Disclaimer: Death Note no me pertenece, ni tampoco ninguno de sus personajes, son todos propiedad de los fantásticos Tsugumi Ohba y Takeshi Obata.

¡Hola a todos! ¿Cómo están? Espero que todo les vaya genial. Bueno y aquí esta la segunda parte y ultima de este fic, espero que como la anterior les guste. Un agradecimiento a todos aquellos que se han tomado el tiempo para leer mi historia, y un agradecimiento especial para la gente que dejó review.

Muchas gracias a: lobalunallena, Kumikoson4, Sara Bell Lawliet Black, DarthAtomleeder, Moonlight Kristallblaue, Rukianeesan, Mari, SuzukiLawliet y krishna por sus amables review, me alegro muchísimo de que os gustara el primer capitulo, y espero que este segundo y final sea de vuestro agrado también. Gracias también a todos aquellos que clicaron el botón de favourite author, favourite story, alert author y alert story. Sin más que decir, os dejo con la continuación.


De preguntas y respuestas

Parte II: Tentación


- ¿Por qué no jugamos a un juego, Ryuuzaki?

Esperó a tragar para contestarle, con los ojos de sapo muy fijos en ella. - ¿Un…juego? No es que tenga mucho tiempo para esas cosas ahora, Misa-san… - Trató de ser comprensivo.

- Puedes jugar a la vez que engulles pasteles y sigues con el caso. – Intervino ella rápidamente, tratando de convencerlo, de no ser por eso se vería obligada a permanecer en silencio, y eso la incomodaba.

- ¿Qué clase de juego es ese, Misa-san? - ¡Bien! Ya había captado su atención, ahora solo faltaba que aceptara.

- Es muy sencillo. – Y tomó otra cucharada del pastel de fresas entre sus labios bajo la atenta mirada del detective. – Yo te hago una pregunta, y si me la contestas, tienes derecho a hacerme otra a mí.

- ¿Una pregunta por turno y persona? – Parecía interesado, ella asintió. - ¿De lo que sea? – Misa reiteró el asentimiento, aunque suponía que el azabache le preguntaría cosas sobre el caso nada más.

L se lo pensó durante unos segundos, mirando al techo meditabundamente y con el dedo pulgar en la boca. – Está bien. – Aceptó tras unos instantes. – Pero en ese caso me debes tres respuestas Misa-san.

Ella enarcó una ceja confundida, ¿a que se refería con que ella le debía a él tres respuestas? Pero no le dio tiempo a protestar.

- Anteriormente y desde que regresamos de la cocina me has hecho un total de cinco preguntas. – Y levantó los cinco dedos de su mano derecha. – Pero yo te hice dos, así que nos quedamos con un número de tres. – Y bajo lentamente sus dedos meñique y anular.

Misa enfurruñó la expresión. – El juego empieza desde que es propuesto, no vale contar las preguntas de antes. – Contestó como si fuera una niña pequeña justificándose en su propio juego.

¿Qué él era una maquina de guardar datos andante? Vale, si lo era. Ni siquiera ella misma recordaba que había preguntado en aquellas cinco cuestiones que Ryuuzaki le había enumerado, pero de seguro, el sabría de memoria cuales eran, el orden, las palabras que había empleado ella y con las que el mismo había contestado.

- Acepto eso, pero como compensación quiero el derecho a empezar. – Comentó llanamente, tomando otro dulce con chocolate blanco del carrito, podría apostar todos sus ahorros a que ya tenía pensadas al menos las diez primeras preguntas que iba a hacerle, y no perdería ni un céntimo.

- Tú ganas, Ryuuzaki. Empieza. – Lo señaló con la cuchara que después se llevó a la boca.

No la miró, seguía con los informes que instantes atrás había estado leyendo, repasando las últimas páginas. - ¿Te importa que te pregunte sobre el caso Kira?

¡Ja! Eso ya contaba como pregunta, así que había perdido un turno tontamente, algo que le resultaba imposible de concebir en el, pero factible después de todo. – Eso ya cuenta como pregunta.

- Lo se. – Atajó, con la atención puesta en los informes, ahora había cogido otra pila. – Quería asegurarme que no te molestaría preguntándote sobre eso.

Misa pareció sorprendida de nuevo por la declaración de él, se estaba comportando amable con ella, después de todo había sido considerado sacrificando su primera pregunta en asegurarse no molestarla. Procedió a darle su respuesta. – Puedes preguntarme todo lo que quieras. – Le estaba dando absoluta libertad, así como ella esperaba que el hiciera lo mismo.

Ryuuzaki asintió, mientras seguía leyendo el segundo informe, increíblemente era capaz de poner atención en ambas cosas. – Me toca. – Dijo animada, pero calló de golpe, él había accedido tan deprisa que no se había preparado ni la primera pregunta. - ¿Cuál fue tu primer caso? – Inventó.

- Detuve la tercera Guerra Mundial. – Profesó como si nada, dejando perpleja a la rubia, a quien se le cayó la porción de pastelito que acababa de coger, de vuelta en el plato.

- ¿E… esperas que me crea algo como eso? – Se mostraba demasiado escéptica, puede que el fuese un brillante detective, pero eso era pasarse de ego, además que ella supiera solo había habido dos guerras mundiales, no sabia de indicios de una tercera.

- Solo una pregunta por turno, Misa-san… - Y la observó de reojo escondiendo la sonrisa, ella aun no parecía recobrarse.

- ¿Admiras a Kira? – Vuelta a la seriedad.

Misa movió la cabeza con tal de centrarse. – Si… el mato al asesino de mis padres, y le estoy agradecida por ello.

Ryuuzaki dio una cabezada como aceptando la respuesta y siguió a lo suyo, esperando la de ella. - ¿Cuántos… cuantos años tenias cuando resolviste ese primer caso? – Después de decirle la aparente importancia del suceso, había supuesto que Ryuuzaki había empezado siendo ya algo mayor.

- Ocho años. – Lo dijo de forma tan simple que a ella le dio un escalofrió, ¿Cómo podía un niño de ocho años detener una tercera guerra mundial? Aquello era impensable, pero claro… se trataba de Ryuuzaki, el ya de por si era alguien espeluznante, y no se le aventuraba extraño que con tan solo ocho años fuese capaz de lograr peripecias como esas, y aun así nadie a excepción de ella lo sabia, resultaba triste…

- ¿Si Kira te pidiera su ayuda, colaborarías con el? – La pregunta del moreno no se hizo esperar, pillándola desprevenida, ¿era una pregunta trampa o con doble sentido? ¿Aumentaría los porcentajes de sospecha que tenia sobre que ella era el segundo Kira?

- Yo… le debo mucho por lo que hizo, y creo que de no encontrarme en esta situación trataría de ayudarle. Si. – Fue sincera, sabia que mentirle a él no iba a servirle absolutamente de nada.

El azabache no parecía contento ni decepcionado con su respuesta, simplemente no exteriorizó sus sentimientos, como solía hacer. – Emm… ¿Cómo es que pudiste resolver ese caso?

- Encontré una solución y la expuse, ambos bandos reconocieron que yo tenia razón, y siguiendo mis indicaciones mediaron la paz. – Seguía siendo difícil para ella creer en algo así, más que un grupo de políticos con relevancia mundial tomaran en serio a un mocoso de apenas ocho años de edad. Quizás le debía mucho a ese mocoso.

- ¿Cuál es la opinión que tienes sobre Kira? - ¿Otra pregunta trampa? Suspiró, no le quedaba mas que ser sincera en todos los aspectos con el.

Misa tragó la cucharada que tenia en la boca y procedió a hablar. – Creo que Kira era un justiciero. – Y remarcó el pasado. – Matar a criminales es un modo de limpieza por decirlo así, es como una advertencia de lo que te puede pasar si actúas de forma incorrecta.

- De ese modo se le priva a la gente de su libertad, y se les obliga a vivir con miedo, temiendo por sus vidas y obligados a medir sus acciones a cada segundo. – Justificó de forma pausada, y analizando un tercer informe.

Pero ella también iba a exponer sus argumentos. – Si la gente toma su libertad para asesinar, robar o hacer daño, creo que es preferible que vivan con miedo a hacerlo.

- El crimen nunca va a desaparecer, Misa-san, siempre habrá personas que obraran mal. Por eso soy lo que soy, y si hay un asesino de masas suelto, proclamando ser un justiciero por matar a criminales que yo mismo me encargué de llevar a prisión, entonces pienso detenerle. – Parecía muy decidido con lo que decía, incluso endureció el gesto. – De todas formas… aun no has contestado a mi pregunta.

Ryuuzaki ya sabia que ella era partidaria de Kira, se lo había dicho mas de una vez, Misa siempre le estaría agradecida a aquel que se proclamaba como el dios del nuevo mundo por hacer justicia con el asesino de sus padres, y se había prometido a si misma encontrarlo y ayudarle en todo lo que pudiera. Y eso era algo que iba a dejarle en claro, por más que el moreno fuese el oponente primordial de Kira.

- Kira obra justamente a su modo, el solo mata criminales, así que su modo de actuar me parece correcto.

Nuevamente el azabache permaneció inexpresivo ante sus palabras, pero con el paso del tiempo, la modelo había aprendido a leer algunos de sus gestos, como el ligero fruncimiento de sus ojos, era mínimo, pero ella sabia identificarlo: Le había molestado su respuesta, bastante a decir verdad. Parecía ya estar rumiando lo siguiente que le diría.

Ahora era su turno, y no sabia exactamente como empezar. – Hummm… ¿Cuándo conociste a Watari? – La pregunta había sido sencilla, pura curiosidad.

- Watari fue mi mediador durante la tregua para detener la tercera Guerra Mundial, tras eso me llevó con el. – Y rellenó su taza de café, que había quedado aparentemente vacía de nuevo.

Misa levantó un dedo en señal de advertencia. – No me has respondido bien, Ryuuzaki. Yo quiero saber como os conocisteis.

Después de varias preguntas sin dirigirle la mirada, L se vio obligado a hacerlo. Examinó detenidamente su rostro, para ver si era capaz de encontrar algo en ella que la delatara, pero solo podía ver inocencia y pura curiosidad reflejada en sus iris dulce de leche.

- En el orfanato donde me dejaron, Watari buscaba niños con una capacidad cerebral especial, y me encontró allí.

La Amane no acababa de comprender muy bien aquello, y no quería gastar otra pregunta con el mismo tema, por lo que trató de hacerlo parecer una oración enunciativa, cuando esta estaba plagada de dudas. – Watari iba buscando niños superdotados por los orfanatos… y tú fuiste como el elegido. – Parecía una afirmación, pero iba camuflada de pregunta.

Ryuuzaki, evidentemente no calló en el juego. – Las interrogaciones indirectas también son consideradas como preguntas, Misa-san. La respuesta es afirmativa, el me encontró de ese modo, después me planteó mi primer caso el cual ya conoces, y lo resolví. – Tomó un dulce untado en nata. – Ahora me debes dos respuestas.

La muchacha cruzó los brazos, definitivamente o ella era muy tonta, o era imposible engañarle. Tenia que ser la segunda. – Tramposo…

- ¿Qué piensas sobre L? – La pregunta llegó de golpe, fue bastante inesperada, de hecho era para ella como si le estuviera preguntando que pensaba de él. ¿Debería contestar objetiva o subjetivamente?

- L eres tú, Ryuuzaki. – Intervino, más bien para asegurarse.

El moreno asintió. – Estoy al tanto de ello.

¿Acaso ese idiota no dejaría nunca de tomarle el pelo? Respiró hondamente para calmarse, debería formular una buena respuesta y ser franca o él se daría cuenta.

- Creo que L, es un adicto al azúcar, con una postura demasiado rara para sentarse y un comportamiento insensible. Pero… también es divertido, dulce, amable y… ciertamente eres un pervertido. – Añadió llevándose otro trozo de pastel a los labios, bajo la atenta mirada ojerosa del detective.

Sin apartar sus ojos de los de ella le contestó. – No me estaba refiriendo a ese tipo de opinión. – Aunque, muy a pesar de esperarse lo de pervertido, no creía que Misa destacara virtudes como ser divertido, dulce o amable, de hecho ni el mismo sabia que pudiera llegar a ser así.

- Ya, ya, esa es la opinión sobre Ryuuzaki. – Determinó divertida al ver la clara expresión de desconcierto que había logrado sacar en el. – Misa cree que L tiene un modo de ver la justicia diferente al de Kira, y defiende su punto. Creo que hace lo correcto al arriesgar su vida para atrapar a ese asesino.

Doblemente perplejo. La rubia no solo parecía tener una concepción de el de peluche mimosín, sino que estaba de acuerdo con su modo de accionar en el caso, todo y que ella fuese partidaria de Kira. Y lo más curioso, era que de nuevo había sido incapaz de encontrar en sus ojos algún indicio de que pudiera mentirle.

- ¿Crees que L hace lo correcto al querer atrapar a Kira? Pensé que estabas de su lado… - Aun no daba crédito a lo que oía.

Misa se aguantó la infantil risita que la sobresaltó. – Misa apoya a Kira por lo que hizo por ella, pero no deja de ser un asesino… L acabará atrapándolo tarde o temprano. – Se llevó otro pedazo de pastel a los labios. – Y Ryuuzaki… ahora estamos en paz.

Upss… craso error, ¿Cómo se había dejado llevar de esa manera? ¿Cómo no se había dado cuenta de que había desperdiciado una pregunta al azar por su impulsividad? Más importante, ¿Cómo era posible que Misa Amane le hubiera igualado en su propio juego? No podía apartar la mirada de la suya, no quería hacerlo… ¿pero que diablos hacia esa mujer con su cabeza que trastocaba toda su materia gris hasta hacerla parecer la de un neandertal? Todo lo que quedaba de el al lado de ella, era un atajo de hormonas, sensaciones y sentimientos encontrados que chocaban entre si, y que no sabia siquiera por donde empezar a atar.

¿Debía reconocerlo? Si, Misa lo traía loco.

- Ryuuzaki… ¿alguna vez has tenido novia? – L casi se atraganta con el pastelito que tenia en la boca.

¿A que venia esa pregunta? ¿Por qué había dado un tumbo tan grande el tema de conversación? ¿Por qué a la modelo podría importarle aquello?

- Esa pregunta es personal, Misa-san. – Se limitó a contestar, tratando de centrar su atención en los papeles de nuevo, necesitaba un punto de distracción y no veía mejor forma de hacerlo que seguir con la investigación.

La rubia pareció molesta. – Yo te di libertad para que me preguntases todo lo que quisieras, siendo justos tú deberías de darme el mismo derecho. – Le aventó en la cara el tema de la justicia, él no la podría rechazar. Otro punto para la Amane.

Ryuuzaki bufó con cierta molestia. – Creo que es evidente que no, Misa-san. Mi ritmo de vida no me permite tenerla. – Y se centró otra vez en las palabras delante suyo, a las que para ser sincero, ni siquiera les prestaba atención.

Por su parte, la ojimiel ya esperaba una respuesta así, lo había supuesto desde que él le dijera a que edad tan temprana había empezado a trabajar como L. Y como tal, el moreno no solo apenas había compartido contacto con otras personas (de ahí su fría personalidad), sino que había dedicado la vida entera a resolver casos y crímenes, desde el mas absoluto anonimato, con el único fin, de hacer imperar la justicia en el mundo.

Que altruista sonaba, y de hecho lo era. No todo el mundo estaba dispuesto a entregar su vida, su libertad y su felicidad inclusive por el bien global, los humanos son demasiado egoístas… y ella misma se incluía en ese amplio porcentaje egocentrista. Suerte que todavía existían personas como Ryuuzaki, todo y que el mismo había admitido, que resolver casos de esa índole era lo que más le gustaba.

- ¿Cuándo te enamoraste de Light-kun? – Vale, aquello si que la había pillado por sorpresa, ¿como? ¿Estaba cuestionando su inquebrantable amor hacia su novio?

A decir verdad, nunca se había detenido ciertamente a pensarlo, como es que se enamoró de el… ¿fue amor a primera vista, verdad? Recordaba encontrarse en Aoyama y haberlo visto con un grupo de personas pasear, extrañamente en sus recuerdos ella aparecía disfrazada, quizás para ahuyentar a futuros fans que se le aparecieran. ¿Y se enamoró simplemente de haberlo visto? Ahora se sorprendía a si misma por no encontrar una razón justificable para su encaprichamiento, ella no era de las que se enamoraban fácilmente, es mas, ni siquiera creía en el amor a primera vista, ¿entonces…?

Las lagunas en su memoria no hacían mas que atormentarla, después de aquello ella misma había buscado emocionada información sobre Light, hasta encontrar su dirección para presentarse ante el, y pedirle ser su novia… ¿a cambio de que? No había compartido con el más que un simple beso, así que no entendía como es que de pronto la había aceptado tan fácilmente, ¿Qué pasaba allí? ¿Cuál era la pieza del rompecabezas que le faltaba a su memoria?

Se percató que L seguía con su vista puesta en ella, esperando impaciente por una respuesta, y mordiendo de forma impulsiva su dedo pulgar. ¿El problema? Se encontraba poblada de dudas, no sabia que responder, y tenia miedo de que él se diera cuenta.

Así que optó por la vía fácil, narrar lo que ella misma a pesar de no comprender, sabia. – Aquel día en Aoyama, fue como amor a primera vista. – Y esperó paciente por obtener una respuesta de su parte, algo que le indicara que no había metido la pata.

L volteó el rostro inexpresivamente, aunque con una leve señal de fastidio en sus facciones. – No creo en el amor a primera vista.

- Está bien… – Ella no quiso darle importancia. - ¿Alguna vez has besado a una chica?

La respuesta se hizo esperar, demasiado. En serio que la hastiaba aquella imparcialidad ante las cosas, aquel silencio, sabia que a él le sabia mal que le preguntara por esas cosas, ¿Por qué no era capaz de exteriorizar nada? – Si.

- ¿Si? – Cargada de incredulidad y sorpresa.

- ¿Sorprendida? – Acotó el con una ceja alzada.

La verdad era que si, pero tampoco quería herir sus sentimientos al dudar de aquella aseveración, quizás en otra época L había sido distinto, una niño mas… ¿normal? Quien sabe si habría tenido algún amor de infancia, o quizás, ¿una amante en alguno de los casos? A lo mejor nunca fueron pareja, pero se vieron varias veces… de pronto el bicho raro se le estaba tornando mas atractivo, y se sentía extraño.

¿Extraño porque, y el que? No lo sabia, pero algo en el entorno había cambiado, aunque debería de esperar para saciar su curiosidad un turno entero, que ya se le estaba haciendo eterno.

- Yo… bueno tu mismo has dicho que no has tenido nunca una relación sentimental, así que…

- No veo la necesidad de establecer una relación estable para tener contacto físico con una persona. – El tono era tan llano y pasivo… ¡No podía ser! ¿Acaso él había tenido ese tipo de relación con una mujer? No es que no lo quisiera creer, es que se sentía… ¿Por qué tenia ganas de conocer a esa mujer para encararla? ¿Y que le iba a decir cuando la tuviera delante? Empezaba a sentirse realmente estúpida por ese cumulo extraño de emociones…

- Después de ese día en Aoyama, ¿buscaste información sobre Light-kun solo para presentarte ante el porque te habías enamorado? – Continuo tan imperturbable.

- Ya te dije que si, quería conocerlo a toda costa. – Manifestó irritada por el curso de la conversación, aunque cuando empezó aquel juego ya lo debió de suponer. - ¿Alguna vez te has enamorado? – Soltó casi sin pensar.

L se había quedado mudo, sus ónix que estaban fijos en ella se habían abierto un poco mas de lo normal, y después fijado en el techo, el dedo pulgar no abandonaba sus labios, y mordía pensando, en que seria lo apropiado a contestar.

- ¿Qué es… lo que tu entiendes por estar enamorado, Misa-san? – Woohh un momento, ¿otra pregunta? Eso no valía, ella esperaba una respuesta afirmativa o negativa simplemente, para calmar esas ansias de saber, esa curiosidad sobre los sentimientos de él, que la estaba avasallando.

Se llevó rápido otra cucharada de pastel. – Se contesta con una respuesta, no otra pregunta. – Y lo miró molesta, el la ignoraba de nuevo, vertiendo mas café en la taza por tercera vez en lo que llevaban de noche.

Ryuuzaki se alargó hasta el tarro de azúcar en el carrito, y puso en sus manos varios terrones, empezando a soltarlos uno a uno sobre el oscuro liquido. – Dependiendo de tu próxima respuesta, seré capaz de contestarte sinceramente.

- Emmm… - ¿como? Eso la había dejado mas perpleja todavía, ¿acaso el ojos de sapo no estaba seguro de haber estado enamorado? – Bueno, ¿que entiendes tu por amor Ryuuzaki? – Iba a seguirle el juego.

Él le mostró una sonrisa picara. – ¿Otra pregunta, Misa-san? – La rubia le sacó la lengua descaradamente, necesitaba su respuesta a la de ya.

- Bueno, el amor… - Se metió un pastelito con crema de chocolate en el interior y continuó chupándose uno de los dedos, y mirando fijamente un punto del techo. – El amor… es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista. Se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, resultante y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes. – Tragó el pedazo de pastel sobrante y continuo con su definición de diccionario. - Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción.

La chica no pudo más que enarcar una ceja, ¿era posible que supiera de memoria la definición… de cuantas palabras? Le costaba entender que Ryuuzaki no supiera expresar por si mismo lo que significaba para el aquel sentimiento, quizás por eso había demandado su ayuda en lo referente a dicha cuestión.

- El amor es todo lo que tú has dicho Ryuuzaki. – Él le regresó la vista, y se inclinó hacia ella encorvado en aquella azorada postura, insistiéndole con los ojos por una respuesta. – Para mi no es solo un cumulo de sentimientos, cuando estas enamorado sientes la necesidad de dar todo por esa persona, te alegras cuando ella lo esta, te entristeces cuando ella lo esta, quieres protegerlo, hacerlo feliz, aunque eso implique tu propia infelicidad. – Hizo una pequeña pausa, para introducir otra de esas minúsculas cucharadas en su boca, con el azabache expectante a su conclusión. – Debes de estar dispuesto a todo por ella, hasta a dar tu propia vida… eso es lo que pienso.

El pareció contento con lo dicho por ella, parecía llenarse de convicción, y se golpeaba con el dedo pulgar en los labios cerrados, con las comisuras ligeramente curvadas hacia arriba, y los ojos puestos en los monitores, observando algún punto muerto. Y ella… ella necesitaba ansiosa esa respuesta.

- Entonces si estoy enamorado. – La seguridad con que lo había dicho, no le permitieron siquiera lugar a dudas, Ryuuzaki sabia lo que era el amor, y con lo frio que era siempre, la modelo no pudo mas que abrir la boca por la sorpresa.

Pero se apresuró a cerrarla, si él había estado enamorado, ¿había estado dispuesto a dar su vida por esa persona para protegerla? ¿Y si le habían roto el corazón y él había optado por dejarla libre para que fuera feliz? El sinfín de preguntas sobre la vida amorosa recién descubierta del ojeroso, no paraban de llenar su cabeza. Y en cierto modo se había sentido disgustada con la respuesta, sabia que el chico tenia una obsesión pervertida con ella, y le molestaba que otra cualquiera hubiese ocupado su lugar… momento, ¿acaso estaba celosa? No eso no podía ser… Debía de ser la falta de sueño, claro, no estaba en sus cinco sentidos, estaba pensando en Light, eso era…

- ¿Por qué a pesar de ser una modelo y actriz reputada te fijaste en alguien como Yagami Light? - ¿Eh? ¿Seguían con aquel juego con pinta de interrogatorio? Definitivamente la había pillado desprevenida y sumida en sus pensamientos.

- No creo que importe eso para el amor Ryuuzaki, estoy con el porque lo quiero y el a mi. – Dictó como una sentencia con dobles intenciones, ¿Por qué intuía que aquello le caería mal al detective?

El azabache bufó por lo bajo. – Sinceramente Misa-san, creo que desperdicias tu tiempo con el. – La atención puesta en el pastelito de crema entre sus manos, que no acababa de comerse.

Vale, hasta aquí había llegado. Eso ya pasaba de lo personal, ¡que le importaba a ese despatarrado su relación con Light! ¿Qué se creía diciendo que ella desperdiciaba su tiempo con su amado? ¿Qué insinuaba exactamente? Ni modo, Ryuuzaki no solo era un pervertido, también un completo entrometido.

- No sé que querrás decir con eso, ¿estas diciéndome que no soy lo suficiente mujer para Light? – Ahora si que estaba enfadada, el no tenia derecho a meterse en su relación, ¡él no era nadie con derecho a eso!

L le dedicó una mirada significativa, ella no lo había entendido. – Justo al contrario, Misa-san. Muchos desearían estar en el lugar de Light-kun.

¿Al… contrario? ¿Estaba desprestigiando a Light como hombre? - ¿Entonces crees que estaría mejor con alguien como… como tu? – Voz cargada de sarcasmo, y porque no, un tinte de maldad.

Pero el no pareció ofendido, aunque las culpas las estuviera cargando todas en aquel momento, era el todo o la nada. – Creo que mereces algo mucho mejor, Misa. Es todo.

Vale, aquello si que no se lo habría esperado. No sabía como contestarle, porque aquello había sido un elogio, ¿no? Era su turno de preguntar y a parte de no saber el que, tampoco tenía ganas de continuar, estaba confundida y asustada por lo que pensaba. ¿Desde cuando L había tenido una visión tan subjetiva y positiva de su persona? Por supuesto tenía muchísimas ganas de saber quien era esa mujer que ocupaba los pensamientos de él, al menos tanto como para llegar al imperturbable y frio corazón del moreno. Pero… si resultaba tan curiosa se evidenciarían sus verdaderas intenciones, y eso no lo quería. No, no con el.

Ryuuzaki pareció entender por su silencio que ella ya no quería continuar con el juego, porque no había mediado palabra, así que centró su atención de vuelta a la investigación del caso, con otro pastelito haciendo el camino directo a su boca.

No supo apreciar exactamente cuanto tiempo habían pasado en silencio, el chico se había absorto de nuevo en sus papeles, como al principio, llegando a un nivel de concentración que a su impresión física parecía imposible de percibir. La rubia sabia que ahora, por mas que intentara hablarle seria inútil, verlo de esa forma con los ojos viajando inhumanamente rápido de línea a línea, captando, memorizando y registrando toda aquella información sin necesidad de leerla otra vez, era hasta aterrador. Entonces se dio cuenta, ser L debía de ser extremadamente difícil para el, suponía una gran responsabilidad, capacidad y características especiales, que solo pocos serian capaces de cumplir… la siguiente idea que cruzó por su cabeza era si el realmente quería ser lo que era, no parecía feliz, ni tampoco disgustado, era tan imparcial que solo pocas veces podía intuir lo que pensaba.

Fue en ese momento cuando se descubrió presa, observándolo, no había tocado el trocito minúsculo de pastel que le restaba por comerse, así como tampoco la fresa que había albergado la cima anteriormente, y se pregunto porque… ¿Por qué no podía dejar de mirarlo? Contaba con la seguridad y suerte de que el siquiera se habría dado cuenta, debido al grado de concentración en el que se encontraba ahora mismo, por lo que estaba a salvo de sus conjeturas, las cuales no serian para nada erróneas en esos momentos.

Su rostro era demasiado pálido, tan blanco que hasta contrastaba con el suéter holgado que solía portar, sus cabellos oscuros, que lo hacían ver más lívido todavía, estaban desarreglados, y esparcidos de aquí allá, cayendo graciosamente sobre su cabeza y semblante. Sus facciones eran finas y suaves, se preguntó si tendrían una textura tan aterciopelada como parecían, era inexpresivo, pero lo que mas la había espeluznado de él, habían sido sus ojos. Aquellos ónices negros y oscuros, de una profundidad inmensa, que la hacían sucumbir y caer en un foso del que no encontraba escapatoria, ellos no decían nada, y la vez lo expresaban todo, cada vez que se encontraba expuesta a su mirada tenia la sensación de que el desnudaba su alma, quitándolo las capas una a una hasta llegar a la verdad.

Sus labios eran finos y delgados, también descoloridos, y ahora que se daba cuenta… tenía uno de los extremos ligeramente más rosado e hinchado que el anterior, al igual que el mismo lado de la mejilla, era apenas perceptible, pero para un observador tan minucioso como ella no pudo pasar desapercibido.

Sorprendentemente hallo su mano extendida hacia su pálida mejilla, allí donde solo ella había apreciado la tenue inflamación. La consecuencia estaba clara, aquello era producto de los golpes que había recibido de Light, así como el castaño también había recibido los mismos o peores. Ahora que recordaba Ryuuzaki había hecho gala de una desconocida hasta ahora habilidad en las artes marciales, algo que la había sorprendido, tanto a ella como a su novio que no se había esperado ninguna de aquellas patadas.

L dio un leve respingo en su silla al notar aquel pequeño contacto de los finos dedos de la idol en su magullada mejilla, al traste con su concentración, aquello lo había descolocado totalmente. Misa apartó su mano casi al mismo momento en que el, la había vuelto a ver, como si estuviera haciendo algo mal. Pero se reprochó a si misma internamente que eso no estaba mal, que no hacia nada malo, y posó sus dedos allí de nuevo, dando una leve caricia al moreno que se estremeció sobremanera.

- ¿Te… duele? – Se atrevió a preguntar por fin, tras unos segundos de silencio, prendada en aquel lugar.

El azabache simulaba no caber en su asombro, que Misa se preocupara por él era… era alentador. - ¿Te preocupo? – Necesitaba saberlo.

La rubia no retrajo su mano, y siguió acariciando lentamente aquella zona, provocando pequeñas descargas en la piel del moreno. - ¿Te gustaría que así fuera? – Su tono era amable, tampoco lo miraba a los ojos, no se iba a arriesgar.

- Al parecer mis esperanzas no eran tan vanas. – Comentó curvando sus comisuras de forma apenas apreciable.

Misa solo le sonrió con dulzura, ¿aquello era una especie de declaración? ¿A L le gustaba que ella se preocupase por el? ¿Porque? No dijo mucho más, y pasó la caricia de su pómulo hasta la zona entumecida del labio.

- ¿Dónde aprendiste… a pelear de esa forma? – No pudo evitar su incipiente curiosidad renacida, aunque seguía con la precaución de no dirigirle la mirada, sabia que entonces no podría escapar.

Ryuuzaki solo se dejaba hacer, acaramelado con los leves roces de la rubia. – Era capoeira, unos maestros me enseñaron hace años, en una investigación que tome en américa del sur…

No debería de estar contándole aquello, no a ella que era su principal enemiga, el segundo Kira, una asesina que lo quería ver muerto, pero Misa había roto todas sus defensas, y él no pensaba volverlas a construir, no aun.

- Deberías… de ponerte hielo… - Siguió como para decir algo, necesitaba una escusa para mantener aquel contacto con el azabache y no haberse querido despegar todavía. Había acertado al predecir que su piel seria sedosa.

- Mañana ya no estará… – Necesitaba distraerse, las caricias de la modelo lo estaban volviendo loco, mas porque ella estaba reduciendo la distancia de sus cuerpos gradualmente y casi sin darse cuenta.

¿Seria todo aquello un plan de Kira para pillarlo con la guardia baja? Si era así, había caído de lleno.

Tenia los labios entreabiertos, apenas un par de milímetros despegados, los dedos de Misa se estaban deslizando por aquella zona, los había perfilado al completo… Bien, ella lo tentaba, él iba a responder.

Deslizó su mano por detrás, sin que se diera cuenta, y cogió una de aquellas graciosas coletillas que solía portar siempre, por la punta. Dio un suave tirón, haciendo que ella volteara a mirarlo molesta, rápidamente la hipnotizó con sus ojos, ya no podría escapar.

Misa se maldijo mil veces por caer en aquella trampa, pero él la había cazado, sabia que la marcha atrás era inviable. Y lo supo mas ciertamente cuando el aliento a fresas y chocolate de el chocó de forma abrupta contra sus labios, dejándola perpleja y muy quieta, ¿Cuándo se había acercado tanto? Vaya si era rápido…

Entrecerró los ojos, como una colegiala enamorada esperando porque el chico iniciase el beso, y con un leve rumor en las mejillas… Y aquel esperado roce no tardó en llegar. L hizo un contacto muy tenue, una advertencia de que él no se iba a detener, no si ella lo dejaba libre.

La chica tampoco estaba abierta a otras sugerencias, ya no pensaba en nada, quería probar aquellos azucarados labios que la llevaban de cabeza desde que había empezado la noche. La no negativa le dio paso al detective para empezar con lo que había soñado desde que la conoció… no, quizás mucho antes, no por nada era un gran fan…

Juntó sus labios lenta y tímidamente, muy despacio, tan inocente… La sensación era indescriptible, no esperaron para continuar el beso, y luego siguieron con otro un poco mas atrevido, abriendo sus bocas lo suficiente para poder hacer contacto una con la otra. Al instante en que ambos supieron que todo iba en serio, que era verdad, la locura los invadió por completo, nublando sus sentidos y todo posible pensamiento cuerdo quedó relegado al olvido. El no esperó para hacer el beso más demandante, la quería, toda ella…

Quería transmitirle lo que sentía, quería imaginar que por unos momentos era suya, quería amarla, pero con tanta calma…

La posición en la que se encontraban no era la más cómoda, pero no parecía importarles. Ryuuzaki sobre su silla, inclinado hacia delante, casi en el borde, con una de sus manos acariciando el cabello dorado de ella, y la otra en el reposabrazos de la silla, para sostenerse. Misa, que se había abandonado al momento hacia demasiado ya, estaba en su respectiva silla, a la orilla, la mano que había empezado las caricias con el detective seguía en la mejilla de él, y la derecha en el acolchado cojín de su asiento, apretándolo con fuerza.

Separó los labios de la rubia con su boca, pidiendo permiso para entrar, saboreando el contorno de estos que sabían a pastel de fresas, con la lengua. Sorprendentemente la modelo no se opuso, no… ahora ya nada podía impresionarle. Al diablo con que Misa Amane fuese el segundo Kira, aquel era momento solo de dejarse llevar por las sensaciones, y por esos dichosos sentimientos que habían empezado a florecer en su pecho desde el mismo instante en que poso sus ojos sobre aquel ángel caído del cielo.

El baile fogoso en el que se habían enzarzado ambas lenguas era interminable, lleno de deseo y capricho. Porque Elle Lawliet era eso para ella, su nuevo capricho, quería al chico pelinegro sola y exclusivamente para ella.

El moreno, debido a lo forzoso de su posición, interrumpió el beso lentamente, mordiendo el labio inferior de la chica con los suyos, y se separó apenas milímetros, para bajar de la silla y volver a arremeter demandante contra su boca. Aquello le estaba gustando en demasía, y más que ella no se opusiera y lo incitara a seguir. Estaba probando que tan fuerte podía ser su amor por Light, que tan grande era la tentación que él le provocaba, en cierto modo aquello era una ofensa mutua al castaño.

Lo que el hacia era una afrenta directa contra su mayor enemigo, era una venganza. Misa Amane pertenecía a Kira, y él estaba tomándola de sus posesiones, era un insulto al honor del asesino. L sonrió.

Como él ya se había puesto de pie, aunque inclinado, incitó a la chica a subir también con su rostro pegado al de la idol. Ella no se resistió, y abandono el cómodo asiento rápidamente para refugiarse en los labios del azabache, sin nada que se lo impidiera rodeo el cuello de Ryuuzaki con sus brazos y profundizó el beso, quería saborear toda la gama de dulces que el desprendía.

Las manos de él pasaron de la inactividad a la espalda de la chica, empezando a acariciarla por sobre la fina tela, tratando de adivinar la textura de su piel. Ascendía y descendía lentamente, rozando entre sus dedos las hebras de cabello rubio que había desperdigadas por doquier. Se manejaba despacio, estaban solos y tenían todo el tiempo del mundo, quería disfrutar al máximo de aquella oportunidad.

Misa masajeaba entre sus finos dedos el cuero cabelludo del moreno, engarzando sus rebeldes mechones en las manos, obligándole a agachar la cabeza mas todavía, con el único fin de seguir devorando su boca. Una de sus traviesas manos se deslizó curiosa por el níveo cuello del muchacho, y viajó por debajo de la tela del borde de la camisa, debía saciar todas sus dudas esa misma noche.

Él no se quiso quedar atrás, atacó con ferocidad los labios de la modelo, obligándola a exhalar un leve gemido, y paso a paso la llevó hasta la base del escritorio, hasta que chocó contra este. L aprovechó la momentánea distracción de su rubia acompañante para besar su cuello, pillándola desprevenida, pero no por eso menos complacida por sus acciones.

La chica ayudándose con la mano que no estaba entre los tirabuzones oscuros, se impulsó para sentarse encima del escritorio, L la ayudó aupándola con sus brazos, los cuales le parecían más fuertes que nunca. Aprovechando la soledad de su palma para conocer lo que escondía Ryuuzaki debajo de aquellas camisas casi tan blancas como el, la deslizó tímidamente hasta rozar la tersa piel del muchacho.

Ante el inesperado contacto el separó sus labios de la blanca extensión del cuello de la chica que había estado saboreando hasta ahora, sentir como los dedos de Misa acariciaban insaciables su abdomen y pecho lo volvía loco. Pasó una de sus manos por todo el contorno de ella, delineándola suavemente, hasta llegar a las piernas, que apretó con dulzura y deseo contenido. Los calcetines altos que llevaba solo le dejaban libre el espacio de piel que llevaba a los muslos de la chica, y L no dudó en acariciar esa zona.

¿Acaso no era llamado pervertido? Bien, le demostraría que por una vez podría ganarse aquel adjetivo.

La sorpresa al encontrar un torso musculado había sido grata, no los tenia muy definidos, pero su pectoral y abdominales estaban claramente señalados, seguramente por su practica de artes marciales. El ojeroso detective era todo un pozo de sorpresas azucaradas que no se cansaba de descubrir, mas al sentir el atrevimiento de el de recorrer la extensión de sus piernas.

La modelo parecía complacida con lo que encontraba a su paso, y él estaba aliviado al respecto. Apegó su cuerpo todo lo que las leyes físicas le permitieron al de la rubia, colocando su cintura entre las piernas extendidas de ella, besando su cuello con fervor, teniendo cuidado de no dejar alguna marca visible, y bajando casi tortuosamente por el pronunciado escote de la estrecha bata de dormir que portaba.

Lujuria, placer, sensualidad, lascivia… Todo aquello junto, y entremezclado, explotando en el frenesí de la noche. Misa nunca había experimentado nada como aquello, podía decir que Ryuuzaki le había quitado su virginidad pasional. Sentía la lengua hambrienta del pelinegro delineando el hueco de su clavícula con asombrosa fogosidad, el joven besaba, lamia, mordía y succionaba toda extensión de piel que la ropa de la modelo dejara a la vista.

Y ella no quería quedarse atrás, aquel juego era de dos, y Ryuuzaki ya le llevaba mucha ventaja. Deslizó sus dos manos por el pecho de él, levantando la camiseta clara, dejando a la vista lo que sus dedos habían tocado antes tan territorialmente. Aquel abdomen pétreo y trabajado le dio la bienvenida, y sus labios no dudaron en pasearse por todo el, dando jugosos besos y pequeñas mordidas, ella si podría dejar su marca en el cuerpo de L. Quería que fuera suyo, y ahora le pertenecía.

El moreno complacido por la acción de su compañera levantó la cabeza de su lugar de trabajo, cerrando los ojos para soltar un contenido jadeo. Las manos que se encontraban acariciando los muslos, subieron con asombrosa rapidez por el interior de la ropa de la modelo, recordando cada centímetro de su piel, que le estaba siendo permitida tocar, aunque la ceñida bata lo seguía limitando en su cometido. Sacó una de las manos y se dedicó a desabrochar la parte de delante, que para su deleite ayudó a que el resto de la bata callera sola hasta las caderas de la muchacha, puesto que se encontraba sentada. Todo lo que quedó a la vista fue un provocativo sostén color negro con un bordeado de encaje granate…

¿Qué aquella mujer tenia que llevar hasta la ropa interior combinada? Parecía como si se hubiese preparado expresamente para el aquella noche, no sabia lo demente que lo estaba haciendo volverse… ¿acaso Misa lo habría hecho a propósito? No… aquello que sucedía solo era por casualidad, una bendita casualidad…

La planicie del estomago de la modelo era exquisitamente sabrosa, y sus labios no se cansaban de recorrerla, subía, acariciaba y volvía a bajar, aquello era refrescante… y una absoluta tortura de placer. Aquel pronunciado escote fue su victima durante bastante tiempo, así como su lengua no se cansaba de indagar sobre lo que había debajo. Misa se limitaba a expeler jadeos, cada vez más sonoros, con la cabeza echada lánguidamente hacia atrás, y ambas manos inmersas en las hebras azabache del cabello de Ryuuzaki, imprimiéndolo a darle mas.

Ambos eran inocentes en aquel sentido, ambos mantenían su castidad, y estaban perdiéndolo todo juntos en aquel arrebato de pasión lujuriosa. Eran más de las cinco de la mañana, y Misa Amane se encontraba con sus labios pegados a los de un hombre que no era su novio…

Ella sabia que L la deseaba, se lo estaba probando en aquel instante, pero también sabia que era imposible llegar tan lejos con el… no lo amaba. En ese momento odiaba a sus sentimientos y a su corazón por no ser fieles a lo que ella en verdad quería, o se estaba engañando y quizás… quizás solo había utilizado a Ryuuzaki para sentirse querida por alguien aunque fuera unas horas…

¿Y lo peor? Él lo sabía. Pero se había dejado hacer…

Se lo había transmitido todo en aquella mirada cargada de significación, cuando sus ojos habían conectado por centésima vez. El moreno sufría, porque a pesar de todo sabia que Misa jamás podría ser suya, pero se había resignado hacia mucho tiempo atrás ya a que su pobre corazón nunca iba a ser correspondido al completo. Por esa razón, había abandonado todo uso de coherencia y sensatez esa noche, porque por unos instantes podía ser el mismo, aunque no fuera a obtener lo que el en verdad ansiaba.

Misa le regresaba los besos, comprendiendo y aceptando que aquello que experimentaban era único, y tal vez exclusivo. Era de por mas seguro que no volverían a tener una oportunidad tan clara como aquella, tanta soledad. Pero Ryuuzaki había sido comprensivo, la había dividido y aun así había salido perdedor en aquella batalla.

No había mucho más que hacer, él había optado por abandonarse a las caricias y a los besos, a recorrer el cuerpo de la rubia una y otra vez, incansable… porque nunca se cansaría de ahogarse en aquellos lagos dorados enmarcados en larguísimas pestañas que le robaban el poco sueño del que disponía. Misa era su diosa, y por ello, le resultaba inalcanzable…

Ahora lo comprendía, el si estaba enamorado, el si sabia que era el amor, y desgraciadamente ella era la fuente de todos sus sentimientos. Si alguna vez, si se hubiesen encontrado en otra situación, en otro momento… quizás y solo quizás se hubiera sentido libre de corresponderle, y en verdad quería hacerlo, pero existían unas cadenas invisibles que le negaban el paso, le impedían quererlo de la misma forma en que él la amaba. Porque la Amane poblaba los pensamientos de L, y dudaba poder olvidarla hasta el día de su muerte, no… tal vez nunca lo haría.

Buscó la boca del pelinegro con la suya, la noche aun no había terminado, y a pesar que sabia que aquello era muy egoísta, pues lo único que conseguía era hundir cada vez más a Ryuuzaki en su agonía, no quería despegarse de él, no hasta que les fuese estrictamente necesario. El ahogó un gutural gemido de lamento entre sus labios, su decisión había sido la resignación.

- Lo siento… - Susurró rozando la comisura del pelinegro, y lo sentía de verdad. El no poder corresponderlo, el no poder entregarse a el de aquella forma, sabia que el comprendía, pero no por ello se sentía mejor.

El moreno soló negó, con los ojos cerrados, y rozando su nariz con la menuda de la idol, con ambas manos subía la bata que hacia mucho tiempo atrás el mismo había desabrochado y echado abajo, abotonando los botones despacio, muy despacio, uno a uno… permitiéndose sentir la aterciopelada piel de ella una ultima vez. La modelo le ayudaba a recolocarse la camiseta que había quedado arrugada en un rincón del escritorio, y la alisaba contra su pecho, delineando su albo abdomen por encima de la tela, le revolvía el cabello, en un intento de que pareciera menos desordenado que de costumbre. Todo había acabado.

Misa bajó del escritorio donde había estado sentada desde que todo aquel espectáculo empezara, y terminó de acomodarse las ropas por ella misma, estaba triste porque hubiera terminado de aquella forma. Pero Ryuuzaki le sonreía, con aquella cálida y tímida sonrisa que le había dirigido al principio, para él había sido suficiente el permiso de disfrutar de ella esa noche. Era demasiado bueno.

Se dirigió con paso lento hasta donde se encontraba el erguido, y buscó sus ojos tratando de disculparse, de todas formas había sido ella quien empezó a tentarlo, el solo había dejado caer su muralla de resistencia, y luego había sido otra vez ella quien lo había detenido. Era retorcido y mezquino de su parte el haberle hecho eso, pero admitía en su fuero interno que lo había necesitado, y lo había disfrutado como nunca. L la abrazó.

- Ryuuzaki… - Llamó su atención tras unos instantes.

Sin despegar su cuerpo del de ella, apoyó la afilada barbilla en la cabeza de la chica suavemente. – ¿Humm?

- Creo que ya se de quien estas enamorado. – Presumió bajito, sin ningún tinte de maldad ni presunción en la voz, solo con tal de darle conversación.

El la miró entretenido, con aquella imperturbabilidad reinante en su rostro. - ¿En serio? – Le sonrió nostálgico de nuevo.

Misa no le contestó, y se limitó a abocarse al manjar que le mostraban los labios del moreno, quien le correspondió sin dudar. Y de pronto una duda acudió a su mente, él había dicho que si había besado a una mujer, y esa era la primera vez que ella compartía algo así con el… unos celos indescriptibles la sacudieron, necesitaba saber quien…

- Ryuuzaki. – Lo llamó de nuevo, despegando sus labios momentáneamente, pero no lo dejó cuestionar. – Antes me habías dicho que tu si habías besado a una mujer… - Se frenó, no vio la necesidad de continuar, el sabia perfectamente a que se refería.

L abrió mucho los ojos, divertido con aquella nueva situación. - ¿Celosa Misa-san? – Espetó con un tono jocoso en la voz.

Ella le aventó un golpe en el pecho, que el moreno apenas notó. – No seas idiota.

- Tú eres la única mujer a la que he besado. – Y no se avergonzaba de admitirlo, era la verdad.

Misa enarcó una ceja dubitativa. – ¿Entonces mentiste a Misa al decir que si? – Lo separó un poco para encararlo, a pesar de que la cercanía era latente. L era un mentiroso, y de los buenos.

Ryuuzaki la beso castamente, seguía con aquel zumbido jovial en los ojos. – No te mentí.

- Pero… - El chico no la dejó acabar, y puso un dedo en sus labios.

- Durante más de una noche me he atrevido a ir a tu habitación y…

- ¡Pervertido! – Explotó ofuscada, él se reía. Lo llamaba pervertido por haberla besado a escondidas algunas noches, pero había aceptado de buena gana todo lo que él le había hecho antes. – ¡Mientras yo dormía!

El azabache detuvo el otro puño que iba directo a su pecho. – La primera vez fue un accidente… - Y la tentó jugando con sus labios. – Pero después ya no pude resistirme a repetirlo…

Así que finalmente el jamás había tenido otra mujer, ni otra amante, a no ser que le mintiera, pues era un habilidoso experto en ello, pero Misa había decidido confiar en su palabra. Y a decir verdad, se sentía aliviada en parte. Porque quería ser esa mujer que estaba presente en los sueños del detective, la que le robara el aliento, y a la vez no quería serlo. Ella estaba enamorada de Light, no de L, era muy egoísta jugar con sus sentimientos de aquella forma, pero era caprichosa. Y lo mas extraño era que apenas si sentía remordimiento o culpa por lo que había hecho, nadie se enteraría, así que mientras Ryuuzaki guardara el secreto, el castaño jamás lo sabría.

De todas formas aquel muchacho desgarbado le había demostrado mas en un par de horas que Light en todo lo que llevaban saliendo, había podido sentir el deseo, la pasión y el amor a través de aquellos besos, y ella no había dudado en corresponderlos… ¿Por empatía al moreno? No… eso seria mas cruel todavía que lo que le había hecho, se encontraba dividida, su corazón desgraciadamente en aquel momento eligió a su novio, pero después de aquella noche con Ryuuzaki… ¿Qué sentía exactamente por el?

Miró el reloj que marcaba las seis pasadas, el equipo de investigación se presentaría allí aproximadamente a las seis y media, apenas si les quedaban unos minutos de intimidad. Decidió que la mejor opción era aprovecharlos, por ello se colgó otra vez de los labios entreabiertos del muchacho, él no se oponía, ella tampoco iba a hacerlo.

¿Por qué seguía con aquello si sabia que quería a Light? ¿Por qué no le importaba en lo mas mínimo? Las respuestas no llegaban, se quedaban saturadas a medio camino, dejándola incompleta, pero de nuevo optó por restarle la importancia sustancial que podría tener, enredó su lengua con la de L.

Tampoco podía creer que el fuera un inexperto en aquellas situaciones, ella también había sido novata, pero los dos se habían entregado al otro como amantes desenfrenados… Descubrir que tu nueva obsesión son los labios azucarados de cierto detective no tenía precio. Ryuuzaki, que ya contaba con multitud de manías y caprichos, desde la forma de sentarse y morderse el pulgar reiterativamente, hasta no poder comer nada más que dulces para incrementar su actividad cerebral. Había descubierto esa noche uno nuevo y que superaban con creces cualquier otro… Misa Amane.

Se permitieron abandonarse uno al otro, ceder ante las caricias, los besos, los abrazos, se concedieron el poco tiempo que les quedaba, hasta caer exhaustos sobre la silla de él, la rubia entre sus brazos acurrucada. L acariciándole el cabello lentamente, enamoradamente… aquella noche había sido mágica, y quedaría grabada a fuego en los recuerdos de ambos jóvenes… seria un instante para sonreír, y evocar aquel momento, en el que fueron felices… ambos…

Un murmullo de voces se extendió rápidamente por la sala de las computadoras, el resto del equipo parecía haber llegado, y con ellos se fugaba la soledad.

- Mmm… buenos días jefe. – Soltó Matsuda desperezándose un poco, ingresando detrás de los demás y soltando un amplio bostezo.

Aizawa lo reprendió con los ojos. – Se mas serio, Matsuda. – El pobre chico cejó en el acto de estirar sus adoloridas articulaciones.

Yagami suspiró. – Buenos días.

Los tres entraron por la puerta, uno detrás de otro, y fue el moreno quien volvió a hablar, esta vez para saludar a su líder. – Buenos días Ryuuzaki, Ligh… ¿Light-kun? – Preguntó extrañado el joven policía al no encontrar rastro del castaño.

- Light no se encontraba bien.

La voz excesivamente aguda para ser la del detective les resultó a todos demasiado familiar. – Misa… ¿Misa-Misa? – Preguntó extrañado por ver allí a la joven, acompañando a su despeinado jefe.

Aquello era raro, demasiado raro…

- Wohh, hola Matsu! – Saludó efusiva y saludándolos con la mano desde su asiento. – Buenos días Yagami-san, Aizawa-san.

Se acercaron a ellos todavía perplejos, L como todo saludo les había levantado la mano sin voltear a verles, Aizawa preguntó por los demás. - ¿Qué estas haciendo aquí Misa?

Ella no supo exactamente que contestar, pero el ojeroso a su lado lo hizo por ella. – Misa-san se desveló hoy temprano en la mañana, y me pidió salir de la habitación. Yo le concedí el permiso. – Acotó de forma neutral y sumisa, centrado en una pila de papeles.

Doblemente raro… ¿Desde cuando Ryuuzaki soportaba a la actriz?

- ¡Es verdad! – Saltó ella sonriente y con un dedo alzado. – Ryuuzaki fue muy amable con Misa-Misa.

Triplemente raro… ¿Estaban los dos juntos en una misma habitación y aun no se había oído la palabra pervertido?

- Omm… vaya… - Matsuda aun no acababa de asimilarlo del todo, pero se limitó a dejar de preguntar, decidiendo empezar con el trabajo. - ¿Cree que Light-kun ya estará mejor, jefe?

Soichiro volteó a verlo, con unos papeles que L le acababa de tender en la mano. – Lo mas seguro es que si.

- Vaya a la habitación de Light-kun, Yagami-san. Y si se encuentra dispuesto hágalo venir, lo seguimos necesitando para la investigación. – Terminó el detective, con aquel tono apático que lo caracterizaba, e imperturbable.

- Enseguida voy, Ryuuzaki. – Y salió de la sala apresuradamente, hacia la habitación de su hijo.

Un profundo bostezo se escuchó por toda la sala, Misa se estaba desperezando cual gato. Después se talló uno de los ojos, bajo la atenta mirada de aquellos dos ónices oscuros, y finalmente se levantó. – Creo que Misa se va a la cama… no debió de haber madrugado tanto…

Cuádruplemente raro… Light estaba a punto de llegar, ¿Por qué Misa no saltaba de alegría gritando el nombre del chico? ¿Por qué se iba cuando en unos minutos lo podría ver?

- Esta bien Misa-san. – El detective se levantó de un salto, posicionando ambos pies en el suelo, acompañándola hasta su habitación para abrirle la puerta con la llave que poseía.

Los dos únicos integrantes del equipo que allí había los miraban perplejos, ¿desde cuando había tanta confianza entre esos dos? Hasta donde ellos sabían, ninguno soportaba al otro. Pero pese a toda contradicción, Ryuuzaki estaba siguiendo a la modelo por detrás, muy pegado, sin protestar ni rezongar nada sobre lo pesada que era, y ella no se quejaba de que el pervertido la acompañara a la habitación.

De pronto la rubia paró en seco, de no ser por los reflejos de L, este se habría chocado con ella. – Misa olvidaba algo importante. – Anunció volviendo sobre sus pasos.

Bajo la asombrada mirada de todos, y la entretenida del moreno, vieron como ella se dirigía a la silla donde había estado sentada anteriormente, y centraba su atención en un objeto en concreto encima del escritorio. Un pequeño platillo donde asomaban restos de pastel, y una fresa que no había sido tocada en toda la noche, aquella frutilla diminuta era lo que buscaba.

La cogió entre sus dedos y deshizo los pasos hasta llegar donde había dejado plantado al chico ojeroso, introduciendo la fresita en su boca con una sonrisa, sabiendo que el la observaba con los ojos muy abiertos. Pero Ryuuzaki no dijo nada.

¡Quíntuplemente raro! ¿Cómo era posible que L le permitiese devorar una de sus preciadas fresas en sus narices? ¿Por qué no había hecho nada? ¿Por qué le había consentido algo tan atroz como eso?

Aizawa disimulaba mejor, pero Matsuda no pudo evitar que su boca se abriera unos centímetros de más, sorprendidos era un adjetivo poco adecuado para describirlos. Lo que acababan de presenciar era tan inviable, tan imposible, tan… ¿Qué diablos había pasado entre esos dos aquella noche?

L siguiendo por detrás a la chica, con los ojos puestos en su espalda y en el danzarín cabello rubio de ella, no pudo más que remojarse los labios. Misa lo había tentado de nuevo, y delante de todos.

- Misa-san, me debes una fresa. – Le comentó respirando suavemente en su nuca, ya arriba de la escalera, y fuera de las miradas curiosas de los otros dos.

La chica no contestó, limitándose a sentir la presencia reconfortante del azabache tras de ella, cerrando los ojos, y aspirando su aroma. Finalmente el introdujo la llave en la puerta y la abrió, dándole vía libre para pasar y reposar en su alcoba, tras una larga noche sin descanso.

Ella se dio la vuelta para encarar a aquellos pozos oscuros. Ónix contra dorado. Y le devolvió la sonrisa pícaramente. – Alguna noche podrás recuperarla…

De forma rápida e inesperada para un aturdido L, la modelo cerró la puerta, dejándolo a él con aquella sensación de extrañeza y deseo, lo había vuelto a tentar, y otra vez, como el perdedor, no le quedaba más que esperar por el momento. Descendió lento y con una ligera curvatura en los labios las escaleras, las manos ocupadas en los bolsillos de sus vaqueros, la mirada clavada en algún lugar en el techo… en verdad estaba enamorado de esa mujer…

Si, aquella había sido una de las noches más raras, pesadas, extrañas, agradables, sin sentido e inesperadas que había tenido en toda su vida… una noche inolvidable, azucarada y placentera… una noche que le había permitido disfrutar del mayor afrodisiaco existente… una noche de preguntas y respuestas…

¿Y bien? Espero que os haya gustado el final. La verdad que la parte donde hay mas acción física, me costó de escribir, de hecho es la primera vez que escribo algo así jeje, y no se muy bien como me haya podido quedar por mas veces que lo lea, así que decidí dejarlo tal cual xD, ¿Eso se podría catalogar como limme? Supongo que comprenderéis por qué no han llegado a ese extremo, cosa que tampoco veía viable en ese momento, ya es raro que Misa se entregara a él de la forma que lo ha hecho en este fic, como para dejar que L fuese el primer hombre con quien hiciera el amor, estando ella tan enamorada de Light. Por eso, aunque no fue con palabras, deje caer que ella lo había parado de continuar, le había establecido un límite de hasta donde pasar, y el pobre Ryuuzaki comprensivo como es, razonablemente lo había aceptado, espero que no los decepcionara en ese sentido. En fin ojala fuera bueno, y si no es molestia me gustaría mucho saber su opinión. Cualquier comentario, duda, elogio o crítica será bien recibido n.n ¡Muchas gracias por leer!

Nos vemos, bessos! Andy ;D