Primera Publicación: 3 de Agosto 2014
Reedición: Septiembre 2017
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Conquístame, si puedes…
Epilogo
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El vals proveniente de las armoniosas notas ejecutadas por la Sailor del planeta Neptuno invadía el salón donde la pareja recién casada daba sus primeros pasos en el baile inaugural.
Tanto Serena como Darien lucían radiantes del paso que habían dado hacia una nueva vida juntos, aunque mientras rodeaban la pista de baile con el vaivén del compás musical, fueron observando cómo estaban los presentes.
Serena podía ver como su padre era consolado por su madre, que lucía bastante enojada por el lloriqueo del periodista debido a la boda de su pequeña hija, la rubia sonrió y permitió que Darien la moviera para cambiar la dirección del baile, vio cómo sus amigas observaban a los Shitennou reacias a aceptar su cercanía y aprovechó para preguntarle a su marido.
—¿Crees que encajen bien en esta época? —Darien la miró y sonrió observando también como los cuatro generales miraban confundido las luces de la sala.
—Esperemos que sí —afirmó— podemos pedirle ayuda a las chicas si es necesario…
—Esa es buena idea, será una interesante misión —respondió Serena compartiendo la misma malicia que Darien reflejaba en sus ojos azules.
Siguieron observando más de la fiesta, Seiya, Yaten y Taiki estaban con Haruka arreglando los instrumentos para la parte más movida de la fiesta, las miradas de Seiya y Darien se cruzaron, y fue el causante de que el príncipe bajara su rostro y atrapara los labios de su sorprendida esposa— ¡Darien! —comentó totalmente sonrojada—. Eso no me lo esperaba…
—Bueno —sonrió volviendo a levantar su rostro—, ahora eres mi esposa ante todos los presentes y los ausentes.
Serena trató de aguantarse la risa para poder seguir observando como todos sus amigos parecían disfrutar de la fiesta, eso era algo muy bueno para ellos…
Una buena forma de iniciar la nueva vida que les esperaba…
…
La fiesta siguió su curso con normal tranquilidad hasta que una nube de color lavanda apareció sobre ellos y se vieron obligados a desaparecer momentáneamente para poder saber qué novedades tendrían del futuro. Por el color, era claro que venía de parte del Rey Endymion.
«Estimados Serena y Darien:
Para iniciar, les deseo un feliz matrimonio, ese que hoy inicia para ustedes, pero para mi esposa y yo significan 1000 años juntos. Es una larga vida, ¿verdad?
Bien, a lo que iba. Supongo que ¿recuerdan que la presencia de la Pretty Lady hace un mes en su época se debió a un temblor en la puerta del tiempo? Pues ya supimos a que se refería, y solo tiene una culpable de tal acto: Kousagi»
Ante la mención de ese nombre, Serena miró a Darien, pero él siguió leyendo sin prestarle atención a la desconcertada Princesa.
«Kousagi no debía ir a su época y tampoco debía darte a ti las piedras de los Guardianes, pero supongo que te serán útiles para los primeros años de gobierno en donde las cosas se les pondrán un poco difíciles en un comienzo.
Bueno, futuros reyes de Tokio de Cristal, con esto terminan nuestras pláticas a través de mensajes. Ahora todo depende de ustedes.
¡Buena Suerte!
Rey Endymion»
Darien bajó la carta, pero a Serena no le gustó la sonrisa ladeada de su esposo.
—¿Quién es Kousagi? ¿Es la niña que conociste? ¿Por qué el Rey Endymion la conoce? ¿Eh? ¿Acaso es nuestra Nieta? ¡¿Rini ya se casó? ¿Soy Abuela?
Darien vio la desesperación de Serena, mientras ella se imaginaba quien era Kousagi, pero él no debía decirle que era su segunda hija… Una hija que tendrían en ocho años más… Porque en ocho años pasan muchas cosas… Siete años eran el tiempo que ellos llevaban juntos… Sonrió y la besó, haciéndola olvidar completamente de lo que estaba pensando.
Ese día, era el primero de su longeva vida…