Los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto

Los garabatos y escritura, bien o mal redactada que puedan surgir de mi cabeza en estas líneas, son mías.

- Hablan- ... "piensan"

Alguien como tú.

Capítulo I: El final de este capítulo.

"Tienes un nuevo amor y te sienta demasiado bien, nunca te he deseado la muerte... Aún. Tienes todas las cosas que jamás pude darte..." ~ The End of this Chapter – Sonata Arctica

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Y ahí estaba él, sonriendo como siempre, pero sabía a la vez que era diferente, su sonrisa iluminaba de una forma que no había visto antes, encandilaba como los rayos que el astro rey desplegaba magnanime sobre la faz terrestre. Su sonrisa era cálida e incluso reconfortante, podría decirse, porque la luz que él soltaba no lograba tocarla.

Se había escondido tras los arbustos, tras un tronco cuya estructura perfectamente gruesa le permitía mantener su fisonomía fuera de los ojos de los demás.

Tenía que haber pasado de los comentarios insinuantes de sus conocidos sobre el rubio, tenía que haber detenido sus piernas cuando habían salido corriendo en esa dirección para asegurarse, tenía que haberle advertido a su corazón que fuera fuerte. Porque tal vez si lo hubiese hecho, su corazón hubiese preferido la resignación, y ahora no estaría tan maltrecho, tan deshecho.

Se culpaba a si misma, se hacía responsable por cada una de las decisiones que había tomado, ella había elegido amarle a él y sólo a él muy a pesar de todas las señales, que no había querido ver. Se había puesto una venda en los ojos y la había apretado bien para asegurarse de no ver más allá de la posibilidad remota, se había puesto tapones en los oídos para no escuchar los lastimeros comentarios.

Todo apuntaba hacia ella y no a su persona, todos habían apostado por ella y era la Pelirosa la que había salido triunfante en la batalla, en una guerra en la que ni siquiera había podido dar una buena pelea, porque su contrincante había tenido todas las de ganar desde el principio. Porque ella lo había elegido a él y él había elegido a la ojiverde.

Desde un principio debía de haberlo sabido, que no tenía posibilidad, y quizá todo hubiese sido más fácil, pero Naruto siempre le había impulsado, era su sonrisa la que la impulsaba a tener anhelos, ansias de crecer, de ser fuerte, ella se había sentido como una florecilla en un vasto campo verde, la que florecería pese a que todos a su alrededor apostaran lo contrario. Pero él no era su sol, ni ella el eterno girasol que lo seguía en su trayecto, ella era la sombra, y desde las sombras siempre lo había observado.

"Estúpida" pensó para si misma mientras las lágrimas comenzaban a cristalizar sus ojos plateados y resbalaban muy a su pesar sobre la cumbre de sus mejillas.

Había corrido tan rápido como sus pies habían rechazado el piso, lo hacía sin detenerse pese a que sus pulmones se mostraran cansados de no recibir el suficiente aire para seguir dandole animos de no detenerse. Había huido de la escena que había tenido que soportar y ahora estaba lejos, demasiado lejos donde era poco posible que pudieran encontrarla.

Hinata se sentía más pequeña que nunca, se había encogido considerablemente y había dejado que sus pies se deslizaran por la tierra mientras que su cuerpo se dejaba caer sobre el piso, había caído rendida y apretaba la boca con fuerza para contenerse, quería ser capaz de resistirse a todo el dolor que comenzaba a mallugar su interior con la intención de salir a flote. Pero ella no quería liberarlo, lo mantenía preso en su pecho que se retraía haciendo pesada la carga, asfixiandola lentamente.

Se mordió el labio para evitar que un grito saliera de su cuerpo, estaba dolida, estaba desesperada y su cuerpo actuaba casi a voluntad propia, mientras sentía como su interior crujía cuando su corazón comenzaba a despedazarse.

Se llevó las manos al rostro y talló sus ojos apretándolos con fuerza, tenía ganas de sacarselos para hacer que aquellas estúpidas gotas dejaran de salir.

Repentinamente todos los sueños que había construído se habían quebrado frente a sus ojos, como una torre de papel que se desquebraja con facilidad, y todos los anhelos y esperanzas se pulverizaban con la desesperación que aprisionaba todo su cuerpo. Estaba realmente fuera de sí misma, sus pies temblaban aunque permanecía apoyada sobre el piso y sus manos apretaban su cabeza como si con ello fuese a despertar de la pesadilla en la que se sentía.

"Estúpida, Idiota..." Se repetía en su interior, minimizando su autoestíma, reduciendo todo a la enorme necesidad que sentía de desaparecer. Era invisible después de todo, siempre lo había sido. Nunca alguien había logrado ver más allá de la triste y debil hija mayor de Hiashi Hyuuga. Nunca alguien se iba a interesar en ella como la mujer que era.

Y sin pensarlo, sin siquiera planearlo sus labios se despegaron y profesaron un sonido aturdidor, su alma gritaba con ferocidad y su cuerpo repicaba en su interior, creando un horrible sonido que se alargaba corrompiendo sus tristes sollozos, liberando parte de aquel mal que deseaba salir, que le ponía la piel de gallina.

Volvió a gritar, con una desesperación aterradora que ella no pudo reconocer, de repente el peso en su espalda había disminuido, iba sintiendose más cansada por luchar en contra de todo aquel embrollo de sentimientos, por apretar el nudo en su garganta en lugar de querer deshacerlo. Y aún así su llanto seguía intensificandose, quería llorar hasta secarse, iba a asegurarse de que su alma y su corazón quedaran conscientes de que ella no era absolutamente nada. Era alguien desechable, cuya voz no podía ser escuchada aunque gritara.

Aunque le había gritado mil veces que lo amaba, que ella haría todo por él, él había pasado de esos sentimientos, y había preferido girarse hacia otro lado, hacia otra persona, había pasado de verla, a ella... Tan invisible como siempre.

Y él era feliz ahora, lo notaba en sus ojos azules, en aquel cielo de emociones que brillaban con intensidad, lo había visto con ella y sabía que a su lado se veía muy bien, él al fin tenía el amor que tanto había anhelado, y seguramente ella le daría todas las cosas que ella pese a su esfuerzo no había podido.

Había huido tan lejos de su alcance que sintió que el coraje la abrumaba, estaba presa de la desdicha que le calaba los huesos. Porque aunque sabía que él estaba bien con ella, no podía desearle felicidad, no mientras no se deshiciera de los sentimientos que la torturaba y la ahogaban.

- Hyuuga...- escuchó aquella voz que la sacó de sus pensamientos.

Levantó el rostro mientras su cuerpo dio un salto por el susto, su respiración era agitada y provocaba que sus manos se mantuviesen temblorosas como casi todo su cuerpo.

Y ahí estaba él, quien había sido llamado mejor amigo del que había inundado su alma de amargura.

Los cabellos azabaches le caían sobre el rostro completamente desalineado, mientras que sus ropas estaban un tanto sucias. Permanecía completamente erguido, llevaba el ceño fruncido y sus ojos negros inquisidores la examinaban minusciosamente, intentando descifrar el 'porqué' del estado de la chica.

Él, había estado merodeando por los alrededores de aquel lugar hasta que un sonido desgarrador le había detenido en su apresurado andar, él se había percatado de lo cerca que estaba de la aldea que tanto detestaba y se había puesto en marcha para alejarse lo más pronto posible; sin embargo la curiosidad lo había llevado ahí, había detenido sus pies y había redireccionado su camino.

Después de todo, aquellos gemidos aterradores le revolvieron lo suficiente el estómago, lo habían llenado de intrigas y estaba practicamente obligado a conocer el motivo de aquellos sollozos, de aquellos gritos desesperados que lo sacaron de su camino y que lo habían arrastrado hasta ese lugar, hasta ella.

Sasuke se había sorprendido de verla en aquel estado tan deplorable, llorando como si algo arremetiera contra su vida, y exclamando aterradores gritos sonoros que le daban escalofríos. Había decidido acercarse aún más después de haberlo pensado, había considerado que la mejor opción era pasarla por alto, pero verla ahí sentada como si su interior se despedazara le hizo tener una sensación extraña, algo que no sabía que era y que le provocaba un cosquilleo en el estómago.

Suspiró al ver que ella se escondía entre sus manos una vez que lo hubiese visto. La recordaba desde siempre, ella era una de las pocas chicas que habían llamado su atención en la aldea cuando era más joven, quizá la única a la que había considerado interesante, y era justamente la única con la que no había compartido algo, con la que prácticamente no había cruzado palabra alguna. La recordaba hermosa, con las mejillas pinceladas y una diminuta sonrisa en sus labios carnosos, con ese brillo en sus ojos enamorados que le aceleraban el corazón.

Se agachó para quedar a su altura y siguió observándole tranquilamente, esperando... Sólo esperando. Realmente no tenía idea de que podía decir o hacer, ni siquiera podía pensar en alguna pregunta, o en algún movimiento que le ayudara a indagar sobre los motivos de la chica, incluso una parte de él le aconsejaba irse, que no era bienvenido. Pero la otra lo mantenía ahí inmóvil, esperando a que ella dijera algo, a que se atreviera siquiera a levantar la mirada.

Hinata se encogió aún más si es que eso era posible, se sentía avergonzada, sus lágrimas seguían brotando como si no tuviesen final, como si su corazón no se cansara de abrir sus heridas. Sintió que la sangre aceleraba su paso y el compás de sus latidos se multiplicaron, sus mejillas se pintaron entre sus manos.

Estaba apenada de que Sasuke Uchiha hubiese aparecido de la nada, como por arte de magia, y de que fuera precisamente él, el imponente, frío, calculador e insensible Uchiha quien la observara en su estado más deplorable. Estaba perdida, y todo su pesar se multiplicaba por compadecerse a sí misma.

Estaba en una especie de Shock en parte por aquel montón de sentimientos que la mantenían tan depresiva y la hacían sentir tan pequeña, y por otro lado, aquella repentina aparición que realmente la había sorprendido, él no era cualquier chico, era un Uchiha, era aquel al que todos esperaban de regreso algún día, y sin embargo ella no podía concentrarse en algo que le dieran una idea del porqué el chico estaba ahí frente a ella, tan cerca de Konoha, cuando había dicho que no volvería jamás.

-Sigo aquí... Por si te lo preguntas...- murmuró en voz baja el chico, tan seca que incluso frunció su amplia frente en señal de desconcierto.

Sasuke rodó los ojos, él lo sabía, pero también pensaba que no era ni el lugar ni el momento indicado para serciorarse de que simplemente No era bueno para consolar gente. No estaba en su naturaleza, no podía decir una mínima palabra de apoyo, de comprensión ni de estima. Pese a que se esforzara.

La escuchó gemir y su interior se retorció, quería darle un buen golpe para ver si reaccionaba, pero sabía que no podía ser más bruto. Se sentía inutil, mucho muy inservible de aquel modo.

Llevó su diestra hasta la cabeza de ella y acarició sus largos cabellos con cautela en un intento vago por enmendar su atrocidad, por algún motivo había recordado que su madre alguna vez había tenido aquel gesto con él en algún momento oscuro de su vida que pretendía sepultar. Sintió a la chica estremecerse con el puro contacto y sonrió inconscientemente, Hinata parecía de repente un animalito indefenso con el cazador frente suyo.

Descendió por la curva de su rostro y en un movimiento lo levantó para poder verla, para poder dejar que su mano actuara instintivamente y acariciara su mejilla, secando las lágrimas que seguían saliendo sin control. Se sintió extraño ante su propio gesto, como si recordara que tuviese algo de humanidad en el fondo, él, que siempre había querido deshacerse de ese tipo de cosas, de demostraciones absurdas de comprensión.

Ella estaba deshecha y su piel se estremecía con cada caricia que propinaba el mero contacto de las yemas de los dedos del moreno, y sin embargo cerró sus ojos y respiró entrecortadamente a causa de la dificultad que sus pulmones le atravesaba en su pecho; sintiendo una tranquilidad que comenzaba a embriagarla.

La chica se impulsó contra su cuerpo como pudo y se abrazó de él en un gesto no planeado. Escondió su rostro avergonzado en el pecho de Sasuke y apretó su cavidad toráxica como si de ello dependiera su vida, repentinamente sintió como si un alivio se apoderara de su interior, la reconfortaba, y era un simple abrazo lo que necesitaba, era la compañía de aquel que podría considerar un completo extraño.

Sasuke se sorprendió del acto de ella pero no se deshizo de sus brazos cuando la escuchó quejarse quedito, sintió que su corazón le dolía y se aceleraba, así que simplemente la atrajo más hacia él para darle lo que necesitaba.

-No llores...- dijo tras aclararse la garganta en un intento por parar el llanto de la chica - nada ni nadie es lo suficientemente bueno para que estés así...-prosiguió con voz neutra y pausada.

-N-no...- negó como pudo, sin saber muy bien que decir, mientras su rostro se tornaba más rojo que un tomate maduro.

-Hey... La vida es cruel...- continuó el moreno con fastidio en el rostro, como si repentinamente hubiese recordado algo que no quisiera.

La chica asintió y se despegó de su pecho, mirandole a los ojos con una expresión de dolor que él jamás le había visto. Sintió aquel cosquilleo nuevamente y se dio cuenta de que lo que lo había detenido, lo que lo había hecho abrazarla era justamente ese reconocible dolor que corria por sus venas, porque ella lloraba su tristeza, cosa que él unicamente había podido hacer una vez. Ella sacaba la desesperación con gritos y él se mordía la lengua por no dejarlos escapar. Se imaginó que lloraba probablemente por amor, y aunque su amor fuera completamente distinto, le entendía.

Hinata se secó las lágrimas y tartamudeó una disculpa como pudo.

-¿Es que acaso el idiota de Naruto ha logrado esto? - preguntó él arqueando una ceja.

Y se arrepintió de haber preguntado cuando ella soltó el llanto nuevamente, escondiendo su rostro en el cuerpo de él involuntariamente. Era como una especie de imán que la llamaba a su cuerpo, para abrazarlo y tener un ápice de consuelo que jamás tendría si lloraba en soledad.

Sasuke suspiró y arrugó la frente, sintió unas descomunales ganas de golpear al rubio por el estado de la chica. Porque seguramente la había bateado por alguien que imaginaba y que para él, valía mínimo la pena. A sus ojos la morena era debil, no era muy buena ninja ni tenía alma de guerrera, quizá jamás llegaría a destacar de entre las demás, no por esfuerzo, si no porque simplemente, no se habían preocupado por pulirla bien, y aún con todo eso había algo que lo ponía extraño, que si la miraba lo hacía querer seguir viendo, lo hacía querer tocarla y comprobar que su suavidad sobrepasaba las bolas de algodón, y que sus brillantes ojos iluminaban su rostro con chispas de luz aunque fuese de noche.

Ella era la criatura de luz más hermosa que sus azabaches iris habían conocido.

Se embriagó de su aroma, de aquella peculiar esencia a lirios silvestres que sus cabellos y su cuerpo desprendían, su estómago gruñó y su corazón saltó instintivamente. Le agradaba el malestar que sentía si la tenía cerca por lo que apretó más contra su fisonomía.

Quizá pasó un buen rato antes de que Hinata dejara de llorar, sin darse cuenta sus lagrimas habían dejado de brotar por su propia cuenta, y su corazón aunque completamente roto, se sentía pesado al igual que todo su cuerpo, seguía avergonzada de compartir ese momento tan privado, tan suyo, con él, con el que era nombrado traidor y asesino, y que después de lo ocurrido le parecía todo menos ello. Había perdido la noción del tiempo y sus ojos cansados se habían quedado cerrados, el sueño la abrumó y se quedó dormida.

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Abrió los ojos.

Tenía la ligera sensación de que había estado soñando, al menos eso era lo que ella realmente deseaba, muy en el fondo, que todo hubiese sido una especie de pesadilla que no pasara de eso, pero cuando vio su semblante en el espejo, su cabello enmarañado y sus ojos hinchados se dio cuenta de que había sucedido. Había estado ahí, llorando entre los brazos de Sasuke en busca de consuelo. Había llorado hasta cansarse, por la decepción amorosa que aún dolía y que sabía que esa sensación no desaparecería en un buen tiempo. Y se sentía extraña por que estaba casi segura de que entre sueños había escuchado unas palabras que se repetían en su cabeza con lejanía y que ella pensaba incoherentes, por que él no iba a arriesgarse a ser descubierto otra vez.

"Nos volveremos a ver... Hyuuga"

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Notas:

Hola, aquí estoy nuevamente, pidiendo una especie de oportunidad. Bueno, está bien, esperando que le den un chance a este nuevo proyecto en el que estoy comenzando.

La verdad es que, la idea empezó como algo de Hinata en sí, después paso a un One-shot SasuHina y ha terminado en esto. Será quizá un fic raro, no sé como quiero manejarlo todavía, si como un conjunto de One-Shots, o como historia corrida. En fin, espero que les agrade de cualquier manera.

Siempre dije que mientras pudiera evitarlo no escribiría NaruSaku, y no falto a mi palabra, porque no pude evitarlo. Creo que era fundamental para que la historia se diera, para que Hinata se quebrara, escribí poco al respecto, quise enfocarme más en la Hyuuga.

No sé porqué la critican tanto, o cual es el punto de estar en su contra, NI QUIERO SABER así que evitense la molestia. Yo creo que es un buen personaje que Kishimoto no ha desarrollado bien. Le resta importancia como a todas las demás porque es un Shonen. Me quedo con eso.

Yo creo que en algun momento la gran mayoría hemos pasado por los sentimientos de ella hacia naruto, no correspondido. Y bueno, me fragmenté hace poco, me sentí algo parecido a lo que escribí, y creo que son cosas de la vida que nos hacen caer, pero que nos impulsan a ser más fuertes. De hecho me puse a escuchar la canción que puse al inicio con tanto sentimiento que sentí cosa.

No me alargo más, solo ADVIERTO que lo más probable es que este fic cambie de Rating según mis necesidades de avance. Espero no les moleste.

Pido una disculpa por mi retraso en "El príncipe Equivocado", estoy trabajando aún en el capítulo, que no me convence del todo, es cada día más difícil para mi por aquello del desenlace. La verdad no quisiera defraudarme tanto y mucho menos a ustedes. Les pido un poco de consideración y paciencia. Mi estado de ánimo tan voluble de momento no me permite escribir cosas tan melosas y lindas.

Ojalá que me dejen sus comentarios y que puedan seguir leyéndome, sería bastante agradable, de antemano:

¡Gracias!

Un abrazo enorme y un beso.

Ary.