Bueno, vamos a por una serie de one-shots, de esas que me gustan mucho mucho. ¡Las estaciones del año molan!

Dientes de león

La primavera había desecho la nieve del apacible (cosa rara en el 12) invierno que habían tenido aquel año. En la Aldea de los Vencedores todo eran cantares de sinsajos recién vueltos de la migración, los graznidos de los gansos y una olor a pan recién echo que nunca se marchaba. Todo eso y el fin de tener una Katniss apática por la falta de presas durante el invierno. Aunque ya no necesitaba cazar, le seguía apasionando la carne fresa (Y Peeta, aunque a veces se hacía el sueco, tenía debilidad por la carne de ciervo) y las bayas que no podía encontrar a la venta. Y con las fresas que cogía cuando estaba cazando y pescando, Peeta le hacía su delicioso pastel de fresas al licor. Ese que en invierno tanto echaba en falta.

Se podía decir que se respiraba tranquilidad allí, ya que casi todas las casas habían estado desocupadas por estar lejos del pueblo. A decir verdad, solo dos estaban ocupadas, las otras se habían quedado para recibir a personalidades importantes como los gobernantes de los otros distritos cuando pasaban por el 12, pero no era lo mas común. Lo mas común es que se pasasen Annie con su niño y Johanna para verles. También Beetee había llegado a pasarse. Incluso la madre de Katniss alguna vez. Pero nunca duraban mucho las visitas.

La gente se había ido también porque las construcciones nuevas en la Veta ya no eran chabolas ni cabañas, eran dulces casitas blancas donde los trabajadores de la fabrica de medicinas vivían cómodos, la distinción de clases casi se había disipado y aunque aún había mineros (Se seguía necesitando ese preciado carbón) la seguridad allí abajo había mejorado mucho. La gente estaba mezclada, ya no solo eran la gente del doce, había mucha gente del 13 viviendo allí ahora, juntamente a gente que había decidido cambiar de vida y ir a ese rincón perdido (gente del 5, del 7 y del 8 sobre todo). Los comercios habían resurgido, los domingos se hacían fiestas en la plaza para celebrar la libertad, el trabajo duro pero bien pagado y que al fin, todos podían tener vidas dignas. Nada de sacrificios de sus hijos. Nada de muerte por inanición. Nada de estar encadenados a una vida que no les gustaba. A partir de esos momentos los jóvenes recién salidos del colegio podían optar a viajar hasta el distrito que encontrasen apropiado y aposentarse allí.

Pero volvamos a la Aldea. La nueva república había decidido que para el corto repertorio de vencedores que quedaban, apenas siete personas, su subsidio vital podía seguir ahí. Eran héroes de la guerra, de esa rebelión que había sucedido con éxito, y ningún alcalde les hubiera obligado a ponerse a trabajar. Así que los días pasaban lentos y tranquilos allí. Cada uno tenía su ocupación: Katniss cazaba, Peeta horneaba, Haymitch cuidaba gansos (Una elección un tanto extraña) y Effie plantaba flores. Si, Effie también estaba en el doce. Mas que nada porque ella y Haymitch al final habían decidido dejar rienda suelta a lo evidente. Sus puyas, sus peleas y sus borderías solo habían sido un engaño de ambos para algo que creían imposible. Pero con el fin de la rebelión lo imposible se había echo posible, y ninguno de los dos tenía que guardar las apariencias otra vez. Así que Effie se había ido a vivir con el mentor y ahora su ocupación era la jardinería, cuidarse las uñas y no volver a pisar el capitolio jamás ni volver a ponerse ridículos atuendos que le recordasen a ello. Si algo de bien se tenía que buscar en sus cuatro meses de cautiverio, es que había sentado la cabeza de tal manera concisa y aplastante que era cruel. Nunca volvería a ser la alocada mujer que sacaba papelitos con nombres apuntados para una matanza, pero aún así había reencontrado la felicidad en aquel lugar.

Así que la combinación de un jardín lleno de gansos y flores había dado resultado, y aún mas en primavera que todo volvía a su cauce. Tanto que Peeta había tenido que casi forzarse para salir de la cama a hacer el pan aquella mañana de abril, ya que mucha gente del pueblo recorría los siete kilometros de la plaza hasta la aldea solo por una barra suya y eso le honraba ya que según ellos su pan era mucho mejor que los del panadero nuevo de la ciudad. El chico del pan no podía dejar de bostezar ya que Katniss había despertado de su letargo invernal y le apetecían arrumacos nocturnos, ¿y porque él se los iba a negar? Había luchado mucho por ella, y le habían elegido vencedor de una batalla que esperaba perder, así que se habían dormido bien entrada la madrugada. Así que el chico empezó a amasar masas y masas, aparte de hornear un buen pastel para el postre, esta vez de nata con moras del bosque. Era un trabajo arduo, sin descanso ningún día, pero se sentía a gusto entre los hornos y necesitaba tener la cabeza en algún sitio. No lo hacía por dinero, ni por una necesidad atronadora, simplemente por afición. Cuando sacó la tercera bandeja del horno, decidió ya guardar las dos barras respectivas: La suya y la de sus "amistosos vecinos". Cuando estaba terminando con la cuarta y última remesa, apareció Katniss bostezando, ya vestida y con el arco preparado, y le dijo

-Me voy a cazar, Peeta. A ver si hoy hay suerte y podemos comer un buen ciervo

-Ojala. La verdad es que me apetece, hace meses que no cazas ninguno, desde Octubre mas o menos. Sino podrías traer pescado. Me gusta mucho mas recién pescado que el que traen del cuatro, que está congelado.

-A mi también me gusta mas que esté fresco. Te veo luego, ¿vale? - La chica le dio un beso en la mejilla antes de salir

-Oye Katniss, ¿te he dicho ya hoy que te quiero?

-No. Pero ya lo has echo - Salió del obrador, pero a los segundos volvió a entrar - Yo también te quiero mucho, chico del pan - Le guiñó un ojo

¿Katniss le había soltado esa cursilada y le había guiñado un ojo? Desde luego la primavera la había trastornado. La chica era feliz con él, a pesar de las pesadillas y de todo lo que habían pasado. Peeta podía sonreír a ese pensamiento mientras la morena definitivamente salía en búsqueda de presas. Pero no tuvo mucho tiempo para pensar ya que empezaron a llegar sus fieles compradores pronto. No eran mas que quince o veinte personas, pero ya que hacía pan para cuatro, no le molestaba hacer más.

A eso de las once y media, cuando ya había acabado con todas sus tareas escuchando la radio (Si, habían puesto radio en Panem, ya que era mucho mas sencillo tener a la gente debidamente informada con ella que con los televisores, aunque el canal del capitolio seguía emitiendo. Todos los distritos querían su propia emisora, pero de momento solo estaban la del Capitolio, y las del tres gracias a Beetee, el cual había arreglado buena parte de la estática, y la del siete, con una Johanna grácil e irónica detrás de la antena) escuchando a Plutarch *ese hombre cuando no está en la radio está en la tele, y cuando no está en la tele está en la radio* y estaba desayunado larga y tendidamente con una buena taza de chocolate deshecho, cuando se percató de que debería ir a llevar el pan a casa de ese par, ya que Effie parecía no tener intenciones de ese día pasarse, como hacía habitualmente. Seguramente debería haberse quedado en la cama hasta tarde. El chico intentó no reírse para no escupir el chocolate por lo que había pensado. Effie compartiendo su vida con Haymitch. Le resultaba irónico que las dos personas mas diferentes de todo el universo se llevasen tan rematadamente bien, y por mucho tiempo que pasara lo seguiría viendo sumamente extraño, o eso pensaba él. Katniss no parecía tener ese problema y a veces se dedicaba a hacer ciertos comentarios jocosos sobre el tema que a él le parecían ciertamente de un gusto atroz para su salud mental: Había cosas que prefería no imaginarse y su chica disfrutaba viendo sus muecas de asco cuando hablaba de eso.

Así que se vistió un poco, se puso la chaqueta y recorrió durante tres minutos la aldea hasta llegar a la casa que compartían Effie y Haymitch. Peeta pudo notar el olor a plumas quemadas y a café desde el porche, pero sobretodo a café. A ese par les apasionaba el café. Desde que habían vuelto del trece, el putrefacto olor a alcohol había desaparecido por completo. La mujer era como una bendición divina para Haymitch. Cuando llegó arriba, sabía que no debía ni llamar, que la puerta estaría abierta ya que ese era el trato: Nada de puertas cerradas, como una gran pequeña familia. Para Katniss y Peeta era así, primero habían sido sus protectores en los juegos, y ahora eran como algo parecido a dos hermanos mayores, aunque a veces no se sabía quienes parecían mas maduros. Así que el chico abrió la puerta, y lo que vio al cruzarla no le gustó nada.

Estaban de pie en la cocina, labio a labio y tan juntos que el chico del pan no sabía donde empezaba uno y acababa el otro. Bueno, si lo sabía pero por la ropa mas que nada. Era lógico que se habían quedado hasta tarde en la cama y hacía poco menos y nada que habían decidido levantarse, porque ella aún estaba en camisón corto (Demasiado para el gusto de Peeta) y él solo con el pantalón del pijama. Effie tenía agarrado con tal fuerza el cabello de Haymitch que cualquiera podía pensar que su vida dependiese de ello, y él la tenía estrechamente unida a su cuerpo cogiéndola de la cintura. Por ejemplo esa era una imagen no deseada en la mente del chico del pan. No es que le diera asco, es que era demasiado raro.

-¡Ehem...! - Carraspeó, para que le hiciesen caso. Los dos a la par rompieron el beso y miraron al chico de reojo. Automáticamente se separaron guardando cierta distancia pero no la suficiente para que Peeta dejase de sentirse abrumado - ¿La pasión primaveral os hace arder? - Ahora era cuando le consideraban un jodido tocapelotas de primera categoría, para variar

-¿Que cojones haces aquí, maldito niño? - Al contrario que Effie que se estaba poniendo del mismo color que una de esas fresas que traía Katniss del bosque y miraba al suelo, Haymitch increpó al chico

-Pan

El hombre puso los ojos en blanco, hastiado

-¿Podrías llamar antes de venir, sabes? Así todos nos ahorraríamos situaciones que no nos gustan. Ni tú nos ves intercambiando saliva ni metiéndonos mano ni nosotros tenemos que soportar que nos cortes.

-¡Pero si por mucho que llamo no lo cogéis! - Peeta protestó. Y era verdad lo que decía. Esos dos no cogían el teléfono por la mañana. Nunca. Ni aunque Katniss o él se estuviesen muriendo. Eso que eran una familia tenía sus lagunas.

-Pero por mucho que no lo cojamos sabemos que vas a venir - La voz de Effie sonó entre pícara y avergonzada al mismo tiempo, sin dejar de mirar al suelo.

-Pues lo haré

-Eso esperamos, siempre nos aguas la fiesta, Mellark. Tienes un imán para encontrarnos intimando, con tu chica no nos pasa.

Peeta prefería no pensar en ello. Una mañana les había encontrado prácticamente teniendo sexo en la silla del comedor. Ese día que prefería borrar de su mente Katniss tubo que curarle una herida horrible porque Effie le había tirado una lampara a la cabeza. Y la mujer había acertado de lleno porque Peeta quedó tan traumado que no pudo moverse. La chica de ojos grises aún lloraba de la risa cuando recordaba ese "incidente".

-No me lo recuerdes, Haymitch, no me lo recuerdes. Tomad el pan de una vez que me voy. ¿Hoy os pasareis?

-Por supuesto - Effie al fin levantó la mirada para mirar al chico, con una sonrisa. Sus ojos azules claros, que habían quedado apagados tras la rebelión, volvían a estar vivos. Fue hasta él y le cogió el pan de las manos.

-Si no supone sacrificar ningún ganso mas para vuestros estómagos, me parece bien - Durante el invierno más de diez gansos habían acabado en el horno, y eso no le hacía demasiada gracia a Haymitch

-Katniss ha ido a cazar, nos traerá algo jugoso de comer. Si es un ciervo daré saltos de alegría.

-Pues en tus saltos podrías ir desplazándote hacía la puerta, Peeta. Y cerrarla contigo fuera.

-Que manera tan bonita de decirme que me echáis.

Así que el chico del pan se giró sin decir nada más y salió por la puerta. No tenía ninguna duda de que aquellos dos llegarían tarde otra vez para comer. La primavera despertaba a todo el mundo en grandes pasiones, y ellos dos no eran una excepción. ¿Como a su edad conseguían tener las hormonas por las nubes?


Katniss no soportaba el ruido de la fabrica de medicinas que había en la Veta, así que evitaba pasar por allí lo máximo que podía. Solo se pasaba cuando le entraba la vena melancólica. Pero aquel día no era nada melancólico, era de sus favoritos: Cazar en una recién nacida primavera. El olor de la hierba y del pasto tierno. Las flores silvestres. Y sobretodo la pista amarilla de los dientes de león. Nunca había sido amante de las flores, pero esos dientes de león eran su esencia. Al contrario que las rosas (Las cuales no podía ver ni en pintura, y gracias al cielo Effie tampoco las soportaba y jamás había plantado una en el jardín) esas florecillas le devolvían una felicidad largamente perdida. No se podía quejar de su vida actual: Podía decirse que era independiente, tenía una pareja que la amaba y ella le había abierto su corazón, y lo mejor de todo era ser libre. Ya no tenía que rendir cuentas ante nadie de lo que hacía y lo que dejaba de hacer. Y había sobrevivido a una guerra, con muchas perdidas (y eso la atormentaba) pero había seguido su camino en la vida por ellos. Sobretodo por su hermana.

Pero no era momento de pensar en eso. Tenía que cazar algo de comer, no le apetecía volver a pasar por el mercado. No le faltaba dinero, pero le gustaba la carne fresa. Eso y compartirla con su pequeña gran familia. Que ninguno fuesen familia de sangre no suponía un problema. Su madre seguía en el cuatro, incapaz de pasar mas de una semana en el doce. Su hermana se había reunido con su padre. Así que su nueva familia eran los que ahora estaban con ella. No le hacía falta mas gente para ser un poco feliz.

Quizás un hijo. Pero aún era muy joven para pensar en ello.

Pero volviendo a la caza, tenía que estar atenta. Y al fin vio algo que a Peeta le iba a gustar. Una cierva. Ese mediodía iban a disfrutar los cuatro de un buen banquete.

(...)

Creo que con esto termina el inicio del fic, que ha tenido poca chicha y mucho palabreo explicativo que tanto odio *¡Quiero acción!*. No se si serán las cuatro estaciones, si me dedicaré a saltar de aquí para allá en el tiempo o que es lo que haré, pero haré algo. Lo que si se es que Peeta es un cockblocking (Pobrecito XDDD Lo tienen traumado entre todos) y que para mi gusto salen demasiado los Everdeen-Mellark, porque esto se supone que iba a ser un Hayffie, (Y lo será, pero no quiero ni puedo ignorar a los dos tributos) pero es lo que hay para empezar. Y aparte, que esos dientes de león le pertenecen a Katniss, creo que se lo merece.