Los libros de Harry Potter no me pertenecen, son de J.K Rowling y de quienes sean sus derechos. Escribo esto por puro gusto personal, y para alegrar a otros fans, y no quiero ni busco nada a cambio. Gracias.

ADVERTENCIA: Esta historia contiene yaoi, es decir, amor entre hombres, criaturas sobrenaturales, tortura, muerte, referencias al voodoo, y escenas de índole sexual. Dark Harry.

DISCULPAS: Esta historia que transcurre en Nueva Orleans, va a tener bastantes trazas del voodoo, que tanto me ha fascinado desde que empezara a leer sobre él. Mis conocimientos no son todo lo extensos que deberían para escribir algo totalmente fidedigno, y a favor de la historia seguramente alteraré algunas cosas. Por eso quisiera disculparme de antemano, ante cualquier lector, o practicante del voodoo, que pudiera sentirse ofendido por mis elucubraciones. No es mi intención faltar a una cultura tan exótica, interesante, y maravillosa, como esta. Gracias.

SUMARIO: Estos son los ingredientes de la pócima que es Noctisa: Un frasco de amistad, cuyo contenido semilíquido se había convertido en polvo. Algunas hojas secas, amor muerto, de aroma intoxicante. Cascaras pútridas de magia tenebrosa. Polvo de corrupción. Granos de criatura. Y la especia exótica, terriblemente cambiante, de New Orleans.

SALUDOS: Hola a todos, y bienvenidos a Noctisa ^^ Este fic tan largo tiempo esperado, ya está aquí, casi no puedo creerlo. Espero que haya merecido la pena. Pero no habría podido conseguirlo sin la ayuda de mi veta David, que a pesar de mi lentitud, y en ocasiones desesperada falta de inspiración XD, ha sabido aguantarme y colaborar maravillosamente para idear esta segunda parte tan esperada. Gracias David ^^

NOTA: Para aquellos que empezáis a leer ahora, sabed que "Noctisa" es la segunda parte de "El cuerno del unicornio", aunque tranquilos porque puede sostenerse solo. Simplemente lo recomiendo como manera de que podáis ver realmente cuanto ha sufrido Harry antes de llegar aquí, y para que comprendáis mejor la trama.

CONTESTACIONES A LOS REVIEWS DEL CAPÍTULO FINAL DE

"EL CUERNO DEL UNICORNIO":

Me habéis hecho sentir orgullosa de mi fic, sobre todo porque con él he alcanzado a lectores tan maravillosos. Gracias a todos quienes, siguiéndome desde El cuerno del unicornio, habéis llegado hasta aquí. ^^

Vosotros sois mi inspiración.

Rose: Hola nueva lectora ^^ Gracias por animarme tanto. Me alegra que te gustara el cuerno del unicornio, sobre todo sabiendo que no te va el drama. ;) Um…creo que debería advertirte, que yo tiendo a llevar el sufrimiento de los personajes, a límites insospechados. Bueno, eso y que el cuerno del unicornio era mi fic más blandito. XD Así que no te asustes de lo que puedas leer en Noctisa. ^^ Sobre que hubieras preferido que fuera un long fic, lo he estado pensando. Había planeado que fuera una trilogía, pero visto así que cuando la acabe creo que la recopilaré todo en uno, para que sea más fácil de leer. ^^ Gracias de nuevo por tomarte el tiempo, y la molestia, de escribirme un review. (Adoro los long review)Y ojala que nos sigamos leyendo más.

AliaR.K.M: ¿Me patearás? Um… creo que mejor me voy escondiendo si eso… XD Pero espero que me perdones ahora que he logrado recuperar la inspiración, y subir el primer cap de Noctisa. ;) Gracias por animarme tanto. ^^ Y estaré deseando ver qué te parece este nuevo cap.

Quimaira: No sé qué decir, salvo quizás, gracias. Has captado mucho de lo que quería decir, y también me has aportado una visión que no había tenido hasta ahora. Tu último comentario sobre lo terrible que podría ser un desequilibrio en la naturaleza de Harry… me dio mucho que pensar. Que te fijaras en mi modo de escribir… que te voy a decir, me esfuerzo mucho por hacerlo lo mejor que sé, y que alguien se fije tanto me llena de felicidad. Gracias ^^ Estoy deseando que volvamos a leernos.

Sexy Diva: Hola guapas ^^ ¿Cómo estáis? Espero que bien. Me alegra que os gusté el drama, pero tranquilas sobre el final, prometo que esta historia acabará mejor… o algo XD Gracias miles por animarme tanto, estaré aquí, ansiosa por leer que os parece el primer cap de Noctisa. ;) Besos. (Siento haber tardado tanto, me pondré a de corazón oscuro en cuanto acabé el próximo cap de tela de araña)

Feltson: Primero, adoré que te recordara al retrato de Dorian Gray. Nunca lo había pensado, y me fascinó la idea. ^^ Segundo, haber conseguido hacerte llorar para mi es prueba de que logré mi objetivo. Hacer sentir a otro algo con mi testo. Y tercero y final, pensé lo de que el unicornio lo salvara, pero eso no me habría dado paso para esta segunda parte. XD Un enorme abrazo, estaré deseando saber qué te parece este pequeño inicio de Noctisa. ^^

Torres de Cristal: Hola majísima ^^ ¡He vuelto! Muy muy tarde… (pobre escritora escondiéndose debajo de una piedra)¿No me pegues, si? Ó,o Sobre si Harry se hundirá por completo en las sombras… ya me conoces. Sabes que sí. Jujuju (malvadidad) XD Estoy deseando saber qué te parece este comienzo. Besos y abrazos.

Murtilla: Hola vieja amiga ^^ Se te echaba de menos, estoy deseando saber qué te parece este cap. A, y como siempre, eres la única que capta mis cosas ocultas. ;)Sip, la criatura noctisa viene del libro de rol de Changeling. Sobre tus dudas, jujuju XD ya sabes que no te puedo contar nada, tendrás que leerlo. Besazos de pato, y enormes abrachuchones. ^^ (Love you ;) (Lo de escribir a las dos de la mañana creo que me pone sentimental XD)

DarySnape: ¿Hubieras preferido que murieran los niños? Que cruel… ¡Me encanta! XD (pero como Draco no lo habría permitido, pues nada, nos quedamos como estamos XD) ¿Te he dicho ya lo mucho que te echaba de menos? ;) ¿No? Pues te lo digo ahora. Te echo de menos, y quiero saber qué te parece este primer cap. Así que escribe. (si crees que algo se podría hacer mejor, no te cortes, adoro poder mejorar) Besos miles y piñatas de colores ^^

Himextina: Hola Himextina ^^ Lo siento, lo siento, lo siento. Tarde es poco, voy tardísimo. Lo sé. Me dio un parón de estos raros en los que no era capaz de escribir nada, y todo me salía mal, pero prometo que ya estoy recuperada. ^^ Tela de araña será el siguiente que ponga al día, eso fijo. Así que no temas. ;) Estaré deseando saber qué te parece este primer cap. Y ante todo, gracias por animarme tanto siempre, y enormísimos abrazos, y besitos de lagarto. XD

Oscuritaxuxu: Hola oscurita ^^ Es genial volver a verte. Gracias por la felicitación, eres fantástica. ^^ ¿Sabes que eres la única que ha preguntado por Auro? Jujuju XD No voy a contar nada, pero ya me conoces… soy vil y malvada. XD Estaré deseando saber qué te parece este primer cap. Pero hasta entonces, abracitos de ranita y besazos de mariposa. ^^

Proserpinah: Hola Proserpinah ^^ Ahora releyendo los reviews me acordé que al final no te escribí en Hotmail. ¡Lo siento! Tengo la cabeza hueca, asi que mejor te pongo yo el mío, y así me ahorro pender más memoria XD Es Shimpachi-Nagakura. Luego ya sabes arroba Hotmail y punto com. No lo pongo todo seguido que si no, no sale. ^^ Te dejé con muchas dudas, pero tranquila, porque todas se irán resolviendo en Noctisa. ;) Sobre todo, gracias por avisarme de los errores. He estado buscándolo para corregirlo, pero la ortografía me odia, snif. Óo Por otro lado, que sepas que estoy ansiando saber qué te parece este nuevo cap. ^^ Besazos y abrazos de oso.

Kiarablack: Hola Kiara ^^ Ya sabes que adoro cuando lloráis, porque eso demuestra que he conseguido transmitir lo que quería. Y síp, hay muchas dudas, pero prometo que las iré desvelando durante Noctisa. ^^ Gracias por animarme tanto, y ojala que me escribas pronto. Lo estaré deseando. ^^ Besos enormes y un abrazo.

Aniie-Snape: Hola y ante todo, solo diré una cosa, que Draco volverá el siguiente capítulo. Así que por favor deja de patalear, me das dolor de cabeza XD Ahora en serio, gracias miles por un review tan divertido, me he reído mucho XD Y espero que me perdones por haber sido tan lenta. Me pediste que me diera más prisa, y lo que hice fue retrasarme más. … merezco una patada, pero por favor con cuidado que necesito la mayor parte de mí para escribir XD Ojala no tardes mucho en responder, no seas como yo ;) Besazos y patitas de ciempiés.

Saku-Aya: Publicidad gratis, ¡Yai! ¿Funcionó? Espero que sí. XD Hola Saku-Aya, bienvenida de nuevo y gracias por otro review excepcional. Todavía tengo la sonrisa en la boca. ^^ ¿Ron no se redimió? Perfecto. Le odio, me solidarizo contigo. Es más, el próximo fic que escriba me lo voy a cargar. Pero una muerte ridícula, que no se merece nada más. XD Y sobre Draco… ¿qué te voy a decir, si piensas lo mismo que yo? XD Tu comentario de que fue malo por influencia, es algo que he pensado a menudo, y al leerlo me sentí totalmente identificada. Me alegro de que ya no estés enfadada ;) Y adoro tus comentarios, tan frescos, y magníficos, estoy aquí esperando el siguiente con ansias. Un abrazo gigante, que te lo mereces. ^^

Dr. Patrick O A'Sakura: Si tú dices que ha sido un placer leerme, deja que te diga que el placer ha sido mutuo. Gracias por tu review. ^^ Hola Patric, veo que tienes muchas dudas, dudas que iré resolviendo en Noctisa, tendrás que leerlo, jujuju que mala que soy. XD La canción que me nombraste no la conozco, pero me llamó la curiosidad ¿Cómo se llama? Querría escucharla. ^^ La descripción que hiciste de el cuerno del unicornio, me encantó, me pareció muy hermosa y ajustada. Estoy deseando saber qué te parece este nuevo cap. A, lo del facebook, no, no uso. Pero si eso puedes localizarme por mail. Es Shimpachi-Nagakura punto arroba Hotmail punto com. Lo escribo así, que si no se borra. Besos y abrazos de arañita. Jujuju ;)

Xonyaa 11: Hola Xonyaa ^^ Creo que se te cortó el review al escribir o algo, pero aún así, gracias miles por escribirme. Besos y gracias. A, de tus dudas, tranquila, las iré desvelando en Noctisa. Abrazos y nos vemos. ^^

Lunaazul: Hola, y ante todo, gracias por tu review, que te gusten todas mis historias para mí ha sido una sorpresa, y una alegría. ^^ Pero sobre todo, que hay asido capaz, con ellas, de transmitirte un sentimiento. Estaré deseando saber qué te parece este nuevo cap. ^^ Besos y abrazos.

NOCTISA

Prólogo

Era pleno invierno.

Inglaterra en esta época nunca era suave. Los días tan cortos, que los momentos de luz apenas parecían llenar un par de horas. Y las noches tan oscuras y largas, como los tubos del interior de una chimenea. La niebla, la humedad, y la nieve, se convertían en pan de cada día. Y las temperaturas descendían, hasta que la piel al descubierto se quedaba helada, y enrojecida.

Por eso, que hoy hiciera tanto frío, era de esperar. Aún así… seguía pareciéndole como si el propio mundo quisiera guardar luto. Las nubes negras que solo permitían la entrada de la más apagada y triste luz. La nieve que lo cubría todo como una sábana… la niebla triste que se adhería a los bordes de las ropas, como gasa de un lienzo mortuorio.

Una ráfaga de viento particularmente violenta, golpeó a la comitiva haciendo ondear los abrigos, y túnicas oscuras, como si fueran banderas negras levantadas a media asta, contra el blanco muerto del campo nevado. Y Mione no pudo evitar estremecerse, al sentir como los dedos fríos del soplo, se le colaban bajo el abrigo, y entre los hechizos de calor con los que se había cubierto, para levantarle los finísimos pelitos de la espalda.

Parecía que se acercaba otra tormenta.

Levantó la mirada.

Y sintió algo frío posársele en la mejilla, en un toque delicado. Levantó la mano para quitarlo. Al retirarla, tenía en los dedos un copo de nieve.

"Está empezando a nevar de nuevo."

Vio como otro copo se apoyaba en la manga del abrigo de Ron, en su pelo rojo, sobre sus guantes…

Coágulos enormes y muy blancos, comenzaron a caer despacio, atravesando la húmeda atmósfera gris de la tarde. Posándose, poco, a poco, sobre las ramas desnudas de los cedros, en la nieve vieja, encima de los presentes… y de las lápidas.

Algunas personas, como ella, miraron hacia el cielo, juzgando la negrura de las nubes, la cercanía de la galerna. Pero el grueso del cortejo no se detuvo, y siguió su lento avance colina arriba. A través del bosquecillo de cedros, que se extendía alrededor a la pequeña iglesia de la que acababan de salir, y entorno al cementerio tras ella, donde esperaba el párroco.

Caminaban muy despacio, y muy juntos, convirtiendo cada paso en una extraña traza ritual. Como sí para recordar a los difuntos, el camino hasta la tumba debiera ser hecho a conciencia. Así cada zancada se convertía en un signo de respeto.

El cortejo atravesó las puertas de metal fundido del cementerio, donde acababa el camino de piedra. Y se fue adentrando a través de la capa de nieve que cubría el camposanto. La parte superior de la cellisca se había congelado, formando una costra reluciente, que empezó a crujir como una galleta, al romperse con cada pisada de los comitentes. A su alrededor, los cedros crecían entre las lápidas cubiertas de liquen y nieve, antiguos y enormes. La niebla que se enredaba en sus ramas, como brazos esqueléticos.

El frío pareció ir intensificándose, cuanto más entraban en la tierra sagrada. Haciéndose más afilado y difícil de ignorar. Hasta que fue como si el aire cortara la piel. Obligando al par de docenas de personas, a encogerse dentro de sus abrigos, como animalillos. El agua se había helado en los charcos, a lo largo del camino. Y ahora se podía andar por encima de ella como si fuera suelo... o casi. Hermione esquivó la siguiente charca, porque a pesar de ser sólida, seguía siendo resbaladiza, y condujo a su esposo del brazo, suavemente, detrás del resto de la comitiva.

Las ramas de los cedros, desnudas por el invierno, empezaron a mecerse bajo el viento, lentamente. Rozándose unas con otras, y con sus troncos gruesos, de siglos de antigüedad. A emitir un susurro entristecido, como una nana para las tumbas esparcidas entre ellos.

Era apacible… tranquilizador. Casi podría decirse demasiado sereno. Y sin embargo…

Hermione sintió en seguida el poder que exudaba el sonido. Podía percibirlo respirar en su sien. Un aliento tibio, una advertencia invisible de lo que podía sucederle, si perturbaba el descanso de los muertos que reposaban aquí. La breve sensación delatora, de un hechizo guardián realmente poderoso.

Conocía estas advertencias. No era la primera vez que encontraba una. Lo diferente en esta era el olor. Porque al concentrarse en ella, pudo percibir el olor casi de brasas, que siempre parecía pegarse a toda magia tan antigua, y arcaica, como aquella que debía proteger estas sepulturas; Las tumbas de los Malfoy, una familia conocida por oscura y cruel, no sin buenos motivos. Y no pudo evitar pensar en la clase de defensas que su lugar de reposo podía tener. La curiosidad le cosquilleó por dentro, pero se la sacudió frunciendo el ceño.

No habían venido para eso.

Se acurrucó más fuerte en el abrigo negro, y se pegó un poco más a Ron.

Empezaba a dolerle la garganta, de respirar el aire escarchado.

La temperatura era demasiado baja para estar en la calle. Y a pesar del paraguas con el que su esposo la estaba protegiendo, podía sentir como se le estaban formando cristales de hielo, entre los rizos que se le habían escapado del severo recogido, que se había impuesto hoy, como signo de respeto. Pero haría falta muchísimo más para disuadirla. Cuadró los hombros en el gesto de decisión, que a veces tanto temía su marido.

-¿Estás bien?- La voz de Ron, algo ronca de frío, le rozó la mejilla caldeándola por dentro con su afecto.

-Solo un poco helada. –Hermione sonrió amablemente, cansada, y Ron la envolvió en su brazo libre atrayéndola contra su pecho.

-¿Mejor?- Sus ojos azules le devolvieron la sonrisa por encima de la bufanda, escandalosamente naranja, aunque todo el resto de la ropa que llevaba hoy, fuese negra. Y Mione no pudo evitar pensar en el porqué estaban aquí. Soportando esta temperatura, junto a las otras docenas de personas, escrupulosamente vestidas de oscuro, que habían acudido al cementerio en esta cita anual.

Harry.

-¿Crees que vendrá?- musitó apenas, lo bastante bajo para solo ser escuchada por él, aunque realmente no fuese una pregunta. Harry nunca había dejado de acudir a esta reunión. Ni una sola vez en siete años.

El rostro afable del auror pelirrojo se oscureció, ensombrecido por pensamientos que no llegó a pronunciar, pero que no estaban muy lejos de los de ella.

-Vendrá, siempre lo hace.-Pero en su tono no había ningún alivio. Solo un deje de tristeza, y el reflejo de la severa convicción, de que su mejor amigo no debería venir.

Hermione asintió breve, preocupada, mientras seguían andando, paso, a paso, detrás del resto de los presentes. Una fila de siluetas negras contra el fondo blanco, y los ancianos árboles. Una comitiva funeraria.

"Harry se siente demasiado culpable. Su sentido de la responsabilidad es demasiado grande para ahorrarse esta agonía. Por mucho que le este destruyendo."

Sus siguientes palabras fueron un susurro quebrado, que ni siquiera Ron llegó a escuchar.

-Ojala no vengas. –Si eso significaba ahorrarle más dolor a su mejor amigo, no le importaría esperar aún más para verle. Aunque sabía que si no aparecía hoy, perderían su oportunidad de hablar con él, puede que hasta el año próximo.

Se mordió el labio inferior.

Todavía ahora, podía recordar la verde mirada destruida, después del funeral de Draco, siete años atrás. Y más tarde, cada uno de los aniversarios siguientes, cada vez más oscura y quebrada a medida que pasaba el tiempo. Parecía que su dolor fuera una herida, que en vez de curar, se hubiera infectado. Y cada vez estuviera ulcerándose más.

Habían visto como, poco, a poco, el vivaz auror moreno había ido apagandose, alejando de todos. Comenzó a hacerse progresivamente más frío, y afilado. Hasta que en el propio trabajo empezó a atacar a los magos tenebrosos, cada vez con más brutalidad, hasta que llegó a una viciosidad que rayaba lo homicida. A una crueldad extraña, impropia de él. Totalmente fuera del fuerte sentido de lo correcto, que tenía el hombre moreno. Y que nunca, nunca, había quebrado abusando de su poder… hasta entonces.

Las notas disciplinarias habían llegado a un punto, en el Harry había dejado su trabajo.

La muerte de Draco le estaba destruyendo. Y no les dejaba ayudar.

Frunció el ceño.- "Esto tiene que acabar."

El grupo se esparció, finalmente, en torno a un pequeño fragmento de tierra nevada, delante de una sencilla lápida gris. La placa de mármol, no podía estar más alejada, de la opulencia que uno podría esperar de un Malfoy. Una familia conocida por su riqueza y ostentación. Era toda formas elegantes, y la limpieza de una superficie pulida, sin adornos. Solo un nombre escrito; Draco Lucien Malfoy.

Hermione pensó, que los Malfoy, no habían tenido fuerzas para nada más.

-Estamos aquí reunidos para recordar a…- La voz del párroco quebró el silencio.

Un elfo doméstico apareció entre los reunidos, y fue recogiendo las flores blancas que la mayoría de los congregados habían traído, para depositarlas ante la lápida. Donde empezaron a congelarse poco a poco, bajo la nevada.

El frío prácticamente sólido de tan intenso, podía palparse en el vaho de los alientos de la gente. Unas pocas personas tristes, vestidas de azabache, agrupadas muy juntas para protegerse del tiempo, mirando la misma lápida gris del pequeño cementerio, con los paraguas oscuros formando un improvisado cobijo sobre ellos. Escuchando las palabras vacías, de un cura que no había conocido al hombre que yacía allí.

Algunos eran amigos, personas que habían apreciado a Draco. Otros habían venido para agradecer al hombre que no habían conocido, cuanto había dado para salvar a sus hijos. Sin cuyo sacrificio hoy no estarían aquí.

Cuatro muchachos de casi doce años, habían venido con sus padres. Tres chicos, y una chica, que se sostenían apoyándose los unos en los otros, como solo lo harían los hermanos. Aunque estaba claro que no eran familia. La niña de casi doce años, tenía le cabello de un rubio ceniza muy claro, y no hacía más que limpiarse las lágrimas, bajo el abrazo protector del chico más mayor.

El muchacho pelirrojo, de trece años, tenía los ojos brillantes, pero no lloraba, y parecía ser el pilar que sostenía a los demás. A su lado, los dos más pequeños, uno de nueve con el pelito castaño muy liso, y el otro de once, cuyos rizos negros parecían una maraña, se habían dado las manos. Sus pupilas al borde de las lágrimas, bajo la mirada cuidadosa, y llena de amor, de sus padres.

Draco Malfoy murió, salvando a los niños que habían sido estos jóvenes, pero no todos habían venido hoy. Otros dos muchachos faltaban. Porque Hermione no había querido dejar venir a Hugo y a Rose. No esta vez.

Hoy no se trataba de honrar a Malfoy, se trataba de salvar a Harry. Y no quería a sus hijos presentes para la conversación que estaba por venir.

Sin embargo, no había olvidado, jamás olvidaría mientras viviese, lo que Draco Malfoy había hecho para salvarlos.

Bajó la cabeza respetuosamente, uniéndose a la plegaria. Y a su lado, Ron siguió el ejemplo.

El sermón no duro.

Nadie quería quedarse fuera con este tiempo. Menos que nadie el cura. Aún así, cuando los invitados empezaron a dispersarse, las primeras sombras de la tarde ya comenzaban a estirarse por el campo, tiñendo del rojo de la sangre, la nieve y los copos que seguían cayendo, convirtiéndolos en una lenta lluvia carmín.

Mione se estiró un poco, imperceptiblemente, intentando ver si entre la gente que se iba, había un hombre con el pelo negro como carbón, y ojos profundamente verdes. Pero no estaba allí. Al menos todavía no.

A quienes sí reconoció, fue a los Malfoy. La pareja de aristócratas aún no se había movido. Juntos, impecablemente vestidos de elegante negro, seguían delante de la lápida, recibiendo las últimas condolencias de quienes ya se iban. Tan compuestos, tan perfectos, que eran casi indiferentes. Sin embargo, Hermione pudo ver la curva crispada, de los dedos de Narcisa en el brazo que le ofrecía su esposo. La palidez ceniza de las pieles de ambos. Las ojeras casi imperceptibles, ocultas bajo algún hechizo, en torno a los ojos grises del orgulloso aristócrata…

Las sutiles marcas que el sufrimiento largo tiempo soportado, había ido erosionando en sus semblantes.

Los Malfoy aún lloraban la muerte de su hijo.

Los Malfoy aún no habían perdonado al hombre que no pudo salvarlo.

A Harry.

Le culpaban de su muerte. Y nada, ni siquiera los recuerdos extraídos de su mente, habían logrado hacerles ver otra cosa.

Hacía siete años no le habían permitido acudir al funeral. Aunque eso no había impedido que Harry presentara, más tarde, sus respetos.

Y hoy, como entonces, Mione estaba segura de que él se mantendría alejado, por respeto… o culpabilidad, hasta que ambos padres se hubieran ido.

-Vamos.- Ron la llevó a refugio de uno de los árboles. Donde el viento helado quedaba al menos, parcialmente bloqueado por el tronco. -¿Lo has visto?- Musitó.

Hermione denegó con la cabeza, apenas. –Todavía no. Pero vendrá cuando se vayan los Malfoy.- Estaba segura.

Los invitados se fueron marchando, dejando vacío el cementerio. Hasta que al final, cuando ya no quedaban más que ellos. Sin decir una palabra, Lord Malfoy arropó con su propio abrigo a su esposa, suavemente, casi como si temiera romperla, (en una muestra de afecto impropia de él). Y juntos echaron a caminar hacia la salida. Sus figuras orgullosas entre la nieve que caía, a Hermione, le parecieron terriblemente cansadas. Solo Lucius se detuvo un momento, ya casi fuera de la vista, para dirigirles la mirada por vez primera, en un único, regio, gesto de odio silencioso, antes de que ambos se desaparecieran de allí.

Pasaron unos minutos como cuenta gotas de reloj, con las dos figuras bajo la sombra cada vez más oscura del cedro, esperando, mientras el frío los obligaba a apretarse muy juntos.

Entonces, cuando empezaban a extinguirse las últimas luces rojas del anochecer, Hermione vio algo.

Por un momento, no estuvo segura de que el hombre alto, al borde de las sombras, fuera él. La figura vestía de impecable negro. Y se mantenía tan recta y afilada como una aguja. Desde aquella distancia no podía ver detalles, pero había algo… extraño, en ella.

Entonces el hombre echó a andar hacia la lápida, abandonando el refugio de la humbra, y Hermione reconoció en el paso, a su mejor amigo.

Un movimiento por el rabillo del ojo le llamó la atención. Giró la cabeza para ver que era. Y nada más reconocer el llamativo cabello anaranjado, supo que no tendría que haber venido. Pero ya era tarde para evitar el enfrentamiento.

Los dedos se le crisparon entorno al ramo de lirios rojos que había traído. Estrujando los tallos verdes. La única señal exterior, de lo frustrado que se sentía en ese momento.

Sus amigos le alcanzaron, obligándolo a detenerse.

-Ron, Hermione.- Saludó con sequedad.

Mione se plantó en medio de su camino, como una figura de moralidad irrefutable. Impidiéndole el paso.

La mujer de treinta y cuatro años, no había perdido un ápice de la llama que la caracterizaba. Y se veía tan activa como el primer día en que se conocieron, en el tren camino a Hogwarts.

Pero ahora, la vivacidad estaba atemperada, por la redondez de la madurez, y la maternidad. Algunas pequeñas marcas de edad empezaban a florecer en su rostro, aportándole una elegancia que no había tenido en su graciosa cara de niña. Una regia serenidad femenina, que Harry no pudo evitar pensar, la hacía mucho más hermosa. Y solo su cabello, tan indomable como el primer día, empezaba a liberarse del severo recogido con el que había intentado retenerlo, para aportar algo de libertad a la imagen de mujer.

Una mujer en un traje negro de luto... Una dama decidida… y preocupada.

-Harry, tenemos que hablar.

Su mejor amigo no estaba bien. No estaba bien en absoluto. El malestar estaba pintado en todo su semblante, como una bandera roja.

No era solo la palidez con la que había sustituido el tono tostado, que siempre había tenido su piel. Era la manera en que se le marcaban los huesos, demasiado afilados, de la mandíbula. El corte de su pelo, largo hasta los hombros, desgreñado y loco. El verde casi negro de sus ojos. Las ojeras como manchas de maquillaje muy oscuro.

El hecho de que a pesar del color enfermizo de su epidermis, no pareciera haber perdido un ápice de la poderosa musculatura de auror.

El que pareciera enfermo, sin estarlo.

Y el traje… el traje oscuro, espartano, que llevaba. La tela, el corte… estaba hecho a medida, la calidad del tejido casi podía palparse. Harry nunca hacía ostentación de su dinero, ni siquiera en algo tan poco importante como la calidad de una tela. No importaba lo regio que fuera el diseño, el hecho de ser algo tan distinto de lo que normalmente el hombre moreno había solido llevar, no hizo más que levantar aún más, su preocupación.

-Hermione, ahora no es el momento. – La tranquilidad del tono tenía como objetivo apaciguarla, pero no hizo más que reafirmar la seguridad de que algo estaba muy mal en él.

-No. Harry, tenemos que hablar ahora. Llevas casi cuatro meses sin contestar a nuestras cartas. Tu dirección floo ya ni siquiera está activa. Y cada vez que vamos a verte, Kreacher nos dice que no quieres ver a nadie. –Apoyó la mano en su brazo, tratando de hacerlo comprender. - Así que no me digas que estás bien, porque no lo estás.

Detrás de ella, Ron había llegado a su encuentro, y lo miraba como si solo con sus suplicantes ojos azules, pudiera hacerlo entrar en razón.

-Harry.- El pelirrojo, se le acercó un paso.- Eres mi mejor amigo, y estoy preocupado por ti, ¿De acuerdo?- Harry supo lo mucho que aquella admisión debía haberle costado. Para Ron, incluso ahora, siendo un hombre maduro, expresar sus sentimientos de forma tan abierta, era un proceso prácticamente de tortura.

Y no pudo evitar sentir, que algo infinitesimal, se le ablandaba dentro. Estos eran sus dos mejores amigos. Quienes siempre le habían apoyado. Quienes habían estado a su lado cuando todos los demás se habían ido.

Eran ellos, los más cercanos que le quedaban, quienes le estaban pidiendo que se abriera, y les permitiera ayudar… Y por un momento, solo un momento, sintió la nostalgia rozar su pecho. El deseo de recuperarlos ahí, tan fuerte como cuando había sido un niño que nunca antes había tenido amigos.

Los miró.

Esposo y esposa. Juntos, ante él, apoyándose. Tan unidos… No necesitaba magia, para leer en sus semblantes lo felices que eran juntos. La alegría estaba pintada en sus rostros rosados y saludables. En sus pupilas brillantes y tan limpias…

El cuchillo aserrado, oxidado y pútrido, de los celos, se le hincó en el bajo vientre, y ascendió a través de sus entrañas, infligiendo heridas infectas, que empezaron a supurar sangre negra. Aplastando brutalmente toda duda.

Forzó los labios en una sonrisa tirante.

-Hermione, Ron, sé que estáis preocupados, pero necesito tiempo para mí solo.-palmeó la mano que su amiga le había puesto en el brazo, liberando una mano del ramo.- Solo eso.

Ron frunció el ceño.

-Harry…

-Eso fue lo mismo que dijiste el año pasado, cuando dejaste el trabajo.- Interrumpió Mione.

-Hermione…- Intentó ser más calmo.

-¡No! Harry, no.-Lo miró suplicante. –Lo que te pasó, lo que os pasó a los dos, fue horrible. – Y había auténtico dolor en sus palabras. - Pero enterrarte en vida no va a cambiar nada. Draco no querría…

-¡Basta!- Harry levantó la voz sin poder contenerse. La mirada, de un verde negro, se afiló violentamente. De repente, toda su postura cambio. El cuerpo atlético se tensó, quedándose completamente estático… en un gesto tan inquietante, que la auror no pudo evitar el escalofrío que le curvó la espalda.

Mione tembló delicadamente, sin saber porqué. Su cuerpo más sabio que su mente, captando algo que ella no logró ver.

- Harry.- Ron se adelantó un poco, como advertencia. Y el hechicero moreno dio un tranquilo paso atrás.

El movimiento lo transformó, devolviéndolo al aspecto de un hombre normal. Cargado de cansancio, y derrota.

Tan cansado… parecía haber envejecido de golpe varios años.

-No quiero que nos peleemos. –Musitó, apenas, al borde de la súplica. Permitiéndose, por un momento, parecer vulnerable. No quería pelear con sus amigos. No ahora.

Hermione suspiró, olvidando lo que acababa de pasar, a favor de ayudar a su mejor amigo, en un momento tan doloroso. Cogió su mano entre sus palmas pequeñas, envolviéndola en la suyas con todo el calor hogareño, de cálida chimenea, que solo ella poseía.

-Entonces deja que te ayudemos. –Le rogó con la mirada.

Harry sonrió triste, suave, demasiado, dulcemente.

-Hermione…- bajó la mirada, y la sonrisa se rompió al hundírsele también los hombros.

-Harry, deja que te ayudemos.- Ron insistió, apoyándole la manaza en el hombro.

El antiguo griffindor, parecía de nuevo el adolescente demasiado presionado, que había sido. Y como entonces, pareció que no contestaría, pero al final, bajo la silenciosa insistencia, acabó por asentir compungido.

-…está… está bien.

Parecía a punto de llorar. Sus ojos bajos no eran visibles, pero el temblor casi inexistente del tono, resultó inconfundible, e hizo que los otros dos se sintieran terriblemente culpables por forzarle.

Mujer y marido se miraron.

-¿Por qué no vuelves con nosotros, y te quedas en casa unos días? – La culpa endulzó el tono de la auror, como una cucharada de azúcar. Sus manitas todavía apretando las suyas, le frotaron la palma fría, como una madre podría haberlo hecho. El gesto tan tierno, destinado a convencerlo.

-Hoy no, Hermione. Hoy necesito estar solo.- Se apartó un poco.

-Harry…- Ron insistió. Las arruguitas entorno a sus ojos se acentuaron, como un marcador de su preocupación.

-No voy a escapar Ron.- dijo cansadamente- pero hoy es un día en el que necesito… soledad. – Hoy era el día en que Draco había muerto.

-Pero…- Hermione no quería dejarle solo. Menos aún, hoy. Harry se culpaba demasiado. Darle rienda suelta a ese ácido emocional, dejándole a solas con él… no creía que fuera una buena idea.

-Hermione. Por favor. –Levantó la mirada hacia ella, dolorida. Cargada de una tristeza marrón, como papel viejo muy gastado. Y Hermione sintió sus convicciones bacilar. -¿Te sentirías mejor, si te prometiera que mañana podrás venir a mi casa, y hablar todo lo que quieras?-

-¿Me darías tu palabras de hechicero?- A pesar de sus sentimientos, tenía que tener alguna firmeza. No podía dejar que Harry se le escurriera otra vez. No ahora que estaban tan cerca de por fin poder buscarle ayuda.

Harry sonrió un poco, y asintió.

-Te doy mi palabra. –

Tanto Ron como Mione parecieron desinflarse. Finalmente habían conseguido un primer paso, por pequeño que fuera, ya era mucho más de lo que habían logrado en un año.

Ron le apretó más fuerte el hombro, su típica sonrisa de gofre extendida en la cara. Llena de felicidad. - No te arrepentirás.

Harry asintió distraídamente. Mirando más allá de ellos, a la lápida.

-¿Os importa? Ahora quisiera presentar mis respetos. - el tono suave, incierto, hizo que inmediatamente se apartaran para dejarle paso. –Gracias.- musitó rápidamente.

No esperó a que sus amigos trataran de hablarle de nuevo. Cruzó los últimos metros que lo separaban de la lápida, para detenerse ante ella. Los dedos curvados en el ramo que llevaba. La espalda recta. Inmóvil. Sin decir nada, sin hacer nada. Solo mirando.

Pero no miraba la placa marmolea, sino los copos de nieve que caían, muy despacio, para apoyarse en los pétalos de las muchas flores posadas en el suelo, ante ella. Casi todas eran blancas, o de tonos muy pálidos.

Harry sabía, que el blanco, había sido el color favorito de Draco. Pero después de cómo había muerto, empalideciéndose poco a poco, hasta que su propio pelo, su misma piel, fueron del mismo tono vacío. No creía que el color albo pudiera seguir gustándole. A él, al menos, le daba nauseas. Y ver aquella cantidad de ofrendas en el matiz muerto, hizo que le quemara el asco por dentro.

Draco no las habría querido.

Pero quizás, haber sido el único que había estado a su lado, cuando murió, también le había hecho el único en comprender esto. Las observó un minuto más, como si fueran verdín manchando el lugar, y solo saber que sus amigos lo miraban, impidió que las redujera a ceniza.

Se obligó a apartar la vista de ellas.

Y finalmente, se dejó arrodillar en la nieve. El abrigo se le humedeció, y pudo sentir el frío tocarle la carne de la rodilla, dándole un punto de apoyo. Entonces, y solo entonces, levantó la mirada al nombre escrito en mármol del más fino pulido; "Draco, Lucien, Malfoy."

Detrás de él, Ron y Hermione le habían seguido. Podía sentirlos a su espalda. Pero no dio ninguna señal de haberles visto. Extendió las flores que había traído, lirios de un profundo color rojo, como una ofrenda a un altar. Y pensó que debería decir algo…

-Son lirios, tus favoritas.- Musitó.- No me lo habías dicho, pero oí que te gustaban. Así que…- Habló muy bajo, pero no lo bastante para que Ron y Hermione, no pudieran escucharle. Porque esta era una conversación "privada", a la que sus amigos no tenían derecho... y porque abrirse de este modo, dejar ver su humanidad, haría que siguieran viéndolo como alguien vulnerable.

Clavó las pupilas en los pétalos rojos, tan perfectos y brillantes, que parecían haber sido untados con esmalte. Para tener este tono tan vivo, habían tenido que ser criados mágicamente. Harry las había encargado especialmente para él.

- Son rojas…-susurró. -Sé que no era un color que te gustara mucho… En Hogwarts, solías decir que te daba asco, porque te recordaba a mí.- Sonrió apenas, tristemente. Recordando. ..

–Espero que todavía te recuerde a mí… -miró de nuevo el nombre tallado… sus irises se humedecieron sin llegar a verter una sola lágrima. La sonrisa se le rompió en los bordes. Y finalmente, se deshizo del todo, resquebrajándose hasta convertirse en un gesto fiero, determinado.

-Draco…- El nombre escapó de entre sus dientes apretados, casi como un gruñido, intenso. Apoyó una mano sobre la piedra escarchada, agarrándola como si fuera su único ancla. Y dejó el ramo a sus pies… para rozar la piedra... con los labios.

Su superficie, helada, rugosa, con sabor a nieve y óxido, no fue un consuelo. No tenía que serlo. Era su manera de decir lo que no podía pronunciar delante de ellos.

-Harry…- La voz de Mione, cargada de compasión.

Se apartó de la lápida lentamente, y se puso en pie, sacudiéndose la nieve del abrigo.

-Estoy bien. ¿Entonces… nos vemos mañana?- Preguntó con voz quebrada, cargada de emoción.

-Claro.-

-Estaremos allí.- Ron sonreía de nuevo, como cuando empezaron a trabajar como aurores. Lleno de planes y de esperanza. Harry le devolvió la sonrisa, y con una última despedida, se desapareció de regreso a casa.

NOCTISA

Capítulo 1- Rompiendo la máscara

Grimmauld place.

Se apareció en el vestíbulo polvoriento, y lleno hasta la claustrofobia de cajas de cartón, apiladas precariamente unas encima de otras. El cartón era muy nuevo, se notaba sobre todo en sus puntas perfectas que todavía no se habían arrugado. Cada caja estaba cerrada con cinta americana brillante, y tenía pegado en uno de los costados, una enorme etiqueta amarilla con señas. En la parte de arriba podían leerse los contenidos, escritos descuidadamente en rotulador azul; ropa, libros, cosas de Kreacher…

En contraste, la casa se veía claramente descuidada, el polvo se había hecho costra en casi todos los muebles, incluso se había filtrado dentro de las hebras de las cortinas y los tapizados, convirtiendo los colores en cosas apagadas, marrones o grises… los tonos eran indefinibles a estas alturas. Las telarañas se habían adueñado de los techos y las lámparas, y el papel de las paredes tenía manchas de humedad, como mapas de los detalles de cada gotera. Además había empezado a pelarse en algunas zonas, y los trocitos descascarillados colgaban de la pared, como si la casa fuera una serpiente en el lento proceso se mudar la piel.

Nadie diría que allí había un elfo doméstico.

Harry miró las cajas todavía esperando en la entrada, y dejó que la cara vulnerable que había estado exportando, se desprendiera de su rostro, igual que las peladuras de la pared. Revelando al hombre duro, frío, y calculador.

-Kreacher. ¿Llamaste a los de la mudanza?- Inquirió mientras se quitaba el abrigo negro, húmedo de nieve. La voz del elfo llegó de algún lugar, en el interior de la casa, acompañada del sonido de cacharros de cocina.

-Si, amo. Kreacher llamó. Los muggles dijeron, que recogerían las cajas que quedan esta noche.

Harry asintió.

-Bien.

Con el abrigo en el brazo, hizo girar la cabeza para destensar los músculos del cuello. A, encontrarse con Ron y Hermione, había sido bastante estresante. Sacar la máscara de su antiguo yo, siempre era cansado. Gracias a Merlín, toda esa fantochada se acababa mañana.

El sonido de los pasos desacompasados del anciano sirviente, lo alertaron, antes de que asomara la cabeza por la puerta de la cocina.

-¿El amo quiere cenar? –Su mirada de ojitos negros llena de malicia, reflejaba claramente la alegría de Kreacher al ver a su amo.

Harry denegó tranquilamente.

-No, ahora no tengo apetito.-

El elfo asintió, y se desapareció de vuelta al interior de la cocina. Más ruido de cacharros.

-Entonces Kreacher dejará la cena en la mesa, para cuando el amo tenga hambre. – Su amo a menudo olvidaba comer. Por eso Kreacher debía insistir. No se perdonaría si lo dejaba enfermar. Había esperado mucho para volver a tener un señor digo, desde la muerte de su querida ama. Y desde que el amo Potter se convirtiera en el magnífico mago que era ahora, no había podido imaginar servir a nadie mejor. Su poder y dignidad eran realmente dignos de los Black, cuyo patrimonio había heredado. Sonrió cruelmente, y se aplicó diligente a la tarea de sacar el estofado del horno.

Harry se quitó los zapatos. Y el instante en que las suelas de sus pies, calzados en cálidos calcetines, tocaron el suelo polvoriento, la magia de la casa se levanto a su alrededor en un abrazo de bienvenida. Sus hilos tenebrosos buscaron los hilos sueltos de su magia, y se entrelazaron con ellos, haciendo trenzas y nudos prietos pero flexibles, susceptibles a moldearse con solo su deseo.

"Las barreras. Todas."

Las palabras cargadas de autoridad, serpentearon fuera de su mente, y con la guía inflexible de su voluntad, tiraron de la telaraña que eran las bases de Grimmauld place, como un experto músico de un instrumento afinado. El poder tenebroso de todas las anteriores generaciones, que habían contribuido a su tejer, y el que él mismo había aplicado, se desenroscó de los cimientos pulverulentos de la casa, y se alzó en capas y capas de un capullo negro, que envolvió el hogar en una docena de barreras, como gasas sobre una herida.

Si algún mago intentaba dar con él, estas barreras se lo impedirían. O en el caso de que alguien, tuviera la poca sensatez, de pensar en buscarle aquí… bueno, uno tenía que conocer las consecuencias de invadir una propiedad privada. Sobre todo una fundada por una familia tenebrosa.

Una vez levantadas las barreras, se permitió relajarse del todo, dejando que los últimos restos del maquillaje de ternura, se desprendiera de él.

Echó a caminar por el angosto pasillo, inspeccionando que todas las habitaciones estuvieran libres de cajas, y que ninguna se hubiera quedado sin llevar a la entrada. Vacías y dejadas, las estancias habían sido desnudadas de todo, menos los muebles. Que ni siquiera se habían molestado en cubrir con sábanas. Los armarios y estantes vacíos parecían esqueletos sin carne.

Fue asomándose puerta por puerta.

Parecía que todo estaba bien. Así que giró hacia las escaleras. Entonces pisó un charco pegajoso de algo húmedo. El calcetín se le empapó, y sintió la desagradable sensación de mojado en toda la planta del pie. Miró al suelo.

"A, sí, se me olvidaba." Con todos los preparativos, aquello se le había ido completamente del cerebro. "Sabía que se me olvidaba algo."

Esquivó el charco de sangre coagulada, ignorando el cadáver que le miraba, con los ojos cubiertos por una capa de mucosidad, propia de la descomposición. El hombre ya llevaba muerto un par de días.

-¡Kreacher! ¡No te olvides de sacar la basura!- Esperó a que le llegara la contestación del elfo. -Sí, amo.- Y subió las escaleras en busca de una ducha.

Continuará