Nada de esto es mio n.n o sería un verdadero AU, no como R3 XD
Shadows Game
AU.
Stage 1: La Rebelión
Era bien sabido para todo el mundo el rápido ascenso del Sacrosanto Imperio de Britannia en el mapa, tomando países bajo su control, invadiéndolos con una increíble fuerza militar que no los dejaba defenderse hasta que ya era demasiado tarde, o simplemente embaucándolos en deudas que no podían pagar después y por eso el territorio se tomaba como garantía. Cualquiera de las formas que usara Britannia, el mundo solo podía quedarse observando y temiendo quién sería el siguiente en perder su libertad.
Nadie podía predecir los movimientos de Britannia. Nadie podía estar en alerta permanente para cuando fuese necesario y por lo tanto solo debían hacer su mejor esfuerzo en no caer tan rápido cuando se estuviera en la mira de Britannia.
A eso se reducían las posibilidades de todos.
Hasta hoy…
2010 a.t.b.
Marianne Vi Britannia disfrutaba de su posición. Nunca dejaba que el aire se subiera a su cabeza y que por ser una de las Emperatrices de Britannia, sus pies dejaran siquiera unos segundos la tierra. Porque ella había nacido de esa tierra y aunque era improbable que perdiera su título en un futuro cercano, tampoco quería aferrarse a él de una manera desesperada y explotarlo como las otras esposas.
Claro estaba, que eso tampoco le impediría disfrutarlo. Porque había sido algo más que afortunada en estar en esa posición justo ahora, y no era idealista para pensar día y noche en que en el mundo había personas que sufrían de hambre y frío cuando ella estaba organizando una gran fiesta. Ella no se preocuparía por eso, porque tenía dos hijos que serían su mundo y lo demás no importaba. Ellos eran los que podían hacerle cambiar de opinión, quizás. O hacerla pelear contra las otras esposas –como constantemente lo hacía- por defenderlos.
El mundo exterior podía tener hambre y frío, pero este mundo en que habían sido destinados a vivir era más salvaje y más frío. El hambre que todos sufrían no era por comida, sino de poder y ambición en la constante carrera de ascensión al trono.
Aunque los herederos estuvieran todavía muy jóvenes. Era un tema que nunca dejaba de hacerse presente cuando dos príncipes imperiales estaban en la misma habitación.
Eso no le quitaba el sueño en absoluto. No, para ella ese futuro todavía estaba muy lejano todavía y tenía que tomar en cuenta la decisión de Lelouch y de Nunnally. Por eso trataba de enseñarles el verdadero mundo, antes de que ese día llegara.
Una fiesta, si. Tendrían una fiesta dentro de una semana y la servidumbre de Villa Aries apresuraba sus trabajos para asegurarse de que todo estuviera en perfecto orden para entonces, no es que fuera por orden de la Emperatriz Marianne, pero porque sabían que complacerla no era difícil tampoco era necesario dejar todo para último momento. Todos lo tenían en claro.
Como la cocinera.
La cocinera de Villa Aries, una mujer un poco mayor pero de gustos exquisitos, había insistido a Marianne que esa noche eligiera los platillos que se servirían dentro de una semana. Que ella le tendría listo todo para degustar, a pesar de las insistencias de la Emperatriz de que lo que fuera estaba bien y que confiaba en el refinado sabor de su cocinera. Era todavía temprano y el sol se había ocultado no hacía tanto tiempo, cuando Marianne se había dirigido a la cocina con una ligera sonrisa.
El delicioso aroma embargaba los límites de la cocina.
Cuando abrió la puerta y se encontró con tantos platillos distintos, no pudo evitar sonreír un poco más.
-Un gran trabajo como siempre, Sr. Thompson- cruzó el espacio que la separaba de la gran mesa paseando su mirada por cada uno de los platos a degustar. Su vista se detuvo en un plato de la sección de postres unos segundos después -¿Es acaso un pastel de fresas recién hecho?- preguntó con cierto brillo en los ojos.
La cocinera sonrió comprensivamente y asintió.
-El favorito de la Princesa Nunnally-
Marianne se vio extasiada por la noticia.
-Estoy segura de que le encantará probar por sí misma el postre para la fiesta- entonces se giró para comenzar a buscar un par de cubiertos.
La servidumbre de Villa Aries también estaba acostumbrada a todo eso. A Marianne haciendo lo que quería cuando quería. En especial esos pequeños gestos que no debían de venir de una Emperatriz o de los príncipes. La joven mujer conocía la Villa de pies a cabeza y sabía dónde estaba cada cosa en caso de necesitarlas. Como toda mujer debía ser, pero no como una Emperatriz.
Así que mientras ella sacaba los cubiertos, la cocinera buscaba un par de platos para ahorrarle la molestia.
Sin embargo, cuando la mujer mayor se giró a las gavetas del otro lado de la cocina, notó una sombra pasar por la puerta trasera que llevaba al jardín. De una manera un tanto extraña.
-Sr. Thompson, creo que para la fiesta será entonces la crema de…- Marianne expresaba su decisión final cuando la puerta trasera fue azotada abierta. La Emperatriz por reflejo se giró de inmediato para encontrar a un hombre de ropa oscura y un arma en su mano.
-¡¿Qué cree que hac-?
La cocinera se había lanzado sobre el hombre con el reclamo en su boca, pero este solo movió su arma y le disparó más de un par de veces silenciándola. La mujer había caído al suelo sangrando gravemente.
Eso sin embargo le había dado tiempo a Marianne de evaluar rápido la situación. Tomó un largo y afilado cuchillo que estaba sobre la tabla de picar y lo lanzó con fiereza. El hombre no había esperado eso en absoluto y cayó de un golpe certero cuando el objeto se había enterrado en su pecho. La Emperatriz rodeó la mesa del centro rápidamente acercándose con más odio que miedo a quien había irrumpido en su Villa, pasó sus ojos solo un segundo por el inerte cuerpo notando el verde oscuro de su atuendo y lo único grabado en su saco.
Una pequeña bandera blanca con un círculo rojo en el centro.
-Maldición…-
Japón.
Marianne sabía que ese era el próximo blanco de Britannia y algo le decía que eso no era un simple ataque de un descarriado. Se asomó levemente por la puerta abierta de la cocina, podía ver linternas moverse rápidamente de un lado a otro en la oscuridad. Decenas y decenas de linternas.
Sintió un jalón de la falda de su vestido y despertó del trance con un sobresalto.
-Corra…Empe-ra…triz- fueron las últimas palabras de su agonizante cocinera.
Marianne no lo pensó dos veces.
Se agachó y tomó el arma del japonés muerto antes de salir corriendo de la cocina. Tenía en cuenta de que no era tan tarde, de que toda la servidumbre estaba despierta, de que lo que estaba pasando era algo simple, pero no gritó ni una vez por ayuda. Cuando pasaba a cualquier sirviente que la veía de manera extraña por estar tan agitada y tener un arma en su mano, ella solo murmuraba que la Villa estaba siendo atacada.
No necesitaba gritarlo. Estaban solos.
Porque las decenas de linternas que vio moverse rápidamente en los jardines, seguro habían acabado con su cuerpo de seguridad, gritar solo serviría para avisarle a los invasores que estaban al tanto de la situación y que entraran de una buena vez que ya los habían notado. Tenía al menos unos segundos de ventaja, cuando todo el interior de la Villa se movía con rapidez y un nuevo motivo.
Marianne subió de dos en dos los escalones de la entrada principal, se había quitado los tacones para hacer el menor ruido posible y su destino eran las habitaciones de Lelouch y Nunnally. Una vez en el pasillo corría más y más rápido a sabiendas de que moverse con ambos de sus hijos no sería tan fácil y que en cualquier momento los otros podían entrar.
Aunque estaba segura de algo.
Ese ataque era algo más que un atentado contra su Villa. Porque no tenía sentido que hombres hubieran venido desde Japón a asesinarla a ella y a sus hijos. Porque eso querían. Sino que estaban ahí por un motivo más grande y temía lo que pudiera pasar.
-¡Lelouch!-
Abrió la puerta de la habitación de su hijo para encontrarlo en pijama jugando con Nunnally sobre su cama. Ambos príncipes voltearon ante el inusual llamado de su madre, y aunque Nunnally miró con curiosidad el objeto en la mano derecha de su madre, Lelouch sabía perfectamente lo que era y juntó el entrecejo con preocupación.
Sin embargo Marianne no podía darle explicaciones justo en ese momento. Dejó el arma sobre la mesa a un lado de la cama y se dedicó a tomar los zapatos de ambos de sus hijos.
-Ven aquí, Nunnally- llamó con urgencia y su joven hija obedeció sin saber por qué. Lelouch comenzó a ponerse los zapatos por su cuenta al ver el desespero en su madre y no tardaron mucho en estar listos.
¿Listos para qué?
Marianne tomó a Nunnally en sus brazos.
-Sujétate bien, Nunnally. Cierra los ojos y no los abras hasta que yo diga, ¿De acuerdo?- ordenó rápidamente antes de girarse a su hijo –Lelouch, sujétate bien de mi falda y haz lo que yo ordene-
Nunnally se aferró al cuello de Marianne y escondió su cabeza. Lelouch también se había agarrado de uno de los dobleces de la falda de su madre cuando la puerta fue abierta desde afuera. Ambos príncipes sintieron el fuerte jalón cuando su madre se movió y tomó el arma que había dejado en la mesa, apuntando a quien apareció en la puerta.
-Gottwald…- suspiró Marianne bajando su arma pero la expresión fría y calculadora nunca desapareciendo de su rostro. El guardia aludido no tuvo tiempo de reverencias.
-Hay que salir de aquí- dijo de inmediato olvidando los títulos también. Era un hombre dedicado a su trabajo hasta los extremos y no usar el distintivo social al hablar con la Emperatriz era una falta de respeto. Pero se lo podía permitir a sí mismo dada la situación.
Se escucharon los primeros disparos dentro de la mansión, hicieron eco por todo el lugar antes de callar los gritos de terror de quien sea que se hubiese encontrado en el camino. Marianne volvió a ajustar el arma en su mano y se disponía a salir cuando sintió que su hijo era detenido. Estuvo a punto de protestar cuando vio a Gottwald tomar a Lelouch de la misma manera que ella había hecho con Nunnally.
-Príncipe Lelouch, no mire- ordenó el hombre.
Ordenó.
Marianne hubiese sonreído de ser otra la situación.
-Obedece, Lelouch- solo confirmó la orden antes de disponerse a abandonar la habitación.
De un momento a otro los pasillos se habían quedado en silencio de nuevo. Era un mal presagio. La Emperatriz y el Guardia comenzaron a andar más rápido por los pasillos hasta que la nueva ola de disparos se escuchó.
Era un requisito para servir en Villa Aries, según Marianne. Muchos creerían a la Emperatriz un poco exagerada al hacer que todos los que trabajaban para ella supieran algo de auto-defensa, sin mencionar del manejo de armas. Para la mayoría tampoco era sabido que la Villa tenía mínimamente escondido algún tipo de arma en cada habitación y sus ubicaciones solo eran sabidas por quienes trabajaban ahí. Para ser usadas en una situación así.
El sirviente perfecto no era el que hacía todo sin un error, sino el que podía defender la vida de su amo.
Marianne estaba orgullosa de todos aquellos que trabajaban para ella y les deseaba suerte en este atentado.
Pero ella tenía que proteger a sus hijos.
-Al sótano, Gottwald- susurró mientras seguían corriendo, ambos fijándose con cautela a cada esquina y cada sonido que escuchaban. Los disparos ahora no se detenían y se podía decir que era debido a la resistencia –no planeada por el enemigo- que la Villa estaba ofreciendo. Sin embargo esos hombres no parecían dispuestos a detenerse.
-¡Encuentren a la Emperatriz!-
-¡Encuentren a los príncipes!-
-¡Asegúrense de asesinarlos!-
Alcanzaron el sótano sin ningún tipo de encuentro, los cuatro sanos y salvos. Gottwald fue el primero en abrir la puerta por seguridad adelantándose a la Emperatriz, y casi como si hubiera sabido que algo podía pasar, ahí había un par hombres con armas, que les estaban dando la espalda hasta ese momento.
Guardia y Emperatriz levantaron sus armas disparándoles a los intrusos sin darles tiempo de notar su presencia. Uno cayó sobre el otro ya sin vida, pero no tenían tiempo siquiera de asegurarse. Marianne se adentró por completo en el lugar una vez que se habían asegurado que no había nadie más y subió el interruptor, mientras Gottwald atrancaba la puerta de la entrada con una silla. Pronto se vieron iluminados, al igual que el método de salida de Villa Aries.
-El Ganymede…- susurró el guardia algo sorprendido. Pero Marianne no tenía tiempo para explicar por qué se encontraba su Knightmare ahí, aunque era suyo, debía ser obvio hasta ese punto el tenerlo cerca. Pero se había corrido el rumor de que después de la última vez que Marianne lo había utilizado con motivos de pleitos familiares, el Ganymede había sido enviado con los Ashford.
Claro que solo había sido para tranquilidad del resto de la familia Imperial, pero Marianne sin su Ganymede no era algo seguro en el futuro.
La Emperatriz sonrió para sí misma al demostrarse en lo correcto. Su Knightmare era equipo de seguridad en la Villa, se usara o no. Sentó a Nunnally sobre un escritorio mientras ella empezaba a teclear las claves y cargar la batería. La pequeña princesa observaba con curiosidad la gran estructura que su madre solía usar.
Mientras tanto, Gottwald seguía poniendo todo lo que podía contra la puerta. Era la única entrada, además de la gran puerta por donde el Ganymede seguro saldría, pero escuchaba que el alboroto se hacía más y más salvaje al paso de los segundos. Si bien parecía estarse tomando atribuciones que no le eran correctas, él tenía título de guardia de la Emperatriz Marianne, como muchos otros. Y él admiraba a la mujer hasta el punto de que no se sorprendió de que ella ya estuviera en la habitación de sus hijos y armada cuando la encontró. Por eso lo mínimo que podía hacer era entregar su vida para que ella y sus hijos salieran con vida.
Un simple guardia o no, era su deber. Y haría lo que fuese necesario. Aunque no estuviera protegiendo a una Emperatriz de porcelana.
-Gottwald-
Se giró de inmediato ante el llamado, lo primero que captó su vista eran los sistemas del Ganymede parpadeando y la Emperatriz subiendo las escaleras del andamio con la Princesa de nuevo en sus brazos. Asintió sin necesidad de más palabras y agarró mejor al príncipe a su cargo antes de empezar a subir también, aunque hasta ahora le extrañaba el silencio del príncipe Lelouch. No había dicho palabra alguna desde que habían salido de la habitación.
Pero no podía culparlo a él o a su hermana, ambos estaban muy jóvenes todavía.
Pronto llegó a la cima y la Emperatriz ya se acomodaba en la cabina, incluso buscaba la manera de acomodar a Nunnally con ella. Probó en sus piernas pero sabía que un golpe podría herirla fácilmente. Además, la única persona que llevaba arnés de seguridad era el piloto, cualquier Knightmare solo estaba diseñado para transportar una persona y Marianne agradecía que sus hijos estuvieran pequeños todavía. Terminó acomodando a Nunnally a su costado derecho, entonces se giró a Gottwald.
Ella conocía perfectamente a ese guardia. Sabía de la gran lealtad que poseía desde que había entrado en su servicio y la manera en que hacía todo a la perfección y con rapidez. Jamás habiendo tenido que llamarle la atención o recibido una queja sobre él, siendo el tipo de guardia perfecto para cualquier miembro de la Familia Imperial. Aunque era su guardia.
Prestó infinita atención a la manera en que él le pasaba a Lelouch para poder acomodarlo en el Ganymede con toda la seguridad que podían dada la situación. Incluso notó que los movimientos del hombre nunca flaquearon en todo el camino, y era remarcable notar que había sido el único de sus guardias que la había ido a buscar. Yendo contra sus órdenes en ese punto. Porque ella les había dejado claro al contratarlos que se podía defender sola y que su prioridad sería defender la Villa de sus intrusos. Pero Gottwald había visto más allá de eso. Ella claramente se podía defender de cualquiera, pero no podía hacerlo al mismo tiempo que lo hacía con sus hijos.
Marianne pensaba en los riesgos de caminar sola y teniendo que cuidar de Lelouch y Nunnally de tantas personas. Alentando su paso, arriesgándose a morir los tres sin piedad alguna.
Había agradecido silenciosamente la aparición de Gottwald.
Jeremiah Gottwald.
Ahora que estaba dentro del Ganymede con sus dos hijos, las posibilidades de ser heridos se reducían a cero. Su guardia se había encargado de eso hasta ese punto. Y cuando las manos del hombre se retiraban y con la mirada la incitaban a partir, lo consideró por un momento.
Él se había asegurado de la supervivencia de tres miembros de la Familia Imperial y solo eso. Ahora se retiraba tranquilamente habiendo cumplido su labor sin ningún tipo de resentimiento, miedo o esperanza. Habiendo cumplido solo con eso, era como si la Villa no estuviera siendo atacada y solo hubiese cumplido con su labor. Con un "Nos veremos mañana" o "Hasta luego". Marianne sabía que nada de eso era probable y el hombre seguro moriría.
Sin embargo el no se inmutaba en lo absoluto.
-Jeremiah Gottwald- habló clara y precisa. El hombre se desconcertó un poco al escuchar su nombre completo y por la sonrisa en el rostro de la Emperatriz que no sabía cómo interpretar. Al mismo tiempo se empezó a escuchar cómo los intrusos golpeaban la puerta atrancada por el guardia.
-¡Deben de estar ahí dentro! ¡Muévanse, muévanse!-
-Your Highness- musitó asintiendo sin razón aparente. Marianne volvió a sonreír mientras buscaba algo dentro de la cabina del Ganymede, tanteó con sus manos en el tablero hasta que dio con el pequeño objeto, entonces se giró por completo al hombre que esperaba expectante.
-¿Tendría miedo de pilotar un Knightmare, Gottwald?- extendió lentamente su mano con una pequeña llave en el centro. Brillaba por ser nueva bajo los reflectores del sótano, tenía el símbolo de Britannia de color púrpura y le era ofrecida solo a él.
Jeremiah se vio tomado por sorpresa unos cuantos segundos. Sabía por medio de los rumores de la Villa que los Knightmare de los cuales gozaban los Round y la policía eran costosos. Justo como el Ganymede. Pero que Britannia estaba intentando producirlos de manera masiva con obvios motivos de guerra. Pero no imaginaba que ya fuesen un hecho ¿O no lo eran?
Su vista bajó escaneando el resto del sótano en busca de otro gran bulto de metal. Con sorpresa se dio cuenta de que ni siquiera lo había notado cuando entraron. El Knightmare púrpura estaba a plena vista de todos solo a unos metros del Ganymede, brillando de manera peligrosa como el arma que era.
-Es de los primeros prototipos en masa- continuó Marianne estudiando cada expresión en el rostro de su guardia –Pero ese es completamente funcional y pedí que lo trajeran aquí hace dos semanas-
Gottwald sonrió un poco de lado.
-Así que no era una gran caja de madera con una nueva cocina- musitó no tan sorprendido ya. Marianne no pudo evitar ser descubierta en su juego, el hombre sin embargo estiró su mano y tomó con firmeza la llave que le era confiada.
-¿Incluso si nunca has pilotado un Knightmare, Gottwald?- continuó Marianne con una mirada de reto. El comentario lo hizo dudar solo por una milésima de segundo, hasta encontrar las palabras correctas para responder.
-Con todo el respeto, Emperatriz. El único requisito que usted me puso era si tenía miedo de pilotar un Knightmare…- apareció un curioso brillo en los ojos de la mujer, incitándolo a continuar –No lo tengo, lo demás lo puedo aprender sobre la marcha-
Marianne asintió de inmediato y Gottwald bajó de tres en tres las escaleras de ese andamio. La cabina del Ganymede comenzó a cerrarse mientras el guardia tomaba posesión del otro Knightmare. Una vez dentro y todos los sistemas activados, Marianne encendió la comunicación privada.
-Entrenamiento versión corta, Sir Jeremiah Gottwald- comenzó Marianne, pasando por alto la manera en que el hombre se vio sorprendido reteniendo su respiración por el cambio de título. Aunque eso era automático al ser nombrado piloto de un Knightmare –Derribe a todo el enemigo que vea, no se deje derribar y hágalo por Britannia-
Si Jeremiah creyó que le dirían algo de cómo controlar la enorme estructura, se estaba dando cuenta que se había equivocado.
El hombre no pudo evitar sonreír aún más, a pesar de la situación. Nunca había pasado por su mente el ayudar a la Emperatriz y a sus hijos para recibir algo a cambio y ahora le estaban dando esa valiosa oportunidad de tener más poder para continuar con su labor.
-Yes, your Highness-
Marianne comenzó a probar los movimientos del Ganymede. El otro intentó hacer lo mismo pero se veía claramente un poco más torpe, incluso golpeó un andamio a su derecha y lo derribó, mas no se disculpó.
-Tiempo de salir- murmuró Marianne, pero al mismo tiempo la puerta pequeña del sótano pudo ser derribada. Sus movimientos se vieron entorpecidos un poco por la presencia de sus hijos a los costados y el enorme vestido no diseñado para pilotar, pero con una sonrisa miró a los enemigos ser acribillados por otra persona.
El Knightmare púrpura se había deshecho de sus ataduras.
-Buenos reflejos- concedió por la comunicación.
Entonces ya era tiempo de salir. Explotó la enorme puerta del sótano, no había tiempo de claves de autorización, y la noche saltó a la vista de ambos, al igual que todas las personas que corrían armadas de un lado a otro. Era fácil identificar a los Japoneses. Marianne no lo pensó dos veces antes de comenzar a usar sus armas, destruyendo su hermoso jardín de paso.
-Emperatriz ¿A dónde nos dirigiremos? – Gottwald solo un par de metros tras ella continuando su labor. Sin embargo la mujer juntó el entrecejo una vez más evaluando la situación.
Japoneses muertos en su jardín solo la hacían retomar su teoría de antes. No podía ser que solo los buscaran a ellos. Estaba a punto de sugerir establecer comunicación con la base de Pendragón cuando un movimiento captó su vista. Se acercó más a la pantalla no dándole tanta credulidad a sus ojos.
Un par de Knightmare negro con rojo pasaron por la calle con grandes amas en sus manos.
-¿Gottwald, ves lo mismo que yo?- no pudo evitar preguntar.
-Lo veo…- fue la respuesta que no hubiese querido escuchar.
¿Japón tenía Knightmare?
Hasta entonces pensó en mirar hacia arriba, sintió un gran nudo plantarse en la boca de su estómago con el nuevo paisaje. Decenas y decenas de aviones surcaban el cielo. De un gran tamaño. Incluso en ellos pudo distinguir la bandera de Japón, al menos hasta que-
-¿China?- susurró.
Otro enorme avión de carga pasaba silenciosamente por encima de sus cabezas, pero la insignia de China era lo que la adornaba.
Japón, China, Australische, España…diferentes banderas adornaban todos esos enormes transportes.
Todo se hizo claro para Marianne en menos de un segundo. No era su Villa y sus vidas las que estaban siendo atacadas y puestas en peligro ¡Era una invasión!
Britannia estaba siendo invadida.
-¡Gottwald!- gritó por la comunicación, Nunnally y Lelouch se encogieron a sus costados -¡Establece comunicación con la base! ¡Que den la alarma! ¡Es un ataque masivo!-
No deseaba sonar tan desesperada, pero lo estaba. Con fuerza lanzó los controles del Ganymede hacia adelante comenzando a derrapar por el césped de los límites de la Villa. No esperó confirmación del otro y explotó la barda para salir.
No podían ser invadidos. No-podían-ser-invadidos.
Aunque la verdad era otra, Britannia se había confiado en su supremacía en el mundo. Porque tenía todo el derecho de hacerlo. El país que se estaba posicionando firmemente como el más fuerte de todo el mapa tenía todo el derecho de confiar en eso, porque tenía muchos países bajo su control y sistema de áreas.
Britannia estaba ganando. Y no había nadie que los pudiera detener.
Al menos hasta que se toparon con el orgullo Japonés.
El país del sol naciente dirigido por Genbu Kururugi, Primer Ministro. País que se encontraba en negociaciones poco favorables con Britannia por el dominio de la sakuradite en el territorio. Britannia trataba de ganar ese espacio para así tener más recursos con los cuales mantenerse en la punta tecnológica y bélica, solo les faltaba eso. Pero Britannia nunca se imaginó el paso agigantado que Japón podía dar sobre ellos.
-Las tropas Chinas y Americanas están en posición-
-Líbano, Egipto e Irak ya están descendiendo-
-El Euro universo espera órdenes-
-Jordania, Indonesia, Sudáfrica, México, Francia…-
Era un gran listado. Era una gran rebelión.
Japón había recibido información de los planes de Britannia, aunque no era de sorprenderse. Todo el mundo sabía que Japón sería destinado a convertirse en un área si no aceptaban los desfavorables tratados con Britannia, entonces el Sacrosanto Imperio tendría el motivo que quería para invadir, justo como a los otros territorios. Pero algo que todos esperaban era el ataque mano a mano o los Knight of Round descendiendo con su devastador poder.
El segundo pedazo de información que se les fue entregado era catastrófico.
Knightmare Frame.
El mundo ya los conocía y sabía de lo que eran capaces, la gran destrucción que podía causar solo uno de esos y la derrota segura. Sin embargo, su estreno en la guerra era otro punto. Su producción masiva con fines bélicos los dejaría a todos sin la más mínima oportunidad de rebelión. Indefensos ante el mínimo ataque y sin poder armar la mínima defensa.
Japón ya sabía que se avecinaba la guerra, la enorme desventaja con la que corrían era lo que ignoraban. Hasta hacía unos meses.
-"Japón será convertido en el Área 11 para antes de que termine este año. Britannia planea lanzar su ataque quince días después de que los pactos entre ambos países se vean rechazados nuevamente.
Knightmare Frame en proporción a cada soldado terrestre es lo que usarán.
Estoy confiando estos planos a su consideración."-
Era un extraño paquete que había llegado al templo Kururugi en Japón. Era lo que podía darle un giro a la guerra y hacer que Japón sobreviviera el ataque de Britannia. Al principio muchos creían que era una broma ¿Quién de suficiente rango del país enemigo los ayudaría? Porque si esos planos eran verdaderos, no podían haber sido solo robados y copiados.
Alguien de poder debía haber sido.
Pero confirmado por científicos Indios que esos documentos eran verdaderos y una gran amenaza para todos, Japón decidió que no se defenderían de Britannia.
No.
Japón decidió que sería quien dirigiera el contraataque a Britannia. La Rebelión mundial contra el Sacrosanto Imperio. En un último intento de liberarse de sus garras.
Las comunicaciones fueron establecidas desde ese momento. Todas aquellas áreas y países que por poco todavía disfrutaban de algo de libertad, fueron puestos al tanto de la posibilidad de girar las cosas. Fue cuestión de unas horas que la resistencia comenzara a unirse de país a país, y cuestión de un día más que políticos derrocados de su puesto por Britannia, comenzaran su viaje silencioso hasta Japón para discutir las medidas a tomar.
El templo Kururugi tenía banderas de las cuatro esquinas del mapa y los traductores apenas eran necesarios. La palabra oportunidad y guerra era entendida en cualquier idioma, pero libertad era lo que todos ansiaban.
Quizás estaban meses detrás del avance de Britannia en cuanto a la producción de Knightmare, pero todos habían concordado que el Imperio producía sus armas dentro de la capital, nunca por fuera. Por lo cual sería más que fácil el dividir el trabajo al resto de los países del mundo. Eran decenas de países que podían hacer lo mismo al mismo tiempo, eran decenas de países contra solo uno.
Eso lo tenían en mente desde el inicio. Britannia podía ser una superpotencia Mundial, pero eran más los países que se oponían a ella. El motivo por el cual nunca antes se habían defendido de esa forma, o habían defendido a un país a punto de convertirse en área, era la clara desventaja en armas.
Pero ahora que ese obstáculo estaba sorteado, no había nada más que decir.
La fecha estaba muy bien fijada. Los documentos y planos se copiaron a cada país de la Unión de países, donde los mejores científicos de cada región buscarían igualar esa tecnología sabiendo exactamente cómo era hecha. Japón aportaría el sakuradite necesario para su funcionamiento sin costo alguno, en la lucha por liberar al mundo nadie tenía derecho a pedir pago. Así que los trámites se agilizaron sin precedente.
Todo el mundo se movía, sin que Britannia lo notara.
Acercándose la fecha las rutas de invasión eran discutidas. Los mejores tácticos de cada país discutían cada movimiento sin duda o titubeos. No era intentar atacar a Britannia y si fallaban sería un: Lo siento. No, el mundo sería exterminado si esa rebelión fallaba y la furia de Britannia sobre todos por igual sería catastrófica. No había espacio para errores, una oportunidad como esa jamás se volvería a presentar.
Así habían llegado a ese día. Donde las áreas y demás países se habían hecho presentes con un solo motivo.
Derrocar al actual Imperio Mundial, y recuperar su libertad.
Llegaron por tierra o por aire, todos sabían qué hacer y a dónde dirigirse. Cómo actuar antes situaciones ya previstas y por sobre todo, no fallar en el objetivo individual de cada uno. Cumplir de una u otra manera lo pactado, pero no dejar cabos sueltos.
Britannia debía caer esa noche.
Así empezaron a descender los Knightmare Frame de la defensa. La Familia Imperial era el objetivo, primero. Habían logrado hasta entonces conseguir la ubicación de todos los miembros de la realeza, y aunque la intención acordada no era asesinarlos, el capturarlos de una u otra manera era la única opción.
Solo en caso de que se convirtieran en una amenaza para la operación, tenían el permiso de eliminarlos. Pero se quería por sobre muchas cosas llegar a un acuerdo sin tener que recurrir a los métodos de Britannia. Porque no debían ser iguales. El mundo no podía empezar su nueva época de libertad con un día manchado de esa manera.
-Avancen-
-Confirmación obtenida, el grupo Japonés puede avanzar-
Genbu observaba con dureza todo lo que pasaba bajo su mando. Si, ellos habían sido los que habían levantado la rebelión mundial en cuanto vieron la oportunidad y ahora eran más que responsables en la victoria o en la derrota. Por eso el campo de batalla necesitaba de toda su atención y ansias de victoria, dependían muchas cosas de lo que pasara esa noche.
-Ven aquí, Suzaku. No quiero que te separes- el hombre extendió la mano a su hijo que hasta entonces había estado mirando por los cristales del avión a las demás fuerzas que volaban a la par de ellos.
Genbu no veía un gran sentido en haberlo traído, incluso pensaba que era algo peligroso. Pero Todou había insistido en que sería mejor tener a Suzaku cerca, porque pasara lo que pasara, las cosas no volverían a ser iguales y quizás sería una buena oportunidad para enseñarle a Suzaku los verdaderos deseos del mundo y los motivos por los cuales luchaban.
No había mejor motivo que el que veía en ese momento.
Y crecer con ideales de libertad sería mejor que terminar siendo un área de Britannia y posiblemente un Ciudadano Honorario de Britannia. Así los llamaban.
Suzaku no debía ser eso, Suzaku debía ver por la libertad.
-Las tropas están empezando a confirmar la captura de siete Familias Reales de Britannia- se acercó Todou con una seria expresión en su rostro. Genbu asintió tranquilamente -¿Continuará la siguiente fase del plan para ellos?-
El Primer Ministro japonés se quedó pensando un minuto. Las cosas iban de acuerdo al plan y Britannia no estaba presentando tanta resistencia. No los esperaban en absoluto.
-¿Ya se tomó el Palacio Imperial?- preguntó. Todou se giró levemente ordenando que las imágenes de las tropas Alemanas se mostraran en pantalla. Saltó a la vista la enorme cantidad de soldados uniformados de distintas nacionalidades apostándose alrededor de la gran estructura, después de mostró el interior y el sometimiento de los ocupantes. Incluso se podía ver a una mujer de gran vestido y joyas en su cuello luchando contra los dos soldados Iraníes que la sujetaban.
-Es la Emperatriz Charlotte Eu Britannia, junto con el Primer Príncipe Odysseus Eu Britannia- comentó Todou aclarando la situación –Al parecer por ser el primero en la línea de sucesión son los únicos que viven dentro del Palacio Imperial, se espera que la primera Princesa también esté ahí-
Genbu observó detenidamente las imágenes -¿Ya se ordenó que se reúna a toda la Familia Imperial ahí?- Todou asintió levemente pero había cierto desconcierto en su rostro. Genbu lo incitó a decir lo que tuviera en mente.
-Tal y como predijimos, la Emperatriz Vi Britannia le está dando batalla a nuestros hombres. No ha podido ser capturada-
-Era de esperarse de una Round- argumentó Genbu como si fuese algo que no tuvieran en cuenta –Tú fuiste el primero en advertirnos de ese linaje, Todou. La Emperatriz Vi Britannia y la Segunda Princesa, que forman parte del ejército. Debes ser tú quien las lleve al punto de reunión- terminó.
El militar Japonés asintió no tan contento con la idea.
-Sé que no gustas tanto de los Knightmare Todou, pero si ambas mujeres no se detienen, deben ser eliminadas-
Era una orden.
-Nosotros nos dirigimos ya al punto de reunión, Primer Ministro- habló el capitán de la nave.
No importa lo que hiciera, Marianne se daba cuenta de que no avanzaba. No de esa manera. Siendo solo dos contra un ejército que seguía descendiendo de los cielos y que no comprendía por qué no se habían dado cuenta. Gottwald había podido establecer contacto con la base de Pendragón, solo para recibir como respuesta lo siguiente:
-"Este es el ejército Japonés, todo vehículo mecánico operable debe dejar de funcionar en este instante o será derribado. Todo Knightmare Frame que oponga lucha será eliminado. Repito, apague todo vehículo mecánico"-
La base no seguía siendo de Britannia ya.
Marianne sentía su interior agitarse y hervir de coraje y desesperación por la situación. Aceptaba que era un elaborado ataque a lo que se enfrentaban, pero no debía rendirse solo así. Incluso cuando al pasar el Ganymede era blanco de todo soldado a pie o Knightmare enemigo disponible.
Aunque seguía sin comprender cómo es que un diseño de Britannia había parado en manos fuera del Imperio.
Seguro ese había sido el punto de partida.
-¡Gottwald!-
El Ganymede fue derribado sobre sus rodillas una vez más. Eran demasiados enemigos. Muchos para la cuenta. Y aunque Marianne era una Round, no se estaba permitiendo desencadenar todo lo que podía por el momento, por dos grandes motivos. Uno era que sus hijos estaban con ella, no podía permitir que les hicieran daño. Y el otro era que tenía que llegar al Palacio Imperial, quizás desde ahí podían hacer la resistencia Britannian.
-¡Estoy justo atrás, Your highness!-
Tal y como dijo, el Knightmare púrpura le dio el tiempo suficiente para ponerse de pié de nuevo. Observaba de manera preocupante la batería, puesto que hace tiempo no se usaba de aquella forma, y el estado en el que ya estaba la estructura era serio. No había recibido tantos golpes desde su última batalla con Bismarck y eso ya era algo. Como quedaron el Galahad y el Ganymede hizo a los encargados volver a reconstruirlos pieza por pieza.
Pero ahora tenía todo en contra y no tenía idea de qué era lo siguiente por hacer.
-Quizás deberíamos seguir directo hasta el palacio, sin detenernos- sugirió Gottwald por las comunicaciones. Marianne estaba de acuerdo hasta ese punto. Además del gran poder que el enemigo estaba demostrando, los pilotos de esas copias de Knightmare sabían lo que hacían, y Gottwald que si bien era un muy afortunado apoyo no tenía nada de experiencia en Knightmare.
No duraría mucho en una larga batalla.
-Tienes razón, trata de no detenerte a menos de que sea absolutamente necesario- y Marianne lo quería a su lado todo el tiempo que fuese posible.
-Yes, your Highness-
Los dos comenzaron el recorrido con rapidez por las calles de Pendragón, apenas esquivando los disparos que trataban de detenerlos y tratando de mezclarse en las multitudes. Sin embargo ver la deplorable situación que caía sobre la capital no les daba muchas esperanzas. Estaban siendo invadidos a una gran escala que podía dar miedo.
Edificios explotaban y otros se incendiaban, Britannian corrían por las calles en busca de un refugio. Marianne solo tenía en mente que debía llegar con Charles y quizás tendría una salida a todo eso.
El palacio ya estaba cerca.
-¡Sujétense bien!- Marianne instruyó a sus hijos. En ningún momento los olvidaba, incluso escuchaba la voz de Lelouch que inventaba algún tipo de historia para Nunnally, distrayéndola lo más que podía de lo que pasaba, pero no podía hacer tanto.
Solo deseaba acabar con eso.
-¡Emperatriz Ma-!
La comunicación se vio cortada y el Ganymede sacudido con más fuerza que antes. Se encontró inmóvil de ambas piernas impidiendo su movimiento y haciéndolo derrapar varios metros hacia adelante. El golpe fue estruendoso, pero más fuerte fue el estrellarse contra uno de los edificios sobre la acera.
Marianne sacudió su cabeza un par de veces, tratando de aclarar su visión. Demonios. Eso había dolido.
-Le-louch… ¿Eso es sangre?- la inocente voz de Nunnally volvió a la Emperatriz a la realidad, se giró levemente para ver a Nunnally sobándose la mejilla con una mueca de dolor. Marianne podía ver incluso que ya se ponía roja, pero volviendo su vista a Lelouch, podía ver un golpe en la frente de su hijo que de hecho sangraba.
-No es nada, Nunnally- aseguró el joven Príncipe. Marianne sabía que él no diría nada, sonrió levemente.
-¿Ambos están bien?- preguntó, los dos asintieron –Siento eso- se disculpó antes de girarse de nuevo a los controles para levantar el Ganymede.
Para levantar el Ganymede.
-Demonios…- musitó. Estaba muy dañado, el Knightmare no parecía poder pararse más.
-¡No dejaré que se acerquen! ¡Sobre mi cadáver! ¡Atrévanse malditos, y conocerán a Jeremiah Gottwald!-
Marianne observó el Knightmare prototipo púrpura, enarcó una ceja sorprendida. Quizás había subestimado a Gottwald. Pero en esos momentos la situación se había complicado, el Ganymede no respondía.
-Gottwald…-
El otro peleaba con gran entusiasmo.
-¡Gottwald!-
-¡¿Sí?-
-El Ganymede ya no responde- sentenció. Eso pareció bajar drásticamente el espíritu del otro que casi bailaba sobre los dos Knightmare que había derribado.
Estaba a punto de decir algo cuando un tercero apareció.
Marianne apenas vio el movimiento de aquél Knightmare de color negro con una gran katana de color rojo. Japón. Y Gottwald había sido inhabilitado definitivamente cayendo sobre su propia espalda. A eso se refería por lo de la experiencia. Pero sus pensamientos se tornaron oscuros cuando la gran estructura se movió hacia ella y sus hijos.
Eran la Familia Imperial, si eso era un ataque de venganza la Familia Imperial era la primera en morir. Cerró los ojos por una fracción de segundo.
-¡Alto!- esa voz no venía de las comunicaciones, pero Marianne con solo abrir los ojos pudo ver a su guardia parado frente al Ganymede, como si pudiera hacer algo, para defenderlos todavía. -¡Alto!- seguía gritando.
¿En serio creía que funcionaría?
Para su sorpresa, el gran Knightmare negro se detuvo. Marianne lo tomó como una oportunidad y abrió la cabina del Ganymede. Gottwald se acercó de inmediato sin despegar su vista de la estructura enemiga, la Emperatriz sin embargo exigió su atención empezando por sacar a sus hijos de ahí.
-¿Marianne Vi Britannia?- preguntó por los altavoces el piloto. Gottwald se detuvo cuando la Emperatriz le entregaba a Nunnally. –Me veo en la necesidad de escoltar a la Familia Imperial al Palacio, no opongan resistencia-
Si bien el hecho de que no serían asesinados ahí era un avance, la autoridad con la que les ordenaban era ególatra. Como un ganador.
Marianne sabía la situación que caía sobre Pendragón, no estaban en posición de negociar justo en ese momento. Terminó de soltar a Nunnally en brazos de Gottwald y luego comenzó a pasar a Lelouch. Justo cuando el guardia tenía a sus dos hijos, Marianne se disponía a bajar pacíficamente y algo en su tablero parpadeó.
[Conexión restablecida]
Abrió los ojos levemente. Control sobre el Ganymede de nuevo.
Levantó ligeramente la vista, Gottwald esperaba impaciente a que bajara pero cuando las miradas de ambos se encontraron, no le dio tiempo de protestar.
-Protege a mis hijos- susurró. Al mismo tiempo y en un rápido movimiento, el Ganymede se levantó del suelo con total ligereza y la cabina se volvió a cerrar. El Knightmare negro no esperaba en absoluto ese movimiento y tardó en reaccionar, siendo golpeado por la Round.
-¡Ahora, Gottwald!- ordenó por los altavoces. La Emperatriz notó con algo de tranquilidad como el guardia comenzó a correr perdiéndose de inmediato en los edificios.
Esa era su batalla.
Lelouch no comprendía del todo lo que pasaba. Le era extraño, y le resultaba atemorizante hasta cierto punto. Cómo su madre los había dejado con un guardia de Villa Aries y este había empezado a correr con Nunnally y con él a cuestas. Era momento de que todavía no encontraba su voz, no después de asegurarle a Nunnally que todo estaba bien. Pero ahora corrían por las calles en pleno conflicto, donde cosas explotaban, personas gritaban y edificios caían.
-¡No miren, mis príncipes. No miren!- intentaba Gottwald. Pero sabía que era algo difícil de obedecer, Lelouch solo atinó a tomar la mano de Nunnally desde la posición que estaba. Ambos eran cargados sobre los hombros de ese hombre como dos costales, ambos miraban hacia atrás lo que dejaban pero nunca a dónde se dirigían.
Había escuchado a su madre decir que no estaban lejos del palacio. Y era cierto. Ya entraban en los límites del palacio cuando pasaron los primeros Knightmare de Britannia que los hicieron detenerse un momento. Solo cuando Gottwald gritó los nombres de ellos dos, los habían dejado pasar, pero solo fue unos segundos después de que dichos Knightmare fueran derribados por el enemigo y explotados solo a unos metros de sus rostros.
-Lelouch… tengo miedo- musitó Nunnally. No había llorado una sola vez durante todo el trayecto, pero era atemorizante.
-Todo estará bien, Nunnally- aunque él no lo creía.
Pronto alcanzaron incluso las puertas del Palacio Imperial y Gottwald los bajó de sus hombros, tomando la mano de cada uno y caminando el resto de las escaleras. Solo que cuando llegaron a la cima, lo que los recibió no era la salvación que esperaban.
-¡Arriba las manos, no haga ningún movimiento brusco!-
Estaban rodeados por una docena de soldados con la bandera Japonesa en sus sacos. Gottwald escondió a ambos príncipes tras él, no dejando que nadie se les acercara.
-Vaya, vaya. Al parecer están empezando a venir por su cuenta- alguien dijo.
Un hombre de traje formal salió detrás de los hombres armados. Tenía una gran cabeza, ojos chiquitos y un bigote en dos delgadas líneas, su nacionalidad Japonesa era clara. Gottwald sin embargo solo atinó a esconder aun más a los jóvenes príncipes a su cargo. No podía dejar que fueran capturados después de todo lo que había pasado.
Pero alcanzó a ver detrás del grupo de personas cómo la Primera Princesa Guinevere su Britannia era escoltada con un arma tras su espalda.
¿La Familia Imperial había caído?
-No hay necesidad de morir por algo que ya es una hecho- continuó el hombre de traje captando de nuevo la atención de Jeremiah –Sé que esos dos son príncipes de Britannia, entrégalos- ordenó.
-Por supuesto que no- retó Jeremiah de regreso, aunque sabía lo tonto que podía ser. Los soldados japoneses volvieron a levantar sus armas en contra de él inmediatamente.
-Creo que no has entendido quién manda ahora, déjame explicártelo- el hombre de traje pasó entre los soldados –Britannia está acabada, así que solo agacha tu cabeza-
Gottwald estuvo a punto de replicar de nuevo cuando una voz se hizo presente.
-Britannia jamás agachará su cabeza ante nadie, menos después de un ataque bajo como este-
El guardia se giró sorprendido ante la aparición de quien menos esperaba.
-¡Mamá!- gritó Nunnally con alegría, pero Gottwald no la soltó. Notó a los soldados japoneses ponerse más tensos ante la aparición de la Emperatriz, el hombre de traje incluso juntó el entrecejo.
-¿Con quién tengo el honor?- preguntó.
Marianne terminó de subir el par de escaleras que faltaban para estar a la altura de los demás. Entonces Jeremiah notó al hombre que venía tras ella. Un militar japonés, a juzgar por su atuendo. Pero con una seria mirada en su rostro.
-Marianne Vi Britannia- se presentó la Emperatriz, el Japonés de traje se vio contrariado, incluso retrocedió medio paso. –Espero que no ose poner una mano en mis hijos- advirtió.
El hombre se mordió el labio inferior.
-Eso se puede arreglar- habló después de unos segundos.
Aunque nadie se esperaba tal acto, después. Gottwald, los hombres armados, o quien fuera. Porque la conversación no se había desviado en lo absoluto. Porque no había un motivo para hacerlo.
El japonés sacó un arma de su saco y la disparó. Justo hacia la cabeza de Marianne. Y solo segundos después el cuerpo de la Emperatriz se desplomaba con ambos ojos abiertos, escaleras abajo, cayendo a los pies de más rehenes Britannian que eran escoltados al Palacio Imperial. El grito de sorpresa de los rehenes, de Gottwald, incluso de los mismos Japoneses se hizo presente.
Lelouch y Nunnally se quedaron petrificados ante la escena.
Todou cruzó el espacio que lo separaba del resto de Japoneses para llegar hasta el otro hombre. Lo tomó del cuello del saco y con una fiera mirada lo enfrentó.
-¡¿Por qué demonios lo hiciste, Sawasaki?- habló entre ambos dientes apretados. El aludido solo alejó la mano de Todou de su ropa mirando casi con cierta alegría lo que había pasado.
-No solo era una Emperatriz, era una piloto de Knightmare poderosa- aseguró con los ojos estrechados –Y declaró su levantamiento contra nosotros, es mejor deshacernos de todo aquél que se oponga, de una buena vez-
-¡No era en lo absoluto necesario!- continuó Todou muy contrariado. Pero se ganó una mirada más profunda de Sawasaki.
-¿Qué eres tú, Kyoshiro? ¿Un Britannian? Ganamos, solo celebra-
Y aquí está el "¿Y si el mundo se hubiese unido contra Britannia?" Yo ya habia pensado en eso, porque es más el mundo entero que Britannia, solo necesitaban un empujón.
Nuevo fic n.n lo sé... pero es mejor que sea publicado a que se olvide ¿No?
¿Y qué piensan respecto a esto? Respondo reviews sobre el tema general para el fic : ) No dejen anónimos si quieren respuesta : )
anypotter
p.d. Sufre kohai muahaha sufre n.n