me penetraba, gimiendo con fuerza y temblando ligeramente contra el colchón, mi cabeza apoyada de lado, intentando verlo mientras me hacía el amor. Mis manos pronto no supieron que hacer, y dejando de arrugar el edredón entre los dedos, se movieron por voluntad propia hacia atrás, intentando agarrar cualquier parte de Harry sin mucho éxito, quien estaba casi fuera de mi alcance y aún vestido.

Y entonces se detuvo un poco, y quise llorar de frustración. No podría soportarlo de nuevo. Tomando de nuevo mis muñecas con una de sus manos en un movimiento que me asustó un poco, lo escuché desanudar su corbata negra con la otra y fruncí el ceño, sin entender muy bien que pasaba.

Pero antes de poder moverme para ver que sucedía, me tomó de nuevo por las muñecas y colocándolas al frente de mi cabeza pegadas al colchón, las anudo con la corbata, haciendo un suave pero firme nudo en ellas. Dejándome inmovilizada, desnuda y de espaldas a él, totalmente en desventaja.

Gemí. Por alguna razón, aquel estado de sumisión me excitaba demasiado.

-Esto evitará que te muevas, preciosa-

-Harry…-

Y entonces continuó. Comenzó a mecerse duro y firme contra mí, mi piel y mi cuerpo temblando ante cada embestida mientras mi interior me avisaba que estaba cerca, cada vez más cerca. En un estado casi de embriaguez a pesar de no haber tomado una gota de alcohol, lo sentía con cada poro de mi piel, mi vientre contrayéndose en deliciosos espasmos cada que lo recibía y lo dejaba ir. La sensación era abrumadora, y poco a poco los jadeos que comenzaron suaves contra el colchón se convirtieron en gemidos y gritos que era incapaz de controlar.

Con sus manos en mis caderas y sus dedos aferrados con fuerza en mi piel; Harry se inclinó ligeramente para susurrar sobre mi nuca.

-Será mejor que controles tus gritos preciosa, no tengo otra corbata para cubrirte los labios-

Aunque en otro momento hubiera entornado los ojos por el comentario tan arrogante, en ese momento no hizo más que encender mi libido y tuve que enterrar mi cara en el colchón para acallar los gritos mientras Harry continuaba su asalto detrás de mí.

Pronto le seguí el paso, mi cuerpo pidiendo cada vez más y más mientras me embestía enérgica y deliciosamente. Y ahí, en una habitación a oscuras, atada de manos y desnuda a la merced de ese hombre que tanto amaba y que me tomaba con frenesí supe que estaba cerca.

Mis manos y pies engarrotados, mis dedos arrugando el colchón; los espasmos en mi vientre cada vez más fuertes.

Y eso fue todo.

Grité y me dejé ir en uno de los mejores orgasmos de mi vida, y detrás de mí, Harry hizo lo mismo antes de desplomarse en mi espalda. Con nuestras respiraciones agitadas, y nuestros cuerpos sudorosos y encendidos, sentí la sonrisa de Harry contra mi piel y me besó ligeramente el hombro.

-Te amo, Hermione-

Sonreí, absorbiendo las palabras y la experiencia sexual más intensa que había tenido en toda mi vida, antes de devolverle las mismas dos palabras en un susurro.

~o~

Diez minutos más tarde, ya más tranquilos, tumbados en la cama algo revuelta; acariciaba el pecho cubierto de Harry mientras mi respiración volvía a la normalidad.

Abajo se escuchaba el sonido amortiguado de música, charla y risas; mientras Harry y yo seguíamos en nuestra nube post sexual encerrados en aquella habitación oscura. Dándome un beso en la coronilla, Harry sonrió y me abrazó más contra su pecho; acariciando mi espalda desnuda.

-¿Satisfecha?-

Sonreí contra su pecho y subí mis ojos para ver los suyos, que brillaban claramente satisfechos.

-Sí- seguí acariciando su pecho – Te superaste- tomé la corbata que tenía a un lado y la pasé frente a su rostro -Por mucho-

Soltando una risa sexy debajo de mí, sonreí feliz y satisfecha. Amaba demasiado a ese hombre.

-Será mejor que bajemos- me recordó, su mano aun vagando por mi espalda desnuda- Si no empezarán a extrañarnos, y se imaginarán que estamos haciendo cualquier cosa-

Tenía razón. Aunque no quería irme y estaba demasiado cómoda ahí, pronto se empezarían a preguntar dónde estábamos, si no lo hacían ya. Y si se imaginaban algo, lo hacían con toda la razón. Sonriendo traviesa al recordar lo que habíamos hecho, me enderecé en la cama y me levanté para buscar mi ropa, con Harry siguiéndome con la mirada como si quisiera traspasarme.

Satisfecha por su expresión me incliné para tomar mis bragas y mi sostén, dándole la espalda, y lo escuché maldecir por lo bajo claramente excitado. Una vez me puse la ropa interior y él arregló la cama, se puso la corbata y acomodó sus mangas y su cabello, comencé a vagar por la sobria habitación y lo escuché recoger el vestido del piso, detrás de mí.

Curiosa escaneé el lugar: grande, con muebles masculinos de madera en color caoba, un escritorio enorme frente a la cama, y paredes, pisos y decoración en colores blancos, azules y negros; algunas fotografías de Harry de adolescente, en diferentes partes del mundo y con diferentes personas llamaron mi atención. Y supe que estábamos en su habitación de cuando vivía en esa casa. Sonreí de medio lado.

-¿Esta es tu habitación?- pregunté mientras se hincaba para dejarme entrar en el vestido negro, subiéndolo con delicadeza por mis piernas mientras depositaba un que otro beso por el camino.

-Era…- sonrió de medio lado cuando estuvo parado frente a mí, y miró a su alrededor- Hace más de cinco años que no vivo aquí. De hecho está un poco cambiada, tiene muebles y decoración nueva; creo que la ropa de cama también es otra- se encogió de hombros – Pero sí, aquí dormí durante casi veintitrés años-

Sonreí ante el pensamiento de un Harry adolescente, con posters de autos y grupos por toda la habitación, su cabello rebelde mientras hacía sus tareas o jugaba videojuegos; o viendo películas con alguna de sus novias del colegio. No pude evitar hacer un puchero.

-¿Solo?-

La risa de Harry me calmó un poco.

-Pues ya que lo preguntas, sí, solo- se inclinó un poco para mirarme directo a los ojos- Eres la única mujer que he traído a esta habitación y a esta cama-

Sonreí ligeramente, y aunque sabía que era un poco tonto emocionarme por eso, no pude evitar hacerlo al darme cuenta que yo también era la primera de Harry en muchos sentidos.

Adivinando seguramente mis pensamientos y soltando una risita, Harry depositó un beso en mi frente y tomó mi mano para dirigirse a la puerta.

-Bueno preciosa, aunque me encantaría quedarme, será mejor que bajemos-

Y cerrando la puerta detrás de nosotros, caminé con Harry por el pasillo para dirigirnos abajo y escabullirnos de vuelta a la fiesta como si nada hubiera pasado. Sonreí y agradecí a los padres de Harry por dejarle su habitación.

~o~

Pasada la una de la madrugada Harry y yo nos despedíamos de Lily y James en el umbral de la entrada de los Potter. Después de la agitada noche moría de sueño, y recibiendo un abrazo por parte de Lily me acomodé en el hombro de Harry mientras su madre lo abrazaba ahora a él.

-¿Seguro que no quieren quedarse? Sabes que siempre hemos conservado tu habitación para este tipo de casos-

Al escuchar eso me desperté de inmediato. Sintiendo mis mejillas arder al recordar lo que habíamos hecho horas atrás, Harry me miró de reojo y reprimió una risa burlona para mirar a su madre.

-No mamá, gracias. Será mejor que vayamos a casa, Hermione necesita sus propias cosas para ponerse cómoda-

-Es una lástima- ladeó la cabeza comprensiva – Le cambiamos algunos muebles, la ropa de cama y el colchón es completamente nuevo- tragué grueso y Harry rio un poco esta vez, claramente disfrutando la situación– Me hubiera gustado que se quedaran-

-No te preocupes, mamá, será en otra ocasión-

Terminando de despedirnos y con el auto esperándonos ya en la entrada; dimos media vuelta y dando una última despedida con la mano comenzamos a bajar las escaleras del umbral.

Sonriendo triunfalmente, Harry me miró de reojo antes de susurrar.

-De todas maneras, ya lo estrené-

-Harry!-

Y aceptando un manotazo en el hombro de mi parte, Harry soltó una carcajada y me abrió la puerta del auto para dejarme entrar. Dentro del auto sólo atiné a reír igual que él. Definitivamente me encantaban las fiestas familiares.


Lunes

Amanecí sin nauseas ni vómitos y solo un poco más tarde de lo que siempre me levantaba, pero ya había aprendido a aceptarlo. Estar embarazada tenía sus pequeñas desventajas, pero no me molestaban en absoluto. Feliz por no vomitar la cena del día anterior me levanté de la cama para bañarme, vestirme e ir a trabajar.

Seguro Harry ya se encontraba desayunando, siempre se iba un poco más temprano que yo a trabajar. Solo los fines de semana él manejaba su carro, pero entre semana tanto Harry como yo éramos llevados en autos diferentes y con choferes a la oficina.

Una vez que estuve lista en mi pantalón negro y ajustado de vestir, mi suéter lila tejido y mis tacones negros Gucci y estuve maquillada, bajé para acompañar a Harry y lo encontré como todos los días en el desayuno, en la cabecera del comedor, con el periódico en una mano y su café en la otra. En cuanto me escuchó giró su cabeza para aceptar mi beso, y sonrió ampliamente al ver mi vestuario y mi aspecto. Era evidente que no había tenido ningún síntoma matutino esa mañana.

-Veo que alguien no hizo maldades esta mañana- llevó su mano a mi vientre donde acarició levemente antes de invitarme a sentar- ¿Quieres desayunar?-

Asentí con fuerza, estaba muriendo de hambre. Una vez que la señora McGonagall llevó mi desayuno a la mesa y mordí un pedazo de tostada fue que algo en la esquina de mi ojo captó mi atención. Sentados a la mesa de la cocina, además de Thomas y William, nuestros chóferes, dos hombres fornidos, altos y de traje estaban parados, con sus manos enlazadas en puños frente a ellos y sus miradas duras y calculadoras. Ambos llevaban un micrófono inalámbrico en la oreja. No tuve que ser adivina para saber lo que eran.

La pregunta era porque rayos había dos guardaespaldas en nuestra casa.

Decidiendo no hacer preguntas, terminé mi desayuno intranquila mientras Harry me miraba de reojo, claramente sabiendo que había visto ya a los dos hombres atrás. Una vez que terminamos de comer y nos paramos para ir al vestíbulo y recoger nuestras cosas antes de irnos, William y Thomas nos siguieron a la entrada seguidos de los dos mastodontes atrás de ellos.

Entonces no pude evitarlo, y tensándome frente a la puerta del elevador, Harry colocó su mano en mi espalda baja y me llevó hacia ellos, con Thomas y William haciéndose a un lado claramente intimidados.

Miré a Harry con una ceja arqueada.

-Hermione, ellos son Derek y Finn- ambos hombres inclinaron la cabeza hacia mí, una cabeza castaña y la otra rubia- Serán nuestro equipo de seguridad a partir de hoy-

Fruncí el ceño y meneé la cabeza en dirección a Harry. No entendía nada de lo que estaba pasando.

-¿Seguridad? ¿Para nosotros?-

A mí lado, Harry solo se encogió de hombros, en una expresión donde claramente entendía mi confusión, pero no estaba dispuesto a aclarar mis dudas. Aquello no tenía sentido. Sólo había tenido seguridad tres veces desde que conocía a Harry, y todas las ocasiones habían sido para protegerme de los periodistas y reporteros. Antes de nuestra falsa boda, cuando mi padre había salido de la cárcel, y un día cuando había salido del hospital después de lo del secuestro. No había nada más que ameritara que tuviera seguridad, y el no tener una razón me puso más nerviosa.

Porque eso quería decir que esta vez se necesitaba por algo real.

-Es solo medida de precaución. Soy importante y fácil de ubicar, y tu siendo mi esposa también eres un blanco fácil- al ver mi cara nada convencida sonrió de medio lado- Es solo como prevención Hermione-

-Pero…- miré a los enormes sujetos y no pude evitar fruncir la boca un poco- Pero yo puedo cuidarme sola-

Soltando una ligera carcajada, Harry me tomó por la cintura y me dio un suave beso en los labios, ignorando por completo a los cuatro sujetos que estaban en nuestra sala, con la señora McGonagall detrás. Sonreí contra su boca, seguro de que los cinco estarían incómodos para entonces.

-Créeme, sé muy bien que puedes cuidarte sola, preciosa- tocó mi nariz con la punta de su índice– Pero me sentiré más tranquilo si tienes algo de seguridad extra – solté un suspiro no muy convencida- Así que por una vez, no me des la contra y sólo deja que hagan su trabajo ¿De acuerdo?-

Suspiré, sabiendo que había perdido la batalla.

-De acuerdo-

-Así me gusta- sonrió ampliamente y me puso a su lado para quedar de frente a los dos mastodontes– Derek te acompañará junto con Thomas al trabajo todos los días, y cuando necesites salir conmigo o sin mí a cualquier parte-

El hombre de cabello castaño asintió ligeramente para darme a entender que él era Derek, y sus ojos grises me hicieron sentir un poco más tranquila. Asumí que el otro hombre, Finn, sería el guardaespaldas de Harry, y aquello me hizo sentir menos abrumada. Que Harry también tuviera seguridad significaba que aquello era rutinario, después de todo, el hombre era el multimillonario más popular de Londres. Me sentí algo tonta al recordar eso y en haber desconfiado. Era obvio que Harry necesitara seguridad; y por consecuencia, también yo.

Y aunque no me encantaba la idea, decidí no pensar ni pelear más al respecto.

-Bien, creo que es hora de irnos-

Entramos al elevador y Harry presionó el código del sótano del estacionamiento. Una vez en el, los chóferes y guardaespaldas se dividieron en dos autos y Harry me pegó a él para darme un largo beso.

-Exitoso día, Señora Potter-

Y con ese beso y una sonrisa de medio lado, Harry me despidió antes de entrar a su auto y meneando la cabeza sin aún creer que esa era ahora mi vida, hice lo mismo para irnos al trabajo.


~Harry's POV~

-¿Contrataste guardaespaldas?-

-Sí-

Fue mi única respuesta mientras miraba por el ventanal de mi oficina el nublado clima de Londres, que amenazaba de nuevo con una tormenta, tal vez de nieve en esta ocasión. Sentado en el sofá individual frente a mi escritorio, Ron se rascó la mandíbula y me miró de nuevo.

-¿No crees que es un poco extremo?-

Me reí ligeramente al escucharlo, sin voltear a verlo. Nada de lo que hiciera respecto a la seguridad de Hermione era extremo, mucho menos con los antecedentes que tenía.

-Dado a que ese imbécil está en libertad condicional y la última vez que estuvo fuera de una cárcel secuestró a mi esposa, creo que me viene sin cuidado lo que consideres extremo o no- gruñí mientras miraba encima de mi hombro.

-De acuerdo, de acuerdo. Ya sé que somos sensibles con ese punto- Ron levantó sus manos en señal de derrota y sonrió, sabiendo como me afectaba cualquier cosa relacionada a Hermione – ¿Y Herms que dice?-

Me encogí un poco al escuchar su pregunta. Odiaba cuando Ron me hacía las preguntas clave para delatarme. Y más cuando sabía que tenía razón.

-No le has dicho lo del juicio ¿Verdad?-

Reprimiendo una maldición, me dejé caer en mi silla mientras soltaba un suspiro. Frente a mí Ron solo meneó su cabeza y suspiró cansado.

-No puedes ocultárselo para siempre, Harry. Menos cuando el juicio empieza…-

-Cuando el maldito juicio empieza en dos días. Sí Ron, ya lo sé- lo miré como si quisiera atravesarlo- Créeme, sólo he podido pensar en eso los últimos días-

-Muy bien- se acomodó en su lugar, descansando su tobillo en su otra rodilla- Porque sabes que vas a tener que decírselo tarde que temprano-

Lo sabía. Sabía que tendría que decirle que ese maldito había conseguido derecho a juicio, que estaba suelto por ahí mientras esperaba por la audiencia, esperando que el dinero de papito lo dejara salir con una buena fianza para volver a ser la escoria que siempre había sido.

Hermione nunca estaría segura, y yo jamás podría dormir tranquilo sabiendo que ese tipo estaba libre.

-Lo sé-

Escupí simplemente, mirando hacia un lado para evitar los ojos azules y juiciosos de mi mejor amigo.

-También sabes que tendrá que declarar en el juicio, ¿Verdad?-

Cerré mis ojos y apreté mi mandíbula furioso. Había escuchado la misma cantaleta por lo menos diez veces de parte de Ron y de George en los últimos tres días.

-Ni hablar. Ya te dije que ese punto no esta a discusión-

-No lo está para ti, pero creo que para Hermione si lo estará cuando lo sepa. Va a querer testificar, y lo sabes- se encogió de hombros, jugando con el cordón de su zapato negro- De hecho, creo que ni siquiera va a estar a discusión para el juez. Si las cosas se ponen difíciles van a exigir el testimonio de Hermione-

-¿Tú como sabes tanto de eso?- lo corté, molesto- ¿Eres juez acaso?-

Ignorando mi pregunta infantil, Ron se encogió de hombros de nuevo y me miró con sorna.

-No, pero tengo un hermano abogado, y también tengo sentido común- lo miré con rabia, algo a lo que él ya era inmune- Algo que parece que tu no tienes últimamente-

No supe que contestar a eso. No quería pensar en Hermione involucrada en el maldito juicio; y aunque en el fondo sabía que no podría impedir que eso pasara, decidí ignorar el sentimiento en el momento y sólo atiné a contestar un golpe bajo con otro.

-¿Por qué no mejor vas y te revuelcas un rato con mi asistente? Tal vez así dejes de ser un fastidio-

Fue su turno de apretar la mandíbula con furia, y con sus labios convertidos en una delgada línea, pateó ligeramente mi escritorio y me miró severo. Al parecer, había dado con su punto sensible. Era agradable, para variar.

-Cuidado con lo que dices, Potter-

-De acuerdo, de acuerdo. Parece que somos sensibles con ese punto- le devolví el golpe sonriendo con sarcasmo- Debo de decir que es un cambio agradable que no seas tu el que me este jodiendo siempre-

Frente a mí, Ron soltó una ligera carcajada y levantó sus manos en son de derrota.

-Está bien, lo siento, lo dejo por la paz. Aunque sabes que tengo razón-

-Sí, sí, lo sé- lo corté con un movimiento de mano, y decidí que me preocuparía por eso luego- Pero no cambies el tema- apoyé mis codos en el escritorio y entrelacé mis dedos, mirándolo con malicia- ¿Qué te traes tu con Luna?-

Frente a mí, Ron por fin estuvo fuera de su elemento, y mostrándome el dedo medio en un gesto bastante maduro, sólo atiné a reír con fuerza al ver que el siempre sarcástico Ron Weasley tomaba una cucharada de su propia medicina.

-Mira, sólo puedo decirte que Hermione la adora. Y yo también he aprendido a quererla, así que más te vale que te comportes, Weasley-

-¿Quieres hacer el favor de callarte? Además, lo que haga con mi novia no es de tu incumbencia-

-¿Novia?- me reí de nuevo, dejándome caer en mi silla mientras colocaba mis manos entrelazadas sobre mi abdomen - ¿Ahora son novios? ¿Entonces ya es oficial?- me encogí de hombros al ver que me respondía con una mirada asesina- Lo siento, no pensé que fueran tan en serio, es todo-

Frente a mí, Ron sonrió de medio lado y se llevó la mano al bolsillo interno de su saco para sacar algo.

-Más que en serio, Potter. De hecho, pienso pedirle que se case conmigo. En Año Nuevo, para ser exactos-

Ignorando mi boca abierta y mis ojos desorbitados, Ron dejó la cajita negra en el escritorio frente a mí, abierta para poder admirar el enorme diamante en su interior.


~Hermione's POV~

-Te ves hermosa, pequeña- los ojos orgullosos de mi papá me miraron mientras tomaba mi mano- Me alegro que hayas podido venir a ver a tu viejo-

Sonreí de oreja a oreja mientras dejaba la taza de descafeinado de nuevo en la mesa de la cocina, y apreté su mano de regreso. Esa tarde, después de tener que soportar a mi nuevo guardaespaldas rodearme como buitre e intentando entender que era lo que preocupaba a Harry, había decidido salir temprano del trabajo para ir a visitar a papá. Quería ver cómo estaba llevando su vida ahora que vivía solo, algo que nunca había pasado en mis veinticinco años de vida. Siempre habíamos estado él y yo, y por bastantes años también mamá.

Se veía bastante repuesto y lleno de vida, y no quise imaginarme todo lo que debió haber pasado en prisión para haberse desmejorado tanto en tan solo tres meses.

Sentado en la sala, con gesto algo incómodo que nos incomodaba un poco a nosotros, Derek tomaba de la taza de café que mi padre tan amablemente le había ofrecido, mientras miraba las fotos en las repisas de la chimenea sin dejar su estado de alerta total.

Al darse cuenta de que lo miraba de reojo, mi guardaespaldas se removió en su lugar y volvió a fijar la vista en su café, incómodo de que me diera cuenta de que estaba husmeando en mi casa.

-¿Cómo está Harry?-

-Bastante bien. Muy ocupado como siempre, ya sabes, papá-

Mi papá sonrió casi con orgullo al escuchar aquello. Siempre había tenido una admiración por Harry que podía entender. Con veintiocho años, Harry había logrado cosas que un hombre no podría lograr en toda su vida, y mi papá lo sabía. Él mismo había sido un hombre con carrera truncada, teniendo que trabajar para mantenernos a mi madre y a mí. A pesar de eso había logrado darme estudios, una casa bastante grande, cómoda y ubicada en un barrio bastante bueno de Londres; y una vida de más lujos de los que él hubiera esperado darme, y sabía que estaba orgulloso de eso también.

-Sí, me imagino; un hombre admirable tu esposo, hija-

Semanas atrás, papá se había enterado del tipo de relación que Harry y yo habíamos tenido; y al revelarle que nos habíamos casado como parte de un trato se había sorprendido tanto que yo misma quedé sorprendida. Para él, el matrimonio mío con Harry parecía el más sincero del mundo, y le había parecido tan natural desde inicio que darse cuenta que estaba arreglado en un inicio la parecía imposible.

-Sí, yo diría que sí- sonreí como tonta al recordar a Harry- Te manda saludos, por cierto-

-Gracias- tomó un sorbo de su café- ¿Cómo vas con tu embarazo?-

Algo incómoda de que me hiciera esa pregunta pero sabiendo que lo hacía porque se preocupaba por mí, le relaté a mi papá mis últimas semanas de embarazo mientras veía sus ojos brillar de emoción. Sabía la ilusión que le hacía convertirse en abuelo, y sus ojos llorosos me indicaron que le hubiera gustado que mi madre estuviera viva para convertirse en abuela también.

Sin embargo, sólo me había visto cumplir los dieciséis años, sin oportunidad alguna de verme convertirme en profesionista, esposa, y mucho menos en mamá.

Con mis ojos llorosos también continuamos charlando y riéndonos de cualquier cosa mientras disfrutaba de ver a mi papá completamente recuperado. Media hora más tarde, y después de habernos reído dos o tres veces de la incomodidad de mi guardaespaldas sentado en la sala, me despedí de mi papá con un abrazo y nos levantamos para que me guiara a la puerta.

-Oye ¿Y tu guardaespaldas está bien? Se ve bastante tenso-

Me susurró aquello cuando íbamos a media sala, y reprimiendo una risa al escucharlo miré a mi serio guardaespaldas incorporarse de inmediato mientras yo llegaba hasta la puerta. Tuve ganas de gritarle que me diera mi espacio y esperara en el auto, pero sabiendo que no iba a hacerlo di media vuelta ya en la puerta y abracé a mi papá con fuerza para despedirme.

-Te quiero papá, cuídate-

-Y yo a ti cielo, gracias por pasar por aquí-

Una vez que me separé de él, Derek abrió la puerta detrás de mí y me dejó pasar para cerrarla después detrás de nosotros. Y entonces todo se volvió un caos.

El pequeño trayecto de la puerta de papá a mi auto fue interrumpido por alrededor de veinte reporteros y camarógrafos, quienes en cuanto nos vieron cerrar la puerta corrieron directo a mí mientras me apuntaban con sus grabadoras, micrófonos, cámaras y celulares. Soltando una maldición a mi lado, Derek me pegó a él ligeramente y poniendo una mano sobre mi rostro me comenzó a guiar con rapidez al auto donde pude distinguir a un nervioso Thomas ya frente al volante.

Sin tener idea de que estaba pasando, me dejé guiar mientras los reporteros nos seguían, e incapaz de entender que pasaba comencé a escuchar todas las preguntas a mí alrededor.

-Señora Potter, unas palabras...-

-Díganos qué opina de la oportunidad de juicio de Draco Malfoy-

¿Qué? ¿Juicio? ¿De qué estaba hablando?

-¿Cree que logre llegar a un acuerdo sobre lo sucedido?-

-¿Qué opina sobre lo que está diciendo de usted y su esposo? ¿Y sobre el supuesto falso testimonio que dice que usted hace sobre su participación en su secuestro?-

¿Qué estaba pasando? ¿De donde rayos estaban sacando todo eso?

-¿Cree que logre salir bajo fianza?-

-¿Va usted a declarar en el juicio?-

Fue lo último que escuché antes de entrar en el asiento trasero del Mercedes mientras Derek cerraba la puerta detrás de mí. Sin entender que estaba pasando, tomé aire con fuerza mientras procesaba las palabras que había escuchado y afuera el montón de flashes y voces se escuchaban a través del vidrio. Los golpes en mi puerta no se hicieron de esperar, y con un sobresalto di media vuelta para ver a Derek subirse al auto por la otra puerta y cerrarla con fuerza detrás de él.

-Acelera, Thomas. Vamos a casa de la señora-

Fue todo lo que mi chofer necesitó escuchar para poner en marcha el auto, y una vez que aceleró con cuidado de esquivar a la masa de reporteros salió de la calle y dirigió el rumbo a Park Lane.

Aún respirando agitada, escuché a mi guardaespaldas soltar el aire y dejarse caer un poco en el asiento.

-Demonios-

-Pero qué…- tomé aire- ¿Pero qué rayos ha sido todo eso?-

La furia sustituyó a la sorpresa de inmediato, y procesando mejor las palabras que había escuchado momentos antes miré al hombre a mí lado que hizo todo lo posible por ignorarme, sin saber si él tenía idea de lo que acababa de pasar. Tomando su celular mientras me miraba de reojo, tecleó tres números con fuerza y esperó a que la persona del otro lado contestara.

-¿Finn? Comunícame con el señor Potter, por favor-

Eso fue todo lo que necesité escuchar para entender porque Harry había contratado seguridad. Lo que no sabía era porque rayos me lo había ocultado.

Ese hombre me iba a escuchar.


~Harry's POV~

Aún sin salir de mi sorpresa, abracé a mi mejor amigo y le di una fuerte palmada en la espalda para después sonreír.

-Vaya, amigo, esto sí que es toda una sorpresa. Felicidades-

Fue lo único que pude decir antes de separarme de él. Reímos ligeramente al mirarnos, y dándome una palmada en el hombro Ron tomó la caja con el anillo de compromiso y la guardó de nuevo en el bolso de su saco.

-Gracias, amigo- sonrió de oreja a oreja- No eres el único imbécil enamorado por ahí-

Sonreí de medio lado al escucharlo, sin poder contradecirlo. Yo era un reverendo imbécil por Hermione. Desde que la había conocido, y estaba seguro que hasta el día que muriera.

-Ya veo que no-

Una vez en mi silla, y como si fuera una especie de bruja, el teléfono de mi escritorio comenzó a sonar y el nombre de mi asistente apareció en la pantalla. Abriendo sus ojos de par en par, casi como temiendo que nos hubiera escuchado, Ron llevó su dedo a los labios y me instó a contestar el teléfono mientras yo reprimía una carcajada. Vaya que Ron era más estúpido de lo normal cuando se enamoraba.

-Dime, Luna-

-Harry…- la voz algo preocupada de Luna llamó mi atención- Tengo al guardaespaldas de Hermione en la línea, quiere hablar conti…-

-Comunícalo, por favor-

-De inmediato-

Los segundos antes de que recibiera el tono fueron demasiado tortuosos. Era el maldito primer día de Hermione con seguridad y ya tenía una llamada de ellos; lo cual no podía significar nada bueno. Frente a mí, Ron intentó que le dijera algo y yo solo atiné a menear la cabeza mientras me concentraba en el teléfono.

Maldita sea, que estés bien, por favor, que estés bien.

En ese instante la dura voz de Derek sonó del otro lado.

-¿Señor? Soy…-

-¿Está bien?- lo corté inmediato- Hermione. ¿Está bien?-

-Sí, señor. Está bien-

Aquella simple oración me quitó un peso de encima. Soltando el aire contenido durante segundos, me pasé la mano por el cabello y miré a Ron quién me devolvía una mirada confusa. Del otro lado de la línea se escuchaba la voz de Hermione, quien sin mucho éxito parecía pedirle a Derek que la comunicara conmigo.

-¿Qué pasó?-

-Íbamos saliendo de casa de su padre, señor, y un montón de reporteros se fueron contra ella-

Demonios. Eso era lo único que me faltaba.

-¿Y qué le dijeron?-

-Bastantes cosas, señor; sobre…- la voz de Hermione se volvió a escuchar del otro lado, ahogada- Sobre el juicio de Draco Malfoy-

-Con un demonio-

Levantándome de mi silla de golpe, me llevé la mano a la cadera mientras miraba el paisaje nevado de Londres. Detrás de mí Ron pareció entender lo que pasaba, y soltando un largo suspiro se dejó caer en su silla mientras me miraba, esperando que terminara la llamada.

-Estamos llegando a Park Lane, me aseguraré de que su esposa llegue a su departamento sana y sin que vuelvan a acosarla- la voz de Hermione se escuchó de nuevo, y se detuvo unos instantes antes de volver a hablar- Su esposa…su esposa quiere hablar con usted señor-

Sonreí de medio lado y suspiré ligeramente, claro que quería hablar conmigo, pero lo último que necesitaba era a Hermione gritándome por teléfono. Pensando en lo que me esperaba cuando llegara a casa, solté más aire contenido y gruñí ligeramente contra el teléfono.

-Dígale que voy para allá, hablaremos cuando llegue-

-De acuerdo-

Con aquella simple despedida dejé el teléfono de nuevo en su base y me giré para mirar a un desconcertado Ron que me devolvía la mirada curioso. Volviendo a suspirar por cuarta vez en cinco minutos recargué mis manos en el escritorio y me incliné hacia adelante para mirar a mi mejor amigo.

-Era su guardaespaldas, para decirme que un montón de reporteros la interceptaron saliendo de casa de su padre- me encogí de hombros- Ya lo sabe-

-Mierda-

-Exacto- le di la razón mientras miraba de nuevo la ciudad nevada a mis espaldas- Mierda-

Estaba seguro que aquella discusión no terminaría nada bien.

~o~

Casi una hora más tarde entré al departamento por las puertas del elevador. Una vez dentro dejé las llaves de mi auto y mi abrigo en el recibidor mientras caminaba hacia la sala, preparándome para la batalla campal que se avecinaba. Si conocía lo suficiente a mi esposa sabía que debía estar hecha una furia, una que estaba dispuesta a descargar conmigo en cuanto me viera.

No había nadie en la casa. Ni McGonagall, ni Thomas, ni Derek. Por supuesto que a mi chofer y a mi guardaespaldas les había dado por terminado el día y los había mandado a casa, y supuse que Hermione había hecho lo mismo. Seguro lo había hecho para que nadie nos escuchara discutir; y sonreí un poco al pensar en lo que se avecinaba.

Continué caminando por el recibidor hasta la sala, en donde solo una lámpara de mesa y la chimenea se encontraban encendidas, y supe que Hermione estaba ahí incluso antes de verla. Cubierta ya en su pijama y bata de dormir de seda color rosa pálido, con su cabello recogido en un moño despreocupado y descalza sobre la alfombra frente a la chimenea, Hermione se encontraba de espaldas a mí, mirando el fuego crepitante de la chimenea. Su silueta resultaba simplemente exquisita, y reprimiendo mis ganas de ir hasta ella y robarle un beso caminé sigiloso mientras me quitaba el saco y lo dejaba en el sofá de la sala para quedar de pie a escasos metros de ella.

Sintiendo mi presencia de manera inmediata, Hermione giró en sus talones y me miró serena desde su lugar, con sus brazos cruzados debajo de su pecho.

Supe que lo mejor sería quedarme donde estaba. Fui el primero en hablar.

-Hola-

-Hola-

Fue todo lo que me respondió de regreso, y supe que no sería nada fácil explicar lo que venía. Con sus labios en una delgada línea, su ceño algo fruncido y su expresión decaída Hermione se veía molesta y preocupada por lo que había descubierto esa tarde.

Con un demonio, yo seguía molesto y preocupado y llevaba días sabiéndolo. No la culpaba. Creer que el asunto de Draco había quedado en el pasado había sido un error, el muy maldito se encargaba de jodernos la vida todavía. Y eso me frustraba demasiado. Me frustraba no poder ser feliz con Hermione de una vez por todas, con la mujer que amaba y con la que quería pasar el resto de mi vida.

Antes de poder decir algo más, Hermione abrió sus labios para ser la primera en hablar. Su voz suave fue peor que si me gritara.

-¿Desde cuando lo sabías?-

-Desde…- solté un suspiro cansado, pero a la vez aliviado de que por fin lo supiera- Desde el viernes-

-¿Y cuándo pensabas decírmelo?-

No tenía caso mentirle. Así que sin dejar mi tono suave de voz solté un suspiro y la miré a los ojos.

-Sinceramente, no pensaba hacerlo-

Los hermosos ojos avellana de Hermione se abrieron de par en par, sorprendidos.

-¿Qué?-

-Lo que escuchas, no pensaba decírtelo-

Y eso fue suficiente. La confusión dio paso a la ira, y el tono suave y calmado de Hermione se transformó en uno algo chillón y molesto; y me maldije por hacerla sentirse así. Maldije a Malfoy.

-¿No pensabas decírmelo? ¿Estás hablando en serio Harry? Pero si soy tu esposa!-

Gritó aquello con frustración, y cerré mis ojos absorbiendo la última palabra. Sin poder evitarlo, di unos cuantos pasos en su dirección hasta quedar frente a ella y la miré a los ojos. Sus preciosos ojos color miel, encima de esa nariz y esos labios que estaban fruncidos con enojo.

-Precisamente por eso lo hice. Te quiero lo menos involucrada a esto, Hermione-

-¿Lo menos involucrada?- alzó las cejas y soltó una risita irónica- Discúlpame Harry, pero creo que tu no eres quién para decidir eso. Ese tipo me secuestró, creo que lo mínimo que necesito es saber si va a tener un juicio o no-

No pude decir nada ante eso. Frustrado de saber que tenía razón, y sintiéndome el peor por ocultarle algo que tenía todo el derecho de saber, tomé aire y la miré sin saber que hacer. Hermione pareció entender mi reacción, y soltando el aire que había contenido los últimos minutos dejó caer sus brazos a cada lado de su cuerpo y me miró para decir lo que estaba esperando que dijera desde que habíamos comenzado esa discusión.

-Voy a testificar-

-Por supuesto que no-

Esperando aquella reacción de mi parte, Hermione meneó la cabeza frustrada y soltó una risa irónica de nuevo, mirando al cielo por clemencia. Yo me acerqué aún más a ella, y acortando la distancia entre nosotros hasta que fue de unos cuantos centímetros la miré pesadamente, sabiendo que eso no serviría de mucho.

No con Hermione, que era la mujer más necia, orgullosa y fuerte que había conocido en mi vida.

-No puedes impedírmelo!- me gritó frustrada- Además seguramente van a pedir que lo haga, soy la testigo principal en ese juicio-

-Aún así, no vas a testificar- di un último paso hasta que mis labios estuvieron a centímetros de los de ella- Y punto-

-Eres un impositivo, un autoritario, un necio, Harry! No puedes impedir que haga lo que…-

No la dejé terminar. Tomándola por el brazo la jalé hacia mi pecho y junté mis labios con los suyos en un intenso beso. Un beso que esperaba le transmitiera mi frustración, mi ansiedad y mi miedo de perderla, mientras mis brazos se cerraban alrededor de ella tan fuerte que le arrebataba el aire. La había perdido una vez, la había dejado ir y la había perdido a manos de ese imbécil. Casi había muerto por mi culpa, y verla revivir todo aquello frente a mí era algo que no podría soportar. Y sin embargo sabía que tenía que hacerlo.

No la quería cerca de Draco Malfoy, pero sabía que tenía que testificar para poder encerrarlo de una vez por todas.

Maldito fuera.

Negado a pensar en aquello en esos momentos, dejé a Hermione responder a mi beso con fuerza, sus brazos anclados a mi cuello y sus manos acariciando mi nuca mientras nos besábamos. Unos segundos más tarde, nos separamos lentamente y pegué mi frente a la suya para mirarla intensamente, nuestras respiraciones entremezcladas mientras recuperábamos el aire.

-Lo sé, y lo siento- cedí ante ella, y abrió sus ojos sorprendida al escucharme- Pero no puedo dejar que te involucres en esto, no otra vez-

El miércoles era la primera audiencia, y George había arreglado todo para ir a la primera sesión sin Hermione. Aún no tenía un citatorio formal del juez para testificar, por lo que pensaba aplazarlo lo más posible. Por lo menos hasta entender que rayos teníamos a favor o en contra en todo aquello.

Pero de lo único que estaba seguro es que tenía que meter a Malfoy a la cárcel, de una vez por todas.

-Por favor, déjame a mí arreglar esto- cerré mis ojos sin despegar su frente de la de ella- Déjame protegerte de esto Hermione, como no pude hacerlo cuando pasó…lo que pasó-

-Pero Harry…no puedes simplemente…-

-Por favor, Hermione- abrí mis ojos para mirarla- Por favor-

Fue mi tono suplicante y desesperado, o tal vez mis ojos que no dejaban de mirarla, o mis brazos que no querían soltarla, o todo eso junto lo que dio resultado. En mis brazos Hermione se relajó un poco, y meneando la cabeza derrotada, sonrió ligeramente y ancló sus brazos de nuevo en mi cuello.

Y supe que había ganado la batalla, por lo menos esa vez. Aunque sabía que no era la última. Nunca lo era con Hermione.

-Eres imposible, Harry Potter- me dio un beso corto en los labios y sus mejillas se encendieron- Pero te amo-

Sonreí como siempre que lo decía. Desde la primera vez que lo había escuchado mientras fingía estar dormido, hace dos meses atrás; cuando había sido tan imbécil para no decirle que la amaba. Lo había hecho desde la primera vez que la había hecho mía, tal vez desde la primera vez que la había visto.

Y ahora era mía, y no pensaba dejar que nadie cambiara eso.

-Y yo te amo, Hermione. Cásate conmigo-

Frente a mí, Hermione soltó una risita y meneó la cabeza ligeramente.

-Ya estamos casados-

-Sabes a que me refiero- sonreí de medio lado y ella me devolvió la sonrisa mientras miraba su anillo de compromiso- Cásate conmigo y vámonos de aquí, de una maldita vez-

-Lo haremos, una vez que terminemos con esto-

Y con aquella simple oración que no supe si me dejó tranquilo o intranquilo, la llevé a mi pecho y la abracé con fuerza antes de besarla suavemente en el pelo.

Primero teníamos que terminar aquello, me gustara o no.