Prologo

Sus ojos oscuros se fijaron el aquel hombre tuerto con completo odio y malicia. Sus manos atadas se alzaron un movimiento de rabia desmedida, y su grito de odio fue más bien un gruñido ahogado debido al bozal que cubría su boca. El Padre de todos alzo su mano, todos los habitantes de Asgard miraron su vergüenza, rieron, se gozaron. El dios del trueno volvió la mirada, dolido, avergonzado. Aquella mujer que durante años llamo "madre" no era más su "madre", y lloro con amargura, suplicando, pidiendo, "¡Otra forma!", gritaba en su dolor.

Cayó de rodillas, hacia frio. La fuerza le fallo, sintió sus piernas débiles y sus ojos se mantuvieron abiertos solo por el orgullo que corría por sus venas. Tembló, se aferro a sus ataduras. Vio colores tan vivos que su mirada esmeralda se vio torturada, y cerro sus ojos. No pudo sostener su peso, sus brazos sirvieron ahora de sustento a su cuerpo, quedando postrado frente al Padre de todos. Oyó risas, oyó burlas, oyó alegría. Y odio a todos.

Cuando el frio fue lo único que su piel sintió, cuando se dio cuenta de eso, y cuando oyó el silencio producto del miedo y el pavor, abrió sus ojos. Brillantes gemas rojas se clavaron en el Padre de todos, en el dios del trueno y en "Madre". Su respiración fría helo el suelo, dejando una fina capa de escarcha ahí, pero su piel volvió a su tono rosado, y su mirada se volvió esmeralda. Su cuerpo cayó rendido al suelo, cansado, agotado.

—Es por tu bien…— Alcanzo a oír un susurro, su mente ya no trabajaba al ritmo de los hechos. Su cuerpo fue levantado, pero no por sus piernas, no tenia fuerzas para eso. Oyó el silencio, y entre abrió sus ojos, mirando a todos y a ningún lado. Frialdad, temor, orgullo, odio, desprecio, dolor, amargura, resentimiento, repulsión. Rostro tras rostro, las emociones plasmadas eran dolorosas, y cerró sus ojos con suavidad, dejándose arrastrar. —, por tu bien, hijo mio…

Ya no oyó la voz del Padre de Todos. Su cuerpo fue montado en alguna carreta o algo, porque fue arrastrado hasta que fue dejando en un lugar, y exhausto, se dejo perder en su frio. En su debilidad. Ni si quiera tenia fuerzas para jurar venganza. Quizás, ni siquiera ánimos…


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