¡Hola!

Después de estar asimilando la vergüenza que me dio escribir un lemon tan explicito, decidí que por el momento no escribiré cosas así de intensas xD son cosas muy intensas para mí todavía.

Por otra parte, espero que todavía haya audiencia para este Fanfic, una chica que sigue mis historias preguntó si las seguiría, así que decidí darle una oportunidad y actualizarla. Mis historias seguirán vivas mientras haya quien opine sobre ellas :3

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.


GUERRA EN EL DESIERTO

CAPITULO VIII

Suspiro

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El sexo alivianaba el dolor sin duda alguna. Los dos, inexpertos en sensaciones tan fuertes como la pasión y lujuria combinado con recuerdos nostálgicos y dolorosos para sus corazones, estaban abrumados, con el corazón latiendo a una velocidad impresionante, habían pasado por algo tan intenso que sus cuerpos de solo recordarlo temblaban y dejaban de respirar. No era nada raro entre parejas, pero ellos se sentían como los primeros humanos en pisar la tierra, los primeros en descubrir el cuerpo del otro y los primeros en probar del fruto prohibido. El dolor seguía ahí, ocultado en gemidos y suspiros vaporosos, cubiertos de sudor y saliva. Pero antes ese dolor se asemejaba a una pared indestructible, ahora tenía grietas, y ellos tenían un enorme arma con la cual derribarla.

Cuando el sol salió los dos no se movieron de donde estaban. Gaara durmió casi doce horas en el pecho de Sakura y ella lo tenía firmemente abrazado impidiendo que él abandonara su posición. Sus cuerpos desnudos habían pasado de fríos a hirvientes y después a tibios. Los cristales de la pared estaban empañados, se podía ver el frío que hacía afuera, la lluvia había amainado y ahora solo era una leve llovizna que retrataba exactamente a Sakura y Gaara. La casa estaba llena de un silencio misterioso, nadie sabía lo que pasaría después en aquellas paredes, Sakura aún con los ojos somnolientos sentía ese terror de que Gaara la abandonara, aún cuando él tenía el derecho de hacerlo.

Cuando ella comenzó a abrir sus ojos cada vez más, sintió los dedos de Gaara acariciando su vientre. La mano de Gaara nunca había matado, si mal no recordaba Sakura. Cuando lo conoció durante los exámenes gennin Gaara se ganó el temor de los demás gracias a su manipulación de arena por medio de chakra. Se habían oído cosas horribles de él y ella en una ocasión pudo ver su deformado rostro unido al de Shukaku, aún recordaba el miedo que sentía cuando pensaba en él, cuando imaginaba tenerlo frente a ella otra vez, estaba segura de que él vendría a acabar con ella. Nunca imaginó que encontraría tanta bondad y dolor fusionado, que su corazón empezara a latir solo por el bienestar de él. El monstruo de sus pesadillas se había convertido en alguna clase de elemento vital para ella, algo que Sasuke no había llegado a ser nunca para ella.

Ahora lo sabía, amaba a Gaara, nunca podría amarlo como había amado a Sasuke, porque él había significado para ella una estrella inalcanzable, una luz que la orillaba a mejorar y convertirse en alguien digna de levantar la cabeza y luchar con todas sus fuerzas. Sasuke en su vida había sido un bien o un parásito, el dolor de su partida la había mantenido en un caparazón que con los años pudo agrietar y salir como una mariposa, o al menos algo más bello y digno que la chica llorona de doce años. Gaara sin embargo era el viento, aquel que la tranquilizaba, aquel que le susurraba cariños y promesas que estaba segura que él cumpliría, era un frío consolador, un arrullo cuando cerraba los ojos. El amor que sentía por ambos era tan diferente que nunca podría amar a uno de la manera en la que amaba al otro.

Cuando Sakura se dio cuenta de ello, su corazón dio brincos de felicidad, sentía que en cuanto Gaara la mirara ella no le evitaría nunca más, de hecho estaba ansiosa por dejarse engullir por esos ojos turquesa y unir sus labios una vez más como anoche, quería apretar su cuerpo contra el de él con o sin insinuaciones sexuales. Por fin podría volver al cementerio a ver a Chiyo, sus palabras ya estaban formulando el "te equivocaste" muy claramente. Quería todo de él, quería su corazón, sus lágrimas, sus gemidos y sus risas. Nunca había querido tanto de alguien como lo quería de Gaara, podía sentir como su cuerpo se calentaba y decidió tomar medidas en el asunto.

— Gaara —murmuró, porque sabía que estaba despierto. Ninguno de los dos tenía alguna idea de qué hacer después de aquella noche, pero ahora Sakura sabía lo que había que decir—. Te amo.

Lentamente, Gaara separo su cabeza del pecho de su esposa, se irguió sin levantarse de la cama y Sakura hizo lo mismo. Tenían las caras frente a frente y los ojos de Gaara estaban llenos de una sensación que a Sakura no le gustaba, parecía una sombra que trataba de ocultar lo que sentía, él estaba ocultando su dolor.

— Te he amado desde un principio, Gaara, desde el día que me pediste que me quedara a tu lado —siguió ella. Quería tocar su rostro, pasar sus brazos por su cuello y por sus hombros, pero temía que él se lo tomara de una manera errónea—. Te amo de una manera que nunca antes lo había hecho, y cada día que paso contigo, cerca de ti, tocándote, mirándote…

Sus palabras iban bajando de volumen, se hacían roncas y sus ojos se oscurecían de la intensidad. Gaara también lo sentía, puso su mano sobre la de Sakura, y le transmitió una mirada que pudo haber calmado tormentas eléctricas.

— Cuando te vi en ese lugar, cuando me dijiste que no ibas a dejarme… —dijo Gaara con un esfuerzo en su voz, no quería mostrar debilidad en un momento como ese, Sakura sabía que muy dentro de él, estaba un niño que no hacía más que llorar, lloraba de dolor, de soledad, de felicidad y de euforia, pero en ese momento no sabía qué tipo de lagrimas derramaba ese niño— mi corazón dio un salto tan repentino que sentía como casi se salía de mi pecho, las palabras nunca serán suficientes para expresarte lo feliz que fui cuando me dijiste que querías ser mi esposa.

No tenían que haber lagrimas, pensaron los dos, si uno lloraba el otro se derrumbaría, y en este momento la fortaleza de sus semblantes era su única arma. Sakura apretó uno de sus puños y deseó con todas sus ganas hacer algo.

— Pero sé que no he sido el primero en tu corazón, te recuerdo, Sakura Haruno —él fue quien tocó el rostro de Sakura, los ojos de ella se abrieron de sorpresa al ver como él encajaba sus palmas alrededor de sus mejillas, y la miraba como alguien valiosa—, cuando Shukaku se desató, cuando peleé con Naruto, te recuerdo a ti protegiendo a Sasuke Uchiha.

Un suspiro de sorpresa se hizo presente. La pesadilla de Sakura antes de conocer a Gaara, la pesadilla de que sería devorada, de que Sasuke sería devorado. Su cuerpo se tensó, y Gaara lo sintió, sus ojos se volvieron más oscuros y eso encogió el corazón de Sakura cinco veces más de lo usual.

— Como había deseado… tener a alguien que se atreviera a dar su vida como lo hiciste por él —acarició una de sus mejillas, pero fue una caricia que a Sakura no le gustaba, como si nunca pudiera llegar a ella—, cuando llegaste, tuve esa pequeña ilusión de que lo harías, aún si solo era el deber de tu misión.

No lo pudo controlar más. Lo abrazó, lo abrazó pasando sus manos por encima de sus hombros y hundió la cabeza en el cabello rojo de él. Todo su cuerpo temblaba, creía que él se levantaría y se vestiría, le diría una vez más cuanto la amaba pero después la dejaría, para que pudiera ser feliz con Sasuke Uchiha. Sakura no le temía a la soledad, o al menos eso pensaba ella. Había sobrevivido a la partida de Sasuke, aun cuando el pensamiento de este le hacía sentir una punzada en el pecho, sabía que tarde o temprano pasaría a ser un simple nombre, algo a lo cual ella podría poner indiferencia. Pero no estaba segura de poder hacer lo mismo con Gaara.

— Tú fuiste… mi más grande miedo hace mucho —le dolía decir aquello, pero no podía mentirle a Gaara. Si quería saber todo de él, si quería todo de Gaara, primero ella tenía que ofrecerle todo lo que había en ella, sus miedos, sus deseos, sus sentimientos—. Pensé que ese día sería el día de mi muerte, pensé que todo iba a estar bien porque mi muerte era un sacrificio, que no sería olvidada… pero eso no evitó que sintiera un miedo inmenso, yo… al final de cuentas, no quería morir, sin importar qué.

Gaara no le correspondió el abrazo rápidamente, seguramente estaba tan sorprendido que ahora dudaba.

— No quería ser tu guardaespaldas, me dabas miedo, Gaara, me aterraba que ese ser dentro de ti quisiera terminar conmigo tan pronto me viera —el aire de sus pulmones se fue, y lo último dicho pareció un jadeo, quería llorar— pero te apareciste de esta manera, como un líder orgulloso y dedicado a su aldea. Te preocupaste por mí, cuando yo debí dar mi vida por ti antes de dejar que pelearas con Akatsuki… todo este tiempo le temí a alguien que no existía, y ahora que conozco a este Gaara, frágil, cálido y amable… no puedo imaginar un mundo sin ti.

Como si los dos estuvieran conectados, Gaara comenzó a llorar, Sakura no tardó nada en seguir sus acciones y se acurrucaron en el otro derramando lagrimas y apretando la piel del otro buscando un alivio a esa punzada en todo su ser. Las lagrimas estaban llenas de gozo y bienestar, podían ver con esos ojos llenos de lágrimas que la lluvia dejaría de caer y los dos podrían salir a dar un paseo tomados de la mano, que regresarían de la luna de miel con una enorme sonrisa y jamás volverían a dudar a la hora de besar al otro, a la hora de bailar sin música, a la hora de decir te quiero cada uno. Podían ver un futuro, veían un camino dispuestos a seguir, les gustaba su futuro.

Ya nada volvería a separarlos, nada volvería a hacer dudar a Sakura y nada hará que Gaara vuelva a flaquear. Él ya no se sentiría como un niño desolado, ella ya no recordaría el miedo hacía Gaara nunca más. Todo estaría bien.

O por lo menos, tenían esa seguridad mientras una vez más se envolvían entre las sábanas.

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En las profundidades del bosque, tan profundo que la cantidad de arboles era tal que la luz del sol apenas era vista, había una cueva donde se encontraba una de las muchas bases Akatsuki. La cueva donde habían luchado Sakura y Chiyo contra Sasori ahora estaba destruida, pero eso no decía que todo estaba perdido. Deidara, sobreviviente la batalla con Gaara y también de la del equipo Kakashi, se adentró hasta ese bosque a pasos relajados. No podía volar con sus aves de arcilla, el espacio entre los arboles era tan angosto que no era posible. A su lado lo acompañaban pequeños pájaros de arcilla, que Deidara necesitaba para más adelante.

Al entrar a la cueva, las antorchas se encendían de manera automática, cuando te alejabas de ellas se apagaban, así que Deidara caminaba a un rumbo incierto pero que no le preocupaba, después de todo, ellos eran la incertidumbre personificada. Cuando el túnel terminó había un enorme espacio, como una arena de pelea con una estatua de su líder construida de piedra. Deidara se rascó la cabeza con queja, ¿era necesario aquello en realidad? Lamentablemente, sí. La imagen solo alcanzaba del abdomen hacía arriba, con las manos extendidas y los dedos de las manos separados. Deidara dio un enorme salto y quedo en el dedo índice de la mano derecha. Poco a poco, imágenes difuminadas de los demás miembros fueron apareciendo. Itachi, Kisame, Hidan, Tobi, Kakuzu, Zetsu y Konan ocuparon los demás dedos de la estatua, cuando su líder Pain apareció, todos se dieron cuenta de que quedaba un lugar vacío.

— Lamento decirles que he perdido mi compañero —dijo Deidara con cansancio, había pasado mucho tiempo alado de él, compartían una fascinación por el arte que nadie podría comprender, aunque al final incluso en eso tenían sus diferencias—, una anciana y una kunoichi de Konoha lo hicieron polvo.

— A pesar de la perdida de Akasuna, pudimos llevar a cabo a extracción del zorro de una cola —intervino Itachi Uchiha, con su característica manera seca de hablar, y con su sharingan reluciendo aún cuando su presencia no fuera del todo completa.

— ¿Qué sucedió con el Kyuubi? —pregunto la trémula voz de Pain, resonando incluso por el corredor de la cueva.

— No pude conseguirlo, el ninja Copia me puso las cosas difíciles, antes de escapar logró arrancarme un brazo —era una excusa por parte de Deidara, pero la sonrisa con lo que lo dijo hizo suponer a los demás que no era todo — afortunadamente tengo un plan de respaldo.

Las aves hicieron su aparición, volaron hasta el centro del círculo que formaba Akatsuki y explotaron como fuegos artificiales, fuegos artificiales rosas. Las luces formaron una figura, y esta se convirtió en una silueta, era Sakura Haruno.

— La kunoichi responsable de la muerte de Sasori es compañera del Kyuubi, ¿no es así, Uchiha? —preguntó Deidara con una sonrisa altanera, Itachi asintió con nada de interés— bueno, capturo a la rosada y él vendrá corriendo a salvarla, lo capturamos y mato a la rosa como venganza por lo de Sasori.

Hubo un silencio largo, donde todos voltearon del orgulloso Deidara hasta Pain, quien mantenía la vista fija en Deidara o por lo menos en algo cercano a él. Al final, cerró sus ojos con calma y aprobó el plan.

— Necesitaras otro compañero para llevar a cabo la misión, Tobi —uno de los miembros, el más hiperactivo y menos amenazante, levantó su mano como un niño de escuela, y Deidara pensó lo peor— serás compañero de Deidara de ahora en adelante.

Antes de que Deidara soltara decenas de quejas y reclamos, la oscura silueta de Pain desapareció y junto con él desaparecieron los demás gradualmente, hasta que solo quedó Deidara y un tic nervioso en su ceja. Se irguió como todo un hombro y bajo con un gran salto de la estatua. La cueva era tan oscura que sabiendo que era medio día Deidara sentía el cansancio nocturno. Entró por el pasillo de antorchas y salió de la cueva, y escalando hasta la sima de los árboles formó una enorme ave de arcilla y salió del lugar con una mirada decidida.

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— Tenemos que dormir temprano, mañana volvemos a Suna —murmuró Sakura.

— ¿Y?

— Que no nos hemos ni levantado de la cama, en todo el día.

— Soy el Kazekage, puedo llegar a Suna cuando quiera, y puedo dormir cuando quiera —ronroneó Gaara dándole besos en el cuello.

— Exacto, eres el Kazekage, y debemos regresar con mucha energía mañana ya que los deberes del líder de una aldea no son fáciles.

—Tampoco son fáciles los deberes de la esposa del Kazekage.

—Te faltó agregar "guardaespaldas" en mi título de esposa del Kazekage.

Efectivamente, siendo ya el atardecer, la casa carcomida por sombras rojizas y anaranjadas, estaban Gaara y Sakura en cama. Solo se habían levantado para comer pero inmediatamente volvieron a la cama (aunque estuvieron tentados a hacer el amor en el comedor). Estaban radiantes, con una sonrisa de oreja a oreja, si seguían a este paso llegarían a tal punto que sus rostros quedarían así para toda la vida, lo cual no era un problema muy grande.

Hablaron, se besaron, hicieron el amor y jugaron como niños pequeños, todo repitiéndose una y otra vez durante todo el día. Sakura siempre pensó que la manera en la que uno se divertía era saliendo y teniendo aventuras, nunca pensó que pasar horas en la cama hablando y besando podía ser incluso mejor, su corazón palpitaba normalmente, pero cada latido era un golpe intenso que la hacía brincar, que la hacía reír y le recordaba lo mucho que le gustaba Gaara. Le gustaba su cabello, sus ojos, su piel blanquísima como la de ella.

Gaara estaba igual o incluso más feliz que ella, se comportaba como un niño, un niño maduro. Le encantaba cuando sonreía ligeramente, pero se moría de la emoción cuando sonreía enseñando los dientes, le gustaba que sus ojos solo la siguieran a ella y le gustaba que su cuerpo se agitara con solo un rose. Ella era casi como una droga para él y él para ella ellos lo sabían, y les encantaba.

— ¿Qué haré si quedo embarazada? ¡No podré protegerte! —Dijo ella con un sonrojo, por supuesto que después de todo un día apasionado cabían grandes posibilidades de quedar embarazada—, engordaré como una ballena y no sabré que hacer en todo el día.

— Si quedas embarazada puedes volver a Konoha —contestó Gaara, lo cual dejo pasmada a Sakura—, me encantaría quedarme contigo día y noche cuidándote, procurándote y dándote todo para satisfacerte, pero a veces estoy tan ocupado que puedo no verte incluso por días, quisiera que estuvieras siempre acompañada si eso llega a pasar.

— ¿Quieres que me regrese con mi madre? ¡Me casé hace menos de un mes! —rió ella, entendía sus razones. Cuando estas con alguien con semejante cargo como Gaara era de esperar que sucedieran ese tipo de cosas—, si eso llega a pasar, esperaré unos meses, y después me iré.

Sakura sonrió como una boba y se acurrucó entre los brazos de Gaara, dándole besos en el pecho, la clavícula y el cuello. Y durmieron. Tan pronto como Sakura cerró sus ojos sintió el cansancio de su estrés liberado. Todos esos miedos y preocupaciones se desvanecieron tan pronto como cerró sus ojos sabiendo que al amanecer, todo iba a estar bien.

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¡Eso es todo!

Los que leen mis otros Fanfics quizá ya se han dado cuenta que ya no escribo tanto como antes, y la verdad es que yo tampoco sé que ha pasado con mi manera de escribir (? aunque creo que de esta manera, más concisa, más cortos, es más fácil para ustedes entender la historia :D

Me encantaría contestar sus comentarios así que, quien no lo haga o lo hace sin cuenta, me haría sumamente feliz que se hicieran una cuenta para que yo pueda contestar a sus opiniones de la manera más extensa posible.

¡Hasta pronto!

TMD