AN: El otro día pude (por fin) ver la magnifica ''Becoming Jane'' y me enamore de la historia desde el principio. Es una autentica tragedia que la pobre Jane fuera brindándoles finales felices a los personajes de sus novelas y ella tuviera que quedarse sola el resto de su vida.

Lo que tenéis a continuación es un one-shot situado en el día en el que Jane y Tom se vuelven a encontrar tras 20 sin saber nada el uno del otro.

Espero que os guste :)


Era lo único a lo que alcanzaba a pensar durante la noche y lo único que recordaba al despertar. Un par de ojos azules parecían perseguirla en sueños, escondiéndose y esperándola en los rincones más profundos de su mente para aturdirla.

Jane sabía que estaban ahí, que no se irían. En el fondo, tampoco deseaba que desaparecieran. Era lo único que le quedaba de el.

Cada noche, durante el resto de su vida, Jane los visualizaba, preguntándose si seguirían igual de luminosos, de aquel azul tan brillante con ese toque de picardía. O si estaban cerrados y yacían bajo la tierra.

Cuando se marchó, Jane solo conservaba sus recuerdos. Retazos de una vida pasada que ya no alcanzaba a creer como suya.

Por eso, muchas veces se aferraba de manera sobrehumana a la escritura, deseosa de plasmar en ella todos aquellos deseos e ilusiones que se vieron frustrados.

Pero muchas veces, descansaba la pluma y huía del olor a tinta para pensar que habría sido de ella si hubiera huido. ¿Estaría en algún lugar de Escocia, sentada en un porche rodeada de niños junto al amor de su vida? ¿Seguiría siendo la celebre escritora Jane Austen?

Probablemente no, pensaba ella. ¿Que sentido habría tenido entonces escribir sus historias? ¿No reflejaba en ellas sus aspiraciones? Una vida con el señor Lefroy lo hubiera sido, así que no habría tenido la necesidad.

Jane no supo nada de el durante mas de 20 años, pero fue entonces cuando por accidente, él apareció en Londres. Jane sintió una especie de latido que cruzo su pecho, mas profundo y doloroso que los que acostumbraba a sentir cuando pensaba en él. Se quedó petrificada mientras Lefroy avanzaba con paso algo dubitativo hacia ella, como si tuviera miedo de no poder controlarse y estrecharla entre sus brazos hasta el fin de los tiempos.

Las personas a su alrededor comentaban algo acerca de otra Jane, una jovencita que no se separaba del lado de Lefroy. Pero ni Jane ni Tom escuchaban nada, puesto que todos sus sentidos parecían sumidos en una neblina que los abstraía del mundo.

Lo único que Jane podía percibir con claridad d eran aquellos ojos azules y brillantes, que mantenían el mismo toque de picardía que antaño, y aun eran capaces de mirarla como si se asomaran a su alma.

Jane los observó con detalle, buscando memorizarlos y llevarse una imagen mejorada y reciente de ellos, que pudiera acompañarla hasta el fin de sus días.

Y dejó que la mirasen. Dejó que Tom la mirase como en aquellos bailes, donde aun parecían tener todo el mundo y el tiempo para ser felices.

Pero el tiempo no siempre era justo.