Bueno, es mi primer Fanfic de éste animé... espero les agrade, no prometo actualizar pronto =)
Advertencias: KHR! No me pertenece, le pertenece a Akira Amano (¿Lo escribi bien?)
Como no sé qué mas advertir... disfruten de la lectura ;)
Ni un alma por los alrededores, en ninguno de los pasillos del castillo y cuartel general Vóngola, ni un murmullo si quiera... Bueno en realidad se escuchaban los ronquidos de aquél guardián del Sol, ciertamente tenía un sueño placentero, ¿y quién no? Había sido un día bastante agotador, levantadas desde temprano, misiones, quehaceres, cuidando de los niños (Lambo, I-Pin, Fuuta... y el comportamiento de algunos guardianes también cuenta cuando se portan como tal), en fin. La vida para el Décimo Jefe Vóngola era... normal para él hasta cierto punto, peleas entre los guardianes, entre el grupo independiente, la élite de Varia, entre otros... Revisar, papeleo, firmar, organizar juntas, ir a reuniones con diferentes jefes de la mafia.
En fin, si no fuese porque debajo de esa apariencia sínica (en la gran mayoría de todos), escondía un mismo propósito del de proteger a la comunidad con los mismo ideales que su jefe el Décimo Vóngola, Tsuna habría desistido de su puesto, así como su ancestro Vongola Primo. Sin mencionar que contaba con el apoyo de sus amigos y la incontable asesoría de su antiguo y ex-arcobaleno del Sol, Reborn.
Pero no cambiemos el tema... Estábamos en que todos dormían plácidamente en sus habitaciones. Lentamente se escuchaba algunos despertares de los miembros con más tareas (y más responsables) de la familia, tanto sirvientes, como algunos guardianes de la décima generación, comenzaban a realizar sus tareas cotidianas antes de que el sol apareciera, por ejemplo: La nube se ocupaba de sus asuntos, el sol comienza con sus entrenamientos a una hora ¡Extremadamente! Temprana.
—¡UNO! ¡DOS! ¡UNO! ¡DOS!... —se escuchaba en el patio al extremista Sol corriendo.
—¡Sempai! —se unía a la carrera la relajada Lluvia.
La tormenta comenzaba a arreglar todo para el cielo, amigo o no, era su jefe y tenía que prepararle las cosas, para que mínimo la carga no fuese tan pesado, Ya comenzaba a amanecer y todo estaba listo, salvo el Cielo, quien yacía aun en cama. Un hombre alto, de traje negro y fedora con una tira color amarilla, entraba sin tocar a la habitación del Cielo y levantaba una ceja extrañado al verlo. El Cielo se veía tranquilo, traía una sonrisa que se asomaba en su rostro como si estuviese divertido.
—Despierta, inútil —le regañaba Reborn soltándole un golpe a la cabeza a su antiguo tutor.
Tsuna despertaba sobresaltado y veía al antiguo arcobaleno sonreír de manera sádica, mientras lo veía parao junto a su cama.
—Menos mal que despiertas, sino, hubiese traído las paletas(1) para despertarte.
—¡NO! No, ya desperté —decía Tsuna.
—¡Décimo! —llegaba su mano derecha asomándose por la puerta —Ya está todo listo para el día de hoy, décimo.
Tsuna suspiraba, nuevamente más papeleo y trabajo, se levantaba de la cama y preparaba sus cosas para después de bañarse, mientras que Reborn se marchaba a hacer sus quehaceres a lo igual que la Tormenta.
—Hoy es un día... particularmente diferente —pensaba Tsuna durante el baño —. Tengo esa sensación de que por fin podré descansar un poco de estos deberes.
Una sonrisa se asomaba en su rostro. Bajaba las escaleras ya fresco y portando un traje café, se iba acomodando la corbata y las mangas hasta entrar al comedor y ver que aun no comían tres de sus guardianes y otros más reunidos.
—¡Deja de comer, maldita sea! ¡Aún el décimo no ha llegado! —gritaba Hayato.
—¡A mí no me grites, estupidera! —se defendía Lambo.
—¡Tengo hambre al extremo! —apoyaba el guardián del Sol al Rayo.
—No entiendo por qué te alteras —sonreía tranquilamente la Lluvia —. Tsuna ya está aquí ¿No? Así que ya podemos desayunar.
—¡Cierra la boca y muestra más respeto! —se defendía la Tormenta.
—¡Tsuna-nii! —saludaba Fuuta desde su asiento haciendo que los demás volteara a verlo.
—Te lo dije —reía divertido Takeshi.
—¡Décimo! —decía sorprendido Hayato mientras se levantaba en forma de respeto y le acomodaba el asiento a su jefe.
—No te molestes, Hayato —sonreía Tsuna —. Siéntate, que hoy es un día estupendo.
—Cómo diga, décimo.
—¿Por qué andas tan extremadamente sonriente, Tsuna?
—No pensarás en evitar tus deberes ¿O sí?
La punta de una pistola se apoyaba a un lado de su cabeza amenazándolo. Tsuna continuaba sonriendo de manera tranquila, como si estuviese acostumbrado a ello. Bueno, ya estaba acostumbrado al sadismo de su ex-tutor, de vez en cuando lograba espantarlo como en los viejos tiempos, pero era ya un acto reflejo.
—En realidad no tengo idea, simplemente creo que hoy es un día estupendo —decía tranquilamente el Cielo, recibiendo su desayuno y probando un poco.
Extrañando un poco a los demás y a la vez tranquilizándolos, terminaban su desayuno. Las intuiciones de su jefe eran... particularmente exactas, si algo iba a salir mal, se ponían alertas, pero si estaba en un estado como el que se encontraba ahora, igualmente se ponían alertas, no por algún enemigo, sino para evitar que el jefe evitara de sus deberes correspondientes.
Tsuna paseaba un poco por la mansión antes de ir a su oficina, supervisaba un poco las cosas para que todo estuviese en orden, y a lo mejor prepararse mentalmente antes de encerrarse por casi todo el día en su oficina.
Sí, una mañana cualquiera. Gritos y pataleos de su guardián del rayo por querer hacer sus berrinches, Fuuta e I-Pin tratando de calmarlo, Hibari en una misión desde temprano, Mukuro... bueno, podría decirse que se encontraba entrenando todavía a Fran... y haciendo un trato con los Varia.
Sin mencionar que Ryohei se preparaba para partir encarar a algunos aliados, bueno, a representarlos en una reunión que se hacía para antes de algún evento por realizarse, claro que no iría solo, aprovechando que sería en las hermosas costas italianas, tanto su esposa Hana y su hermana Kyoko y su amiga Haru, irían a acompañarlos para descansar y broncearse un rato. De solo pensar en Kyoko en traje de baño, Tsuna sentía ganar de ir también, pero los demás no se lo iban a permitir.
—¡YA ME VOY! —gritaba desde la perta principal.
—Que tengas un buen viaje, sempai —deseaba Yamamoto desde el segundo piso, asomándose por el barandal de las escaleras.
—¡REGRESARÉ PRONTO!
¡No más gritos ensordecedores! ¡No más hacer comidas en extremas cantidades! ¡No más escándalo! Algunos sirvientes bailaban al tener un poco de "tiempo libre" para ellos, por una semana y media, pero la dicha no dura, mientras que el extremadamente inquieto guardián (conste que de los mayores) se marchaba, quedaba una molestia más.
—Lambo, no —gritaba I-Pin persiguiendo al ahora niño (por la bazuca de los 10 años) de Lambo.
—Gyajajaja, este lugar es divertido —decía mientras correteaba por todas partes.
—Lambo, no hagas que Tsuna tenga más trabajo —suplicaba Fuuta persiguiendo también al pequeño niño vaca.
—¡TSUNA! —gritaba deteniéndose el niño vaca —¿Dónde está ese Tsuna inútil? Quiero jugar con Tsuna ¡TSUNA! ¡TSUNA!
—¿Qué demonios está...?
—Gyajajaja, estupidera vino a jugar con Lambo-san —decía de manera divertida corriendo hacia el guardián de la tormenta.
—¡No! ¡Estúpido, niño, no! —gritaba Hayato poniendo sus manos frente a él al ver a Lambo saltar hacia él.
—Gyajajaja.
Lambo saltaba riendo divertido con un par de granadas en las manos y moco saliendo de su nariz, hasta que alguien lo sostenía de la cola de la pijama quedando de cabeza.
—¡Inútil, niño! ¿Cómo se te ocurre jugar con la bazuca de los diez años? —gritaba Hayato enojado.
—Calma, Gokudera —decía Reborn tranquilamente —, mejor divirtámonos con ésta víctima.
—Me parece bien —sonreía de manera sádica Hayato —¿Qué tienes planeado?
Tsuna suspiraba dejando el bolígrafo a un lado y levantándose de su lugar, al parecer tenía que ir a poner orden, desde su oficina se escuchaba el llanto de Lambo, del pequeño y niño Lambo. Reborn estaba sentado tranquilamente leyendo el periódico en el jardín ignorando el llanto del niño vaca, mientras que Gokudera se había ido a hacer otro tipo de papeleo como mano derecha del jefe. Tsuna llegaba donde estaba Reborn buscando por todas partes al Lambo de 10 años atrás, no lo encontraba, sin embargo su llanto de escuchaba no muy cerca, pero sabía que estaba en el lugar indicado.
—Reborn... ¿Dónde está Lambo?
—¿Me importa? —respondía tranquilamente el hombre.
—Ay... —suspiraba Tsuna —déjalo en paz, en cinco minutos se pasará el efecto.
—Me da igual.
—¿Dónde está? —preguntaba más serio Tsuna.
Se escuchaba un liguero estruendo y un humo rosado aparecía en la copa de un árbol.
—¿He? ¿Qué? ¡AAAAAHH! —gritaba el Lambo de ahora —¡Ayuda! ¡Auxilio!
Tsuna suspiraba viendo a su guardián del rayo colgado en un árbol y amarrado con una camisa de fuerza.
—Bájalo —ordenaba de manera seria Tsuna.
—Mjh, de acuerdo —aceptaba Reborn aun leyendo el periódico y León, su camaleón, se transformaba en pistola, apuntaba arriba sin mucho miramiento y disparaba.
—AAAAAHH —gritaba Lambo cayendo y siendo golpeado por todas las ramas en su camino hasta que era atrapado por unos brazos —Ay... ahora sí... Ouh —balbuceaba.
Lambo desmayaba por los golpes y era llevado por Yamamoto a la enfermería, mientras Tsuna regresaba a su oficina al ser regañado y amenazado tanto por Reborn y Gokudera, como por Yamamoto (¿extraño? No lo creo)
El día aun no terminaba, y la sensación de que algo bueno tampoco desaparecía, estaba alegre, tanto que hasta cierto punto asustaba a los demás y le entraba la curiosidad a su ex-tutor.
¿Qué era lo que tenía tan calmado al Décimo Vóngola, tanto que no había dejado de sonreír desde que se había levantado esa mañana? La curiosidad mataba a todos, inclusive a Reborn, salvo a quienes no estaban en la mansión, como Hibari y Ryohei... ¿Qué será? Es momento de averiguarlo de cualquier manera...
(1) Las paletas que se usan para resucitar.
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CIAO CIAO!